“Sentimos el amor impresionante del pueblo”

“Sentimos el amor impresionante del pueblo”

Entre dibujos, música y caminatas asistidas, el fotógrafo Pablo Grillo da señales de recuperación. Mientras tanto, afuera del hospital, su padre Fabián reclama justicia sin eufemismos.

A un mes de la represión en el Congreso que casi lo mata, el fotoperiodista Pablo Grillo (35) continúa internado en la terapia intensiva del Hospital Ramos Mejía de la ciudad de Buenos Aires. El pasado 12 de marzo, mientras cubría la movilización de los jubilados de los miércoles, fue impactado en la cabeza por un cartucho de gas lacrimógeno disparado a corta distancia por la Gendarmería.

En comunicación con ANCCOM, su padre, Fabián Grillo, brinda detalles sobre el estado de salud de Pablo: “Sigue en terapia intensiva, pero tiene una evolución buena. Lee, escucha música, escribe y dibuja en una pizarra para chicos. Camina un poco, con ayuda de los médicos. Su motricidad fina parece que no fue afectada”.

Contra todo pronóstico y pese al diagnóstico –grave traumatismo de cráneo y pérdida de masa encefálica–, Pablo avanza favorablemente. “Por momentos tiene una desconexión, pero los médicos dicen que es totalmente normal por los traumas que tuvo en la cabeza”, afirma su padre.

Respecto a las posibles secuelas neurológicas, según el equipo del Ramos Mejía, aún no pueden determinarse con precisión: si llegaran a aparecer, se sabrá con el tiempo. “Está podrido de estar acá, lo cual es bueno –bromea Fabián sobre el estado de ánimo de su hijo–. La idea es que cuando salga de terapia intensiva haga rehabilitación, pero en otra institución, porque el Ramos Mejía no cuenta con ese sector”.

A propósito de la causa judicial, Fabián Grillo cuenta que avanza con lentitud. La jueza Servini de Cubría está de licencia y la familia de Pablo reclama que todavía no fue confirmada como parte querellante. En las últimas horas se conoció que el gendarme acusado, el cabo Héctor Guerrero, designó como abogados a Claudio Pedro Nuncija y Martín Luis Sarubbi, quien defendió a tres oficiales por el homicidio de Lucas González, finalmente condenados a cadena perpetua en 2023.

Ambos letrados también estuvieron relacionados con el caso de Santiago Maldonado y con el de Revolución Federal, la agrupación involucrada en el atentado a la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Además, Sarubbi defendió en 2021 al policía que le disparó a Chano (Santiago Moreno Charpentier), líder de Tan Biónica, mientras este sufría un brote psicótico en su casa. Charpentier tuvo lesiones severas en el bazo, el páncreas, el colon y el riñón.

La familia de Pablo se manifiesta agradecida por el acompañamiento y apoyo desde distintos sectores sociales y políticos. “Se acercaron de todos los partidos menos de La Libertad Avanza. Hablé con (el ministro de Salud porteño) Fernán Quirós hasta con Cristina Fernández de Kirchner. También vinieron de la CGT, de ARGRA (Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina), de SiPreBA (Sindicato de Prensa de Buenos Aires). Sentimos el amor impresionante del pueblo, salvo de la Justicia y del Estado”, destaca.

Este sábado 12 de abril, desde las 14, se realizará un Festival Solidario por Pablo Grillo, organizado por sus familiares y amigos, en la Plaza Mariano Moreno de Remedios de Escalada.

La caminata de Rodolfo

La caminata de Rodolfo

Vecinos y organizaciones sociales de San Vicente realizaron la XV caminata a la última casa del periodista desaparecido Rodolfo Walsh, en la que escribió la Carta Abierta a la Junta Militar. Quieren que sea declarada sitio de memoria y la Cámara Baja bonaerense aprobó su expropiación. Faltan los senadores.

El pasado martes 25 de marzo se realizó en la ciudad de San Vicente la 15º caminata hasta la que fue la última casa del militante, periodista y escritor Rodolfo Walsh antes de su desaparición. Vecinos de la localidad y agrupaciones sociales y políticas se hicieron presentes en este acto con un reclamo como bandera: la recuperación de esa vivienda que fue usurpada hace algunas décadas. El proyecto para su expropiación tiene media sanción en la Legislatura provincial. 

La vieja estación de San Vicente fue testigo en la tarde del martes, una vez más y por decimoquinta ocasión, de una significativa jornada en memoria de Walsh. Las verdes columnas cubiertas de fotos del periodista y escritor, los micrófonos envueltos en pañuelos blancos y con imágenes del fotoreportero -herido por la Gendarmería- Pablo Grillo colgando de sus soportes, y un largo telón rosado que exponía los nombres de aquellos sanvicentinos desaparecidos por la dictadura conformaron la escena. En ese marco, hubo una previa con cantos y poemas de artistas locales que entonaron letras propias y de Walsh antes de caminar hasta la que fue su última casa.  

Este Festival por la Memoria se llevó a cabo en el Predio Ferial Vieja Estación de San Vicente, y fue organizado por la dirección de Derechos Humanos del municipio y la Mesa de Trabajo por la Casa de Rodolfo Walsh, y contó con la presencia, entre otros, de Nicolás Mantegazza, intendente de San Vicente, y de numerosas organizaciones sociales.

 “Continúa la lucha para que Rodolfo Walsh siga vivo en la memoria de nuestros vecinos y que su casa se convierta en un espacio de memoria”, comentó Mantegazza.

Por la calle Rodolfo Walsh, bautizada así hace pocos años, a siete cuadras de la vieja estación, por un camino de piedras, se encuentra el que fue el último hogar del escritor. Allí fue donde con su puño y letra, y alumbrado por un farol de kerosene, Walsh escribió su emblemática Carta Abierta a la Junta Militar, que hoy es documento de incalculable valor para la historia de nuestro país, y símbolo de coraje y lucha contra la última dictadura cívico-militar. 

La denuncia detallada y descarnada incluyó la visionaria mención a los intereses económicos que estaban detrás de los armados golpistas. Se dice que el escritor pensaba firmarla en anónimo, pero finalmente plasmó su nombre completo y número de documento, y la distribuyó entre conocidos el 24 de marzo de 1977, un día antes de su secuestro.

 Un gran grupo de vecinos orgullosos de sus raíces y agrupaciones sociales y políticas recorrió el camino, escoltado por tambores y encabezado por un pañuelo blanco que rezaba «nunca más».  

El 25 de marzo de 1977, en un violento tiroteo, Rodolfo Walsh fue emboscado por un grupo de tareas en la esquina de San Juan y Entre Ríos, y llevado a la Escuela de Mecánica de la Armada. Su cuerpo jamás apareció, y desde entonces se lo recuerda por su incansable labor como escritor, periodista y militante de la agrupación Montoneros.

Luego de que allanaran su residencia en el Tigre, Walsh se recluyó en esta ciudad junto con quién fue última pareja, Lilia Ferreyra, en un lugar que debía estar alejado de la estación de trenes y de miradas indeseadas. “Él buscaba un lugar tranquilo y, sobre todo, con agua”, contó a ANCCOM María Elena Donadío, una docente sanvicentina y miembro fundadora de la caminata, haciendo referencia a la costumbre que tenía el escritor de disfrutar de tardes de pesca. La tranquilidad de un cómodo y verde espacio junto a la Laguna de San Vicente, fue el sitio idóneo para Walsh.

En aquella casa vivió seis meses, escapando de un gobierno que lo perseguía. Encontró en la ciudad un perfecto lugar de exilio interior. La adquirió bajo una falsa identidad, Norberto Freyre y llevaba el boleto de compraventa del terreno con esa firma en su maletín el día que fue emboscado. Y no fue sino hasta hace tan solo quince años que se pudo conocer su existencia. Desde entonces, una incansable agrupación de derechos humanos, liderada por docentes sanvicentinos, no ha parado de insistir para que se reconozca aquel lugar como un sitio de memoria, reflexión y homenaje. “Nosotros tomamos el compromiso de reconstruir la historia y la memoria, porque el pasado estaba”, dijo María Elena. “Nos formamos, construimos varios espacios, trabajamos con el pueblo y distintas organizaciones para que se visibilice que en San Vicente vivió Rodolfo Walsh”.

Falta el Senado

Tres veces se presentó en la Legislatura bonaerense un proyecto de expropiación para recuperar el lote y declararlo «Bien de Interés Histórico Cultural de la Provincia de Buenos Aires», siempre con la consigna de que la casa se pueda convertir en un lugar de memoria y homenaje a la figura del escritor. “Hubo dos proyectos anteriores en la Legislatura provincial, pero perdieron estado parlamentario. Este último sería el tercero, presentado por el Frente de Izquierda, y por primera vez conseguimos la media sanción”, contó a ANCCOM Mariana Meza, Directora de Derechos Humanos del Municipio de San Vicente y actual organizadora del evento.

Ante el fracaso de los dos primeros proyectos, la diputada Laura Cano (PTS-FITU), insistió el pasado octubre y consiguió la media sanción. “Falta que el Senado le dé la otra media sanción”, comentó Cano. “Estamos comunicándonos con algunos legisladores, sobre todo de Unión por la Patria, para que presionen. Si quisieran, lo sacan el 3 de abril”, agregó. Cano comentó que “en el aniversario de la desaparición y asesinato de Rodolfo Walsh, y en medio de este contexto nacional con una fuerte impronta negacionista, avanzar en la expropiación sería un logro muy importante”.

Para Donadío “no es una expropiación, es una recuperación, y los que viven ahí son usurpadores». La misma noche de la desaparición de Walsh, un grupo comando de La Plata ubicó la casa por el boleto que él llevaba en su maletín y la balearon. Ese grupo de tareas saqueó todo, se llevaron todas sus pertenencias e incluso algunas obras inéditas. Luego, la vivienda fue usurpada.

“El subcomisario Sala se apropió del lugar después de participar en el secuestro de Rodolfo y hoy su familia vive en la casa», contó Donadío. Se refiere a Rubén Oscar Sala, quien fuera subcomisario del destacamento de Alejandro Korn, sospechoso de participar en el secuestro de Walsh, tomó posesión del lugar. Años después de lo sucedido, ya en democracia, Patricia Walsh, hija del escritor, se acercó y se encontró con María Sala, hermana del policía, que le aseguró que no la iban a poder sacar del lugar.

“Al día de hoy siguen ahí los parientes”, comentó Mariana Meza. “Tuvimos un pequeño acercamiento hace dos años con un par de visitas, pudimos hablar con una de las hermanas de él y ella nos contó otra historia de lo que pasó”. Lo que ellos dijeron a las autoridades municipales es que encontraron de casualidad el lugar, una pequeña casa deshabitada y, por la humilde situación en la que vivían en ese entonces, decidieron habitarla con su madre.

“Ella sabe de esta historia, pero está enojada con la comunidad porque piensan que ellos son asesinos y genocidas, pero son vecinos que pertenecen incluso a la comunidad católica local”, contó Meza. Sin embargo, igualmente desconocen que sea la casa que habitó Walsh, por lo que decidieron no seguir entablando conversaciones con las autoridades del municipio.

Si bien se consiguió hace algunos años que se considerase la casa como patrimonio cultural de San Vicente, el reclamo sigue pendiente, y cada año que pasa se hace más fuerte. “Desde el municipio se ha hecho todo lo que se podía hacer, pero sin el respaldo jurídico no vamos a poder seguir avanzando”, declaró el intendente Mantegazza. “Ver una plaza llena de familias y de jóvenes, nos llena de esperanzas en este contexto en el que en el país se quieren instalar discursos de negacionismo y la vieja historia de los dos demonios”.

La caminata del 25 de marzo se ha convertido para los sanvicentinos en una jornada de reunión y de memoria, y la han transformado en un espacio de reclamo artístico, acompañado de tambores, poetas, cantantes y artistas que le ponen color. «Rodolfo Walsh presente, ahora y siempre», fue el grito que coronó la jornada frente a la casa, un terreno ubicado en lo profundo de San Vicente y cubierto por un alto arbusto y frondosos árboles, como ocultando su interior de las miradas de quienes marchan todos los años hasta ella.  

«Esta es la caminata número quince. Empezamos ocho personas. Y desde ese momento, no lo pensamos, pero fueron apareciendo las Madres, apareciendo los hijos, y seguimos con la esperanza de que la casa de Rodolfo Walsh sea de la ciudad de San Vicente», cerró Donadío. 

10 años de derechos humanos: del consenso democrático a la avanzada negacionista

10 años de derechos humanos: del consenso democrático a la avanzada negacionista

La Argentina se había convertido en un país ejemplar por el juzgamiento a sus genocidas y sus políticas de memoria. Sin embargo, desde la asunción de Milei se demanteló la Secretaría de Derechos Humanos y se intenta justificar la dictadura. También hay retroceso en los derechos indígenas.

“Siempre hay avances y retrocesos”, reflexiona Estela Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo. Hace diez años esta agencia de noticias publicaba lo que fue su primera nota periodística, un 24 de marzo, el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia. Desde ese momento hasta la actualidad, el campo de los derechos humanos ha sido atravesado por diversas aristas, pero su defensa nunca ha decaído. Los casos de los pueblos originarios y la lucha –más vigente que nunca- por el Nunca Más.

Los derechos en disputa

La década comienza con dos acontecimientos que resultaron cruciales para la democracia reciente: por un lado, el intento de la aplicación del 2×1; y, por otro lado, la desaparición de Santiago Maldonado.

El primero consistía en el beneficio de reducir la pena de prisión de todas aquellas personas que recibieron cárcel preventiva durante más de dos años. Esta normativa fue aprobada por primera vez en 1994 pero derogada en el 2001. Sin embargo, durante el gobierno de Mauricio Macri, y tras un fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación (CSJN), se intentó volver a instalar. Pero la negativa de la sociedad fue contundente, ya que pretendía aplicarse a quienes recibieron condenas por haber cometido delitos de lesa humanidad. En poco tiempo, Plaza de Mayo se llenó de pañuelos blancos bajo un cántico común: “Madres de la Plaza, el pueblo las abraza”. Al respecto, Carlotto recuerda: “El masivo no al 2×1 a los genocidas, en 2017, fue un hito importante que marcó un límite a la impunidad y expresó un amplio acuerdo de la sociedad. Los derechos siempre están en disputa. Hay que luchar por ellos y luego defenderlos”.

Marcha en repudio al intento de aplicacion del 2×1 para condenados por delitos de lesa humanidad. 

 10/05/2017

Poco tiempo después, el 1 de agosto del mismo año, otro suceso entró en agenda. En la provincia de Chubut, en Cushamen, se estaba llevando a cabo un corte de ruta, enmarcado en la lucha por las tierras ancestrales ocupadas por la comunidad mapuche. Sin embargo, efectivos de Gendarmería Nacional, intentaron, por medio de la fuerza, desconcentrar la manifestación. Entre los convocados, se hallaba Santiago Maldonado, quien, tras el hecho, estuvo desaparecido por más de 70 días hasta que fue encontrado sin vida en el Río Chubut, lugar que ya había sido previamente rastrillado. Según lo que sostenía la autopsia, su fallecimiento fue provocado por ahogamiento por sumersión en el agua “coadyuvado por hipotermia” y se determinó que su cuerpo siempre había permanecido “debajo del agua y no en otro medio”. Posteriormente, en el 2018 se cerró la causa al determinar que la muerte de Santiago fue “accidental sin responsables”. Frente a ello, los reclamos de familiares y conocidos se hicieron presentes, especialmente el de su hermano, Sergio Maldonado. Desde las primeras declaraciones, aseguraron que no se realizó una investigación exhaustiva sobre lo ocurrido y denunciaron que se trató de una desaparición forzada en medio de una represión en pleno gobierno democrático.

Sergio Maldonado, Nora Cortiñas y Adolfo Perez Esquivel durante una concentración en Plaza de Mayo, exigiendo la aparición de Santiago Maldonado. 11/08/2017

Derecho al reconocimiento

Aquella bandera por la que luchaba Santiago Maldonado en defensa del reconocimiento de las comunidades originarias continúa siendo un campo de batalla. Para este grupo “lo que tiene que ver con el acceso y el reconocimiento de la propiedad comunitaria de la tierra hay una gran deficiencia. El Estado no ha tomado las decisiones legislativas que sean necesarias para reconocer la propiedad colectiva de la tierra y que estas comunidades puedan acceder a sus territorios con servicios básicos de salud y de alimentación”, sostiene Sol Hourcade, coordinadora del área de Memoria, Verdad y Justicia del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS).

A mediados de 2023, en Jujuy, un intento de reforma constitucional de dicho territorio, llevada a cabo por el gobierno provincial de Gerardo Morales, puso en evidencia las condiciones de desigualdad que atravesaba el sector. Entre las modificaciones se hallaba la habilitación del desalojo de tierras pertenecientes a las comunidades originarias, pese a su carácter ancestral, y la utilización del agua para el extractivismo del litio, que produce en las comunidades la escasez de este bien esencial para la vida. Sin embargo, resistieron, dando a luz al Tercer Malón de la Paz, una marcha encabezada por comuneros y comuneras del norte argentino con el objetivo de hacer valer sus derechos y visibilizar su lucha. Así, su reclamo se extendió a otras provincias del país con la finalidad de visibilizar la problemática y que la CSJN y el gobierno nacional de Alberto Fernández se pronuncien al respecto. Aunque tras más de cuatro meses de reclamos, retornaron a sus territorios sin respuestas.

En este contexto, Hourcade destaca que ha habido “decisiones o actuaciones de la CSJN que de alguna forma fallan en garantizar la vigencia de los derechos humanos”. De esta manera, se refiere al Caso Lhaka Honhat. La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha fallado a favor de las comunidades originarias del norte argentino, al establecer que estas tienen derecho a su propiedad ancestral en Salta. Así, el fallo marcó un hito importante para la lucha de los pueblos originarios por sus derechos, ya que es la primera vez que la Corte dicta una sentencia sobre la propiedad ancestral en nuestro país y que se pronuncia por una disputa territorial de esas dimensiones. No obstante, hasta el día de hoy no se ha implementado. Asimismo, la integrante del CELS habla sobre otro caso de la misma índole: “Más recientemente la CSJN ha dejado sin efecto una sentencia que reconocía la propiedad comunitaria de tierras por parte de la comunidad indígena originaria Ranquehue y eso también resulta muy preocupante.”

Justicia y memoria

En el otro extremo se encuentran los juicios por delitos de lesa humanidad. Desde un primer momento, cuando en 1985 se realizó el Juicio a las Juntas Militares, la Argentina ha sido un país pionero en el mundo a la hora de juzgar los crímenes cometidos durante la dictadura. Así lo señala Carlotto: “Ha sido un proceso altamente positivo para la democracia. Los genocidas fueron juzgados, y lo siguen siendo, porque los juicios continúan, por tribunales ordinarios, como no pasó en ningún país del mundo. Las familias, las víctimas, los sobrevivientes, la sociedad toda, ha sanado un poco de tantas heridas gracias a la justicia.” Según datos provistos por el Ministerio de Justicia de la Nación, hasta la fecha se llevaron a cabo un total de 354 juicios con sentencia, donde más de la mitad han ocurrido en la última década. Al mismo tiempo, la presidenta de Abuelas destaca la envergadura que estos tuvieron para las víctimas: “Los juicios fueron para miles de personas la primera oportunidad que tuvieron de contar los hechos traumáticos que atravesaron. En todo el país, en cada provincia, los juicios suscitaron la reflexión y la memoria sobre lo acontecido.”

Además, al calor de otras luchas, como la encabezada por el movimiento feminista, los delitos sumaron otras tipificaciones. En este sentido, Ana Ríos, de la organización Nietes, señala que es fundamental poder evidenciar que la dictadura tuvo un objetivo político, es decir, la implementación de un modelo social, político y económico. Así, indica que “hubo personas que desaparecieron por su identidad de género y su condición sexual, porque ese modelo económico también implicaba un modelo de relacionarse socialmente y por eso además se habla de una dictadura cívico-eclesiástica- militar, porque se quería reproducir un modelo de familia cis heteronormativa, patriarcal y la gente que iba en contra de eso también era atacada sistemáticamente.” De este modo, el juicio “Brigadas”, cuyo veredicto se dio a conocer el año pasado, fue histórico: posibilitó que por primera vez mujeres trans declararan como víctimas del terrorismo de Estado y así dar cuenta sobre los crímenes específicos que sufrió este colectivo durante la dictadura.

“Memoria y justicia son términos inescindibles”, afirma Carlotto sobre estos dos pilares de la democracia. Y añade: “Cuando hablamos de justicia no sólo hablamos de genocidas condenados. La justicia, la reparación, son algo más amplio. Se trata de poner a la luz lo que la dictadura quiso borrar.” Al respecto, Hourcade asegura que “la memoria existe más allá de la justicia. La memoria es social, es colectiva, traspasa generaciones. Pero más allá de eso, el Poder Judicial tiene un rol muy importante en garantizar la memoria a través de sus investigaciones y causas judiciales, y así aportar a la memoria histórica los hechos que han ocurrido, que constituyen graves violaciones a los derechos humanos y que tienen trascendencia social”. “Los últimos 10 años -dice Carlotto- han sido un período de enorme reconocimiento a una historia silenciada por la impunidad. Tenemos derecho a la memoria, además, sin ella, ¿qué justicia perseguiríamos?”

Protesta de trabajadores y trabajadoras por los despidos masivos y el desfinanciamiento de la Secretaria de Derechos Humanos.  07/02/2024

Hay futuro

Poco a poco, de aquellas mujeres que salían de sus hogares, recorrían juzgados en plena dictadura y hacían “las rondas de Plaza de Mayo” con el fin de saber dónde estaban sus hijos y nietos desaparecidos, van quedando cada vez menos. Y es aquí donde la juventud comienza a cobrar importancia para sostener lo que ellas construyeron, sobre todo en un contexto en donde el negacionismo se convierte en política de Estado y avanza contra las políticas de memoria. “Casi no quedamos Abuelas -sostiene Carlotto-, pero están los y las nietas restituidas y las familias que buscan a sus seres queridos junto con nosotras.” Y afirma: “Nos sentimos muy acompañadas y con la garantía de que la lucha va a continuar, aunque nosotras no estemos. Y los nietos y nietas hoy son mayoría en nuestra Comisión Directiva, aunque como siempre les digo, medio en broma, medio en serio, es que mientras haya una abuela, manda la abuela”.

Además, Ríos expresa la importancia de hablar con la juventud sobre la dictadura, aunque para esta parezca nada más un capítulo en los libros de Historia. “Seguimos insistiendo con construir memoria sobre un hecho que no se vivió o sobre donde no opera el recuerdo, pero creemos que es importante hablar de memoria porque esta, a diferencia de la historia, implica una dimensión activa del sujeto, traer a significar algo del pasado de lo cual uno formó parte. Y nosotros creemos que esta historia que tenemos desde nietos, por ser familiares, no es nuestra historia por ser nietos. Es la historia de todo un pueblo”, sostiene la integrante y señala que es fundamental terminar con “el quiebre en la transmisión transgeneracional», ya que, según ella, “es muy difícil que entre generaciones se pueda hablar de lo que pasó. Las generaciones anteriores están muy amedrentadas y disciplinadas por todo lo que ocurrió. Entonces muchas no hablan del tema y los pibes generalmente mayoritariamente se enteran de la última dictadura por la escuela y hay una generación que desconoce lo que pasó”.

Para los tiempos que corren, donde el gobierno de Javier Milei niega los crímenes de la dictadura y los derechos de las comunidades originarias continúan sin ser garantizados, “les jóvenes tienen un rol clave en el reclamo de la efectiva realización de todos los derechos humanos. La juventud trae nuevas preguntas, miradas y estrategias”, dice Hourcade. En sintonía, Carlotto concluye: “La juventud es protagonista y mantendrá encendida la esperanza”.

La fotógrafa de las luchas populares

La fotógrafa de las luchas populares

Se inauguró en el Centro Cultural Comunarte la muestra “Mujer y Derechos Humanos”, una serie de fotografías del archivo Hasenberg-Quaretti que destaca la persistencia y el protagonismo de las mujeres, de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo a la vitalidad actual del feminismo.

 “A mí me enamora ver a la gente comprometida con sus ideas. No hay ningún derecho que haya sido gratis, todos han sido conquistados con lucha: si no estamos en la calle, no logramos nada. Quienes nunca se han movilizado y reciben esos derechos, no tienen conciencia de lo necesario que es defenderlos. Por eso, retratar las luchas me parece fundamental: lo que hago es multiplicar y difundir la actividad de los militantes en las calles”, afirmó Mónica Hasenberg en referencia al valioso archivo que construyó durante su carrera como fotógrafa y que en parte expone en la muestra Mujer y Derechos Humanos en el Centro Comunarte.

En la primera habitación del Centro Comunarte, ubicado en la Comuna 5 de Capital Federal, reposan sobre la pared blanca de la izquierda unas 20 fotografías, las primeras en blanco y negro, y más adelante otras a color: la Asociación Civil Madres Víctimas de Trata, Abuelas y Madres de Plaza de Mayo anunciando la restitución de un nieto, el primer Día Internacional de la Mujer luego de la dictadura civicomilitar y personas que reclaman en la megacausa ESMA.

“Soy fotógrafa de las luchas populares. Saco personajes cuando están en situación, ya sea una marcha o una actividad política. Si bien las fotografías de la década del 80 tienen distintas temáticas, la actual es prácticamente de luchas sociales. Las imágenes de mujeres son una parte de mi archivo, un recorte. Quizás son pocas, pero muy simbólicas de las luchas que tenían ellas en aquellos años. Con esas fotografías pueden trazar paralelismos, cortes transversales en la historia o armar síntesis que resultan fundamentales. Por ejemplo, las luchas sindicales femeninas: con las imágenes podemos mostrar que antes eran muy pocas las mujeres y su protagonismo, nulo. Pero también nos muestran la evolución y los cambios que se dieron luego. Cómo la mujer ha tomado protagonismo estos años y cómo su poder hoy en la calle es totalmente evidente e indiscutible”, explica la artista.

En el segundo ambiente, de paredes blancas muy altas con ribetes celestes, un pizarrón señala “memotest feminsita”. Sobre tres mesitas se exhiben de a pares varios grupos de pequeñas fotos: pañuelos blancos y verdes, mujeres abrazadas y marchando con pancartas y carteles. El público comienza a llegar a la hora citada, se dispersan por el centro, conversan y pasan a las mesas del patio donde además funciona una cantina. Destaca la ausencia de jóvenes. Son apenas unos pocos, pero ninguno menor de 20 años.

En la primera actividad de este año sobre DDHH que el Centro Comunarte organiza, con la sala llena, le ceden el micrófono a la psicóloga y exdocente Alicia Piatti de Quieto. “Los trámites que ven ahí los hicimos todos entre nosotras”, relata la esposa del detenido desaparecido Carlos Quieto mientras hace circular entre el público distintos papeles y documentos. Embarazada de seis meses de su hija Lucila Quieto, presentó un habeas corpus, cartas y distintas denuncias sobre la desaparición de su marido, incluso visitó a la Iglesia. “Luego comencé a ir a reuniones con mi beba de un mes. Allí la mayoría eran madres y padres porque mis compañeras del barrio estaban desaparecidas. En una última reunión plantearon ir a la plaza, y allí fuimos. No querían mujeres jóvenes ni hombres por miedo a que los llevaran”.

Mónica Hasenberg tomó el micrófono y en la misma línea que su predecesora continuó: “Realmente creían que a las mujeres las iban a poder dominar, pero si les daban la orden de no estar paradas, ellas rondaban. Cuando no podían estar en grupos grandes, se enlazaban de a dos. Existía una resistencia muy característica de las mujeres. Y acá -dice mientras señala las fotografías exhibidas- tenemos un montón de fotos que retratan ese protagonismo y fuerza para hacer, para no olvidar”.

En entrevista con ANCCOM, Hasenberg explicó cómo comenzó a retratar las manifestaciones y luchas sociales. “Tuve una época en que me volcaba más a la publicidad y hacía mucho laboratorio. Esos fueron mis inicios, pero con los años mi elección fue otra”, relata la hija del también fotógrafo Werner Haisenberg. “Un día fui a una marcha. Si bien tenía algunos amigos a los que habían chupado y luego liberado (es decir, estaba al tanto de lo que sucedía), cuando vi a las madres, me conmovió tanto que me puse a llorar. Desde entonces fui todos los jueves, incluso estando embarazada. Yo iba con la máquina de fotos disimulada en un bolso. En esa época levantaba la cámara, sacaba la foto y la volvía a  guardar rápido. Quizás esas primeras imágenes no tienen una relevancia fotográfica, sino más bien testimonial. Luego, a las marchas grandes íbamos con un mayor el equipo de cámaras y juntos”, dijo, en referencia al trabajo que realizó con su compàñero Brenno Quaretti.

Aquel trabajo hoy se conoce como archivo Hasenberg-Quaretti y consta de 45.000 negativos de fotografías analógicas tomadas entre 1979 y 1989 que la fotógrafa junto a sus hijos donó al Estado argentino luego de la muerte de Quaretti. De ellas, solo unas 6.000 habían sido digitalizadas personalmente, pero luego de la donación, el archivo completo está en proceso de digitalización por un equipo de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA en un Programa de Extensión Universitaria. Hasenberg también promete donar su archivo digital posterior a la década del 80.

Fue a partir del 2004, cuando comenzó con la digitalización, que encontró fotos que no recordaba que las tenía. “Por ejemplo, las fotos que tomé del primer 8 de marzo luego de la dictadura, son las únicas que por el momento han aparecido, ojalá existieran más”.

En 2013 inauguró una primera muestra en Plaza Almagro con ocho banners, que nunca dejaron de circular por escuelas, centros culturales y universidades. Actualmente son 20 y se encuentran en una gira patagónica que inició en Bariloche y espera que “recorran distintas localidades del sur del país sin apuros y sin volver a Buenos Aires pronto”.

En la muestra se esperaba la presencia de Lucila Albertina Quieto “fotógrafa de la ausencia” que, aunque de una forma diferente de Hasenberg, preserva la memoria a través de la fotografía. Nació cuatro meses después de la desaparición de su padre, y la imposibilidad de una foto juntos la llevó a crear la imagen imposible. Con superposiciones y montajes manifiestos que denuncian la falta, posa ante la proyección de una foto de su padre y toma una nueva, donde aparecen los dos. Este trabajo luego lo replicó con otros hijos de desaparecidos y sus padres.

Entre el público presente destacaron que la muestra Mujeres y Derechos Humanos “transmite fuerza, si bien me devuelve a un momento doloroso, pero en el cual teníamos mucha fuerza para luchar”. También agradecieron “por hacer visibles cosas que no podíamos ver quiénes no vivíamos en Buenos Aires, eran épocas en que se ocultaba”. No faltaron vitoreos de “30.000 compañeros detenidos desaparecidos, presente, hoy y siempre” e incentivos a acompañar las manifestaciones de cada miércoles que frente al Congreso reúne a los jubilados.

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Centro Cultural Comunarte, Castro Barros 236, CABA. La muestra se puede visitar de lunes a viernes de 14 a 21 y los sábados de 11 a 14.

 

El derecho a saber quién soy

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La titular de la filial Córdoba de Abuelas de Plaza de Mayo y nieta restituida nº 88, María Belén Altamiranda Taranto cuenta cómo restituyó su identidad en el ciclo “Los derechos que supimos conseguir”. La avanzada negacionista y los anticuerpos de la sociedad argentina.