El valor de la cultura

El valor de la cultura

Bajo el argumento que no es rentable, el gobierno de Javier Milei emprendió un feroz desfinanciamiento a la cultura. ¿Cómo se mide el aporte de una canción, una película o una obra de teatro? ¿Es sólo una cuestión económica?

Frente al desfinanciamiento permanente que el Gobierno de Javier Milei impulsa de instituciones y políticas culturales, distintos actores del sector, paradójicamente, intentan una defensa utilizando parámetros economicistas y eficientistas.

Desde ese paradigma, es un hecho el aporte de la cultura en términos cuantitativos. La Cuenta Satélite de Cultura del INDEC (CSC), mide la incidencia económica de la cultura en la Argentina para contribuir con la toma de decisiones, la formulación y evaluación de políticas públicas y privadas en el área. El informe indica, por ejemplo, que en el año 2022 la producción de bienes y servicios culturales generó un valor agregado bruto de 1,28 billones de pesos, lo que representó un 1,8% en la economía argentina. Los sectores de publicidad, libros y publicaciones y audiovisual concentraron una participación de 62,5% de ese valor agregado. El sector cultural, además, registró 341.300 puestos de trabajo formales, lo que significa un 1,6% del empleo total. La rama que más participó en el empleo cultural fue el audiovisual, representando 3 de cada 10 puestos. Le siguieron el diseño, la publicidad y los libros y publicaciones.

También existen otras herramientas de medición: las reproducciones, las ventas de entradas, los likes en redes sociales, etc. Ahora bien, ¿qué es lo que escapa a esas medidas? ¿Cómo se mide una canción que te conmueve? ¿Qué aporta la cultura en la sociedad para su armonía, identidad y calidad de vida? Hacernos estas preguntas, también nos permite preguntarnos: ¿Qué está en disputa cuando el Gobierno ataca a la cultura?

Para responder estas preguntas ANCCOM dialogó con Carlos Rottemberg, empresario teatral, también con el dramaturgo Mauricio Kartun y con la doctora en Ciencias Sociales Margarita Martinez.

Mauricio Kartun.

¿De qué hablamos?

Rottemberg se encuentra en su escritorio, en el cuarto piso del teatro Multiespacio en calle Corrientes. Detrás de él, un cuadro con la imagen de un ladrillo con una inscripción que dice “Vos con esto hacés un teatro”. Para empezar a hablar de la cultura el director piensa en su propia historia. Se traslada inmediatamente a un hecho de su infancia. Piensa en cómo él encontró su vocación, ya que no proviene de una familia del espectáculo. Recuerda una escena de cuando él tenía 8 años, en la que estaba junto a su madre viendo La novicia rebelde en el cine: “Si la cultura, en ese caso la cinematográfica, no me hubiese llevado a movilizarme de la manera que lo hizo, y hacerme llorar de la manera que me hizo llorar y decirle a mi vieja en el cine, yo quiero dedicarme a eso, yo no sé si esto hubiese pasado” cuenta y reflexiona que “la cultura es la suma de individualidades”.

Mauricio Kartun da el ejemplo de las canciones que hacen emocionar a un grupo. Sostiene que “la cultura es la identidad de los pueblos”. Explica que la identidad contiene algo que va más allá de las costumbres comunes, para él abarca la forma de los vínculos, los pensamientos, “una metafísica de los pueblos”, algo difícil de evaluar en términos visibles.

“Siendo un mecanismo de identidad, podría haber pueblos sin esa identidad, lo que inevitablemente los vuelve más frágiles. Sin un lazo que establezca la pulsión de defensa común por ejemplo”. Kartun, piensa a la cultura en relación al cuidado del otro, como un elemento humano muy importante: “La cultura une y, por lo tanto, instala por encima de ella una serie de mecanismos complementarios, como la ayuda para el desarrollo del que está junto a vos. Es un lazo de unión. Es una forma de establecer que un grupo de personas se transforman en una comunidad”.

 

Carlos Rottemberg.

¿Cuál es su aporte social?

Para Margarita Martinez, la cultura aporta “la capacidad de mirar al mundo con otros ojos por un rato y que ese modo de mirar no nos abandone nunca”. Sostiene que si tuviéramos que medir cuánto vale eso no podríamos. Reflexiona que “sin embargo está al alcance de cualquiera. Y digo “de cualquiera” sabiendo explícitamente que no cualquiera tiene los medios de pagar costosos productos culturales, ni de hacer el camino que lo lleva a valorar un acervo letrado. Esto último debería estar garantizado por la educación pública y universal. Hoy no lo está”.

Kartun sostiene que un pueblo unido por la cultura es un pueblo muy difícil de romper; por el contrario, un pueblo sin cultura es de una fragilidad extrema: pierde la condición de pueblo. “Se transforma en ciudadanos aislados, de pensamientos e intereses absolutamente diversos y que, por supuesto, frente a cualquier desafío que exige la fuerza popular, no la tienen, porque no tienen esa cultura común que las une”. Argentina, en ese sentido, es muy sólida y por eso es tan peligroso que se avance con la desinversión en cultura. Kartun sostiene que más allá de los lugares comunes de la cultura Argentina, como podría ser el tango, tenemos un montón de elementos “que nos unen, que nos amalgaman y que, por lo tanto, nos dan fuerza”.

 

Margarita Martinez.

¿Se puede medir?

Plantea Rotemberg que hay un número económico que tiene que ver con lo cultural, y se demostró en la pandemia. “Cuando en la pandemia se cierran los teatros en Times Square, en Nueva York, se muere todo el circuito, lo mismo pasó acá en calle Corrientes”. Sostiene que el 73% de las personas que van a las salas de espectáculos, después consume gastronomía, se moviliza en los taxis, compra en los kioscos de la cuadra, las librerías… Rotemberg destaca que el gran porcentaje de público que ve artes escénicas es connacional, eso es algo muy particular que tiene el público de nuestro país.
Para Margarita Martínez lo que podemos leer a través de mediciones es el éxito de determinado producto en un mercado dado, por ejemplo, a través de compras directas, validaciones en redes. Pero aclara que “todos sabemos que hay creaciones que simbolizan lo más alto de la cultura y que, en el momento de su aparición, no tuvieron éxito en el mercado. En la historia humana eso ha sucedido muchas veces y sigue sucediendo”. Observa que “hoy las antiguas figuras de la cultura letrada empiezan a actuar como operadores del mercado o bien, lisa y llanamente, como publicistas”. Da el ejemplo de las reseñas de libros, para ella no existen lecturas críticas de libros, son publicidades más o menos encubiertas.
En este sentido, Martínez se pregunta: “¿Esos juicios miden acaso el valor de lo que hablan (o de lo que venden, si hablamos claro)?”. Se responde que no, “los lectores no sólo que no miden nada, sino que en muchos casos tampoco “dicen nada” sobre aquello respecto de lo cual quieren saber algo. Y esto es trágico: la confusión entre hacer algo que vale la pena y hacer creer a otros que algo vale la pena por el éxito de su difusión afecta a cada vez mayor cantidad de desorientados de la gestión de la cultura. Y digo trágico porque vemos cómo se le ofrecen contratos editoriales a influencers que no demostraron ninguna capacidad literaria, o se arman mesas redondas para tratar temas de gran densidad animándolos con personajes de moda de diverso cariz. Y esto es lamentable porque hay gente de perfil más bajo que realmente escribe, trabaja y piensa que queda en la absoluta oscuridad”.
Para Kartun no hay parámetros matemáticos para medirla, pero hay una existencia dimensional: se puede ver una cultura común. “Por supuesto, las culturas se desarrollan alrededor del propio quehacer del pueblo”. Y agrega: “Lo contrario es cuando la cultura está en manos de la corporación, es decir, cuando la cultura está en manos del comercio, está en manos de aquel que produce cultura con un fin puramente rentable”.
Para Kartun, hay activos que escapan a la medida economicista de la cultura que también –dice- “cumple una función ecológica extraordinaria”. Explica que la cultura crea una red conceptual. Se establece un parámetro de lo que está bien, lo que se usa y la gente aprueba, un círculo dentro de lo cual está todo lo permitido. Pero continuamente –sostiene Kartun- aparecen artistas, que en lugar de trabajar dentro de ese círculo, se paran al borde y dan un paso afuera. Empiezan a hacer algo que nadie conocía, algo totalmente distinto. Esos son los artistas experimentales. “Pueden pasar dos cosas: que la gente no lo acepte porque es diferente o que efectivamente le vaya bien y la gente empiece a disfrutar de algo que no conocía, que no se parece a nada de lo que viene disfrutando y que, sin embargo, le crea un gran placer”. Para el dramaturgo, a estos artistas experimentales le debemos que se agrande el perímetro: “Que ahora que empezaste a disfrutar de escuchar a ese músico, que hace algo muy distinto a los demás, empieces a escuchar a muchos otros músicos que hagan lo mismo que él”.
En relación a las mediciones algorítmicas, Martínez sostiene que aquello que se les escapa suele ser lo que se sale de la norma, incluyendo a lo que mejor se produce. “No todo lo que sale de la norma es bueno, pero lo que sí es seguro es que lo realmente bueno sale de la norma” Reflexiona que “muy pocas veces ocurre que algo que forma parte de lo verdaderamente trascendente en el campo de la creación (y cuando digo trascendente no lo digo para el individuo que lo creó como algo narcisista sino para la sociedad toda) logre tener un éxito mensurable e inmediato”. Sostiene que un error común es confundir “elemento de la cultura” con “elemento de culto” y con “producto de moda”.
Martínez acompaña su afirmación con una anécdota personal: “Un día, cuando yo era muy jovén y leía mucho, me quejé ante un amigo más grande y gran lector de los precios de los libros que yo ambicionaba. Mi amigo me respondió que no era verdad que nunca iba a poder tener una buena biblioteca. Me dijo que las mejores bibliotecas que vea, una biblioteca incluso como la de él, se podía armar mayormente a partir de libros de saldos”. Mirando hacia atrás, sostiene que su amigo tenía razón, ya que hoy en día, ella tiene una biblioteca llena de rarezas y clásicos. “Muchos de esos libros los compré casi a precio de regalo. ¿Por qué? “Justamente por no ser novedad para el mercado pero, no obstante, son textos trascendentes para la cultura”.

El rol del Estado

En relación al fenómeno de lo experimental, Kartun afirma que “hace que la cultura sea una especie de Big Bang, produce una explosión y se va ampliando”, y explica que “la cultura vive en expansión. Y necesita de esos experimentales, que a su vez necesitan apoyo. Si no tienen lugares, si no tienen apoyos de todo tipo, el artista no puede desarrollarse. Si los gobiernos en lugar de pensar estas culturas de expansión, trabajan en el centro mismo de ese perímetro, buscando lo más cómodo, aparece el cine pasatista, la música pasatista, el teatro pasatista. Lo que queda sin experimentación, es la generación de una cultura que trabaja en el centro de ese círculo. Sin arriesgar absolutamente a nada”.

Kartun marca una diferencia: para él todo lo que une, lo que es creencia común, rito, es cultura, mientras que todo lo estándar, lo globalizado, para él es una cultura artificial, la llama “cultura de la disolución”. El dramaturgo, muestra preocupación al sostener que en este momento hay una política de disolución: “Si al cine le quitás el subsidio que hace que pueda ser una expresión popular, los únicos que podrían manejarlo son las empresas con sus intereses empresarios y no con intereses culturales”, plantea.

“¿Hubiese logrado Piazzolla componer varias de sus obras maestras sin el préstamo que recibió del Fondo Nacional de las Artes en sus principios?”, se pregunta Rotemberg. Martínez sostiene que la idea de “financiar la cultura” es un planteo equívoco, algo que corresponde a la burocracia y a la gestión. Afirma que “Cultura se hizo siempre con o sin financiamiento, con o sin prohibiciones, con o sin persecuciones. ¿Hay que destinar dinero público a ello? Sí, por supuesto. Pero la oposición entre la cultura y la no cultura no es la oposición entre los millones y los no millones destinados a tal o cual actividad sino la oposición entre tener algo que decir o nada”.

Desiguales

Desiguales

El diez por ciento mejor posicionado de la población percibe ingresos 23 veces superiores al diez por ciento más pobre. Las vidas de Mirtha, en un barrio popular, y Fernando, en un country, le pone realismo a la abstracción de los números. ¿Cómo viven? ¿Cómo criaron a sus hijos? ¿A dónde vacacionan? ¿Cómo ahorran? ¿Qué comen? Un viaje de Saavedra a Pilar que parece de un mundo a otro.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), la brecha entre los que menos ganan y los que mayor ingreso perciben mensualmente en Argentina se incrementó considerablemente. El coeficiente Gini, utilizado globalmente para medir la desigualdad en la distribución de ingresos, muestra que la brecha entre ricos y pobres pasó de 0,446 a 0,467 puntos entre el primer trimestre de 2023 y el de 2024. Hay que recordar que cuanto más cerca del 0 está el Gini, una sociedad está más cerca de la igualdad. Los hogares más ricos perciben 23 veces más ingresos que los más pobres. Es el peor índice de los últimos ocho años en los que se dio el ajuste del macrismo, la pandemia y el severo recorte de Javier Milei.  

¿Cómo se materializa esa desigualdad en concreto? Para responder está pregunta, ANCCOM visitó dos familias, una que vive un barrio popular de la Ciudad de Buenos Aires y otra en un country bonaerense. ¿Qué consumos tienen? ¿Qué hacen en sus tiempos libres? ¿Cómo son sus viviendas? En definitiva, cómo es su calidad de vida.

Concretar la entrevista con la familia de clase popular resultó considerablemente más fácil que la de clase alta. Para esta última, quizá operaba la vergüenza o cierta culpa. Muchos de los comentarios al buscar entrevistados de este sector social fueron del estilo de: “Conozco a alguien de clase alta pero le da vergüenza hablar de sus consumos”. También fue una dificultad encontrar los tiempos, ya que entre el trabajo y la multiplicidad de ocupaciones en los momentos de ocio, decían no contar con tiempo disponible para una entrevista. A diferencia de esto, Mirtha del barrio Mitre, ubicado unas cuadras después de atravesar el parque Saavedra, se mostró abierta a recibirnos en el centro comunitario en el que trabaja de lunes a lunes: “A mí me podes encontrar acá cualquier día a la mañana, vení cuando quieras”, ofreció.

A lo largo de esta nota se utilizarán seudónimos para preservar la identidad de los entrevistados. La elección de familias fue hecha al azar: lejos de ser una caracterización de pretensión universal muestra experiencias puntuales de nuestro país.

 

Mirtha

Al llegar al encuentro con Mirtha, ella estaba en la cocina del centro comunitario compartiendo mates con sus colegas. Pone en pausa ese intercambio inmediatamente al escuchar la puerta principal abrirse. Se dirige con soltura invitando hacia un cuartito con escritorio y sillas para más intimidad. Antes de empezar a hablar de ella, habla de la comunidad. Durante toda la charla el relato oscila entre su historia personal y la del barrio, como si fueran una misma cosa. Vive hace casi 25 años en él, la misma cantidad de tiempo que lleva trabajando en el centro comunitario que funciona desde 2001. 

En el centro organizan talleres para que las mujeres vayan a cocinar: “Se hizo esto para que ellos se puedan llevar la comida y comer en su casa, como se debe”. Mirtha calcula que “la familia que menos comida lleva es para cuatro personas, pero hay de ocho, de cinco, de diez criaturas a las que le llevan”. El centro también brinda apoyo escolar y cuenta con un espacio de ludoteca. 

Si bien reciben algo de dinero del Estado, no es suficiente. Una factura sobre la mesa ilustra lo que Mirtha cuenta: “Dos kilos cuarenta de carne. Son para quince personas. No es nada”. El centro comunitario se sostiene más que nada con los esfuerzos de las mujeres que trabajan voluntariamente. Además de poner el cuerpo todos los días, realizan ventas de prepizzas, miel, tortas, entre otras cosas para poder recaudar los fondos necesarios para que todo funcione: “Hubo un momento que uno pensó  en cerrar los talleres, entre la luz, el gas y todo eso. Pero no, acá estamos”, sostiene un poco triste pero con convicción.

El centro comunitario organiza talleres de cocina para que las familias se puedan llevar la comida. 

Fernando

Fernando es abogado. Explica que la excepción de dialogar con ANCCOM un miércoles al mediodía es gracias a la feria en el Poder Judicial. Durante la primera entrevista se encuentra en su departamento en Capital Federal. De fondo se ve una pintura abstracta de importante tamaño que no llega a apreciarse en su totalidad. Su esposa circula alrededor y luego se suma  a la charla para aportar alguna otra información. 

Así como Mirtha, Fernando también empieza hablando del barrio. Sostiene que “el country es un modo de vida” y agrega “es como un pequeño pueblo. Tiene hasta una proveeduría, donde venden carne, verduras”. Entre las comodidades del country menciona las 200 hectáreas totales, que están cercadas y monitoreadas. Para ingresar son muy rigurosos, tienen un sistema de reconocimiento facial para los vecinos y una puerta distinta para visitantes y trabajadores.“Hay una diferencia entre barrio privado y country”, explica. Los barrios privados son cerrados, con seguridad -detalla-, mientras que el country, que en castellano es club de campo, tienen además muchos lugares comunes para socializar. 

Donde viven ellos hay un polideportivo, sauna, restaurantes, bares, de los cuales algunos son temáticos, canchas de tenis, de pádel y de golf, la cual ocupa 50 hectáreas. También tienen una iglesia donde hay misas todos los sábados. Hay comisiones de cultura, de arte, etc. También se dictan talleres de pintura y hay grupos de coro. 

Destaca que “no todos los country tienen esta vida. Nosotros tenemos fama de ser muy sociables y muy buenos recibiendo. Es una característica nuestra”. Cuenta que cuando comprás el terreno, muchas veces desde la misma inmobiliaria te hacen una reunión con el capitán del equipo del deporte que te gusta. También se arman muchos viajes, algunos de cabotaje con los equipos y también cuenta Fernando que ha hecho aproximadamente diez viajes con grupos del country al exterior: México y Punta Cana, entre otros lugares. 

Las 200 hectáreas del country están cercadas y monitoreadas. El ingreso es por reconocimiento facial. 

Crianzas

Mirtha tiene 62 años, Fernando 69. Al describirse Mirtha dice: “Soy buena cocinera, buena madre y buena abuela”. Tuvo nueve hijos y perdió uno. Ahora tiene 28 nietos y 12 bisnietos. Sus hijos tienen entre 24 y 45 años. Cinco de sus hijos viven en la casa con ella. Fernando tiene 3 hijos de 30, 32 y 34 años. Dos de ellos viven en Australia, y el tercero sigue en el país; es socio de Fernando. 

Mirtha cuenta que la crianza de sus hijos fue dura. Se separó dos veces y en ambas oportunidades se quedó con los niños. Del primer matrimonio tiene cinco hijos y del otro tres: “Me tocaron malos matrimonios -explica-. Yo no estaba enamorada, a mí me presionaron. Tengo un nieto de 30 años. Te imaginás que yo muy jovencita tuve hijos”. Con su primer marido vivió 17 años “hasta que me liberé. Porque era el miedo de que si yo me voy, me sacan los chicos. Pero una vez me planté bien; dije esto termina acá”. 

“Se dice que en los countrys todas las parejas son infieles: eso no es verdad”, aclara Fernando -sin que nadie le pregunte- con la expresión de quien explica una obviedad. Él conoció a su esposa en sus treintas, por un amigo en común que los presentó. Ambos venían de parejas largas antes de conocerse y de proyectos de vida distintos, cada uno con sus respectivos trabajos. Decidieron ensamblar sus vidas. Planearon a sus hijos, algo que explica que hayan nacido con regularidad de dos años. 

Tomaron la decisión de irse a vivir al country, lo que implicó un acuerdo para que la esposa renuncie a su trabajo y dedique su tiempo a la crianza de los hijos. Mirtha, por su parte, cuenta que ella es quien trabajaba y su marido no, un acuerdo nunca consensuado. Teniendo hijos pequeños, Mirtha salía a vender cosas: “Una vez, empecé a vender Grundig, una marca de televisores. Por ahí caminabas todo el día durante una semana y no vendías nada, y venías con unas desilusiones…”. Actualmente, Mirtha es pensionada por invalidez, lo que le permite dedicarse 100% al trabajo no remunerado que realiza en el comedor.

“En un momento se discutía si los chicos que viven en los countrys están en una burbuja. Pero no, la mayoría son clase media y un poco más”, aclara Fernando. Se fueron al country en el 96, movilizados por el deseo de criarlos en un espacio seguro y deportivo: “Buscábamos algo para que los chicos se criaran con más libertad”. Desde 2012, con sus hijos ya grandes, la pareja pasa los días laborables en la Capital y los fines de semana en Pilar. Fernando cuenta que aproximadamente la mitad de las personas de country sostienen esta misma dinámica híbrida. 

Otro aspecto que motivaba a Fernando a vivir en el country fue la cancha de golf: tanto él como su esposa practican ese deporte. Ese disfrute por lo deportivo lo transmitieron a sus hijos quienes se criaron practicando una diversidad de disciplinas. Cuentan que incluso hoy los dos que viven en Australia practican surf a diario. 

En el caso de Mirtha, sus hijos viendo la labor de su madre incorporaron un sentido de solidaridad profundo: “Nosotros le íbamos a dar de comer a los cartoneros desde el año 2001. Estuvimos como 12 años llevando comida todos los días. Mis hijos, que eran chicos en ese tiempo, ya es como que se acostumbraron”. Cuenta que son ellos quienes le sugieren: “Ma, ¿qué te parece si le damos esto, le damos lo otro?”. 

Fernando también menciona la solidaridad, al hablar de las actividades que realizan los grupos de la iglesia dentro del country. Se reciben donaciones, y se llevan a “El hogar del milagro”, donde viven desde bebés a niños huérfanos. También organizan “roperitos” donde se junta ropa y se le vende, a precios muy accesibles, a gente que va a trabajar al country.

Mirtha dice: “Soy buena cocinera, buena madre y buena abuela”. Tuvo nueve hijos y perdió uno.

Educación

Fernando estudió en la Universidad de La Plata. Para poder hacerlo, se mudó a esa ciudad al terminar la escuela ya que él proviene de una ciudad del interior de la Provincia Buenos Aires. Recibió durante sus años de carrera el apoyo económico de sus padres, sumado a algún trabajo que fue encontrando en el medio. A Mirtha, le hubiese gustado estudiar en la universidad, pero no terminó el secundario. Llegó hasta séptimo grado: “Mi historia es larga y el pasado triste, así que no pude”, confiesa.

Los hijos de Mirtha fueron a la Escuela 25 que queda en el barrio, ubicada a una cuadra de su casa. Es jornada completa. En el caso de Fernando, enviaron a sus hijos a una escuela bilingüe que queda fuera del country, el “San Mathius”. Fernando destaca que tiene unas 17 hectáreas. Mirtha confiesa “la escuela no se si es buena o mala, pero está cerca. Con los niños chiquitos, es un alivio que esté la escuela cerca”. En el caso de Fernando, el hecho de que en la escuela hubiera muchos alumnos de familias countristas, facilitaba el traslado. Se organizaban para hacer “pool”: se turnaban entre los vecinos para llevar a los chicos. Sostuvieron ese sistema hasta que el primero de sus hijos tuvo edad de sacar la licencia de conducir. Cuenta Fernando que el transporte es un factor a tener en cuenta en la vida de country. Es necesario al menos un auto para papá, otro para mamá y otro para los hijos. Hoy en día, la mayoría de los nietos de Mirtha asiste a la misma escuela que sus padres: “Las madres se ocupan de llevarlos a la mañana a la escuela y después la tía los busca a la tarde”.

Al terminar la jornada escolar, los hijos de Mirtha asistían al centro comunitario, donde aprovechaban el espacio de la juegoteca y apoyo escolar. Volvían a la casa a las 19 para cenar y terminar el día. Sus nietos, también aprovechan de esos espacios. “Los traemos a la ludoteca, están todos los días ocupados”, cuenta Mirtha y explica que tenerlos ahí sirve para que no estén tanto tiempo con las pantallas. 

Fernando recuerda con orgullo la crianza de sus hijos: “Mi mujer, a las 8 los sacaba de la cama con una raqueta, el palo de golf, las cosas de equitación, los patines”. El country ofrece actividades para los chicos que se realizan los fines de semana: por las mañanas practican los deportes individuales y por la tarde deportes grupales. Luego compiten en intercountries. También aprovecharon otros espacios educativos que ofrece el country para las distintas edades: “Por ejemplo, a los adolescentes los llevan a bailar y los vigilan”.

Fernando reflexiona sobre la educación que recibieron sus hijos: “Los resultados a 30 años, son que a toda la gente le ha ido muy bien en la vida. Han socializado muy bien”. En el caso de Mirtha valora: “Ellos estuvieron muy contenidos acá. Porque tres de ellos quedaron sin papá siendo chicos. Acá en el barrio los sostuvieron bastante bien, no se me fueron para cualquier lado”. 

Fernando recuerda con orgullo la crianza de sus hijos: “Mi mujer, a las 8 los sacaba de la cama con una raqueta, el palo de golf, las cosas de equitación, los patines”.

Vivienda

La casa de Mirtha la fueron adaptando y construyendo sobre la marcha. La casa de Fernando es una construcción antigua que ha sido remodelada respetando el estilo. En lo de Mirtha, viven además de ella cinco de sus hijos, aunque siempre hay más gente en la casa. En lo de Fernando quedan solo él y su esposa. En resumen, tienen dos propiedades para dos personas: la casa de Pilar y el departamento en Capital. En lo de Mirtha, en la parte de abajo viven cuatro hijos, y en la parte de arriba, vive una hija con su esposo e hijos. Las habitaciones superiores corresponden a una construcción que se agregó, así como también la parte del fondo de la casa donde vive ella actualmente. “Decidí irme a esa parte porque no quiero escuchar el griterío de los niños” sostiene con hartazgo. Su casa cuenta con cinco habitaciones y un comedor. Fernando también piensa hacer una remodelación en su casa: tienen una habitación que es un playroom que ya no usan tanto, ya que era un espacio para los chicos. Actualmente, tienen la intención de transformarlo para que la esposa pueda jugar allí al burako con sus amigas. La casa de Fernando también es de dos pisos, pero esto fue planteado desde el plano original. Tiene espacios amplios y luminosos, una habitación para cada miembro de la familia, cada uno con su baño propio y aire acondicionado, dos livings, cocina, una galería semicubierta con piscina. Afuera tienen un jardín con pileta el cual no tiene separación con el afuera que da directamente con la cancha de golf. Cuentan con teléfono de línea, un sistema telefónico que conecta a todos los internos del club.  

Sociales

Mirtha cuenta que acostumbró a su familia a sentarse en la mesa y cenar juntos, ritual que se sostiene desde que sus hijos son pequeños y continúa vigente en la actualidad. El horario de reunión es a las 21. En el caso de Fernando, los encuentros suelen ser más espontáneos. La cercanía con sus amigos les permite organizar asados de forma más casual y volverse a pie o en sus carritos de golf a su casa. En general se junta con sus amigos y cuenta: “Mi mujer suele reunirse a jugar al burako con las amigas, y por ahí se toman algún aperitivo”. Sostiene que el country es el mejor lugar para estar juntos, pero dispersos”. Cada uno puede hacer sus cosas y reunirse por las tardes. Destaca que en general, en el country son todos bastante tempraneros. 

Mirtha, primero cocina en el centro comunitario, después vuelve a su casa y sigue cocinando para su familia. Si bien actualmente solo cinco de sus hijos viven en la casa, en las cenas suelen reunirse alrededor de doce personas, entre hijos, algún nieto, yerno, etc. Destaca las charlas que se desatan en la mesa: “A veces los tengo que callar. Se hablan como que no se vieron en todo el día, ¡y se ven todo el tiempo!”. 

Las comidas que hace Mirtha tienen como requisito ser abundantes: “No puedo andar con cosas chiquitas”. Menciona que los menús más habituales son guiso y puchero. En el caso de Fernando, los almuerzos suelen ser una comida liviana, más que nada para estar ligeros para los deportes que practica. Un menú frecuente para el mediodía es bife con ensalada. La comida fuerte es por la noche, suelen preparar algo a la parrilla, más que nada si tienen invitados. En el invierno, a veces prenden el hogar y hacen alguna comida ahí. A la esposa de Fernando le gusta mucho la cocina, así que suele innovar con alguna receta gourmet.

Los niños de la familia de Mirtha van al centro comunitario al terminar la jornada escolar para aprovechar la juegoteca y el apoyo escolar. 

Pantallas

Mirtha es quien elige qué mirar en la tele que tienen en el comedor de su casa:“Cuando nos sentamos la que pone la tele soy yo, no me cambian el televisor. Todavía me respetan”. Más que nada miran noticieros, aunque reconoce que “ahora todas las noticias te angustian. No puedo hacer nada”. También se reúnen en la tele del comedor a mirar partidos de fútbol, aunque en ese momento Mirtha prefiere irse a su cuarto. Después de la cena, cada uno elige qué mirar: “Una de mis hijas pone ese Supervivencia el desnudo, el otro que mira fútbol, mi otra hija me tenía cansada con el Gran Hermano que lo odio”. Por un tiempo supieron tener Netflix pero se dieron de baja cuando aumentó. Actualmente solo miran la tele de cable. 

Al preguntarle a Fernando sobre qué mira en la tele, cuenta:Tenemos Netflix y todas esas cosas, pero es más que nada mi esposa la que se encarga de eso. Yo no tengo redes sociales ni nada”. Sostiene que disfrutan de ver alguna película juntos, aunque no profundiza al respecto. 

Tanto en la casa de Mirtha como en la de Fernando, todas las habitaciones tienen un televisor y todos sus hijos tienen celular. En lo de Fernando, disponen de un playroom, donde en su momento había varias computadoras de escritorio. Hoy en día, cada uno de sus hijos tiene su notebook, así que decidieron regalar esas computadoras. Esa habitación contaba con una Playstation 4, otro dispositivo que ya no usan. Uno de los nietos de Mirtha, también tiene la Playstation 4, un regalo de la madre. Mirtha reflexiona: “Hoy no se la podría comprar”, y agrega “no se como le regale una computadora a unos nietos que no viven conmigo”. 

Compras

En la familia de Mirtha una vez por mes van al mayorista a hacer una compra grande. Actualmente son sus hijos quienes se encargan de hacerlo. “Gracias a Dios, crié tan bien a mis hijos, que a mí no me hace falta vivir de la pensión. Viene la luz y se la dividen entre ellos, viene el gas y lo dividen, todo así. Y la compra del mes para comer también la hacen ellos”, sostiene Mirtha. 

Fernando cuenta que como son solo dos personas no necesitan tanta comida. En Capital y en la casa de Pilar tienen alacenas bien provistas de alimentos no perecederos. Intentan estar bien abastecidos en ambas. La verdura la compran en Pilar, al igual que la carne, y destacan que es de muy buena calidad. En Capital, compran productos de almacén en un Carrefour que les queda a veinte metros del departamento. Cuando necesitan, su esposa va y hace una compra grande para abastecer las dos casas: elementos de higiene, de limpieza, alimentos no perecederos, etc. Al elegir los productos -subrayan-, priorizan que sean de buena calidad por sobre el precio, aunque también le prestan atención a las promociones. 

La calidad antes que el precio es la clave para la elección de los consumos en la familia de Fernando.

Rutinas

Fernando tiene su estudio de abogados. Allí trabaja con su hijo y además administra una obra social. Actualmente hace mucho home office y sus tiempos los regula según las necesidades. Generalmente empieza a trabajar a las 10. Los lunes y miércoles se dedica más que nada al estudio de abogados, intercalando entre lo virtual y lo presencial. Los martes y jueves, son los días en que él va presencialmente a la obra social;  trabaja allí como mínimo ocho horas. El jueves, al terminar la jornada se va para el country y el domingo por la noche o lunes a la mañana vuelve. En el medio de su semana, suele tener algún almuerzo de trabajo. Cada 15 días, viaja a otra provincia ya que está iniciando una nueva empresa allí.

En un día laboral, Mirtha se levanta a las 7. Despierta a los nietos para que vayan a la escuela. Llega al centro comunitario alrededor de las 8. Desde esa hora empieza a atender a los proveedores, pone el agua a calentar para la gente que viene a trabajar “y ahora me agarró la mala costumbre de cocinarles, les cocino a todos”, cuenta. Se queda en el centro comunitario hasta las 13.

Mirtha señala que durante los fines de semana suelen dispersarse, ya que la mayoría tiene familia en otros lados: General Rodríguez, Moreno, entre otras localidades. Para ella, es un momento de paz: “El tema soy yo. Porque yo no quiero que cocinen, no quiero que toquen esto, no quiero que toquen aquello. Lo reconozco, soy maniática”, señala entre risas. 

Fernando explica que hay diferencias según las épocas. Por las mañanas, tanto él como su esposa suelen ir a jugar al golf. Aunque si el clima es muy frío o llueve, prefieren quedarse en casa con pantuflas y hacer alguna comida. A las noches invitan a algún matrimonio amigo a cenar. Otro de los planes que menciona son las caminatas, los paseos en bici y la jardinería.

Mirtha dice que, en general, no son tanto de tener amistades, son más mantenerse en familia. En este aspecto, Fernando cuenta que lo que mayormente ocurre, es que se generan amistades y noviazgos dentro del country. También, se vinculan profesionalmente con gente del country “Tenés tu odontólogo, tu médico de confianza”, cuenta. En el country cada uno sabe dónde vivís, basta con decir tu apellido o decir que estás al lado o en frente de tal apellido. También se usan como categorías el grupo al que pertenecés: si sos del grupo de la iglesia, del golf, de tenis, etc. “Tampoco te podés mandar ninguna cagada dentro del country, porque te defenestran, te castigan”. Tienen una revista que sale cada semana, donde se anuncian desde los resultados de los torneos y los cumpleaños hasta los deudores, eso aparece cuando debés al menos dos meses de expensas. También hay reglas de etiqueta: qué atuendos se pueden usar para cada deporte. A su vez, para entrar a un country, tienen una admisión. Te entrevistan, para ver si reunís las características necesarias. 

“En el golf no se puede usar jean”, cuenta Fernando. También requiere un calzado especial. “Es muy importante la vestimenta, o al menos le damos importancia”, afirma. “En verano se puede usar bermuda, en vez de pantalón largo. Es la mayor concesión que hacemos”, sentencia entre risas. 

La ropa que utiliza Mirtha, es la misma todo el día, no hay diferencia entre lo que usa en su casa o en el centro comunitario. Un jean, unas zapatillas deportivas y un buzo. Lo único que cambia entre esos espacios, es el delantal que se pone. En los talleres de cocina, usan delantales y sombreros que fueron elaborados en el taller de costura que se dicta en el mismo centro comunitario. En su casa, Mirtha tiene su propio delantal.

Cuenta Fernando, que él no es tan de usar zapatillas. Si bien tiene tres o cuatro pares, él prefiere el zapato, el mocasín o el zapato náutico, aunque aclara que es una elección personal. Dentro de sus zapatillas, tiene un par para caminar, otras para el gimnasio, unas zapatillas y unos zapatos de golf, y los usa dependiendo el clima y la estación del año. Para estar al interior de sus casas, prefiere usar alpargatas.

Vacaciones

Fernando cuenta que cada año religiosamente se van de vacaciones: “Desde que nuestros hijos se han independizado hacemos un viaje importante anual al exterior”. Al tener a sus hijos viviendo afuera, organizan encuentros en otras partes del mundo. “Por ejemplo, una vez nos encontramos en Johannesburgo e hicimos varios países: Sudáfrica, Kenia, Tanzania recuerda. “Otra vez -agrega- nos encontramos en  Bangkok. También hicimos Vietnam, hicimos todo Tailandia”. Este año, su destino es Australia, van a visitar a sus hijos: “De ahí nos vamos a Phuket, una isla en el sur del sudeste asiático en Tailandia en la que ya estuvimos una vez, un paraíso”. Cuando sus hijos eran más chicos, se iban más que nada a la costa, Pinamar era el lugar que más frecuentaban durante los eneros. Ahora, hacen un viaje grande por año, así como también hacen dos escapadas como mínimo a Uruguay para visitar amigos en Punta del Este. También hacen algún viaje a Brasil cada vez que pueden. Después de hacer un recuento por todos esos destinos, suspira y afirma con una sonrisa: “Tratamos de vivir un poquito”. 

 Para Mirtha, las vacaciones son en su casa, aunque no deja de darse una vuelta por el centro comunitario de vez en cuando. Nunca se fue de viaje y tampoco tiene pensado algún destino al que le gustaría ir. Para ella, las vacaciones son una oportunidad para relajarse en su domicilio, aprovechando que sus nietos están también de vacaciones y sus hijos se organizan para cuidarlos. 

Ahorros

Fernando cuenta que tienen la capacidad de ahorrar en dólares: “Lo hacemos con dos fines: pasear todo lo que se pueda y tener un ahorro para la tercera edad. -explica-. Para cuando ya no podamos trabajar, tener un ahorro que nos permita vivir, que no bajemos mucho nuestro nivel de vida que tenemos ahora”. Fernando reflexiona: “Todo esto fue producto de mucho esfuerzo y trabajo. Yo he trabajado 12, 14 horas por día. Entonces llegamos a una edad madura que valió la pena el esfuerzo…”

Al preguntarle a Mirtha, lanza una risa: “¿Ahorrar? ¡Imposible!”, aunque enseguida se pone seria y aclara: “No puedo decir que vivimos mal, porque no falta nada, pero llegamos justo”. En la casa de Mirtha, cuentan con cuatro sueldos de los hijos que viven en el piso de abajo (porque la hija que vive arriba tiene sus gastos aparte), pero aun así no tienen la posibilidad de ahorrar. 

Mientras se desarrollaba esta nota, la Universidad Católica Argentina (UCA) publicó su habitual estudio sobre la pobreza argentina. En el primer trimestre de este año ascendió al 55 por ciento. El diez por ciento mejor posicionado en el país, percibe ingresos 23 veces más grandes que los de menores ingresos. La abstracción de esos números cobra realismo en los rostros de Mirtha y Fernando. Viven a escasas cuadras uno del otro, pero parecen estar a un mundo de distancia.

La industria del videojuego ataca de nuevo

La industria del videojuego ataca de nuevo

La exposición Indie Dev Argentina se llevó a cabo el fin de semana en el Centro Cultural de la Cooperación. Reunió a profesionales de la industria, fanáticos y estudiantes. Un negocio que crece y ofrece fuentes laborales a numerosas disciplinas.

 La exposición de videojuegos nacionales Indie Dev Argentina fue un éxito de público. Las charlas se ofrecieron con las salas llenas.El espacio más concurrido durante toda la jornada fue el que ofrecía la posibilidad de probar juegos durante 15 minutos, en el tercer piso del Centro Cultural de la Cooperación. La fila se extendía por las escaleras hacia abajo, y al terminar la jornada quedó gente que no pudo testear los videos. Los estudios que se postularon para mostrar sus juegos fueron 48, de los cuales 12 fueron los elegidos para presentarse en el evento.

Si bien la mayoría de las personas que participaron del evento eran profesionales o estudiantes de programación, ingeniería informática o desarrollo de videojuegos, existen muchos otros perfiles profesionales que se necesitan en esta industria. Durgan Nallar, escritor y consultor de diseño de juegos y narrativa transmedia,explicó que hacer videojuegos no consiste sólo en programar , sino que se necesitan muchas disciplinas artísticas y tecnológicas que trabajen juntas. “Tenés gente que escribe cuentos o novelas y no tiene idea de que pueden escribir el guion para un videojuego. Lo mismo sucede con músicos, diseñadores gráficos , o gente de marketing. La programación es solo una de las partes”, dijo Nallar.

El crecimiento de esta industria ofrece un panorama cada vez más variado. Si bien los videojuegos más populares corresponden a la categoría de entretenimiento, cada vez tienen más protagonismo los serious games, es decir juegos que tienen como base al entretenimiento pero el principal objetivo es otro. En la charla dedicada a este tipo de juegos se explicó que los juegos son arte y son una herramienta útil para transmitir mensajes, pero que además tienen la particularidad de poder generar empatía, porque al estar en el lugar de un personaje uno tiene que decidir y hacerse cargo de lo que le pasa a ese personaje. 

En el caso de las empresas pequeñas y medianas, alrededor de un 70% de lo que producen se vende a mercados del exterior, siendo los principales destinos Estados Unidos y Canadá. 

A su vez, se observa el fenómeno conocido como gamificación, el cual sucede cuando la lógica de los juegos es incorporada en ámbitos que no son propiamente del juego, como por ejemplo en la educación o en espacios laborales. Entre las funciones más difundidas de los juegos serios están las funciones educativas , publicitarias y de entrenamiento. Pero también hay otras menos conocidas . Por ejemplo, en la charla exhibieron un videojuego especialmente hecho  para pacientes  con quemaduras graves. Durante las curaciones hay procedimientos que deben hacerse sin anestesia, lo cual genera mucho dolor y trauma. El videojuego en cuestión lo que hace es, a través de la realidad virtual, ofrecer al paciente un foco de atención distinto y lo coloca en un entorno que se percibe como diferente al que realmente está. También hay videojuegos creados para personas con otro tipo de dolencias o condiciones de salud.

Otro de los temas que vienen revolucionando la industria del videojuego es la participación cada vez mayor de mujeres. Valeria Colombo fue una de las oradoras durante el evento. Colombo es programadora e integra el colectivo Women in games. “Cuando arranqué, hace quince años, venías a un evento como este y éramos tres mujeres, hoy hay casi paridad . En programación, que es el área en la que estoy yo, seguimos siendo muy poquitas. Pero está bueno que haya mujeres involucradas en la industria. Porque para hacer videojuegos vas a crear un personaje y está bueno que haya diversidad en los equipos. Si tenés un equipo de hombres haciendo un personaje femenino no va ser realista, y si tenés un equipo de mujeres haciendo un personaje masculino no va a ser realista”.

El tamaño de la industria de videojuegos en la Argentina era de unos 91.545.600 de dólares en el año 2023, según datos publicados por el Observatorio de la Industria argentina de Videojuegos de la Universidad Nacional de Rafaela. El sector viene teniendo un crecimiento exponencial a nivel mundial. Este incremento se hizo evidente en los años del confinamiento. En nuestro país, se calcula que un 34% de las empresas abocadas a esta actividad comenzó a funcionar entre el 2020 y el 2023 y emplean más de 1.600 profesionales. En este mismo periodo el 50% de los estudios pudo lanzar su primer videojuego. En el caso de las empresas pequeñas y medianas, alrededor de un 70% de lo que producen se vende a mercados del exterior, siendo los principales destinos Estados Unidos y Canadá. 

Muchos de los profesionales que participaron en el evento coincidieron en señalar que la industria tuvo un crecimiento muy pronunciado durante la pandemia, pero que una vez superada la etapa del confinamiento hubo una retracción.

Fernando Espósito, CEO del estudio Sureksu, uno de los que presentaban su juego, contó que el panorama económico internacional es lo que más les afecta porque esta es una industria que exporta. A diferencia de una película que debe pasar por controles de contenido y  calificación , los videojuegos pueden publicarse en tiendas virtuales sin mayores restricciones, teniendo que cumplir solo con algunos trámites. “Cuando pasó la pandemia todo eso que había crecido se retrajo, eso llevó a que cierren muchos estudios y proyectos. Nosotros también hacemos proyectos para terceros y esa pata se nos ha caído por completo, estamos esperando que haya un cambio”, explicó.

En una de las charlas, Ezequiel Heyn, cofundador de Purple Tree y vice presidente de la Asociación de Desarrolladores de Videojuegos Argentina, señaló que en la actual situación del mundo, con dos guerras que generan sus consecuencias en el día a día, hay una retracción de la economía. Pero agregó que al mismo tiempo, cuando hay este tipo de dificultades, los inversores pueden volcar su atención en los mercados emergentes.

También sostuvo Heyn que en la actualidad hay un cambio de paradigma por el cual los bancos están empezando a considerar a los sectores de la tecnología y de los videojuegos como opciones viables para ofrecer tasas y créditos especiales.

Sobre la cuestión de la financiación, en la exposición sobre cómo hacer videojuegos en la Argentina, Durgan Nallar señaló la importancia de invertir en capacitación financiera. En cuanto al futuro próximo de la industria , Nallar expresó una expectativa prometedora. Destacó que en los últimos cinco años la evolución ha sido muy notoria. Según explicó esto se debe en parte a la disponibilidad cada vez mayor de herramientas de software para desarrollar juegos y en  parte a que hay cada vez más centros de capacitación, al punto de haber carreras en universidades nacionales dedicadas a esta actividad.
“Venimos de un proceso en el que somos generalistas y tenemos que ir hacia una especialización de las diferentes áreas que conforman un videojuego, eso va a hacer que la industria madure poco a poco -aseguró Nallar-. La industria del videojuego crece a pesar de las crisis globales. Crece porque es una pasión y porque es un medio de comunicación que combina arte y tecnología”.
Ambientalistas contra el Pacto de Mayo

Ambientalistas contra el Pacto de Mayo

Ochenta organizaciones firmaron un documento conjunto en el que manifiestan fuertes críticas, especialmente a su punto 7 donde Milei y los gobernadores firmantes afirman el avance de la explotación de recursos naturales sin ningún tipo de límites.

Unas ochenta organizaciones sociales ambientalistas elaboraron y firmaron un documento conjunto para manifestar su rechazo a las palabras proferidas por el presidente de la Nación el día en que se llevó adelante el Pacto de Mayo en la Casa Histórica de Tucumán. En esa ocasión, dieciocho gobernadores provinciales firmaron un acuerdo propuesto por Javier Milei con diez pautas comunes. La séptima proponía “el compromiso de las provincias argentinas de avanzar en la explotación de los recursos naturales del país”, lo que provocó una especial aversión en el ambientalismo.

Además, antes de la firma conjunta entre el presidente de la Nación y los gobernadores, Milei había dicho en un discurso público que “Dios bendijo a nuestra tierra con una riqueza enorme en recursos naturales, pero los políticos han escuchado más las demandas de minorías ruidosas y organizaciones ambientalistas financiadas por millonarios extranjeros que la necesidad de prosperar que tienen los argentinos. Nosotros venimos a dejar atrás la demagogia buenista que condena a la miseria a millones de argentinos. La naturaleza debe servir al ser humano y su bienestar, no a la inversa. Los problemas ambientalistas tienen que poner en el centro al individuo”.  

La respuesta del ambientalismo al discurso oficial y al Pacto de Mayo no tardó en llegar. Las palabras del presidente y el texto firmado por las autoridades provinciales van a contramano del mandato constitucional que garantiza a todos los argentinos el derecho a un ambiente sano, equilibrado y apto para el desarrollo humano”, dice uno de los pasajes del documento firmado por ochenta agrupaciones ambientalistas. “La mención a las ‘minorías ruidosas’ y la calificación de las organizaciones ambientalistas como adversarios del progreso marca un rumbo equivocado en tal sentido —sigue el documento—, ya que han tenido y tienen un rol preponderante en la creación de nuevos Parques Nacionales, reservas naturales y áreas protegidas, colaborando así en la conservación de nuestro patrimonio natural y cultural”. El texto finaliza con un reclamo a las autoridades nacionales y provinciales para que se garantice el derecho a un ambiente sano, que se respete y aplique la normativa ambiental vigente y que se asegure el acceso a la información y la participación ciudadana en materia ambiental. 

ANCCOM conversó con Manuel Jaramillo, Director General en Fundación Vida Silvestre Argentina, una de las organizaciones sociales ambientalistas firmantes. El dirigente dijo que el discurso del presidente de la Nación es anacrónico y que “está tan desfasado en el tiempo como lo es firmar el Pacto de Mayo en julio. Hoy los mercados no están buscando flexibilizaciones ambientales sino certificaciones sociales y ambientales que permitan que los productos que se generen alcancen los mercados. Pensar que se van a conseguir mayores o mejores inversiones flexibilizando las normas ambientales y sociales es pegarse un tiro en el pie para el desarrollo de nuestro país”. 

Por su parte, Ariana Krochik de la organización Consciente Colectivo, otra de las agrupaciones firmantes, dijo que “si bien el documento que ellos firmaron no tiene ninguna validez legal, el discurso muestra la orientación de adónde quiere ir este gobierno, que es poder vender el país a dos mangos con cincuenta sin ningún tipo de condicionamiento o sin las condiciones mínimas que se espera ni las normativas vigentes que existen hoy”. 

ANCCOM también conversó con Micaela Oroz de la organización ambientalista Ahora qué?, otra de las firmantes, quien dijo que el oficialismo “nos pinta como enemigos del desarrollo nacional, lo cual está muy lejos de ser la realidad, porque queremos apostar por un desarrollo sostenible e inclusivo. El discurso de Milei no era tan peligroso cuando era un panelista en ‘Intratables’, pero ahora es peligroso porque es el presidente de la Nación y es en base a eso que se van a redactar las políticas públicas y la base que se les está dando a las empresas que van a insertarse en el país”. 

Suponiendo que al presidente de la Nación le llegue el documento firmado por las organizaciones ambientalistas, ¿cambiaría su visión en torno a la problemática socioambiental? “No tenemos mucha expectativa de eso —opinó Jaramillo—. Lo que hicimos ahora es transformar el documento en una propuesta formal de pedido de audiencia con el presidente de la Nación o con el jefe de Gabinete. Vamos a hacer lo mismo con los gobernadores, porque son ellos los que firmaron el Pacto de Mayo y los que tienen, en realidad, las políticas para la gestión de los recursos naturales”. 

A su vez, Krochik dijo que no cree que el presidente cambie de postura al leer el documento firmado por el ambientalismo, pero aseguró que dicho documento “no es tanto para el presidente sino para quienes lo están acompañando y para los gobernadores que se presentaron en el Pacto de Mayo. Yo no creo que nuestro presidente lo haga por una cuestión de ignorancia, aunque sí creo que la tiene en esta materia, sino que es una decisión política. En cambio, creo que las personas que lo están apoyando no siempre están del todo acuerdo con lo que está diciendo y tal vez el documento les puede inclinar un poco la balanza”. 

“Yo creo que no va a cambiar su visión —opinó a su vez Oroz—, pero sí creo que siempre es importante mostrar la fuerza de la acción colectiva y mostrar la unidad sectorial ante las diferentes problemáticas. Puede que no cambie su visión, pero que sí genere un impacto para otros actores dentro del sistema político, como el Congreso. Esperamos que el documento genere impacto en la legislación”. 

Por otro lado, Jaramillo enumeró una serie de situaciones que, a su parecer, debilitan los logros conseguidos por el ambientalismo. Dijo, por ejemplo, que ya no hay una Secretaría de Cambio Climático, que se ha asignado a una persona a cargo de la Dirección Nacional de Cambio Climático pero que fue nombrada como Directora Nacional de Biodiversidad, porque la Dirección no está creada todavía. También mencionó la reciente aprobación del Régimen de Incentivos para Grandes Inversiones (RIGI), que va en consonancia con el séptimo punto del Pacto de Mayo, que es el compromiso por la explotación de los recursos naturales. “Esto muestra la falta de interés que el Poder  Ejecutivo Nacional está teniendo para con el ambiente —opinó Jaramillo—. Es la negación ya no del cambio climático sino de la responsabilidad de los humanos sobre el cambio climático. Va en contra de lo que han firmado más de 180 países en el Acuerdo de París y va en contra de lo que más de 5.300 científicos del Panel Intergubernamental de Cambio Climático han demostrado a lo largo de treinta años”. 

Por su parte, Krochik advirtió que “no sólo hay desinformación sino también una negación de la otredad, no solamente con los que piensan distinto sino también con lo que se ha logrado hasta ahora. ¿Quién es una persona, representando un país, para negar tan abiertamente a la ciencia, que nos está advirtiendo de los efectos que tiene el cambio climático y lo que es importante hacer en base a eso?”.

“Para nosotros no hay duda sobre la importancia del cambio climático y la inminencia de la crisis —concluyó Oroz—. De hecho, es algo que las empresas multinacionales estipulan dentro de sus planes de inversión. Es un retroceso que el discurso oficial sea, primero, postularnos a los ambientalistas como enemigos del desarrollo nacional y, después, negar tan abiertamente al cambio climático, que es un debate saldado y que retrasa cincuenta años”. 

Volver a la casita de los viejos

Volver a la casita de los viejos

Desregulación de alquileres, devaluación, inflación y salarios por debajo de la línea de pobreza han generado una tendencia inédita: muchos jóvenes después de independizarse deben regresar a la casa familiar y no pueden proyectar un futuro propio.

 

La ley de alquileres fue derogada por el DNU 70/2023. Foto: Archivo ANCCOM

Eugenia (28) hacía cuatro años que había logrado mudarse de lo de sus padres a un monoambiente en Capital Federal, cerca de su trabajo. Pero en enero de este año tuvo que regresar a la casa familiar, en la zona oeste del conurbano bonaerense, porque el dueño del departamento le avisó que en febrero el monto del alquiler aumentaría un 120 por ciento. “Sólo lo que me pedía de alquiler, sin contar las expensas, era más que mi sueldo”, explica Eugenia, quien por entonces ganaba unos 150 mil pesos por mes.

Luz (34) y Paz (34) son amigas y vivían juntas en un departamento que alquilaban hace tres años en Quilmes Oeste, ambas tenían un espacio propio y compartían los gastos. Pero en diciembre del año pasado, en medio del cambio de gobierno y la devaluación, el nuevo monto que les pedía la propietaria para renovar se disparó: “No nos alcanzaba el sueldo para pagar el aumento. La dueña nos ofreció un precio temporal para enero con la idea de después ver cómo seguíamos el resto del año. Pero no nos daban las cuentas. Nos quedamos en enero con ese precio fuera de contrato para acomodarnos y mudarnos con tiempo cada una a la casa de sus familias”, cuenta Paz.

Julieta (26), por su parte, se había ido de la casa de sus padres en 2020. “Tuve que volver hace dos años, cuando me separé. Vivía en el departamento de mi pareja de ese momento, en el cual no pagábamos alquiler. La idea era volver por un tiempo hasta poder alquilarme algo”. Pero su sueldo aún no le permite mudarse: “Hoy, al ser docente extraprogramática y trabajar media jornada, debería pensar en que todo mi sueldo se iría solo en un alquiler”.

Rocío (30) se fue en mayo de 2020 del barrio de Liniers, donde vivía con sus padres. Vivió sola en Villa Luro y en Lomas de Zamora, tres años después convivió con su pareja en zona sur: «Me fui a vivir en pareja porque el alquiler se me iba de 35 a 80 mil pesos y no lo podía pagar. Alquilamos juntos porque pagar algo a medias era mejor”, relata.Pero este año tuvo que regresar a la casa de sus padres: “Volví hace casi seis meses. Mi pareja se quedó sin trabajo, el alquiler aumentó, me endeudé con el banco y la pareja comenzó a desgastarse por lo económico”.Según sus cálculos, hoy para volver alquilar tendría que gastar de su sueldo unos 350 mil pesos.

El 95,5 por ciento de los inquilinos sufre aumentos en plazos iguales o menores a los seis meses, señala Inquilinos Agrupados. Foto: Archivo ANCCOM

 

El DNU 70/2023 que firmó el presidente Javier Milei el 20 de diciembre de 2023 dejó sin efecto la Ley de Alquileres vigente, y convirtió en un calvario la situación de millones de inquilinos. Actualmente, al realizar un contrato de alquiler, no hay ninguna regulación respecto a plazos, ajustes ni moneda de pago, tal es así que muchos propietarios e inmobiliarias piden que les paguen en dólares o hasta en euros.

Según el último informe de Inquilinos Agrupados, 7 de cada 10 inquilinos que firmaron sus contratos tras el decreto sufren aumentos mensuales o cada tres o cuatro meses. El 95,5 por ciento padecen actualizaciones en el precio en plazos iguales o menores a los seis meses. “Las propiedades más baratas que vi en internet no bajan de los 250 mil pesos. En este momento no puedo alquilar porque yo no tengo aumento de sueldo cada tres o cuatro meses, entonces no sé cuánto podría sostenerlo en el tiempo”, remarca Eugenia.

“La gran mayoría de las propiedades mono o dos ambientes que veo en alquiler cuestan el 100 por ciento de mi sueldo o incluso más”, señala Luz, quien se desempeña como empleada municipal. “Hay un tema de fondo y es que el sistema te castiga si estás soltera –expresa–. Aunque quiera alquilar algo con una sola habitación, el precio me parece imposible de pagar con un solo sueldo. Lo que conseguimos con mi amiga antes fue una excepción, y aun así no pudimos seguir pagándolo”.

“Sin ninguna intervención estatal de control de precios y contratos, la idea de alquilar es muy difícil de planear”, subraya Paz y aclara: “Ni te digo ser propietaria, cosa que ya estaba lejos para nuestra generación, ahora es directamente impensable. La media de salarios no permite independizarse. Implica alquileres con condiciones pésimas, o muy lejos de los lugares de trabajo. Mi idea es vivir con mi pareja, y aun siendo los dos trabajadores y sin hijos, no vemos la posibilidad de hacerlo en un futuro cercano”, agrega.

Ni siquiera al regresar a la casa de su madre, que es jubilada, Paz encontró una mejora en lo económico: “Al no pagar alquiler puedo llegar a fin de mes solo cubriendo gastos básicos entre las dos, pero hasta ahí. No me ahorro nada, porque la suba de precios hace que lo que gastaría en alquiler lo tenga que usar en comida, servicios y también deudas”,sostiene.

“Sobreviviendo en el día a día, con los aumentos en las tarifas y en los precios de los alimentos, se hace muy difícil proyectar a futuro una posibilidad de seguir sosteniendo una vivienda –concluye Julieta–. Los salarios están cada vez más bajos, los alquileres no tienen ningún tipo de regulación que nos favorezca y nos garantice la posibilidad de alquilar, sumado a las condiciones que se piden para ingresar, que son cada vez más complejas, generando obstáculos para acceder a un departamento”.