Uno de los responsables de la desaparición de Andrés Núñez vuelve a la cárcel

Uno de los responsables de la desaparición de Andrés Núñez vuelve a la cárcel

El expolicía Jorge Alfredo González volvió a ser detenido a 33 años del secuestro y posterior asesinato del futbolista platense, uno de los primeros casos en democracia.

A 33 años de la desaparición forzada del futbolista Andrés Núñez en La Plata, el expolicía Jorge Alfredo González, involucrado en su tortura, volvió a ser detenido luego de una libertad condicional que duró casi un año. ANCCOM conversó con el autor del libro sobre la historia de Núñez y respecto a las desapariciones en democracia.

En la noche del 27 de septiembre de 1990 se lo vio por última vez a Andrés Alberto Núñez, quien fue detenido ilegalmente por cuatro policías vestidos de civil con el pretexto de estar buscando al ladrón de una bicicleta. Jorge Alfredo González, Pablo Martín Gérez, José Daniel Ramos y Víctor Rubén Dos Santos, a bordo de un Fiat 147, buscaron a Andrés en su casa de Villa Elvira. Lo golpearon y lo metieron en el interior del auto para llevarlo, esposado, a la Brigada de Investigaciones de La Plata. Allí, ya en la madrugada del 28, lo torturaron hasta provocarle la muerte.

Posteriormente, los oficiales de la Policía Bonaerense incineraron su cadáver en una estancia ubicada en la localidad de General Belgrano. Fue recién en agosto de 1995 cuando, a partir de las declaraciones del policía José Daniel Ramos que revelaron información acerca de dónde estaba el cuerpo de Andrés -para beneficiarse en la causa judicial-, se encontraron los restos del desaparecido.

Pablo Morosi, periodista que escribió Un tal Núñez, el caso del primer desaparecido por la Bonaerense en la democracia recuperada, cuenta que “fue un caso que repercutió muy fuerte porque todos los ciudadanos estaban viendo una ventana que se volvía a abrir luego de la dictadura. Era encontrarse, ya en democracia, con las instituciones funcionando en el caso de una desaparición.” Indica, además, que “se dio un cambio cultural a partir de este tipo de casos de abuso y de brutalidad institucional”

En el año 2010 se probó que el sargento González, a instancias del subcomisario Ponce, le puso una bolsa de nylon en la cabeza a Núñez, aplicándole la tortura del “submarino seco”. Por lo tanto, en un juicio llevado a cabo en ese mismo año la justicia platense condenó a prisión perpetua a Jorge Alfredo González junto a Víctor Dos Santos, quien ya falleció. Dos años más tarde detuvieron y condenaron, también a perpetua, a Luis Raúl Ponce. Sin embargo, la condena impuesta al primero había sido anulada el 28 de noviembre de 2022.

El último viernes 8 de septiembre la jueza de ejecución penal de La Plata, Laura Lasaga, debió dar marcha atrás sobre sus pasos y revocar la libertad condicional que le había concedido al expolicía bonaerense, González. El sargento había sido detenido en 2010 por “privación ilegal de la libertad calificada” y “torturas seguidas de muerte” para luego ser liberado el año pasado por «buena conducta».

Se logra una instancia de justicia, pero no es completa. Hasta la fecha se han realizado muchos actos y marchas en búsqueda de la justicia por la desaparición de Núñez. Pasaron 33 años de aquella noche del 27 y la madrugada del 28 de septiembre y, más allá de la reciente detención del ex policía González, aún resta la sentencia para Pablo Martín Gérez, que sigue prófugo y no hay noticias sobre su posible paradero. “El Estado hace 33 años no lo puede ubicar, aun conociendo su nombre y donde viven sus familiares”, afirma Morosi.

La desaparición forzada de Andrés Núñez cuenta, además, con otros responsables acusados de encubrimiento: Ernesto Zabala, César Carrizo y Gustavo Veiga, de quienes se espera que se lleve a cabo un juicio oral, y los fallecidos Oscar Silva y Pedro Costilla. Al margen de lo que habría sido una posible sentencia quedaron Héctor Lazcano, Héctor Ferrero, Roberto Mártire, Alejandro Dezeo, Juan Kaldlugowsky y Eduardo Fraga. Varios de ellos quedaron libres de cargo a partir del accionar de los jueces de la Cámara de Apelaciones de La Plata, que decidieron desprocesarlos en 1997. “Se pudo señalar a un grupo, aunque todos sabemos que no es el conjunto completo. Las maniobras de encubrimiento funcionan así. En un principio se procesó a 180 miembros de la Brigada pero ese número fue reduciéndose”, señala Morosi.

La compañera de Andrés, Mirna Gómez, lucha desde el día del asesinato de su pareja contra la violencia institucional, denunciando la continuidad de las desapariciones en democracia y las encubiertas del Estado cuando un hecho de represión policial vuelve a tener lugar. Fue la misma Gómez quien, representada por el abogado Manuel Bouchoux, presionó a la jueza Lasaga a darle cese a la libertad condicional que González gozó del lunes 28 de noviembre de 2022 al último 8 de septiembre.

El tiempo y las prácticas clandestinas del Estado a través de su policía fueron dando cuenta de otros casos similares al de Andrés, ya sea previos o posteriores. A raíz de las investigaciones realizadas sobre otros acontecimientos de violencia institucional se pudo comprobar que hubo aún más asesinatos de esta índole. “Recién en el año 1992 aparece la CORREPI (Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional) para reunir a familiares y denunciar situaciones de gatillo fácil o desapariciones en las que la policía había participado. Ese registro lo empiezan a hacer estas organizaciones no gubernamentales. Hoy por hoy no tenemos uno oficial hecho por el Estado”, reclama Morosi. 

El caso de Núñez es el primero desde el retorno a la democracia del que haya constancia de una efectiva detención ilegal por parte de las fuerzas policiales de la provincia de Buenos Aires, pero no es el primero ocurrido desde 1983. El 24 de diciembre de ese año, el joven José Luis Franco fue visto cuando era detenido, en la ciudad de Rosario, por el comando radioeléctrico que lo trasladó a la comisaría 11ª. Un hábeas corpus que denunció su desaparición tuvo resultado negativo. Tiempo después, su cuerpo masacrado apareció en un descampado y la policía provincial comunicó que fue “muerto en un enfrentamiento”. Según publicó la periodista Adriana Meyer en su libro Desaparecer en democracia, cuatro décadas de desapariciones forzadas en Argentina, “apenas catorce días después de la asunción del presidente Alfonsín, se inauguraba así la lista de personas desaparecidas por las fuerzas de seguridad estatales en democracia, que suma más de 200 casos”.

Para Morosi, “en ningún momento el Estado asumió que tenía un problema. Decía que ‘eran casos aislados’. Con el paso del tiempo se demostró que lo tenía y lo tiene por no haberlo asumido en tiempo y forma y no haberlo revertido desde el punto de vista formativo”.

 

Señalizaron un centro clandestino de detención

Señalizaron un centro clandestino de detención

En el municipio de Malvinas Argentinas, nominaron a La Casa del Cilindro como un sitio de memoria, por donde pasaron hombres, mujeres y niños secuestrados por la dictadura militar.

Bajo la órbita de la Guarnición Militar Campo de Mayo, zona noroeste de la provincia de Buenos Aires, y en el marco del plan sistemático de terror y exterminio ejecutado por la última dictadura (1976-1983) funcionó La Casa del Cilindro, un centro clandestino de detención por el que pasaron hombres, mujeres y niños.

Por su cercanía con El Campito, centro de tortura ubicado dentro de Campo de Mayo, se cree que este espacio, demolido en 1995 bajo la intendencia de Jesús Cariglino, funcionaba como cárcel clandestina y transitoria por el que pasaron cientos de personas perseguidas por su militancia política, social y sindical, antes de ser trasladados a otros centros del horror o dispuestos en comisarías para ser “blanqueados”.

“Este lugar se llamaba así porque Aurelia Elvira Tejerina, una de las pocas sobrevivientes que pasaron por acá, lo describió como una construcción de forma cilíndrica desde donde salían cadenas que engrillaban a hombres y mujeres”, remarca Silvia Burgos, directora de Derechos Humanos de la Municipalidad de Malvinas Argentinas durante el acto de descubrimiento de la señalización del espacio de memoria, realizado el sábado 23 de septiembre, por la mañana, en el Batallón 601, hoy predio municipal.

«Mi madre vio gente engrillada y mutilada. Escuchó a un niño implorando por su abuelo, quien estaba siendo torturado. Tuvo que soportar un simulacro de fusilamiento antes de ser liberada y vivir en democracia con la aberración de ser tratada de maniática”, recuerda Yamila.

El terrorismo de Estado desplegó una estrategia de control y represión dirigida especialmente al movimiento obrero y sindical, que tuvo un fuerte impacto en esta región,  donde existía un polo industrial.  La Casa del Cilindro se encontraba en la Zona 4, bajo el mando del Comando de Institutos Militares con asiento en Campo de Mayo, predio ubicado a poco más de cuatro kilómetros de allí.

Si bien El Cilindro estaba dentro del Batallón 601, a diferencia de El Campito, estaba rodeado de barrios obreros, como por ejemplo el Barrio Textil o el Barrio Gráfico, entre otros, y se encontraba a pocas cuadras de los centros comerciales de las ciudades de Los Polvorines y Pablo Nogués, ambos conectados por las vías del Ferrocarril Belgrano Norte. Pero además, en cercanías del Batallón funcionaba un cuartel de bomberos, el hospital municipal y la escuela primaria pública. Es decir, que el predio no se encontraba aislado.

“A mi mamá la secuestraron desde su hogar de Pablo Nogués. Fueron militares encapuchados, vestidos de civil, utilizando una camioneta y tres autos Ford. Cuando la trajeron a El Cilindro reconoció el lugar porque sintió las sirenas de los bomberos y el paso del tren», declara Yamila Tejerina, hija de Aurelia Elvira Tejerina quien, junto a Carlos Banchero, fue una de las pocas sobrevivientes de la Casa del Cilindro que pudo aportar su testimonio. Yamila agrega: “Durante todas las gestiones municipales hubo silencio hasta ahora. El ocultamiento y el silencio es volver a la tortura, a la desaparición».

Yamila Tejerina, hija de Aurelia Elvira Tejerina, una de las pocas sobrevivientes de la Casa del Cilindro.

«Mi madre vio gente engrillada y mutilada. Escuchó a un niño implorando por su abuelo, quien estaba siendo torturado. Tuvo que soportar un simulacro de fusilamiento antes de ser liberada y vivir en democracia con la aberración de ser tratada de maniática”, recuerda Yamila. Actualmente se desconoce la cantidad de personas que pasaron por La Casa del Cilindro, debido a que se estima que fue un lugar de tránsito, apéndice de El Campito.

“La señalización es importante porque tiene que ver con un reclamo histórico de los organismos de Derechos Humanos. Este lugar ya estaba señalado, muchas personas sabían lo que pasaba, sólo faltaba que el Estado lo reconociera”, dice Lorena Battistiol Colayago, directora nacional de Sitios y Espacios de Memoria de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación y señala que “por acá pasaron más de 5.000 personas. Este es un número que sigue siendo investigado por la criminalidad que tuvo la Guarnición y la Zona de Defensa 4. Pensá que, así como existió El Cilindro, también existían comisarías, cementerios en donde enterraban los cuerpos de manera clandestina, o lugares de masacre.  Campo de Mayo es el lugar más emblemático de la región por la propia estructura que tenía: contaba con un hospital para recibir a las embarazadas y robarles su bebes, un aeródromo para deshacerse de los cuerpos, y un territorio tan grande, que aún falta explorar, y en donde cabe la posibilidad de que estén los cuerpos enterrados”.

 

Salvador Barreto y las armas de Perón

De profesión carpintero, Salvador Tomás Barreto era un militante de la Juventud Peronista que vivía a media cuadra de la estación de Pablo Nogués y a dos cuadras de la Ruta 197 (frente al Batallón 601). Trabajaba durante el día en una carpintería de Olivos y por las tardes era alfabetizador de adultos en villas de Beccar, Provincia de Buenos Aires. Pero además, en esos barrios humildes, ayudaba a reparar muebles rotos que otros pobladores le traían. 

A Salvador lo secuestró un grupo de tareas, integrado por unos diez hombres vestidos de civil, el 8 de noviembre de 1978. Se lo llevaron de su hogar frente a su esposa y sus hijos de 16, 8 y 6 años. “Llovía. Eran las diez de la noche y tocaron fuerte a la puerta. Mi hermanita, que en ese momento tenía 8 años, abrió sin temor pensando que era un familiar  y entraron hombres armados”, recuerda Patricia Barreto, su hija mayor.

Una vez que ingresaron a su hogar, la patota inició la requisa increpando a Barreto por la cantidad de libros que había en la casa. Salvador efectivamente era un ávido lector que no había podido terminar el secundario a raíz del golpe de la autodenominada Revolución Libertadora. “Frente a esta situación mi papá les mostraba sus manos calladas, para que le creyeran que era solo un carpintero, y ellos le decían que un obrero no podía tener tantos libros”, detalla Patricia.

 

Luego de un intercambio entre el grupo de tareas y Barreto, este les imploró que no le hicieran pasar vergüenza frente a su familia. Fue en ese momento cuando uno de los secuestradores accedió a su pedido y solicitó a la mujer de Barreto que fuera por un abrigo. Seguidamente le quitó a Salvador el reloj y su alianza y se lo entregó a su esposa. Salieron del domicilio caminando hacia la esquina. De acuerdo a testimonios de vecinos, lo subieron a una camioneta, tipo ambulancia, que esperaba allí, tal vez por la calle de tierra, tal vez por la lluvia o simplemente porque era el modo de operar.

Según Patricia “pasaron unos 15 minutos y regresaron sin mi papá a buscar libros de Perón y no encontraron nada. Nosotros pensamos que lo iban a liberar pero nunca más lo vimos. Por el poco tiempo que demoraron ahora creemos que tal vez se lo llevaron a la Casa del Cilindro”.

En aquellos años la casa de la familia Barreto estaba en construcción y Salvador había llegado a ocultar sus libros en el piso de la habitación, bajo un placard que él mismo fabricó. Muchos años después, uno de sus hijos, hizo una reforma y al romper la carpeta aparecieron. “Estaban todos rotos porque el paso del tiempo los había destruido. Esas eran las armas que había en casa: los libros de Perón”, remarca Patricia y agrega: “Me gustaría que se recuerde a mi padre como un trabajador, un trabajador que también fue un intelectual porque se la pasaba estudiando.  Él amaba a Rosas, a la patria y al campo popular y aún lo puedo ver en casa sentado a las 4 de la mañana leyendo con el calentador Bram-Metal debajo de sus piernas”. Salvador tenía 40 años cuando se lo llevaron y hoy permanece desaparecido.

El absurdo de 2001

El absurdo de 2001

Guadalupe Pita Monzón es la autora y protagonista de «Nación Alambre», la obra de teatro inspirada en sus vivencias como secretaria de la presidencia de Ramón Puerta durante la crisis de 2001.

Nación Alambre presenta, a través de la comedia y lo absurdo, el interior de la Casa Rosada del 21 de diciembre de 2001 cuando afuera se escuchaban bombas, balas, cacerolas y gritos. María es la joven encargada de recibir al nuevo presidente en un despacho que está en plan desarme con trituradoras de papel borrando toda la evidencia posible. 

Guadalupe Pita Monzón, actriz y autora, escribió la obra basada en su propia experiencia como secretaria de Ramón Puerta después de la renuncia de Fernando De la Rúa en diciembre de 2001.  “Cuando la empecé a escribir la concebí como un circo, lo que me había pasado y lo que yo viví en ese momento lo veía así. No la concibo de otra manera: es una comedia”, señala.

 Al mismo tiempo, encarna el personaje de Silvita, la jefa de María, a través de quién refleja el estado de urgencia del momento y el calor de los hechos. Convocó a Sergio Falcón para dirigirla y entre ambos intentaron escapar del realismo. “Lo trabajamos desde el absurdo y cada vez nos empezamos a ir más y más. Pero cuanto más nos íbamos más se acercaba a la realidad”, dice el director. 

En escena hay papeles esparcidos por todos lados y un árbol inmenso que cubre todo lo que sucede. “Todo funciona como una metáfora”, dice Falcón, “intentamos mostrar el momento de desesperación de querer frenar el barco y como se termina hundiendo todo”. 

Al final, entre una pérdida de gas que vuelve un infierno el despacho, el calor, los desmayos y las peleas por quienes no quieren irse, María da un grito y los actores encuentran sus miradas con las de la audiencia. “No se dan cuenta, estamos acá intentando atar todo con alambre y allá afuera hay seres humanos”, dice el personaje. Guadalupe Pita Monzón llora con una angustia palpable y luego comenta: “(la obra) tiene que ver con la realidad, lo que una y otra vez nos pasa a los argentinos”.

Nación Alambre trata sobre mucho más que la crisis del 2001 y el caos de nuestro país, tanto afuera como al interior del gobierno. Logra traspasar el momento histórico. Nos pone cara a cara con las crisis cíclicas de nuestro sistema político y el ímpetu por tener que tratar de salvar el barco. 

Nación Alambre presenta su tercera temporada en el Teatro Astrolabio los viernes a las 21.

Bailarines que buscan gente

Bailarines que buscan gente

Pañuelos blancos, imágenes de desaparecidos y diversos registros históricos acompañaron la puesta en escena del VII Festival Internacional de Danza por la Identidad.

El Festival Internacional Danza x la Identidad (DXI), un evento autogestivo de construcción colectiva, reunió el pasado domingo en el CCK a aficionados y artistas en un escenario de discusión política en torno a la danza. En el marco de los cuarenta años de la restitución de la democracia argentina, el arte y la memoria se unieron con el fin de rememorar los procesos sociales y a las personas que permitieron la restitución de las identidades de los desaparecidos durante la última dictadura cívico-militar. 

Cuerpos en movimiento, archivos históricos y pañuelos blancos resumieron el espacio de encuentro y reflexión entre arte e historia vista desde una perspectiva de defensa de los derechos humanos. La intención del festival, según sus organizadoras, es continuar acompañando la lucha impulsada por las Abuelas de Plaza de Mayo por la restitución de la identidad de nietas y nietos.

El espectáculo presentado contó con cuatro producciones donde el lenguaje poético de la danza actuó como una herramienta constructora de pensamiento y acción. “El tiempo en que te busco”, una producción de DXI, dio inicio al festival. «Madres del Amor», de Zainas Danza, continúo con el show y, a través del uso de las voces de represores y víctimas en el contexto del Mundial ´78, le recordó a la audiencia que los desaparecidos de la dictadura son tan nuestros como el tango, el folklore o el fútbol. “Solo tu imagen se aleja (no, no nos olvidan)” y «Haroldo Logiurato» le siguieron respectivamente para que, cerca de las 20, se diera por concluido el espectáculo.

“No olvidamos que falta recuperar nietos y nietas, tenemos que reafirmarnos más que nunca que de esta manera queremos vivir; que es con todos y con todas” comentaba Yamila Cruz Valla, creadora y coordinadora general del equipo de producción de DXI. “El festival está con mucho cuerpo gracias al aporte del sector de la danza, que está comprometido y que encuentra un lugar para manifestar sus posiciones políticas entendiendo que deben ser parte de la política al acompañar la lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo”.
Según la organización del evento, la propuesta está en sintonía con “una valoración de los nuevos discursos, cruces y estéticas del lenguaje de la danza escénica en resistencia contra la imposición de modelos culturales hegemónicos”. Derechos humanos, identidad, ambiente, géneros, mujeres, diversidad sexual, pueblos originarios y discapacidad son algunos de los ejes que rigen la creación de estos espacios democráticos.
El Festival Internacional Danza x la Identidad cuenta con el apoyo de Abuelas de Plaza de Mayo, Universidades Nacional de La Plata y el Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires. Además, ha sido declarado de interés por numerosas instituciones y el Concejo Deliberante de la Ciudad de La Plata en varias oportunidades. Con sus fechas en la ciudad de La Plata el 6 y 7 de octubre el festival DXI dará por concluida su séptima edición.

Cerámica Neuquén, en peligro

Cerámica Neuquén, en peligro

El Juzgado Laboral Nº 1 de la provincia patagónica ordenó el remate de las instalaciones de la fábrica recuperada por sus trabajadores.

Numerosas organizaciones sociales y partidos de izquierda de la Unidad Piquetera Nacional reclaman contra el remate de la fábrica recuperada Cerámica Neuquén, anunciado para el 27 de octubre. Tras el abandono de sus dueños, la fábrica del Parque Industrial de la capital provincial opera desde el 2014 bajo la gestión de una cooperativa obrera, sin embargo un juez laboral dispuso el remate para pagar las indemnizaciones del grupo de trabajadores que no participó de la ocupación. A diferencia de otras empresas ocupadas y gestionadas por sus trabajadores, como la emblemática Zanon en esa misma ciudad, nunca logró la expropiación porque el proyecto presentado por el FIT en 2018 nunca fue tratado por la Legislatura.

La semana pasada, trabajadores de la fábrica se movilizaron en el oeste de la capital neuquina con el objetivo de mostrar su rechazo ante el remate de la fábrica, que pone en jaque el destino de sus empleados. Los reclamos continuaron al día siguiente y se llevaron a cabo en distintos puntos del país, con la finalidad de visibilizar la delicada situación de los 80 trabajadores y trabajadoras de Cerámica Neuquén.

La planta, dedicada a la producción de cerámicos en pisos y revestimientos, atraviesa una difícil situación. Cerámica Neuquén, que en la actualidad es administrada por la cooperativa Confluencia Ltda, posee una deuda millonaria con la central eléctrica Calf, que ronda los 83 millones y el pago aún no se ha negociado. 

 

Los manifestantes abogan para que no se suscriba el preacuerdo entre las partes, que incluye a los ex dueños y a los ex trabajadores, dado que éste supone el cierre de una empresa que representa el sustento vital de una gran cantidad de familias. Se exige que las autoridades brinden una respuesta que permita que la fábrica siga funcionando y no perjudique los puestos de trabajo.

La ausencia del servicio eléctrico por decisión de Calf, que se extendió por un plazo de dos semanas, impidió a la empresa producir y esto repercutió enormemente en sus ingresos. Además, significó importantes pérdidas y daños en las máquinas por el parate sin planificación de las líneas. “Los cortes de energía provocan daños muy fuertes dentro de la fábrica: el horno, donde se cocinan los cerámicos, tiene unos rodillos comprados en Brasil por casi 40 dólares cada uno. Entran unos mil doscientos y muchos se partieron por el enfriamiento del horno, de modo que el impacto es muy duro. Va a llevar un par de semanas poner la producción al mismo nivel que teníamos antes del corte”, explica Andrés Blanco, obrero ceramista de la planta Zanon (hoy Fa.Sin.Pat.) y diputado provincial por el Frente de Izquierda, en diálogo con ANCCOM.

“Estamos inmersos en un sistema que intenta ahogar las experiencias de lucha de los trabajadores. En Zanon, hace unos años, la empresa de energía de Neuquén nos cortó la luz como castigo por acompañar la lucha de los trabajadores de la salud. Hoy queremos acompañar a Cerámica Neuquén y pelear para que se mantengan los puestos de trabajo. Toda la industria ceramista en Neuquén está autogestionada. Todas y cada una de nuestras luchas nos representan como trabajadores y como hermanos de clase”, agrega Blanco.

El pasado lunes 11 de septiembre, tras llegar a un acuerdo con Calf, se llegó a la restitución de la energía eléctrica. Desde el grupo de trabajadores comentaron que se logró el cambio de titularidad del medidor a nombre de la Cooperativa Confluencia, lo que les ha posibilitado pelear por una tarifa diferencial para las gestiones obreras. No obstante, el problema principal sigue a la vuelta de la esquina. El remate fue ordenado para el 27 de octubre a las 11 de la mañana por el titular del Juzgado Laboral 1 de Neuquén, Víctor Cosentino, quien se jubiló días después de decretar la subasta de la fábrica y aprobar la solicitud de remate. Por su parte, los trabajadores afectados se preparan para enfrentar el que parece un peligro inminente, que pone en riesgo sus situaciones de vida. 

Hay salida

Si bien el gobierno nacional abrió un canal de diálogo en el Congreso para tratar este tema, hay un obstáculo sumamente crucial. “Nos piden que firmemos un acuerdo, pero el gobierno provincial de Neuquén no colabora, con la excusa de que la actual gestión del MPN (Movimiento Popular Neuquino) ‘está en retirada’ debido a la inminente asunción de Rolando Figueroa el próximo 10 de diciembre. Hay un vacío y requerimos una respuesta urgente” sostiene Blanco.

Los diputados del Frente de Izquierda reclamaron al Ministerio de Economía de la Nación por la situación que está atravesando Cerámica Neuquén. El texto que presentaron también acompaña el reclamo de concreción de la propuesta presentada en 2020 por Cerámica Neuquén SA, en función de efectuar el pago de indemnizaciones a sus antiguos empleados, ya acordadas con los antiguos dueños de la empresa. “El Ministerio de Economía de la Nación tiene una gran posibilidad de destrabar esto. El lote del crédito que solicitó la empresa antes de irse lo tiene essa dependencia. Ellos pueden autorizar la suspensión del remate”, afirma el diputado provincial.

Asimismo, Blanco argumenta que el deseo subyacente del Sindicato de Ceramistas consiste en poner las fábricas al servicio de un gran plan de obras públicas. “Se lo venimos demandando al gobierno provincial hace tiempo. Es lo que la sociedad demanda. Acá en Neuquén hay más de 200.000 familias que no tienen vivienda. Son la desigualdad y la precarización las que se han ido profundizando con el correr de los años. Si se cierra una fábrica, es un crimen. Nos estamos preparando para lo peor, pero en definitiva queremos evitar que pase”.

Más de ochenta familias se encuentran en peligro de perder su sustento vital y hay un temor irrefrenable al desalojo, pero es imposible dejar de pensar, por sobre todas las cosas, en la amenaza que supone a los avances de las gestiones obreras la posibilidad del cierre de Cerámica Neuquén. 

 

La diputada y candidata a la presidencia de la Nación por el PTS en el FIT-U Myriam Bregman sostuvo que es esencial actuar frente a la situación actual, que bien podría ser un peligroso antecedente contra las fábricas recuperadas que se sostienen a pulmón. “Hoy, mientras se aplican tarifazos impagables que ponen en peligro la continuidad de la producción, la provincia de Neuquén es escenario de lo que podría ser un peligroso precedente contra la experiencia de estas fábricas”.

Además de ser la principal fuente económica de familias enteras, Cerámica Neuquén guarda un profundo valor emocional para quienes allí trabajan con esfuerzo y dedicación. Luego de 42 años de funcionamiento, hoy más que nunca reinan el miedo y la incertidumbre en cuanto al futuro próximo. No obstante, los empleados no están dispuestos a bajar los brazos y cesar sus reclamos.

“Debemos seguir luchando. Nadie debe convencernos de que la solución es agachar la cabeza. Es un orgullo para mí estar representando trabajadores y trabajadoras que tienen la convicción de no resignarse. Estas familias trabajadoras que van a dar todo por no quedarse en la calle son las verdaderas protagonistas de esta historia” sostuvo con ímpetu Blanco, alentando a sus compañeros y compañeras a no abandonar en estos tiempos difíciles.

La lucha de Cerámica Neuquén se remonta a varios años. Cuando en 2020 el juzgado de Primera Instancia en lo Laboral dio la orden de avanzar en la tasación y remate de la planta de Cerámica Neuquén, miles de trabajadores salieron a expresar su repudio y solidaridad en todo el país. Las manifestaciones llegaron a Buenos Aires con una enorme movilización en el Obelisco, resuelta en el Encuentro Nacional de Fábricas Recuperadas, y de la que participaron Madygraf, Fasinpat, Ansabo y otras gestiones obreras. En el lugar de la protesta, Madygraf repartirá de manera gratuita sanitizante de alcohol producido por ellos mismos, porque la marcha ocurrió en plena pandemia.