Por Maira Abril Moussou
Fotografía: Martina Espinosa

Durante más cinco meses las fans de Taylor Swift acamparon en la puerta del Mâs Monumental a la espera de los recitales de esta semana. ¿Quiénes son? ¿Por qué lo hicieron?

“No va a volver”, dice Carmen, una de las swifties que está acampando fuera del estadio de River Plate en el barrio porteño de Núñez. “Ella está acostumbrada al público yankee y acá somos muy eufóricos. No le va a gustar que estemos todos llorando y gritando”, explica.

Esa muestra de exaltación a cielo abierto se espera para el 9, 10 y 11 de noviembre, cuando la cantante estadounidense Taylor Swift se presente por primera vez para sus fans argentinos en el Estadio Mâs Monumental. Desde que salieron a la venta las entradas a principios de junio, las swifties (sí, mayoritariamente mujeres) están preparando sus outfits, haciendo pulseras de la amistad y acampando fuera del estadio para recibir a su ídola.

Desde el lanzamiento de su primer álbum en 2006, la carrera de Swift ha tenido altos y bajos: pasó por críticas, cancelación y se reinventó en múltiples ocasiones. Pese o gracias a todo esto la cantante estadounidense se convirtió en un fenómeno mundial de la industria musical y un ejemplo ensordecedor de fanatismo.

“Yo llegué el 6 de junio”, nos cuenta Carmen. La dinámica del acampe, que busca garantizar buenos lugares en la fila de ingreso, requiere un mínimo de horas por persona y pasar al menos una noche cada mes en la carpa. “Ahora somos cuarenta más o menos”, explica Josefina, que comparte la “Carpa 3” junto a Carmen y María: “Arrancás y son como cien en la carpa y se van limpiando a medida que nadie contesta, que nadie viene”.

Actualmente hay cuatro carpas fuera del estadio que cuentan con entre treinta y cuarenta personas cada una y una quinta abandonada que, según las chicas, pertenece a una persona que alquila lugares a swifties del exterior y otras provincias, que no tienen la posibilidad de acampar. En los días previos a los conciertos esperan que se sumen más carpas.

«»Fanatismo

“Originalmente, la palabra ‘fan’ proviene del deporte donde se hablaba de ‘fanáticos’. El problema con la palabra ‘fanático’ es que genera una asociación con la idea de ser demasiado exagerado en algunas creencias”, explica Libertad Borda, doctora en Ciencias Sociales y docente de la carrera de Ciencias de la Comunicación de la UBA. Al extenderse a otros terrenos como la música, el concepto de “fan” fue utilizado con una impronta «peyorativa y patologizante», e incluso ridiculizante por parte de la prensa, que oscilaba entre dos polos, el de la “multitud histérica” y el del “solitario obsesionado”.

Si bien a partir de la década de 1990 se empezó a pensar al fanatismo como un espectro con multiplicidad de variantes, actualmente la swifties coparon el  imaginario colectivo del concepto. La prensa hizo foco en las manifestaciones eufóricas y devotas, con críticas de que abandonan todo para acampar. “Yo trabajo y estudio. Hago los impuestos de una empresa de afuera. Trabajo muchísimo y tengo tiempo para venir a acampar, entonces me molesta mucho cuando pasa uno a la noche y nos grita ‘¿Por qué no van a trabajar?’ Son las dos de la mañana y vos estás gritándole a una carpa…”, cuenta Carmen y agrega: “Creo que la gran mayoría de acá trabaja y estudia”.

Según Borda, «También hay un sesgo de género bastante fuerte» porque “siempre se cuestiona más cuando son chicas jóvenes que cuando son hombres”. Como explica Carmen al mencionar su relación con hinchas de River Plate: “Ellos llegan a la casa a las tres de la mañana después de un partido y se enojan porque estamos acá. Me parece muy hipócrita ese pensamiento”.

 

En busca de un ídolo

“A mí me gusta Taylor hace más de la mitad de mi vida. Amo decirlo de esa manera”, cuenta Josefina, que actualmente tiene 23 años. “Empecé a escucharla cuando YouTube estaba en su peak y veía sus videoclips. Me gustaba mucho la canción You Belong With Me pero ahí no me fanaticé. Eso pasó después”.

Otra de las chicas, María, cuenta que descubrió a Swift en Hannah Montana: La película, de 2009, pero mantenía su fanatismo en secreto: “Si en esa época vos decías que escuchabas a Taylor Swift, capaz primero no tenían ni idea de quién era. Y si la registraban de algún lado, te hacían burla, entonces preferías no decirlo” porque ”era la época en la que, si escuchabas música en inglés, te tildaban de cheta”.

Más allá de mantenerlo en secreto o hacerlo público, tener ídolos es un hito central de la adolescencia, que puede extenderse a otros momentos de la vida. Según Daniela Licciardi, psiquiatra de adultos e infanto juvenil y especialista en psicoanálisis, “la adolescencia es un momento álgido donde prima el desencuentro entre padres e hijos”. Se trata de una instancia de “desprendimiento” en la que al adolescente “ya no le valen los consejos ni ideales prestados por ese ‘otro’” y busca sustitutos, como pueden ser amigos o ídolos.

Si bien Josefina destaca que se sintió acompañada por Swift y su música durante la adolescencia, remarca un momento en el que siente que todo cambió, para ella y la sociedad en general: “Yo creo que todos éramos fans de Taylor pero la enfermedad arrancó en la pandemia cuando sacó Folklore y Evermore, dos álbumes re tristes… y qué triste que era la pandemia. Fue una compañía en cierto punto”, explica y remarca que su conexión se profundizó cuando Swift comenzó a regrabar sus primeros álbumes: Cuando sacó Red (Taylor’s Version) en 2021, “me sentí como cuando lo escuchaba a los 12 pero ahora puedo decir que sí me identifico”.

En un mundo en el que el avance en las comunicaciones ha hecho que todo sea fugaz, sorprende que un artista se mantenga en pie después de más de diecisiete años de trayectoria. Josefina tiene su explicación: “Ella perdura en el tiempo por la disciplina que tiene, además del talento, porque vos podés ser la persona más talentosa del mundo, pero sin disciplina no vas a llegar a ningún lado”.

En tanto a qué la hace especial, las chicas mencionan la manera en la que compone su música: “Parece que se arranca el corazón y lo pone en una hoja. No entiendo sino cómo hace para escribir lo que escribe y con el vocabulario con el que lo hace”, opina Carmen. Según María, Swift tiene la capacidad de que sus canciones se sientan personales, cosa que no le sucede con otros artistas. El idioma no parece ser una barrera.

Para Borda esta vivencia es compartida por todos los fans, independientemente del ídolo, y lo performático juega un rol central: “Por más que ellas encuentren sus letras particularmente reveladoras o que las hacen sentir determinadas cosas, es probable que esa misma letra cantada por otra persona en un cover no tenga el mismo efecto”.

Más allá de tratarse de un fenómeno universal, las razones del furor por la cantante estadounidense son una incógnita: “En el 2011, con Justin Bieber había una enfermedad, pero nunca vi algo tan grande como con Taylor. La verdad no sé qué hizo”, dice Josefina y agrega: “Me enoja, porque si hubiera venido antes, cuando estaba cancelada o no tenía tantos hits, yo estaría acampando en el Obras y no acá con noventa mil personas, pero bueno, ahora todo el mundo es fan y me la tengo que bancar”. Según Borda, a pesar de que existan fans que prefieren mantener a sus ídolos como un consumo de nicho, “en general tienden a querer amplificar los públicos”, porque los hace sentir parte del fenómeno. “Los fans quieren ser parte de la carrera de su ídolo y la industria lo sabe”, explica Borda. Aún así, no podemos decir que la industria cultural utiliza a los fans para generar mayores ventas y promoción ya que estos actúan de manera voluntaria. “Reconocemos que a Taylor le gusta la plata y también que nos gusta dársela. Es un ciclo sin fin”, admite María.

 

The Eras Tour, inició el 17 de marzo de este año en Glendale, Arizona y tiene previsto culminar el 23 de noviembre de 2024 en Toronto, Canadá. La desmesura de su éxito también en esos países es tal que ha influido en la economía por la cantidad de personas y dinero que movilizó. Según Carmen, la cantante ha “levantado la economía argentina” ya que “estamos saliendo a gastar de a quince lucas para hacer pulseritas para dárselas a gente que no conocemos porque ella lo dijo en la letra de una canción”.

La devoción por una ídola capaz de mover hasta la economía de EE.UU. no impide una mirada consciente: las fans mencionan que la cantante no es el tipo de celebridad que “se tira sobre su público” en los conciertos. Según Josefina, “Ella no te mira a los ojos, está haciendo su performance y le gusta ser el centro de atención, pero te cautiva igual. Para mí es el Maradona de las chicas”.

La comunidad

El compañerismo es central en la comunidad swiftie, abarca desde recomendar locales de mostacillas en Once hasta prestar tarjetas de crédito para comprar entradas sin recargo. Según Borda, el fanatismo va más allá del gusto por cierto artista ya que “en algunos casos es una forma de encontrar lazos comunes” con otros que comparten el mismo sentimiento. Licciardi coincide: “Los jóvenes tienden a formar comunidades, como parte del proceso de consolidación de su identidad, en las cuales se sienten fortalecidos”.

Si bien existen personas y cuentas anónimas que se destacan en las redes sociales, la comunidad swiftie argentina se caracteriza por su horizontalidad. “Ya no existe la dinámica de que haya un club de fans oficial con un presidente que sea conocido en el fandom”, explica María. Esto tiene que ver con el avance de tecnologías que facilitan la comunicación directa con los ídolos, sin necesidad de intermediarios, y que los fans mismos puedan interactuar entre sí.

Las chicas, en su experiencia acampando para la llegada de Swift a Argentina, también mencionan las interacciones que han tenido con personas ajenas al fandom. A pesar de haber tenido incidentes con hinchas y transeúntes, Carmen destaca un momento en el que se sintieron acompañadas y protegidas: “Una vez vino un varón a patotearnos, nosotras llamamos a los guardias y cayó una mina de la barra de River con una pala de asado diciendo ‘yo las voy a defender siempre’”.

Después de cinco meses de acampe y a días de los conciertos de The Eras Tour en Buenos Aires, las chicas cuentan: “Si bien todos los recitales tienen una mística, para nosotras fue mucho más que solo comprar la entrada. Allá, en Estados Unidos, tuvieron todos los tours; acá no tuvimos ninguno, entonces es una oportunidad única. Tenemos que vivir lo que allá viven todos los años. Vamos a hacer las pulseras, el outfit y vamos a acampar. Queremos tener la experiencia completa”, resume Carmen.

Las voces de las fans

¿Quiénes son las swifties? Desde que salieron las entradas en junio, las fanáticas de Taylor no dudaron en instalar sus carpas en la puerta del estadio River Plate para esperarla. En este episodio nos cuentan su experiencia.

¿Quiénes son las swifties?

por Marina Ampuero y Mailen Farías.