Clases para todos

Clases para todos

Más de cien clases públicas ofrecieron los docentes universitarios en la Plaza de Mayo para reclamar por salarios dignos, becas estudiantiles y financiamiento para las instituciones de estudios superiores. La protesta confluyó con la Marcha Blanca de la Salud, las manifestaciones contra los despidos de los trabajadores de la AFIP y con la protesta de los artesanos de la Vuelta de Rocha. Milei salió al balcón de la Casa Rosada para festejar su cumpleaños pero ingresó rápidamente a su despacho cuando escuchó los cánticos de reprobación popular.

Durante todo el día de ayer, la Plaza de Mayo se colmó de docentes y estudiantes que, ante la mirada curiosa de los transeúntes, asistieron a más de 100 clases públicas dictadas frente a la Casa Rosada en reclamo por salarios dignos para docentes y no docentes, de las becas estudiantiles y del  financiamiento universitario. La Asociación Gremial Docente de la UBA (AGD UBA) organizó esta jornada de visibilización de la lucha en el marco de un paro docente y no docente en las 61 universidades nacionales. 

“Nosotros quisimos darle a ese paro con facultades cerradas un carácter activo”, dice Santiago Gándara, secretario de prensa de AGD UBA, docente de Comunicación y Cultura en la Facultad de Ciencias Sociales y en la Universidad de La Pampa.  “Queríamos además conectar con el movimiento estudiantil, que adquiere protagonismo y para nosotros es fundamental en esta lucha. Por eso pensamos esta jornada de clase pública en Plaza de Mayo, que fue un golpe de audacia importante que salió muy bien”, completa. 

No muy lejos de ahí, María Pía López, socióloga, docente de la UBA y de la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS) expresa que le parece “interesante, además de confrontar con las políticas del gobierno de Milei, recuperar la idea de que toda clase es abierta, es una disputa por el espacio público y tiene esa posibilidad enorme de vehiculizar algo que tiene que ver con con la confrontación por el sentido de las palabras”.

Docentes de las facultades de Ciencias Exactas, Filosofía y Letras, Psicología, Ciencias Sociales y CBC de la UBA fueron los responsables de más de un centenar de clases sobre las baldosas de la histórica plaza. También se llevó adelante una asamblea de trabajadores no docentes, una charla sobre la jubilación en docentes universitarios y una feria de Ciencias. 

Por la diversidad de los docentes convocados de diferentes facultades, también fueron muy disímiles las clases impartidas que se sucedieron en simultáneo. Debajo de un plátano que hacía sombra ante el fuerte sol del mediodía, una docente hablaba de la relación de Perón con la Iglesia Católica. Al lado, la física y doctora en Astronomía Susana Landau explicaba modelos cosmológicos. “La situación actual de la investigación científica en Argentina es muy lamentable, no tenemos fondos para absolutamente nada. Creo que hay un lineamiento político que es esta cuestión de cerrar todo lo que sea del Estado, pero también una gran ignorancia de cómo es que se hace ciencia”. Landau es investigadora del CONICET en el Instituto de Física de Buenos Aires: “Lo que pasa es que la ciencia no es lineal,  en muchos países se financian un montón de proyectos totalmente diferentes, porque se sabe que de esa diversidad de proyectos van a salir las innovaciones tecnológicas del mañana, desarrollos que luego afectan y modifican la vida de la población en general y nuestra vida diaria”. 

Mientras ANCCOM conversa con la investigadora, un joven se acerca y le cuenta que su meta es entrar al CONICET. “¿Es posible?”,  le pregunta Mario Ludueña, que está en el CBC de la Carrera de Física.  “Con mucho esfuerzo y estudio sí, claro” responde Landau. “La universidad abre un montón de puertas y es algo que tenemos en Argentina que no podemos perder”, reflexiona el joven.

Aprendizaje a cielo abierto

Mientras las clases continúan, llegan contingentes de maestras y niños con guardapolvos blancos, que vienen a hacer un recorrido por la plaza y los edificios históricos de su alrededor. Debajo de un gazebo, el profesor emérito de Teoría Política del King´s Collage de Londres, Alex Callinicos, habla de la “catástrofe capitalista” con el sonido ambiente de los golpes metálicos que hacen los oficiales de la policía al colocar vallas en el medio de la plaza. Un grupo de turistas holandeses en bicicleta miran extrañados a su alrededor, y otro grupo de visitantes se toma fotografías frente al vallado que tapa el acceso a la Casa Rosada.

Del otro lado de la Pirámide de Mayo, docentes de Ciencias Exactas llevan adelante la Feria de Ciencias. “Los estudios sobre el efecto del calentamiento climático son parte de una agenda de la universidad pública y por eso estamos acá defendiéndola“,  cierra su presentación uno de los docentes luego de explicar cómo el efecto invernadero puede afectar la morfología animal. “Creo que lo más importante es salir a contarle a la población qué rol cumple la docencia en general, porque no sólo aporta conocimientos a la formación de  futuros profesionales, sino que también los docentes tenemos un nexo directo con la sociedad, los aportes que realizamos dentro de los laboratorios luego impactan directamente en la vida”, dice Nicolas Falibani, doctor en Ciencias Biológicas y docente de la UBA. “ Es importante visibilizar que tenemos que defender no solo la universidad, sino también nuestros salarios y nuestra integridad dado que hoy por hoy, yo como ayudante de primera estoy cobrando 150.000 pesos. ¿Cómo vivo con eso?”. 

Pilar Barbas, dirigenta de la Juventud de Izquierda Socialista, estudiante de Artes Dramáticas en la Universidad Nacional de las Artes (UNA) y secretaria de la Federación Universitaria de Buenos Aires manifiesta una situación común a muchos estudiantes. “Además de estudiante soy trabajadora y me cuesta mucho poder llegar a fin de mes, me cuesta pagar el boleto y también veo como mis compañeros de cursada les cuesta mucho, a veces, llegar a poder cursar toda la semana”, expresa y completa: “La única realidad es que en las universidades nacionales estudia la clase trabajadora, que más del 50% cobramos por debajo de la línea de pobreza y que si al gobierno realmente le preocupara que la clase trabajadora pueda acceder a la educación, eso se hace con más presupuesto, no con menos, se hace con becas y con boleto educativo”.

Al mediar la tarde, el vicerrector de la UNGS e investigador del CONICET Germán Pinazo dio una charla donde apuntó a desandar y develar las falacias y falsedades que ha pronunciado el gobierno nacional sobre las universidades y terminó su discurso con una idea esperanzadora: “Nosotros vivimos en un país que después de un bombardeo a la Plaza de Mayo que dejó más de 300 muertos, que después de 18 años donde no hubo democracia con una de las dictaduras más violenta de América Latina,  seguimos construyendo universidades, seguimos construyendo hospitales, seguimos construyendo comunidad”. Y concluyó: “ Entonces lo que tenemos que saber es que 10, 20 o 300 personas que están coyunturalmente en un gobierno no van a terminar con la universidad pública y no van a terminar con un proyecto de nación que tiene 200 años”.

Todas las luchas todas

Durante esta jornada confluyeron en Plaza de Mayo y alrededores movilizaciones y reclamos de múltiples sectores. Frente a la plaza, en la sede de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), los trabajadores realizaron una asamblea para decidir las medidas de fuerzas a llevar adelante, luego de que el lunes el Gobierno anunciara la disolución de la Administración que implicaría el despido de más de tres mil empleados. 

 Pasado el mediodía, también llegó a la plaza una columna de trabajadores de la Feria Artesanal Vuelta de Rocha. La feria que funciona hace más de cuarenta años en el mismo lugar del barrio de La Boca, fue desplazada por el Gobierno de la Ciudad a otro sitio a más de con la justificación de “embellecer y dar transitabilidad” al espacio. 

Ya entrada la tarde hizo su ingreso a la Plaza la Marcha Blanca de los trabajadores de la salud, rodeados de un extenso cordón policial. “Vamos a recibirlos, nosotros peleamos por la salud y la educación en un frente único de lucha en la calle, en las aulas y en los hospitales. La lucha tiene que ser hoy”  dijo Ileana Celotto, secretaria general de AGD UBA para anunciar la llegada de la marcha. La movilización de los trabajadores de la salud conectó el Congreso de la Nación con la Casa Rosada, y fue encabezada por trabajadores del Hospital Posadas, el Garrahan y el Bonaparte, en respuesta a los despidos y amenazas de cierre de estas instituciones por parte del Gobierno. 

Frente a la convergencia de protestas, María Pía López expresa: “Creo que hay una eficacia del gobierno en plantearnos todo el tiempo una agenda de agresión que va tomando distintos objetos,  pero a la vez todas las disputas tienen que ver con  atacar todo aquello que funda lazo social y funda comunidad afuera de la mercancía”. A su criterio, otra lucha que plantea el gobierno es sobre el tiempo. “Cuando va por las jubilaciones,  la reforma laboral, las universidades, está haciendo una operación sobre el tiempo como disposición de los sujetos a hacer otras cosas de su vida”. La socióloga concluye: “Hay que pensar un tipo de transversalidad de esas luchas que pueda encontrarse en esas dos puntas por lo común y por el tiempo. Si vamos a ganar, no lo sé, yo a lo que aspiro es a un proceso de constitución de un nuevo sujeto político que sea capaz de estar a la altura de esa transformación civil”. 

Cumpleaños infeliz

Con motivo de su cumpleaños, el presidente Javier Milei se asomó al balcón luego del brindis organizado en Casa Rosada en su honor, acompañado por su vocero, Manuel Adorni, la Ministra de Seguridad Patricia Bullrich, la Canciller Diana Mondino, el Jefe de Gabinete Guillermo Francos, la Secretaria General de la Presidencia Karina Milei y la Ministra de Capital Humano Sandra Pettovello. 

No bien el Presidente salió, una docena de personas que estaba frente a Casa Rosada comenzó a cantarle por su natalicio al sonriente mandatario que saludaba desde el balcón. Pero Milei y su gabinete volvieron adentro rápidamente cuando advirtieron la llegada de quienes participaban de las clases públicas, mientras se desplegaba una numerosa cantidad de policías que rodearon rápidamente a los docentes y estudiantes, pero sin llevar a mayores el conflicto. La retirada del primer mandatario y sus funcionarios fue casi instantánea en cuanto escucharon el canto de “universidad de los trabajadores y al que no le gusta se jode”, que rápidamente tronó y tapó el tibio Feliz Cumpleaños. 

La salud enferma

La salud enferma

La Marcha Blanca de los trabajadores de la salud recorrió el centro porteño en reclamo contra el despido de la cúpula del Hospital Garrahan, luego de que otorgaran un bono de 500 mil pesos a todos los empleados. Los manifestantes también exigieron salarios dignos y advirtieron por el vaciamiento de los hospitales públicos.

Miles de trabajadores de la salud pública se convocaron en el centro porteño en reclamo por el aumento del presupuesto y la recomposición salarial, en una movilización que bautizaron la Marcha Blanca. Los manifestantes, empleados de los principales hospitales nacionales, denuncian la fuga de profesionales y las condiciones de precarización laboral, mientras estudian nuevos planes de protesta en alianza con el movimiento estudiantil que exige recursos para las universidades.

El reclamo salarial fue uno de los puntos más resaltados durante la marcha. Los residentes, médicos recibidos que trabajan para completar su especialización, cobran salarios por debajo de la línea de pobreza. “Venimos de diez semanas de lucha por el salario, los profesionales se están yendo, están ganando sueldos por debajo de la canasta familiar” asegura Norma Lezana, dirigente de la Asociación de Profesionales y Técnicos del Hospital Garrahan. La protesta de la APyT se da luego de que toda la cúpula directiva del hospital fuese despedida por el Gobierno nacional, después de otorgar un bono a los trabajadores de $500.000 pesos. El personal del Garrahan fue de los más presentes en la movilización. Los recién recibidos de la carrera de Medicina, explicó la gremialista, pueden optar por no hacer la residencia, y es lo que está pasando por la pauperización de los trabajadores de la salud pública. “Hoy $750.000 pesos es un sueldo de pobreza”, agregó.

Hubo también un fuerte operativo de efectivos de la Policía Federal y Gendarmería, que empujaba en todo momento las columnas hacia los únicos dos carriles habilitados de la Avenida de Mayo, complicando la fluidez de la movilización, mientras los policías rozaban los autos que pasaban. También se escucharon cánticos y hubo un repudio generalizado al gobierno, a los legisladores del Congreso Nacional, y a la CGT y la CTA, que brillaron por su ausencia en el lugar. “Todos sabemos que transaban, pero nunca que se iban a animar a tanto”, dijo uno de los residentes más comprometidos, asegurando que nunca pensó que las centrales “se iban a borrar cuando las papas quemen”.

Marys, estudiante de Medicina de 23 años, y referente de una agrupación estudiantil de la Universidad de Buenos Aires, aseguró que “el recorte de presupuesto se nota: los institutos de investigación en la Facultad están paralizados, tenemos muchísimos paros docentes bien justificados. Este año en la Carrera de Medicina hubo la mitad de inscriptos que el año pasado porque se está haciendo cada vez más difícil sostener la cursada” y sobre el estudiantado, agregó que está “organizando asambleas, clases públicas, la semana pasada tomamos la facultad”.

La marcha congregó a miles de médicos, enfermeros, técnicos especializados, residentes y trabajadores administrativos y de mantenimiento. Los asistentes unificaron la exigencia de un presupuesto acorde a la importancia de la salud pública, y un sueldo digno. Ignacio, médico de planta en el área de Oncología del Garrahan, aseguró que “el deterioro salarial que hemos tenido es impresionante, perdimos 50% de poder adquisitivo este año sin venir de un salario de riqueza, ni mucho menos”. Expresó también que las cargas de estrés y las extensas jornadas laborales hacen muy difícil llevar adelante el trabajo. Aunque, agrega que nunca “vio tanta unidad como ahora”.

El reclamo de los trabajadores de la salud no es un grito solitario, y si fuera un manotazo de ahogado, estaría siendo dado entre personas muy capacitadas para hacer algo al respecto. En el contexto de proliferación de marchas y de organización de distintos movimientos que se han visto los últimos meses en Buenos Aires, los gestores de la Marcha Blanca la piensan como el puntapié inicial de algo más grande. “El jueves tenemos una asamblea en el Garrahan junto a las treinta organizaciones de todos los otros hospitales, quedamos en volver a reunirnos y unificar reclamos, es la única manera de sacar adelante esta situación”, aseguró Norma Lezana, que, como sus compañeros, no planea quedarse de brazos cruzados.

Oruro en Buenos Aires

Oruro en Buenos Aires

La comunidad boliviana desplegó danzas, vestidos y tradiciones en el centro porteño, para compartir y transmitir a las futuras generaciones la cultura de su país en Argentina.

Tambores y platillos resuenan en la Avenida de Mayo como un latido que atraviesa fronteras. Lentejuelas brillan en telas coloridas, mientras los bailarines siguen el compás de la banda que marca su ritmo. No es en el Carnaval de Oruro, sino en Buenos Aires. La XIV Entrada Integración Cultural Bolivia en Buenos Aires se desarrolló el pasado domingo, un evento que se convirtió en una tradicional fiesta para los 162.000 bolivianos que residen en Buenos Aires.

La fraternidad Morenada Gran Central de Oruro fue una de las 114 agrupaciones que participaron en el recorrido que sirve como puente cultural entre Bolivia y Argentina. Si bien el horario de entrada de esta agrupación era alrededor de las 15, el encuentro de los bailarines fue a las 13 en 9 de Julio y Belgrano. Algunos de sus integrantes, principalmente las mujeres, ya llegaban con su peinado y maquillaje listos, terminando de ponerse algunos accesorios en la calle, tales como sombreros con grandes plumas y botas con tacos altos.

En el caso de los varones, terminaban de armar sus trajes cual rompecabezas. “Fíjate que este derecho, y apílalos bien, no los cierres mucho porque después te encierra”,  le decía uno de ellos a un compañero que se encontraba armando la capa de los morenos. Mientras tanto, por el otro lado estaba Carlos Cardenas, uno de los bailarines, que estaba atendiendo a los últimos detalles de su vestimenta: con un cuchillo iba cortando un pedazo de goma espuma para luego colocarlo sobre sus hombros, para que el traje no lo lastime al bailar. “Es lindo que nunca pierdan la cultura, hoy por hoy se integró mucho el hijo del boliviano a bailar estas danzas, es un orgullo para nosotros poder bailar en un país hermano, que nos dejen hacer este tipo de eventos”, expresó Cardenas. Además, también explicó que, en esta ocasión, se encontraba bailando en nombre de su amiga Sandra Anibarro Cuenca, miembro fundadora de la fraternidad, quien falleció en 2023: “Me llegó al corazón su partida; por ella prometí que bailaba este año, en devoción a la mamita –la virgen- y en honor a ella”.

Esta fraternidad cuenta con unos 80 integrantes y está conformada por bolivianos, hijos de bolivianos e incluso argentinos. Hernan Ibarra, miembro fundador comentó que hace once años funciona esta agrupación, bailando en distintas celebraciones para lograr expandir y perdurar las tradiciones del altiplano. Los colores que identifican a la agrupación son el azul, amarillo y blanco: “El azul por el cielo, el amarillo por el sol que nos ilumina y el blanco la pureza de la virgen”, explicó Ibarra. Además, la agrupación también cuenta con un slogan que se logra leer en las chombas de los organizadores: “Fe, tradición y cultura”.

Gary Renteria, uno de los primeros integrantes de la fraternidad, apuesta a esta tradición va a perdurar “porque en cada fraternidad hay niños bailando y eso es lo que nos genera una esperanza para el futuro”. La hora iba transcurriendo y de a poco iban llegando algunos de los participantes de la Gran Central.

Simultáneamente, en Avenida de Mayo y Carlos Pellegrini ya se encontraban danzando integrantes de las agrupaciones, tiñendo las calles de rojo, amarillo y verde.

Si bien en la tarde del domingo la temperatura era demasiado alta para esta altura del año, el calor fue impedimento para disfrutar de la tradición. Algunos de los espectadores fueron preparados con reposeras y sombrilla, listos para cantar a coro las canciones del folklore boliviano. Tal fue el caso de Oscar, quien se encontraba junto a su esposa aplaudiendo al compás de los Caporales: “Vinimos a ver a mi hija que hoy baila, para nosotros es un orgullo que participe de esta fiesta”, sonrió mientras sostenía la mano de su esposa.

Ya por la Diagonal Sáenz Peña, en dirección a Plaza de Mayo, el recorrido se desplegaba con paso lento pero alegre. Lejos de las vallas y en un lugar donde refrescaba la sombra que ofrecía uno de los edificios estaba Daniel, con una bandera de Bolivia atada a su cuello, a modo de capa que cubría todo su cuerpo. “Vengo todos los años”, expresó mientras mascaba coca.

Este evento es un mosaico identitario, no solo por la riqueza de la cultura de Bolivia que se iba desplegando a lo largo de las calles, sino por la diversidad del público presente. Porteños curiosos, turistas de paso y residentes de otras nacionalidades se detienen, con celulares en mano, intentando capturar la esencia de los movimientos. Para muchos, este es el primer contacto con las tradiciones bolivianas.

La fiesta no se reduce al baile, en cada esquina se encuentran vendedores ambulantes ofreciendo platillos típicos de Bolivia, y los espectadores no desaprovecharon la oportunidad de degustarlos. Además, en cada paso y en cada golpe de bombo hay una historia; muchos de los trajes que lucían los bailarines fueron confeccionados a mano, y cada uno de ellos cuenta historias de lucha y resistencias de un pueblo.

Cerca de las 16, la Morenada Gran Central de Oruro se encontraba lista para la acción. “Dale, avancen”, se escuchó decir a una de las organizadoras y eso fue suficiente para que todos entren en posición. “Desde niño bailo morenada, soy de la central, orgulloso me siento, orureño soy”, cantaban a coro los bailarines acompañando el compás de la banda que con bombo, platillo, tambor y trompeta, resonaba una de las canciones típicas. La voz de los espectadores también se lograba oír a la par, muchos de ellos movían sus cuerpos al ritmo de la música. “Ya no llores más negrita, la Pagador ha vuelto a la Central, a la Morenada de mis amores, a la Morenada de mis abuelos, a la Morenada de mis ancestros”, cantaban con orgullo muchos de los bailarines presentes.

“Yo bailo desde que tengo uso de memoria”, expresó con una sonrisa en su rostro Ana Mora Condori, integrante de Tinku San Simón, ya al final del recorrido frente a Plaza de Mayo. Por otro lado, también se encontraba Enzo Sánchez Velázquez, integrante de la fraternidad Tinkus Los Tolkas de la zona de Huachacalla: “Bailar es tradición y cultura, yo llevo en la sangre lo que es el Tinku potosino. La manera en que yo puedo representar la cultura boliviana es bailando Tinku”, expresó Sánchez.

A medida que el sol se esconde y las luces de Buenos Aires comienzan a iluminar la avenida, la fiesta no decae. Los rostros sudorosos de los bailarines demuestran el esfuerzo que hicieron a lo largo de ese recorrido, pero también el orgullo de pertenecer en algo que trasciende fronteras. En cada paso y en cada golpe de tambor, los participantes no solo recrean una tradición, sino que la reinventan dando vida a una identidad que no conoce fronteras. En el aire queda la sensación de que la cultura boliviana, lejos de diluirse en la inmigración, se refuerza, se transforma y encuentra nuevos públicos que la abrazan.

Pedagogía barata y patos de goma

Pedagogía barata y patos de goma

A dos años del inicio de las prácticas preprofesionales en los secundarios de CABA, docentes y estudiantes coinciden en que el sistema está desorganizado y que se mezclan experiencias frustrantes con algunas positivas. El azar y el compromiso de las instituciones que reciben a los estudiantes parecen determinar el éxito de la experiencias.

“La agencia de publicidad Maco le pidió a mis estudiantes de Orientación en Ciencias Sociales que hicieran piezas de marketing para la Universidad Católica Argentina como ‘cliente’. El curso que creara la mejor campaña, se ganaba un patito de goma de la empresa”, cuenta Juan Filippone, referente de las ACAP en la Escuela N° 4 D.E. 19° de Nueva Pompeya.

Según el GCBA, las ACAP son “experiencias pedagógicas concretas y en territorio destinadas a acercar a los / las estudiantes al mundo laboral, cultural y a la formación superior”. Están diseñadas para estudiantes de 5° año de secundaria de gestión estatal y privada en CABA; comenzaron en 2022, luego de la implementación de la Nueva Escuela Secundaria en 2015. Son obligatorias y deben realizarse en espacios laborales relacionados con la orientación del curso, según la reglamentación.

Pero, ¿qué hay detrás de tantas palabras escritas en papel? ¿En la práctica quién termina haciéndose cargo de que la práctica les sirva a los estudiantes? ¿Cómo está resultando lo que para muchos es la primera práctica en un entorno laboral? Las experiencias recopiladas en 2023 no parecía demasiado promisorias.

Organizaciones

El Ministerio de Educación de CABA asigna a las escuelas públicas distintas organizaciones del sector público, privado, de estudios superiores o sociocomunitarios para desarrollar las ACAP. En cambio, las escuelas de gestión privada deben contactar directamente a las instituciones. En las prácticas participan 116 escuelas de gestión estatal y 326 privadas.

Los estudiantes de Filippone no fueron a la oficina de la agencia de publicidad Maco, porque, según les explicó el gerente, las empresas ahora funcionan en modalidad home office, así que las tareas eran en casa o en el aula: “Mis estudiantes no tienen formación en marketing para hacer estas tareas”, aclara. En este y otros casos, más allá de la buena predisposición, la práctica no parece tener mucho sentido. Pero tampoco la buena predisposición puede darse por garantizada.

“Cuando llegamos, la referente nos dijo que no los habían capacitado y que no tenían personal ni presupuesto para recibir a veinte adolescentes”, comenta Filippone sobre una ACAP en la Reserva del Lago de Lugano. Al respecto, explica que “el gobierno porteño tira sobre la comunidad educativa la responsabilidad de armar una propuesta pedagógica para la organización”.

Filippone, el referente ACAP, también reconoce que las experiencias son variadas y hay quienes logran aprovecharlas: “Tenemos gran cantidad de estudiantes hijos de inmigrantes y algunos son la primera generación en egresar de la secundaria. Quizás estas prácticas les son útiles para ampliar su horizonte de trabajo y oportunidades de estudio”.

Otros de sus alumnos, esta vez los que cursan la orientación en Comunicación, tuvieron la ACAP en un Centro de Monitoreo de la Policía de C.A.B.A., donde les pidieron relevar la comunicación interna y plantear ideas para hacerla más eficiente. “Tuvieron una salida didáctica para monitorear las pantallas de la policía”, cuenta Filippone a ANCCOM.

En otras escuelas las experiencias también son variadas, como si no hubiera una estructura clara. Por ejemplo, a Joaquín, egresado en 2023 del Belgrano 1 de Nuñez con orientación en Economía, le asignaron la ACAP en la Feria del Libro, en La Rura,l con una empresa de plataformas digitales educativas, Ticmas: “Vendíamos un sistema de programación para escuelas con robots y juegos, pero no tenía nada que ver con lo que veíamos en el colegio”.

“Me tocó hacer la ACAP en la Escuela Metropolitana de Arte Dramático. Mi colegio es de Lenguas, no tiene vínculo con el teatro. Asistimos por dos semanas, cinco horas cada día, a clases de Filosofía y Expresión Corporal. Mirábamos las clases en silencio”, relata Leri, estudiante de 5° de la E.N.S. en Lenguas Vivas Nº.2 «Mariano Acosta” del barrio de Almagro, con orientación en Pedagogía y Educación. «Nadie nos orientaba. No hacíamos nada», concluye.

Además, las ACAP incluyen ciclos de charlas previas a las prácticas. En 2023 y 2024, el Ministerio de Educación de CABA organizó charlas de jóvenes hackers, mujeres en el campo de la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM), y de “emprendedores” como Marcos Galperín, fundador de Mercado Libre, que contó cómo creó su empresa. “Muchos se enojaron con el de Mercado Libre, porque contó que fue a estudiar al exterior y que era muy fácil tener una empresa. No nos sentimos identificados con su historia porque él fue súper privilegiado”, cuenta Carolina.

Juan Filippone, referente de las ACAP en la Escuela N° 4 D.E. 19° de Nueva Pompeya.

Un horizonte aleatorio

Ricardo Barone, rector de la Escuela de Comercio Nº 1, Joaquin V. González de Barracas, comenta que a los estudiantes con orientación en Turismo o Economía y Administración les asignaron el Banco Santander, Todo Moda y el Consejo de la Magistratura desde 2022. Cuando comenzaron, tuvieron dificultades con la planificación, pero tras reclamos al Ministerio de Educación, mejoraron la relación con las organizaciones y tuvieron buenas experiencias. “En el Santander, pudieron profundizar sus conocimientos en administración y habilidades financieras. Las prácticas fueron muy bien organizadas”, cuenta Barone a ANCCOM.

A su escuela asisten chicos y chicas de situaciones económicas vulnerables de Zona Sur, Zavaleta, Bajo Flores o del conurbano. El rector ve muy importante a las ACAP para que “chicos que pueden ser discriminados por su origen puedan tener acceso a estos espacios laborales. Uno de mis estudiantes tuvo una entrevista en el Banco Santander después de la práctica”.

Carolina, egresada del I.E.S. Lenguas Vivas “Juan Ramón Fernandez” de Retiro en la orientación Bilingüe, realizó su práctica en 2023 en ventas y recepción en el hotel El Conquistador: “No hablábamos con los clientes. Íbamos de a cinco a la recepción a mirar en silencio. Había solo un asiento para compartir. No tenía nada que ver con mi orientación”, cuenta. Carolina también señala la falta de orientación en el hotel: «Nadie nos explicó en qué consistían las ACAP, no estaban listos para recibirnos. Cuando quedaba tiempo libre, nos llevaban al sótano del hotel y nos quedábamos cantando entre nosotros. Para mí, la práctica no sirvió para nada, no lo puse en mi currículum”, cuenta.

Carolina también tuvo una clase de orientación vocacional: “Dejaron un montón de fotos de edificios o frutas y tenías que pensar a qué te remitía para imaginar qué querías estudiar”. La estudiante agrega que la desorganización afectaba sus estudios: “No avisaban con tiempo. A veces, las fechas de las ACAP arruinaban los exámenes, porque de repente cinco personas se iban de la clase”. También menciona que en las prácticas no les ofrecían comida: “Solo un día las chicas que atendían nos compraron un budín”.

Al respecto, Barone, rector de la escuela de Barracas, comenta que ellos le hacían llegar las viandas del gobierno a la organización. “Los chicos decían que no tenían ropa adecuada para las prácticas, así que se las conseguimos. Ellos necesitan nuestro apoyo para lograr estas oportunidades”, reflexiona.

La desorganización en las ACAP también se aprecia en las necesidades de transporte de los estudiantes. Algunas instituciones quedan muy lejos de los colegios, y los adolescentes deben trasladarse por su cuenta. Filippone comenta: “El gobierno porteño no pone micros. A uno de mis estudiantes le pegaron un culatazo en la nuca y le robaron el celular mientras esperaba el colectivo para ir a la ACAP en el Instituto de la Vivienda en Lugano”. Filippone también señala que el contenido de las ACAP “está lejos de lo que enseñamos en las materias. Es muy difícil conectarlo, porque asignan la ACAP durante el año y no hay tiempo para preparar los contenidos”.

¿Motivación sin planificación?

Agustina Corica, investigadora de CONICET y del Programa Juventud de FLACSO, sostiene que las ACAP, “en teoría son interesantes. El vínculo entre la escuela y el trabajo es muy motivador para los estudiantes, ya que es un puente para conocer entornos nuevos”. Sin embargo, aclara: “La implementación está siendo muy diversa y difícil. El Gobierno de la Ciudad no está garantizando una red de acompañamiento adecuada en las prácticas, lo que desmotiva a los estudiantes”.

Por su parte, Marcelo Parra, Secretario Adjunto en la Unión de Trabajadores de la Educación cuenta a ANCCOM que “desde la implementación hubo una mejoría en la organización de las ACAP. Al comienzo, las rechazamos porque estaban vinculadas al emprendedurismo y no explicitaban procesos pedagógicos reales. No había acompañamiento real en los entornos laborales”.

Parra explica que en el último año el conflicto se apaciguó, por lo que desde UTE no realizaron un relevamiento de las prácticas en 2024. “No vemos mal que les estudiantes tengan acercamiento al mundo del trabajo y de los estudios superiores, el tema es la forma y la intención que le impone el Gobierno de la Ciudad”, aclara.

Si bien hay algunas mejoras en la organización de las ACAP en el último año, el Ministerio de Educación de la Ciudad delega toda la responsabilidad en los estudiantes, profesores, referentes, directivos y organizaciones para que resulte una experiencia pedagógica fructífera. Sin embargo, si el Gobierno porteño profundizara en la red de apoyo y capacitación para las organizaciones, estas actividades podrían ser un puente para que las y los jóvenes accedan a nuevas oportunidades laborales y universitarias para ampliar su horizonte de expectativas de futuro.

La estafa como medio de vida

La estafa como medio de vida

Esta semana se estrena «Tiempo de Pagar», la ópera prime de Felipe Wein, un film sobre la vida de “un arbolito” de calle Florida.

Tiempo de Pagar es una nueva película argentina que retrata un singular fenómeno de la Ciudad de Buenos Aires: la calle Florida y sus arbolitos, aquellos personajes que cambian divisas en la vía pública. El largometraje se centra en Richard, un hombre que siempre le debe plata a alguien, que engaña a su novia y al que siempre lo corre algo. Sin embargo, se las ingenia para salirse con la suya a último minuto. Con una duración de 62 minutos, la película hace un energético recorrido de un par de días de la vida de Richard, en los que su situación se complica cada vez más.

La combinación entre la corta duración del film con una acertada banda sonora y excelentes actuaciones hacen que el espectador se sienta completamente inmerso en la historia. La película fue parte del BAFICI 2024, tendrá su estreno el 7 de noviembre en el Cine Arte Cacodelphia y las entradas estarán disponibles para la venta a partir del 24 de octubre. Se trata de la opera prima de Felipe Wein, quien dialogó con ANCCOM de cara a su estreno oficial.

¿Cómo surgió la idea para esta película?

La inspiración viene de cuando estábamos haciendo la postproducción de un corto en el microcentro con mi socio, el productor de la peli, en 2021. Salíamos del estudio de sonido y nos encontramos en plena peatonal Florida o Lavalle, centro de Buenos Aires. Ahí veíamos estos personajes particulares y dijimos “estos tipos están para una historia”. Después pasaron cosas en el medio, agarré un par de trabajos,y no pude seguir con eso. Pero un año después nos sentamos y dijimos: “A ver, ¿qué tenemos?” Porque habíamos escrito varios guiones, un par que eran poco realizables para la cantidad de recursos finitos que teníamos, y dijimos “escribamos algo que podamos filmar; en el microcentro tenemos las locaciones”. Dimos con un primer borrador de unas quince, después hicimos diez páginas más. Teníamos como un mediometraje y a dos meses de filmar dijimos: “No vamos a hacer toda una movida por treinta páginas de guion, escribamos treinta páginas más y tenemos un largometraje”. El equipo acompañó desde siempre, desde el minuto uno, los actores también. Pero todo nació de scoutings de paseos. Yo estuve tres meses recorriendo el microcentro para entender toda la fauna de personajes que había. Y salió de esa manera.

¿Fue una decisión hacer una película corta?

Yo creía que tenía que ser corta. Esto de que primero era un corto y después se hizo largo  influyó bastante. Si hubiésemos tenido más dinero, quizá algo más contábamos, pero estoy bastante contento con la duración. Primero, porque ayuda a estar completamente inmerso, que nadie se pierda en la película, nadie relaja la mente, todos están demasiado adentro. Entonces, en la sala de montaje teníamos como una duración de una hora y cuarto en el primer corte. Y fuimos sacando cosas como para que la película esté 100% enfocada desde el punto de vista del personaje principal, de Richard, pero te diría que es una decisión compartida tanto de presupuesto como creativa, para poder ingresar fuerte en la cabeza del personaje.

En una charla que diste sobre la película dijiste que se agregaron escenas durante el rodaje ¿Cómo fue eso?

La filmamos en tres tandas, rodamos una parte en diciembre del 2022, otra parte en marzo del 2023 y unas últimas cinco jornadas en agosto 2023. Yo edité lo que filmamos en diciembre, en enero y febrero y dije: “Falta algo en la mitad de la película”, que es toda una secuencia en el casino. Y esa secuencia la escribí en la sala de montaje, pero por una decisión ya plenamente creativa, de decir “en el punto B de la película tiene que pasar algo, que se expandan los tiempos y que parezca que el personaje va a conseguir lo que tiene que conseguir en la película”. Me parece que estaba bueno como gancho para el espectador, para tensionar más, también porque era una escena que siempre quise filmar, una escena en un casino clandestino. Cuando uno va filmando se va dando cuenta de lo que le faltó la jornada anterior, entonces el día siguiente filmamos más planos para la escena de persecución, más planos para esto, filmamos de nuevo un detalle. Eso se va dando todo el tiempo por cuestiones lógicas de que algo te queda colgado en la jornada anterior y tenés que volver a filmar. Te quedas pensando durante la noche, yo soy bastante de no dormir en esos días que filmo. Me quedo pensando bastante.

¿Cómo fue la producción de la película?

Fue una producción muy pequeña, nosotros no teníamos nada más que los equipos que nos daba la universidad y diez o doce personas que pusieron algo de su dinero. Después yo conseguí algo más de plata, pero fue hecha muy a pulmón.

En los agradecimientos aparece un montón de personas que contribuyeron.

Mucha gente. Hay una película que se llama La Uruguaya, que la hicieron a través de Orsai, de Hernán Casciari. Armaban como bonos de 100 dólares, 200 dólares, y al final hubo como dos mil productores y cada uno tiene una parte muy pequeña de la película. Y de esa manera se fue formando el presupuesto, como un crowdfunding bastante amplio. Ese fue un ejemplo para el modo de producción, que está bastante bueno. Viendo que ahora el INCAA está frenado, son las únicas maneras de poder financiar una película.

¿Entonces vos no tuviste financiamiento del INCAA?

No tuve financiamiento del INCAA. Pero soy 100% defensor del INCAA.

Fue más por una decisión propia.

Fue una decisión de producción. También había mucho papeleo en ese momento, era 2023. Yo no tenía puntos como para presentar un proyecto al INCAA, podía haberlo hecho pero me hubiese demorado mucho y ese momento era el que yo tenía libre para poder filmar. Venía de un año y medio de estar en un par de películas y una serie como asistente de dirección. El momento que se me dio, dije “es ahora que hay que meter esto, ahora sí o sí”. No filmaba ficción hacía tres años, había realizado mi primer corto en 2019. Y dije: “Es ahora que hay que hacerlo”. Estaba dado todo como para que sea ese mes, en ese momento, con Argentina jugando el Mundial. No podíamos demorarnos más y por eso lo hicimos de esa manera. Pero yo creo que tiene que existir la financiación del Estado, porque el cine es un ecosistema. Creo que eso lo dijo Llinás, el cine es un ecosistema en el que tienen que coexistir varias películas y no solamente las que puedan recuperar su dinero. Si lo pueden recuperar, mejor, pero tienen que existir todas. Es tristísimo lo que está pasando y hay mucha desinformación sobre cómo funciona.

Dicen que hay que películas que la ven cuatro espectadores…

Esa frase, “No vamos a financiar películas que no tengan espectadores”, es demagogia pura.  ¿Qué película no quiere tener espectadores? Primero que nada, no se puede saber desde el vamos qué película va a tener espectadores. Y como organismo tenés que ayudar, justamente, a conseguir espectadores. Un problema que tuvo el cine argentino es la distribución, la exhibición de esas películas. Entonces, creo que ahí es donde había que mejorar cosas. Y no tanto en censurar tipos de películas. Eso está mal, lógicamente.

Es muy extraño que decir “la censura está mal” sea controversial.

Tremendo, pero es así. Pero bueno, son así, son destructivos.

El final de la película se inspira y  hace un paralelo con Nueve Reinas. ¿Por qué decidiste hacer un final así?

No sé, como que en Argentina da la sensación de que todo está por explotar. Y a veces ha explotado, pero es como que todo el tiempo parece que algo va a pasar. Entonces, ese componente narrativo era una bomba como para guardársela para el final. Aparte, para mí lo que más importa no es la situación. O sea, es una película que tiene mucho contexto argentino, mucha política, un intento de mostrar lo real. Pero me importaba más el personaje, hacer como un estudio de él y que ese contexto esté hablando también de ese personaje. Entonces lo que pasa al final me parecía como que era lo natural, que puede pasar eso en la realidad en la que vive él. En la última escena, él tiene que resolver. Me parece que en esas situaciones, en las que los personajes están bajo presión, es cuando se ve su verdadero carácter. Entonces cuando le ocurre lo que le ocurre, él tiene que actuar.

El personaje es alguien que ve todo como intercambiable, tiene muchos amigos a pesar de que le debe plata a todos ¿Cómo surgió?

Lo primero que nació fue el personaje, por ahí antes que esto del microcentro, de ir con el productor y caminar por las calles, buscar ese mundo. Yo toda la vida fui un chico que me gustaron ese tipo de personajes, que no cumplen con el parámetro de la buena persona, con el manual de cómo hay ser en la vida, sino todo lo contrario. Son como más entrañables, más seductores, más incorrectos, también. Me parece que es mucho más divertido el cine cuando tenés personajes que tienen más fallas. Por ejemplo, en Taxi Driver, Travis Bickle es un perverso, un loco, por ahí tiene un buen corazón, pero es un tipo que es medio pervertido, medio raro. Hay una película que se llama Red Rocket, de Sean Baker, que es el ganador de la Palma de Oro de este año, que el protagonista es un actor porno que se dedica a estafar a mucha gente. Entonces me dije: “Voy a hacer una como Taxi Driver o Red Rocket”,. Tenía ganas de tener un personaje de ese estilo. Me parecía para dirigir, conseguir a ese actor. Y Juan Nemirovsky, que es el que hace de Richard, es magnífico. Cuando lo conocí, dije: “Es él”. Tiene todo para ser Richard. Me acuerdo que le dije al productor: “Esta película la hago con él, no hay otra persona. No puede haber otra persona”. Y para mí es lo mejor de la película, sin dudas, la actuación de él.

¿Cómo lo conociste a él, cómo lo encontraste?

Lo conocí trabajando en una serie, Felices los Seis, que salió este año, de HBO. Pero la hicimos en 2022, y me acuerdo que lo ví y le dije “vos vas a actuar en mi corto”. Él es rosarino, vive allá. En el rodaje de Felices los Seis  iba y venía, es un loco lindo. También tenía como una forma de caminar y de hablar que a mí me gustaba mucho. Después, cuando le dije que era un largo, él se copó, vino acá, se quedó en mi casa viviendo esas semanas de rodaje, vimos el Mundial juntos. Nos hicimos muy amigos y le puso una garra increíble. Creo que es un ejemplo, es un tipo de 41 años, es muy reconocido en Rosario, tiene mucho trabajo, tiene una escuela de teatro, no para de filmar publicidad y le mete mucho a su trabajo. Y accedió de todas formas a estar en una película independiente, en ese momento él no sabía quiénes éramos, me conocía a mí pero poco. Y se acopló al grupo técnico como si nos conociéramos de toda la vida.  Es un ejemplo de persona y aportaba una energía muy positiva para el rodaje. Siempre siguió adelante y eso que en la filmación le pasó de todo. En las persecuciones, los peatones creían que era un ladrón de verdad, lo tacklearon…  y él siguió adelante. O sea, cualquier actor te dice “No, basta, en estas condiciones yo no filmo más”. Y él todo lo contrario; se rió.