Marcha por la reparación histórica a la comunidad trans
En un contexto de desmantelamiento de organismos y despidos de miles de trabajadores, se realizó el noveno reclamo de Reparación Histórica por parte de la comunidad trans.
Pochoclo y maíz pisingallo sobre las baldosas. Alrededor, velas; veinticuatro velas encendidas a pesar de que el viento frío de junio tendía a apagarlas; son velas del color de la bandera trans, celeste y rosa. Flores margaritas y flores con algunos pétalos violetas formaban un semicírculo. Cuencos sahumadores, sahumerios y hojas de laurel, el humo que completaba la escena. Sobre la reja que bordea la escultura de chapa que recuerda la Carpa Blanca, había más velas, también encendidas. Un cartón y una frase entremedio de los barrotes: “Las travas ya no tenemos miedo”. Al unísono, se escuchaba el recitado de dos mujeres desde el camión-escenario montado enfrente del Congreso Nacional:
“Ofrendas, sabores y abrazos. Ritual insurrecto que crece desde abajo. Sabemos que la muerte es mentira y que el olvido no tiene lugar. Vinimos a invocar a nuestros compañeres que ya no están. Invocamos su fuego, su fuerza, su coraje. Invocamos su valentía y su voluntad de soñar y construir. Invocamos por siempre este orgullo desviado de ser mariposas en un sistema gobernado por gusanos. Ritual insurrecto de sangre efervescente, de mirada rebelde y furia en alto”.
En la base de eso que estaba siendo un altar, un collage que de a poco iban componiendo el resto de las integrantes de la Asamblea Desviada del Conurbano Sur. Con las manos enchastradas de cola vinílica, pegaban fotografías de mujeres históricas, desde Maria Elena Walsh y Lohana Berkins, hasta mujeres víctimas de travesticidios. Lineas anchas de color rojo las unían. Previamente, habían quemado con un encendedor los bordes de las imágenes.
La convocatoría a la Novena Marcha Plurinacional Basta de Travesticidios, Transfemicidios y Transhomicidios era a las cuatro de la tarde. A las tres y media ya había movimiento. A cada acto de colgar una bandera en las rejas de Plaza Congreso le seguían abrazos y aplausos. Para las cinco los barrotes ya casi ni se veían. Mabel, la hermana de Sofía Fernández, estuvo presente y llevaba un cartel: “Walter, te equivocaste. Yo quería vivir y ellos me arrebataron mi vida y mis sueños”.
La autopsia reveló que Sofía, una mujer trans de 39 años que quería ser enfermera, fue torturada, violada, sujetada por más de tres personas y asesinada por asfixia, pero para el Juez Walter Saetton nada tienen que ver los policías bonaerenses que estaban en la comisaría ese 8 de abril de 2023 cuando fue detenida -detención que los agentes no supieron, o no pudieron, o no quisieron, o la Provincia no quiso, explicar. Pero el cuerpo de Sofía habló. “¿Dejaron su cuerpo tirado por más de 24hs y nadie se dio cuenta del estado en que se encontraba?”, rezaba la pancarta que cargaba Marta Campos, militante trava, quien se encontraba al lado de Mabel.
Arriba del camión-escenario Mabel tomó el micrófono. Con largas pausas entre palabra y palabra, a ritmo delicado, pidió justicia por su hermana y la renuncia de Saetton. Su rostro, sin gesto alguno más que los movimientos que se producen al hablar. Su voz, fría y tensa en medio del silencio que se instalaba. Todos la miraban, desconcertados, incómodos, llorosos, esperando que su discurso siguiera avanzando. “¡Fuerza compañera! No estás sola”, gritó alguien. Aplausos sonaron. Mabel esperó. Suspiró. Y siguió.
– ¡Sofía Fernández! -exclamó una de las compañeras.
– ¡Presente! -respondió la multitud-, ¡Justicia!- se la escuchó gritar a Mabel.
Más tarde, Alma Fernández, oriunda de Tucumán, autora e impulsora del Cupo Laboral Travesti Trans y primera empleada trans del Senado de Buenos Aires, desde el escenario vociferaba algunos nombres. El rugido de “¡Presente!” como separador entre cada historia de vida: “Zoe García. Sofia Fernández. Tehuel de la Torre. Nadia Echazú. Evelyn Rojas. Melody Barrera”. Solo algunos, porque tan solo en 2023 hubo 133 crímenes de odio por ser trans, travesti, gay y lesbiana, según un informe gestionado por la Defensoría del Pueblo. En 2022 habían sido 129, y en 2021, 120.
Inmediatamente, Alma levantó en el aire la consigna principal de la convocatoria: “Nueve años gritando basta de travesticidios, transfemicidios y transhomicidios, aprendiendo de que si nos abrazamos el frío no entra. Más de cien personas que entraron por el Cupo fueron despedidas: vamos por cada uno de esos puestos que son realidades que estaban empezando a construir un proyecto de vida”. Y finalizó con la arenga “¡Milei no es Mi Ley! ¡Furia travesti!”.
“Señor, señora / no sea indiferente / se mata a las travestis en la cara de la gente” como uno de los cánticos que continuaron a la intervención de Fernández.
La primera Miss Trans argentina, Mónica León, agitaba la bandera del orgullo. En el 2004 fue víctima de trata, secuestrada en México y trasladada a Europa. No contó cómo escapó, pero sí que entre el 2010 y 2016 hizo tres viajes de incógnito para preservar su vida: “Somos comercializadas como pedazos de carne cruda. Yo denuncio a las mafias sudamericanas trans. Las víctimas llegan a París y se desplazan por toda la comunidad europea”. Monica habla y sus ojos se le ponen vidriosos, se le anuda la garganta,aguarda, toma fuerza y sigue:”Es una organización criminal muy estructurada que aporta mucho dinero. Mi lucha es contra ese sistema explotador”
Doce horas antes, en la Cámara de Diputados se había aprobado la Ley Base que achica y vacía el Estado. Una nueva ola de despidos en la Secretaría de Derechos Humanos y en el Archivo Nacional de la Memoria. La Subsecretaría de Protección contra la Violencia de Género no quedó exenta: 80% de les trabajadores despedides. Es la destrucción de programas como la Línea 144, Ley Micaela, Asistencia Integral en Femicidios y Travesticidios, entre otros. Una de las despedidas es una compañera trava, sí, en el Día Internacional del Orgullo LGBTQ+ que se celebra cada 28 de junio en conmemoración de las revueltas del bar de Stonewall, Nueva York, ocurridas en 1969 tras una redada policial.
Manu Mireles, cofundadora de la Mocha Celis, explicó el significado del orgullo: “Yo creo que el orgullo es la posibilidad que tenemos las disidencias sexuales de decir ‘acá estamos, acá existimos’. Es, como decía Carlos Jáuregui, una respuesta a una sociedad que nos educa para sentir vergüenza. El orgullo es poder reivindicar el amor, la familia y la ternura en el espacio público”. A su vez, reivindicó el valor gregario: “En este contexto de desmantelamiento de las políticas públicas del Estado Nacional necesitamos más que nunca tener la fuerza de lo comunitario y repensar los espacios políticos desde un espacio de abrazo y contención”.
Las Históricas Argentinas, asociación civil que reúne trans y travestis “viejas”, participaron de la convocatoria. “No podemos marchar por la calle por el protocolo antipiquete de Bullrich. Lo vamos a hacer alrededor de la Plaza.Ya el 24 de mayo con la segunda marcha plurinacional de la Reparación Histórica nos reprimieron”, comentó Azul Hidalgo, una de sus referentes.
A las seis comenzó la ronda de las travas: “Como nos enseñaron y legaron madres y abuelas de Plaza de Mayo. Hoy reivindicamos su lucha y su ronda en este contexto de persecución política y crueldad. No abandonamos nuestros reclamos y seguiremos gritando ¡Justicia!” se leyó en un documento final.
“Quiero pedir por las compañeras muertas de los 80’ y los 90’. Yo soy una de las sobrevivientes. Las viejas todavía estamos y sabemos hablar” -dijo, a la vez que frenó por un momento el avance de la ronda, Patricia Paladino, también de Las Históricas, quien se había ubicado adelante de la bandera de arrastre. Alma Fernández le pidió que dijera los nombres de las que ya no están, y así fue:
– ¡Mónica Rámos! – replicó Paladino
– ¡Presente! – contestó la multitud
– ¡“La Bubú”!- continuó Paladino
– ¡Presente!
– ¡Marcela Ibañez!
– ¡Presente!
– ¡Diana Magalí Muñiz!
– ¡Presente!
– ¡”Vivián”!
– ¡Presente!
La ronda avanzó al canto de “Olé, olé / olé, olá / para las travas / reparación / es una deuda que nos debe la nación / olé olé / olé, olá “
“A mi me cuesta mucho venir, para mi es un día triste. No sé por qué nosotres no logramos tenerlo como un dia no laborable. La verdad que quiero estar en mi casa y llorar a mis muertas en paz, tranquila. Pero después vengo y veo toda esta juventud movilizada y acompañando, y eso reconforta mucho el alma, te hace ver a la distancia que nada de lo hecho ha sido en vano”, arrojó la histórica Marlen Wayar quien instantes atrás le había devuelto la sonrisa a una nena que estaba usando la bandera trans como capa. Acto seguido, Wayar la invitó a sostener junto a ella el cartel “Vivas nos queremos. Reparación histórica ¡Ya!”
La batucada de Talleres Batuka había comenzado a sonar cuando la ronda de más de 2000 personas terminaba. La lectura del documento final se acercaba. Más de 30 tambores estaban siendo repiqueteados por una mayoría de mujeres que como podían, en tanto el instrumento limita el movimiento, bailaban al ritmo de sus propios repiques.
“Ante los aberrantes discursos de odio y violencia que no cesan, exigimos justicia por cada una de las personas que ya no están, víctimas de la violencia extrema de la sociedad que hoy son fomentadas desde los voceros públicos del Gobierno Nacional, periodistas y referentes políticos y sociales con discursos de odio, desinformación, descalificación, estigmatización, patologización y adoctrinamiento cis-heteronormativo”, se leyó en el documento realizado conjuntamente por diversas organizaciones.
“Estamos aquí para reivindicar nuestra visibilidad en la sociedad, el derecho a la vida. A la equidad, a la salud, la educación, la vivienda, el ocio, sí, el ocio también, el placer, el amor, el trabajo digno, el respeto por los derechos humanos cada año nos convoca un grito político y federal, ¡basta de matarnos! ¡Basta de matarnos!“, decía también el documento.