Una década de autogestión

Una década de autogestión

La gráfica Madygraf cumplió diez años desde que sus obreros la recuperaron y comenzaron a producir sin patrón. El rol de las mujeres y el aporte al cuidado del ambiente en una planta donde trabajan cien personas.

En la mañana del 11 de agosto de 2014 las vidas de los 400 empleados de la empresa gráfica R. R. Donnelley se detuvieron. Las máquinas también. Un comunicado de la compañía, pegado de manera muy improvisada sobre el portón de la entrada, anunciaba la quiebra y el cierre definitivo de la firma. Todos habían perdido sus trabajos sin ningún tipo de indemnización ni explicación.

Lo que no se detuvo aquella mañana de invierno fue la iniciativa de los empleados. La mitad de los despedidos decidió acatar la decisión, pero el resto optó por la resistencia. Ese mismo día encendieron las máquinas rotativas y comenzaron a hacer lo único que deseaban: trabajar. De esta manera recuperaron la planta y nació Madygraf. Diez años después celebran la hazaña.

Un poco de historia

R.R. Donnelley se instaló en Argentina en 1992 tras la compra de la editorial Atlántida. Su fundador había comenzado con su propia imprenta en Chicago el siglo anterior, pero la empresa creció de manera tan exponencial que Estados Unidos le quedó pequeño. 

En 2001, tras varios años soportando la implementación de las doce horas de trabajo y el turno americano, que los obligaba a trabajar sábados y domingos, ocurrió un conflicto previo. A raíz de esto, hubo cincuenta despidos. La tensión, lejos de desaparecer, aumentó con el correr del tiempo.

En julio de 2014, un mes antes de la quiebra y posterior recuperación, la empresa solicitó al Estado un subsidio alegando una situación económica muy complicada. Para ello, presentaron un plan de crisis que constaba de más de cien despidos y una reducción considerable de los salarios. La propia presidenta Cristina Fernández de Kirchner dijo que se trataba de fondos buitres, tal como denunciaban los trabajadores.

Finalmente, el 11 de agosto llegó y el comunicado del cierre de la planta también. Muchos de los, por ese entonces, desempleados decidieron rápidamente la toma del establecimiento. No fue necesario romper puertas ni candados. Al día siguiente, los mismos guardias entregaron las llaves y, desde allí, fueron conservadas por sus trabajadores. 

Una vez dentro se encontraron con que la Editorial Atlántida tenía su papel para imprimir en uno de los depósitos. Por supuesto que cuando se enteraron de la noticia quisieron llevárselo, pero en ese mismo instante los trabajadores acordaron terminar las revistas. De esta manera, pudieron mostrar que no solo querían  trabajar, sino que también podían hacerlo sin la necesidad de un empleador. “No hacen falta patrones para poner en movimiento una fábrica. Ellos no saben encender una máquina, nosotros sí”, resumió de manera contundente a ANCCOM Marcelo “El pollo” Ortega, trabajador de Madygraf desde el año 2012.

Son cien las personas que forman Madygraf, aunque 70 se encuentra en actividad. Ante la ausencia de la patronal, las decisiones son tomadas enteramente por los trabajadores de manera colectiva en asambleas que se realizan habitualmente. Cada sector tiene su propia comisión, lo cual permite que problemas más pequeños puedan ser resueltos de manera más rápida.

Los roles rotan constantemente y muchos son sometidos a votación. Año a año son los mismos obreros los que deciden quiénes serán los encargados de ocupar los cargos en la presidencia, la tesorería y la secretaría. “Acá podemos organizarnos, debatir y votar democráticamente. En un laburo bajo la mirada de un patrón eso no lo podes hacer, no tenes voz”, afirmó Érica Gramajo, trabajadora de Madygraf desde 2015.

 

Memorias propias

El solo recorrido de la planta, ubicada en Garín, cuenta su propia historia. Justo en la entrada, un cartel con letras de todos colores da la bienvenida y presenta uno de los mayores logros de los obreros: la juegoteca, una guardería donde las mujeres dejan a sus hijos mientras cumplen su horario laboral. Se encuentra en el mismo sector donde funcionaba la Secretaría de Derechos Humanos durante la época de Donnelley, lo cual la carga aún más de sentido. Allí interactúan con otros niños en su misma situación bajo la mirada atenta de docentes y trabajadores sociales. Este logro fue mérito de las mujeres, quienes al momento de la toma parecían inexistentes, pero que luego lograron un rol imprescindible. 

Continuando el recorrido, al lado de la juegoteca, se puede vislumbrar una pared con varias tapas enmarcadas: Paparazzi, Billiken, Para Ti, todas revistas impresas aquí mismo. Más adelante, también encuadrado, uno de los cuadernillos característicos, aquel que cuenta la historia de esta gráfica recuperada y que es entregado a alumnos y alumnas de escuelas estatales. 

Las camisetas de fútbol de clubes de barrios aledaños también dan el presente en esa enorme pared que funciona como una vitrina de logros. Es que Madygraf hace tiempo dejó de ser solo una empresa recuperada para convertirse en un símbolo de lucha y de resistencia. “Nosotros cumplimos un rol social y tenemos el apoyo de la comunidad”, mencionó Ortega.

Las mujeres 

Al momento de la recuperación de la planta, solo había algunas pocas mujeres en el sector de administración. Eso hoy cambió rotundamente. Fue un proceso paulatino, no ocurrió de un día para el otro.

Allá por 2011, tres años antes de la toma, 19 empleados fueron despedidos. Sus compañeros y parejas decidieron dar la batalla y lograron la reincorporación de todos. Pero en el medio hubo muchas protestas y acampes frente a la puerta de la fábrica. Allí fue donde se conocieron las mujeres que pasaron de ser solo las esposas o novias de los empleados de Donnelley a integrear Madygraf. “Teníamos muchas cosas en común y se formaron vínculos. Desde ahí no paramos más y ya tenemos 13 años de organización”, expresó Gramajo. El resultado de ello fue la creación de la Comisión de Mujeres, fundada en 2011.

Una vez recuperada la empresa, esas mujeres que lucharon codo a codo a la par de sus parejas y compañeros no podían quedar relegadas. Por eso pasaron a formar parte de la gráfica y hoy en día son maquinistas, presidentas y tesoreras, a la par de los varones. “El cierre de la planta nos encontró organizadas y pudimos recibir nuevas mujeres. La organización es fundamental”, agregó Érica.

El proceso de aceptación fue largo, hubo muchos palos en la rueda y resistencia. La deconstrucción fue necesaria, algunos chistes y algunas maneras de actuar cotidianamente tuvieron que cambiar para mejorar el día a día entre compañeros y compañeras. “Eran batallas contra nosotros mismos porque no podíamos tener los mismos valores que nos dictaban los de arriba que nos querían dividir. Nosotros teníamos que ser mejores personas”, manifestó Ortega. 

El presente

Aunque en el cartel de la entrada sobre el km 36,7 de la Panamericana aún se puede leer “Donnelley”, así como también en las cajas dentro de la planta, el nombre Madygraf se lleva con mucho orgullo entre los obreros, ya que carga con mucho simbolismo para ellos y ellas. 

El nombre Madygraf nació en honor a la hija de uno de los empleados de la gráfica que se encontraba al momento de la toma. Madeleine era una niña que había sufrido un accidente que le complicó su salud y que la condenó a una expectativa de vida de 10 años, pero Mady finalmente vivió más de 20 años y es considerada aún como una luchadora. 

Ellos mismos también se consideran luchadores. Han tenido que reinventarse más de una vez y constantemente. No solo tuvieron que experimentar crisis económicas y una pandemia que los obligó a la confección de sanitizantes y barbijos, sino también la caída abrupta del consumo de revistas gráficas en formato papel. Por eso hoy apuestan a las bolsas de papel, una labor a favor del medio ambiente que ofrece opciones para reemplazar al plástico. 

Muchas de las grandes máquinas que integran la planta en Garín hoy están paradas, pero el sector que se encarga de aquellas bolsas, mayormente conformado por mujeres, está más vivo que nunca. 

Lamentablemente la impresión de cuadernillos y manuales de uso escolar es cada vez más baja, aunque sea una prioridad para los trabajadores. Especialmente desde la llegada de Javier Milei.

Los integrantes de Madygraf subrayan el rol clave que podría jugar el Estado en esta gráfica y reclaman la estatización de la planta para producir libros escolares, entre otros productos, a bajo costo. “Nosotros sabemos todo lo que imprime y puede imprimir el Estado. Ellos tranquilamente podrían estatizar la fábrica y hacer un montón de cosas para las escuelas y las universidades”, denunció Érica.

Pero la estatización no es el único de los deseos de los trabajadores.  Guillermo Kane y María Laura Cano, ambos diputados bonaerenses del Frente de Izquierda, están llevando a cabo el proyecto por la expropiación. Por el momento contó con dictamen positivo de la Comisión de Tierras, pero el trayecto es más largo y debe pasar por otras comisiones antes de ser aprobado en el recinto.

 

Una década después 

El relato de esta historia se puede oír de la voz de sus propios trabajadores y trabajadoras en el documental Huellas de un futuro, antesala de una celebración que parece recién haber comenzado.

Este mes también anunciaron la publicación del libro Trincheras de Libertad, donde Eduardo «Chavo» Ayala y Jimena Gale, ambos trabajadores de Madygraf, relatan la historia de organización de los obreros de Donnelley. Además, festejaron a lo grande con el Festival por la Expropiación Definitiva para Madygraf en el playón de la fábrica. Allí se presentaron, C4 Reggae Combativo, Las Manos de Filippi, Grupo Anaconda y Sonido de Cumbia. 

«¿Por qué ser freelancer cuando se puede construir una empresa junto a compañeros?»

«¿Por qué ser freelancer cuando se puede construir una empresa junto a compañeros?»

La cooperativa de Desarrollo de Software Libre GCOOP creó INNOVA, un proyecto destinado a incubar proyectos tecnológicos asociativos.

La cooperativa de Desarrollo de Software Libre GCOOP lanzó INNOVA, una marca de incubación de proyectos tecnológicos cooperativos. Desde este espacio, se abren las puertas a cualquier proyecto asociativo que quiera comenzar o fortalecer el trabajo que ya viene realizando, tanto para mejorar sus procesos como sus productos.

INNOVA formaliza el trabajo que ya hacían en GCOOP, cooperativa que funciona desde 2007. Sus integrantes proponen trabajar entre pares, como una apuesta por obtener mejores resultados y en mejores condiciones. Invitan a preguntarse: ¿por qué ser freelancer cuando podés construir una empresa junto a compañeros? Elegir está forma de organización es también reflexionar sobre la eficiencia, la innovación y el tipo de ambiente en el que queremos trabajar.

GCOOP

La sede de Villa Urquiza de GCOOP consiste en una oficina con varios espacios luminosos. En el patio, un mural pintado por La Garganta Poderosa asegura: “Las cooperativas construyen un mundo mejor”. En la habitación central, se encuentran algunos de los veinte socios que conforman la cooperativa. La mayoría son programadores aunque también hay dos que se encargan de la parte administrativa y otras tres que integran el Área de Gestión de Proyectos. Durante el horario del almuerzo se los ve a todos juntos en la cocina. Mientras algunos terminan de servir la comida otros juegan al metegol.

Durante el almuerzo cuentan: “Tenemos baja rotación de personal”, dato que contrasta con otras empresas de software que cambian constantemente. “La idea es que acá todos podamos sentirnos a gusto. Al ser una cooperativa tenemos más responsabilidad; es nuestra propia empresa y queremos que funcione”, sostiene uno de los socios.

 

Pablo Vannini, uno de los seis fundadores de GCOOP, explica que la cooperativa decidió no expandirse más. Todos los socios tienen empleo y están satisfechos con su situación actual, por ese motivo eligen no seguir creciendo pero sí acompañar a que nazcan otras cooperativas, de ahí la decisión de crear INNOVA. Desde hace varios años, dan charlas en universidades y en distintos espacios. Revelan que en la letra chica de trabajar bajo tus propias reglas, no se contempla la enfermedad, el imprevisto o las vacaciones. “¿Cómo se baja la incertidumbre? Compartiendo las responsabilidades con otro. ¿Cómo hacer proyectos complejos si sos uno solo? No hay forma”, afirma. En una cooperativa se puede diseñar un proyecto de principio a fin. “Es más óptimo económicamente en un sentido distinto de lo económico. No sólo en relación a cuánto ganas, sino en cómo lo hacés”, asegura.

Así se fueron formando un montón de cooperativas. Desde GCOOP también motorizaron la Federación de Cooperativas de Trabajo tecnologías Innovación y conocimiento (FACTTIC). En la actualidad son cuarenta cooperativas y alrededor de cuatrocientos profesionales que desarrollan software organizados como cooperativas y coordinados por la Federación, que a su vez es parte del movimiento cooperativo nacional e internacional.

INNOVA no ofrece una receta única que funcione para todos los casos. En lugar de eso, evalúa las necesidades específicas de cada proyecto y se pregunta: ¿qué es lo más eficiente? La forma de trabajar consiste en ir haciendo de a poco, buscan algo posible. Hacen pruebas y si funciona lo piensan como proyecto. “La idea es que si alguien quiere hacer una cooperativa, asesorarlos en dos o tres reuniones, sacarles las dudas, acompañarlos a hacer los trámites necesarios”. En principio no tiene un costo.

La militancia del software libre

Muchos de los socios de GCOOP se conocieron en la militancia de software libre, que nace del movimiento de las tecnologías libres en la década del setenta. Antes no eran libres o no libres, simplemente eran. “Cuando el mercado entiende que hay un potencial negocio y empieza a incidir en internet, lo que hace es privatizar el software”, sostiene Vannini.

En países no desarrollados, plantea Vannini, innovadoras son las tecnologías libres, es decir, compartir cómo está hecha esa tecnología. Lo explica retomando la idea de Newton: “Todos sabemos porque nos paramos sobre el conocimiento de otros. Nadie es un genio o genia solo, se te ocurre lo que es parte de tu época, y gracias al conocimiento que se viene acumulando socialmente” afirma y reflexiona que, “cuanto más se impide el acceso al conocimiento o a la tecnología, menos capacidad de desarrollo hay”. En el caso del software es muy claro: “No hay nada mejor para desarrollar tecnología que hacerlo entre pares”.

Beneficios del cooperativismo

Una cooperativa es una sociedad de personas donde cada socio tiene voz y voto. “Yo hace 17 años que trabajo acá y Marian hace 4, los dos tenemos el mismo voto”, sostiene Vannini. Se diferencia de una empresa, donde el voto depende del capital que haya invertido la persona.

Argentina es un país fuerte en cooperativismo porque llegaron muchos inmigrantes de Europa que venían de la experiencia cooperativa, con perspectivas socialistas y anarquistas, a lugares donde no había ningún servicio: “El privado no iba a invertir en Choele Choel en principios de 1900”. El Estado no existía en esos lugares, entonces hicieron cooperativas para satisfacer necesidades humanas, como agua o luz.

Vannini reconoce que actualmente existen muchos problemas: “Hay un punto en que te apabullan las necesidades y las cosas que se podrían hacer, así como la falta de recursos y de tiempo”. Sin embargo, esto no los detiene: “Ante la crisis hay que hacer más. Nosotros estamos haciendo más”, sostiene y su tono se vuelve más animado: “Dentro del mundo en el que estamos, queremos mostrar que lo mejor es juntarse”.

Para cualquier proyecto cooperativo que esté gestándose o que necesite una actualización, pueden contactar a INNOVA y disponer de su servicio de acompañamiento. Para más información pueden acceder a la página web o contactarse por instagram.

Entre fotos y fotogramas

Entre fotos y fotogramas

En el Teatro General San Martín se inauguró Memoria Fotográfica: una selección de imágenes tomadas por Oscar Pintor que, junto al documental de su hijo Pablo, evocan recuerdos de toda una vida.

Cada uno con su cámara y pasión por la imagen. Oscar Pintor, fotógrafo. Pablo, su hijo,  cineasta. Juntos arriban al Teatro San Martín e inauguran Memoria Fotográfica, una muestra de las mejores obras de uno de los principales referentes de la fotografía de nuestro país y estrena al mismo tiempo la película homónima que relata su odisea al pasado y a su provincia natal, San Juan.

De la misma forma que su padre utilizó la estética del blanco y negro, el juego de luces y sombras, Pablo y Julián (hermano gemelo del cineasta) utilizan música y silencios para acompañar las imágenes de un viaje familiar por la geografía sanjuanina, siguiendo las pistas para llegar a los escenarios donde Pintor tomó sus reconocidas fotografías, que ahora son paisajes muy diferentes e irreconocibles. Hacen de los recuerdos y memorias paternas un proyecto familiar, narran la pérdida, las faltas y muestran la ausencia como tiempo atrás supo hacerlo Oscar Pintor con la fotografía de autor.
Previo a la proyección de su película, y con la voz entrecortada, Pablo Pintor contó que “se unen la pasión por lo que uno hace y el amor” y, en el retrato de lo propio, deja un registro del “gran fotógrafo, que también es mi viejo”.

En la pantalla de la Sala Leopoldo Lugones se suceden recortes de videos caseros y fotos de Oscar Pintor: de vacaciones, de visitas a la antigua casa familiar, de la peluquería de su padre, mientras la voz del fotógrafo, a veces en off, relata el sentimiento de pérdida y cuenta su propia excursión a otros tiempos: “Me recuerda a una ciudad abandonada de la que se fueron todos y quedaron las cosas como estaban”, expresa. Y se marca el contraste entre una zona urbana que parece detenida en el tiempo y la mutación de los paisajes autóctonos, tan cambiados.

Un arco de fútbol en medio de un baldío, un pullover transparente en el alambrado, un perro esquelético olvidado que duerme en la sombra. Oscar Pintor encuadra y prolonga en sus imágenes la estela de lo humano que aún permanece en lo abandonado, en la ausencia. El “poeta de la fotografía argentina” hace de ambientes y objetos que son conocidos, una composición simétrica y organizada, pero también tranquila y nostálgica, suspendida en el momento indicado, que se vuelca viva en la experiencia de compartir un origen común, interiores de provincias y recuerdos propios.

La Fotogalería del teatro, convertida en reunion familiar, expone “lo mejor que nos dejó la epifanía de la fotografía” en palabras del curador de la muestra y tambien fotógrafo Claudio Larrea.

En los últimos instantes del documental, las imágenes muestran al reconocido fotógrafo mientras acomoda su Rolleiflex frente a una silla desvencijada paralela a una pared no en mejor estado. Pintor camina a su cámara y hacia la pantalla grande, mira por el visor y toma una foto. “Hay que buscar el negativo. Seguro está”, le dice a su hijo Pablo refiriéndose a una foto en particular de la extensa memoria familiar y visual de la familia Pintor.

 

La muestra, libre y gratuita, se puede visitar de martes a domingos, de 14 a 20 horas, en la Fotogalería del Teatro San Martín, Av. Corrientes 1530, CABA.

Vida y obra

Oscar Pintor comenzó en 1979 a incursionar en la fotografía de autor. Alguna vez contó que se retiró hacia 1996 porque “dejé de verlas”. Sin embargo, en 2005 encontró la puerta de regreso en un conjunto de imágenes y negativos afectados por una inundación, en las cuales trabajó y finalmente llamó Restos de la Inundación. Fundó y dirigió FotoEspacio, la galería permanente del actual Centro Cultural Recoleta. Participó de la fundación, junto a otros 12 fotógrafos, del Núcleo de Autores Fotográficos, un espacio colectivo y abierto que buscaba revitalizar a la imagen como forma de expresión, y que fue fundamental para la disciplina en Argentina y Latinoamérica. Expone en diversas galerías y museos alrededor del mundo. Y es que, afortunadamente, las volvió a ver.

Como en Vaca Muerta pero en Buenos Aires

Como en Vaca Muerta pero en Buenos Aires

Un colectivo de periodistas ambientalistas y de artistas crearon una propuesta inmersiva para que el público experimente sensorialmente lo que ocurre con el fraking en la Patagonia argentina. Una apuesta a defender la Tierra desde el arte.

Este mes de septiembre se inaugura Geonnitus, una instalación escultórica, sonora y visual que sumerge al espectador en el mundo de sonidos, sensaciones, vibraciones e imágenes del fracking, la técnica utilizada para la extracción del gas y el petróleo, en la cordillera argentina

Geonnitus, palabra que le da nombre a esta obra, es un neologismo surgido a partir de los ruidos que aturden a la Tierra: el tinnitus que padece nuestro planeta. Ese rugido y esos temblores que se producen cuando la explotan, perforan y presionan para extraer petróleo y gas mediante el fracking. A partir de la unión de fuerzas entre la ONG Periodistas por el Planeta, el Proyecto Eco Eco y el Ciclo Ruido de Experimentación Sonora, esta instalación multidisciplinaria busca despertar sensaciones y promover el diálogo acerca de esta técnica tan nociva para el medio ambiente. Para realizarla, cinco artistas viajaron a la provincia de Neuquén en abril de este año para experimentar por sí mismos y registrar a través de distintos dispositivos lo que sucede a partir de la utilización de esta técnica, prohibida en muchos países y regiones.

“En Periodistas por el Planeta hace seis años que nos dedicamos a narrar la crisis planetaria no sólo en clave periodística, sino que queremos difundir también otras expresionespara hablar de lo que en general se omite” señala Marina Aizen, cofundadora de la organización. Y agrega que con ese objetivo en mente, fundaron el Proyecto Eco Eco junto al colega Pablo Schanton hace dos años.

“Cuando me convocó Marina para hacer proyecto Eco Eco, una de las ideas era pasarse a otros tipos de lenguaje, por ejemplo el artístico. Ahí fue que se me ocurrió convocar a Javier Areal Vélez y a Florencia Curci como curadores en el marco del Ciclo Ruido, y a su vez ellos convocaron a otros artistas para que fueran a Vaca Muerta, experimentaran durante una semana lo que se vive allá e hicieran una obra”, explica Schanton. Los artistas hicieron muchas grabaciones de campo, de video y sonido, con distintos dispositivos para captar, por ejemplo, el sonido del viento y las vibraciones de la Tierra.

La instalación es producto del trabajo de Leonello Zambón, Julián D’Angiolillo, Cecilia Castro, Carlos Lescano y Rodolfo Marqués, artistas provenientes de diversas disciplinas: audiovisuales, sonoras, escultóricas, musicales, multimediales y artes electrónicas. Geonnitusse presenta como un entramado de colaboraciones, un trabajo conjunto y reticular, y no como la obra de alguien. “Me gusta pensar en la lista de constructores de las catedrales góticas. No había un ingeniero, un arquitecto y los obreros, sino que era una especie de sindicato constructivo. Nosotros lo pensamos en esos términos” señala Leonello Zambón, artista multimedia. La obra no busca dar un mensaje de forma explícita, sino que invita a pensar desde diversas sensaciones, estímulos y matices sonoros, táctiles y visuales. En relación a este punto, Zambón reflexiona que “un trabajo artístico no hace un panfleto de algo, sino que abre discusiones, abre formas de mirar. Nuestra intención es esa, no poner el bien y el mal de un lado y del otro sino dar cuenta de la complejidad del mundo, y ahí todos podemos decidir cosas distintas”.

La técnica del fracking consiste en perforar la tierra a 3.000 metros de profundidad para la extracción de petróleo y gas enquistado en la roca madre. A partir de la compresión de un gran volumen de agua, se genera la fractura de arena y químicos que a su vez generan sismos, a veces bastante intensos, que pueden llegar a más de cuatro puntos de la escala de Richter. Se utilizan más de 100 millones de litros de agua que sale contaminada, 12 mil toneladas de arenas silíceas y un cóctel de 40 químicos de alta toxicidad. La gran cantidad de residuos petroleros que salen con material radioactivo termina por acumularse en enormes basureros al aire libre.“Hay dieciocho compuestos orgánicos volátiles sumamente nocivos, como el tolueno y el metano, que emanan de los pozos, de los tanques, de los compresores de gas, de la planta compresora de gas de Tratayén”, remarca Aizen.

La experiencia de Geonnitus es inmersiva y experimental. Se escucha el ruido del agua y del viento, el aire comprimido de los tubos que se utilizan en el fracking, se sienten las vibraciones de la tierra. De repente, la música de corno y trombón llena la sala y acentúa, sugiere y puntualiza emociones. Dos pantallas muestran el paisaje desde ángulos diferentes. Una mezcla de máquinas gigantes y monstruosas, fauna autóctona, caños y más caños, pastizales y mangueras interminables que llegan hasta la costa del río Neuquén.

Florencia Curci, curadora de la obra y directora del Centro de Arte Sonoro, explica que “hay un compresor de aire que está alimentando una serie de tubos que no están exactamente afinados y eso genera sonidos no grabados, similares al que hacen las máquinas, que se pueden escuchar en la obra. También, se activan los percutores que generan vibraciones”.

“La narrativa común es que ese lugar es un páramo, un desierto, pero no lo es. Es un milagro que exista como vida porque llueve muy poco y el viento es impertérrito. Es un milagro intervenido profundamente por el petróleo”, explica con preocupación Aizen, en relación a lo que comúnmente se dice acerca de lugares como Vaca Muerta. Geonnitus pone el acento en ello con total honestidad y crudeza. “La humanidad está imbricada en este mundo de una manera u otra y esa tensión cultural siempre va a existir. Ahora nos podemos correr de esa mirada antropocéntrica y pensar en entidades de distinto tipo. Hay que abrir la discusión para pensar otros mundos posibles, pero claramente sabiendo que estamos en éste. Ahí justamente está la parte más filosa de la cuestión” reflexiona Zambón.

Geonnitus se puede visitar durante cuatro únicas funciones: los sábados 14 y 21 de septiembre de 18 a 21 y los domingos 15 y 22 de septiembre de 17 a 20 en el Espacio Investigaciones del Futuro (IF), Boers 937, Villa Lynch. El primer fin de semana la función contará con la presencia de Javier Grosso, geógrafo que estudia la relación que existe entre los sismos y el fracking. La entrada es libre y gratuita. Para cada función-exploración se pone a disposición una combi con un único horario y con capacidad limitada. Para reservar es necesario comunicarse con las redes sociales.

Comenzó otro juicio por gatillo fácil a policías de la Ciudad

Comenzó otro juicio por gatillo fácil a policías de la Ciudad

Los agentes policiales Ramón Pérez, Beatriz Manzanelli y Daniela López están acusados de asesinar de ocho balazos, en Villa Crespo, al remisero Claudio Romano, de 39 años.

Ramón Romano, padre de Claudio, junto a su abogada María del Carmen Verdú, familiares y otros integrantes de la Correpi.

Tras el procesamiento de los agentes policiales Ramón Pérez, Beatriz Manzanelli y Daniela López, en el 2019, por el asesinato del remisero Claudio Romano, este lunes 9 de noviembre se llevó a cabo la primera de las cuatro audiencias del juicio oral y público que determinaran el destino de los tres imputados. Un nuevo episodio de abuso de la autoridad en la historia de la Policía de la Ciudad -la más letal del país-, teñido con armas de fuego y con una víctima mortal.

A las 9 de la mañana se abrieron las puertas del Tribunal Oral Criminal nº 12, frente a Plaza Lavalle, para dar comienzo a la jornada inicial. El 1 de octubre de 2019, en el barrio de Villa Crespo, el remisero de 39 años Claudio Romano recibió ocho tiros por parte de tres oficiales del cuerpo policial de la Ciudad, lo que resultó en la muerte del conductor.

La causa cuenta con numerosos registros y pruebas de los hechos, entre ellos, videos de las cámaras de la vía pública –Malabia al 900–  que muestran cómo Romano estacionó su auto en doble fila detrás del patrullero. El remisero se encontraba previamente herido en el abdomen y las muñecas, por motivos que aún se desconocen, y se dirigió al móvil policial ensangrentado con una navaja tipo “kerambit” en las manos. Por otro lado, se encuentran las pericias realizadas por la Asesoría Pericial de la Policía Federal que demuestran que, en el orden de los disparos, el último le atraviesa los dos pulmones y la vena aorta, con lo cual la hemorragia es instantánea y la muerte se produce en segundos. 

Los agentes policiales acusados Ramón Pérez, Beatriz Manzanelli y Daniela López junto a su Defensa. 

La defensa, conformada por los abogados Manuel Ramallo y Rodolfo Barrios, del Ministerio de Seguridad de la Ciudad, intenta sostener la “legítima defensa” y bajo el “legítimo ejercicio de su deber” contra un hombre violento que se acercó a ellos de manera amenazante, atentando contra sus vidas. Sin embargo, los videos dejan ver cómo a pesar de que Romano, estando ya herido, recostado sobre el suelo e incapacitado para levantarse, no presentaba una amenaza, aún así los oficiales le causaron ocho heridas de bala con sus armas reglamentarias hasta matarlo.

 La querella y la fiscalía, conformados por Ramón Romano, el papá de Claudio, Lucía Cáceres, María Carmen Verdú, Sandra Berthe y María Ángeles Ramos, acusan a Manzanelli, Lopez y Perez de homicidio agravado por el abuso de sus funciones y la utilización de armas de fuego. Además, piden prisión perpetua para los tres oficiales. “Tenemos por un lado tres imputados, por el otro lado la policía más letal del país, superando a la Bonaerense y a la de Santa Fe, si tomamos en cuenta la cantidad de efectivos que tiene cada una”, afirmó la abogada de la familia de Romano, María del Carmen Verdú.  “Hay una chance real de una condena importante -adelanta-, porque los tres llegan a juicio imputados por homicidio calificado, no solo por nosotros, la querella, sino también por la Fiscalía, con lo cual la expectativa de que se pueda lograr una condena ejemplar es bastante grande”, agregó.

En esta primera instancia de debate, luego de las presentaciones de los jueces Luis Oscar Márquez, Darío Martín Medina y José Pérez Arias, los tres oficiales se dieron a conocer frente al Tribunal. La inspectora Beatriz Manzanelli fue la primera en brindar su versión de los hechos y, si bien aceptó declarar, se negó a responder preguntas que sus abogados no autorizaran, y preguntas de la querella. Luego de una ronda de preguntas personales de parte de los jueces, Manzanelli dijo que “nunca me tocó pasar por una situación así, inesperada y repentina”, y continuó su relato: “Ese día me levanté y fui a trabajar como todos los días. Estaba a cargo del móvil, hicimos una comisión con mi chofer en busca de un testigo con declaración pendiente. Apareció este hombre fuera de sí y atacó a mi compañero. Después vino con el cuchillo directo hacia mí, tuve que sacar mi arma para defenderme. Di la voz de alto pero él nunca se detuvo. Y tenía miedo de que me mate porque venía directo con el cuchillo levantado”, declaró con un leve quiebre en la voz pero sin lágrimas.

Ramón Romano, padre de la víctima.

A pedido de la doctora Verdú, Manzanelli debió aclarar su situación actual de revista. “En servicio efectivo, sin atención al público ni uso de armas, en trabajo administrativo”, respondió. A continuación, la fiscal Ramos puntualizó la divergencia entre su declaración actual y aquella que la inspectora dio a saber el 3 de octubre de 2019. “Hay contradicciones. El contenido es distinto, ya que en su momento se había negado a declarar”, expresó.

La totalidad de esta escena, desde las preguntas de los jueces y los quejidos en las declaraciones, la insistencia en la intención violenta de Ramos, el temor por su propia vida, la negación a responder preguntas no autorizadas por la defensa, la aclaración de la continuidad en su trabajo administrativo en la actualidad, y la inconsistencia debido a que los efectivos policiales se habían negado a declarar en su momento, se repitió cuando fueron los turnos de los compañeros de Manzanelli, Daniela Isabel Lopez y Ramón Darío Pérez.

En suma, la declaración de los tres acusados planteó el escenario de lo que a lo largo del juicio será la estrategia de la defensa: sostener una teoría del caso basada en la actitud violenta y aspecto amenazante del fallecido, como justificativo para su asesinato.

Sobre la posibilidad de los tres efectivos de continuar sus funciones laborales en libertad de manera administrativa, la doctora Verdú comentó a esta agencia: “Son policías. Si estuviéramos hablando de un robo en grado de tentativa o de cualquier otro tipo de delito, relativamente menor, no estaría teniendo la menor chance de que más aún en las actuales condiciones, la persona acusada estuviera en libertad. De no ser policías, hubieran estado presos desde el primer día”.

Durante la audiencia de cinco horas, diez testigos fueron convocados a declarar sus recuerdos del día de la muerte de Claudio. La mayoría presentó dificultades para recordar los eventos del fatídico octubre de 2019. Entre ellos, Lucía Sanchez Cáceres, testigo, pareja de Claudio y acompañante del padre de la víctima, Ramón Romano, fue la primera en brindar su versión de los hechos y, gracias a su vínculo emocional con el fallecido, logró reconstruir los hechos.

“La noche anterior hubo tormenta. A día de hoy sigo sin poder dormir cuando llueve” comienza Cáceres, combatiendo las lágrimas que le dificultaron hablar con claridad. La testigo dio detalles sobre su vínculo con Romano, y resaltó su carácter amigable y la comunicación constante que ambos mantenían. “Él era muy sociable, a donde iba se relacionaba con todo el mundo. Era simpático, nunca tuvo episodios violentos”, declaró Cáceres.

“Nosotros hablábamos todo el tiempo. Él me comentaba por donde andaba, yo miraba la tele y le avisaba si había algún corte o algún problema, porque a él no le gustaba atrasarse con sus viajes”, relata Cáceres. “Prendí la tele y vi en Canal 9 que en Malabia habían matado a un civil. Le mandé un mensaje [a Romano] para que no pase por ahí porque estaba cortado, y el fallecido resultó ser él”. 

La viuda relató cómo, luego de intentar reconstruir el paradero de su marido, llegó al lugar de los hechos en la calle Malabia: “Fui corriendo. Fueron las dos calles más largas de mi vida hasta que llegué ahí. No estaba, ya se lo habían llevado. El auto estaba lleno de sangre, y un periodista de Canal 9 me dijo ‘investigá, acá está pasando algo, están tapando todo’”.

A su testimonio le siguieron el resto de los testigos, dos de los cuales se presentaron vía Zoom. Los relatos fueron mayormente consistentes: olvidos debido al paso del tiempo, una víctima ensangrentada y completamente reducida que aún así continuó recibiendo balazos, y entre siete y ocho tiros contiguos en escasos segundos. 

Los allegados de Romano, además, coincidieron en el carácter afable de la víctima. Por ejemplo, Rogelio Sebastián Molina, amigo de Claudio y compañero de trabajo en la misma empresa de traslado, afirmó: “Siempre fue respetuoso, tenía muchas cosas buenas, demasiadas”. Cuando la defensa le preguntó si Romano se encontraba deprimido o consumía algún tipo de droga, Molina respondió: “Siempre lo conocí sano. Iba al gimnasio, se cuidaba, iba con su agua”. En consonancia con esto, Adolfo Javier Quiroga, jefe de Romano, dijo que “nunca hubo quejas de parte de la gente que transportaba. Se desempeñaba bien en el laburo. Nunca me llegó ningún reclamo, ni siquiera un comentario. Él hacía su trabajo, cumplía, se manejaba bien con los clientes”.

Durante las cinco horas que duró la jornada, Ramallo y Barrios repitieron las mismas preguntas a todo aquel que se sentara en el banco de testigos: “¿Romano era violento? ¿Estaba pasando por un periodo de depresión? ¿Qué tipo de ejercicios hacía en el gimnasio? ¿Era musculoso? Describí su contextura física ¿Consumía esteroides? ¿Tuvo alguna vez problemas de consumo?” El relato de Daniel Romano como alguien agresivo y factible de coaccionar a un policía estaba implantado en las preguntas y las nuevas declaraciones de los acusados. Sin embargo, no coincide con la actitud que se ve en las grabaciones ni en los recuerdos, aunque borrosos, de sus allegados. 

Sobre la teoría de legítima defensa que sostienen los abogados de los oficiales, Lucía Cáceres afirmó: “Yo soy veterinaria: si hay un rottweiler que muerde, es responsabilidad mía. Como profesional tengo que saber controlarlo sin lastimarlo. Si sos policía, tenes que saber como reducir a alguien sin matarlo”. 

A esta primera sesión de debates, le seguirán tres jornadas más, el 12 y el 13 de octubre con más testigos, y el 20 de octubre para dar a conocer los alegatos de cierre.