Desagravio a los libros

Desagravio a los libros

Más de cien escritoras y escritores argentinos se reunieron para leer entre todos el libro “Cometierra” de Dolores Reyes. Una respuesta colectiva para resistir el oscurantismo cultural que propone el gobierno de Milei.

El sábado 23, el Teatro Picadero fue escenario de una lectura colectiva de Cometierra, el libro de Dolores Reyes, en la que participaron numerosos escritores y escritoras como Claudia Piñeiro, Fabián Casas, Ana Ojeda, Tamara Tenenbaum, Martín Kohan y María O’ Donnell. La convocatoria, que comenzó a las 10:00 de la mañana fue una respuesta a los recientes cuestionamientos sobre la pertinencia de este tipo de lecturas en las escuelas, por su presunto contenido sexual.

 

La memoria del lugar

Gabriela Borreli, una de las escritoras que participó de la lectura, cuenta a ANCCOM: “El Picadero tiene toda una historia con la censura en dictadura: acá pusieron una bomba los militares. Los lugares tienen memoria también y el Picadero trae esa memoria, no sé si de resistencia, sino de afrenta contra el facismo”. Para Borrelli, ese clima de resistencia también estuvo presente en la lectura.

La convocatoria fue de tal magnitud que se instaló una pantalla en el café del teatro para quienes no pudieron conseguir entradas para ingresar a la sala. El escenario también estuvo lleno, con más de cien lectores. Al ingresar el público, la lectura comenzó sin preámbulos. Uno a uno los participantes fueron leyendo fragmentos de la novela. Mientras alguien leía en el micrófono, muchos acompañaban la lectura desde sus ejemplares y otros simplemente escuchaban. Las lecturas, con voces singulares, mantuvieron un ritmo pausado y tranquilo, acompañado por un piano suave que marcaba el tiempo. Una temporalidad que contrasta con las respuestas rápidas y violentas tan frecuentes en la actualidad.

Borrelli subraya la importancia de esta reacción colectiva: “Es fundamental que la primera reacción de la comunidad artística y educativa sea una lectura colectiva del libro y no dejar pasar estas cosas que, empiezan siendo pequeñas y puede parecer que carecen de importancia frente a otras, pero que son fundamentales” .

La discusión detrás de la lectura

Cometierra, junto con más de cien libros, forma parte del programa “Identidades bonaerenses”. Promovido por la Dirección General de Cultura y Educación de la provincia de Buenos Aires y dirigido por Alberto Sileoni, orienta el contenido de literatura escolar secundaria pensando en particular en el concepto de identidad. En el programa se afirma que: “Promover la lectura es un acto político, un modo de rebeldía, una alabanza a la lentitud, un puente para integrarnos a esas otras y esos otros que nos completan”.

La polémica inició cuando la Fundación Natalio Morelli denunció a Sileoni por la distribución de obras con supuesto contenido sexual explícito en las bibliotecas escolares. Contó rápidamente con la adhesión de la vicepresidenta Victoria Villarruel, quien compartió fragmentos de Cometierra en la red social X, afirmando: “Los bonaerenses no merecen la degradación e inmoralidad que @Kicillofok les ofrece. Existen límites que nunca deben pasarse. ¡Dejen de sexualizar a nuestros chicos, saquen de las aulas a los que promueven estas agendas nefastas y respeten la inocencia de los niños! ¡Con los chicos, no!”. A lo que Kicillof respondió en la misma red social: “Qué mejor que un domingo de lluvia para leer buena literatura argentina. Sin censura». En medio de la controversia, Cometierra resultó ser el libro más vendido en la librería Cúspide en la última semana.

Fabián Casas, escritor que participó de la lectura, en diálogo con ANCCOM sostiene que la disputa es más bien política: “No creo que las personas que censuren hayan leído el libro. Hoy es el libro de Dolores, pero mañana puede ser cualquier otro gesto potente. Por eso hay que plantarse ante cualquier hecho de este tipo”. Además destacó sobre la convocatoria que, “una de las cosas que muestra es que la literatura es algo colectivo y no individual”.

Borreli advierte: “La Argentina que ellos sueñan económicamente necesita de cierto conservadurismo social, literario: el plan económico de la ultraderecha en la Argentina, concibe al ser humano como mero productor y elimina cualquier noción de goce, imaginación, fantasía, libertad, paradójicamente”. La literatura es todo lo contrario, “es la forma de todo lo que no es productivo en un sentido material, sino en sentidos inmateriales: imaginación, fantasías, sueños”.

En defensa de los libros

Luego de las distintas lecturas, Dolores Reyes leyó un último fragmento de Cometierra, y exclamó, “¡Aguanten los libros, siempre!”. Después dio paso a Sol Fantin, la autora de “Si no fueras tan niña” a leer un fragmento de su libro y también se leyó uno de “Las primas” de Aurora Venturini, textos que también recibieron críticas similares.

 

Finalmente, se leyó un documento en Defensa de los Libros, el cual se encuentra disponible para ser firmado por todos aquellos que deseen adherir a la causa. En el texto se sostiene: “Escritoras y escritores argentinos y de diversos lugares de Latinoamérica y España llamamos a una defensa irrestricta de los libros, de los planes de lectura y de las bibliotecas”.

40 años del plebiscito que selló la paz con Chile

40 años del plebiscito que selló la paz con Chile

En la primavera democrática, el presidente Raúl Alfonsín sometió a la voluntad popular el acuerdo limítrofe que proponía firmar con el país trasandino. Tres historiadores recuerdan cómo funcionó esa herramienta que no se volvió a utilizar.

El 25 de noviembre de 1984 el presidente Raúl Alfonsín convocaba a un plebiscito no vinculante para que la ciudadanía emitiera su apoyo o no a la firma del Tratado de Paz y Amistad con Chile, a modo de resolución del conflicto territorial en la zona del Canal de Beagle.

A 40 años de aquel referéndum, del que participó más del 72 por ciento de la población y que dejó como resultado un 82 por ciento a favor de la firma del tratado, ANCCOM analiza junto a Federico Lorenz, Germán Sergio Martínez y Juan Pablo Csipka de qué se trató aquella consulta, la primera y hasta el momento última de esas características.

“El sur del continente tiene una importancia estratégica y siempre la tuvo, en términos del llamado paso bioceánico que es el extremo austral de la Isla Grande de Tierra del Fuego y el estrecho de Magallanes, las dos formas de pasar del Atlántico al Pacífico”, señaló Federico Lorenz, escritor e historiador, especialista de la Guerra de Malvinas, en torno a la relevancia geopolítica del territorio meridional de América. A la vez, reflexionó acerca de su trascendencia: “Quien controla esos espacios de algún modo controla el tráfico inter oceánico”, y sostuvo que esta no es solo la mirada de Argentina y Chile sino también la de otras potencias extranjeras que siempre han mantenido un gran interés en la región, como es el caso de Inglaterra. “De allí que sean tan importantes las Malvinas”, expresó el Lorenz.

“La consulta no era vinculante, pero fue contundente”, comentó Germán Sergio Martínez, profesor, politólogo y magíster en Ciencias Sociales, acerca de la consulta popular que se realizó en Argentina el 25 de noviembre de 1984 y que llevaría a la firma del Tratado de Paz y Amistad entre Argentina y Chile unos días después. Este pacto fijó los límites desde el Canal de Beagle hasta el pasaje de Drake de ambos países y dio fin a un conflicto que marcó la historia de las dos naciones. “Los problemas limítrofes con el hermano país de Chile se arrastran desde la colonia”, afirmó el politólogo.

Al mismo tiempo, ubicó al Tratado de Límites de 1881, firmado durante la presidencia de Julio Argentino Roca, como el primer antecedente para comenzar a dirimir los límites espaciales entre ambos países. Martínez mencionó que un factor determinante para la firma de este pacto era la situación en la que se encontraba el Estado argentino en ese entonces, posicionado como el granero del mundo y con la posición de dos buques de guerra de alta complejidad para la época. “Evidentemente la cuestión de la supremacía de armamento y de algunas cuestiones económicas acorraló al Estado chileno para la firma de este primer tratado”, sentenció el politólogo, agregando que “quedaron algunos puntos pendientes”.

El canciller Dante Caputo y el dirigente justicialista Vicente Leónidas Saadi debatieron en el  programa Tiempo Nuevo días antes del plebiscito como cierre de la campaña.

 

A partir de entonces, este tema estuvo presente en la agenda de todos los gobiernos, pero no en todos los mandatos fue tratado de la misma forma. Martínez, quien también es autor de El canal de Beagle. La disputa entre Argentina y Chile en las décadas de 1970-1980, afirmó que hay “una falta de una política exterior coherente y con continuidad a lo largo de la historia. Tenemos una política externa pendular que depende de los gobiernos de turno y de sus características ideológicas”. Por otro lado, el profesor recalcó que para dar solución al conflicto siempre se intentó buscar “algún mecanismo de arbitraje, pero quien se pensaba como árbitro era la majestad británica, alguien que no iba a ser muy favorable para Argentina”.

Es en la década del 70 que el conflicto adquiere un mayor estado de confrontación, especialmente en 1978 cuando las tropas se movilizan al sur del territorio argentino, en un momento en el que ambos países -Chile desde 1973 y Argentina desde 1976- se encontraban bajo sangrientos regímenes dictatoriales. “Así como la dictadura de (Jorge Rafael) Videla aprovechó el Mundial 78, el fervor popular y el apoyo social, (Augusto) Pinochet buscó unificar su frente interno en torno al Beagle”, analizó Juan Pablo Csipka, periodista y escritor de Una batalla de todos los días. Cómo recuperamos la democracia en Argentina, en torno a cómo se vivió la problemática territorial en ambas naciones, que “en el fondo eran socios, con el Plan Cóndor y la acción represiva”.

Lorenz, por su parte, planteó cómo fue el proceso de militarización en el sur argentino, ligado al clima de beligerancia que, si bien primó en la totalidad del territorio nacional, atravesó puntualmente a las provincias del sur: “La población de la Patagonia lo vivió muy intensamente porque la zona se militarizó y iba a ser teatro de operaciones”, detalló el historiador y destacó la experiencia de mujeres y niños de familias fueguinas que debieron migrar al norte del país. Sin embargo, la disputa no adquirió carácter bélico. Por el contrario, “en ese momento se retoman las negociaciones. Fue clave la participación de algunos obispos, tanto chilenos como argentinos, y la visita del papa Juan Pablo II también colaboró para que esto se encamine hacia otro lugar”, expresó Martínez al respecto y reconoció que “finalmente, lo que no fue la guerra con Chile después va a ser la guerra de Malvinas”.

Además de para respaldar su política internacional, el presidente Raúl Alfonsín impulsó el plebiscito como herramienta de fortalecimiento de la democracia naciente.

Donde empieza mi bandera se terminan las demás

 “La dictadura militar siempre tuvo una retórica de guerra: el 76 es el año de la guerra contra la subversión, el 77 es el año de la guerra contra la inflación y el 78 es el año de la guerra contra Chile”, sostuvo Federico Lorenz. En su análisis acerca de cómo la última dictadura militar necesitó de la construcción de un enemigo para continuar reafirmándose y manteniendo el estado de excepción en el país, reflexionó que esta implantación ideológica “caló muy hondo socialmente” porque “siempre estábamos en guerra contra algo”.

El autor afirmó que existió una retórica de guerra contra la subversión, su cara más visible la de la lucha armada, pero que sucedió también en lo cultural y educativo. Aquella retórica, continuó Lorenz, es utilizada hasta que la subversión “comienza a desaparecer como problema, pues la están exterminando y es reemplazada rápidamente por algo que paradójicamente generaron ellos: la situación inflacionaria”. Según Lorenz, lo anterior tuvo como correlato la construcción de una guerra permanente con un enemigo interno y externo, físico, político y conceptual a aniquilar. “Siempre te falta algo, te están queriendo quitar algo, que aplica tanto a las Malvinas como al conflicto con Chile”, reflexionó el historiador y agregó: “En el caso de Chile, estaba todo el tiempo en el ambiente; publicaciones afines a la dictadura, movilizaciones de tropas, y la planificación secreta del accionar militar”.

“Me gusta el mar, soy guardián de mi frontera, donde empieza mi bandera, se terminan las demás”, recordó Juan Pablo Csipka un pequeño fragmento de la canción Me gusta el mar de Palito Ortega, lanzada en el año 82 y compuesta “como parte de la parafernalia a favor de las Fuerzas Armadas argentinas”. La producción propagandística que se realizó durante la dictadura militar para consolidarse en el poder y cooptar la opinión pública funcionó como un fuerte mecanismo de arenga al conflicto militar, en este caso puntualmente referido a la problemática limítrofe con Chile, aunque también se apostaba a una cuestión ideológica. En la misma línea, el autor comentó otros casos en los que se usó la propaganda militar para imprimir una bajada ideológica y así lograr respaldo social: “Esto entronca también con una campaña contra la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la CONADEP. Es ahí donde se usa el slogan ‘somos derechos y humanos’».

“Hay que pensar en la forma en la que Argentina se consolida como el Estado nación con fronteras en el sur, la Patagonia y el Atlántico Sur, porque tiene que ver con desmontar una lógica histórica de ver a Chile como enemigo: poner al menos unos ladrillos para que eso no suceda”, expresó Lorenz respecto a la socialización de percibir a los países vecinos como enemigos de la República Argentina. El autor reflexionó que son mecanismos difíciles de desactivar y que hasta el día de hoy sigue existiendo un pensamiento anti chileno en algunos puntos del país. “La lógica de pensar como enemigos a los países vecinos, sobre todo para una región subordinada como la nuestra, es muy contraproducente y ha sido funcional a los grandes poderes externos”, sentenció Lorenz.

 La salida por la paz

 En los años ochenta, mientras que en Argentina se iniciaba el periodo de transición democrática de la mano del alfonsinismo, en Chile se cumplían diez años de dictadura militar y comenzaban a vislumbrarse varias protestas contra el régimen. Juan Pablo Csipka ilustró aquel momento relatando un episodio que protagonizó Augusto Pinochet conocido como “el puntarenazo”, donde el dictador chileno fue insultado y abucheado en un acto en la localidad de Punta Arena, corolario de un frente interno ya resquebrajado. Del otro lado de la cordillera, la situación era diferente.

El alfonsinismo tuvo un rol central en la resolución del conflicto por vía diplomática: “Fue el gran contraste de lo que ocurrió con Malvinas, el ejemplo de cómo encarar un conflicto limítrofe de la manera que corresponde en democracia”, sostuvo Csipka. Por su parte, Martínez comentó que darle un fin a los conflictos bilaterales con Chile estuvo en la agenda y en la plataforma electoral de Alfonsín desde el 83: “La consulta popular fue idea del presidente ya que consideraba que eso podría darle el espaldarazo político necesario para cerrar esta cuestión de manera definitiva con Chile”.

“El acuerdo fue importantísimo en lo que respecta a la política internacional del alfonsinismo, que buscaba legitimarse, sumado a que la Argentina tenía el prontuario por el piso, una imagen desastrosa”, concordó Csipka. También analizó que se trató de un proceso de negociación finísimo y dificultoso, que sobrellevó fuertes trabas: “Era imposible una conversación entre Alfonsín, primer presidente de la democracia y Pinochet, el dictador más sanguinario del continente, que nos había traicionado en Malvinas”. La reunión entre ambos países terminó realizándose el 29 de noviembre de 1984 en el Vaticano y fue firmada vía cancillerías, con Dante Caputo y Jaime del Valle como los enviados de Argentina y Chile respectivamente para esta labor. En la misma línea, añadió que fue un acuerdo tan relevante para la historia argentina que, luego de 25 años del conflicto, Cristina Kirchner se dirigió al Vaticano junto a Michelle Bachelet, configurando la primera reunión entre presidentas en democracia, con el papa Benedicto XVI, sin un dictador de por medio, en torno a la resolución de la disputa territorial.

 “La importancia del referéndum es que terminó con la hipótesis de conflicto”, sostuvo Csipka sobre la solución de la problemática limítrofe por vías pacíficas. En la misma línea, Lorenz mencionó el caso de Tierra del Fuego, provincia que mantuvo una posición mayor de rechazo al tratado, al ser un territorio atravesado fuertemente por el conflicto: “Entiendo que en un lugar en donde culturalmente te preparas para la guerra, donde te sentís amenazado, vivís en la frontera, sea más difícil quitarse esa construcción”. Asimismo, puntualizó que se  percibió un diferencial en torno a la intensidad del conflicto según la zona del territorio nacional de la que se tratase, que se veía agravada cuando la amenaza dejaba de ser una abstracción y se vivía de manera concreta, donde Chile “está del otro lado de la alambrada, literalmente”.

“Socialmente teníamos que aprender a estar en paz. Argentina ganó en un sentido político y cultural profundo”, continuó Lorenz y agregó: “La novedad que inaugura el plebiscito es la solución pacífica y a partir de la voluntad popular expresada en un referéndum. Y, al mismo tiempo, el desmantelamiento de la hipótesis de conflicto que Argentina había tenido históricamente con Chile”. A su vez, fue fundamental la instauración del referéndum para lograr una legitimación social acerca del conflicto. “Fue la forma de revalorizar hacia el gran público la democracia como instrumento, que dentro de los mecanismos democráticos, el plebiscito es uno de los más abiertos y amplios, muy difícil de oponerse a algo así”, apreció el especialista en Malvinas.

¿Llave del éxito o estafa piramidal?

¿Llave del éxito o estafa piramidal?

Se presentó en el Centro Cultural de la Cooperación “Criptomonedas: un desafío al Estado y a los bancos”, el nuevo libro de Sofia Scasserra y Martín Burgos. La ilusión de ser millonario sin trabajar.

“Esta promesa de que a través del trading te podés hacer rico genera en los jóvenes la falsa idea de que sin trabajar se puede vivir”, afirma Sofia Scassera antes de la presentación de Criptomonedas: un desafío al Estado y a los bancos, libro que escribió junto a Martin Burgos. La presentación se llevó a cabo en el Centro Cultural de la Cooperación “Floreal Gorini», ubicado en pleno microcentro porteño, frente a un público de ámbitos diversos y con la presencia del exsecretario de Finanzas y exdirector del Banco Central, Diego Bastoure; la periodista especializada en tecnología, Irina Sternik, y la socióloga Mónica Peralta-Ramos que dialogaron con los autores y ofrecieron su punto de vista.

Sternik dió inicio a la presentación y rescató lo didáctico del libro, siendo un “genial material de consulta” para gente no iniciada en el tema por la capacidad de los autores de definir de manera sencilla un concepto tan complejo y multifacético como es la criptomoneda. “Yo estoy todo el tiempo comunicando estafas y eso tiene que ver con que es un tema muy difícil de explicar y hay mucho humo alrededor de las criptomonedas, entonces la gente no lo termina de entender”, manifestó la periodista.

Peralta-Ramos por otro lado, expresó su preocupación con respecto a que los dirigentes políticos desconozcan y subestimen el tema, alegando que debe ser puesto en el centro de la discusión política: “Hay que empezar a mirar a las cripto desde las estructuras de relaciones de poder para observar qué es lo que se esconde detrás de este fenómeno”.

Los autores hablaron de una necesidad imperante de escribir Criptomonedas… por la manera en que este fenómeno se ha masificado tanto en los últimos años, atrayendo a un público cada vez mayor y cada vez más joven. “Cuando empezamos a pensar este libro, el valor del Bitcoin estaba en veinte mil dólares y ahora está en noventa y cuatro mil”, bromeó Burgos y añadió: “Nos pareció importante escribir sobre el tema porque, a pesar de su masividad, no se encuentra en las agendas de las universidades como una problemática a trabajar”.

Scasserra, por su parte, habló de una necesidad de “poner paños fríos sobre el asunto y decir las cosas como son”, para tener una mirada crítica sobre lo que nos quieren vender aquellos que pregonan el milagro de las cripto. “Es un tema que nos preocupa porque vemos que hay mucho humo, muchos gurúes de las finanzas y poca realidad”, mencionó la autora.

Otro tema que ronda una y otra vez la mesa es el “clima de época” con discursos que nos dicen que estas nuevas herramientas, como la inteligencia artificial, van a resolver todos los problemas del Estado. Criptomonedas…, dicen sus autores, viene a criticar esta postura y a otros discursos similares que postulan a las nuevas tecnologías como algo que le va a sacar el empleo a la gente y las va a reemplazar. Con relación a esto, Scasserta comenta: “Cuando vos empezás a escuchar estos discursos de que no hay necesidad de estudiar porque podes hacer un curso de programación y pasás a ganar en dólares trabajando para Silicon Valley, se empieza a armar un clima de época donde jóvenes que no encuentran un trabajo decente terminan confiando en este tipo de cosas porque los convencen de que no tiene sentido estudiar y trabajar”.

Scaserra dialogó con ANCCOM previo a la presentación: “El desafío es la regulación, es tratar de poner orden en el mercado y resolver el problema de las estafas con criptomonedas”. La autora, además, explicó la dificultad de regular este fenómeno cuando activamente se trata de excluir al Estado de ese mercado. Por esta razón, los Estados no pueden ayudar a la población como ocurre en el sistema financiero tradicional, donde si un banco quiebra, el Banco Central responde por tus ahorros. Esto no sucede en el mercado cripto.

“Es importante para nosotros hablar de cómo funcionan las criptomonedas y para qué son útiles realmente, porque de lo contrario esto va a seguir dañando tanto en el sistema financiero como en las finanzas personales de un montón de argentinos que han caído en estafas en los últimos tiempos por culpa de esta fantasía de que con cripto vamos a ser todos ricos de la noche a la mañana”, afirmó la autora.

En este sentido, Scasserra explica que no funcionan de manera muy distinta a cualquier otro activo financiero, que con sus fluctuaciones se puede ganar o perder un rédito económico, pero que eso está muy lejos de las promesas de hacerse rico sin trabajar como venden muchos influencers financieros. “Esto es lo mismo que ir a un banco a pedir un crédito. Cuando uno ingresa con la información necesaria, podés manejarte de mejor manera y podés hacer inversiones mucho más seguras que si te lanzás simplemente porque te dijeron que te ibas a hacer millonario sin demasiado esfuerzo”.

Otro de los desafíos que genera el fenómeno cripto es la fuga de capitales y la evasión fiscal. Ante esta problemática, Scasserra advierte: “Es un problema muy grave que los Estados tienen que empezar a atacar porque si no van a terminar funcionando como un paraíso fiscal y eso sería un problema en términos de ingresos del Estado”. La autora también señala que ya hay intentos por parte de diferentes Estados de regular este fenómeno. En el libro se menciona el caso de la Unión Eropea que está tratando de regular a las billeteras digitales a través un sistema de intercambio de información con muchos países del mundo para empezar a tener una base de datos unificada a nivel global respecto a la tenencia de criptomonedas y cómo tasarla. Otro caso a observar es el de China, que tiene una moneda digital, pero no es una criptomoneda propiamente dicha, sino que cuenta con un respaldo del Estado.

Por último, a modo de cierre, Scasserra invita a otros autores a escribir sobre el tema y añade: “Criptomonedas no es la  palabra final, ni la conclusión de hacia dónde tiene que ir la República Argentina. Me parece que es una provocación para tratar de seguir pensándolo en conjunto porque la salida siempre es colectiva”.

El derecho a reparar

El derecho a reparar

El Club de Reparadores junto a la biblioteca del Instituto Goethe de Buenos Aires, realizaron una jornada de restauración electro-textil para promover la sustentabilidad de los objetos y promover el consumo responsable. Una biblioteca de cosas.

El Club de Reparadores tomó prestada la biblioteca del Goethe-Institut Buenos Aires para una jornada de restauración electro-textil, el jueves último. Ubicada en plena avenida Corrientes del microcentro porteño, dentro de ella desplegaron largas mesas en las que se reunían los asistentes. “Invitamos a personas que tengan saberes de reparación o que tengan objetos rotos, en este caso en particular de los rubros de electrónica o pequeños electrodomésticos y ropa para reparar en conjunto”, comentó Melina Scioli, organizadora del evento y fundadora del Club.

Al respecto del encuentro entre las dos organizaciones, Nicole Narbebury del Goethe-Institut, mencionó que “nació por el mes de sustentabilidad que realizamos en octubre junto al Club y con Amigos de la Patagonia, funcionó muy bien y lo quisimos repetir. Parte de las propuestas del instituto de este año era fomentar más la sensibilización en estas temáticas y nos interesaba el trabajo con gente local y conocer gente nueva, para que también conozcan nuestra biblioteca y armar un puente con personas desconocidas”.

Como parte de las convergencia, Narbebury aprovechó para destacar: “Tenemos una parte de objetos que se pueden prestar, como carpas y máquinas de coser. Se llama biblioteca de las cosas y la idea es darles un uso más comunitario a algunos objetos que quizá las personas no puedan acceder a tener en una casa”.

Sobre la historia del Club de Reparadores, Melina Scioli relató que “comenzó en 2015, hace casi diez años, un poco enfrentado a la sensación de que las cosas duraban cada vez menos y que teníamos que hacer algo para promover la reparación de lo que estaba cayendo en desuso. El espíritu fue tratar de que la reparación sea algo posible, deseable, accesible y divertido, eso se da en los eventos”.

Asimismo, aclaró que “la reparación enfrenta muchas barreras para poder ser exitosa. Una tiene que ver con la disponibilidad de partes o de herramientas muy específicas. En el caso de la electrónica, uno tiene que tener manuales que te indiquen cómo desarmar un objeto, como rearmarlo y dónde están sus componentes. Por eso es tan relevante la idea del derecho a reparar, esto es que tanto consumidores como personas que se dedican a la reparación puedan acceder a partes, manuales y repuestos competitivos que no hagan que comprar uno sea más caro que reponer todo el objeto. Todo esto es importante a la hora de pensar qué tipo de relación queremos tener con los productos que consumimos”.

Lucas De Gaspe es voluntario del club desde este año, “me invitó mi compañero Santiago que venía laburando con ellos hace rato”, declaró mientras hacía una pausa de una licuadora bastante antigua y el mencionado hacía lo propio con unos auriculares blancos bluetooth de vincha. “Yo empecé a reparar cosas porque me gustaba prolongar la vida útil y me parece que la movida que se está haciendo acá de brindar el espacio para que algunas cosas que no son redituable reparar en un servicio, o que las empresas empujan y avalan que sean descartadas, puedan ser rescatadas y salvarlas de la basura para seguir usándolas”, narró.

En el aspecto personal, subrayó que es “técnico electrónico, vivo de reparar cosas como plaquetas, circuitos, microsoldaduras, entre otras. Pero también máquinas mediante Linux, apuntando a devolverle el control del hardware al usuario y no que el usuario sea esclavo de su software y que por eso se vea obligado a cambiar de máquina. Hay muchas distribuciones de Linux que ayudan a levantar computadoras viejas, esa es una de las promesas fundamentales del software libre, que mediante el control de las herramientas uno puede ser dueño de su propio hardware, y no usado por la empresa fabricante del software para fines espurios”.

Lisi González fue profesora de la Universidad de Palermo y también es voluntaria del club “de todo lo que sea textil, ya sea desde una prenda hasta una pelota o un muñeco. Arreglamos todo manera gratuita, con los materiales incluidos y, si la persona tiene ganas, si tiene tiempo, le mostramos alguna técnica de costura o como funcionan las máquinas”. Detalló que “en general, traen ropa. La verdad es que la gente se acerca para todos los elementos que se puedan reparar; viene y pregunta. Y cuando les decimos que sí se puede, se ponen muy contentos. Por ahí encontramos impedimento, si hay una prenda que tiene una máquina muy específica, porque nosotros estamos trabajando con máquinas básicas y no todas las prendas se arreglan con máquinas básicas. Pero suelen traer cosas no muy complejas, de uso cotidiano. Aunque nos han traído vestido de fiesta, vestido de novia, todo lo que te imagines. Y lo reparamos”.

Consultada al respecto de cómo se unió, respondió que “por las redes. Siendo docente ya es una tendencia que esto viene hace un montón. Además, soy vestuarista de teatro y a veces iba a las ferias de intercambio. Vine a arreglar y después me enganché y, cuando puedo, vengo de voluntaria”.

“Ya se está haciendo ropa de ropa, ya se está haciendo hilados de ropa reciclada que con eso se hace ropa nueva. Y los negocios de marcas, percheros con ropa usada, como en H&M. Por ahí lo hacen como de caripela, pero es una tendencia”, argumentó. De igual modo, contó que “acá hay una galería especial para eso, La Quinta Avenida, en Talcahuano y Av. Santa Fe. Tiene tres pisos y se dedica hace 20 años a eso y están especializados, tenés el negocio de los años 70, de los 60, el negocio de zapatillas, etc. Otro lugar que hace mucho que está con eso, pero recién ahora está resurgiendo, es La Casa del Teatro. Es un lugar donde las actrices y los actores conocidos donan ropa para que la gente vaya y lo compre, con el plus de que cuando uno lo compra, ese dinero va hacia esa Casa del Teatro que es donde viven actores que no tienen donde vivir, es como súper circular”.

De Gaspe sostuvo, con respecto a las empresas, que “Microsoft y Apple son las peores. Ellos necesitan venderte, lo que pasa es que Microsoft vende nada más que software, entonces tiene que justificar su oferta impulsando la demanda. Las tecnologías crecen y crecen en un sentido que no siempre está ligado a las necesidades de la sociedad”.

“El crecimiento del ancho de banda, que lleva aparejado la posibilidad de poder transmitir más cosas, tiene la contraparte de que le puede pedir más cosas a tu hardware. El hecho de que una máquina que hace seis años funcionaba perfecto para internet y ahora te dicen no, le falta RAM, vos decís ¿por qué me falta RAM? Y bueno, porque te estoy ejecutando un programa que me hizo un pibe que no le dejaron tiempo para hacerlo mejor, y es una cuestión meramente de método, de cómo funciona la industria”, agregó.

Por su lado, González opinó que “hay muy pocas que tienen buena calidad. No tiene nada que ver la calidad con la marca. Podemos ir a Flores y conseguir algo de mucha calidad, venir acá y comprar en un shopping y no. Los costureros son los mismos, la tela es la misma, no cuesta nada. Lo demás es marketing e impuestos, acá el 60% del costo de la ropa, si no más, son los impuestos que se les pone, la modelo, la campaña, el alquiler… El shopping es pérdida, además del alquiler les piden el 8% de las ventas, pero tienen que estar para que la gente no se olvide”.

Julieta Morosoli es cofundadora del Club de Reparadores y recalcó: “tenemos algunos criterios más éticos de no trabajar con determinadas empresas extractivistas o cosas así. Eso no lo hacemos. Las empresas muchas veces hacen actividades de puertas para adentro. Está buenísimo, porque quieren promover algunos valores, pero nosotros con determinado tipo de empresas decidimos no trabajar. Porque es una ética que tiene que ver con lo que buscamos, que es proteger el ambiente. Entonces, sino hay como una doble moral en algunas cosas”.

Por la veta legal, Melina Scioli adelantó tener “intención de, el año que viene, impulsar algo. Sentimos que muchas de esas discusiones están teniendo lugar en Europa, donde hay una decisión respecto de cómo se fabrican las cosas que es mucho más influyente que la que podemos llegar a tener en nuestro país en términos del ecodiseño y de cómo se conciben los aparatos para ser más durables. Nos parece importante resaltar el trabajo de las personas que se dedican a la reparación, por ello creemos que sería valioso tener proyectos de ley que impulsen, favorezcan o generen mejores condiciones para este sector”.

En este sentido, Narbebury agregó que, en Alemania, país con el que el instituto está muy relacionado, “tienen una postura muy fuerte con respecto al reciclaje, tienen variedad de tachos para tirar las diferentes cosas y está todo más legislado. Tachos de ropa, plásticos, vidrio verde, vidrio amarillo y otros tipos de vidrio, lo orgánico de lo no orgánico… Tienen todo muy segmentado”.

González, que vive medio año en Chile, precisó “en Atacama se encuentra el desierto de la ropa, se tira ahí, se abandona y va mucha gente a buscar ahí, sobre todo los inmigrantes para vender. Gran contaminación”, a la vez que estimó “creo que no están trabajando sobre eso”.

Consultada sobre las tendencias, Melina Scioli dijo que “hay un sesgo en términos de que en los encuentros se traen cosas que uno puede cargar. De esas cosas portables, hay unos clásicos: las minipimer, que todas tienden a tener la misma falla que es una parte que se desgasta con el uso y la fuerza del motor, y muchos auriculares, creo que es algo que uno tiene capaz en la cartera o la mochila y cuando uno deja escuchar de un lado, llegan al club”.

Morosoli, coincidió e incluyó pavas eléctricas, cafeteras y celulares: “la mayoría de las reparaciones son bastante simples, a lo mejor es el pin de carga o la pantalla, que eso sí, requiere traer por ahí el repuesto”. Al respecto de las minipimer, añadió que “cuando se rompe ese engranaje adentro, es una pieza que no se consigue fácilmente y muchas veces ya no existe como repuesto”. Si bien con impresión 3D hacen muchas piezas faltantes como manijas o teclas, aclaró que “sirve para generar partes que ya no se consiguen, pero justo esto de las minipimer, no”.

Por el lado textil, González recalcó que “en cuanto a los hombres, vienen con ropa destrozadísima y que aman, pantalones que tienen 20 años, y, por el lado de las mujeres, por ahí algún ajuste de prendas que tienen o que se compraron. A mí me da la sensación de que los hombres tienen un amor así como indefinido, sin nombre, hacia alguna prenda que le queda recontra bien, que le calza muy bien y no la quieren tirar hasta el último momento. Pantalones que están transparentes. En general son hombres que por ahí no son tan fashion, esos o más jóvenes por ahí traen alguna prenda así como para ajuste y demás”.

Para seguir restaurando, Narbebury aprovechó para comentar que el sábado 23 de noviembre por la tarde realizan “un taller de profundización en impresión 3D” mientras que Morosoli mencionó “vamos a estar en una feria de Navidad del Gobierno de la Ciudad en la que vamos a estar reparando juguetes y textiles. Todavía no está confirmada la fecha, pero será alrededor del 17 o 18 de diciembre”.