“Francisco hablaba de una Iglesia con olor a pueblo” 

“Francisco hablaba de una Iglesia con olor a pueblo” 

Una militante de Católicas por el Derecho a Decidir, otra de la organización Centurión del colectivo LGTBQ+ y un activista ambientalista analizan el papado del pontífice argentino y su relación con las minorías. Su mirada sobre la casa común.

Tras su muerte, sucedida el lunes, militantes feministas, ambientalistas y del colectivo LGBTQ+ repasaron el legado del Papa, marcado por gestos de apertura, tensiones internas y un estilo pastoral centrado en el diálogo con los sectores más postergados.

La muerte del Papa Francisco generó repercusiones en todo el mundo. Consagrado como un referente más allá de la fe católica y una de las pocas personas capaces de pronunciar una voz disonante ante un arco político cada vez más inclinado hacia la derecha y enamorado del capitalismo financiero, Jorge Bergoglio supo expresar posiciones que, dentro de la institución de la Iglesia católica, con frecuencia fueron consideradas rupturistas. 

Entre sus gestos más destacados se encuentra la apertura a que las personas divorciadas puedan tomar la comunión, el apoyo a las leyes de unión civil para las personas del mismo género, la defensa del ambiente y de los derechos de migrantes y refugiados, así como sus críticas a esta etapa del capitalismo y a la explotación laboral. También supo ser abierto a los reclamos del movimiento feminista: si bien no apoyaba el sacerdocio femenino, amplió los roles de las mujeres en El Vaticano y pidió misericordia y acompañamiento para las mujeres que transitaron un aborto. 

Las mujeres

Natalia Rodríguez, co-coordinadora del área de diálogo ecumémico e interreligioso de Católicas por el Derecho a Decidir (CDD) –una organización feminista que promueve los derechos sexuales y reproductivos, incluyendo el derecho al aborto legal, seguro y gratuito– afirmó que “el papado de Francisco significó una apertura al diálogo. Abrió un poco más la cancha. Hay algunos cambios que son mínimos, según entendemos nosotras, pero Francisco se comprometió desde la denuncia y desde el pedido de reparación a las víctimas. Daba la bienvenida al laicado crítico, no obediente”. 

Rodríguez destacó que desde CDD se identifican con la llamada Iglesia Profética, surgida en los años 60 con el Concilio Vaticano II. Esta corriente, señaló, “denuncia las estructuras injustas de poder y anuncia que otro mundo es posible”, y se opone al modelo jerárquico conservador: “patriarcal y machista en relación con las mujeres y las diversidades”. Dentro de este espacio se inscriben movimientos como el de Sacerdotes para el Tercer Mundo y los curas villeros. En ese marco, Francisco asumió una impronta dialoguista. “Hablaba de una Iglesia de puertas abiertas, con olor a pueblo”, recordó Rodríguez. 

Las declaraciones del Papa sobre el aborto tuvieron matices. Por un lado, solía compararlo con “contratar a un sicario para resolver un problema”, pero también impulsó gestos de apertura. En la mirada de Rodríguez, “se abrió a escuchar lo que teníamos para decir, convocó a jóvenes que venían con una posición bastante crítica de la institución. En 2016, durante el Año de la Misericordia, Francisco llamó a los sacerdotes a absolver a las mujeres que habían atravesado un aborto y acudían al sacramento de la confesión. Si bien entendemos y tenemos argumentos para sostener que el aborto no es un pecado y, por lo tanto, no necesita absolución, también comprendemos que para muchas mujeres católicas esas palabras significaron un alivio y les permitieron volver a acercarse a su fe sin culpas”.

  • Natalia Rodriguez, de Católicas por el derecho a decidir.

 

En el documental “Amén: Francisco responde” (2023), un grupo de jovenes dialogó con el Papa sobre temas complejos para la Iglesias, como el aborto, los derechos de la comunidad LGBTQ+, el trabajo sexual, la pederastía clerical y el encubrimiento. La joven santiagueña de 23 años, Milagros Acosta, miembro de Católicas por el Derecho a Decidir, le entregó al Papa un pañuelo verde en esa ocasión. Natalia expresó lo que significó ese gesto para la organización: “fue un paso muy grande, poder acercarle de las manos de una joven, de las tantas que se pusieron el pañuelo en la mochila, que lo ataron en las muñecas y militaban con compromiso, llegar a dialogar con Francisco sobre esto fue un momento de emoción”.

Sobre el futuro del activismo católico Natalia dijo que “queda mucho trabajo que hacer hacia adentro de la Iglesia, también corremos peligro de que se quiera invisibilizar todo esto y se rescaten, como lo hizo el gobierno nacional, los posicionamientos más conservadores”. Preocupa también a los grupos activistas el nombramiento del próximo Papa: “Pienso en los movimientos populares que encontraban en el Papa un interlocutor válido que acompañaba a sus luchas. Son espacios que sufrieron mucho esa exclusión social y que fueron muy escuchados por una persona en el poder y pudieron avanzar también dentro de esa legitimación.”

Gentileza Federico Mazzochi.

La diversidad de género

“Muchas veces se sufre una doble exclusión: De la comunidad religiosa por ser LGBT y de la comunidad LGBT por ser persona de fe.”, expresó Esteban Mentruyt, co-fundador del Centurión, organización de diversidad sexual y espiritual creada en 2018. “Centu” se constituyó como un espacio para generar “encuentros reales” entre personas de fe de distintas orientaciones sexuales e identidades de género y terminó volviéndose una red de contención que también acoge la diversidad espiritual. Según Mentruyt, esta apertura al diálogo e intención de generar puentes se encuentra en sintonía con los valores que difundía Bergoglio.

“Centu nace en un contexto de pleno debate sobre la legalización del aborto. La sociedad no permitía matices, si eras creyente, entonces tenías que ser pro-vida. Y si eras de la comunidad LGBT, entonces tenías que ser pro-derecho. Nos sentíamos divididos por las dos instituciones que nos representaban y entre nosotros tampoco nos podíamos encontrar”, explicó Mentruyt. Teniendo en cuenta los orígenes y metas de la organización, Esteban enfatizó en la importancia del diálogo y de tender puentes aun y especialmente con quienes piensan distinto.

“Me parece que si Francisco hubiese conocido Centu estaría orgulloso”, afirmó su co-fundador mencionando iniciativas de inclusión que había impulsado el Papa, tales como Escolas. “Esta fundación tenía el anhelo de transformar la educación a través del encuentro y la aceptación de otras miradas, de la multiculturalidad”.

En cuanto a las enseñanzas del Papa, Esteban resaltó tres bien marcadas. La primera es que “anteponía a la persona más allá de los dogmas”. Esto se refleja en sus gestos con la comunidad LGBT ya que “si bien tenía ideas distintas, nos defendió en muchos casos y denunció la criminalización de la homosexualidad”. El joven recordó que Francisco “dijo que no era nadie para juzgar a un homosexual y criticó a los padres que echaban a los hijos de sus casas al enterarse de su orientación sexual, todo esto a pesar de haber estado en contra del matrimonio igualitario cuando era obispo de Buenos Aires. Como Papa, nos hospedaba a pesar de pensar distinto”. La segunda es que “nos incluía en los hechos, no era solo un discurso. Creo que hoy la estructura de la Iglesia Católica es mucho más inclusiva, lo ves porque hay mujeres en puestos eclesiásticos muy importantes y porque abría la puerta a todos”. Y la tercera es una “promoción de la diversidad”, entendiéndola como un factor que trae crecimiento y madurez. 

Esteban afirmó que esta promoción de la diversidad despertó reflexiones que sirvieron como brújula para ampliar el entendimiento al interior de la propia comunidad LGBT. “Nosotros ¿podemos decir todos, todas, todes? ¿o tenemos que también ganar en inclusión? A veces caemos en elitismos, en racismos, en transfobia ¿hay en la comunidad LGBT miembros de segunda clase? ¿o somos todos iguales?”, se cuestionó.

Nicolas Gallardo, de Jóvenes por el Clima Argentina. Foto: Gentileza Julieta Cabrera

La casa común

Por su parte, Nicolas Gallardo, abogado y referente de Jóvenes por el Clima Argentina, afirmó que  “el Papa Francisco, lejos de esconderse en el manto de su investidura, fue valiente y aprovechó su lugar de poder para denunciar la depredación de nuestra casa común. Y lo hizo con una fuerte impronta argentina, con una mirada desde la periferia del mundo.” Y agregó: “No se limitó a pedir por el cuidado del planeta, haciéndonos a todos igual de responsables, sino que denunció un sistema en el que unos pocos poderosos lucran con el sufrimiento de las mayorías. Puso el foco en la desigualdad en los niveles de consumo y contaminación, así como también en el padecimiento de los efectos del cambio climático, que golpea más fuerte a quienes menos culpa tienen.”

Poniendo el foco en el legado del Papa Francisco, Gallardo manifestó que “quizás lo más valioso es que nos llamó a hacernos cargo, a mirar al otro y a construir comunidad. Y nos alentó a hacer lío. Creo que es nuestra responsabilidad continuar el proceso que inició, tal y como reza uno de sus principios: el tiempo vence al espacio.”

Mientras que grupos de militancia feminista como Católicas por el Derecho a Decidir reconocieron que el mayor logro de Francisco fue que logró abrir el diálogo sobre la ampliación de derechos, desde el movimiento Jóvenes por el Clima destacaron el coraje del Papa y su “llamado a responsabilizarnos por los cambios que queremos generar”. Finalmente, referentes de la organización el Centurión, en defensa de la diversidad de género, vieron en su legado un cambio estructural dentro y fuera de la Iglesia católica. Para ellos, grandes sectores de la comunidad LGBT se sintieron “recibidos y acogidos” por el Papa, debido a sus iniciativas inclusivas y a su defensa de que “en la Iglesia hay lugar para todos, todos, todos”. 

Un encuentro entre arte y ciencia para cuestionar la megaminería

Un encuentro entre arte y ciencia para cuestionar la megaminería

Se exhibe en el espacio cheLA Convertirse en Piedra, instalaciones artísticas de los canadienses Marilou Lemmens y Richard Ibghy que alertan sobre cómo las explotaciones mineras en el noroeste argentino destruyen naturaleza y medio ambiente. Investigadores de la UNSAM y el Conicet destacan la importancia de las políticas de visualización de la temática.

Convertirse en Piedra es el nombre de la exposición que surge de la investigación llevada a cabo en el otoño del 2023 por los artistas canadienses Richard Ibghy y Marilou Lemmens en las provincias argentinas de La Rioja y Jujuy. Co-curada por Sylvie Fortin y Solana Molina Viamonte, la muestra que por estos días puede verse en el espacio cheLA está conformada por dos instalaciones y un epílogo que invitan a sus espectadores a sumergirse en una crítica hacia el arrase de la biodiversidad y el cambio climático causado por la creciente rentabilidad del capital natural que se traduce, en este caso, en la megaminería.

Una de las dos instalaciones de esta exhibición tiene como nombre Una asamblea animada. Integrada por tres pantallas que mezclan imágenes de paisajes reales y caricaturas animadas al estilo de un videojuego, cada una de ellas cuenta dos historias diferentes: la de una garita y una vicuña; la de un político y el arroyo; y la de un CEO y los dueños de un híbrido. Moviéndose entre el humor, la parodia y la realidad, los personajes dialogan e interpelan directamente al público invitando a una reflexión acerca de los estragos que genera la explotación indiscriminada de recursos en las comunidades locales y en la flora y fauna del lugar, al mismo tiempo que se mofan de quienes la defienden. “Cada entidad se presenta con una voz única y juntas crean una polifonía disonante. La pieza apunta a representar la complejidad de un paisaje contemporáneo que todavía está emergiendo, donde lo chico y lo grande están constantemente en tensión”, explicó la canadiense Lemmens al respecto durante uno de los paneles sobre la muestra organizados en conjunto por la productora artística Móvil y la Universidad de San Martín (UNSAM).

La segunda instalación, llamada Relatos desde lo subterráneo, muestra una amplia serie de gráficos creados con materiales sencillos tales como hilo, varillas y acetatos de colores. Cada uno de ellos posee un nombre escrito a mano, que corresponde con el nombre real del gráfico que funcionó como fuente. Presentada sobre una base blanca de rectángulos ensamblados que, visto desde arriba, asemeja a un gráfico de barras, este montaje invita al espectador a moverse por el espacio e interactuar con las obras en un recorrido propio, casi lúdico, como una danza. “Las esculturas materializan las imágenes técnicas utilizadas para hacer visibles, entendibles e inmediatas las interacciones entre las actividades extractivas, la economía, la sociedad y el medio ambiente”, se explayó Lemmens sobre la obra. Y agregó: “Estas formas sirven a un pensamiento, pero también son un pensamiento en formas”.

Y es que la muestra, además, incentiva a reflexionar sobre dos campos que a primera vista parecen opuestos: el arte y la ciencia. Para explorar el nexo entre ambos se llevó a cabo Por lo que vale: Arte y política visual de la sustentabilidad, un evento interdisciplinario que contó con la presencia de especialistas del arte y la investigación en Ciencias Sociales. Molina Viamonte refirió a la importancia de generar estos espacios de debate: “Al haber tantos representantes de ciencias sociales, en esa arena se generan y se piensan cosas que individualmente cada una de las disciplinas no aborda, pero que en el cruce sí surgen”.

Molina Viamonte es, además, directora de Móvil, organización sin fines de lucro dedicada a la producción y exhibición de obras contemporáneas. “El año pasado se cumplieron 10 años de Móvil y yo tenía la intención de trabajar en un ida y vuelta con proyectos internacionales –contó a ANCCOM–. En ese contexto, nos conocimos con los artistas y con Sylvie Fortin. Ellos propusieron que hagamos un proyecto juntos ya que les había gustado mucho el espíritu y la dinámica del lugar”. Previamente, Ibghy, Lemmens y Fortin habían estado tres meses en La Rioja y Jujuy y “venían con la investigación en territorio únicamente. Luego, comenzaron a trabajar con el material y empezó un diálogo curatorial”, continuó Molina Viamonte.

El evento fue co-organizado tanto por los artistas y las curadoras, como por el investigador ecuatoriano William Sacher y el Área de Relaciones Internacionales de la Escuela de Política y Gobierno de la UNSAM y las temáticas fueron pensadas en conjunto. Tal como su nombre lo indica, la política visual fue uno de los temas centrales tratados el jueves pasado en el panel conformado por Marcelo Saguier, Julieta Godfrid y Guillermo Peinado, entre otros; ellos, junto con Sol Mora y a Ana Sendon, participan del Proyecto de Investigación Plurianual (PIP) financiado por CONICET titulado “La política visual de la sustentabilidad”, cuyo objetivo es comprender la visualidad como dimensión política del ambiente partiendo de las imágenes como dispositivos intervinientes en la producción de imaginarios sobre las transiciones a la sustentabilidad.

Saguier, quien también ejerce como docente universitario, definió a la política visual como “un ámbito específico que se encuentra dentro de las Relaciones Internacionales que se interesa por entender los fenómenos políticos globales, los procesos o los conflictos, como fenómenos visuales. No existe hoy nada de la política que no tenga una vinculación con lo visual”. De acá surge una pregunta: ¿cómo operan las artes visuales en áreas cómo la sustentabilidad, el capital natural y la transición energética?

“Cuando pensamos en política visual nos referimos al rol político que tienen las imágenes. En particular nos interesa la visualidad que refiere a la cuestión ambiental y a la noción de sustentabilidad”, comentó al respecto Julieta Godfrid. Dedicada a la investigación sobre temas de la gobernanza minera en América Latina y las iniciativas de sustentabilidad vinculadas a la minería, entre otros, su trabajo tiene un especial interés sobre la política visual y la noción de “imaginarios de sustentabilidad”. “Entendemos que los imaginarios de sustentabilidad son construcciones sociales en las que intervienen tanto la ciencia, las artes, como otras esferas como pueden ser las empresas, las comunidades y las fundaciones”, explicó la investigadora en diálogo con ANCCOM.

Asimismo, opinó respecto a la importancia de trabajos como el de Ibghy y Lemmens para generar un debate sobre éstas problemáticas: “Nos ofrece preguntas más que certezas sobre qué es lo vemos o qué es lo que deberíamos entender sobre la transición energética. Y es interesante porque genera curiosidad sobre aquello que muestra, las imágenes nos dan ganas de conocer más, son movilizadoras de inquietudes”. 

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Convertirse en Piedra estará abierta al público todos los sábados de 16 a 20 hasta el 24 de mayo de 2025 en Iguazú 451, Parque Patricios, en el espacio de cheLA.

Los animales verdes no son un chiste

Los animales verdes no son un chiste

Las cianobacterias pueden producir toxinas que traen severas consecuencias en la salud de humanos y animales mucho menos simpáticas que el cambio de coloración que se dio en carpinchos, vacas y demás que circularon como memes. ¿Qué puede hacer el Estado para mitigar el problema?

 

Hace unas semanas circularon imágenes de carpinchos cubiertos por un manto verde brillante en el Río Uruguay, Entre Ríos. Más allá de lo llamativo de la escena, este fenómeno no es nuevo. Las cianobacterias que pintaron a los roedores son organismos fotosintéticos de larga historia: fueron las primeras productoras de oxígeno en la Tierra, viven en la superficie del agua y están adaptadas a casi todos los ambientes, desde lagos helados hasta ríos y termas. Su nombre significa “bacterias azuladas”

Sin embargo, hay cepas que pueden producir toxinas peligrosas para los seres vivos, llamadas “cianotoxinas”. Las más frecuentes y abundantes son las “microcistinas”, tóxicas para el hígado, y las “saxitoxinas”, que pueden dañar el sistema nervioso. Según la especialista en limnología Inés O’Farrell, “pueden tener distintos efectos que pueden llegar al cáncer, entre otras enfermedades, dependiendo del tipo de exposición, aguda o crónica”.

En los últimos años, las floraciones de cianobacterias en ríos y lagunas de Argentina están en aumento. Lo novedoso es que actualmente han llegado hasta el sur de Argentina, algo que antes no ocurría. Hay varias causas que favorecen su proliferación: el incremento de nitrógeno y fósforo en el agua, generado por la falta de regulación en el uso de agroquímicos y el vertido de cloacas sin tratar, el calentamiento global y el represamiento de los ríos, que limita la circulación del agua. “Mientras no se frene esto, las floraciones van a seguir”, advirtió O’Farrell.

 

Un riesgo para la salud

Las cianotoxinas pueden afectar a animales como carpinchos o vacas que viven cerca de lagunas o ríos, los peces que los habitan,  las aves que se alimentan de esos peces, mascotas que beben agua de río o, incluso, a personas que se toman un baño en aguas contaminadas, sobre todo niños pequeños. En los últimos años, en Argentina se registraron casos de intoxicaciones graves en humanos. Por un lado, un adulto que practicaba deportes acuáticos en Salto Grande sufrió alteraciones hepáticas por exponerse a zonas contaminadas. También una niña de veinte meses tuvo que recibir un trasplante de hígado tras sumergirse en el Río de la Plata. «Cuanto más pequeño es el organismo, más vulnerable es al efecto de las cianotoxinas», explicó O’Farrell.

En ciudades sin acceso a agua potable segura, como algunas del Chaco, Santiago del Estero y el Delta del Tigre, la presencia de cianotoxinas representa un grave problema de salud pública. Según Iribarren, poblador del Delta de Tigre y doctor en Ciencias Biológicas (UBA), en el último brote de 2022 muchas tomas de agua del conurbano bonaerense fueron afectadas. “En las islas del Tigre usamos el agua para bañarnos, limpiar, regar las huertas, lavar los platos, darle agua a los animales. Y puede intoxicar a todos por igual, ya sea ingiriendo alimentos de la huerta o por alergias en la piel».

Cloacas al río y falta de regulación

A pesar de su peligrosidad, Argentina no cuenta con regulaciones específicas sobre los niveles de cianotoxinas en el agua. Según O’Farrell, muchas cepas presentes actualmente en el Río Uruguay son altamente tóxicas. «Muchísimas veces la toxicidad está por encima de los niveles de alerta de la OMS. En Argentina no tenemos normativas ni organismos oficiales que regulen la peligrosidad de las cianobacterias».

En la Ciudad de Buenos Aires, las cloacas son vertidas directamente en el Río de la Plata, arrojando grandes cantidades de nitrógeno y fósforo al agua, que alimenta a las cianobacterias. Los desechos cloacales son residuos de los baños o cocinas con gran cantidad de materia orgánica rica en carbono, nitrógeno y fósforo. Además, estos desechos contienen compuestos con fósforo, como los detergentes, o insumos químicos usados en plazas o jardines.

“Este aumento de nitrógeno y fósforo es la condición básica para que se dé un aumento excesivo de biomasa de cianobacterias y se llegue a la floración”, explica O’Farrell. En general, el aumento de cianobacterias conlleva un aumento en la concentración de las cianotoxinas.

Mientras tanto, las poblaciones más vulnerables son las más expuestas a esta contaminación. Muchas comunidades deben potabilizar su propia agua con recursos precarios, lo que implica un aumento del costo para quienes dependen de fuentes naturales para el consumo diario.

Por ejemplo, en las islas de Tigre no hay agua corriente como en la ciudad. Los habitantes suelen recolectar agua de lluvia que cae por sus techos hacia canaletas, con filtros para su consumo. Pero la situación se agravó en el último año. «Hasta el cambio de gobierno de Milei, AySA tenía una política de distribución de agua potable en una lancha para los pobladores. “Pero hace un año perdimos ese derecho, que habíamos alcanzado con el reclamo social», denunció Iribarren. Ahora, deben transportar agua potable desde el continente, exponiéndose a riesgos como la contaminación del plástico al sol.

Un reclamo silenciado

El problema de las cianobacterias tiene solución, pero requiere medidas urgentes. Como explicó O’Farrell, la clave es reducir la entrada de nitrógeno y fósforo en el agua: «Necesitamos plantas de tratamiento de desechos cloacales. No puede ser que en Buenos Aires, con 11 millones de habitantes, la cloaca se vierta en el río. Es un reclamo que venimos haciendo con el Ministerio de Salud de Nación, pero no hubo respuesta”.

El Gobierno de la Provincia de Buenos Aires desarrolló un Programa de Gestión Integral de Cianobacterias, que cuenta con un sistema de alerta temprana de concentraciones de este tipo de microorganismos en ecosistemas acuáticos. Este medidor permite que, al menos, la población pueda estar informada de si es conveniente utilizar el agua para uso diario, dependiendo de la zona.

El impacto de la contaminación va más allá de los brotes actuales. Iribarren advirtió que a largo plazo incluso podría haber casos de cáncer de hígado en poblaciones expuestas a cianotoxinas en el agua sin saberlo. “Es muy injusto que niños y niñas que viven en Tigre no tengan acceso a agua potable. El Estado tiene que garantizar este derecho”, sostuvo Iribarren.

Los carpinchos pintados de verde-azul fosforescente (no esperanza) en las redes pueden asombrar, pero no se viralizan las imágenes de las cianobacterias intoxicando nuestras pieles, hígados, sistemas nerviosos o mascotas. Si los gobiernos no toman medidas de regulación y medición de toxinas en nuestras aguas, las floraciones de cianobacterias tóxicas seguirán expandiéndose en Argentina, afectando la biodiversidad, la salud pública y la calidad de nuestra agua.

Algo huele mal en el Río Reconquista

Algo huele mal en el Río Reconquista

Frigoríficos y otras industrias que costean al Río Reconquista, el segundo cauce más contaminado de la Argentina, continúan volcando sus desperdicios tóxicos allí a pesar de las causas judiciales en su contra y los reclamos de los vecinos.

Repugnante. Penetra las fosas nasales. Nauseabundo. Expulsa lágrimas, contrae el rostro. Los
vecinos de Tigre y San Fernando se tapan la nariz y aguantan la respiración cada vez que
transitan los alrededores. El hedor emana de la sangre, grasa y bosta desechada sobre el curso del
río, que son los principales responsables de la contaminación hídrica y atmosférica de la zona.
El río baña 18 municipios de la Provincia de Buenos Aires. Al menos 2 millones de personas
dependen de él para sus actividades. Aproximadamente 12 mil industrias se encuentran en sus
costas y muchas de ellas vierten residuos ilegalmente.
Una fuente del Conicet afirma que si bien los frigoríficos son los que más aportan a la
contaminación orgánica, las contribuciones a la cuenca son varios. Entre ellas encontramos
cloacales clandestinas que llevan a los cursos de agua.

Desde electrodomésticos hasta fauna del Delta flotan por las aguas. Daniel Márquez (60), vecino
del partido de Tigre, declara que toda su vida ha notado al río en pésimas condiciones. “La
contaminación comenzó en la década del 60 y cada vez fue peor. Hay muchas industrias a los
lados, no solo acá, sino también río arriba. Imaginate que el Reconquista nace en el partido de
Marcos Paz que está a unos 50 kilómetros. También está contaminado atmosféricamente, los
frigoríficos largan mucho olor en la zona de Bancalari, ‘baranda’ a bosta, un asco. Depende de
dónde viene el viento, se siente más o menos –refiere–. Además, el río está lleno de basura, si
tienen la posibilidad acérquense a una de las mangas que tiene y vean todo lo que hay. Hemos
encontrado plásticos, lavarropas, hasta caballos muertos”.
Debido a la multicausalidad de la contaminación, los procesos judiciales contra las empresas
contaminantes son lentos. Para los organismos públicos, recabar la información lleva tiempo.
Desde el Conicet, una fuente subraya que poder atribuirle esa contaminación a la empresa no es
una cuestión de cercanía, sino de poder probar quién causó el delito ambiental.
Si alguien visita el municipio de Tigre y pasa por el puente Larralde, por donde corre el
Reconquista, será inevitable que sienta el olor a putrefacción que emana del curso de agua y que
se pregunte cómo vive la gente allí, puesto que se observan muchas viviendas.
“A las empresas no les molesta cuánto contaminan, si no cuánta plata generan”, asegura la
vecina y militante medioambiental María Dulce Pérez, quien sostiene que cada vez son más las
personas que repudian y visibilizan este conflicto con tal de tener una vida digna. Sin embargo,
el control y monitoreo de los recursos naturales recae sobre la jurisdicción de cada provincia.

Los deportistas también son víctimas de la contaminación. Desde 1972, en Tigre se encuentra la
Pista Nacional del Remo, donde entrenan los federados y la selección nacional. Se ubica,
precisamente, en uno de los canales más contaminados del Río Reconquista. Muchos de los
atletas denunciaron haber sufrido vómitos, diarrea e incluso infecciones en la piel por bacterias
del agua. En declaraciones recientes a la prensa, el presidente del Club de Regatas La Marina de
Tigre, Patricio Louzao, lamentó el hecho de que la pista no tiene el mantenimiento
correspondiente desde unos diez años atrás.
Otra problemática que se superpone es la Sudestada, que afecta la zona múltiples veces al año,
principalmente entre julio y octubre, causando fuertes inundaciones. Cada vez que el agua sube,
las calles cercanas al río se llenan de basura y deshechos.
“A pesar de disfrutar de las embarcaciones que ofrecen en el catamarán, si uno se fija, por tan
solo unos segundos, puede ver la basura que se encuentra en él”, reflexiona Malena Maciel, residente de la zona. Según ella, es increíble que, a pesar del desarrollo turístico, la
contaminación persista.
María Dulce Pérez mira a través de su ventana. A lo lejos, se ve el dejo marrón del Río
Reconquista. Con tono de preocupación, habla sobre el abandono de la delegación argentina a la
Cumbre Ambiental COP29. Se mira las manos, las retuerce. El Estado, opina, debería recurrir a
un plan evaluativo ambiental para arreglar estos conflictos con las empresas. Y concluye: “Se
viola el derecho de un ambiente saludable y digno. No se hace nada para que los vecinos puedan
respirar aire puro y tener una vida sin contaminación”.

Un proyecto en defensa de las lechuzas del Parque Sarmiento

Un proyecto en defensa de las lechuzas del Parque Sarmiento

En el límite de la ciudad de Buenos Aires y la General paz un grupo de personas se organizan para cuidar la biodiversidad y en especial las lechuzas que habitan un parque destinado a uso deportivo y recreativo. EL problema de los megarrecitales.

El Proyecto Lechus se dedica a la conservación y estudio de las aves rapaces que habitan el Parque Sarmiento, como la lechucita vizcachera. Sus integrantes son vecinos y no vecinos del parque, quienes también se encargan de velar por el bienestar de las lechuzas cuando se llevan a cabo modificaciones al predio o cuando este se convierte en escenario de recitales masivos. La iniciativa comenzó en 2012 y obtuvo una declaración de interés por parte del Gobierno de la Ciudad en 2017.

El Parque Sarmiento es un gran espacio verde sobre el límite de la Ciudad de Buenos Aires y, como tal, es usado para varios propósitos. Canchas de fútbol, tenis y basquet, pistas de atletismo y de patín, una pileta y más. También, su tamaño ha llevado a que se realicen varios megarecitales, como el festival Primavera Sound, que convoca a miles de personas.

Sin embargo, el parque representa un gran refugio en plena zona urbana para la fauna rioplatense, como la lechucita vizcachera (Athene cunicularia), que usa madrigueras para anidar y descansar. “El problema que hay es que es un lugar donde se lo termina viendo como un polideportivo solamente, donde esa gente viene a hacer deporte y se va. No lo ve como un lugar con una biodiversidad, un lugar con otro valor ambiental también. En realidad es el lugar de ellas donde uno viene a hacer deporte u otras cuestiones. Habitamos mutuamente, pero en realidad es de ellas”, dice Denise Miguel Maggiolo, integrante del proyecto, mientras mira hacia las dos lechucitas que habitan el parque ahora, a las que el proyecto llama Pequén y Awka.

El Proyecto Lechus surge en 2012 con la intención de proteger y estudiar a los ejemplares de lechuza que habitan el parque. Maggiolo cuenta que ya había un registro anterior a ese año en el Parque Sarmiento, pero que el proyecto tomó forma al ver que las lechuzas que necesitaban tener un espacio propio en el parque: “Lo primero que pasó es que querían anidar en los arcos de fútbol, que tenían un caño donde se hacía un hueco y ellas se metían ahí. Una de las compañeras vio que en otros lugares hacían cuevas artificiales, entonces dijo ‘¿Por qué no hacemos cuevas artificiales?’. Entonces se hicieron las cuevas artificiales. Después, el problema fue que, un par de veces, veníamos y la cueva estaba salida, la habían vandalizado”. Por esta razón, comenzaron a construir un lechuzario con cuevas artificiales duraderas para alejar a las “lechus” de las canchas de fútbol y las pistas de atletismo.

“Decidimos pedir permiso para cercar el lugar. Preguntamos si podíamos poner unas rejas alrededor para poder proteger el lugar y nos dijeron ‘Sí, no hay problema’. Estos son postes de madera que fuimos encontrando”, dice, mientras señala la cerca que armaron para delimitar el lechuzario. “Están clavados en el piso con una red de balcón y con eso se armó el espacio”. Maggiolo también señala cuáles son los diferentes componentes de las cuevas artificiales: “Esto en realidad es un tacho de veinte litros. Está enterrado ahí abajo”. Señala, además, que el pasto que lo cubre “tiene un agujero. De ahí sale un caño de zinc, que tiene una pendiente determinada para que no se llene de agua”.

Mientras camina hacia la reserva ecológica del Sarmiento, zona donde hace poco avistaron ejemplares de lechuzón orejudo, Maggiolo reflexiona sobre la falta de acción ante cuestiones como esta, a pesar de que exista una preocupación: “Hay gente que por ahí mira y dice ‘¿Hay recitales? Uy, que pena, pero no se puede hacer nada’. Y a veces hay una mirada muy ‘ay, qué lindo, ay, qué pena’ y a veces falta una mirada crítica y autocrítica también : ¿Qué hacemos frente a esto?’ Esta bueno venir a ver las aves y es lindo verlas. Pero ¿solamente las vinimos a ver porque nos gusta o porque nos interesa qué pasa con ellas?”.

Maggiolo también habla del vínculo entre la situación de las lechucitas del Sarmiento y otras  similares: “Hay cosas que pasan acá que también pasan en otros lados. Está bueno vincularse con otros lugares y otros territorios que también tienen inconvenientes. Entonces, a veces vienen personas para dialogar y conocer otras realidades. Ahí hay un poco de acompañamiento. Todo está vinculado, interconectado”.

El proyecto ha observado y registrado a cuatro camadas, compuestas por dos o tres lechuzas cada una. Integrantes como Laura Borse han publicado investigaciones científicas sobre el proyecto y las lechucitas. En 2017, la iniciativa obtuvo una declaración de interés por parte del Gobierno de la Ciudad tras dialogar con legisladores. Esto, según Maggiolo, les brinda algo de ayuda a la hora de velar por el bienestar de las lechucitas cuando se realizan los megarecitales, pero sigue siendo un desafío: “Lo que podés hacer es negociar. Decir, ‘bueno, dejame poner vallado acá, tratá de dejarnos entrar para cuidar, fijate esto?´ Estar acá haciendo presencia y cuidándolas cuando están los recitales.¿Qué hacemos para mitigar el impacto? Y la verdad es que tenés a las personas que están arriba diagramando y después tenés la gente acá que está laburando en el evento, que vinieron a armar las cosas y no tienen nada que ver”.

Otro de los desafíos que encuentra el proyecto son las modificaciones al parque, en especial cuando se tratan de eliminar zonas de árboles y arbustos en favor de instalar, por ejemplo, nuevas canchas. Mientras camina hacia una arboleda donde han avistado ejemplares de caburé, Maggiolo señala un área con pasto corto y algunos árboles. “Todo esto estaba lleno de vegetación, hasta un par de meses atrás. Cuando hicieron la pista de ciclismo, de repente sacaron todo, podaron todo. Había un montón de vegetación interesante, con un montón de bichos”, dice  y agrega: “No es que uno esté en contra de ciertas cuestiones, el tema es que hay lugares y circunstancias donde hacer las cosas y donde no hacerlas”.

Dentro del proyecto, los roles de cada integrante no están muy definidos y los integrantes provienen de diferentes disciplinas. Gracias a esto, cada persona puede aportar algo distinto: “Pablo es sociólogo, Laura es licenciada en Comunicación, hay una chica que hace avistaje de aves, después tenés a Mabel que es técnica de jardinería, hay otra chica que es docente que quiere hacer una visita con algunos niños de primaria, que también se dedica al arte”, enumera Maggiolo, y completa: “Tenes gente que viene de distintos ámbitos que le interesa participar. Hay distintas formas de contribuir, porque a veces las circunstancias no permiten que uno pueda encontrarse físicamente. Estaría bueno encontrarse más, y poder sumar más gente al grupo”.

Maggiolo destaca la relación que se ha dado entre las lechuzas y las personas que van seguido al parque, como el equipo de atletismo: “Los chicos de atletismo, en general, tienen un muy buen vínculo con las lechus. De hecho, cuando diseñaron el logo para la camiseta, decidieron que le querían poner una lechu. También viene mucha gente a sacar fotos”. Pero, para Maggiolo, el proyecto no solo se trata de ayudar u observar a las lechuzas, sino de una “ayuda mutua interespecie”, como dice la cuenta de instagram del proyecto: “es también sobre lo que uno puede aprender de las lechus”, expresa.