Por Juan Ignacio Simoni
Fotografía: ANCCOM, Prensa Aysa

Se interrumpió el servicio de distribución que había establecido AySA desde la pandemia. Los vecinos reclaman la restitución de este derecho básico elemental para sus vidas cotidianas.

“En el año 2020, cuando inició la pandemia de covid-19, el municipio tenía una responsabilidad respecto al tema de islas y organizamos un consejo asesor para repartir agua muy precariamente entre nosotros”, explica Luis Cancelo, vecino de las islas del Delta del Paraná en la primera sección, Partido de Tigre. Históricamente, los isleños no consumen el agua de ríos y arroyos, además de por el barro que le da su color característico, debido a  la contaminación en la cuenca del Río Luján y Reconquista; solo la utilizan para bañarse o lavar los platos. El agua para beber y cocinar suele cargarse en bidones en las canillas de la estación fluvial.

Fue por eso que desde el Consejo Asesor Permanente Isleño (CAPI), decidieron solicitarle a Agua y Saneamientos Argentinos (AySA) un servicio de distribución de agua potable: “La concesión de AySA termina en el río Luján y no abarca las secciones isleñas”, remarca Cancelo, quien fue director del Plan de Manejo del Delta e integrante del CAPI. Cuenta que cuando le acercaron la nota a quien por entonces era la titular de AySA, Malena Galmarini, contándole de la situación crítica particular de los isleños durante la pandemia, decidieron implementar un servicio de distribución de agua. Los barcos cisterna recorrían ríos y arroyos de acuerdo a un cronograma publicado diariamente para que los vecinos cargaran los bidones en los muelles.

“En el nuevo gobierno de Javier Milei, que tiene criterios de achicamiento del Estado, rige un ‘sálvese quien pueda ́ donde cada uno resuelve las cosas como le sale. Lo concreto es que quitan este servicio”, explica Cancelo. La realidad es que con el nuevo DNU 70/2023 y la Ley de Bases, las nuevas autoridades de la empresa estatal no están dispuestas a mantener un servicio fundamental. Para enfrentar la situación, los vecinos organizaron un plenario en la estación fluvial el último sábado 18 de junio al mediodía.

Diego Domínguez, profesor en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires y vecino de las islas explica no hay potabilizadores en la islas, algo muy costoso. Por otra parte, ni el municipio de Tigre ni Nación quieren “negociar” la situación de AySA en la islas y le sacan el cuerpo a la situación. El investigador y docente asegura que próximamente se dará una reunión entre la empresa y organismos de derechos humanos para tratar de llegar a un acuerdo.

 

Los barcos cisterna recorrían ríos y arroyos para darle agua potable a los habitantes de las islas. 

La política implementada por Galmarini

Además del sistema de distribución del agua implementado durante la pandemia, en 2023 la extitular de la empresa estatal, acompañó el inicio de clases inaugurando dos nuevos tanques de agua potable y bebederos para el equipo docente, alumnos y alumnas de la comunidad educativa de la Escuela Primaria y Secundaria Nº 12 del Delta. Además habilitaron un segundo tanque de reserva para los vecinos de la zona que necesitaban abastecerse.

En ese momento Galmarini declaró a la prensa: “Finalmente, con el equipo de AySA, logramos traer definitivamente el agua, un derecho humano, un servicio esencial que, increíblemente, nuestras escuela tenía pero a través de bidones que la provincia de Buenos Aires les dejaba en los muelles. Era todo muy difícil. En marzo del 2020 empezamos a recorrer cada muelle con las chatas de AySA para llenar todos los bidones de nuestros vecinos y vecinas, y ahora también esas chatas van a llenar estos nuevos tanques para la escuela”.

El servicio de distribución de agua languideció hasta desaparecer. Ahora el futuro de esta infraestructura fundamental para el funcionamiento de la escuela también está en duda. Pese a numerosos intentos, ANCCOM no pudo obtener respuestas de parte de las actuales autoridades de la empresa de agua.

Según la ONU el agua es un derecho humano porque forma parte de la vida cotidiana y del entorno de las personas. Es fundamental para la salud contar con agua potable en cantidad. Las normas internacionales obligan y exigen a los Estado que garanticen a cada uno de sus habitantes el acceso a una cantidad suficiente de agua potable, tanto para uso personal como doméstico.

A cargar al continente

Primero los avisos en grupos de WhatsApp de que la “chata de AySA” pasaría se hicieron esporádicos. Desde el 30 de abril, directamente desapareció. Ya hace un par de meses que los isleños cargan sus bidones antes de subir a las lanchas. El peso del agua se suma a las compras que realizan en tierra firme. Lo que parecía solucionado se volvió nuevamente un incordio que los obliga a viajar a veces durante horas solo para cargar este insumo básico para la vida. La alternativa es pagar los 2500 pesos que cuestan en las lanchas almacén diez litros de agua potable. Aún sin tener jurisdicción sobre la zona, AySA se lo facilitaba con barcos cisterna que recorrían las islas en ciclos de una o dos semanas: ya no.

Lo cierto es que el gobierno nacional tiene a AySA en la mira para ser privatizada, no sin antes reducir sus servicios al mínimo y así tener la excusa perfecta para el plan. La política de precarización llevada adelante por las nuevas autoridades le complica la vida a un montón de personas y genera una pérdida de tiempo y dinero realmente importante: trasladarse con los bolsos de comida, niños y ahora también con los bidones cargados.

Agua potable en las islas… afuera.