Tango cooperativo y autogestionado

Tango cooperativo y autogestionado

La Orquesta Típica Ciudad Baigón, integrada por 14 músicos, apuesta desde hace más de dos décadas a una forma de organización contrapuesta al mercado. Gestiona su propio centro cultural y acaba de presentar su nuevo álbum Instrucciones para Sobrevivir en una Pecera

Al entrar a Galpón B, un palier al aire libre recibe a los visitantes con un leve sol filtrándose entre las nubes algo inoportunas del verano porteño. En la puerta está Hernán Cabrera, compositor y pianista de la Orquesta Típica Ciudad Baigón y uno de los socios del centro cultural, junto a su perro. Lo que se percibe es un gran hogar que confraterniza arte independiente con autogestión, una casa que cuenta con un escenario gigante al fondo del terreno.

El proyecto de Ciudad Baigón, orquesta de tango de 14 integrantes, comenzó hace más de 20 años en las calles de San Telmo, cuando se juntaban en Plaza Dorrego y eran echados por la policía por denuncias de ruidos molestos. Del arte callejero a gerenciar su propio espacio en formato cooperativo, el camino de décadas de la banda los nutrió de experiencias que los presenta como un experimento particular por fuera de la lógica algorítmica.

La banda encaró un cambio en sus sesiones de estudio para su último álbum, que se produjo con grabaciones separadas para cada tanda de instrumentos, a diferencia de los anteriores en los que se capturó en tomas únicas: “En este disco estuvimos más tiempo, grabamos las bases, grabamos los bandoneones y después grabamos las cuerdas encima de eso. Fue un proceso diferente a lo que veníamos acostumbrados”.

La nueva experiencia es nutrida, como todo lo que hace el grupo, por la autogestión, por el motor del arte independiente que lleva a la creación a depender nada más que de la curiosidad y el hambre del artista. «Tener una orquesta de tantos integrantes y autoproducir nuestros discos, giras y shows requiere una gran energía, pero no hay otra manera de hacerlo»

 “Esto lo pudimos hacer porque no teníamos un productor detrás. La autogestión no es por amor a ella misma, sino porque priorizamos valores culturales y humanos que hacen la diferencia», remarca Ignacio Santos, primer bandoneon. «Grabamos con click, lo que nos permitió más precisión y duplicar cuerdas. Fue una experiencia nueva y enriquecedora”, destaca Hernán Higa, sonidista del grupo.

«Autogestionarnos –subraya- nos enseñó a resolver problemas, valorar cada recurso y encontrar formas de conectar con el público de manera auténtica». En ese sentido, Santos destaca que esto da la posibilidad también de “ser comprensivos con los momentos de vida de cada uno. La gente se separa, tiene problemas, uno no siempre puede estar al cien. No es que acá controlamos a qué hora llega. Trabajamos como nos hubiera gustado trabajar en cualquier lado”.

Así, el Galpón B –ubicado en Cochabamba al 2500- se convirtió en uno de los motores que le dio vida a la banda. Al ser un proyecto particular y distintivo, la música que tocan no es la típica que se oye en una milonga: “No tocamos tango para bailar, si se ponen a bailar se caen”, dice Higa, riendo levemente. La búsqueda de la orquesta es algo ecléctica,  siguiendo un sonido moderno pero con los elementos distintivos de la canción nacional, sumado a su gran número de músicos, hace que Ciudad Baigón tenga una dificultad extra para llevarse a cabo.

Luego de grabar su anterior disco en Abbey Road, siendo la primera orquesta típica que grabó allí, remarcan que El Galpón es su lugar en el mundo. “Yo estoy en Europa y quiero volver a tocar acá. Cuando nos quedamos sin lugares para tocar, el galpón nos dio la oportunidad de seguir haciendo música en un espacio propio” dice Hernán Cabrera.

El centro surge hace más de 20 años, cuando “el fantasma de Cromañón estaba muy presente”, señala Cabrera. Pero ya buscando una continuidad más estable, el grupo se vio obligado a la creatividad y así forjaron un espacio específico para que la banda de 14 integrantes pueda desplegarse de forma total. “Si no hacíamos el galpón, no tocábamos”, afirma, remarcando que al principio sufrieron muchas clausuras en lo que era otro tiempo para estos establecimientos de la  Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Desde la puesta escénica, el galpón se construyó específicamente para contar con un escenario y una puesta de sonido que pueda soportar un despliegue de tantos músicos a la vez. Lejos de ser un escollo o algo sufrido, remarcan que es algo único. “Tener una banda de este tamaño es económicamente una mala idea, pero artísticamente es único”.

En ese sentido, Julián Bruno, cantante de la banda, admite que siente una gran responsabilidad al ser, por particuaridades de su rol, la cara más visible a la hora de tocar. Sin embargo, reconoce en la experiencia de la orquesta algo singular e inigualable: “Subirte a cantar con la banda es como cantar en un tren, como un trance”.

De esta manera, el proyecto termina siendo posible y rentable por un cúmulo de factores, más allá de lo que produce la banda. Discos, shows, giras, pero también el galpón y la gestión de un centro que nuclea muchos más artistas y bandas que Ciudad Baigón. Esto, sumado al status actual del tango, en un momento en el que la venta de disco, principal ingreso de la banda hace varios años, ya no existe como tal. «El tango es un fenómeno cultural, pero no industrial. Si no lo hacemos por nuestros propios medios, no hay forma de que exista», destaca Santos.

Sin embargo, el tango aquí va más allá de la cuestión comercial: conecta con con las raíces de la canción nacional. Santos remarca que antes “vos antes tocabas en la orquesta de (Aníbal) Troilo y te salvabas”, pero ya no es así. Pero, sin embargo, el tango ha sabido llenar un vacío que el rock dejaba: “El rock se creó en Londres. El rock nacional es bueno por sus raíces, que son el tango y el folclore. Hay algo que no se consigue en otro lado que tiene que ver muchísimo con el tango, es una música popular que convive con lo mainstream, hay un bagaje que se ve en la música actual. Y yo toco tango, y acá están los mejores y el tango somos nosotros”.

“¿Te parece razonable la farsa que estos locos han tramado?”

“¿Te parece razonable la farsa que estos locos han tramado?”

La obra teatral “Saverio, el cruel”, de Roberto Arlt, inicia su segunda temporada bajo la dirección de Gabriela Villalonga. A casi un siglo de su primera presentación, propone una reflexión sobre la discriminación, la malicia y la farsa sociopolítica argentina con una actualidad ineludible.

La farsa dramática Saverio, el cruel vuelve a escena los sábados en el teatro Payró. Estrenada por Roberto Arlt en plena Década Infame, esta obra sigue resonando en la actualidad. “Arlt la escribe en una época donde los lazos solidarios estaban desmembrados. Donde la red social se empezaba a disolver”, explica la directora Gabriela Villalonga.

Durante las primeras intervenciones militares en la política argentina, Saverio, un vendedor de manteca —interpretado por Marito Falcón—, es engañado por un grupo de amigos burgueses. Lo convencen de interpretar el papel de un coronel despótico dentro de una fantasía creada para «salvar» a Susana, una supuesta enferma psiquiátrica, interpretada por Ligüen Pires.

En esta puesta en escena, los actores fingen que actúan, en un juego de realidad y ficción. “Cada personaje es varios a la vez, van cambiando a lo largo de las escenas”, cuenta Villalonga. Uno de los personajes de la obra pregunta: “¿Te parece razonable la farsa que estos locos han tramado?”. El artificio no es algo nuevo para los argentinos, tan poco que una escena de ese tipo tenía lugar a escala nacional cuando Santiago Caputo interrumpía la entrevista de Milei en TN para corregir su “verdad” sobre la estafa de criptomonedas para intentar evitar un juicio político.

En Saverio, el cruel el rol de “villano” oscila entre los personajes, como una bomba de tiempo, generando una tensión entre ellos, el público y la oscuridad. “El teatro es una experiencia particular, el puro acontecimiento artístico. Involucra al espectador de manera activa, porque no hay manera de que no te pase algo, que no te emocione”, reflexiona la directora. En este caso, la crueldad y la locura invaden la sala y los cuerpos, a través de un juego de luces y sonidos que balean el aire. El tiempo parece detenerse por momentos, cuando la oscuridad lo impregna todo, generando un ritmo auténtico que muestra lo vulnerable del presente.

Villalonga explica que en 2025 el teatro independiente enfrenta un recorte presupuestario, pero que siempre encuentra la manera de autogestionarse: “Esto es lo que nos da sentido. Y en esta época, más que nunca. Les artistas estamos en plena resistencia”. La directora destaca que la obra fue autoproducida por sus propios actores. Con una escenografía minimalista y vestuarios extravagantes, las impactantes interpretaciones de Roberto Cuñarro, Adriana Echegaray, Marito Falcón, Ariel Guazzone, Roberto Monzo, Ligüen Pires, Lali Rojas y Liliana Simsi, dan vida a esta aguda crítica social a partir del humor.
A través de la exposición del odio racial y clasista, Saverio, el cruel nos lleva a preguntarnos: ¿de dónde viene la crueldad? ¿Hasta qué punto llega la farsa en nuestra realidad? La directora plantea: “Lo más difícil para todos y todas es cambiar. Porque cuando aprendés algo, podés tener una mirada integradora de la realidad. Pero es complicado, porque significa atravesar una crisis. El teatro y el cine tienen esa función y, por eso, siempre son resistencia”.

Villalonga advierte que vivimos tiempos de distanciamiento, no solo entre las personas, sino también entre las identidades y la cultura. “Las políticas anticulturales instalan un pensamiento que va para atrás sobre nuestros derechos adquiridos, como si nunca hubiera existido la lucha por alcanzarlos. Por eso es importante hacer memoria”, sostiene.
Ver una obra que conmueve, encontrarse en una marcha contra los dichos crueles y fascistas del presidente, defender los hospitales, y las universidades reconectan con un otro, con una identidad de muchos que, en esta contemporaneidad, pareciera querer ser desdibujada. Arlt, desde su obra, nos habla de todo eso.

Saverio, el cruel puede verse los sábados a las 20 en el Teatro Payró (San Martín 766), “al menos hasta abril”, según cuenta su directora, con expectativas de que continúe.

Una celebración del teatro

Una celebración del teatro

En el reconocido espacio Timbre 4 y con una programación que incluye obras de España y Francia, comienza una nueva edición de TABA, el festival de artes escénicas que promueve el intercambio entre artistas locales y extranjeros.

Una de las obras que podrá verse será Precoz, basada en la novela homónima de Ariana Harwicz, dirigida por Lorena Vega e interpretada por Valeria Lois y Tomás Wicz.

 

Del 13 al 23 de febrero, se celebrará en el Teatro Timbre 4 una nueva edición del Festival Temporada Alta en Buenos Aires (TABA). El evento, que se realiza ininterrumpidamente desde 2013, se ha consolidado como un espacio de encuentro entre creadores de distintas culturas y en epicentro de las artes escénicas durante el verano porteño. “Su presencia en Iberoamérica no tiene un objetivo económico, sino que busca generar una sinergia entre artistas”, sostiene Narcis Puig, director general del Festival en diálogo con ANCCOM.

TABA es la extensión argentina del reconocido Festival Temporada Alta que desde hace más de 28 años se desarrolla en Girona, España, y que ha sido calificado como uno de los mejores de la escena mediterránea. En Buenos Aires, funciona desde hace 13 años como un espacio de exhibición para que artistas internacionales como Jan Fabre y Angélica Liddel presenten sus producciones en las salas porteñas y como una puerta de entrada para que artistas argentinos, como Mariano Pensotti y Daniel Veronese,u obras como El viento en un violín y La omisión de la familia Coleman de Claudio Tolcachir, puedan acceder a la escena europea. “Buenos Aires es una gran capital teatral y exporta mucho talento”, afirma Puig.

Para esta nueva edición, la programación cuenta con doce propuestas, entre las que se destacan las colaboraciones entre Francia y Argentina como el espectáculo Nana canta Piafy Chin, chin, monamour, un ciclo de entrevistas y lecturas dedicado a la poesía. También se podrán ver las obras de teatro Sugar Girlse Historia de una pierna, producto de un trabajo en conjunto entre Argentina y España. “Es muy importante que la muestra que hacemos sea diversa y represente distintos aspectos de lo que se hace en este lado del charco”, señala Puig.

Entre las obras nacionales sobresalen El Brote de Emiliano Dionisi, protagonizada por Roberto Peloni y Precoz, basada en la novela homónima de Ariana Harwicz, dirigida por Lorena Vega e interpretada por Valeria Lois y Tomás Wicz. “El desafío es tener una programación que sea variada e interpele a distintos públicos”, subraya Eleonora Pereyra, coordinadora general del Festival.

El Brote, de Emiliano Dionisi y protagonizada por Roberto Peloni también forma parte de la programación.

 

Respecto al proceso de selección, tanto Puig como Pereyra coinciden en que “las obras que se presentan deben ser de calidad, diversas y con un formato fácil de transportar” y que el rol de Timbre 4 en la curaduría es fundamental. Fundada en 2002 por Claudio Tolcachir, la sala se ha consolidado no sólo como un espacio clave del teatro independiente porteño, sino también como el hogar de TABA desde sus inicios. Su compromiso con ser un punto de encuentro entre artistas y espectadores confluye con el espíritu de intercambio que caracteriza al Festival. “Por suerte tenemos un espacio que es muy sólido y el público siempre nos acompaña”, asegura Pereyra.

Además de las obras teatrales, TABA contará con el clásico y aclamado Torneo de Dramaturgia, en el que dos autores catalanes y argentinos compiten con sus textos. Durante el torneo, las piezas son interpretadas sin revelar la identidad de sus autores hasta el final de la función, lo que permite que el público tenga el foco puesto en la calidad de la historia. Por el Río de la Plata competirán Lucas Sánchez y Javier Grinstein, mientras que Jaume Viñas y Martina Cabanas serán los encargados de representar al Mediterraneo. Al igual que en ediciones anteriores, será la audiencia la que determinará mediante voto secreto cuál es el texto que avanzará a la gran final que tendrá lugar el domingo 23 de febrero a las 20:30.

En el Festival también se desarrollará “Fuera de Escena – Cruces de las Artes Escénicas”, un ciclo de actividades especiales que propone dialogar sobre diversos temas que rodean al teatro. Entre ellas se destacan “Aprende a decir que no”, un taller de auto-indagación y asertividad a cargo de la artista Joana Brabo y “De la idea al proyecto: Dramaturgia editada”, un conversatorio sobre la publicación independiente de obras teatrales coordinado por la propia Eleonora Pereyra.

Con el objetivo de garantizar el acceso del público a las propuestas culturales, tanto el ciclo como algunas de las proyecciones teatrales contarán con entrada libre y gratuita o en algunos casos a voluntad. “Es una manera de que las personas vengan a una obra y después puedan ver otra más”, concluye Pereyra.

La programación completa de TABA se puede ver en la página web del Festival

“Muchas veces el policía viene de la misma cantera que el ladrón”

“Muchas veces el policía viene de la misma cantera que el ladrón”

Paloma Fabrykant habla de «Diario de Rosario», su novela protagonizada por una productora del programa televisivo Policías en Acción. La autora se nutre de su propia experiencia como periodista para desplegar un lenguaje crudo, distante de la indulgencia o la insensibilidad y mostrar el submundo de la droga, el universo de pobreza, la falta de oportunidades y el rol de la policía como eslabón visible de la corrupción que también abarca a políticos, jueces y fiscales.

La novela Diario de Rosario, de Paloma Fabrykant, empieza, avanza y termina con droga. Narrada en primera persona y a un ritmo frenético por su protagonista, la historia nos pone en los zapatos y la piel de Valentina, una productora de calle para Policías en Acción, en su paso por innumerables allanamientos, pesquisas y crisis personales, cada vez más hundida en el submundo del crimen de “la capital del narcotráfico: la Chicago argentina”. Esta es la realidad que da pista a la ficción:

“[A Valentina] la tuve que hacer recontra atrevida —dice la autora en diálogo con ANCCOM—, como un personaje sin límites, un personaje que se manda muchas cagadas permanentemente. A la hora de describir barrios y situaciones no metí tanta tinta, sino que está más cercano a la realidad; es la parte más documental de la novela”.

Y es que Paloma, como Valentina, fue periodista de calle en el corazón y las suelas de Rosario; los nombres del cartel de Los Monos y Los Funes, sus sicarios y sus víctimas, aparecen a lo largo de la historia desde la propia experiencia de quien la escribe: “Viajé por primera vez igual que Valentina, para hacer Policías en Acción. De pronto cuando uno conoce nada más como turista o tenés amigos que son de ahí te cuentan de lo linda que es la costanera, de las zonas paquetas, y yo fui directo a los peores barrios. Entonces había gente en Buenos Aires que me decía: ‘Ay que lindo, voy a pasar el fin de semana a Rosario’, y yo decía: ¿Rosario? Barrio Toba, Zona Cero, todos esos lugares más complicados eran la única visión que yo tenía. Entonces sí, mi entrada fue directamente al mundo de lo marginal y al submundo de la droga y al universo de la pobreza y de la falta de oportunidades que tiene mucha de la gente que vive ahí”.

En ese escenario, la fuerza que mueve la acción, casi un personaje en sí mismo, es la policía. Y es que el objetivo de Valentina es sacar material jugoso de los procedimientos policiales; “vender el producto”. Para ello necesita que los oficiales le digan el lugar al que se allana, por dónde se entra, a quién ponerle la GoPro. Así, trabajando codo a codo con ellos, la institución se nos muestra desde un lado más íntimo, a ratos miserable, pero también muy humano. Con ello se corre el riesgo de generar el rechazo de potenciales lectores, pero también marca un nuevo paralelismo entre escritora y protagonista:

“Yo, tal cual como Valentina, tenía muchos prejuicios respecto de la policía, hasta empezar a trabajar con ellos y darme cuenta de que son seres humanos —cuenta Fabrykant—. Y son seres humanos que también vienen de instancias difíciles, de sectores marginales de la población. En general, la persona que tiene cierta conciencia de clase suele poner a los trabajadores como los grupos vulnerables, los grupos que necesitan contención. Entonces al ladrón o al que infringe la ley se lo perdona, se lo justifica, porque ha sido excluido. Y muchas veces el policía viene de esa misma cantera, y es una persona que, viniendo de una infancia difícil, viniendo de la pobreza, elige el camino de la ley. Después obviamente se va a corromper, como todo el mundo se corrompe en este país donde infringir la ley es cosa de todos los días. Pero bueno, todo aquel que tenía una visión más justificadora, más perdonadora hacia el humilde que infringe la ley, no la tiene hacia el humilde que se hace policía, cuando en teoría lo hace para proteger la ley”.

Es un escape de los lugares comunes que define la vida de la autora. Hija de la escritora Ana María Shua, Paloma Fabrykant construyó una carrera orientada a comunicar desde la acción: desde crónicas escritas desde las villas miseria, pasando por el trabajo como productora de calle, hasta una dedicación al jiu-jitsu que le valió una carrera en vale-todo (sus sumisiones y KOs desde el grappling todavía se encuentran en youtube); el curso de corresponsal de guerra que le permitió trabajar en Campo de Mayo, donde enseñó esa arte marcial, lo que le posibilita hablar con propiedad sobre el envío de fuerzas armadas a Rosario:

“[Al ejército] no lo podés poner a trabajar con civiles, porque todas sus hipótesis de conflicto son para una guerra. Una guerra es una situación donde el enemigo no vale nada; al enemigo hay que matarlo. Es una situación horrible, a la que uno nunca quiere que llegue nuestro país, pero cuando vos sacás al ejército es para matar. No lo podés hacer con civiles, ni siquiera contra el narcotráfico, porque la gente que está trabajando para el narco son civiles, son personas humildes que fueron llevadas por vidas difíciles a hacer estos trabajos. No son el enemigo. Y al ejército vos no lo podés ‘reentrenar’ como si fuera policía, porque ya está entrenado para repeler y matar. Es un entrenamiento completamente distinto que el de un policía, que tiene que tener habilidades blandas, hacer inteligencia hablando, poder detener a una persona y esposarla sin romperla, sin lastimarla, sin dispararle —Fabrykant sentencia—. La policía es una fuerza civil, puede trabajar con civiles; el ejército es una fuerza militar, sólo tiene que enfrentarse a otros militares”.

Después de un año en el que el actuar de la policía ha estado en el ojo del huracán, estas lecturas pueden pasar por acríticas. Pero lo que caracteriza el trabajo de la autora no es la indulgencia ni la insensibilidad, sino la crudeza: “El poli es el estrato más bajo: arriba están los políticos, los jueces, después los fiscales y por último el poli. Estás culpando de toda una red de corrupción al último eslabón de esa red. Al final, enfrentar a la corrupción y al narcotráfico es una misión demasiado grande, que si la querés hacer de verdad probablemente te maten. Pero ir a escupir a un policía no va ayudar a nadie”.

Una escritura en anfetaminas

La crudeza de este Diario de Rosario está en los hechos que narra, pero también en el lenguaje que utiliza: “Los detenidos estaban en el piso, con las manos en la espalda pero sin esposar. Tirados en el piso, quietos y callados sin las marrocas. La biaba que les tienen que haber pegado a esos cristianos para que estuvieran así”, se lee entrando a la novela. Lo que se elige contar es un hecho de violencia policial, y se hace en un tono que combina rigor periodístico, jerga coloquial y lunfardo antiguo. La narración no es apologética ni condenatoria, tampoco cae en la impostación sobreactuada ni en los manierismos. Es una voz a fin de cuentas muy propia, de la cual la autora confiesa: “No sé cómo sale”.

Desde ese lenguaje, los hechos violentos se suceden a un ritmo atrapante, con la misma adrenalina que empuja a la protagonista. Como a ella, nos cuesta pararnos a reflexionar, pero aun así quedan marcas. El peso de la realidad siempre se impone:

“La ficción se escribe siempre tomando cosas de la realidad, cosas que a uno le dolieron, cosas de la imaginación —dice Fabrykant a partir de un ejemplo de la novela: la búsqueda de una niña desaparecida—. Lo de Sheila es muy particular porque yo lo tomé de un caso real, pero que no ocurrió en Rosario. Esto es todo ficción, pero a Sheila decidí no cambiarle el nombre. Sheila es una niña que realmente fue desaparecida y bueno, encontrada, asesinada. A mí me tocó muy de cerca porque estuve en el rastrillaje y en el momento en que apareció el cuerpo, y eso es algo que te marca; te marca porque es dolorosísimo —cierra la autora, que luego desliza—. Después de Rosario, yo quedé un poquitito traumatizada, la verdad, y dejé de hacer el periodismo de calle que había hecho muchos años”.

Paloma Fabrykant es hoy productora creativa de “Bendita”, un programa al que ella misma describe como “de un humor totalmente liviano”. Y en Diario de Rosario, pese a los temas que trata, también hay muchísimo humor. Es una novela para leer de una tirada, “rayas largas que desaparecen rápido”, lo que parece una marca del trabajo de su autora:

“El objetivo para mí como escritora es que el lector pase un buen momento, quiera leer la siguiente línea, quiera sentir que está fuera de su vida cotidiana y se enganche como quien mira una película. A mí me gustaría que la literatura recuperara ese poder, que hoy pareciera que sólo lo tiene el cine o una serie. Leer no tiene que ser necesariamente para pensar, ni para ser más inteligente, ni para ser estudioso: tiene que ser una actividad de placer”.

Un cuento para cada infancia

Un cuento para cada infancia

La cooperativa Seguí es una editorial que publica cuentos y fabrica juegos en temas de diversidad, equidad y derechos. No solo contempla contenidos inclusivos sino también formatos amigables para chicos con discapacidad.

La cooperativa Seguí, un grupo conformado por mujeres profesionales, se dedica a la creación de cuentos, juegos y juguetes accesibles y sostenibles con el objetivo de eliminar las barreras que limitan el desarrollo de niñas y niños. Aunque su labor no se reduce únicamente al entretenimiento, sino que también busca la educación y la sensibilización en temas de diversidad, equidad y derechos. “Queremos ser un puente que amplifique esa voz de las infancias”, expresó Paola López Cross, una de las integrantes del proyecto.

Así, a lo largo de estos últimos años ha recibido reconocimientos por parte del entonces Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad, la Secretaría de Economía, la Legislatura porteña y otras instituciones. En diálogo con ANCCOM, las integrantes principales de Seguí, López Cross y Noelia Bertola, hablaron sobre el rol de la cooperativa, su proceso de producción y la importancia de incluir a todas las infancias tanto en los juegos como en la literatura.

Todos cuentan

Todo comenzó en 2016, cuando López Cross ganó una beca para estudiar comunicación con perspectiva de género. A partir de allí le surgió la idea de hacer su proyecto final sobre cuentos infantiles pero que muestren otros tipos de masculinidades a la masculinidad machista. Un año más tarde, los relatos se presentaron en la Feria del Libro junto con la asociación civil Infancias Libres. Aunque, con el paso del tiempo, junto con su compañera Bertola, se dieron cuenta que había infancias que quedaban por fuera.

Es así como surge el proyecto literario “Un mundo TIC – Todas las Infancias Cuentan”, una colección de cuentos infantiles que tiene como objetivo brindar a los más chicos la oportunidad de expresarse y que cuenten cómo comprenden el mundo. “Lo que hicimos fue trabajar con infancias con y sin discapacidad y les preguntábamos a cada uno de los chicos y chicas, por ejemplo, “¿Qué es la belleza para ustedes?” y a partir de allí cada uno contaba lo que significaba la belleza para uno mismo. Y no se trataba de una belleza estereotipada, sino una belleza mucho más ligada a la ternura, a lo particular y a lo íntimo. Y eso nos ayudaba conceptualmente a trabajar con este término”, señaló López Cross.

Así, las temáticas que abarcan los relatos van desde la Educación Sexual Integral (ESI), la equidad de género, hasta el autocuidado y el duelo. Asimismo, destacó Bertola: “Los cuentos también los hicimos pensando para personas con baja visión: las letras se encuentran en mayúsculas y se utilizaron altos contrastes para poder distinguir las páginas de otras y vienen acompañadas con ilustraciones”. Por otro lado, el último libro de la colección, Muchachitxs sensibles, fue declarado de Interés por los Derechos Humanos en la Legislatura porteña.

Aparte de los cuentos, la cooperativa elabora, de la mano de emprendedoras, juegos y juguetes. “Queremos que todas las infancias puedan acceder a su derecho de poder expresarse y al mismo tiempo que accedan el derecho a jugar y a disfrutar», dijo López Cross al respecto. Todos se encuentran fabricados con materiales biodegradables y van desde muñecas y muñecos con distintas tonalidades de piel hasta juegos para aprender el alfabeto en braille.

“Hay que seguir”

“Este material está por fuera del circuito económico porque si tuvieses que cobrar todo el trabajo interdisciplinario sería carísimo y nosotras lo que queremos justamente es que sea accesible en todos los sentidos”, destacó López Cross. Y agregó Bertola: “Todo está hecho con manos, cabeza y corazón argentino”.

“Nosotras vemos que lo que hacemos da resultado. No hay que quedarse, hay que seguir. Quizás el contexto de nuestro país no nos favorece, pero siempre seguimos buscando la manera de cómo producir y continuar llevando todo este material a las infancias. Apuntamos a mostrar el material al exterior y conseguimos financiamientos. También vendemos en ferias”, dijo López Cross sobre los desafíos de llevar adelante una cooperativa en donde la situación actual del país es compleja. “Nuestra cooperativa es Seguí justamente por esto. Siempre pensamos en que hay que seguir, buscarle la vuelta y no bajar los brazos”, aclaró Bertola, en la misma línea.

Los productos pueden comprarse por la página web y desde allí se puede acceder al formato de audiolibro y en lengua de señas, el cual este último es producido gracias a la ayuda de profesoras. “Eso también es muy importante -enfatizó López Cross- porque no ejercemos violencia cultural, sino que lo elaboramos en conjunto. Para nosotras sería más fácil contratar a un intérprete-oyente y que lo traduzca, pero hacemos las cosas con las personas que son también las destinatarias”. Por otra parte, la cooperativa también cuenta con el apoyo de la Editora Nacional Braille y Libro Parlante por si alguien desea leer algún cuento en braille. El mismo se puede conseguir escribiendo a editorabraille@senaf.gob.ar .

Contagiar teatro

Contagiar teatro

Proyecto Pierre es una iniciativa de la universidad pública que desde 2017 busca acercar nuevos públicos a las artes escénicas y crear el hábito de ir al teatro. Sus responsables relatan la experiencia en un libro de reciente publicación y, en diálogo con ANCCOM, cuentan detalles de su investigación.

“Nuestra idea era ir a buscar a aquellos que estaban a medio pasito de ir al teatro”, explica Mónica Berman sobre Proyecto Pierre, un programa nacido en 2017 en el Área de Artes Escénicas de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, que ella misma encabezaba y que ahora se convirtió en un libro. El objetivo es generar el hábito de ir al teatro, en este caso de estudiantes y docentes universitarios. Con un guiño al sociólogo francés Pierre Bourdieu –uno de los teóricos más leídos en la facultad–, el proyecto propone ir en grupo al teatro y debatir y reflexionar sobre la experiencia vivida.

Berman no ideó sola el proyecto Pierre: Ludmila Botta y Fernanda Blanco, licenciadas en Ciencias de la Comunicación, la acompañaron desde el primer momento. «Ambas estaban en busca de una tutora para sus tesinas y vinieron a cursar conmigo como oyentes un seminario que daba sobre artes escénicas. Tenían un gran entusiasmo, así es como se sumaron al Área de Escénicas. Y Pierre surgió en una merienda donde nos dimos cuenta de que nosotras si íbamos a ver teatro, pero nuestros amigos no, o si lo hacían tenía que ser sí o sí con nosotras».

A través de diversas vivencias personales, empezaron a analizar cómo se construye el hábito y los rituales para ir al teatro. Desde Pierre se propusieron estudiar cuáles son las barreras de los públicos que sí gustan del teatro, a la hora de asistir a una sala, y de qué forma se podría garantizar esta experiencia.

Cuando el proyecto arrancó, uno de los desafíos era cómo difundir la convocatoria. “Tuvimos que buscar dónde estaban esos públicos universitarios. Primero usábamos grupos de Facebook, mails y también lo comunicábamos a través de amistades”, recuerda Blanco. Pero con la baja considerable en el uso de Facebook tuvieron que incorporar WhatsApp, hecho que lamentaron un poco debido a que con el primer sistema se generaba una comunidad.

“Desde que comenzamos el proyecto lo pensamos como una instancia de prueba y error constante, casi como un experimento, por algo lo llamamos experiencia. Cada vez que terminábamos un encuentro hacíamos crónicas, encuestas o charlas entre nosotras para debatir qué habíamos observado”, agrega Blanco.

Respecto a qué obras ir a ver, Berman comenta: “Soy una persona que ve mucho teatro. A la hora de la curaduría, me obsesionaban algunos aspectos puntuales como incluir teatro de infancias, comunitario o títeres para adultos. Al principio, cuando las chicas hacían las encuestas, lo que los inscriptos decían era que nunca irían a ver obras infantiles. Pero nosotras queríamos que puedan ver obras que no hubieran ido a buscar por su cuenta”.

“La barrera del valor de las entradas es la que a la mayoría de los públicos les mueve la aguja”, asegura Botta. Sin embargo, también han detectado barreras simbólicas. Una de ellas es el trato en las salas. En uno de los encuentros, el grupo que armaron no fue bien recibido en un espacio donde, según Berman, “deberían sí o sí tratarte bien”, lo que provocó cierto rechazo de los participantes a la hora de ir al próximo encuentro.

Además, la cartelera teatral de Buenos Aires es inabarcable, otro aspecto que vuelve complejo optar por una obra. “Cumplimos nuestro objetivo de brindar herramientas a los públicos para que puedan adquirir autonomía en su elección y así hacer su propia selección de qué obras ir a ver”, sostiene Blanco, a lo que Berman añade: “La idea era que advirtieran que había propuestas muy distintas en la cartelera. Que existe el teatro comercial o empresarial lo sabemos todos, es muy fácil de percibir, en cambio lo otro es muy difícil de conocer. Teniendo un panorama de la oferta teatral que hay en la ciudad, se logra esa autonomía en la elección”. Incluso, algunos participantes de Pierre se volvieron “recomendadores”.

Ante el vacío de investigaciones sobre públicos que estudien las razones por las que alguien va o no al teatro, el libro Proyecto Pierre, creando el hábito de ir al teatro constituye un análisis tanto cuantitativo como cualitativo acerca del hábito en potenciales espectadores. La publicación se enfoca en las primeras cinco temporadas del proyecto –de 2017 a 2023, exceptuando 2020 cuando el proyecto se paralizó por la pandemia– y pudo materializarse gracias al programa Mecenazgo del Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires. Se puede leer de manera gratuita en este link.