El primer libro de ANCCOM sale a la venta

El primer libro de ANCCOM sale a la venta

La Agencia de Noticias de la Carrera de Ciencias de la Comunicación lanza «Miradas que revelan. 10 años de fotoperiodismo en ANCCOM», un volumen que da cuenta de  nuestra experiencia profesional y pedagógica a través de la fotografía. Casi 150 imágenes que recorren la historia reciente de la Argentina, con un punto de vista joven y producidas por un medio gestado en la universidad pública. Enterate cómo conseguirlo. 

Con enorme satisfacción queremos contarles que para cerrar las celebraciones por nuestra primera década de trabajo, lazamos el libro Miradas que revelan. 10 años de fotoperiodismo en ANCCOM, que da cuenta del trabajo profesional y pedagógico que viene realizando la Agencia a través de las imágenes que acompañaron nuestras notas.

Este libro busca reconstruir cómo es nuestra forma de trabajo y la trama que se teje detrás de cada cobertura fotográfica, contar cómo fue posible realizarlas, recorrer algunas de ellas, además de conocer lo que dicen las y los alumnos que las llevaron a cabo. Como bonus track, estas páginas relatan en imágenes la historia reciente de la Argentina.

En un momento en donde el ecosistema mediático se ha concentrado como nunca, esta agencia universitaria expande el horizonte de lo visible, multiplica las miradas y voces sobre los acontecimientos vividos, construye narraciones libres de los dictámenes del mercado, amplía el derecho a la libertad de expresión y, al mismo tiempo, constituye un espacio de formación y expresión fundamental para sus alumnos.

Abrimos la primera preventa desde el 6/12 al 14/12 a un precio especial de lanzamiento de $38.000

Para realizar la compra, podés hacer la transferencia a:

ALIAS: libro.anccom
CVU: 0000003100055453578477
A nombre de: Diego Fabian Rosemberg

Una vez realizada la compra, por favor, envíanos el comprobante a libro.anccom@gmail.com para registrar tu reserva.

Los ejemplares se entregarán a partir de la presentación del libro que se realizará en marzo de 2026.

Este proyecto es posible gracias al trabajo conjunto con la editorial Asamblea de Imágenes y la Dirección de la Carrera de Comunicación. También necesita del apoyo de la comunidad para llegar a la imprenta. Tu compra en la preventa es clave para garantizar la edición del libro.

Gracias por acompañarnos y por formar parte de esta construcción colectiva de miradas, memoria y comunicación.

Caromar despidió a 75 trabajadores

Caromar despidió a 75 trabajadores

La ola de despidos que sufre el país no se detiene. Ahora la distribuidora mayorista cerró este fin de semana sus sucursales de San Justo y Mar del Plata, dejando 75 nuevos desempleados. En la filial del conurbano se realiza un acampe en busca de garantizar, por lo menos, las indemnizaciones.

Otro acampe de trabajadores ante una empresa cerrada. Este martes 2 de diciembre, en el Ministerio de Trabajo de la Provincia de Buenos Aires, representantes del Sindicato de Empleados y Obreros de Comercio y Afines (SEOCA) de Zona Oeste se reunieron con apoderados de Caromar, distribuidora mayorista de productos de higiene y perfumería, que cerró intempestivamente sus puertas el lunes en las sucursales de San Justo y Mar del Plata, sin aviso ni pago de indemnización a 75 trabajadores que fueron despedidos.

“A mí me llamaron el domingo a las ocho de la noche para darme la mala noticia. Y en ese mismo momento pusimos al tanto a los delegados y a la secretaría gremial. Nadie sabía nada”, dice en diálogo con ANCCOM Javier Valenzuela, abogado de SEOCA, que relata: “El lunes, sin previo aviso, cerraron quizás la sucursal más grande, la de San Justo, donde hay unos 60 trabajadores, sin salarios devengados, sin indemnizaciones ni expectativas de indemnizaciones, invocando una causal de fuerza mayor. En virtud de eso hicimos un acampe afuera del establecimiento (no lo intrusamos) tratando de garantizar que no salgan los camiones con mercadería, a los fines de preservar el crédito de los trabajadores y trabajadoras. De inmediato pedimos una audiencia en el Ministerio, y hoy martes en la mañana se llevó a cabo la misma, que duró tres horas”, consigna.

Desde el SEOCA enfatizan que el conflicto no es por el cierre de la empresa, sino por el pago de salarios e indemnizaciones. Desde el área de prensa se informó a ANCCOM que en la reunión se acordó un plazo hasta el viernes para cancelar el mes de sueldo adeudado. La medida de fuerza se mantendrá hasta que ese pago se acredite. Luego se pactó un cuarto intermedio hasta el próximo martes 9 de diciembre, día en que se negociará el porcentaje de la indemnización.

“El sindicato amenazó con extender el conflicto a las otras sucursales que están dentro de nuestra jurisdicción”, retoma Valenzuela, “lo que obviamente queremos evitar, porque no queremos que salpique a ellas cualquier represalia, sobre todo por el modo drástico en que la empresa llevó a cabo esta acción. Pero, cuidando ese detalle, nosotros hicimos hincapié en que las condiciones son el pago de los salarios adeudados, la liquidación final (con aguinaldo y vacaciones proporcionales) y entrar a discutir las indemnizaciones en estos días que vienen”.

Según el SEOCA, la empresa mandó los telegramas de despido amparándose en el imperativo de fuerza mayor, que permite pagar el 50% de las indemnizaciones prestablecidas. Desde el sindicato arguyen que la empresa no habría realizado las presentaciones necesarias para el beneficio, por lo que correspondería el depósito íntegro de la indemnización.

“La Ley del Contrato de Trabajo establece un Procedimiento Preventivo de Crisis”, explica el abogado, “que es un trámite administrativo en el cual la empresa debe fundar la situación de crisis. Recién ahí, si están dadas las condiciones, se autoriza a las medidas que pueden ser despidos, suspensiones o lo que sea. La empresa no ha hecho eso, y con eso ha obstaculizado la viabilidad del 50%. Pero tampoco hoy en la audiencia dijo cuanto quería pagar, porque el apoderado de la empresa no tenía un mandato firme”, relata.

En su recuento de los hechos, Valenzuela enfatiza que desde el SEOCA ya habían citado hace dos meses a representantes de Caromar: el cuerpo de delegados de una de las sucursales, que casualmente no fue la afectada por el cierre, detectó una falta importante en la reposición de productos, lo que generó inquietud en el personal. Desde la empresa aseguraron que no habría cierre, que simplemente no había demanda suficiente para reponer la cantidad que había antes.

“Pero los trabajadores advirtieron que eso no era común”, sigue el letrado, “porque han atravesado otras etapas similares donde eso no había ocurrido. Básicamente es una táctica de acorralar a los trabajadores sacando ventaja de la necesidad, sobre todo porque terminó el mes y no les pagaron los sueldos. Y el sindicato fue firme en no deponer las medidas de fuerza hasta no esté acreditado el crédito éste. El crédito que hace a la supervivencia, ¿no? Después tenemos por delante la discusión de la reparación del daño, que no es otra cosa que las indemnizaciones de ley”.

En Mar del Plata, en tanto, fueron despedidos otros 15 trabajadores. “Nos enteramos por los medios”, dijo al portal 0223 Esteban Fraysse, secretario gremial del Sindicato de Empleados de Comercio de Mar del Plata y Zona Atlántica. “El sereno del turno tarde-noche fue y se dio cuenta de que le habían cambiado la cerradura al lugar y que habían puesto gente de seguridad privada”.

Pocos días atrás, la multinacional Whirlpool anunció el cierre de una planta en Pilar, resultando en el despido de 220 trabajadores. Por las mismas fechas, la fábrica de ollas Essen redujo su personal en Venado Tuerto, con más de treinta despedidos. En La Rioja cerraron la textil Luxo y la fábrica de calzado Vulcalar, perdiéndose entre ellas 120 puestos de trabajo. La empresa norteamericana Naschel se fue de San Luis, con más de 50 despidos, y se sumaron 80 suspensiones en la planta Georgalos de Victoria.

Efecto dominó

El cierre de la fábrica de Caromar está lejos de ser un caso aislado. Pocos días atrás, la multinacional Whirlpool anunció el cierre de una planta en Pilar, resultando en el despido de 220 trabajadores. Por las mismas fechas, la fábrica de ollas Essen redujo su personal en Venado Tuerto, con más de treinta despedidos. En La Rioja cerraron la textil Luxo y la fábrica de calzado Vulcalar, perdiéndose entre ellas 120 puestos de trabajo. La empresa norteamericana Naschel se fue de San Luis, con más de 50 despidos, y se sumaron 80 suspensiones en la planta Georgalos de Victoria.

“Nosotros no desconocemos la situación de crisis que atraviesa el país”, sigue Valenzuela, “Obviamente, también muchos sectores empresarios han sido accionistas de esto, y hoy ven salpicado su propio comportamiento en sus actividades económicas. La actividad comercial, mayorista y supermercadista está cada vez más complicada, y esto avizora un sinfín de conflictos. Y lo que tenemos también es que, a raíz de que muchas empresas se van animando a tomar medidas de esta naturaleza, se genera un efecto dominó donde otras que, por la razón que sea, lo tenían de algún modo retraído, ahora se animan, porque saben que en principio no hay sanciones, no hay medidas. El Estado mira para el otro lado, y hay una apatía social que también contribuye a este desmadre”.

El gobierno del presidente Javier Milei ha afectado con fuerza el tejido industrial argentino. Esto se debe gran medida a la drástica apertura a las importaciones y, de la mano con lo anterior, a la apreciación del peso frente al dólar, que dificulta competir ante las producciones internacionales. Todo esto en un contexto donde aumenta el costo de vida, disminuye el consumo y, como si no fuera poco, se pierden cada vez más puestos de trabajo.

“Toda la política del gobierno pareciera fijarse en pisar el dólar para que no haya inflación”, cierra el abogado,“Y hoy pensaba que, si bien en Argentina ha sido un fenómeno bastante preocupante, Guatemala debe tener un 2% de inflación y 80% de pobres: no es ese el camino con una economía absolutamente retraída, aplastada, donde no se avizora ningún futuro. Así que nada, ponemos las esperanzas en que esto pueda revertirse: los trabajadores estamos atravesando una tragedia que nunca imaginamos, así que esperamos torcer la historia y cambiar el rumbo de las cosas”.

Un Sorrentino delicioso

Un Sorrentino delicioso

El cineasta italiano, director de «Fue la mano de Dios», pasó por Buenos Aires y ofreció una masterclass. Habló, entre otras cosas, sobre el vínculo del arte con el dinero, de la belleza con la vulnerabilidad y de Buenos Aires con Nápoles.

Paolo Sorrentino llegó por primera vez a Buenos Aires y la ciudad respondió como si recibiera a un viejo amigo. La Sala Martín Coronado del Teatro San Martín se llenó antes de tiempo para escucharlo en una masterclass que resultó mucho más que una clase: fue un pequeño viaje hacia su manera de mirar el mundo, hacia ese territorio ambiguo donde conviven la belleza, el riesgo, la memoria y la ficción.

Sorrentino llegó invitado por Buenos Aires Cine y como antesala al laboratorio cinematográfico que dirigirá en diciembre en la Patagonia, donde trabajará con jóvenes realizadores de distintos países. Quizás por eso su charla estuvo atravesada por una reflexión continua sobre el oficio: cómo escribir, filmar y emocionar, pero también sobre cómo sobrevivir en el cine.

Uno de los momentos más controversiales de la tarde surgió cuando habló del dinero. Lo dijo sin rodeos, con una honestidad casi brutal: “Soy huérfano desde los 16 años. Los huérfanos estamos obsesionados con el dinero porque tenemos miedo de terminar en la calle”. No lo dijo para provocar, sino para recordar que la creación no existe en el vacío: “El cine da dinero, y el dinero me recuerda que vivo en el mundo real, donde hay cuentas, hijos, y la necesidad de sostenerse”. Era también una forma de mostrar su vulnerabilidad, ese lugar del que —según él mismo— nace la verdadera belleza.

Habló después de cómo construye emoción. Dijo que no confía demasiado en los análisis previos ni en los conceptos: “Cuando escribo, soy mi primer espectador. Me conmuevo ahí, en ese instante. Después, cuando lo filmo, todo ya es viejo. El rodaje es simplemente el trabajo necesario para que esas emociones que viví escribiendo puedan existir”. No lo dijo con soberbia, sino con la serenidad de quien entiende que la intuición es su verdadero método. “Un director no sabe exactamente lo que hace —agregó—, pero sabe muy bien lo que no quiere hacer”.

La charla avanzó por sus obsesiones: el poder, la fe católica, los dilemas morales, el riesgo y la necesidad de exagerar. “Mis personajes son teatrales, casi máscaras. Y no todos los actores se animan a eso. Necesito actores valientes”, confesó. También habló de las “criaturas monstruosas” que aparecen en sus películas, a las que definió como bellísimas: “La belleza pasa por la vulnerabilidad. Uno se enamora de la fragilidad del otro, no de sus ojos azules”. En un punto, parecía que toda su filmografía, desde Il Divo hasta Fue la mano de Dios, estaba siendo explicada con una sola idea: la ternura como forma de resistencia.

Sobre Buenos Aires, dijo que la ciudad le resultaba “idéntica a Nápoles”, no por lo visual sino por lo humano: por los gestos, la cercanía, la forma de ocupar la calle. Fue quizá la frase más celebrada de la tarde, y la más inesperada: un italiano describiendo a Buenos Aires como un espejo emocional de su ciudad.

La jornada no terminó ahí, aunque sí quedó trunca. La esperada proyección al aire libre de Fue la mano de Dios en la Avenida Corrientes —una de las actividades centrales del evento— debió suspenderse por lluvia y fue reprogramada para el próximo sábado. La ciudad tendrá su encuentro bajo las estrellas, pero deberá esperar unos días más. Tal vez sea mejor así: como si la película necesitara una atmósfera distinta, una noche más limpia, un cielo más amable.

Sorrentino se va de Buenos Aires hacia la Patagonia para seguir filmando preguntas más que respuestas. Pero deja, en quienes lo escucharon, una rareza: la sensación de haber presenciado a un artista que piensa el cine desde la fragilidad, desde la memoria, desde las zonas donde duele y donde, justamente por doler, se vuelve conmovedor.

 

A ocho años del asesinato de Rafael Nahuel continúa el reclamo por justicia

A ocho años del asesinato de Rafael Nahuel continúa el reclamo por justicia

A pesar de que los responsables materiales fueron condenados, aún deambulan en libertad. Mientras tanto, los familiares de la víctima fueron declarados terroristas, perdieron las AUH y les cerraron sus cuentas bancarias.

Rafael Nahuel tenía 22 años cuando fue asesinado de un disparo por la espalda durante un operativo del Grupo Albatros de la Prefectura Naval Argentina. El crimen ocurrió el 25 de noviembre de 2017 en Villa Mascardi, en el marco de un desalojo ordenado sobre el territorio donde la comunidad Lafken Winkul Mapu había recuperado su territorio desde meses antes. Aquel disparo, efectuado tras un operativo que incluyó más de un centenar de tiros con munición de plomo, marcó uno de los episodios más graves de violencia estatal de la última década. Ocho años después, la herida sigue abierta.

En este nuevo aniversario, María —tía de Rafael y una de las figuras más activas en el reclamo de justicia— lo recuerda entre bronca e impotencia: “Es tan injusta la vida, es tan injusto lo que le pasó a Rafita. Hasta hoy no hay justicia. Él ya no está y el que lo mató sigue caminando libre”.

A lo largo del año, la causa judicial tuvo algunos avances. En julio se confirmó la condena contra los cinco prefectos responsables del crimen: Sergio Cavia, Francisco Javier Pinto, Juan Obregón, Carlos Sosa y Sergio García. La Cámara Federal ratificó lo determinado por el Tribunal Oral Federal de General Roca, que consideró probado que los uniformados cometieron “homicidio doloso agravado por el uso de arma de fuego, con exceso en la legítima defensa”. Sin embargo, aunque la sentencia marcó un precedente relevante, para la familia y los organismos de derechos humanos el fallo es insuficiente: no responsabiliza a quienes dieron las órdenes políticas y operativas que derivaron en la represión.

Aun así, la misma Cámara habilitó la revisión de las penas –originalmente de entre cuatro y cinco años–, lo que podría generar una reducción. Mientras tanto, ninguno de los condenados está detenido. El dato contrasta con la rapidez con la que se aplican medidas restrictivas contra integrantes de comunidades mapuches en la región.

En aquel momento, la entonces ministra de Seguridad del gobierno de Mauricio Macri, Patricia Bullrich, respaldó sin matices el accionar del Grupo Albatros. “Le damos a la versión contada por la Prefectura Naval Argentina carácter de verdad”, dijo en conferencia de prensa. 

En paralelo al avance del caso por el asesinato, la comunidad Lafken Winkul Mapu enfrentó este año su segundo juicio penal por usurpación y seis miembros fueron condenados. El hostigamiento judicial sobre el lof se profundizó aún más cuando siete de sus integrantes –entre ellos María– fueron incluidos en el listado oficial de “personas vinculadas con actos de terrorismo”, una herramienta administrativa que no requiere decisión judicial y que implica severas consecuencias económicas y civiles.

“Nos llaman delincuentes, usurpadores. Sabemos que a Rafita no lo vamos a recuperar más, pero ojalá pudiéramos tener justicia. No sé si alguna vez el pueblo mapuche la tendrá”, dice María, que perdió la Asignación Universal por Hijo tras ser incorporada a esa lista. Además, tanto a ella (que sufrió un ACV luego de la muerte de Rafael) como a uno de sus hijos les quitaron la pensión por discapacidad. Y como consecuencia directa de esa clasificación, varios miembros de la Lof quedaron sin acceso a sus cuentas bancarias: automáticamente fueron bloqueadas por decisión de entidades financieras obligadas a cumplir la normativa.

Muertos civiles

Gustavo Franquet –de la Gremial de Abogados y Abogadas, entidad que representa a la comunidad– explica que la medida responde a una decisión política: “Los han incluido sin ningún argumento. Listan hechos de todos los conflictos que puedan imaginar de todas las comunidades en un periodo de quince años, incluso causas que terminaron en absoluciones. La sola inclusión obliga a las empresas financieras a cerrar cuentas. Para Bullrich, todos los mapuches son terroristas”. También advierte que la lista no es revisada por el Congreso ni por el Poder Judicial. “No hace falta ni siquiera estar imputado”, agrega.

Esa decisión administrativa tiene efectos concretos en la vida cotidiana. María cuenta que incluso visitar a su hijo se volvió un desafío. Juan Pablo Colhuan, lonko de la comunidad, está detenido desde octubre en la unidad penitenciaria de Rawson por usurpación de tierras y otros hechos atribuidos desde 2017 en adelante. Según Franquet, debía ser trasladado a Esquel, pero el Ministerio dispuso su reubicación en Rawson, donde las condiciones de vida son más estrictas. “No tiene relación con la acusación”, señala el abogado.

Colhuan es hermano de la machi Betiana Colhuan, autoridad espiritual de la comunidad. Sus integrantes fueron condenados por la usurpación del predio que Betiana había identificado como territorio ancestral dos meses antes del asesinato de Rafael. Ese contexto explica por qué jóvenes y adultos del Lof permanecieron dispersos en la montaña durante el operativo de 2017. Rafael llegó al lugar para asistirlos: llevaba comida y abrigo. No estaba armado. Ninguno lo estuvo. En el lugar del hecho se encontraron únicamente piedras y una lanza ceremonial. 

El Grupo Albatros disparó entre 114 y 129 veces con munición de plomo, utilizando pistolas 9 milímetros y subfusiles MP5. La investigación determinó que Rafael fue perseguido montaña arriba y baleado desde atrás. Su muerte ocurrió en el marco de una campaña de estigmatización contra el pueblo mapuche, sostenida desde sectores del gobierno nacional y replicada por medios de comunicación. El hecho coincidió además con un clima social marcado por la conmoción que rodeó la muerte de Santiago Maldonado, desaparecido durante una represión de Gendarmería y encontrado sin vida semanas después. El día que asesinaron a Rafael, el cortejo fúnebre de Maldonado atravesaba Esquel.

A ocho años, la cacería judicial y administrativa sigue más activa que nunca. María lo vincula directamente con la política del gobierno de Javier Milei: “Nos dicen terroristas, nos meten presos y nos matan por la espalda. Es increíble que ya hace ocho años Rafita no esté entre nosotros y sigamos sin justicia. Este gobierno no hace cumplir las leyes”.

También habla del dolor que atraviesa a la familia: “Rafita era muy joven, con muchas ganas de vivir, y se la quitaron en un segundo. A veces recuerdo su sonrisa y esa última conversación en la que le dije que no fuera. Me dijo: ‘Voy a ir porque mi familia está arriba; tengo que llevar comida’. Eso fue lo último que escuché de él”.

Las consecuencias del desalojo siguen marcando la vida de los niños de la comunidad. María lo cuenta con tristeza: “Los niños llegan al lugar y quieren su ruca (casa). Se acuerdan de todo. Juegan actuando lo que pasó ese día. Nadie de derechos humanos vino a preguntar cómo quedaron después del desalojo. El mayor tiene once, los más chicos siete. No pueden vivir en paz”. También denuncia el robo de animales –caballos, gallinas, toros y una vaca preñada–, además de herramientas, máquinas de coser, ponchos y elementos de la vivienda de la machi. “Duele que nos digan usurpadores cuando todo lo que teníamos lo perdimos. No era nada robado. Todo se compró con trabajo”, dice.

Sobre el Gobierno actual, María agrega: “Le roba a los pobres para darle a los ricos. A nosotros nos detienen por nada y nos sacan lo mínimo que tenemos. Ojalá algún día se reconozca todo el daño que nos hicieron a nuestros mayores. Nosotros estábamos primero. Defendemos el agua, los ríos, las montañas. No estamos en contra de la gente que viene a vivir, estamos en contra del Estado que viene y nos asesina”.

María también describe las dificultades para ver a su hijo detenido: “Si me dejaran, me iría a dedo. Solo quiero verlo y darle un abrazo. No hizo daño a nadie. Luchó por un territorio donde se levantó una machi, que nos costó muchísimo. Solo queríamos vivir como mapuches”.

El testimonio de Franquet aporta una lectura jurídica y política sobre el futuro de la causa: “Estoy seguro de que los prefectos que asesinaron a Rafael, con este gobierno, no van a ir presos un solo día”. El abogado recuerda que los propios Albatros reconocieron haber ingresado con armas de guerra cuando el predio ya estaba desalojado: “Declararon que cuando les tiraron piedras empezaron a disparar. A Rafael lo mataron por la espalda. Todo quedó claro en el juicio”.

Hoy, la comunidad sigue reclamando justicia. En Villa Mascardi, las marcas de la represión permanecen visibles. La muerte de Rafael Nahuel no fue un hecho aislado: se inscribe en una política sistemática de criminalización del pueblo mapuche. Para su familia, su ausencia es un duelo que se renueva cada día, pero también un motor para seguir reclamando. “Él siempre va a caminar entre nosotros espiritualmente”, dice María. “Lo que más queremos es verdad y justicia. Nada más”.

El miércoles por la tarde, bajo la consigna “verdad y justicia por Rafael Nahuel: de Roca a Bullrich, el Estado es responsable”, se realizó una manifestación en el Monumento a Julio Argentino Roca, entre Diagonal Sur y Perú, Ciudad de Buenos Aires. En el encuentro se pidió “justicia por Rafita” y “castigo a los culpables”. Y se cerró con la directriz: «Amulepe taiñ weichan», una frase en mapudungun que significa «nuestra lucha continúa».

«El actual neoliberalismo conduce a la desaparición de la política y la sociedad»

«El actual neoliberalismo conduce a la desaparición de la política y la sociedad»

Pilar Calveiro presentó «De matar a dejar morir: biopolíticas de selección de la vida», un ensayo en el que asevera que, con la pandemia como punto de inflexión, ejerce el poder en el mundo un neoliberalismo más radicalizado y autoritario que practica “un tránsito hacia el exterminio de grupos de población considerados contaminantes».

“No estamos frente a un fascismo, ni un neofascismo, ni un nazismo; creo que estamos ante otra cosa”, enfatizó la doctora Pilar Calveiro en la presentación de su último libro, De matar a dejar morir: biopolíticas de selección de la vida, en el Centro de Documentación e Investigación de Cultura de Izquierdas (CeDInCI). Es un trabajo que se suma a una larga trayectoria dedicada al análisis de la violencia política, esta vez enfocada en la época actual: “Lo que está en el centro no es ni más ni menos que la lucha por la vida”, agregaría.

El título del libro remite a las políticas de “administración y selección de la vida” que identificaría al actual ciclo político en contraste con la exterminación activa del nazismo y las dictaduras latinoamericanas. Se trata de “estas prácticas de selección de la vida que provocan la muerte de millones de personas por distintas formas de exclusión: por hambre, por enfermedad, por distintas prácticas que, sin embargo, no las matan; las dejan morir. Es un procedimiento más sordo, pero menos costoso, tanto en términos económicos como políticos”, plantearía la autora en su ponencia.

El edificio del CeDInCI no tiene un cartel en la entrada. Son apenas dos timbres frente a un portón negro en una fachada elegante de San Nicolás. Adentro, un pasillo blanco con zócalos de mármol flanqueado de posters, cuadros y vitrinas. Están la máscara mortuoria de José Ingenieros y una primera edición de El hombre mediocre. El auditorio queda subiendo una escalera de reja metálica, entrando a un salón con piso de madera rojiza y asientos de cuero color granate. Había gente sentada en los pasillos.

“No logré que Pilar Calveiro se sentara acá”, bromeó la periodista Ana Cacopardo, que ocupaba el centro de la mesa. A la izquierda de Cacopardo se sentaba Luciana Bertoia, politóloga y periodista especializada en derechos humanos. A su derecha, Pilar Calveiro, la autora homenajeada, se perfilaba como evitando acercarse a su micrófono.

En su presentación, Cacopardo enumeró las cuatro principales tesis del libro: la primera, que no estamos ante una nueva versión del fascismo o del nazismo, sino ante un neoliberalismo autoritario y radicalizado; la segunda, el tomar como concepto llave la biopolítica; la tercera, que “la actual organización del neoliberalismo se orienta y conduce a la desaparición de la política y la sociedad”; la cuarta, situar a la pandemia como “el momento en que empezó a gestarse la desaparición de lo social”.

Bertoia, por su parte, planteó de entrada una síntesis del libro: “Pilar nos ayuda a pensar cómo las tecnologías del poder pasan de ayudar a dar muerte a dejar morir”. A lo largo de la conferencia, sus intervenciones tendrían un tono más proyectivo: “Nominar el proceso que estamos viviendo también nos permite diagnosticar y buscar formas de resistir”, afirmó. La escritora, mientras tanto, se mantenía escorada en una gestualidad de escucha activa.

“¿Por qué Pilar está diciendo lo que dice?”, se preguntaba Bertoia, “Porque es una luz que relampaguea. Para abrir los ojos: las soluciones totalitarias, como dice Arendt, sobreviven al totalitarismo. Y el objetivo final del totalitarismo es reducir al ser humano a lo biológico, nada más”.

Poder y desaparición

Ésta pregunta, “¿Por qué Pilar dice lo que dice?”, no puede sino responderse mirando la biografía de la autora. Estudiante de sociología en los años setenta y militante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y Montoneros, fue secuestrada y torturada en los centros clandestinos de detención de Mansión Seré, la comisaría de Castelar, la excasa de Massera y la ESMA durante la última dictadura militar. Se exilió y estudió ciencias políticas (UNAM) en México, donde actualmente reside. Horacio Domingo Campiglia, su marido y padre de sus hijas, permanece hasta hoy como detenido desaparecido.

En 1998, Calveiro publicó Poder y desaparición: los campos de concentración en Argentina (Editorial Colihue). Es un libro escrito desde la tercera persona, en un tono descriptivo y analítico, en el que ella apenas aparece nombrada como “Pilar Calveiro: 362”; su número de presa. Se trata de un ejercicio de auscultación de la violencia política que identifica claramente a quienes la ejercen (las fuerzas armadas) y a quienes la reciben (las organizaciones guerrilleras), marcando la conexión tan incómoda entre los campos de exterminio y la sociedad argentina.

A lo largo del coloquio, su biografía permitió a Calveiro hablar con soltura de temas polémicos. Afirmó, por ejemplo, que “el hecho de haber sufrido la represión no exime de dar cuenta de las prácticas políticas que desarrollaste”. También se refirió al resurgimiento del debate en torno a la última dictadura: “No es conducente la discusión por el número”, declaró, “Creo que hay que hablar de las prácticas. Y las prácticas son inaceptables para cualquiera”.

Es desde esta comprensión profunda de la violencia política del siglo XX que Calveiro se aboca al análisis de este siglo XXI. La autora tomó el micrófono y abrió su ponencia:

“Lo que intento es ver el tránsito del exterminio por parte del Estado de otros grupos de población considerados contaminantes (ya sea en términos raciales o términos políticos) a otras formas de desaparición que no son menos letales; son igualmente o más letales. Pero que implican todas estas prácticas que se realizan con migrantes, con los pueblos originarios, con hombres y mujeres pobres que son abandonados a condiciones de vida insostenibles, y también a situaciones de tráfico con fines de explotación sexual o laboral. Es decir, que son abandonados a distintas formas de explotación hasta su exterminio; hasta extraer de ellos toda vitalidad presente y deshacerse de ellos. Y eso es lo que también nos habla de las principales víctimas de nuestro tiempo: creo que allí tenemos que observar los principales daños de esta forma de organización del poder.”

Dejar morir

“Y mire acá, somos todos grandes: los chicos no quieren ni ver lo que pasa”, comentaba una de las asistentes del público que se seguía acomodando en las butacas. Sonaban los ringtones de teléfono antiguo y reproducciones de reels en altavoz. Afuera, en la plataforma que da a un estrecho e iluminado patio interior, se vendían los libros recién desembalados de su caja. Adentro, frente a siete hileras de cabelleras blancas, grisáceas o teñidas, Pilar Calveiro exponía su tesis sobre el tremendo impacto de la pandemia.

“Creo que la pandemia funciona como punto de inflexión: genera, por un lado, una transformación de la relación de las personas con el tiempo, con el espacio, con su cuerpo y con los otros cuerpos, con el trabajo, con la comunicación”, explicaba la autora, “Todo esto es parte constitutiva de un proceso de globalización que considero irreversible. Este proceso está acompañado, desde mi punto de vista, por una profundización de las recetas del neoliberalismo. Se trata de la construcción de un mundo único —lo que Hannah Arendt temía— y, sin embargo, simultáneamente multipolar. Y creo que esta multipolaridad, que creo irreversible, da lugar a las luchas actuales, luchas que se profundizan después de la pandemia, y que tienen que ver con quiénes y cómo se van a adueñar de los territorios. Y hablar de cómo se adueñan de los territorios es hablar de la apropiación de la vida y de la posibilidad de la vida”.

Pilar Calveiro tiene un hablar rápido, seguro, articulado. Sus gestos corporales combinan el énfasis y la serenidad. Cada tantas sílabas, sin embargo, su voz tiende a quebrarse. Una cuestión meramente fonética, pero que remite a una angustia visceral.

“Entonces creo que todas estas transformaciones mencionadas —en el Estado, en la sociedad, en las subjetividades— son formas de amenazas de la vida; de la diversidad de la vida”, seguía la autora, “Porque la vida no puede existir, no puede reproducirse sin la diversidad de la vida. Y creo que esas formas de amenaza de la vida y de la diversidad de la vida se han acelerado. Y esto hace peligrar la supervivencia de la especie.”

El libro De matar a dejar morir: biopolíticas de selección de la vida, escrito por Pilar Calveiro y publicado por Siglo XXI, ya está disponible en las principales librerías del país. Su presentación terminaría en un cóctel mientras caía la tarde en el patio interior del edificio. La autora se quedó en el piso de arriba firmando autógrafos y recibiendo felicitaciones. Antes, y pese a todo, había cerrado con una nota positiva:

“Y, sin embargo, no es mi intención trazar un escenario apocalíptico”, concluía Calveiro, “aunque efectivamente la aniquilación de la vida es una posibilidad que está adelante. Me parece que en lugar de esto es importante mirar las resistencias biopolíticas. Estas resistencias que en el momento actual se ignoran, se sustraen a la mirada, como si fueran irrelevantes, pequeñas, aisladas, pero están ahí. Y es cierto que son pequeñas, es cierto que están aisladas, pero no es cierto que sean irrelevantes. Están allí construyendo, pujando por construir lo nuevo, otra cosa. Entonces creo que es importante mirarlas y sostenerlas. Y oponer a estas biopolíticas de selección de unas vidas por otras estas otras prácticas de defensa de la diversidad de las vidas que están actuantes aquí y ahora.”

 

«El fundamento de la reforma laboral es falso»

«El fundamento de la reforma laboral es falso»

Matías Cremonte, presidente de la Asociación Latinoamericana de Abogados Laboralistas, cuestiona los argumentos del gobierno para cambiar las leyes laborales y subraya que es imprescindilble evitar que se apruebe la reforma.

La reforma laboral que impulsa el Gobierno nacional vuelve a encender el debate sobre el futuro del trabajo en Argentina. Con propuestas que incluyen la ampliación de la jornada laboral, la promoción de convenios por empresa, la introducción de los llamados “salarios dinámicos” , la creación de un “banco de horas” y cambios en el régimen indemnizatorio, el proyecto se presenta como una modernización necesaria para impulsar el empleo formal y la actividad económica, pero para especialistas en derecho laboral los supuestos que sostienen esa narrativa son cuestionables.

Matías Cremonte, abogado laboralista y presidente de la Asociación Latinoamericana de Abogados Laboralistas, aseguró en diálogo con ANCCOM que la reforma parte de un diagnóstico incorrecto y que sus efectos pueden ser regresivos para los trabajadores. “Estamos discutiendo una reforma sobre la base de una premisa errada. No es necesario flexibilizar la legislación laboral para crear empleo o para generar un beneficio virtuoso en la economía”, afirmó y subrayó: “Está demostrado que la legislación laboral no tiene ningún efecto sobre la economía”.

Mientras el Gobierno sostiene que la reforma busca actualizar un marco normativo “vetusto”, Cremonte es contundente: la idea de modernización es, para él, un recurso discursivo. “Seríamos ingenuos si pensáramos que el Gobierno cree que esto es modernizar. Hay una utilización del lenguaje para que parezcan más atractivas las reformas que se proponen. Lo flexible es más amable que lo rígido. Lo moderno pareciera más razonable que lo antiguo… Pero no significa que sean términos que estén bien utilizados, sino que es un disfraz para ocultar la verdadera motivación”.

El abogado advierte, además, que en otros países la discusión contemporánea va en sentido contrario: reducción de la jornada laboral, ampliación de licencias, mejoras en la conciliación entre vida personal y laboral. “De moderno no tiene nada lo que están proponiendo”, señala. “El contenido es regresivo”: efectos sobre empleo, derechos y negociación colectiva.

Una de las principales críticas del especialista es la idea de que una flexibilización laboral generaría más empleo. Según Cremonte, no hay evidencia empírica que respalde esa afirmación. “Todas las veces que se intentó una reforma laboral regresiva para generar un beneficio en la actividad económica o la creación de empleo, ocurrió lo contrario, porque no depende de la legislación laboral, sino de la política económica”, explicó. “El empleo va a crecer si crece la economía. La economía va a crecer si crece el consumo. Y el consumo va a crecer si crecen los ingresos”.

El proyecto oficial incluye modificaciones que afectarían a quienes ya están empleados y no solo a quienes ingresen al mercado laboral en el futuro. “La reforma va a aplicarse a todos, no solamente a los nuevos trabajadores –remarcó-. Si se reduce la indemnización por despido, un trabajador que hoy está trabajando y lo despiden dentro de dos años, le van a pagar la indemnización reducida”.

Además, alertó sobre la ampliación de la jornada laboral mediante esquemas de horas flexibles, donde la elección real del trabajador puede quedar condicionada por la amenaza del despido. “Si el trabajador debe decidir entre aceptar o ser despedido, va a aceptarlo”.

El Gobierno sostiene que la reforma también reduciría la informalidad, que hoy afecta a más del 40% de la población ocupada. Para Cremonte, esa lectura no reconoce la dinámica del mercado laboral argentino. “No es que hay un mundo de trabajadores registrados y un submundo de no registrados. El parámetro es el que está registrado”, explicó y señaló “Si aumenta el salario del trabajador registrado, también va a aumentar el del no registrado. Si se reduce, también se va a reducir el de él”.

Cremonte, además,  apunta a la forma en que se está procesando la reforma. El Gobierno avanzó sin abrir instancias formales de consulta con sindicatos y organizaciones de trabajadores, pese a lo que establece el Convenio 144 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). “Hacerlo sin consultar puede tener como resultado una queja ante la OIT”, afirmó. Pero incluso si existiera una mesa de negociación, advierte que “el resultado va a ser tan ineficaz como la ausencia de consulta”, porque la reforma parte de “un problema de raíz” en sus fundamentos.

En este sentido, el abogado considera que la resistencia individual tiene escaso margen, pero que la acción colectiva puede ser determinante. “Está el derecho de huelga, el derecho de protesta, el derecho de manifestación, la libertad de expresión”, enumeró. “Los sindicatos y las centrales sindicales pueden hacer uso de todos esos resortes para expresarles a los representantes que no aprueben esta reforma”.

La advertencia es clara: si la reforma se aprueba, desandar sus efectos será extremadamente difícil. “Es muy claro que si se aprueba una reforma laboral regresiva es muy difícil volver atrás. Por lo tanto, es clave que no se sancione. Hay que hacer lo posible para que no se transforme en ley”.