Una poeta con voz poderosa

Una poeta con voz poderosa

En «Todo se une con la noche» Vanina Colagiovanni hilvana poemas, hechos y testimonios, y recupera anécdotas compartidas, para construir una biografía de la sensible y punzante poeta Juana Bignozzi. Su disputas con el feminismo y el debate sobre la utilidad de la poesía.

En el ensayo biográfico Todo se une con la noche Vanina Colagiovanni rastrea las huellas de la vida de una poeta con gran trayectoria y personalidad avasallante: Juana Bignozzi. Hija de anarquistas, se trataba de una mujer atípica, poco convencional, y con un carácter que la llevaría a convertirse en una persona relevante del ambiente cultural, particularmente de los años sesenta que ella tanto añoró en sus últimos tiempos.

Así, la autora va trazando a lo largo del libro sus propias interpretaciones sobre distintos eventos, poemas y vínculos que hicieron a la vida de Juana, al tiempo que se hace de voces con un gran valor cultural, como la de Beatriz Sarlo, que testimonian sus propias vivencias y anécdotas con Bignozzi. Esta biografía es el relato de una vida contado desde la perspectiva de una persona que conoció y mantuvo un vínculo estrecho de amistad con quien es biografiada, lo que hace al libro mucho más íntimo, sentido y lleva a conocer en profundidad a la poeta.

En el libro contás que conociste a Juana Bignozzi en una entrevista que le hiciste en España, ¿cómo accediste a ella? ¿cómo se mantuvo ese vínculo a lo largo del tiempo?

  • A mis 24 años, yo escribía poesía. Un amigo me regaló un libro de Juana, lo leí y me encantó. Él editaba en Adriana Hidalgo, la misma editorial de Juana y me dijo que, si quería, me conseguía el teléfono. Habían pasado ya 30 años desde los primeros libros que ella había publicado y yo los leía en el año 2000 sin ninguna distancia, algo que no era tan fácil con poetas de su generación. Eso me impactó. Me pregunté qué sería de su vida, qué haría en Europa. Entonces, en un viaje que hice de mochilera, fui a Barcelona y la entrevisté. Me impactó su temperamento: tenía algo muy atractivo, era muy graciosa y muy malvada. No tenía falsedad, que lamentablemente veo muy común en el mundo cultural. Ella te decía las cosas frontalmente. Recuerdo haber ido al encuentro con la entrevista, los datos, todo prolijo. Y terminamos hablando de cualquier otra cosa, que fue lo más entretenido. Hubo química, buena onda.

A partir de ese momento Juana me incorporó. Me dijo: «Bueno, yo ahora en un mes vuelvo a Buenos Aires, anotate el teléfono, hablamos y nos vemos». Y desde entonces cada vez que venía a la Ciudad nos veíamos. Me presentó a un montón de poetas más jóvenes que ella y más grandes que yo, a quienes, de algún modo, ella me quería acercar. Poetas que, aún hoy, son amigos míos. Diría que fue mi mentora. Yo la seguía a todos lados donde leía, era su lazarillo. En un momento, ella también me empezó a pedir cosas, como que la presente en lecturas: Fue muy lindo eso.

Sin embargo, así como el temperamento y la fuerte personalidad de Bignozzi hacían de ella una mujer única y fascinante, también podían tornarla intensa y demandante, al punto que conocidos y amigos suyos fueron alejándose paulatinamente. “Una vez me llamó al Liceo Cultural Británico, donde yo trabajaba para decirme: ‘Vanina, ¡Hace cuatro días que no hablamos!’”, recuerda Colagiovanni sobre este aspecto.

¿Cómo equilibraste en el libro las dos partes de Juana, tanto su lado generoso hacia las nuevas generaciones, pero a su vez esta personalidad demandante y algo temperamental?

  • En un momento me di cuenta de que hablar de Juana sin mencionar su parte crítica, era mostrar la mitad del cuadro. Todos los que la conocimos sabemos que eso era caracerístico y parte de lo que nos atraía y gustaba de ella, porque era muy graciosa, te podía destruir una revista en una frase. El tema era cuando se la agarraba con vos o con alguien que querías: ahí lo sufrías. Pero incluso así, uno entendía que era una persona muy singular, que tenía muchas cosas valiosas y, entonces, dejabas pasar las otras.

Además, Colagiovanni destaca que Bignozzi era una gran compañera, en el sentido de que apoyaba a sus amistades. Recuerda que, en sus comienzos en Gog y Magog, editorial en la que actualmente trabaja y con la que editó esta biografía, Juana acudía a las múltiples presentaciones en bares o en el Abasto, a cualquier hora, con música que no le gustaba y se quedaba hasta el final. Tal vez, este aspecto relevante de la personalidad de Juana haya sido inspirador para dar origen al título del ensayo biográfico, Todo se une con la noche. “Era como una joven en el cuerpo de una señora grande. Tomaba un montón, se acostaba mucho más tarde que todos, tenía una vida recontra activa y a la vez le gustaba trasnochar”, asegura Vanina. También, la noche era su laboratorio, su lugar de experimentación, escritura, lectura y traducción. Esa nocturnidad y el vínculo que mantenía con las nuevas generaciones era una forma de seguir activa como poeta. Jóvenes poetas que hoy, ya adultos, difunden y comparten el legado de Juana, la mantienen con vida.

Colagiovanni cuenta que parte de su interés en realizar la biografía tiene que ver con la amistad que mantuvo con Bignozzi, y además, con el interés de retratar una generación particular, la de los sesenta, que supo tener fuertes convicciones y apego a ciertas ideas e ideales, poco miedo a la pelea, a la discusión y al debate. Características que la autora ve diluidas en la contemporaneidad: “Tanto literariamente como a nivel del campo cultural en general, traté de que estuvieran presentes esas otras dinámicas de aquellos tiempos”, agrega.

A pesar de haberla conocido, ¿creés haber descubierto algo nuevo de ella en el proceso de escritura de la biografía?

  • Sí, varias cosas. En principio, fui al archivo, que no es enorme, pero son seis o siete cajas con todos sus papeles: documentos, pasaportes, la libreta universitaria, entre otros, y me sirvieron para contrastar datos con las entrevistas, tanto las que brindó ella como las que hice a sus amigos y conocidos, quienes muchas veces no recordaban fechas exactas o direcciones. Ahí hubo un montón de datos y detalles que se desambiguaron, se confirmaron; eso fue impagable, muy valioso. Después, descubrí muchas notas que, por ahí, iban a ser futuros poemas; porque ella escribía mucho y después con eso armaba como un rompecabezas, cortaba y pegaba. Estos protopoemas hablan mucho sobre ella, por ejemplo, de cómo se sentía en su duelo por el marido, que muere inesperadamente, poemas que le escribe a él y que me hicieron rever cómo yo veía la relación de ellos, y cómo la propia Juana la consideraba.

Asimismo, la autora asegura que recopiló numerosas anécdotas, alegres y trágicas, que vivió Bignozzi con sus amigos y conocidos. Incluso, menciona que una vez publicado el libro, aún hoy, le llegan mensajes de personas que han vivido momentos icónicos con la poeta. “Una de las cosas que me dijeron, que me emociona mucho, es que la ven a ella ahí en el libro, que sienten que está. Para mí ese era el objetivo. Ya está, si eso sucedió, perfecto.”

Bignozzi tuvo ciertos conflictos con el feminismo y, sin embargo, sus poemas son reivindicados actualmente por feministas, ¿cómo lo explicarías?

  • En momentos donde las mujeres no tenían voz, donde era muy difícil que se pusieran a discutir de igual a igual sobre un texto literario o sobre política, ella estaba ahí sosteniendo un lugar y una voz. En los años ochenta, la palabra feminismo no era lo que es hoy, estaba muy bastardeada. Había algo de la palabra, del vocablo, del término que incomodaba; no eran muchas las mujeres que se identificaban como tales. Ahí Juana discutió con las feministas. También, esto es una lectura propia, ella se llevaba mal con esa generación en general: mujeres y hombres. No le interesaban políticamente. En cambio, se llevaba muy bien con los de los sesenta y con los jóvenes de los noventa. Con lo que hubo en el medio, no. Sin embargo, al avanzar el tiempo, Juana sí conectaba con las feministas de los años 2000. Sí estaba a favor del aborto, sí tenía clara la defensa de ciertos derechos. No es que estaba en contra del feminismo porque no era progresista, sino que discutía con esa generación. Hoy, por ejemplo, vos la leés y tiene versos que son súper feministas, momentos de su poesía donde de lo que ella está hablando es de eso, más allá del vocablo.

En el libro contrapones la utilidad a la poesía, ¿en qué consiste esta idea?

  • Para mí la poesía tiene algo con la falta de utilidad, con la idea de que es totalmente prescindible, que no tiene un uso concreto y a la vez es absolutamente fundante y fundamental en la vida. Escapa a la lógica utilitaria, ¿para qué sirve un poema? Para explicarte algo de vos mismo, para reconfortarte, para darte una idea, para hacerte reír, pero no sirve para ‘algo’. Juana en un momento se lo pregunta: para qué sirve un poeta, qué tiene que hacer un poeta. Un poeta tiene que escribir, tiene que escribir bien, tiene que leer. Bueno, hay algo de eso, de que cuando se deja de lado la utilidad llega la poesía. Cuando se pierde la búsqueda del sentido práctico llega lo que no es para nada práctico y a la vez es esencial en la vida.

Para mí la poesía tiene algo con la falta de utilidad, con la idea de que es totalmente prescindible, que no tiene un uso concreto y a la vez es absolutamente fundante y fundamental en la vida.

Vanina Colaggiovanni

Aún así, y a pesar de querer trascender como poeta, Bignozzi no publicó ningún escrito durante los años que vivió en España. “Fue el lapso de su vida que queda más de incógnito, con más preguntas. Mi lectura es que para ella la escritura siempre era con otro y al estar en España no tenía ese otro, entonces no le interesaba publicar sin que hubiera alguien que le devolviera una lectura”, menciona Colagiovanni.

De esta manera, la poeta recién retomaría su actividad literaria en su vuelta a Buenos Aires, cuando ve que hay un nuevo horizonte de lectores: se reencuentra con su amigo José Luis Mangeri, quien propone a Bignozzi realizar la segunda edición de uno de sus libros más famosos Mujer de cierto orden. “Yo creo que la clave para que ella volviera fue ver que podía volver literariamente a Buenos Aires, y después concretarlo, volver físicamente. Encontrar que había una posible lectura y un posible horizonte donde sus libros fueran recibidos. Y es lo que pasó”.

Colagiovanni recuerda que la idea de contar esa vida tan particular nació en forma de ensayo y error: tres o cuatro veces tiró intentos de la biografía a la basura, como sucedió con el primero, que esbozó en una escapada a Tigre para evitar el calor de la Ciudad. Ese bollo de papel al cesto fue el embrión de esta biografía. En un momento, comenzó a escribir un cuento sobre “una poeta joven que conoce a una poeta mayor”. No había nombres. Era un relato ficcional. Luego de escritas algunas páginas y al mostrárselo a una amiga cayó en cuenta que la joven poeta era ella misma y la mayor, Juana. En el fondo, la autora reconoce que “venía juntando todo sobre ella desde que la conocí, lo tenía todo guardado. En cierto punto, hace 20 años que la vengo escribiendo en mi cabeza”.

¿Qué te motivó a hacer una biografía sobre Juana Bignozzi?

  • Me di cuenta que todavía había mucho por decir sobre ella, no había nada escrito. Como editora, vi esta vacancia no solo sobre Juana, sino también sobre otros poetas cuyos libros están en preparación: Irene Gruss, Héctor Viel Temperley y Arnaldo Calveyra. Aspiraba a que quieran ir a buscar qué hay de Juana, sus poemas. La quería volver a traer al presente. También me motivó desde el feminismo: hay muchas biografías de escritores hombres, particularmente narradores, como Rodolfo Walsh, Borges, Bioy. Pero de escritoras mujeres, salvo Pizarnik, no hay tanto. Incluso, las que hay de Pizarnik se enfocan mucho en la parte sufriente de ella.

Una vez que terminó de escribir el libro, Colagiovanni recuerda haberse sentido desahuciada: de alguna forma Juana la había estado acompañando ‘místicamente’ en los dos años que duró el proceso de escritura. De todas formas rescata que contar una vida, así como leerla, sirve para ver la propia. De alguna manera, las biografías permiten mirarnos a nosotros mismos.

Un cacho de cultura

Un cacho de cultura

Los resultados preliminares de la encuesta de consumos culturales que realiza el SinCA da cuenta del permanente crecimiento del streaming. Sin embargo, la televisión sigue reinando. Más de la mitad de los argentinos leyeron al menos un libro en el último año.

La encuesta de consumos culturales, a cargo del Sistema de Información Cultural de la Argentina (SInCA), se encarga de hacer un relevamiento a nivel nacional para conocer los hábitos de consumo cultural por parte de la población. Este año, se contraponen los datos con la encuesta de 2013, de 2017 y aquellos tomados durante el muestreo, que fue entre noviembre de 2022 y enero de 2023 de manera presencial a lo largo del país.

Federico Bonazzi, Coordinador del SInCA, comentó en diálogo con ANCCOM que la encuesta buscó mantener la mayor cantidad de preguntas iguales a ediciones anteriores, con la finalidad de observar la evolución de los principales indicadores: “de las 179 preguntas de la encuesta de 2022, hay 93 que son directamente equiparables a las de 2017”, afirmó. Por eso, es posible hacer una revisión en estadísticas como el consumo de la televisión, que si bien tuvo una baja en la cantidad de personas que la miran, el porcentaje de consumo sigue siendo uno de los más altos y alcanzó a el 91%, a comparación de 2013, cuando era del 97%. 

El economista especializado en datos y cultura ahondó la metodología en la que se basaron para realizar la encuesta de consumos culturales: “A fin de tener una representación de cada una de las regiones, se establece un nivel mínimo de casos por región. Para que sea estadísticamente significativo y representativo, en cada una de esas regiones se selecciona una serie de ciudades, y entre esa serie de ciudades, una serie casos”. De esta manera, la encuesta fue estratificada y tiene un carácter multietápico y probabilístico, a la vez que contiene márgenes de error propios de esta metodología.

“Una de las novedades en los cambios de hábitos que presuponemos se relaciona con introducir nuevas preguntas de consumo digital o de plataformas a través de todos los módulos”, confirmó Bonazzi. En la misma encuesta es posible ver que si bien el porcentaje disminuyó en 2022, en comparación con el 87% de 2013, un 67% de la argentina consume radio, siendo la FM la más escuchada, y los programas musicales los más populares, seguidos por los informativos y políticos. Se evidenció que el consumo mutó, ya que el 27% escucha radio por Internet y el 47% por una radio tradicional. Este cambio en las plataformas de consumo también atravesó la lectura de noticias, que en 2013 era practicada por un 73% de la población. Años más tarde, en 2017, tuvo una fuerte disminución para llegar a la cifra del 57%. En el 2022, recobró fuerza esta práctica y se vio que el 68% la sigue practicando, principalmente en redes sociales y en diarios digitales.

El coordinador del SInCA comentó una de las mayores novedades de la encuesta, que refirió a ahondar en las prácticas culturales más allá del consumo cultural. “Se incluyeron preguntas sobre la formación cultural y el trabajo cultural –sostuvo–. Para ver las distintas formas de relacionarnos con la cultura, ya no desde un rol solamente pasivo”. A comparación del 2017, donde la cifra sólo alcanzaba un 26%, se verificó que en 2022 un 36% de la población concurre o participa de algún  tipo de actividad en espacios y organizaciones comunitarias, siendo la mayoría clubes, sociedades de fomento y espacios, centros o grupos religiosos, con un 11% de concurrencia cada una.

 

Bonazzi admitió que principalmente se guían por las preguntas del censo y la encuesta permanente de hogares (EPH), ambos coordinados por el INDEC. Esto es para “ganar también marcos de comparabilidad”, según sus propias palabras. Así, comentó a ANCCOM que si bien los resultados preliminares son exhaustivos, el informe final indagará “sobre los gastos o los motivos de por qué no se realizan ciertos consumos. Eso es interesante al momento de pensar políticas públicas y políticas de públicos”. Con una mirada prospectiva advirtió que “estudiando qué podemos decir de los análisis regionales y analizando las conformaciones del hogar. Por ejemplo, estamos revisando cuánto inciden las variables de cuidado de menores o adultos mayores en los niveles de consumo”.

 

El informe preliminar de la encuesta de consumos culturales demostró que las redes sociales cuentan con una gran participación comunitaria, ya que el 92% de la argentina utiliza Whatsapp. En cuanto a las plataformas emergentes, se mostró que el 34% utiliza Tik Tok y el 9% utiliza Twitch, una plataforma que habilita la transmisión en vivo. En este caso, el  44% de la población visualiza transmisiones en vivo en las redes sociales. 

Las plataformas de streaming verificaron un gran aumento en su uso. A comparación de 2017, cuando solo el 41% las consumía, en 2022 el 65% de las personas admitió mirar películas, series u otros materiales audiovisuales en estas plataformas, siendo Netflix la más popular, seguida por Disney Plus y HBO +.

“A partir de la encuesta anterior se indaga en la simultaneidad, en los consumos culturales, como puede ser escuchar música y leer un libro o escuchar la radio y jugar videojuegos”, sostuvo Bonazzi. La lectura de libros aumentó con respecto al año 2017 y alcanzó a un 51% de la población. Se verificó que la lectura, tanto habitual como ocasional, se da principalmente en el formato papel. El coordinador del SInCA afirmó que entienden que “ahora la posibilidad de consumir cultura está mucho más deslocalizada y se puede conseguir a través de distintos dispositivos”.

En cuanto a actividades culturales tradicionales, se observó una mayor popularidad del cine: el 36% de la población concurre para ver, principalmente, películas de acción, aventura y suspenso. Los recitales de música ganaron relevancia en comparación con 2017: un 29% asistió a ellos. Luego le siguen la visita a los museos con un 20% y, por último, el teatro, con solo un 15% de asistencia.

Las industrias culturales muestran así un fuerte cambio debido al consumo de la población. Las tendencias mutan hacia consumos simultáneos, on demand y más selectivos: según lo prometido por Bonazzi, los resultados finales de la encuesta arrojarán mayor cantidad de datos sobre los gastos y por qué las personas eligen no consumir o practicar ciertas actividades.

La historia de un científico comprometido

La historia de un científico comprometido

Se estrenó “Varsavsky, el científico rebelde”, segundo documental de Rodolfo Petriz. El matemático encuentra en esta obra un reconocimiento al esfuerzo que realizó por vincular la investigación académica con la sociedad. Su estilo, sus ideas y sus luchas se cuentan con una gran investigación de archivo.

«Para Varsavsky, “ya existía la palabra ‘cientificismo’: la gente hacía una tesis para graduarse y una vez que se recibían ya no le interesaba ni a ellos ni a nadie», explica Petriz, el director del documental.

“Las ideas que escribió hace 50 años son útiles y tienen vigencia en la actualidad argentina y latinoamericana“, afirma acerca de Oscar Varsavsky, Rodolfo Petriz, director de largometrajes y docente graduado en la Facultad de Filosofía de la UBA. “Escribía con la patencia que menciona el escritor Roberto Arlt, ‘como un cross en la mandíbula ‘”. Varsavsky, el Científico Rebelde, su último documental, se estrenó el jueves 15 de junio en el cine Gaumont y se presentará en Buenos Aires hasta el 21.

La función de estreno en el Cine Gaumont se llenó de público. El director presentó el documental junto a su pequeña hija Ema y agradeció a los principales colaboradores. Entonces las luces se apagan y llegan 78 minutos de silencio y atención en la sala para escuchar cada detalle de la vida de uno de los grandes científicos argentinos.

Entre las múltiples facetas del protagonista del documental, Petriz, quien realizó el Taller de Periodismo Científico en el Instituto Leloir, destaca su estilo como escritor: “Tenía una forma particular de plasmar sus ideas en los libros y no andaba con medias tintas, sino que era muy vehemente, hablaba directamente y con claridad”.

¿Quién fue Varsavsky?

Oscar Varsavsky nació en Buenos Aires el 18 de enero de 1920 y murió a los 56 años el 17 de diciembre de 1976. Fue uno de los miembros más destacados de la gestión de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA en la llamada «Época de Oro» y protagonista central de los debates científicos de los años sesenta y setenta, en los que realizó una crítica revolucionaria de la ciencia latinoamericana. Viajó a Brasil, Perú, Venezuela y otros países de América Latina compartiendo sus ideas y conocimientos con sus pares. Se lo leía entre los textos de otros intelectuales como Jorge Sábato, Manuel Sadosky y Rolando García. Sobresalía por la originalidad y radicalidad de sus planteos, acordes al momento histórico-político.

El documental refleja “sus ideas, las bases sobre las cuales edificar una ciencia comprometida que solucione necesidades prioritarias de la población y esté al servicio del desarrollo nacional soberano y autónomo”, explica el director del documental. Para Varsavsky, “ya existía la palabra ‘cientificismo’: la gente hacía una tesis para graduarse y una vez que se recibían ya no le interesaba ni a ellos ni a nadie”, explica en el documental Marcelino Cerejeido, autor del libro La nuca de Houssay. “Para él –agrega-, Argentina tenía que crear un equipo científico para hiper-conocer el país y resolver sus propios problemas”. Una ciencia funcional acorde a las problemáticas sociales, pensando en un futuro mejor como país.

 

Petriz explica a ANCCOM por qué decidió realizar este un documental: “Al leer a Varsavsky sus ideas y propuestas conmueven e invitan a ser parte. En una medida hace sentir que algo pasó por tu cabeza y te golpeó metafóricamente, de una manera muy fuerte, y te lleva a la acción o la reflexión como mínimo”.

“Me parece muy interesante –asegura el director- que se escuche un poco del pensamiento de Varsavsky y tomar de aquellas ideas que fueron muy fecundas, como el dinero que se destina a la ciencia, cómo se realiza, en  función de qué, para  qué se destina. Para Varsavsky tenían igual importancia las Ciencias Exactas y las Ciencias Sociales. Creía que se debían formar equipos interdisciplinarios”, plantea. 

“Si se piensa en términos políticos Varsavsky era una persona que pertenecía a un ideario de izquierda. Y sostenía que la ideología no es ajena a la ciencia. La ciencia está atravesada por la política y la ideología”, explica Petriz. Si bien el científico rebelde se oponía al consumismo, “tampoco estaba de acuerdo ni veía con buenos ojos el comunismo que funcionaba en la Unión Soviética. En su formación académica Varsavsky leía de todo”, aclara.

La puesta en escena

Testimonios, entrevistas, momentos de manifestaciones turbulentas durante la dictadura militar, imágenes en blanco y negro, viajes a Brasil, Córdoba, cassettes de charlas y conferencias, recomposición de la imágen de Oscar Varsavsky, (evitaba todo lo posible ser fotografiado) dan vida al documental. “Yo digo que murió de tristeza, más allá de la enfermedad. Ya estaba enfermo, pero… él era un luchador, no era sólo un científico que se dedicó a realizar modelos matemáticos y nada más”, afirma una de sus colegas en el documental.

El financiamiento del documental provino del  programa de “Financiamiento de Documentales” del INCAA y del programa de “Apoyo a la Cultura” de la CIudad de Buenos Aires Mecenazgo.

 

Próximas Funciones

Varsavsky. El científico Rebelde, segundo documental de Rodolfo Petriz, tuvo su preestreno en el 37º Festival de Cine Ibero Latinoamericano de Trieste (2022), en el XXXI Festival de Cine e Imagen Científicas de Madrid (2022) y en el Festival Internacional de Cine Político (FICIP 2023). También se present en las universidades de La Plata, Río Negro, San Juan y UBA-Ciencias Exactas. Se presentará en Tucumán, en el Espacio INCAA Hynes O ́Connor el jueves 15, viernes 16 y sábado 17 de junio a las 20 hs. En  Zapala, Neuquén, en el Espacio INCAA Cine Municipal Jueves 15 de Junio 21:30 hs. En Caleta Olivia, Santa Cruz Espacio INCAA,  sala José Fernández viernes 16 de junio 20 hs.

La identidad hecha teatro

La identidad hecha teatro

Los lunes de junio, y como desde hace 23 años, Teatro x la Identidad propone puestas en escena para colaborar con la búsqueda de los bebés desaparecidos durante la última dictadura cívico militar y reflexionar la importancia de saber quiénes somos.

La función del lunes 12 de Teatro x la Identidad colmó el teatro Politeama, sobre la calle Paraná, a metros de Avenida Corrientes. Cada butaca exigía con fervor el inicio de la presentación. El monólogo que daría inicio a un nuevo ciclo buscaba reflexionar con un tono irónico sobre aquellas personas que se alegran de la desgracia ajena. Rápidamente despertó carcajadas y aplausos acompañando el ritmo del compás. Sin embargo, no tardarían en llegar la emoción y el drama. Estos sentimientos encarnados en diez actores y actrices, junto a un frío silencio, invadieron la escena cuando comenzó el desgarrador monólogo que describía la vivencia de una enfermera que asistía a estas mujeres raptadas y obligadas a parir y entregar a sus hijos sin conocerlos. Acto siguiente: pasaban a formar parte de la larga lista de los 30.000 desaparecidos.

Las funciones del ciclo “Idénticos” de Teatro x la Identidad son gratuitas y tienen como formato una serie de diez monólogos interpretados por diferentes artistas elegidos por concurso. Idénticos se presenta al público desde hace ocho años y se exhibe también en distintos teatros de Argentina, para un público de todas las edades. Fue propuesto por Mauricio Kartun y Daniel Veronese y consiste en presentar los monólogos en cuerpo y voz de artistas que aparecen sentados y se van turnando para realizar su presentación, que se extiende por aproximadamente diez minutos.

En Teatro x la Identidad no hay necesariamente familiares directos de desaparecidos ni nietos recuperados, a diferencia de los organismos impulsados por la lucha para reivindicar la memoria. Una de las características de esta organización es que opera de manera horizontal, sin autoridades y que desde el primer día sus miembros trabajan ad honorem. Cada monólogo interpretado es diferente y no todos abordan temáticas sobre personas desaparecidas, pero lo que los hace idénticos, si vale la redundancia, es que al finalizar cada artista se presenta con su nombre y apellido y aclara: «Y lo puedo contar porque sé quién soy».

Cristina Fridman es actriz, productora, fundadora de Teatro x la Identidad y actual presidenta de la asociación civil. En diálogo con ANCCOM recuerda surgió la idea: “Nació por una iniciativa de Abuelas de Plaza de Mayo de tender un puente entre su búsqueda y la sociedad recurriendo al ingenio y la creatividad. Se les ocurrió que a través del teatro se podía construir ese puente. Así surgió un primer espectáculo semimontado que se llamó A propósito de la duda, dirigido por Daniel Fanego, con dramaturgia de Patricia Zángano y más de 40 actores y actrices en el escenario. La obra se iba a representar por una sola función, pero fue tal la cantidad de gente que se presentó que se hizo durante todo el año. A partir de ahí un grupo de teatristas nos acercamos y vimos que era impresionante la reacción, sobre todo de la gente joven. Empezamos a ver que era posible continuar con este legado de Abuelas y así fue como empezamos a armar los siguientes ciclos de Teatro x la Identidad desde hace 23 años.”

«Muchos de los que hacemos Teatro x la Identidad hemos sufrido amenazas y prohibiciones en la dictadura. Sin embargo, que no haya familiares de desaparecidos en la organización no se debe a nada en particular: muchas personas que son parte son jóvenes que no vivieron la dictadura, pero que sienten el compromiso de pelear por un país más justo” -sostuvo Fridman y agregó-: “Entendemos que el hecho de que haya nietos y nietas que les faltan a las Abuelas no es algo que les falta solo a ellas, sino que es algo que le falta a la sociedad y que construir un futuro sin la verdad y sin la justicia es imposible. Somos compañeras y compañeros que creemos en la lucha de Abuelas, son una guía para nosotros y nosotras. Creemos en memoria, verdad y justicia».

Luis Rivera López, quién hasta el año pasado fue presidente de la asociación civil Teatro x la Identidad, actualmente forma parte de la comisión de dirección compuesta por trece integrantes.

¿Qué te motivó a ser parte de esta idea durante 21 años?

En los 2000 extrañaba mucho la militancia, durante toda una década la militancia estuvo mal vista y el teatro político era un teatro que estaba dejado de lado tanto en los ámbitos intelectuales como en el trabajo. Se suponía que era algo que no estaba bien. En mi adolescencia, durante la dictadura había militado muchísimo y había encontrado buena parte de mi felicidad y de mi identidad en esa militancia, por eso volver a eso después del 2000 fue como reencontrarse a uno mismo.

 ¿Cuál crees que es el mayor canal de difusión para iniciativas como estas?

El principal canal de difusión es la gente. Siempre hemos tenido un apoyo tremendo. Cuando empezamos fue una especie de explosión absoluta y la difusión fue gigantesca. Es como que todavía vivimos el eco de aquello. Era el año 2000. La sociedad explotaba y descubría muchas cosas como los nietos cuando descubren su identidad: la sociedad empezaba a descubrir su identidad».

Para Rivera López: «El mensaje de Abuelas es tan claro, tan prístino, que no tiene absolutamente ningún otro interés que no sea humanitario. Entonces allí estamos nosotros tocando las puertas. Hay que ir y tocar las puertas. Tratamos de dar este mensaje sin que sea estereotipado, ni que sea una bajada de línea. Para nosotros lo que está bien es dudar, buscar. El camino es el resultado y hace 20 años que estamos acá caminando».

Teatro x la Identidad surgió en el año 2000 y es un movimiento compuesto por teatristas. Desde 2004 se conformó como una asociación civil sin fines de lucro y tiene como objetivo hacer suya la búsqueda de Abuelas de Plaza de Mayo, la organización de derechos humanos que funciona desde hace cuatro décadas con la finalidad de localizar y restituir a los bebés robados de sus familias legítimas durante la última dictadura cívico militar de Argentina.

Las próximas funciones de Teatro x la Identidad serán el lunes 19 de junio a las 18 hs y el lunes 26 a las 20 hs en el teatro Politeama, Parada 353 Caba. La entradas son gratuitas y se entregan en el teatro, una hora antes del comienzo de la función, hasta agotar el aforo disponible de la sala.

Cine sí, pochoclos no

Cine sí, pochoclos no

Un conjunto de salas porteñas resisten la homogenización que proponen las grandes cadenas de exhibición cinematográficas. Los casos de la Lugones, el Malba, el Gaumont y el Cosmos y la eterna vida de los cineclubes.

 

 

A pesar de la presión ejercida por las cadenas de cine, quienes condensan una cartelera colmada de películas pochocleras que llegan incluso a durar meses en la grilla (los últimos informes destacan un repunte de los llamados tanques) la Ciudad de Buenos Aires ofrece una vasta cantidad de opciones para hacerles frente. Desde salas de exhibición hasta el cineclubismo, conforman carteleras que le dan un mayor lugar a los clásicos y a las películas independientes, tanto nacionales como internacionales, como así también a la producción de documentales argentinos y extranjeros, muchos de los cuales han sido difundidos por esta agencia.

Salas eran las de antes (y las de ahora)

 Para llegar a la sala Leopoldo Lugones hay que esperar pacientemente que el ascensor del Teatro San Martín -Avenida Corrientes al 1500- y tocar el décimo piso. Una vez allí, solo quedará atravesar el foyer que conecta, por fin, con la pantalla: una amplia sala con superficie alfombrada y butacas centradas que funciona desde 1967 con el apoyo de la Fundación Cinemateca Argentina -entidad dedicada a la conservación del patrimonio fílmico-. Se caracteriza por la proyección de películas de cine independiente internacional (y a veces nacional), así como también de clásicos que no tienen lugar en las carteleras mainstream.

Diego Brodersen, Director de Programación de la sala, en diálogo con ANCCOM dijo seguir “la tradición de más de cincuenta años asociados a la Fundación de Cinemateca Argentina, así como también la del director anterior de la Lugones, Luciano Monteagudo”. Con el objetivo de “mantener vivo el cine” organiza ciclos de revisionismo y producciones independientes que no serían programadas por ninguna de las grandes cadenas. “Cambió el hábito de ir al cine, la gente opta por ir cuando hay una película-evento y esto afecta a las películas medias. Todos los estrenos están doblados, se usa mucho el celular, y cada vez hay más ruido de alimento”, explicó Brodersen. La Lugones, como se la conoce en el ambiente cinéfilo, suele tomar aquellas películas que plataformas como Mubi o Paramount no logran acordar para proyectar en los cines, tal es el caso de La Decisión de Partir (Park Chan-wook, 2022), que no iba a ser estrenada en Argentina, y sin embargo tendrá ocho funciones allí, del 7 al 21 de junio.

A cinco cuadras de la Lugones, en Rivadavia 1635, se encuentra el Cine Gaumont, que funciona de lunes a domingos de 12 a 24. El Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales -INCAA- lo alquiló a sus propietarios en el año 2003 con el fin de transformarlo en la casa matriz de los Espacios INCAA. Se enmarca dentro de la Ley 17.741 que busca, a través de la apertura de salas en diversas localidades del país, recuperar la tradición de los argentinos de vivir el cine como hecho cultural y social, como arte y entretenimiento. El edificio de estilo racionalista cuenta allí con tres salas que llevan nombres de  significativos directores del cine argentino: Leonardo Favio (Sala 1), Maria Luisa Bemberg (Sala 2) y Fernando Birri (Sala 3). En éstas, se lleva a cabo la proyección de producciones cinematográficas argentinas -largometrajes y cortometrajes- tanto contemporáneas como emblemáticas. Por ejemplo, durante todo mayo, con motivo de la celebración del “Día del Cine Nacional” que se conmemora el 23 de ese mes, se proyectó una selección de películas emblemáticas para la filmografía nacional como El silencio es un cuerpo que cae, Medianeras y El Polaquito, entre otras.

En Corrientes al 2046 está el Cine Cosmos, un histórica sala cinematográfica que se ganó su fama en la década de 1960 al proyectar películas alternativas de origen soviético. En 2010, fue comprado, reacondicionado y reabierto por la Universidad de Buenos Aires. Desde su reapertura, cuenta con una sala principal para 160 espectadores y una microsala para 30, en las cuales, de miércoles a domingos a partir de las 15, ofrece una programación que comprende estrenos y reposiciones de películas nacionales y extranjeras, tanto de ficción como documental. Cabe aclarar que tanto la sala Leopoldo Lugones como el Cine Gaumont y el Cine Cosmos suelen ser sedes del Festival de Cine Independiente de Buenos Aires, el BAFICI.

Por último, en el barrio de Palermo -Figueroa Alcorta 3415-, se encuentra el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires -MALBA-, el cual cuenta con su propia sala de exhibición. De jueves a domingos, Malba Cine proyecta films nacionales e internacionales, clásicos y contemporáneos, amalgamados en ciclos usualmente mensuales. Además, suele ser el albergue de cineclubes que utilizan el espacio para presentar películas bajo sus propios criterios cinematográficos.

El cineclubismo 

El objetivo del cineclubismo es mostrar en pantalla grande cintas que nunca serían proyectadas frente a la homogeneidad de las cadenas cinematográficas, hacer accesibles películas que quedan fuera del circuito comercial. Es una forma en la cual el público puede jugar un rol más activo y apropiarse de las obras cinematográficas para mejorar su lenguaje audiovisual. 

La Ciudad Autónoma de Buenos Aires tiene una gran actividad cineclubista, y su guarida son las salas mencionadas. El Cine Club Núcleo, fundado en 1952, lleva a cabo sus funciones todos los martes a las 18 y 20.30, y el segundo y cuarto domingo de cada mes a las 11,  en el Cine Gaumont. Se caracteriza por ser un espacio para descubrir películas que no se habían estrenado en Argentina –fue una de las primeras entidades cinematográficas rioplatenses en difundir la filmografía de Ingmar Bergman– o que no son de fácil acceso al público. Los requisitos excluyentes para asociarse son “tener más de 16 años y gustar mucho del cine”, así como hacer el trámite desde una hora antes de la exhibición. Otro ejemplo es el Cine Club Nocturna, creado en 1994 por Christian Aguirre, el cual los viernes cada quince días -a excepción de eventos especiales-, por el Malba Cine  proyecta en 35mm clásicos del terror y la ciencia ficción en funciones dobles a las 22:30 y 00:30hs a precios populares.

«El nazismo perdió la guerra pero no la batalla ideológica»

«El nazismo perdió la guerra pero no la batalla ideológica»

Virna Molina y Ernesto Ardito presentan «La bruja de Hitler», una película de ficción que cuenta la historia de una familia nazi que huye a la Patagonia.

La película La Bruja de Hitler es una ficción dirigida por los cineastas argentinos Virna Molina y Ernesto Ardito, que se estrena hoy  8 de junio en Cinépolis Recoleta, Cinépolis Avellaneda y Showcase Haedo. El film fue rodado en la Patagonia argentina y cuenta la historia de una familia alemana que se traslada al país para escapar de la condena por adherir al nazismo. Aunque no está basada en hechos reales se vincula con la intolerancia y se desarrolla en un ambiente opresivo y hostil pero con una estética que roza lo fantástico y lo onírico, sin dejar de lado la carga política que la atraviesa de principio a fin.

La película está protagonizado por Lucia Knecht, Victoria Lombardero Có, Ema Eraso Villarino, Ulises D’atri, Eleonora Dafcik, Heinz K. Krattiger, Malena Villarino, Ronaldo Giss e Isadora Ardito, quienes interpretan adolescentes que pasan por la etapa del descubrimiento sexual, del mundo adulto, del amor en un lugar que parece de ensueños, pero donde se revela el odio a lo diferente y a todo lo que se salga de los valores y moral nazi.

La película obtuvo una Mención Especial en la Competencia Oficial Largometrajes Argentinos del 12º Festival Internacional de Cine Político (FICIP), que concluyó el miércoles 31 de mayo.

¿Cuál fue la inspiración para hacer esta película?

VM: Nosotros queríamos hablar del nazismo, una vez más, porque sentíamos de alguna manera que hay algo con respecto a cómo se representó a lo largo de la historia del cine a los nazis, que siempre parece como que en el fondo terminan siendo representados como gente que mereciera cierto respeto. Y la realidad es que las vidas verdaderas de estas personas, sobre todo los que fueron a la Patagonia y después siguieron ocultos ahí y estuvieron por décadas viviendo vidas normales, entre comillas, eran bastante despreciables. Por un lado eso y por otro lado el tema de que desgraciadamente el nazismo perdió la guerra pero no la batalla ideológica. Y parte de ese pensamiento espantoso que llevó a que el exterminio de millones de seres humanos se sigue presente. Perduró, se instaló silenciosamente en la sociedad actual y se reproduce. Se reprodujo durante todo el siglo XX y, actualmente, vuelve a surgir con nuevos movimientos y líderes que proponen las mismas cosas que proponían estos líderes nazis en los años ‘30

 

¿En qué se basaron para la búsqueda de  estos personajes tan particulares?

E.A: Nos basamos mucho en el documental de Carlos Echeverría sobre el único desaparecido en la ciudad de Bariloche, después hizo Pacto de silencio, sobre el paso de Erich Priebke por esa ciudad. A partir de su trabajo documental trabajamos sobre ese cotidiano que contaba Virna. Y nosotros también, al haber estado tanto tiempo yendo allá y conviviendo y viendo materiales, pudimos llegar a un momento de decir: “Bueno, eso lo podemos reflejar en una película”. No queríamos que fuera una película acartonada, distante, o sea, que tuviera ese realismo también en cuanto a la construcción de los personajes más allá de la estética de la película que es como un cuento de hadas.

 

¿Cuál es el mensaje que esperan que llegue a los espectadores?

V.M: Más que un mensaje es poder abrir un debate. Empezar a discutir cosas que parece que no se discuten, hay cuestiones que son absolutamente tabú y a veces el cine sirve para eso. Entonces, desde las sensaciones, los sentimientos, las emociones, las percepciones que una película te deja, podés empezar a reflexionar sobre cuestiones más profundas que están dentro de nuestra cultura, de nuestras formas, de los conceptos que tenemos arraigados como la moral o la ética que debemos sostener. Ese es el punto, que se rompa el silencio sobre la ideología nazi. El hecho de tratar de encapsularla y meterla en un momento histórico y decir que eso quedó ahí es mentira, no quedó ahí.

¿Cómo creen que ha evolucionado el cine documental político en Argentina en los últimos años?

V.M.: Nosotros desde hace 20 años hacemos cine documental político y creo que es el que más toca temáticas que tienen que ver con una cuestión social o política, tanto desaparecidos, como otros temas que han sido tabú durante décadas en nuestra sociedad. En esta película es más difícil romper con las lógicas del relato que la ficción impone. Entonces, nuestra apuesta era tratar de romper un poco ese lenguaje y desde la puesta en escena, desde las actuaciones, desde la estética, jugar con todos esos elementos y a la vez estar contando algo que es atroz y estar contando una película de terror y a la vez una película bella, lo cual inevitablemente cuando estás en la butaca genera una perturbación porque lo que estás viendo parece bello pero a la vez es horroroso.

 

¿Qué aspecto destacarían de la producción?

E.A.: Fue una tarea muy colectiva. Primero, en todo el equipo técnico que trabajó la estética de la película y que pudo acompañar y proponer ideas nuevas de nuestra idea original, es decir, tanto en el vestuario, en la escenografía, en el maquillaje, todo se armó como algo que nos permitiera viajar a ese universo, ingresar a lo que le iba pasando, no solamente la verosimilitud. Y después, el elenco es increíble, de hecho la mayoría de los adolescentes no había trabajado nunca en una película de ficción, era su primera vez, ni hablar de Emma, la más chiquita, que la rompió.

 

¿Cómo fue este proceso de producción teniendo en cuenta que se hizo en la pandemia?

VM: Dificilísimo. Fue como haer dos películas a la vez por exigencia de producción. En principio, nos aislamos en esa casa. La primera película se iba a filmar en el 2020, se suspendió por la pandemia, tuvimos un año que estaban prohibidos los rodajes, así que no salimos a rodar y recién lo hicimos al año siguiente. Se iba a filmar en abril del 2020 y se filmó en abril del 2021. Eso ya condicionó porque mucha gente salía por primera vez del aislamiento de su casa praa filmar la película, lo cual fue psicológicamente muy fuerte. La película era fuerte en sí, las escenas que se desarrollaban también. Por otro lado, estábamos en un lugar muy paradisíaco, en una tremenda casa. La mitad del equipo estaba en una posada que quedaba a unos kilómetros de ahí, la casa era inmensa, tenía varias partes y varios edificios. No fue fácil, pero fue interesantísimo y fue un trabajo colectivo. Pero fue arduo porque había que hacer todo como muy ajustado para que nada salga mal, porque nadie se podía enfermar, porque no se podía romper el aislamiento, que entrara alguien que estuviera enfermo, entonces todos había que hacer los tests y los controles. Fue como una locura, ahora pensado a la distancia,

 

¿Cómo llevan adelante el proceso creativo y la codirección de la película?

 

EA: En principio nosotros generamos el escenario físico, y a la vez generamos después el escenario con los actores incorporados. A partir de ahí, nosotros empezamos a trabajar en la acción y después dentro de la misma acción había cosas que iban surgiendo. No es que filmamos un guion, es un juego de lo que íbamos percibiendo también artísticamente. Y, otra cosa, nosotros siempre trabajamos el realismo de los materiales que hay. Se conocía bien que todos los objetos que habían eran reales, no es que se construyeron réplicas o el vestuario. Hubo un trabajo de preproducción muy grande también buscando todo eso. La codirección se fue dando naturalmente, en este caso no hacíamos cámara ninguno de los dos, así que trabajábamos en conjunto, siempre.

 

¿Cuál ha sido el mayor desafío al momento de dirigir y producir películas político- sociales en Argentina?

VM: Creo que es la primera película donde nosotros hicimos una apuesta estética muy fuerte, en cuanto a justamente esta puesta en escena, porque en nuestra ficción anterior,  que era Sinfonía para Ana, jugamos más en cuanto a la improvisación, pero acá, como eran personajes con los que nosotros no teníamos empatía, nos costó lograr eso tan fuerte. Esa tensión que te transmiten los personajes, nosotros también la vivíamos en el rodaje en común. Yo creo que lo más difícil es reconstruir la época de una manera alucinante, de una manera poética, sobre todo porque tampoco el cine nacional cuenta con grandes presupuestos.

 

¿Cuál sería el consejo que le darían a los cineastas emergentes que quieran hacer películas sobre temas políticos, sociales, ya sea desde la ficción o desde lo documental?

VM: El cine no puede ser ajeno a la realidad de un país. Entonces, de alguna manera, el cine es posible a las realidades que habitamos. A mí me parece que a veces es un poco obsceno hacer películas de presupuestos demenciales, para una realidad donde la gente no tiene para comer. Así como el neorrealismo italiano tuvo su época, aparecen nuevos lenguajes. Yo creo que hoy tenemos todavía la suerte de tener un Instituto de Cine y una comunidad cinematográfica que lo defiende y que lo sostiene y que eso principalmente se sostiene con películas. Entonces, en cada película que cada uno de nosotros hacemos hay que dar lo máximo porque esa es nuestra bandera de lucha más fuerte, las películas en ese sentido.

 

¿Qué expectativas tienen respecto de la repercusión?

EA: Es un espectáculo cinematográfico para ver en salas, particularmente hay algo que le está haciendo mucho mal al cine y son las plataformas, en el sentido del desplazamiento del espectador a la sala. Me parece como que no reemplaza a la otra, pero no podemos perder el espectáculo de sala. Hace poco fuimos a ver la película de Damián  Szifron y verla en sala es otra cosa. Es otra experiencia. Y es como si viéramos, el teatro por televisión. Hay algo que habilita el silencio de la sala, la concentración, la imagen, el sonido, que hace que el cine se termine de completar y que la película funcione. Esta película está pensada como espectáculo cinematográfico. A pesar de tener todo su contenido político y demás, tiene una cosa también muy de espectáculo cinematográfico, por eso invitamos a los espectadores a que vayan a la sala de cine.