Sep 17, 2021 | Culturas, Novedades
Zulema Razzotti en el taller de Hecho en Buenos Aires.
El Museo de Arte Moderno de Buenos Aires inauguró la exhibición El ojo interminable, compuesta por las obras de ocho artistas de Hecho en Buenos Aires (HBA). La muestra cuenta con la curaduría de Victoria Noorthoorn -directora del museo- en colaboración con Américo Gadpen -actual director de HBA y uno de los coordinadores del taller de arte-.La propuesta incluye trabajos de Alberto Díaz, César Ferreira, Jorge de Mendonça Gaziba “El Colo”, Helvio Rivero y Hornos, Zulema Razzotti, Fabián Tanferno, Wilson Yogurto y Zulma Villafañe.
Hecho en Buenos Aires, fundada por la fallecida periodista Patricia Merkin, es una empresa social y autogestiva cuyo objetivo consiste en promover el desarrollo integral de personas en situación de vulnerabilidad. Desde junio de 2000, produce una revista con el propósito de impulsar la inserción laboral de quienes el sistema dejó afuera para que, a través de la venta de los ejemplares, puedan generar su propio ingreso.
HBA funciona, también, como un punto agroecológico llamado A cultivar que se acaba el mundo, con la finalidad de acercar a productores -campesinos, independientes y cooperativistas- y consumidores, fomentando, así, la soberanía alimentaria y el comercio justo y solidario. Asimismo, la organización brinda a sus vendedores formación en arte y otras actividades culturales. En palabras de Américo Gadpen: “Tenemos clases de pintura, hip hop, yoga, expresión corporal, escritura, inglés y, próximamente, teatro y canto. Son actividades pedidas por ellos. El legado de Merkin se puede ver plasmado en todo lo que hacemos”.
El ojo interminable reúne obras que hablan por sí mismas, cuentan las historias de personas que pudieron trascender los problemas, el dolor y la tragedia. Sus autores encontraron en el arte un espacio de contención y el incentivo para desarrollar su imaginación y creatividad.
Para estos experimentados artistas, la llegada al Museo Moderno es un hecho inédito, resultado del esfuerzo colectivo. Así lo hace saber la maestra, la experimentada artista plástica Diana Aisenberg: “Me siento madrina de este proyecto, que tiene el corazón artístico que Patricia Merkin siempre soñó, por estar desde el comienzo y ayudar a elegir el nombre Hecho en Buenos Aires. Junto a Américo, coordinamos un grupo de personas comprometidas, conectadas a través del talento que los mueve y eso se puede observar en la calidad de sus creaciones. Celebro que el Moderno tenga esta muestra, porque estamos abriendo una puerta y construyendo el perfil de museo que queremos”.
Zulma Villafañe llegó a HBA en 2003, cuando se encontraba desempleada y en una precaria situación habitacional. Su incorporación como vendedora de las revistas y estudiante del taller contribuyó a que, progresivamente, pudiera estabilizarse. Actualmente, disfruta pintar todas las noches mientras mira las series “CSI” o “La ley y el orden”. Para ella, el arte significa un aliciente para la vida y, también, un apoyo para transitar la pérdida. En sus obras destacan las líneas y la figura de un ojo, con los que quiere transmitir calidez y alegría.
Al respecto, la autora explicó: “Me preguntan por qué lo hago y siempre digo que el ojo transmite, que es el alma de las personas. Quiero que mis pinturas sean el abrazo y la felicidad para alguien que lo necesite. Cuando quedé viuda hace dos años, seguir pintando me ayudó a no caer en depresión, a no sentirme sola. Gracias a este proyecto nos permitimos imaginar un mundo mejor. Los artistas tenemos muchos sueños que, como hoy, después de algunos años, se cumplen”.
Zulema Razzotti se acercó a la organización en condiciones similares a las de Villafañe. Hace más de 10 años forma parte del staff de vendedores y de los talleres. Allí, además de generar sus propios ingresos, pudo construir fuertes vínculos de amistad. Define al arte como ‘una fuente de vida’ y declara que es por las noches cuando se siente más inspirada. Cuenta con numerosas obras en su haber, fruto de su dedicación y constancia. En ellas predominan los colores vivos, las figuras geométricas y la ilustración botánica.
“No hay un sólo día que no quiera agarrar el pincel. A veces, mientras hablo por teléfono con Zulma, miro la televisión o escucho música. Pintar me da fuerzas y me hace feliz. Estar en el Moderno exponiendo, junto a mis compañeros, es una gran emoción, un sueño hecho realidad. Somos una familia, hemos trabajado mucho y hoy estamos acá. Todavía no lo puedo creer. Sólo tengo palabras de agradecimiento para Patricia, mis maestros y todos los que apoyan este proyecto”, expresó la artista.
Alberto Díaz se presentó en la empresa social, en 2003, cuando se encontraba desempleado, en situación de calle y con su salud deteriorada por el consumo de alcohol. Gracias al acompañamiento que recibió y su fuerte deseo de mejorar, logró recuperarse. Si bien ya no trabaja como vendedor, todavía asiste al taller que lo terminó de formar como artista. Díaz es vecino y admirador de San Telmo, por eso, sus obras recrean los paisajes rioplatenses y el bandoneón como emblema del tango.
El pintor y escultor detalló: “Vivo en el barrio desde hace muchos años y me siento parte de él. En HBA encontré un grupo de personas admirables, con Patricia Merkin a la cabeza. Su sueño era lograr la inclusión, ayudar a los que no tienen nada y hoy lo estamos cumpliendo. Para nosotros, ha sido un largo camino y es una satisfacción enorme llegar a estas paredes. Estoy muy contento con mis compañeros, con mis profesores y con todas las personas que intervinieron poniendo un granito de arena para que esto sucediera”.
Fabián Tanferno acudió a la organización aquejado por el desempleo, la falta de techo y graves problemas de adicciones. Allí, recibió asistencia social para iniciar el tratamiento y, paralelamente, Gadpen lo invitó a unirse al taller. En el arte, Tanferno se permitió expresar sus miedos, necesidades y urgencias. Una de sus obras expuestas en el Moderno guarda el recuerdo de aquella etapa pues, la había realizado una semana antes de su internación. “HBA me salvó la vida. Yo estaba en situación de calle y era un consumidor activo de pasta base. Américo siempre me decía ‘empezá a pintar’ y acepté. Fue ahí donde pude plasmar todo y darme cuenta de lo que me pasaba. Cuando me convocaron, no me acordaba de esa pintura. Hoy, la veo y puedo observar que ahí se estaban yendo muchas cosas de ese personaje que era yo, ese era mi pedido de ayuda. La hice días antes de ingresar a la clínica. Hace más de 12 años que no consumo, soy consejero en fundaciones y me dedico a pasar este mensaje”, manifestó el artista.
La exposición celebra el inicio de una colaboración entre el Museo de Arte Moderno y Hecho en Buenos Aires. Se trata de una iniciativa conjunta enmarcada dentro de ‘Kilómetro 1’, un proyecto del Moderno para construir un museo federal, accesible e inclusivo. Con ese objetivo, la institución busca abrir sus puertas al barrio, trabajando con organizaciones sociales, artistas y emprendimientos culturales de San Telmo. Como lo afirmó su directora: “El año pasado, en medio de la pandemia, pudimos acercarnos a muchas personas gracias a las plataformas digitales. Este año, queremos dar un paso más para lograr disolver esta enorme fachada y que los vecinos se acerquen y se sientan en su casa. Vamos a poner a disposición el patio, para que proyectos sociales y artísticos, comerciantes y libreros puedan vender sus productos. Este encuentro con HBA significa la unión de voluntades de personas que creen, con profunda convicción, en la importancia del arte para la educación, la integración social y el desarrollo humano”.
La muestra estará disponible hasta el 28 de febrero de 2022 en el Museo de Arte Moderno, ubicado en Av. San Juan 350, San Telmo, C.A.B.A. Se puede visitar los días lunes, miércoles, jueves y viernes de 11:00 a 19:00; sábados, domingos y feriados de 11:00 a 20:00. La entrada general es de 50 pesos, con reserva previa.
Sep 8, 2021 | Géneros, Novedades
¿Qué pasá cuando se exhiben fotos en la web sin consentimiento? Este tipo de acción ¿lo contempla el actual Código Penal como un delito? ¿Cuáles son los proyectos de ley vigentes que se ocupan de la cuestión? Anccom charló sobre el mal llamado delito de “pornovenganza” con Marina Benítez Demtschenko, abogada especializada en delitos informáticos con perspectiva de género y Directora de la Fundación Activismo Feminista Digital.
En junio pasado, en Argentina se dio un fallo catalogado como ejemplar en materia de delitos informáticos. Patricio Poli resultó sentenciado a cinco años de prisión efectiva, pero su condena no fue por haber difundido imágenes íntimas de su expareja, como circuló por infinidad de medios, sino por violencia de género, física y psicológica. El cargo: “Coacción y lesiones leves calificadas”.
La mal llamada “pornovenganza” es la difusión no consentida de imágenes o videos íntimos en redes sociales, servicios de mensajería instantánea y cualquier tipo de medio social donde se comparte información y se encuentra tipificado la Ley Penal Argentina como un tipo más de extorsión. Por otro lado, se distingue del llamado “sexo extorsión”,que ocurre cuando una persona es amenazada y debe dar dinero o hacer algo a cambio de que no difundan imágenes íntimas.
El término “pornovenganza” o “revenge porn” para referirse a este delito es equivocado. La pornografía es una práctica consensuada que no busca el sometimiento de la otra persona ni su humillación. La idea de “venganza” apunta directamente a la víctima, ya que este concepto está vinculado a una suerte de merecimiento por parte de la misma. Sin embargo, cuando hablamos de difusión de imágenes íntimas sin consentimiento, aún no hay en nuestro país una figura lo contemple como un delito específico.
Si bien no existen estadísticas oficiales, la Asociación de Lucha contra el Cibercrimen (AALCC), en un informe presentado en 2019, determinó que este delito afecta en un 87% a mujeres y adolescentes. Durante el periodo 2016-2018 se incrementaron un 20% las denuncias de difusión de material íntimo sin consentimiento. En ese lapso hubo 650 denuncias por “pornovenganza” y 3.500 por “sexo extorsión”.
Perspectiva de género
El 23 de julio del 2020, el Senado de la Nación dio sanción a un proyecto de ley para regular la difusión no consentida de imágenes íntimas. La iniciativa fue elaborada sobre la base del proyecto de ley de la senadora por Santiago del Estero, Claudia Ledesma Abdala de Zamora (Frente de Todos), donde se tuvo en cuenta el proyecto de la senadora por Tucumán Silvia Elías de Pérez (Juntos por el Cambio). Dicha sanción pasó a la Cámara de Diputados, pero luego no fue sometido a debate parlamentario, por lo que continúa pendiente de tratamiento en la Cámara Baja.
En diálogo con ANCCOM, Marina Benítez Demtschenko puso bajo la lupa el tratamiento del problema: “Técnicamente, todos los proyectos son espantosos, adolecen de falencias que son preocupantes y terminan siendo muy desprotectores en el caso en que se conviertan efectivamente en ley. Lo que no se tuvo en cuenta a la hora de redactar estos proyectos, es que en este tipo de delito, se requiere de una inmediatez absoluta y que no puede ser tratado de la misma manera que la violencia física; el contenido es imposible de bajar de la web, el agresor es omnipresente y existen otros agresores potenciales que son quienes difunden el material”.
El antecedente en Latinoamérica para este tipo de delitos es la Ley Olimpia, de México. Su nombre proviene de una mujer que fue acosada virtualmente luego de la viralización de material audiovisual íntimo sin su consentimiento. Dicha norma busca tipificar este tipo de situaciones y prevé una condena de hasta 6 años de prisión y multas económicas.
“Un error garrafal del último proyecto debatido en el Senado es que es un copiar/pegar de la Ley Olimpia de México. Se deben tener en cuenta las características de nuestro país en materia informática. Lo que hace esta ley es enmarcar el concepto de violencia digital directamente relacionado a la difusión no consentida de material íntimo y esto se trata de una problemática mucho más omnicomprensiva que supone otros comportamientos y conductas dañosas hacia las mujeres”, aclara la también directora de Activismo Feminista Digital.
En nuestro país, la regulación mexicana fue tomada como modelo en 2019 por la Comisión de Igualdad de Género de la Cámara de Diputados. En la misma, se propuso modificar la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, y los mexicanos aprobaron la ley en una sesión histórica con cuatrocientos votos a favor y cero en contra.
El proyecto vigente define la violencia digital como “actos de acoso, hostigamiento, amenazas, insultos, vulneración de datos e información privada, difusión de contenido sexual sin su consentimiento, textos, fotografías, videos y/o datos personales (…) o cualquier otra acción que sea cometida a través de Tecnologías de la Información y la Comunicación (…) y atente contra la integridad, la dignidad, la vida privada o vulnere algún derecho humano de las mujeres”.
“Quieren incorporar a este delito bajo lo que se denomina de instancia privada, lo que supone que quien denuncia en medio de la desesperación de una viralización tenga que impulsar toda una investigación. Si de verdad queremos que este tipo de conductas se penalicen, hay que tener en cuenta la brecha al acceso a la justicia que tenemos las mujeres y lo que conlleva hacer una denuncia de este tipo. No se puede copiar/pegar y hacemos notas solo para la agenda mediática sino que se tiene que llevar adelante este tipo de proyectos conociendo bien la problemática”, explica Demtschenko.
¿Cómo es la legislación en otros países?
Aunque no hay una figura ni pena común, desde 2014 algunos países que han avanzado en legislaciones para penar la difusión no consentida de imágenes íntimas. Entre otros: Israel, Japón, Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, España, Nueva Zelanda, Alemania, Filipinas, México, Brasil, Perú y Puerto Rico.
Hace siete años, Israel se convirtió en el primero del mundo en incorporar a su Código la figura de “pornovenganza” como delito. De esta manera, el delito se catalogó como crimen sexual y a las personas afectadas como víctimas de abuso sexual. Se modificó la ley sobre acoso sexual y se incluyeron penas de hasta cinco años de cárcel.
Las sanciones no siguen un criterio unívoco. Alemania impone multas. Reino Unido, Irlanda del Norte y Nueva Zelanda aplican sanciones penales; Brasil y Canadá establecen responsabilidades indemnizatorias del tipo civil. España aplica penalidades privativas de libertad y multas, y agravantes en atención a circunstancias personales del hecho y de la víctima. Perú contempla también imponer medidas de prisión, con agravantes para los funcionarios públicos y Puerto Rico sigue la misma línea.
Mientras tanto, los diputados nacionales siguen bailando un eterno minué en medio de una campaña electoral en donde se discute si está bien usar el término “garchar”. a propósito de la frase de Victoria Tolosa Paz.
Las víctimas se multiplican a falta de sanciones efectivas porque sin penas no existe seguridad ni protección ante hechos de violencia machista mediados por la tecnología. Antes de comenzar la pandemia el 87% de las agredidas eran mujeres y muchas adolescentes. Las expectativas de los próximos relevamientos no son alentadoras.