El gobierno llegó a su primer año de gestión sin turbulencias sociales. Con una macroeconomía más ordenada pero con una pobreza escandalosa. A pesar de su escasa representación institucional, se hizo fuerte ante la crisis de representatividad de los partidos tradicionales e instalando un discurso místico que pide fe y esperanza.
2,9n estos doce meses, el gobierno logró desacelerar la inflación, llegando al 112% anual, contra el 211,4% de diciembre del 2023, disminuyó el riesgo país y redujo, al menos temporalmente, la histórica diferencia entre las cotizaciones del tipo de cambio. Al respecto, el economista Pablo Tavilla afirmó: “El gobierno vive una especie de ‘veranito’, especialmente con los sectores financieros, y pudo recuperar parte de las reservas a través del blanqueo de capitales, lo cual le está permitiendo ganar tiempo para las elecciones legislativas del próximo año. Sin embargo hay una gran recesión.”
Por otro lado, el docente de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y de la Universidad Nacional de Moreno, agregó: “Los indicadores del nivel de actividad económica, especialmente en los que impacta el salario y el empleo, como el comercio minorista, la industria y la construcción, son mayoritariamente negativos. Desde el punto de vista macroeconómico se podría decir que hay cierto ordenamiento, con un costo social muy elevado marcado por el fuerte crecimiento de la pobreza y de la indigencia. No es solo arreglar la macroeconomía y dejar que la economía se arregle sola, sino tener un proyecto nacional, de país. Renunciar al gasto público tiene consecuencias muy fuertes sobre las posibilidades de reactivar la economía”.
Durante el segundo trimestre de 2024, se registró un aumento en la pobreza, que alcanzó al 52,9% de la población, y la indigencia que llegó al 20,3%. Anuque el gobierno asegure que hacia fin de año la pobreza medida por ingresos bajó hasta el 38,9%, la cifra no solo sigue siendo impactante sino que también cambió la composición de la canasta de gastos de una familia, por lo que hoy destinan muchos más recuarsos a pagar servicios -luz, gas, alquiler- y quedan menos ingresos disponibles para los alimentos. Daniel Arroyo, diputado nacional de Unión por la Patria, analizó en diálogo con ANCCOM: “Si bien en temas de la macroeconomía ha generado algunos cambios razonables, el efecto concreto es de implosión social: una sociedad que revienta para adentro, de expulsión de muchos argentinos de sus posibilidades en la vida cotidiana.”
El legislador y exministro de Desarrollo Social, advirtió: “El problema central de la Argentina es el endeudamiento de la familia. Hay más gente en los comedores y en los merenderos, tenemos más pobres, sectores medios que se caen, recortes absurdos en discapacidad, educación y salud. Cada vez se parece más a un modelo de país donde un tercio de la población tiene posibilidades de consumo, y dos tercios de la población se encuentran afuera. Hubo una concentración económica muy fuerte y muy clara. Aumentó no sólo la desigualdad sino el nivel de concentración económica”
El jefe de Estado asumió sin gobernadores y con minoría parlamentaria. Si bien esto podría interpretarse como una debilidad, algunos analistas, como la politóloga Mariana Altieri, sostienen que esta situación lo ha fortalecido, ya que contribuyó a construir una imagen de un líder que “no está atado a la política».
“Este año los grandes perdedores fueron los trabajadores del sector público y del sector informal que sufrieron una fuerte reducción del salario mínimo. Hubo una redistribución de ingresos en el sentido regresivo. Hay una contracción de la generación de flujo de producción y de ingresos, y una redistribución hacia arriba, a los sectores de los más altos ingresos. Generar desempleo es funcional para este modelo, porque provoca terror, debilita la capacidad de negociación de los pocos trabajadores con representación sindical, permite hacer un ajuste brutal y que pase. También el gobierno trabaja fuertemente la amenaza de la represión, instala estereotipos políticos de culpabilización y procesa problemas con relaciones causales muy manipuladas” agregó, por su lado, Tavilla.
El jefe de Estado asumió sin gobernadores y con minoría parlamentaria. Si bien esto podría interpretarse como una debilidad, algunos analistas, como la politóloga Mariana Altieri, sostienen que esta situación lo ha fortalecido, ya que contribuyó a construir una imagen de un líder que “no está atado a la política, es solamente él con la voluntad de avanzar en sus principios y con métodos muy patoteros”. Altieri agregó: “Hay una lectura muy distorsionada, de que no se deja apretar por los gobernadores, pero lo cierto es que tampoco hay una voluntad seria de generar una oposición a Milei, tanto en los gobernadores como en el Congreso. Los gobernadores están atrapados, necesitan los fondos del Estado para una gestión que les permita mínimamente ser reelectos, entonces acuerdan. En esa táctica de Milei de manejar los recursos y apretarlos se demostró mucho más fuerte, donde la mayoría pataleó un poco pero se aggiornó a eso, porque prefieren acordar que intentar generar una lógica superadora. No ven que tengan nada para ganar en esa lógica, lo cual habla mucho del sistema político de hoy”.
Arroyo coincidió en que la orfandad política favoreció al presidente, ya que la falta de gobernadores e intendentes “le permitió realizar un ajuste brutal y transversal a todo el país, cosa que no hubiera podido hacer un gobierno con partido y con compromisos”. El diputado analizó: “En lo político, Milei aprovechó un vacío de representación muy grande y la crisis de confianza de la sociedad hacia la clase política, donde predomina la sensación de que los políticos no viven la vida cotidiana, y no les creen nada, particularmente al peronismo. En términos institucionales está entrando a una zona gris, peligrosa. Hasta acá vive de vetos y decretos, con el claro ejemplo de la movilidad jubilatoria y el financiamiento a las universidades. En lo institucional es un gobierno democrático, no coincido con los que lo califican como autoritario, pero creo que se está pasando de la raya”.
Respecto a distintas encuestas que reflejaron que la imagen positiva del gobierno se mantuvo desde su asunción e incluso aumentó, Altieri evalúo el fenómeno y afirmó que la valoración positiva se relaciona con su capacidad para cumplir parte de las promesas de su campaña: “Hay un contrato de credibilidad y de fe con Milei, que se había roto con el resto de la dirigencia política. El presidente se vendió como un economista exitoso, que venía del sector privado, sin vínculos con la política, y que podía arreglar el desbarajuste de la argentina porque no pertenecía a la casta, y estaba dispuesto a hacer lo necesario porque no tenía compromisos políticos. Hay una visión generalizada en la opinión pública, sobre todo de los que lo votaron, de que es un tipo honesto que está cumpliendo con lo que dijo que iba a hacer de la mejor manera que puede. “
La especialista, docente en la UBA y en la Universidad Nacional de la Defensa, agregó: “A su vez, hay un divorcio de la clase política con las necesidades de la gente, y las organizaciones tradicionales intermedias están muy quebradas. En un contexto dominado por la lógica del capitalismo individualista y la meritocracia, que han calado profundamente en la sociedad, muchos sectores de la clase media perciben que el Estado les impide crecer, y la propuesta de Milei aparece como una alternativa para romper con esa idea.”
En su análisis, Rodrigo Holmberg, politólogo y docente en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y de la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo, también destacó la fe de la población, alimentada por la narrativa del gobierno que se presenta como una alternativa nueva para resolver un problema que aqueja a la Argentina desde hace varios años. “El eje central del discurso oficialista es su batalla contra la inflación, y mes a mes se han preocupado en comunicar esa lucha. El relato es que bajaron la inflación del 25% al 2%. Lo interesante es la esperanza de que las cosas van a mejorar, más allá de los datos concretos y de la calidad de vida de la gente” agregó.
Además, Holmberg destacó que, para comprender el nivel de aprobación que Milei mantiene en la sociedad, es fundamental considerar la actual crisis de la política, y explicó: “Milei está fagocitando el electorado del PRO, de la Unión Cívico Radical y los espacios tradicionalmente antiperonistas, y se está quedando con su electorado porque logra expresar más cabalmente a este sector de la sociedad. Es un proceso que no está terminado, pero está cimentando la base electoral y de apoyo”.
“Milei asumió en un contexto de fracaso de las dos coaliciones que gobernaron la Argentina en los últimos años, que monopolizaron, sobre todo desde 2015, el campo de posibilidades de discusión en la política. Del lado de la oposición da la sensación de que no hay mucho: el peronismo está discutiéndose a sí mismo, en un proceso de reformulación de su propia identidad y el radicalismo, ciertos sectores del peronismo, gobernadores y otros actores provinciales parecen mucho menos interesados en articular un proyecto opositor que pueda disputarle el poder al gobierno nacional, y mucho más interesados en defender sus propias particularidades.”, afirmó Holmberg. Además, señaló: “Por un lado, el radicalismo y parte del PRO intentan sostener su narrativa institucionalista en un gobierno que no se caracteriza por defender las instituciones de la democracia, ni en la práctica ni en su retórica, y por otro lado, los gobernadores y partidos políticos provinciales parecen más interesados en resguardar sus intereses locales, sin pretensión universal. Una forma de aguantar hasta que pase el temblor, pero con el riesgo de que el temblor se los lleve puestos. En ese escenario, el gobierno de Milei tiene la delantera y marca la discusión en la República Argentina”.