Fanatismo a cielo abierto

Fanatismo a cielo abierto

Durante más cinco meses las fans de Taylor Swift acamparon en la puerta del Mâs Monumental a la espera de los recitales de esta semana. ¿Quiénes son? ¿Por qué lo hicieron?

“No va a volver”, dice Carmen, una de las swifties que está acampando fuera del estadio de River Plate en el barrio porteño de Núñez. “Ella está acostumbrada al público yankee y acá somos muy eufóricos. No le va a gustar que estemos todos llorando y gritando”, explica.

Esa muestra de exaltación a cielo abierto se espera para el 9, 10 y 11 de noviembre, cuando la cantante estadounidense Taylor Swift se presente por primera vez para sus fans argentinos en el Estadio Mâs Monumental. Desde que salieron a la venta las entradas a principios de junio, las swifties (sí, mayoritariamente mujeres) están preparando sus outfits, haciendo pulseras de la amistad y acampando fuera del estadio para recibir a su ídola.

Desde el lanzamiento de su primer álbum en 2006, la carrera de Swift ha tenido altos y bajos: pasó por críticas, cancelación y se reinventó en múltiples ocasiones. Pese o gracias a todo esto la cantante estadounidense se convirtió en un fenómeno mundial de la industria musical y un ejemplo ensordecedor de fanatismo.

“Yo llegué el 6 de junio”, nos cuenta Carmen. La dinámica del acampe, que busca garantizar buenos lugares en la fila de ingreso, requiere un mínimo de horas por persona y pasar al menos una noche cada mes en la carpa. “Ahora somos cuarenta más o menos”, explica Josefina, que comparte la “Carpa 3” junto a Carmen y María: “Arrancás y son como cien en la carpa y se van limpiando a medida que nadie contesta, que nadie viene”.

Actualmente hay cuatro carpas fuera del estadio que cuentan con entre treinta y cuarenta personas cada una y una quinta abandonada que, según las chicas, pertenece a una persona que alquila lugares a swifties del exterior y otras provincias, que no tienen la posibilidad de acampar. En los días previos a los conciertos esperan que se sumen más carpas.

«»Fanatismo

“Originalmente, la palabra ‘fan’ proviene del deporte donde se hablaba de ‘fanáticos’. El problema con la palabra ‘fanático’ es que genera una asociación con la idea de ser demasiado exagerado en algunas creencias”, explica Libertad Borda, doctora en Ciencias Sociales y docente de la carrera de Ciencias de la Comunicación de la UBA. Al extenderse a otros terrenos como la música, el concepto de “fan” fue utilizado con una impronta «peyorativa y patologizante», e incluso ridiculizante por parte de la prensa, que oscilaba entre dos polos, el de la “multitud histérica” y el del “solitario obsesionado”.

Si bien a partir de la década de 1990 se empezó a pensar al fanatismo como un espectro con multiplicidad de variantes, actualmente la swifties coparon el  imaginario colectivo del concepto. La prensa hizo foco en las manifestaciones eufóricas y devotas, con críticas de que abandonan todo para acampar. “Yo trabajo y estudio. Hago los impuestos de una empresa de afuera. Trabajo muchísimo y tengo tiempo para venir a acampar, entonces me molesta mucho cuando pasa uno a la noche y nos grita ‘¿Por qué no van a trabajar?’ Son las dos de la mañana y vos estás gritándole a una carpa…”, cuenta Carmen y agrega: “Creo que la gran mayoría de acá trabaja y estudia”.

Según Borda, «También hay un sesgo de género bastante fuerte» porque “siempre se cuestiona más cuando son chicas jóvenes que cuando son hombres”. Como explica Carmen al mencionar su relación con hinchas de River Plate: “Ellos llegan a la casa a las tres de la mañana después de un partido y se enojan porque estamos acá. Me parece muy hipócrita ese pensamiento”.

 

En busca de un ídolo

“A mí me gusta Taylor hace más de la mitad de mi vida. Amo decirlo de esa manera”, cuenta Josefina, que actualmente tiene 23 años. “Empecé a escucharla cuando YouTube estaba en su peak y veía sus videoclips. Me gustaba mucho la canción You Belong With Me pero ahí no me fanaticé. Eso pasó después”.

Otra de las chicas, María, cuenta que descubrió a Swift en Hannah Montana: La película, de 2009, pero mantenía su fanatismo en secreto: “Si en esa época vos decías que escuchabas a Taylor Swift, capaz primero no tenían ni idea de quién era. Y si la registraban de algún lado, te hacían burla, entonces preferías no decirlo” porque ”era la época en la que, si escuchabas música en inglés, te tildaban de cheta”.

Más allá de mantenerlo en secreto o hacerlo público, tener ídolos es un hito central de la adolescencia, que puede extenderse a otros momentos de la vida. Según Daniela Licciardi, psiquiatra de adultos e infanto juvenil y especialista en psicoanálisis, “la adolescencia es un momento álgido donde prima el desencuentro entre padres e hijos”. Se trata de una instancia de “desprendimiento” en la que al adolescente “ya no le valen los consejos ni ideales prestados por ese ‘otro’” y busca sustitutos, como pueden ser amigos o ídolos.

Si bien Josefina destaca que se sintió acompañada por Swift y su música durante la adolescencia, remarca un momento en el que siente que todo cambió, para ella y la sociedad en general: “Yo creo que todos éramos fans de Taylor pero la enfermedad arrancó en la pandemia cuando sacó Folklore y Evermore, dos álbumes re tristes… y qué triste que era la pandemia. Fue una compañía en cierto punto”, explica y remarca que su conexión se profundizó cuando Swift comenzó a regrabar sus primeros álbumes: Cuando sacó Red (Taylor’s Version) en 2021, “me sentí como cuando lo escuchaba a los 12 pero ahora puedo decir que sí me identifico”.

En un mundo en el que el avance en las comunicaciones ha hecho que todo sea fugaz, sorprende que un artista se mantenga en pie después de más de diecisiete años de trayectoria. Josefina tiene su explicación: “Ella perdura en el tiempo por la disciplina que tiene, además del talento, porque vos podés ser la persona más talentosa del mundo, pero sin disciplina no vas a llegar a ningún lado”.

En tanto a qué la hace especial, las chicas mencionan la manera en la que compone su música: “Parece que se arranca el corazón y lo pone en una hoja. No entiendo sino cómo hace para escribir lo que escribe y con el vocabulario con el que lo hace”, opina Carmen. Según María, Swift tiene la capacidad de que sus canciones se sientan personales, cosa que no le sucede con otros artistas. El idioma no parece ser una barrera.

Para Borda esta vivencia es compartida por todos los fans, independientemente del ídolo, y lo performático juega un rol central: “Por más que ellas encuentren sus letras particularmente reveladoras o que las hacen sentir determinadas cosas, es probable que esa misma letra cantada por otra persona en un cover no tenga el mismo efecto”.

Más allá de tratarse de un fenómeno universal, las razones del furor por la cantante estadounidense son una incógnita: “En el 2011, con Justin Bieber había una enfermedad, pero nunca vi algo tan grande como con Taylor. La verdad no sé qué hizo”, dice Josefina y agrega: “Me enoja, porque si hubiera venido antes, cuando estaba cancelada o no tenía tantos hits, yo estaría acampando en el Obras y no acá con noventa mil personas, pero bueno, ahora todo el mundo es fan y me la tengo que bancar”. Según Borda, a pesar de que existan fans que prefieren mantener a sus ídolos como un consumo de nicho, “en general tienden a querer amplificar los públicos”, porque los hace sentir parte del fenómeno. “Los fans quieren ser parte de la carrera de su ídolo y la industria lo sabe”, explica Borda. Aún así, no podemos decir que la industria cultural utiliza a los fans para generar mayores ventas y promoción ya que estos actúan de manera voluntaria. “Reconocemos que a Taylor le gusta la plata y también que nos gusta dársela. Es un ciclo sin fin”, admite María.

 

The Eras Tour, inició el 17 de marzo de este año en Glendale, Arizona y tiene previsto culminar el 23 de noviembre de 2024 en Toronto, Canadá. La desmesura de su éxito también en esos países es tal que ha influido en la economía por la cantidad de personas y dinero que movilizó. Según Carmen, la cantante ha “levantado la economía argentina” ya que “estamos saliendo a gastar de a quince lucas para hacer pulseritas para dárselas a gente que no conocemos porque ella lo dijo en la letra de una canción”.

La devoción por una ídola capaz de mover hasta la economía de EE.UU. no impide una mirada consciente: las fans mencionan que la cantante no es el tipo de celebridad que “se tira sobre su público” en los conciertos. Según Josefina, “Ella no te mira a los ojos, está haciendo su performance y le gusta ser el centro de atención, pero te cautiva igual. Para mí es el Maradona de las chicas”.

La comunidad

El compañerismo es central en la comunidad swiftie, abarca desde recomendar locales de mostacillas en Once hasta prestar tarjetas de crédito para comprar entradas sin recargo. Según Borda, el fanatismo va más allá del gusto por cierto artista ya que “en algunos casos es una forma de encontrar lazos comunes” con otros que comparten el mismo sentimiento. Licciardi coincide: “Los jóvenes tienden a formar comunidades, como parte del proceso de consolidación de su identidad, en las cuales se sienten fortalecidos”.

Si bien existen personas y cuentas anónimas que se destacan en las redes sociales, la comunidad swiftie argentina se caracteriza por su horizontalidad. “Ya no existe la dinámica de que haya un club de fans oficial con un presidente que sea conocido en el fandom”, explica María. Esto tiene que ver con el avance de tecnologías que facilitan la comunicación directa con los ídolos, sin necesidad de intermediarios, y que los fans mismos puedan interactuar entre sí.

Las chicas, en su experiencia acampando para la llegada de Swift a Argentina, también mencionan las interacciones que han tenido con personas ajenas al fandom. A pesar de haber tenido incidentes con hinchas y transeúntes, Carmen destaca un momento en el que se sintieron acompañadas y protegidas: “Una vez vino un varón a patotearnos, nosotras llamamos a los guardias y cayó una mina de la barra de River con una pala de asado diciendo ‘yo las voy a defender siempre’”.

Después de cinco meses de acampe y a días de los conciertos de The Eras Tour en Buenos Aires, las chicas cuentan: “Si bien todos los recitales tienen una mística, para nosotras fue mucho más que solo comprar la entrada. Allá, en Estados Unidos, tuvieron todos los tours; acá no tuvimos ninguno, entonces es una oportunidad única. Tenemos que vivir lo que allá viven todos los años. Vamos a hacer las pulseras, el outfit y vamos a acampar. Queremos tener la experiencia completa”, resume Carmen.

Las voces de las fans

¿Quiénes son las swifties? Desde que salieron las entradas en junio, las fanáticas de Taylor no dudaron en instalar sus carpas en la puerta del estadio River Plate para esperarla. En este episodio nos cuentan su experiencia.

¿Quiénes son las swifties?

por Marina Ampuero y Mailen Farías.

Charly García te espera en la esquina

Charly García te espera en la esquina

Con motivo de los 40 años que cumple «Clics Modernos», Nueva York bautizará con el nombre del músico argentino a la esquina donde se realizó la foto de tapa del emblemático disco.

En 1983 Carlos Garcia Moreno se mudo una temporada a Nueva York junto a su representante Daniel Grinbank para trabajar en el Electric Lady Studios, fundado por el gran Jimi Hendrix. Allí grabó casi todos los instrumentos de su segundo disco solista: pianos, teclados y guitarras, aunque contó con la colaboración de algunos músicos como Pedro Aznar en el bajo (quien por entonces integraba Pat Metheny Group) pero que también había sido miembro de Serú Girán. La gran novedad fue la incorporación de la batería electrónica Roland TR-808, una de las primeras cajas de ritmos programables.

 La producción de lo que iba a llamarse originalmente Nuevos Trapos cambió cuando García, caminando junto al fotógrafo Uberto Sagramoso en búsqueda de una pared para grafitear, se encontró una silueta oscura, pintada por el artista callejero canadiense Richard Hambleton, que le recordó a las que portaban durante una marcha a las Madres de Plaza de Mayo y otros organismos de Derechos Humanos. Esta silueta estaba acompañada de la leyenda en inglés “Modern Clics” frase que traducida al español le cerraba perfecto al músico y compositor para lo que quería expresar en sus canciones.

Volver a las pistas

Con el regreso de la democracia, el rock nacional convocó a la juventud a las pistas de baile. Sus letras eran el reflejo del cambio de época que se estaba viviendo: la sociedad ya no tenía miedo de expresarse libremente después de los años oscuros de la última dictadura cívico-militar. Como explica el músico Sebastián Furman, “Clics Modernos está hecho por canciones que parecen más bailables aunque también tienen un trasfondo muy oscuro por ser compuestas en dictadura. Entonces combinan un sonido moderno y a la vez una cosa muy de la Argentina tanguera, por lo que muchos dicen que es el mejor disco de la historia nacional”.

El autor del podcast La canción sin fin, producido por Futurock y donde se describe y analiza la obra de Charly García, explica que en el disco “se respira libertad, algo de lo que vendría y algo de lo que pasó. Fue muy especial la época en la que salió”. El 5 de noviembre de 1983 fue la fecha elegida para su lanzamiento, un mes antes de que los militares se retiraran del poder. El 15 de diciembre de ese año se presentó oficialmente en el Luna Park. Canciones como “Nos siguen pegando abajo” o “No me dejan salir” son una referencia al periodo de oscuridad que atravesó Argentina pero también manifiestan ese espíritu de celebración digno de la transición democrática.

Aniversario

Para festejar el 40 aniversario de Clics Modernos la intersección de Walker St. y Cortlandt Alley en el barrio de Tribeca, en Nueva York, pasará a llevar oficialmente el nombre de “Charly García Corner”. Allí, en pleno Manhattan fue tomada la foto que ilustra la portada de Clics Modernos, el segundo disco solista de Charly Gacia lanzado hace 40 años.

El reconocimiento será posible gracias al trabajo del actor y director Mariano Cabrera, radicado en Estados Unidos y al consulado argentino que trabajaron junto al Departamento de Transporte de la ciudad estadounidense para que esa esquina sea bautizada. En la actualidad esa pared de la zona de “lower manhattan” le pertenece a un hotel importante.

 Como parte de la inauguración brindaran un show de media hora Hilda Lizarazu, quien hizo coros en la banda de Charly García entre los años 1989 y 1993, Alfie Martins y Fabián “Zorrito” Quintiero en los teclados junto a dos músicos chilenos que integraron The Prostitution la última banda conocida de Charly García: Toño Silva y Kiuge Hayashida.

Furman entiende que las canciones de García están vigentes aún 40 años después por que asegura que tienen un trabajo, profundidad y desarrollo meticuloso, que están compuestas con amor, dedicación y creatividad, y cree que “las cosas que se hacen bien son las que perduran”.

«Entendemos la muerte como una parte de la vida»

«Entendemos la muerte como una parte de la vida»

Las comunidades quechua, kolla y aymara celebraron el Día de los Difuntos en el Cementerio de Flores para homenajear a los ancestros. Hostilidades y discriminación por parte de la Policía de la Ciudad.

La celebración comienza el 1º de noviembre en las casas de las familias donde se prepara una mesa para recibir a los ajayus, las almas de sus difuntos.

Cada 2 de noviembre el Cementerio San José de Flores se convierte en el espacio de una masiva celebración ancestral. Este año no fue la excepción y, a pesar de la lluvia torrencial, muchos se acercaron a celebrar el Aya Markay Quilla -en quechua-, Ajayu Uru -en aymara-, o Día de los difuntos en castellano.

Para las tres de la tarde las florerías linderas se encontraban abarrotadas de familias. De  identidad quechua, kolla y aymara, residentes en el sur de la ciudad desde hace décadas, conseguían las últimas ofrendas. En la entrada, un operativo del Gobierno de la Ciudad las obligaba a separarse al grito de “hombres por este lado, mujeres por allá”. Luego les hacían un “cacheo” mientras “les pedían” que abran sus camperas. Como el año pasado, no permitieron ingresar ningún tipo de bebidas.

Debajo de un gazebo, Frida Rojas recibía a los familiares con un abrazo y una cálida sonrisa. Forma parte de la Mesa del Aya Markay Quilla que, según se leía en un volante,  “se creó para la difusión y el (re)conocimiento de la ceremonialidad funeraria y cosmovisión de los pueblos andinos, y para denunciar los atropellos de las autoridades del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires”.

“No se puede controlar el sentir, ¿cómo vas a controlar lo que siente la guagua? Esto no es una fiesta folclórica, no es un recital, no están yendo a la cancha, vienen a visitar a sus ancestros”, contó Frida. Su mirada dulce se detenía sobre los rostros de ancianas que caminaban junto a sus nietos, y agregó qué “algunos vienen tristes, otros alegres, están mojados, empapados, pero igual vienen. Nos expresamos desde el convencimiento de entender la muerte como una parte de la vida”.

Compartir con los otros es uno de los pilares de las celebraciones. Todos los años empiezan el 1º de noviembre en las casas de las familias que reciben a los ajayus, las almas de sus difuntos, que luego despiden en el cementerio al otro día. “Las esperamos al mediodía, momento de complementariedad y equilibrio. Cuando llegan vienen con mucha sed, entonces se toman su chichita, una bebida ancestral proveniente del Incario que se prepara en ocasiones especiales”, explicó Frida. 

A su lado, sobre una mesa en la entrada al cementerio, se ubicaban las masas con distintas formas mitológicas, figuras humanas, celestiales, animales. También las llevaban los familiares en bolsas y cajas para agasajar a las almas en las sepulturas. Eran tantawawas y urpus, “la forma de expresar todo lo que está en el Ukupacha, en el Kaypacha y en el Hananpacha: los tres niveles de nuestros pueblos ancestrales”, comentaba Frida. 

Otros años, el GCBA limitó la cantidad de comida que podían entrar. Esta vez, para ingresarla pidieron desarmar bajo la lluvia los preparativos envueltos para que “los revisen”. Además, la de Ciudad tampoco habiltó más de una entrada y dejó una única salida por avenida Castañares. ”Son prácticas de discriminación y racismo que vulneran nuestros derechos”, denunciaron desde la mesa del Aya Markay Quilla.

A pesar de todo, las familias pudieron encontrarse. Cubiertas por pilotos, camperas, bajo paraguas o grandes sombrillas, recorrieron el cementerio. Luego de ubicar la sepultura de sus parientes, rezaron, armaron la mesa con fotos, guirnaldas violetas y negras, flores, tantawawas y otros alimentos para los difuntos.

Durante la jornada, se escuchaba a una banda combatir la lluvia con sus melodías. El nombre del grupo se leía impreso en un gran tambor: “Lakitas Kamanchaca. Río de la Plata”.

“Venimos porque es una oportunidad única. En el contexto de los rituales la gente conoce la música, la valora. Además, nos gusta aportar para que las familias puedan tener música en vivo. Suelen pedirnos canciones que le gustaban al difunto”, contó Antonio Doval, uno de los diez integrantes. Sobre el estilo músical, que proviene del norte de Chile, explicó que “se relaciona a la cosmovisión andina de reciprocidad. Para tocar sí o sí se necesitan al menos dos personas porque cada instrumento de viento tiene la mitad de las notas”.

La banda se acomodaba en una ronda. Las manos resbalosas por el agua agarraban las lakitas, similares a los sikus, que hacían sonar luego de una campana, junto a platillos y el ritmo de la percusión. Lo que Frida nos decía más temprano se materializaba en cada sepultura que visitaban: “La música también es dar, es compartir algo hermoso”. Al finalizar, recibían en agradecimiento tantawawas y alguno respondía “hasta al año que viene”.

Lo comunitario y la forma de expresión desde “el hacer”, el trabajo manual como acto de amor y forma de mantener viva la memoria, en el centro de la celebración. Así lo destacó Frida: “Lo esencial es estar juntos. Si comparto mi tristeza, voy a sentirme mejor para curar la ausencia. Si vos te alegras, yo me alegro, si me sonríes, voy a sonreír también. Sabemos que estar acompañados es mejor, por eso es tan importante reunirnos”.

Santoro gigante

Santoro gigante

El Museo Nacional de Bellas Artes exhibe «Panorama. El teatro de la memoria», una muestra de Daniel Santoro. Una de ellas, de 30 metros de largo, puede observarse con una perspectiva de 360º.

Panorama. El teatro de la memoria en el Museo Nacional de Bellas Artes es la primera muestra del artista argentino Daniel Santoro en esa institución. La exhibición está compuesta por una obra de treinta metros, diversos trabajos en tinta sobre papel, sus cuadernos personales de trabajo diario y un dibujo en carbonilla que Santoro realizó previo a la inauguración sobre una de las paredes de la sala.

En el segundo piso, en un recinto cuadrado, se encuentra un dibujo continuo de treinta metros que se despliega a lo largo de las paredes en veinte módulos de 80 por 150 centímetros cada uno. Es un panorama y tiene la particularidad de poder ser visualizado en 360 grados, lo que genera una experiencia inmersiva (se lo puede ver desde cerca en detalle o como una imagen central desde lejos). Los panoramas eran pinturas gigantescas clásicas del siglo XIX que se utilizaban para narrar sucesos históricos y Santoro retoma esta tradición para construir una cosmología propia, rica en significados. Mediante el relato visual de un mundo casi apocalíptico, se propone una visión crítica de la historia en estos dibujos, hechos con carbonilla y acrílico diluido sobre papel, que tejen una línea de tiempo constituida por crisis y colapsos hasta llegar a un posible final.

La secuencia comienza en una especie de ruta pérdida entre árboles, como el inicio de un camino a recorrer. Si bien el orden fue ideado de manera lineal, no hay señalización en la sala que indique el comienzo y algunos de los visitantes lo inician desde el final, lo cual abre la posibilidad de dos lecturas distintas. Le sigue la primera catástrofe: humo y casas en equilibrio sobre colinas, luego un bosque repleto de troncos atravesados por pájaros negros.

Juan Álvez, diseñador audiovisual bonaerense de 37 años, describió al panorama de Santoro como “desolador” e “inspirador” a la vez, en relación a “cómo maneja la naturaleza, cómo pinta un paisaje bastante apocalíptico, pero en el que también la naturaleza parece reflotar”. Por su parte, Floreana Alonso, estudiante de 23 años que vive en Tigre, comentó que al salir sintió “un poco de vértigo, de ansiedad”.

Cada módulo del panorama se construye como una “isla” y, entre cada uno de estos episodios, se entreteje la historia de la humanidad y las catástrofes que nos condujeron hasta la crisis actual. La secuencia finaliza, una vez más, con el dibujo de un bosque dentro de un tronco, del cual crecen nuevas ramas que se extienden por toda la superficie del papel. No parecería ser un punto final, sino quizás una pregunta abierta al espectador. Lo que sigue en ese recorrido, ya no depende del artista.

Este universo creado por Santoro agrupa diversas referencias y entrelaza diálogos con figuras y obras que van desde Sarmiento o Evita hasta el Cristo crucificado de León Ferrari. A este último se lo puede rastrear en uno de los módulos finales donde yace un avión enterrado y una multitud se congrega ante las ruinas. Una espectadora resaltó este carácter intertextual de la obra. María José Tomatis, editora mendocina de 31 años, mencionó que le gustó “la intención de evocar ciertas ideas con personajes de nuestra cultura popular”, además del “diálogo con Borges”, que no lo había visto antes en la obra de Santoro. “A mí me gusta mucho y creo que ayuda a tejer conexiones ideológicas evocando a Borges, a Sarmiento, a Perón y Evita”, remarcó.

 

Frente al panorama se encuentra un dibujo que realizó Santoro sobre la pared de la sala: es un boceto de una estructura conjetural de lo que sería un aleph, el punto que permitía ver el universo entero desde todos los ángulos posibles al mismo tiempo, del cuento homónimo de Jorge Luis Borges. Esta parte del segundo piso se expande de forma longitudinal y, a la izquierda del boceto, se halla un fichero rotativo de imágenes en miniatura (el “Eje del tiempo”) que se desplaza en su eje y convierte ese movimiento en un espiral. Esta sección es parte del “Teatro de la memoria” que problematiza la representación de la dinámica del tiempo, variable por la que se interroga continuamente en el transcurso de la muestra. A lo largo de su carrera, Santoro ha retomado múltiples veces elementos de las filosofías orientales y la inspiración detrás del fichero proviene de las cosmologías hindúes que sugieren “redes de malla” que por el universo atrapan la memoria para el retorno y cumplimiento del karma. En esta área se exhiben los cuadernos de trabajo del artista: bocetos, dibujos y escritos que rearman el proceso de construcción o “memoria técnica” de la exhibición. Además, hay una pantalla que transmite un video con una selección de páginas de los libros de apuntes que realizó el artista entre 2015 y 2023.

La muestra finaliza -o comienza, dependiendo desde dónde se haya iniciado el recorrido- con una serie de dibujos, también en tinta y carbonilla, que pertenecen a la colección del artista y fueron realizados en 2022. Los colores y temáticas del panorama se reiteran: un avión y un pájaro atravesados entre troncos, una estatua gigante dentro de un bosque, un oído humano sordo ante lo que lo rodea, un lobo con pies de hombre, siempre el choque incómodo entre naturaleza y civilización. “Hay mucho juego entre la naturaleza y el hombre y te hace pensar en qué quiso decir”,  comentó Mónica Spangenberg,  profesora de inglés de 63 años. “Me gusta mucho las dimensiones que pone y que pareciera que hay varios lenguajes en una sola cosa, todo llama la atención”, concluyó.

 

Panorama. El teatro de la memoria  se puede visitar hasta el 19 de noviembre de 2023 en la sala 42 del segundo piso del Museo Nacional de Bellas Artes. La entrada es libre y gratuita.

Un exabrupto de regalo para Diego y Charly

Un exabrupto de regalo para Diego y Charly

El 23 de octubre cumplió años Charly y el 30 hubiera cumplido el Diego. El artista Alfredo Segatori los homenajeó con un mural en los bajos del puente de Bullrich y Libertador.

El artista urbano Alfredo Segatori fue convocado por la Comuna 14 y el Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires para reversionar y reciclar su obra “Por una Cabeza, al ritmo del 2×4”. Tiene su origen en la promesa que Segatori le hizo a Charly García de pintarlo en un mural, en 2019, cuando en su obra Limurock de Charly García intervino la limusina en la que viajó el ídolo del rock nacional para festejar aquel cumpleaños, el 23 de octubre.En relación al proceso de creación de este nuevo mural que cubre las paredes bajo los puentes de Avenida Bullrich y Avenida del Libertador, Segatori en diálogo con ANCCOM, afirmó: “Son imágenes creadas, no son fotografías. Me imaginé a Charly con el Obelisco en la mano dirigiendo la ciudad. Hicimos esta secuencia con un piano, que viene como una escalinata y lo pinté al Diego Maradona con Raffaella Carrá bailando un tango. Fue una mujer disruptiva para su época, con la que Diego tenía buena relación”. La nueva escena, transcurre bajo la mirada atenta del zorzal Carlos Gardel. El artista ya había pitado en 2021 al diez, nacido un 30 de octubre, en el barrio de La Boca: en Aristóbulo del Valle 50, se puede visitar el mural “San Diego del Barrio de La Boca”.

Segatori trabaja el arte urbano. Se define como un “muralista de la city porteña” y es reconocido mundialmente por sus trabajos en la pintura de espacios públicos. Mediante diversas obras de su serie Exabrupto de color, imprimió a la ciudad con su arte. Define a su serie como abstracta y la asocia a la improvisación total. Busca generar algunas texturas personales y jugar con los colores. En este caso, nombró a sus murales Exabrupto de color es tango y Exabrupto de color es rock y fusionó un fondo en tonalidades fucsias con lo figurativo. “Juego con el verbo ‘exabruptear’, que no existe, pero para mí tiene que ver con algo que no es un salpicado y tampoco es una explosión: es un exabrupto. Es algo que sale del alma y tiene que ver con un gesto, un movimiento brusco que se realiza con enfado y viveza”, definió el artista.

En ese exabrupto, busca un contacto con la urbe y generar un momento de alegría. “Elijo ser artista porque creo que el arte tiene la posibilidad de unir a pesar de las diferencias, más en estos momentos de guerra y de tanta violencia que vivimos. Como dice Charly, ‘cada cual tiene un trip en el bocho’, pero desde el hacer arte y contemplarlo podemos ponernos de acuerdo a pesar de pensar diferente”, concluyó Segatori.

“El grito de las diversidades que existen”

“El grito de las diversidades que existen”

El pasado sábado vecinos y vecinas junto a diversas agrupaciones del Barrio Padre Carlos Mugica de la Villa 31 de Retiro se movilizaron en la V Marcha del Orgullo Trans Villera Plurinacional. Distintos reclamos como la Ley Integral Travesti, políticas públicas para el acceso a derechos y cumplimiento del cupo laboral trans estuvieron en el centro de la jornada.

Este sábado vecinos y vecinas junto a diversas agrupaciones del Barrio Padre Carlos Mugica de la Villa 31 de Retiro se movilizaron en la quinta Marcha del Orgullo Trans Villera Plurinacional por reclamos para la comunidad LGBTIQ+ como la Ley Integral Travesti, políticas públicas para el acceso a derechos y cumplimiento del cupo laboral trans en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. La concentración comenzó a las 15 en las calles 3 de Diciembre de 2009 y Ulla Ulla, y luego festejó y recorrió el barrio.

El calor facilitó que fluyera la alegría de quienes se movilizaron en una caravana de motocarros, banderas, globos, brillos glitter, música y megáfonos. «Señor, señora, no sea indiferente se matan las travestis en la cara de la gente», fue el canto más repetido para generar que haya más visibilidad de las diversidades.

«Este año marchamos otra vez con orgullo en la Villa 31, con todas las compañeras, compañeros, vecinos, organizaciones, instituciones y toda la gente que está acá presente», dijo a ANCCOM Marcina Perlinco, militante de la Casa de la Diversidad Trasvillera, al tiempo que destacó que su reclamo sigue siendo por el cupo travesti trans, una vivienda digna, más oportunidades y que el desarrollo social funcione para los emprendimientos de la comunidad Travesti y Trans. «La marcha plurinacional del orgullo es convocada todos los años a travesti-trans, maricas, tortas, lesbianas y de todo el colectivo LGBTIQ+ de las villas, para que las personas marchen sin miedo a ser discriminados», señaló Perlinco.

Por otro lado, Dianazo López García, referente de la organización Gondolin, en diálogo con ANCCOM dijo que la Villa 31 «siempre nos abrió los brazos, con Martina Pelinco que fue la que impulsó todo esto, porque fuimos vulneradas, marginadas, excluidas y la sociedad fue cómplice de todo esto».

La legisladora porteña por Unión por la Patria, María Bielli, estuvo presente y habló con ANCCOM: «Soy militante de la 31 desde hace mucho tiempo y me convoca un grito que representa esta movilización, que es un emblema para poder decir que las diversidades existen, tienen que ser visibles, reconocidas y que existen en estos barrios». De este modo, habló sobre la importancia de la demostración del orgullo de «ser diverso y que las organizaciones y quienes militamos por la ampliación de derechos y por la igualdad, estos espacios nos convocan para seguir estando, por la libertad de ser quienes queramos ser».

Por su parte, Walter Jiracoy, ex candidato a comunero y militante de la 31, señaló que lo más importante de la marcha es volver a reivindicar los derechos de la comunidad LGBTQ+, en los barrios, ya que se sufren discriminación. A su criterio, el deseo es que los vecinos y vecinas lo vean como «algo normal, no algo que está alejado, o algo que suceda solamente una vez por mes, empezar a normalizar la comunidad LGBTQ+ en el barrio 31 y que ojalá pueda confluir todos los barrios, confluir en una sola marcha grande como la del 4 de noviembre».

La Marcha del Orgullo nació en 1970 en Nueva York, pero fue concebida como un acto militante en Los Ángeles y realizada desde una perspectiva de celebración, festejo. La marcha también se dio en San Francisco y Chicago hasta que llegó a varios países y se consagró a nivel mundial. En Sudamérica la primera movilización de estas características tuvo lugar en Argentina, el 2 de julio de 1992 en Buenos Aires, desde Plaza de Mayo hasta el Congreso de la Nación. Ese día unas 300 personas marcharon bajo la consigna «Libertad, Igualdad, Diversidad», al tiempo que algunos manifestantes cubrían su rostro con máscaras de cartón, para no ser identificados. La Marcha del Orgullo siguió haciéndose todos los años en Buenos Aires cada 4 de noviembre.