Campeón mundial de la solidaridad

Campeón mundial de la solidaridad

De chico, conoció lo que es pasar hambre. A los 27 años llegó a la cima del boxeo profesional al conquistar el título mundial de los medianos. Hoy, Jorge “Locomotora” Castro le sigue “dando pelea a la vida” distribuyendo alimentos a las personas que más lo necesitan. El año que viene quiere ser candidato.

Desde el comienzo de la pandemia, en 2020, el legendario exboxeador Jorge Fernando Castro (57), más conocido como “el Roña” o “Locomotora”, se propuso ayudar a los vecinos de su barrio con una olla popular, donde la gente pudiera ir a buscar su vianda de comida todos los días.

El proyecto solidario del excampeón mundial de los medianos empezó en la vereda de su gimnasio –que abrió hace ocho años–, ubicado en la calle Eva Perón 4730 de Temperley, zona sur del conurbano bonaerense, y fue creciendo desde entonces.

Actualmente, Locomotora Castro sigue con la entrega de mercadería y provee a 14 comedores de los alrededores de Lomas de Zamora a los que asisten cientos de personas.

No lo hace solo. Lo acompaña su equipo de colaboradores, todos muy cercanos: familiares y amigos, que lo apoyan desde el primer día, cuando, ante la falta de trabajo e ingresos provocada por el confinamiento de la pandemia, Locomotora se convirtió en la cara visible de la iniciativa. Él mismo cocina junto con su gente y se encarga de la entrega de mercadería.

“Esta gente que viene a buscar comida a mi gimnasio no debería estar pasando hambre, ni pelearse por un paquete de fideos –afirma el expúgil en diálogo con ANCCOM–. En la pandemia no podíamos salir, no había trabajo. Pero ahora, que ya salimos todos a trabajar, a la gente no le alcanza ni para comprarse un kilo de carne”.

“Como dice Milei, ‘no hay plata’, pero la gente la está pasando muy mal, no tiene para comer, tiene hambre, mucha necesidad, no les alcanza para vivir y es una realidad triste que vemos acá todos los días”, señala. 

El excampeón mundial cuenta entre sus principales proveedores al Mercado Central y fábricas, que donan mercaderías y verduras para que su proyecto solidario siga adelante y cientos de familias carentes de recursos –que no reciben ninguna ayuda del gobierno nacional– accedan a un plato de comida.

Las entregas de mercaderías se realizan tres veces por semana, con un número previo que se da los martes por la mañana, y se forman largas filas de personas en busca de ayuda.

Jorge “Locomotora” Castro, oriundo de Caleta Olivia, provincia de Santa Cruz, tuvo una infancia humilde y la oportunidad de conocer el mundo del boxeo. Así, a los 14 años, según relata, su vida cambió. Trece años después, en 1994, se transformó en campeón mundial mediano de la Asociación Mundial de Boxeo, en una recordada pelea frente al estadounidense Reggie Johnson, hasta allí dueño del título.

En su carrera profesional, de un total de 144 peleas, Locomotora acumuló 130 victorias, 90 por nocaut, 11 derrotas y 3 empates. “Para mí las derrotas significaron aprendizaje, superación, no solamente en el boxeo, sino también a lo largo de mi vida, y continúo dando pelea a la vida misma”, expresa.

Figura sobresaliente del deporte argentino en los años 90, cuenta de dónde le vino el apodo de “Roña”: “Desde chico era muy peleador, un peleador callejero que luego incursionó en el ámbito deportivo, primero para ganar plata, y que más tarde, con el tiempo, se desarrolló boxísticamente de manera profesional”.

Su vida antes del boxeo fue muy dura, y esto no lo olvida. “Dios me dio la posibilidad de poder ayudar a la gente. Lo voy a seguir haciendo mientras tenga vida. Me hace bien y es como devolver a la vida un poquito de lo que la vida me dio”.

El próximo año, anticipa, va a presentarse como candidato a concejal del peronismo en Lomas de Zamora.

Mientras Locomotora conversa con ANCCOM, Epifanio, un vecino que se acerca desde el principio a buscar mercadería, saluda y aprovecha la oportunidad para transmitir su bronca: “Es una vergüenza lamentable que la gente esté pasando hambre en un país tan rico como lo es Argentina. Me siento indignado y estafado”.

Quizá para demostrar que desde la política se puede mejorar la vida de la gente, hace unos años que Locomotora Castro trabaja en el Ministerio de Desarrollo de la Comunidad bonaerense, donde pone su toda experiencia deportiva al servicio del crecimiento del boxeo en la provincia.

El próximo año, anticipa, va a presentarse como candidato a concejal del peronismo en Lomas de Zamora, y desde ese lugar, dice, intentará seguir ayudando a más gente en situación de pobreza. Piensa continuar yendo a su gimnasio todas las semanas, donde los jóvenes que allí entrenan lo hacen por recreación, no de manera competitiva.

“Hoy no hay un referente del boxeo argentino”, opina Locomotora, y esto se debe también –dice– a la falta de apoyo del Gobierno. A través del deporte se puede sacar a los jóvenes de las adicciones, sostiene. No se considera ejemplo de nada. Su deseo simplemente es seguir ayudando a las personas. Es padre de 15 hijos, con distintas parejas, y todavía cree, como cuando era boxeador, que todo puede cambiar si uno se lo propone.

Trincheras contra el hambre

Trincheras contra el hambre

Hay 6 millones de niños en situación de pobreza y 2 millones bajo la línea de indigencia, mientras el Ministerio de Capital Humano de Sandra Pettovello esconde alimentos hasta que se pudran. Crónica de una recorrida por los comedores del conurbano bonaerense.

No hace frío ni calor, pero en Santa Rosa, un barrio de Florencio Varela poblado de calles de tierra, la gente anda en ojotas. A veces ojotas y medias. Es viernes por la tarde y en una casa cerca de la escuela primaria, la familia de Norma prende fuego en el patio descubierto.

Desde hace tres meses, ahí funciona un merendero para ochenta pibes. “Hay necesidad en el barrio. Yo iba al kiosko y veía que los chicos pedían pan viejo, algo para comer”, cuenta Norma con la voz tomada. Cuando se abrió la posibilidad de crear un nuevo merendero desde el Movimiento Kultural, organización de la que participa, no dudó. Las siete personas que se ponen al hombro la merienda de los chicos una vez por semana, empiezan a preparar la masa de las tortas fritas a las 14 y más cerca de las 16 preparan la leche. “Amasamos cinco kilos de harina y ocho de leche. Imagináte, me recansan los brazos”, se ríe Norma con ojos agotados.

Se fija en la hora con impaciencia y toma mates con nerviosismo: está esperando que sean las 16.30 y que en un rato salgan los chicos de la escuela. No llueve, así que pudo prender el fuego para cocinar. Cuando llega la hora, despeja la mesa. El patio de Norma no es tan grande como para que los chicos pasen a tomar algo, así que su marido agarra la tabla de la mesa y Luis, con sus solidarios 20 años, la base. La mesa, con la comida, sale a la vereda, para compartirse.

Cabizbaja, con un buzo gris dos talles más grande, shorts deportivos finos y ojotas con medias, llega una chica de 17 años. Se lleva leche para los dos bebés que tiene en su casa y una bolsa con panificados. Tiene las rodillas huesudas al descubierto y la mirada de alguien a la que le han arrebatado más que el derecho a la comida. Le falta el brillo de quienes sueñan o incluso pueden imaginar una pequeña rebeldía. Los hombros se le caen por el peso de los estigmas: si pide es “negra”, si reclama se le suma “piquetera”.

Las personas que superan los 18 no suelen acercarse a pedir. Miran con recelo, a veces también con deseo, pero siguen de largo. Acompañan a sus hermanos más pequeños, pero se mantienen a una distancia. “Te da la cosa cuando sos grande, vergüenza. Yo te digo porque a mí también me pasaba. Es el orgullo de querer arreglarte solo. Cuando sos chico no lo tenés”, explica Luis. Una veinteañera manda a su hermana de 10 años a pedir. Los ojos de la nena dan con la altura de la mesa. Con el mentón hacia arriba, observa cómo Norma pone la leche en una botella y la boca se le abre. Incluso a la distancia, se nota que ya se imagina tomándola. La ensoñación se rompe cuando desde enfrente la hermana, que se siente demasiado mirada, la apura. En su casa son cuatro hermanos y hay que compartir.

Luis no deja de mirar hacia la calle que lleva a un barrio que está “más al fondo”, Las Palomas. Por esas calles, espera que venga El Gruñón, un chico de 7 años que desde que lo conoce tiene el ceño fruncido, una mirada turbia y una sonrisa que nunca asoma. El Gruñón todavía no sabe por qué, pero en menos de una década de vida está resentido con la sociedad que lo expulsa.

Sus nombres podrían ser cualquiera, son sólo algunos de los seis millones de chicos en situación de pobreza o de los dos millones bajo la línea de indigencia. Para el Ministerio de Capital Humano ellos ni sus necesidades importan. El Estado nacional no entrega ninguna mercadería: la deja pudrirse en galpones. De los 44 mil comedores y merenderos inscriptos en el Registro Nacional de Comedores (RENACOM), la ministra Sandra Pettovello sólo reconoce a 9 mil.

La Provincia de Buenos Aires trata de salvar la situación: a los merenderos les da harina, azúcar y artículos de limpieza y a las ollas populares, además conservas y alimentos secos. Según la medición de UNICEF hasta febrero, el 66% de las infancias de Argentina son pobres o están bajo el nivel de indigencia. En Bosques, otro barrio del distrito del conurbano sur, todos los jueves a la nochecita, Argentina Humana prepara una olla popular para setenta personas.

En julio el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), parte de Argentina Humana, lanzó una colecta para seguir manteniendo estos espacios de lucha contra el hambre en los barrios. “Lo que se obtiene en las colectas para la red de comedores y merenderos de Argentina Humana se destina para las secciones más desfavorecidas. Separamos al país en tres secciones. Jujuy y las provincias del norte son de la primera, porque allá no tienen ninguna ayuda provincial. Acá, con lo que aporta la provincia y lo que consiguen los compañeros, la olla se hace igual. No alcanza y hay que hacer malabares, sí, pero se hace igual”, explica El Gringo. Mientras tanto, los chicos del barrio y los hijos de las familias que van a la olla juegan con aros y platos de circo. Esta vez, el galpón donde funciona la olla, abre un sábado a la tarde para que, por un momento, los pibes sean sólo pibes.

Estela, una docente que ayuda en Bosques desde que empezó hace dos meses, recorre el salón ofreciendo leche chocolatada y hablando con las mamás de los chicos: cada momento es una oportunidad para armar un lazo con los vecinos. “Para algunos la olla es la única comida caliente del día.Yo ya viví esto en los noventa. Lo social es es una lucha eterna. Hay que construir lo político para que algo cambie. La olla es una herramienta política. No es para siempre. Esto es una organización política, si no ¿qué somos? La iglesia. No, nosotros no hacemos caridad”, determina. En la vereda de enfrente funciona una iglesia evangelista con un banner que todavía brilla como nuevo. La lona reza “Jesús es el camino” y acompaña con la foto de un águila y un león.

En el plano de la vida concreta, los leones con dientes ensangrentados acusan a quienes trabajan en los barrios de “gestores de la pobreza”. Sin embargo, Aníbal, un cartonero varelense organizado en la Federación de Cartoneros, Cartoneros y Recicladores (FACCyR), tiene, como su compañera, una visión totalmente opuesta. “Yo no quiero que mis compañeros sean cartoneros toda la vida. Yo quiero que aprendan un oficio, que tengan un laburo digno. Vos después de laburar tenés que tener condiciones para desarrollarte, no sólo comer, también poder vivir en tu propia casa, hacer tu vida. El trabajo y la formación son claves”, clama con vehemencia.

Cuando tenía 11 años, en otro neoliberalismo, murió su papá y tuvo que salir a la calle a ganarse el mango y hacerse de un oficio. Después de un tiempo, armó una cooperativa de herrería para que gente como él pueda formarse y vender su trabajo. “Tenés que asegurar tu sustento, eso es lo primero, después ves si querés militar o hacer otras cosas”, sintetiza con la firme dureza de años de buscar cartón bajo el sol picante y la humedad de la noche. En su voz, firme, se cristaliza el deseo de que la dignidad se haga costumbre: que los pibes que juegan con los aros puedan soñarse en un futuro mejor y que la política lo posibilite con transparencia y garantía. En sus ojos está la convicción de que a nadie más le roben, como a él, el derecho a una infancia con comida, risas y juegos.

«Se busca comida, ¡nos hace falta!»

«Se busca comida, ¡nos hace falta!»

Cerraron trece comedores comunitarios de la RAE por falta de fondos para comprar alimentos. Ya lo habían hecho al menos otros seis. Para muchos niños era la única posibilidad de una comida caliente diaria. Desde la red anunciaron ollas populares para el 5 de junio y una marcha al Ministerio.

 

La Red de Apoyo Escolar y Educación Complementaria (RAE), una asociación civil que nuclea el trabajo de dieciséis organizaciones situadas en barrios del conurbano bonaerense y CABA, anunció que desde el 30 de mayo, trece comedores comunitarios cerraron sus puertas por falta de pago del programa Abordaje Comunitario (ex PNUD), dependiente del Ministerio de Capital Humano. Como resultado, quedaron sin comida a 3000 pibes y pibas, jóvenes y adultos que se encuentran bajo la línea de pobreza, muchos de ellos en situación de indigencia. Se pone en riesgo su salud, ya que la mayoría no cuenta con alternativas para acceder a un plato de comida. Luego de una asamblea anunciaron ollas populares y una marcha al a la Cartera de Sandra Pettovello para el 5 de junio.

“Nos va a tocar estar a la altura de las circunstancias, estar al lado de los pibes que se empiezan a desmayar en las escuelas por hambre. Tendremos que estar al lado de ellos”, afirmó a AM 530 Somos Radio, Margarita Zubizarreta, referente de RAE.

RAE forma parte, a su vez, de InterRedes que nuclea a seis agrupaciones similares que llevan 30 años en articulación y representan 200 organizaciones sociales comunitarias. Trabajan en apoyo educativo, espacios socioculturales y de participación comunitaria. Lo que ahora denuncia RAE ya le sucedió a la Red El Encuentro, también perteneciente a InterRedes: seis centros comunitarios dejaron de cocinar por falta de alimentos desde el 27 de mayo, cuando 1.300 niños, jóvenes y familias, quedaron sin comida.

“Nos desfinancian la RAE y El Encuentro, pero la semana que viene puede pasar lo mismo con las otras redes. Está siendo progresivo y no tenemos noción de que va a pasar”, cuenta Zubizarreta con preocupación. La RAE convocó a una asamblea en Nuestro Lugar, uno de sus centros en San Fernando. Desde allí, en diálogo con ANCCOM, Margarita Zubizarreta contó: “Acabamos de resolver hacer ollas populares en los 17 centros de la RAE el miércoles que viene a la misma hora, hacer una asamblea el jueves a la mañana en este mismo lugar, hacer un amparo judicial y seguir trabajando con las organizaciones de cada barrio y fortaleciendo la articulación con los municipios, para trabajar y hacer una movilización la semana que viene con las seis redes, que son 200 centros y 22.000 niñas, niños, jóvenes y adolescentes destinatarios de esas redes. Hacer una movilización a capital humano”.

Decir No

La referente del espacio cuenta que los chicos les piden comida y tienen que decirles que no hay: “Es imposible decirles que no. Es un desastre. Los mismos chicos nos lo dicen, están haciendo carteles. Hacemos asambleas con los educadores comunitarios, para que sepan lo que está pasando y ver qué podemos hacer. Saben que hay un depósito de mercadería que está ahí acumulada. Las familias de los chicos ya saben todo. Nos dicen que en las escuelas, en muchos casos, no estaban comiendo y que esperaban llegar al centro para tener la única comida del día: una comida de calidad con los recursos que nos daban del programa. Ahora decirles que no, nos está costando un montón. Estamos intentando estirar con lo poco que queda de fideos, arroz, pero realmente no lo podemos sostener. No tenemos de donde sacar recursos.

«Se busca “comida”: ¡nos hace falta!», menciona el cartel hecho por un niño que asiste a comera a RAE.

La RAE, contaba con tres maneras de administrar los Fondos de Abordaje Comunitario: la presencialidad, la vianda o el bolsón, todas ellas, auditadas permanentemente. Tras anunciar el cierre, desde RAE señalaron que cumplían con todos los requerimientos legales y administrativos así como con las auditorías implementadas por el Ministerio de Capital Humano. Aun así, el Estado nacional no transfiere los fondos para alimentos, alegando “demoras administrativas” en el traspaso de los recursos del Ministerio de Economía al programa.

Sin las organizaciones sociales la situación es realmente muy grave, explica Zubizarreta: “Si no recuperamos el aporte en alimentación y no logramos sostener el aporte que ademas realize la Provincia para lo socioeducativo, se van a tener que cerrar los centros. El impacto que uno ve y que nos refieren las familias después de tantos años es que se perdería reconocimiento, valoración, confianza; si se pierde eso, es un golpe mortal para los barrios. Entendemos que el Gobierno de la Provincia va a hacer lo imposible porque estamos en diálogo con funcionarios y nos dicen que lo último que van a hacer es eso. El tema es que no sé cómo van a ir acompañando semejante inflación y bajos salarios. No sé si lo vamos a poder sostener”. Y agrega: “Desde enero, con la incertidumbre de no saber si seguimos o no, estamos sin dormir. No damos más. Estamos al lado del padecimiento, y es muy difícil de comunicar, hay que estar”.

Se puede aportar económicamente a RAE, con donaciones por única vez o todo el año. También se puede contactar con esa finalidad al mail: Colaboraconrae@gmail.com.

 

Quinientas vueltas para conseguir comida

Quinientas vueltas para conseguir comida

Representantes de los comedores populares nucleados en la Fundación Papa Francisco se manifestaron en el Obelisco para reclamar al Ministerio de Capital Humano que entregue los alimentos confiscados. La Fundación asiste a 30 mil familias todos los días.

La fundación Papa Francisco realizó una marcha de silencio este miércoles al mediodía en el Obelisco para repudiar la negación del gobierno a entregar las cinco mil toneladas de alimentos que se encuentran almacenadas en depósitos desde hace seis meses.

La consigna de la actividad era realizar 500 vueltas al Obelisco para solicitar el reparto de comida. Liliana Sanuchi, presidenta de la fundación, detalló: “Hacemos este reclamo porque la situación de los comedores es muy grave, cada vez recibimos más gente que no llega a fin de mes”, luego enfatizó: “No puede ser que haya comida guardada mientras estamos en emergencia alimentaria”. 

El reclamo comenzó minutos después de las 12 y contó con la presencia de los directores de las 18 delegaciones del conurbano bonaerense que acudieron en representación de los comedores y las familias. Las 500 vueltas se fueron realizando por tandas con carteles que expresaban la leyenda de “A no aflojar” y “Fundación Papa Francisco presente”.

En diálogo con ANCCOM, Sanuchi detalló la presencia que tiene la organización: “Solo en el conurbano asistimos a más de 400 comedores lo que se traduce en 30.000 familias por mes, en las provincias por su parte es imposible contabilizar porque la cantidad de gente que pide ayuda crece día a día”, remarcó la dirigente. Por su parte, Liliana Leiva, directora de la delegación de Florencio Varela, detalló: “Desde octubre no recibimos mercadería, estamos haciendo lo que podemos, a pulmón y con donaciones privadas, pero no alcanza, en Argentina hay hambre”, cerró. 

El gobierno reconoció el martes, a través de su vocero Manuel Adorni, la existencia de los alimentos almacenados, pero argumenta que no se han entregado porque encontraron irregularidades en las auditorías que realizaron desde el Ministerio de Capital Humano dirigido por Sandra Petovello. “No distribuyen los alimentos porque dicen que hay comedores que no existen, pero yo fui auditado y hasta me felicitaron por como llevaba un registro de todo”, explica Eduardo Arellano, director de la delegación de Morón. Siguiendo esta línea el dirigente explicó: “Esto se trata de un relato que quieren imponer, primero reducen personal del Ministerio que se encarga de las auditorías y después denuncian”. 

En este contexto, el juez Sebastián Casanello ordenó que se entreguen los alimentos de inmediato pero el Gobierno ya anunció que apelará la medida, lo que generó indignación en los sectores populares. “Los tiempos de la justicia pueden ser un poco lentos”, subrayó Sanuchi.

La actividad finalizó a las 13 cuando las 500 vueltas al obelisco fueron completadas. “Elegimos esta vía de reclamo –cerró Sanuchi- para pedir y rogar que se entreguen los alimentos lo antes posible y así evitar que se pudran en un galpón mientras la gente no tiene para comer”.

No reciben comida pero sí policías

No reciben comida pero sí policías

EL Poder Judicial ordenó el allanamiento de 27 comedores populares de organizaciones sociales tras una denuncia por coacción presentada por el Ministerio de Seguridad que encabeza Patricia Bullrich. Los dirigentes advierten que se trata de una maniobra para acallar las protestas y señalan que si las organizaciones desaparecen su lugar lo ocuparán los narcos.

Durante la madrugada del lunes 13 de mayo la policía realizó veintisiete allanamientos contra comedores populares, domicilios particulares –donde había niños y niñas durmiendo–, emprendimientos productivos y oficinas de organizaciones sociales de la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires en el marco de una causa federal por presunta coacción y defraudación a la administración pública iniciada por el Ministerio de Seguridad que encabeza Patricia Bullrich.

La Justicia Federal investiga a dirigentes y militantes de las organizaciones sociales por presunta extorsión a beneficiarios de planes sociales para que participen de las manifestaciones en contra de las medidas del actual gobierno de Javier Milei. El Ministerio de Patria Bullrich aportó denuncias anónimas recibidas a través de una línea telefónica habilitada por el organismo. De un total de 900 llamados, tras la depuración que hizo la fiscalía federal de Gerardo Pollicita quedaron 45. De ellos, solamente siete personas accedieron a declarar y a partir de esos datos es que fueron ordenados –por la Sala I de la Cámara Federal porteña accediendo al pedido de la fiscalía, dado que el juez Sebastián Casanello había negado las medidas– los allanamientos a locales del Polo Obrero, del Frente de Organizaciones en Lucha (FOL) y otras organizaciones sociales, así como la intervención de líneas telefónicas y el secuestro de dispositivos.

Por su parte, las organizaciones sociales denuncian una intención de apriete del oficialismo por las protestas realizadas desde diciembre, en reclamo de la entrega de alimentos. 

Charly Fernández, integrante del FOL, fue uno de los dirigentes cuya casa fue allanada. “A eso de las 5 de la mañana nos rompieron la puerta, nos tiraron al suelo, nos encañonaron, buscando dispositivos electrónicos”, relató. Y describió que “fue un operativo totalmente desmedido, con autos no identificados, agentes de inteligencia, un show donde nos grababan. Claramente no tenían ninguna prueba, sino que venían a hacernos un allanamiento para ver qué sucedía, con el objetivo de demostrarnos el poder que tienen y que vienen a amedrentarnos”. Sin embargo, expresó que no le tienen “miedo a este gobierno injusto que comete actos ilegales y desmedidos”.

Por su parte, Silvia Saravia, referente del movimiento social Barrios de Pie, consideró que el principal objetivo de este tipo de acciones violentas es parte de un plan para criminalizar y atemorizar a quienes defienden los derechos sociales y luchan contra la política que Javier Milei lleva adelante. “Es un modelo de país que empobrece y deteriora las condiciones de vida de la mayoría de la población”, aseguró y completó: “Es un paso más en la intención de estigmatizar a las organizaciones sociales, tienen el objetivo de instaurar miedo en la población para que el gobierno de Milei avance en sus medidas con la menor resistencia posible. Más allá de que no haya ningún compañero de nuestra organización involucrado en la denuncia ni en allanamientos, consideramos un ataque para el conjunto que hoy denunciamos las consecuencias de las medidas del este gobierno, y que estamos en la calle para resistir esos avances”.

No al avance de los narcos en los barrios populares

Durante la fresca tarde del lunes, frente al Congreso Nacional, movimientos sociales y organizaciones denunciaron que las quieren destruir para facilitar los negocios del narco. 

Fernández inició la conferencia denunciando el hecho de que “varios de los allanamientos fueron en barrios populares y en villas de emergencia, donde la policía secuestró el sueldo que las compañeras tenían para sobrevivir“. Además, refirió que “las organizaciones sociales aprendimos y acá estamos todos juntos. Si nos tocan a uno, nos tocan a todos. Vamos a dar la vida por todo lo que construimos y por los pibes y pibas”

Quiénes se hicieron presentes al grito de “unidad de los trabajadores, y al que no le gusta.. se jode, se jode!” fueron los integrantes del FOL, Polo Obrero, Barrios de Pie, UTEP, Coordinadora por el Cambio Social, CUBa, MTL, entre otras. Además, acompañaron a las organizaciones sociales los diputados nacionales del Frente de Izquierda Unidad, Christian Castillo y Romina del Plá, y Carlos “Sueco” Lordkipanidse, del Encuentro Militante Cachito Fukman y el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia.

Eduardo Beliboni, dirigente del Polo Obrero, expresó que “el movimiento piquetero pelea contra el Gobierno desde el 20 de diciembre. Iniciaron una causa para atacar nuestras movilizaciones. Todos los allanamientos fueron ilegales y clandestinos, lo primero que hizo la policía al allanar el local central del Polo fue apagar las cámaras de seguridad. ¿Por qué será?”.

Las organizaciones reivindicaron la lucha conjunta frente al ataque del Gobierno nacional para “priorizar el avance de los narcos en los barrios populares”, al decir de la mayoría de los oradores. 

 

Amparo judicial por alimentos 

La Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular(UTEP), con el acompañamiento del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), presentó una medida cautelar para que el Ministerio de Capital Humano que conduce Sandra Pettovello garantice de manera urgente el derecho a la alimentación de todas las personas que asisten a estos espacios, con comida de calidad, en cantidad suficiente y adecuada.

Según integrantes de la UTEP, desde diciembre de 2023 los espacios socio comunitarios dejaron de recibir productos o dinero para afrontar la demanda de alimentos, al mismo tiempo que aumentó la pobreza que afecta principalmente a niños, mujeres y adultos mayores. El Estado nacional tiene la obligación de garantizar permanentemente y prioritariamente el derecho a la alimentación y seguridad alimentaria y nutricional, en cumplimiento de las leyes 25724 y 27642.