40 años de comunicación en democracia

40 años de comunicación en democracia

Se presentó «De Plazas y Pantallas», una serie dedicada al derecho a la comunicación desde 1983 hasta hoy. Fue coproducida por Canal Encuentro, la Carrera de Ciencias de la Comunicación de la UBA y la Subsecretaría de Medios.

De plazas y pantallas es un proyecto originado en el año 2023 que nació para reflejar el mundo de la comunicación en estos 40 años de democracia y quedó plasmado en una coproducción llevada a cabo por la Carrera de Ciencias de la Comunicación de la UBA, Canal Encuentro y la Subsecretaría de Medios de la Nación. Si bien fue pensada para salir al aire a fines del año pasado a través de la señal estatal, con los cambios producidos por el Gobierno de Javier Milei aún no ha sido posible su emisión, por lo que su primera presentación fue realizada el miércoles de 24 abril en el Auditorio de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. También estará disponible a partir del jueves 25 de abril en en el canal de Youtube de la Carrera y en la plataforma Contar.

La serie cuenta con cuatro capítulos de quince minutos con ejes diferenciados: el derecho a la comunicación, los actores de la comunicación, el rol del periodismo y los consumos culturales. La conformación de contenidos fue tratada y elaborada a través de distintos testimonios y miradas compartidas por un equipo de especialistas que estuvieron presentes a lo largo de los cuatro videos. Cada parte es conducida por Paula Giménez, periodista especializada en género y sexualidad. A su vez, el desarrollo del contenido fue realizado por autoridades de la Carrera de Ciencias de la Comunicación y de la Facultad de Ciencias Sociales, así como abogados, docentes, periodistas e investigadores. Formaron parte de la iniciativa Larisa Kejval, Diego de Charras, Graciana Peñafort, Damián Loreti, Flavia Costa, Stella Martini, Gastón Montells, Carla Gaudensi, Juan Delú, Nelson Santacruz, Diego Flores, Agustina Lanza, Daniel Badenes, Sebastián Davidovsky, Natalia Zuazo, Irina Sternik, Carolina Balderrama y Fabián Bosoer.

Kejval, doctora en Ciencias Sociales, licenciada y directora de la Carrera de Ciencias de la Comunicación, explicó que el proyecto nació a partir de las motivaciones dadas en el marco de los 40 años de democracia, en un contexto actual en donde hubo muchísimas transformaciones en el ámbito de la comunicación, avances tecnológicos y medidas políticas y económicas que en distintos gobiernos fueron influyendo sobre cómo actúa la comunicación en la democracia. En este sentido, la directora explicó que “la comunicación está quedando un poco pequeña”, por lo cual indicó que la intención fue “hacer un material educativo que interpele a los jóvenes y los invite a reabrir el interrogante social no solo en el presente sino también en el futuro”. Con ello, Kejval describió que la serie está pensada fundamentalmente para las nuevas generaciones que nacieron en democracia y que desde su más corta niñez estuvieron en contacto con los dispositivos tecnológicos como la televisión, la computadora o el celular.

Kejval resaltó la importancia que tiene reconocer a la comunicación como un agente interdisciplinario en la vida de cada uno y añadió que le parece fundamental para ella y para el equipo que estos tópicos vuelvan a las aulas y puedan ser problematizados.

Mundo hiperconectado

De plazas y pantallas juega con lo actual, lo dinámico y lo histórico a través de una complementariedad de elementos presentes que buscan incidir de forma educativa sobre los jóvenes. A lo largo de los capítulos, la conductora va teniendo contacto con distintos dispositivos técnicos que tiene en un baúl, ya sea un disquete, una revista o un cassette, poniendo en escena distintos hechos históricos. Mientras se tocan los distintos ejes a problematizar, la serie enfatiza en el trasfondo histórico que hizo posible que estemos hoy en un mundo hiperconectado. A través de ello se explica la importancia del derecho a la comunicación y cómo fue avanzando, retrocediendo y dejando cuestiones aún sin trabajar durante el transcurso de la historia.

Con distintos fragmentos audiovisuales, la serie atraviesa una línea de tiempo, permitiendo comprender lo que implicó la comunicación desde los inicios de la democracia, el surgimiento de una nueva ley para los medios audiovisuales en el año 2004, la Ley 26522, y su tardía sanción e incluso cómo fue modificada a través de los decretos de necesidad y urgencia de Mauricio Macri a partir de 2016.

De plazas y pantallas también realiza un importante énfasis en el rol que cumple la llegada del Internet en el ámbito de la comunicación y la palabra: la democratización de la palabra, la llegada de las multipantallas, canales de streaming, el uso excesivo de la IA, las fake news y cómo nos implica como personas que vivimos en democracia.

La serie brinda un importante señalamiento sobre la importancia que hay de parte de medios de comunicación alternativos y cómo se distinguen de los medios tradicionales al tomar agenda de cuestiones antiguamente poco habladas. A través del testimonio de periodistas, se explica cómo los medios alternativos otorgan un nuevo tipo de lectura que impulsan a una mayor democratización de la palabra, por ejemplo a sectores villeros, población cartonera, feminismos, pueblos originarios, y cómo distintos usuarios pudieron encontrar espacios para defender ideales, además de la figura de las disidencias.

Espacios físicos y virtuales

Sin embargo, la serie muestra una constante problematización del camino por el cual llegaron estos avances: ¿cuál es el rol del Estado y cómo regula la circulación de contenidos? ¿Cuál es el futuro de la comunicación? ¿Cómo podemos identificar las fuentes creíbles y argumentadas? ¿Cómo nos incide la llegada de la llamada posverdad? ¿Quien supervisa y modera los contenidos en las plataformas?

Al final de la transmisión, los directivos invitaron a los espectadores a realizar un brindis a la salida del auditorio donde distintas personalidades compartieron unas palabras respecto al contexto que se está atravesando en la actualidad y su vinculación con De plazas y pantallas. Kejval agradeció a sus compañeros que hicieron posible la serie y, a través de un aplauso emotivo, le dio el micrófono a Rosaura Audi, docente y periodista especializada en políticas internacionales. “Rescato –expresó- la reconstrucción de nuestra memoria comunicacional que revisa todo este proceso de 40 años de democracia, estos avances y retrocesos que hemos tenido y a reflexionar sobre lo que está pasando con los medios de comunicación, el periodismo y los canales de streaming.”

Luego, el micrófono fue transferido a Cecilia Flachsland, licenciada en Ciencias de la Comunicación (UBA) y docente, quien habló de la necesidad de no dejar de ver cómo De plazas y pantallas funciona como un abrazo entre la Carrera y Canal Encuentro: “Esta carrera es hija de la posdictadura y del alfonsinismo, pero Canal Encuentro es hijo de un contexto político muy distinto, vinculado a esta imaginación política radicalizada que fue el kirchnerismo. Sin el kirchnerismo no existiría Canal Encuentro porque en esa escena fue posible pensar que el Estado podía de alguna manera volver a componer escenas que tengan que ver con la justicia, con la igualdad y que tenga que ver con la capacidad que un medio de comunicación pueda distribuir saberes sociales”. Flachsland apuntó también que le interesa “pensar en cómo se habían encontrado estas dos tradiciones: la de la Carrera con su voluntad crítica, con su voluntad de construir preguntas para entender el mundo comunicacional, social y político; y Canal Encuentro que también está marcado por eso y muy fuertemente por cómo muestra a la escuela como lugar fundamental de trasmisión de saberes”.

A su turno, Carla Gaudensi, secretaria general de la Federación Argentina de Trabajadores de Prensa (FATPREN), se refirió a los ataques generalizados a lo público por parte del Gobierno nacional: “Como secretaria general, a mí y a mis compañeros y compañeras siempre nos interesó recuperar esta perspectiva de entender a la comunicación como los trabajadoras y trabajadores que estamos en los medios privados, en los medios públicos y en los medios cooperativos, comunitarios y populares como parte de un todo y por eso siempre desde la federación promovimos esa perspectiva y trabajamos en ese sentido. Este contexto nos impone un brutal ataque hacia todos los trabajadores, porque el Gobierno a través de distintas variantes nos atacó de maneras distintas como es hoy en día por el brutal silenciamiento que se refleja en el intento de cierre de Télam.” Gaudensi cerró diciendo que a pesar de los intentos de cierre o desfinanciamiento seguirán luchando. “Los medios públicos van a resistir, van a ganar y los medios públicos de comunicación van a seguir existiendo”, expresó.

Luego de un cálido aplauso, Diego de Charras, docente, investigador y vicedecano de la Facultad de Ciencias Sociales, compartió el trasfondo, las motivaciones y los ejes a tener en cuenta al ver la serie. Explicó que se trató de un proyecto pedagógico y educativo que busca interpelar a estudiantes y a futuros estudiantes no sólo de la Carrera de Ciencias de la Comunicación: “Queríamos hablarles a través de un idioma que no fuera rudo sino que fuera escolástico, cronológico, que hiciera preguntas y pudiera ir y volver a lo largo del material. Creemos que se logró, buscamos una dinámica que interpelara y que fuera veloz, dicha de algún modo en algún idioma en que nuestros estudiantes lo pudieran entender”, manifestó De Charras.

Al detallar las motivaciones que tuvieron para concretar el proyecto, dijo que “se buscó poner en el centro del debate a la comunicación, la democratización de la comunicación y el derecho a la comunicación. Después de un proceso de muchas batallas, donde tuvimos un crecimiento y una caída y ahora que nos encontramos en este momento muy atacados por el hecho de tratarse de medios públicos, mucho discurso de odio y mucha noticia falsa, poder tematizar la cuestión de la comunicación y volver sobre ello nos parecía esencial porque no lo podemos sacar de agenda.”

Tiempos violentos

A criterio del vicedecano, la democratización de la comunicación nunca puede dejar de ser parte de la agenda: “Pueden cambiar las regulaciones, pueden cambiar las tecnologías, pero los derechos son derechos y debe pelearse por ellos. Será con otras tecnologías, con otras normas, figuras o herramientas pero debe ser tematizado y debe ser puesto en el centro por una perspectiva de derechos y principios.” Para De Charras, esto es “necesariamente un proyecto político y de incidencia política” en la que, como equipo y autoridades de la Carrera, consideran que “se debe fomentar el pensamiento crítico poniendo en escena lo que sucedió, quiénes fueron los actores, cuál es la precarización de las trabajadoras y trabajadores de prensa, quienes son los actores comunitarios, subterráneos, los vulnerables”.

 “Estamos seguros que poner todo eso sobre la mesa es nuestro rol en la universidad pública en un contexto en que todo lo público está siendo puesto bajo ataque. Todo lo que tiene que ver con la clase trabajadora y lo que tiene que ver con lo público, con lo común, con los servicios públicos: el cine, la agencia de noticias, la educación y la salud”, dijo De Charras.

Medios alternativos

También tomó la palabra Nelson Santacruz, periodista y redactor de La Garganta Poderosa: “Soy de la villa 21-24, nosotros somos una cooperativa que tiene dos redacciones, una en Capital Federal y otra en la provincia de Córdoba, y tenemos comunicadoras y comunicadores de barrios populares a lo largo de Argentina y tenemos ya más de 10 años de trabajo en los territorios y medios. Abrimos Tik Tok hace poco como una forma de disputar ese sentido y como forma de visualizar e instalar la agenda villera”. Santacruz describió que la agenda de sus sectores en esos espacios fueron ganados y avasallados discursivamente “por los que gobiernan hoy y que directamente vienen a atacar hoy en día a medios como Télam o directamente desfinanciando o soltándole la mano a un montón de medios cooperativistas, autogestivos o independientes pero que se venían financiando con mucho pulmón y que venían a instalar justamente una voz y una agenda desde nuestro barrios.” El periodista expresó cómo para su ellos un derecho como la comunicación resulta tan vital como la libertad de expresión, al acceso a la conectividad y todo lo que se estuvo compartiendo a lo largo de los capítulos y que muchas veces los que viven en barrios populares no lo ven como un derecho sino como algo muy alejado.

En diálogo con ANCCOM, Santacruz compartió las expectativas que tiene respecto a la recepción de la serie sobre el público jóven: “Me parece que lo clave de este tipo de contenidos es que es didáctico, dinámico y rápido, con un lenguaje actual que interviene en las redes sociales y demás va a permitir que muchos conceptos les queden a los pibes y las pibas. Me parece que se puede tratar en la secundaria, hay que llevarlo a las asambleas de los barrios populares, hay que llevarlo también a las universidades. Me parece que ese sentido crítico es lo que quieren atacar hoy en día, atacando la universidad pública, a Canal Encuentro y a todo lo que de por sí es público.”

Santacruz desea que ese contenido circule, que lo vean los chicos y chicas y que tengan sus propias conclusiones, que de algún modo se comprenda lo que ocurre cuando se le omite el derecho a la comunicación no sólo a la sociedad argentina sino a cualquier otra: “Lo que están haciendo es censurar muchos derechos, como por ejemplo la libertad de expresión, el derecho al acceso a la información. Lo que necesitamos es diversidad, pluralidad de voces y justamente estos contenidos son los que vienen a sumar.”

Consultado sobre cómo se podrían llevar estos contenidos a los barrios populares, respondió: “Me parece que hoy más que nunca las universidades públicas, sobre todo la UBA que tiene un peso tan importante, tiene que reforzar sus vínculos con las organizaciones sociales, las ONG, con las organizaciones que tienen territorialidad hace muchas décadas en los barrios periféricos, en los sectores campesinos y en los sectores originarios también. Me parece que hay que ir por ese lado: hay que tender puentes, hay que seguir manteniéndonos en red porque justamente con esto se va a permitir territorializar la universidad pública y al mismo tiempo que desde los barrios podamos ver a los pibes y a las pibas volver a los territorios”.

Finalmente, el periodista enfatizó que lo que se necesita es que haya gente que le pueda brindar apoyo a los chicos. “Con ello se podrá ver cómo la universidad se tiñe de pueblo y que el barrio no pierda el horizonte del sueño o propósito de que los villeros podemos acceder a un terciario, a un profesorado o a una universidad pública”.

«Este pueblo no cambia de idea, pelea por la educación»

«Este pueblo no cambia de idea, pelea por la educación»

Una multitud con escasos precedentes inundó el centro porteño para cerrar la Marcha Federal Universitaria en reclamo de la actualización presupuestaria y la mejora salarial para la educación de nivel superior. Docentes, auxiliares, graduados y estudiantes se movilizaron, además, en las principales ciudades de todo el país en rechazo al ajuste educativo que propone el gobierno de Javier Milei.

El presupuesto universitario de este año es el más bajo desde que se tiene registro: se cuenta con un 72% menos de recursos con respecto al año pasado. Así, casi un millón de personas -según el Frente Gremial Universitario- llenaron las calles entre Congreso y Plaza de Mayo y miles en Córdoba, Rosario, Santiago del Estero, Mar del Plata, Jujuy, Ushuaia y Misiones, entre otras localidades, porque las universidades se quedan sin presupuesto en mayo.

Docentes, auxiliares, graduados, estudiantes y autoridades educativas de todos los niveles llamaron a un “Trenazo educativo”. Desde el mediodía, oleadas de personas ingresaban desde las terminales de Constitución y Retiro. En las estaciones, los centros de estudiantes secundarios abrían sus banderas: acá se defiende el derecho al futuro. 

“Las hermanas no se cogen y el presupuesto no se corta”, rezaba un cartel en una esquina apretada de Sáenz Peña. El gobierno nacional aumentó un 70% los gastos de funcionamiento luego del anuncio de la marcha de hoy, sin embargo no es suficiente: representa sólo el 5%. “Más del 90% de lo que el Estado destina a la Educación Superior está dirigido a salarios de quienes trabajan como docentes y no docentes en las universidades. En estos últimos meses, el salario de las trabajadoras y trabajadores ha perdido 50% respecto de la inflación”, detallaba el documento de la manifestación.

Cynthia Valladares, trabajadora social, egresada de Facultad de Ciencias Sociales UBA recordaba que la Ley Nacional 27204 responsabiliza al Estado nacional como garante indelegable de la Educación Superior, prohíbe cualquier tipo de arancelamiento y caracteriza a la educación y al conocimiento como bien público. 

“Me conmueve desde mi historia personal: no hubiera podido estudiar si no era con la universidad pública”, lagrimeó Valladares. Desde hace doce años, trabaja en la Dirección de becas de la Universidad: “Lo que estamos viviendo es tremendo. Si no hay presupuesto, no hay para becar a esos estudiantes que están en situación de vulnerabilidad socioeconómica y que no tengan la posibilidad de estudiar”.

En la universidad que gestó el Cordobazo, la Universidad de Córdoba, tuvieron que paralizar obras y arreglos para mantener becas y subsidiar el comedor para sus más de 120 mil estudiantes. En la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, debieron frenarse las obras que se estaban ejecutando en el edificio de la calle Santiago del Estero, en Constitución. Y la lista, sigue.

En medio de la movilización, a la columna del Centro de Estudiantes de Filosofía y Letras se sumaron cinco estudiantes extranjeras de Ciencias Económicas. Si se hubiera aprobado la Ley de Bases, tendrían que pagar por sus estudios.

Los institutos superiores de formación docente también se hicieron presentes. El recorte a las universidades hace peligrar todos los niveles de educación nacionales. En la mirada las caras de sus estudiantes no había bronca, sino un deseo de protección.

“A ver, a ver/ quién dirige la batuta/ les estudiantes/ o el gobierno hijo de yuta”, gritaban al cruzar las calles. Una docente de menos de 30 miraba preocupada a las motos y autos que esperaban para cruzar después de las columnas que iban hacia el Congreso. “Chicos, apuren para cruzar, dale, que se me cortó la suplencia y ya no tengo obra social”, dijo un poco en broma, un poco en serio mirando con los ojos de huevo frito.

A las 15, en la Plaza Congreso, las constituciones nacionales se movían al ritmo de “Che peluca compadre, la concha de tu madre/ Nos cagamos de hambre/ Nos mandas a la yuta/ Nos sacas el presupuesto/ Sos un hijo de puta”. Las canciones y los insultos se hilaban a través de las cuadras. “Mínimo una puteada para estos que nos quieren sacar la universidad”, decía Facundo, estudiante que está haciendo la tesis para poder terminar sus estudios y siente temblar su graduación.

Por avenida Rivadavia, cuando las veredas se distendían, una familia se fundía en un abrazo. De sus cuellos colgaban los carteles del ascenso social: “Papá – albañil”, “Mamá – ama de casa” e “Hija – profesional universitaria”. La hija ya de más de 40 años, sonreía ampliamente, pero sus ojos tenían un fuerte dejo de nostalgia y temor sobre el futuro. 

En la Plaza de Mayo el hit era «que lo traigan al gorila de Milei para que vea, que este pueblo no cambia de ideas, pelea, pelea, por la educación». De repente se interrumpe. El Himno Nacional comenzaba a sonar por los altavoces. “La educación es un derecho humano fundamental porque se impone sobre el ingrato azar de la desigualdad. Somos la universidad pública para todo el pueblo argentino”, sostuvo desde el escenario Piera Fernández, presidenta de la Federación Universitaria Argentina (FUA).

En la columna de CONADU, la Federación de Docentes Universitarios, se poblaba de remeras con la leyenda “La universidad pública cambia vidas”. Entre ellos, una joven sostenía el cartel “¿Por qué tanto miedo de educar al pueblo?”. Sus amigas levantaban copias de la novela 1984. La distopía de Orwell se siente cada vez más cerca: “Te la venden cambiada: te dicen A, pero hacen B. Lo menos que quieren es que seamos libres”. Más cerca de Plaza de Mayo, estudiantes de Derecho de la Universidad Nacional de La Plata tenían libros de historia. Las leyes se cubren de la sangre seca de los pueblos, pero ellas no quieren que la sangre sea olvidada ni derramada en vano.

“Olé, olé/ el que no salta/ votó a Milei”, cantaban con bombos desde las agrupaciones estudiantiles y los pies se levantaban masivamente hasta el cielo. Aunque, algunos movían la cabeza tímidamente y miraban hacia abajo con la culpa de haber prendido fuego la paja. “Había venido a las vigilias por el aborto: esta es mi primera movilización más política. Estudiantil también: es que la facultad nunca estuvo en riesgo”, ríe con dolor Ariana, estudiante avanzada de Arquitectura.

De cordón a cordón, la avenida de Mayo rebalsaba. Los centros de estudiantes del lado derecho y los funcionarios de cada universidad a su costado. Las diferencias que plantea el gobierno nacional entre los decanatos y el estudiantado no son tales ni tantas porque codo a codo buscan proteger su casa común. Cada tanto, entre cánticos, explotan saludos intercambiados de las distintas columnas. “Te hacen creer que tu país es una mierda para que no lo defiendas cuando lo destruyan”, sostenía un cartel negro de letras blancas.

En sintonía, el discurso en el escenario decía: “Queremos que nuestras instituciones sean el dispositivo que le permita a la Argentina desandar las desigualdades estructurales y emprender la senda del desarrollo y la soberanía. La educación nos salva y nos hace libres”. Ahora, es tarea de todos defenderla.

La motosierra llegó al Garrahan (y los trolls también)

La motosierra llegó al Garrahan (y los trolls también)

Los trabajadores del Garrahan realizaron un ruidazo para denunciar el deterioro de la calidad hospitalitaria debido al inédito ajuste. Como respuesta, recibieron una catarata de ataques en las redes sociales.

“Vivimos enviando notas a los directivos con nuestros reclamos y solicitudes de audiencia. El 95% de esas notas son ignoradas», dice Alejandro Lipcovich, secretario general de la Junta Interna de ATE.

 

En este período de ajustes crecientes, recortes y ausencia de negociaciones, el pasado miércoles 17 de abril la Junta Interna ATE (Asociación de Trabajadores del Estado) del Hospital Garrahan convocó a un ruidazo frente a la Dirección como protesta a la falta de insumos y despreocupación de parte del Estado por una mejora salarial y presupuestaria. Una vez finalizada la actividad, Alejandro Lipcovich, trabajador administrativo del hospital y secretario general de la Junta, sufrió un alto hostigamiento en sus redes de parte de distintas cuentas trolls con perfiles anónimos que el presidente Javier Milei retuitea habitualmente.

El aumento del presupuesto para el Hospital Garrahan fue tan sólo un 34% superior al de 2023, con una inflación interanual del 287%. En conversación con ANCCOM, Lipcovich explicó que se trata de un recorte de presupuesto muy fuerte, y destacó que son los trabajadores quienes enfrentan dichas condiciones del hospital: “Tenemos profesionales de enfermería que no llegan a cubrir la canasta de pobreza e incluso se están dando tijeretazos sobre las horas extras. Se trata de un hospital de alta complejidad, hay pacientes muy graves que requieren mucho cuidado y mucha atención. Si hay menos empleados para atenderlos eso empeoraría las condiciones de trabajo”.

No es la primera vez que se muestran los conflictos en el funcionamiento operativo del hospital porque hay insumos que empiezan a escasear o a ser degradada su calidad. El día que se llevó a cabo el ruidazo, se organizó una recorrida por el Sector de Quemados, donde se informó acerca de la situación en que no había gasas para hacer las curaciones porque faltaba el papel estéril que las envuelve. Por otro lado, se han recortado distintos programas nacionales de medicación que impactan en el hospital, que están vinculados con la medicación oncológica.

“En las redes me amenazaban de muerte», denuncia Lipcovich.

A pesar de que la movilización se realizó frente a las oficinas de los funcionarios, no hubo ningún tipo de respuesta por parte de las autoridades. “Vivimos enviando notas a los directivos con nuestros reclamos, solicitudes de audiencia y solicitudes de respuesta. El 95% de esas notas son simplemente ignoradas, cada tanto hay una respuesta que muchas veces niega las condiciones degradantes que se están experimentando hoy en día en el establecimiento”, dijo Lipcovich.

A pocas horas del ruidazo, y tras la difusión de distintos videos en los que Lipcovich aparecía hablando con un micrófono, comenzó un hostigamiento por redes sociales hacia su persona de parte de distintas cuentas anónimas, entre las cuales observó un patrón común en el hecho de que varias son las que usualmente likea o retuitea el presidente Milei. En los comentarios de los videos difundidos por la red social X (ex Twitter) distintos usuarios insultaron al trabajador por su reclamo y por hacerlo en una planta cercana a donde habría pacientes internados. “Me amenazaban de muerte, decían que estaba perjudicando a los niños con cáncer que querían descansar. Toda una serie de mentiras que justamente tratan de desacreditar el reclamo que estábamos llevando adelante”.

A través de la plataforma X, Lipcovich desmintió esta información al explicar que el espacio donde se realizó el ruidazo se encuentra dos pisos abajo de las salas de internación y que se trata de un espacio donde se hicieron decenas de protestas en gobiernos anteriores, como el de Alberto Fernández

«Trabajo 40 horas semanales y gano un sueldo que no cubre la canasta de pobreza», subraya Lipcovich.

Un dato importante para comprender el contexto de lo ocurrido tiene que ver con lo enorme que es el hospital ubicado en el barrio de Parque Patricios, que abarca cuatro manzanas por cuatro que en total suman 113 metros cuadrados. Cada año, se realizan 610 mil consultas y 12 mil cirugías, y egresan más de 28 mil pacientes. Dispone de 587 camas, de las cuales 132 corresponden a las terapias intensivas. La actividad cuestionada se realizó en el pasillo central de planta baja, lejos de los pacientes.

Además de la catarata de ataques recibidos, distintos usuarios comenzaron a difundir sus datos personales como su número de documento. Lipcovich contó al equipo de ANCCOM, que si bien este tipo de ataques permanecen en el mundo virtual, no deja de ser un recurso intimidatorio que genera cierto nerviosismo. “Entre distintos usuarios querían denunciarme ante el Ministerio de la Salud y demás”. Por las persistentes amenazas con datos sensibles, presentará una denuncia penal con el patrocinio de la asociación de abogados de derechos humanos APEL.

“Trabajo 40 horas semanales y gano un sueldo que no cubre la canasta de pobreza. Por eso nos organizamos con mis compañeros y compañeras de la lista Roja de ATE, que protagonizó reclamos históricos de la salud pública, como la gran huelga de 2005”, subrayó el trabajador del Garrahan. “Nuestros difamadores, por el contrario, se esconden en nombres falsos y viven de oscuros fondos públicos. Todo para defender a un gobierno criminal, que despide, recorta medicación oncológica y tantas porquerías más. Tienen miedo porque saben que la lucha va a crecer”, agregó.

A pesar de sus años como militante político, sindical y estudiantil –tiene 38 años, fue presidente de la FUBA (Federación Universitaria de Buenos Aires), e integra el Partido Obrero–, dijo que nunca había experimentado un hostigamiento de este tipo. Lipcovich manifestó su agradecimiento a muchos de compañeros y compañeras del hospital que se solidarizaron tanto por redes como en persona y que difundieron el repudio sobre lo acontecido. “Me da mucha fuerza el apoyo de la gente y lo que es seguro es que la intimidación no va a surtir efecto. No es algo individual. Acá somos mucha gente y vamos a ser cada vez más los que vamos a defender el hospital”, expresó.

Norma Lezana, secretaria general de la Asociación de Profesionales y Técnicos del Hospital Garrahan (APyT), opinó sobre la agresión recibida hacia su compañero: “El ataque a Alejandro Lipcovich es un ataque a la protesta a nuestro hospital y un intento de disciplinamiento. Desde la APyT lo repudiamos y exigimos que cese la persecución sindical”. En diálogo con ANCCOM, expresó la necesidad de un ajuste del salario por inflación y que el gobierno no solo actualice el presupuesto para el área de la salud sino también de la educación.

En ese sentido, Lipcovich agregó la importancia de asistir a la marcha del 23 de abril y la necesidad de “armar un canal para que mucha gente proteste por distintas causas, superando las diferencias que puedan existir por intereses diversos, para fortalecer la lucha de toda la sociedad”.

 

El Niño que demoró el otoño

El Niño que demoró el otoño

Inundaciones, efecto invernadero, veranos más largos e inviernos más cortos. Pese a que el Gobierno de Milei lo niega, el cambio climático avanza y amenaza a toda la población.

Inundación en la ciudad de La Plata en 2023. Archivo TELAM

El fenómeno de El Niño llegó y alertas amarilla, naranja y roja fueron las que predominaron durante marzo, en el que en un solo día de lluvia cayeron más milímetros de agua de lo que suele llover en todo el mes. Estas condiciones, además, hicieron que el otoño se retrasara más de lo habitual. Pero, ¿qué tienen que ver El Niño y el otoño? Al respecto, ANCCOM dialogó con Melanie Ayelén Alfonso, militante de la organización Consciente Colectivo y estudiante de Relaciones Internacionales en la UNSAM.

Alfonso afirma que el fenómeno de El Niño y el otoño tardío tienen una estrecha relación. Por un lado, aquel genera un aumento de la temperatura del Océano Pacífico ecuatorial y cambios en la atmósfera y en el clima a nivel global. Aproximadamente, ocurre cada dos a siete años y los episodios suelen durar de nueve a doce meses. “El Niño influye fuertemente en las condiciones del otoño debido a que el cambio climático intensifica este fenómeno. ¿Qué va a pasar? Lluvias, muchas lluvias. Tres de los diez otoños de los que se tiene registro desde los años sesenta fueron los más lluviosos y fueron bajo El Niño”, explica.

“El fenómeno de El Niño suele estar asociado a temperaturas mínimas más altas y máximas más bajas por un menor enfriamiento por la noche y mayor nubosidad durante el día. Además, al aumento de la temperatura media y la reducción considerable de ocasionales heladas, especialmente en la zona centro y norte del país, ya que la nubosidad por las noches conlleva a que la radiación solar acumulada en la Tierra se refleje en las nubes produciendo un esporádico efecto invernadero”, agrega.

Dado el cambio climático que se vive a nivel global, las estaciones van a durar cada vez menos. Alonso sostiene que un dato no menor es que todas las mediciones con las que se trabajan estos fenómenos son del pasado, tiempo en el que no existía un planeta tan caliente como ahora. “Estamos trabajando con un factor de incertidumbre extra que se genera año a año. Según un estudio de 2021, mientras más se intensifica el calentamiento global, las cuatro estaciones del año ya no son equivalentes en duración. Otro señala que entre 1952 y 2011 en el hemisferio norte el verano aumentó de 78 días a 95 días y el invierno redujo su duración de 76 a 73 días”, detalla.

El fenómeno de El Niño no se puede evitar debido a que es algo que sucede naturalmente. Pero, ¿y el cambio climático? Alfonso subraya que “no podemos pelear contra él porque ya sus consecuencias y efectos nos sobrepasan. Sí el Estado, a través de la ciencia, debe implementar políticas de mitigación, para reducir la emisión de gases de efecto invernadero -que son los que calientan la atmósfera- en las distintas actividades productivas del país y producir recursos como paneles solares para bajar las emisiones. Además, se necesitan políticas de adaptación para prever cómo amoldarse a ciertos fenómenos que sabemos que van a ocurrir sí o sí, como generar infraestructuras para las inundaciones o más espacios verdes”.

En un contexto donde el CONICET y la ciencia argentina están en riesgo de desguace y vaciamiento, el desafío es mucho mayor. “Luchar contra el cambio climático no es trabajo de una sola disciplina. Sin la ciencia nacional en territorio, sin una ciencia que tenga intereses propios, no se pueden crear políticas públicas para tratar los efectos que el cambio climático trae en las distintas partes del país”, remarca Alfonso y concluye: “La coyuntura internacional nos condiciona política y económicamente a cumplir con políticas de mitigación y adaptación porque, por ejemplo, tenemos que seguir cumpliendo con el Acuerdo de París. Incluso nuestra propia Constitución nos obliga a cuidar los bienes comunes. El mismo cambio climático no te va a permitir seguir adelante con ciertos modelos de mercado y política que no son sustentables”.