Luz verde para el extractivismo en Río Negro

Luz verde para el extractivismo en Río Negro

El Parlamento local aprobó la reforma a las leyes de Tierra y Minería. Las comunidades originarias quedan más desprotegidas.

La Legislatura de Río Negro volvió a tratar las leyes de tierras y minería y, como era de esperar, se aprobaron las reformas impulsadas por el gobernador electo, Alberto Weretilneck. Con 33 votos a favor se dio vía libre para el extractivismo en la provincia en perjuicio de los derechos de las comunidades originarias. 

En la mañana del viernes, la Legislatura de Río Negro aprobó, en segunda vuelta parlamentaria, la reforma de un paquete de cuatro iniciativas que figuraban en la Ley original de Tierras y en el Código Minero. Por un resultado muy parecido al del 17 de noviembre (33-11, ahora 33-12), las medidas impulsadas por el Gobierno provincial con el fin de adaptar las prácticas mineras a los estándares internacionales se harán efectivas.

Hecha de manera inconsulta y a puertas cerradas,la reforma regulará el destino de las tierras fiscales, alrededor de cinco millones de hectáreas pobladas en su mayoría por comunidades indígenas que todavía no tienen su titularización porque desde hace más de 10 años se suspendió en la provincia su relevamiento, tal como debería hacerse según lo establece la Ley 26166. 

En concreto, el cambio habilita a las sociedades anónimas con capitales extranjeros y a emprendimientos inmobiliarios a ser acreedores de esas tierras fiscales, relegando el uso social y su función agropecuaria.

Orlando Carriqueo, vocero del Parlamento Mapuche Tehuelche de Río Negro.

El secretario de Minería, Joaquín Aberastain Oro, afirmó que el proyecto se apoya en “una minería sostenible, responsable y en línea con las normativas internacionales que promueven la transparencia y la participación comunitaria». Por su parte, Facundo López, legislador de Río Negro, indicó: “No venimos a perjudicar a nadie, y menos a los pueblos originarios, porque cualquier inconveniente se sale del esquema de esta ley para ir por el régimen especial que tienen las comunidades”. Lo que no dijo, o nadie le preguntó, es ¿quién garantiza que el gobierno de Javier Milei, o el de Alberto Weretilneck, vayan a cumplir con otorgar estatus especial alguno a las comunidades indígenas?

Por su parte, el Parlamento Mapuche Tehuelche, acompañado por la CTA Autónoma y otras organizaciones, se manifestó a lo largo de los días previos, inclusive en la jornada de hoy, en la entrada del edificio del Parlamento para defender los derechos de los pueblos indígenas. Además, otras organizaciones provinciales como la Multisectorial de Mujeres y Disidencias de San Carlos de Bariloche hacen fuerza para que, pese al aval de la Legislatura, no se avance sobre los derechos de los rionegrinos.

“Se acaba de sancionar la modificación de la Ley 279 junto a tres leyes mineras, los diputados lo hicieron rodeados por la policía. Sepan que no van a ingresar a nuestros territorios comunitarios. Sepan que vamos a continuar recuperando territorios”, dijo Orlando Carriqueo, vocero del Parlamento Mapuche Tehuelche de Río Negro.

Cuando todos los flashes se centran en un “desarrollo sostenible”, las comunidades originarias no aparecen en el orden de prioridades de los gobiernos provinciales y las corporaciones multinacionales. 

Avance de las corporaciones extractivistas en Río Negro

Avance de las corporaciones extractivistas en Río Negro

Este jueves la Legislatura local tratará la reforma de cuatro leyes que favorecen a las trasnacionales mineras y perjudican a los pueblos originarios. La oposición del Movimiento Ecuménico de los Derechos Humanos y de las universidades, entre otras instituciones.

El pasado viernes 17 de noviembre, la Legislatura de Río Negro aprobó, por 33 votos positivos frente a 11 negativos, en primera vuelta, el paquete de cuatro iniciativas que consisten en la reforma de la Ley original de Tierras y del Código Minero. El segundo tratamiento será el jueves 7 de diciembre, tres días antes de que asuma el gobernador provincial Alberto Weretilneck. Lo curioso es que el 10 de este mes, Juntos Somos Río Negro, la alianza política que impulsó estas reformas, dejará de tener mayoría en la Legislatura.

La Comisión de Asuntos Constitucionales y Legislación General de la Legislatura recibió distintos cuestionamientos al proyecto de reforma de la ley original de Tierras y a las tres iniciativas de cambios para el sector minero, que incluyen el Código de Procedimiento, la distribución de las regalías y la conformación del Consejo ambiental. El cuestionamiento oficial corresponde al secretario del bloque de Unidad Ciudadana, referido a los tres proyectos mineros; mientras que las cuatro propuestas fueron rechazadas por el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos, regional Viedma y Patagones; los participantes en el tercer Congreso Argentino de Agroecología e integrantes de las Universidades Nacionales del Comahue y de Río Negro.

Lorena Cañuqueo es integrante de la comunidad Newen Ñuke Mapu, docente e investigadora de la Universidad Nacional de Río Negro y forma parte del GITAAC (Grupo de Investigación sobre Territorializaciones, Alteridades y Agencia Colectiva en Nor-Patagonia). En contacto con ANCCOM, mostró su indignación por la falta de participación y consulta a los mapuche y calificó a la reforma como un cambio que llega a regular la transferencia de las tierras rurales donde viven las comunidades indígenas. “Nos oponemos a todas estas formas de enajenación, despojo y daño del territorio. Atentar contra el agua, los bosques, la meseta, la cordillera, los valles y todas las formas de vida que habitan la Mapu es atentar contra la vida del pueblo mapuche”, expresó.

La Central de Trabajadores de la Argentina Autónoma emitió un comunicado en el que rechaza las reformas en las leyes de tierras y minería aprobadas en la Legislatura. En éste, Orlando Carriqueo, werken del Parlamento Mapuche Tehuelche de la provincia y dirigente de la CTA de Río Negro, denuncia que la aprobación exprés fue realizada sin consulta previa libre e informada a las poblaciones que habitan esos terrenos.

Tal como indica el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo, el Estado tiene la obligatoriedad de garantizar el derecho de los pueblos indígenas a ser consultados bajo un carácter previo y libre, de buena fe y de información completa y culturalmente adecuada. En este caso, como en tantos otros, el protocolo no se cumplió. “Entendemos que no se nos consulta ni se nos comunica porque esta reforma viene a dar apertura al neoextractivismo megaminero, al negocio inmobiliario y a la profundización de la desigualdad en Río Negro”, analizó Lorena Cañuqueo.

De cara al futuro, anticipa el objetivo de las corporaciones y de la derecha: “Los proyectos neoextractivistas necesitan sociedades fragmentadas y empobrecidas para entrar sin oposición. La derecha avanza para ampliar las brechas de desigualdad. Sabemos por la experiencia y por ver similares procesos en otras partes de América Latina que para que avance el extractivismo es necesario profundizar la violencia racista y estigmatizar a los colectivos que defendemos la vida.” En este sentido, declaró que “la postura pública que han adoptado los referentes de los partidos que gobernarán el país va en contra de los derechos humanos y de los derechos de los pueblos indígenas.”

Sin embargo, la mapuche marca los pasos a seguir para frenar este avance y concluye: “Ojalá que podamos fortalecernos para que esa pobreza no llegue a debilitar nuestros valores y que desde nuestros espacios colectivos comencemos a articularnos, no sólo para afrontar las avanzadas neoliberales, sino también para proponer otros proyectos de vida posibles que sean respetuosos del territorio que nos da la vida.”

 

Por estas horas se reproducen en Río Negro las protestas, como la de las primeras comunidades mapuche tehuelche de diferentes puntos de la provincia que marcharon el miércoles 6 a la Legislatura provincial y se instalaron en la puerta a la espera de la sesión del jueves 7. También se pronunció la Multisectorial de Mujeres y Disidencias de San Carlos de Bariloche, conformada al calor del 36º Encuentro plurinacional de mujeres, lesbianas, travestis, trans, bisexuales, intersexuales e identidades no binaries. Este nuevo colectivo expresó que “rechaza cualquier intento de modificación de la Ley de Tierras Fiscales vigente en la provincia de Río Negro y el proyecto de Ley que se presentó para establecer un nuevo código de procedimientos mineros, sin la consulta previa establecida por la Constitución del Estado argentino y sin consenso social de la ciudadanía de la provincia”. La Multisectorial agregó: “Pudimos a lo largo de todo el año escuchar y recoger experiencias de distintas regiones del territorio rionegrino y observamos que son las mujeres mapuches las que en su mayoría resisten en soledad en sus territorios el avasallamiento de los intereses privados y la extranjerización de la tierra. Que no sea el Estado, una vez más, quien violente a las mujeres en sus tierras sino que sea quien las contenga frente al avance sobre sus derechos”.

 

Reprimieron a los vecinos de Andalgalá

Reprimieron a los vecinos de Andalgalá

Un día después de que el Gobierno nacional invitara a una mesa de diálogo para resolver los problemas planteados ante la actividad minera en el país, en Andalgalá la policía catamarqueña atacó con balas de goma a los manifestantes que cortaban la ruta.

Ayer por la noche, la policía de Catamarca, bajo la orden del Gobierno provincial, reprimió con balas de gomas a los vecinos del acampe en Choya (al norte de Andalgalá) que bloqueaban el avance del proyecto minero MARA (Agua Rica – Alumbrera).

La asamblea catamarqueña por el agua “Aguapucará” afirma que hubo heridos y en un comunicado denunció que “la policía empezó a disparar balas de goma a mujeres y ancianos. Hay heridos en el hospital y llaman a convocar a la Plaza. El Gobierno en silencio. La oposición en silencio. Los organismos de derechos humanos, el Gobierno en silencio. Todos miran para otro lado, mientras la policía dispara”.

ANCCOM pudo contactarse con una vecina de Andalgalá que estuvo en el momento y describió las escenas. “Cuando la gente acepta que pasen los trabajadores pero no el combustible para las máquinas, es allí donde comienzan a gritar los vecinos y la policía comienza a empujarlos y sacarlos del camino mientras golpean a mujeres y ancianos. Al bajar la policía -agrega-, un vecino de Choya, ya con la noticia de que les pegaron a sus compañeros arriba, no los deja pasar por su territorio, lo que una vez más enfurece a la policía y comienza a abrir fuego con sus armas, atacando así a niños y mujeres. En ese momento arrestan a Carina Orquera, vecina de Andalgalá”.

Durante la mañana de ayer, diferentes organizaciones y medios sospecharon que algo podía pasar y dieron el alerta. “Vecinas y vecinos: son las 6 de la mañana y ya pasaron 7 camionetas y 1 camioneta jaula de la policía, rumbo a Capillitas -anunciaron en el mensaje que circuló en las redes,- a desalojar a lxs hermanxs choyanxs que están defendiendo el agua de todxs. Tenemos que estar alerta para defender a nuestros hermanos y hermanas de Choya”.

MARA es un proyecto minero que reutiliza la infraestructura que se empleó en el primer yacimiento megaminero del país, Minera Alumbrera, reconocida por su impacto ambiental y porque fue instalada con la zanahoria de que generaría miles de fuentes de trabajo. Este nuevo proyecto está previsto para ser diez veces más grande que la Alumbrera y los vecinos de Andalgalá no quieren saber nada más de la destrucción de sus tierras y contaminación de sus ríos. 

La obstrucción del camino, en plena nevada, se llevó adelante con la intención de frenar el avance de la maquinaria que comenzaría con la construcción del proyecto minero y convocar al gobernador de Catamarca, Raul Jalil, para que observara los daños que estas maquinarias producen en el Río Choya.

No es la primera vez que se ejerce violencia institucional contra activistas socioambientales en Andalgalá. Vecinos de la zona denuncian allanamientos masivos, violencia policial y detenciones arbitrarias constantes, como las de hace tan solo un año, el 12 de abril de 2021, cuya noticia fue cubierta por los medios nacionales..

 Paradójicamente, el día anterior a la represión el Gobierno nacional había presentado una mesa de diálogo, MEMAC (Mesa Nacional sobre Minería Abierta a la Comunidad), un espacio que pretendía servir para “el diálogo público, constructivo y federal sobre minería”. El mismo día por la mañana, una extensa lista de asambleas, organizaciones y personalidades armaron un comunicado en rechazo a esta mesa por la poca sino nula representación ciudadana e incumpliendo el acuerdo de Escazú, firmado en Costa Rica en 2018 y del que participó Argentina, por el que se compromete a los gobiernos de América Latina y el Caribe a un transparente acceso a la información, la participación ciudadana y a la justicia en asuntos ambientales. Unas horas después no llegó la representación, sino la represión. 

Llevada adelante por el Gobierno nacional y con la presencia de Jalil, la fallida mesa muestra que el diálogo al territorio frío y hostil no se acerca, sino que queda solo entre cafés y trajes elegantes.

Chubutazo

Chubutazo

En tan solo seis días, las movilizaciones populares de los vecinos y organizaciones sociales provinciales lograron que se derogue la ley que habilitaba la minería en el desierto patagónico.

La Legislatura de Chubut acaba de aprobar por decisión unánime la derogación de la ley XVII N° 149 de Desarrollo Industrial Minero Metalífero Sustentable de zonificación minera sancionada el pasado 15 de diciembre por este mismo cuerpo. El gobernador Mariano Arcioni había anunciado ayer su intención de derogar la ley y llamar a un plebiscito, luego de cinco días de lucha y movilización en la provincia de Chubut en rechazo por la sanción de la Ley XVII 149 de zonificación minera que acababa de ser aprobada por esta misma legislatura por 14 votos a favor y 11 en contra. Este proyecto de derogación se trató hoy en la legislatura junto con otros dos proyectos presentados por legisladores provinciales. La decisión del ejecutivo llegó de forma imprevista luego de que tres días antes Arcioni declarara que no retrocedería con la promulgación de la ley.

 El miércoles 15 de diciembre a última hora y de manera imprevista se trató y aprobó en la legislatura chubutense el proyecto de ley que disponía la zonificación de la provincia y autorizaba la radicación de proyectos mineros en la zona de la meseta central de la provincia, en los departamentos de Telsen y Gastre. Esto se desprendía de un artículo de la Ley Provincial 5001 que prohíbe la explotación minera a cielo abierto y la utilización de cianuro, pero establece la posibilidad de determinar zonas que quedarían exceptuadas de esta regulación particular. “El problema es que esto abre las puertas a las grandes corporaciones mineras, cosa que hasta el momento no había ocurrido. Los chubutenses tenemos la certeza de que esto es el mascarón de proa, con esto entran a la provincia y ya después no los pueden frenar”, reconoció Marcos Ponce, vecino de la ciudad de Esquel, abogado y buzo profesional comprometido con la conservación del ambiente.

 Aprobado el proyecto en la Legislatura, el gobernador de Chubut promulgó la ley inmediatamente y la reacción de las asambleas y vecinos autoconvocados no se hizo esperar. “Sabíamos que estaba previsto que se tratara la ley el 16, pero la sacaron el día anterior. Ahí automáticamente se generó el movimiento espontáneo de la gente: en Rawson en Trelew, en Esquel y en otras localidades de la provincia, hasta en Comodoro hubo marchas de miles de personas”, relató Cristina Agüero, participante de la Asamblea de Esquel.

La movilización, de más de diez mil personas, se replicó durante los días siguientes en gran parte de las localidades. En las principales ciudades los incidentes y la represión fue desproporcionada. “Está toda la provincia movilizada. Desde la industria pesquera hasta la CTA. Esto no paró hasta la derogación y es lo que se pidió desde cada municipio”, continuó Cristina Agüero.

 La lucha, la declaración como personas no gratas en algunas localidades a los 14 legisladores que votaron a favor de la zonificación y la falta de apoyo de intendentes propiciaron la decisión que se conoció ayer de derogar la ley y la confirmación de hoy por medio de la Legislatura.

 En diálogo con ANCCOM, Javier Tolosano, biólogo docente investigador de la Universidad de la Patagonia San Juan Bosco, reconoció: “Lo que se discute además de todas las consecuencias ambientales que puede traer la implementación de este proyecto, es la falta de acceso a la comunidad al proyecto en sí; la poca apertura que ha tenido el gobierno para exponer este proyecto en su totalidad y que la comunidad pueda visualizarlo”. Con este panorama, llama la atención y no genera demasiada confianza entre los asambleístas la idea de un plebiscito.

 “Considero particularmente que se debe dar un debate mucho más amplio sobre algunos de los recursos, principalmente sobre el agua. Nosotros como ciudadanos chubutenses muchas veces no disponemos del agua y se plantea un proyecto de desarrollo de megaminería en un contexto en el cual dos veces por semana nos la cortan; es algo casi provocador. Más allá de todos los problemas que genera la megaminería como actividad productiva, no hay una discusión seria sobre cómo utilizar el recurso agua en nuestra provincia: un lugar que por demás es árido, que tiene conflictos más incrementados por las consecuencias del cambio climático que están exacerbando esas dificultades del acceso al agua”, advirtió Tolosano. 

“Después de 15 años de megaminería estamos sin agua”

“Después de 15 años de megaminería estamos sin agua”

“La situación en San Juan es bastante grave», cuenta Eliana Laredo, vecina de Jáchal e integrante de la asamblea Salvemos Huachi.»Ya es de público conocimiento que tenemos un megaproyecto minero desde el 2000 que es Veladero de Barrick Gold. Por distintas situaciones, en el 2015 nos levantamos como pueblo y surgió la idea de crear una asamblea. No tardamos mucho en conformarla porque en septiembre de ese mismo año ocurrió el derrame en Veladero. Y a pesar de las luchas en la justicia, en lo social, aquí seguimos luchando en la calle y concientizando”, cuenta la militante sanjuanina.

Hace aproximadamente tres años, un grupo de jóvenes creó Salvemos Huachi con el objetivo de llevar adelante una campaña social en el pueblo, concientizando principalmente a las juventudes y complementando el trabajo que venía haciendo la Asamblea Jáchal No se toca. Conformada en febrero de 2015, la Asamblea convocó a la comunidad movilizada debido a las actividades de exploración minera en La Ciénaga para la explotación de uranio, área natural protegida por su valor geológico y arqueológico, ubicada a 16 kilómetros del centro de San José de Jáchal, ciudad cabecera del departamento homónimo.

“Con Salvemos Huachi vamos a las escuelas, damos charlas. Antes de la pandemia hacíamos actividades en la plaza, todos los domingos pasábamos proyecciones. También hacemos marchas, notas, juntamos firmas para apoyar a nivel judicial lo que hace la Asamblea pero nuestro foco es más la concientización con distintas actividades en forma personal y a través de las redes sociales para visibilizar todo lo que está pasando acá. A la crisis ambiental se suma la crisis hídrica, “no tenemos una gota de agua”, dice Laredo. “Acá ya hay cortes, a los productores se les han disminuido los días de riego e incluso les han advertido que siembren menos para el año que viene porque va a haber menos agua”. Desde hace varios años distintos sectores y distritos cortan las rutas porque sufren la falta de este recurso primordial para la vida cotidiana y las actividades productivas de la zona, durante días, semanas y hasta un mes entero.

Al mismo tiempo que sigue funcionando Veladero -ya que se extendió su vida útil por al menos 10 años– se gestiona un nuevo megaproyecto de cobre, plata y oro tres veces más grande llamado José María de la empresa Lundin Gold. Ubicado en la cordillera al noroeste de San Juan en el departamento de Iglesia –entre los 3.700 y 5.300 metros sobre el nivel del mar- usaría en promedio 550 litros de agua por segundo y podría afectar su calidad, según figura en los informes de impacto ambiental. Este plan de mina a cielo abierto comenzó a explorar y perforar el área en 2003, y para su explotación, utilizaría el agua de las napas subterráneas.

“Las napas alimentan las únicas cuencas que tenemos acá y la mayoría de los distritos nos alimentamos de pozos de agua porque el agua del río Jáchal, desde lo de Veladero, no se puede consumir más”, dice Laredo. Ante el temor de la comunidad por el panorama ambiental que pronostica José María, han estado elevando notas y denuncias al Ministerio de Minería, al Consejo Consultivo Minero y al Ministerio de Ambiente de la Nación.

Además, por emplazarse dentro del ambiente periglaciar, en la Reserva de Biósfera San Guillermo, la provincia estaría incumpliendo con la Ley Nacional de Glaciares que prohíbe la actividad minera sobre estas reservas de agua dulce que alimentan las cuencas de San Juan. A su vez, hay un conflicto latente con La Rioja que reclama regalías debido al impacto ambiental que producirá en su territorio y a que hoy se accede a la mina a través de esa provincia, entre otras razones.

Veladero, mina de Oro a cielo abierto, ubicada en la provincia de San Juan.

Sin diálogo

Los vecinos y vecinas de Jáchal no mantienen un diálogo formal con el gobierno provincial ni tampoco fueron convocados a una instancia participativa respecto a este nuevo proyecto ya que la licencia social se limita a la población de Iglesia. Sin embargo, Jáchal se vería afectado ya que las cuencas hídricas alimentan ambos departamentos. Por el momento, sólo hubo reuniones de funcionarios de gobierno, concejales del departamento y proveedores con representantes de la empresa, a puertas cerradas, en busca de apoyo local. Laredo recuerda la llegada de CEOs para dar charlas en el municipio: “Les pasan un listado diciendo que firmen con nombre y DNI, una planilla común como para justificar que ha ido gente a la reunión y esa es la licencia social, pasó con Veladero. Ahora como saben que ya estamos advertidos y en pie de lucha, en el departamento no apareció nadie”.

Salvemos Huachi lleva ese nombre porque en el año 2018 quisieron instalar una minera en la zona aledaña al pozo que alimenta a toda la población de Jáchal y que toma agua del acuífero Pampa del Chañar. “A la gente no le gustó nada cuando se enteraron que la mina quería asentarse en Huachi, saben que es nuestra única fuente de agua. Sobre el río ya están resignados que está muerto pero tocar el acuífero era matarnos. La gente tomó conciencia y salimos todos. Cuando vieron a la gente en la calle el proyecto quedó en pausa. Y seguimos controlando porque no se dio de baja, no nos hemos quedado tranquilos. Tenemos contacto con vaqueanos y pobladores porque el lugar no está tan lejos pero no es fácil el acceso, y cuando podemos, vamos para ver si hay algún movimiento. Es más, hay una obra, un puente en el medio de la nada que es el paso de las maquinarias de la empresa para Huachi”, cuenta Laredo.

Hoy están latentes más de 180 proyectos mineros de una escala menor en toda la provincia aunque la mayoría se encuentra dentro de Jáchal, Iglesia y Calingasta. “Cuando nos enteramos de un proyecto ya tienen aprobada la prospección, exploración, ya hicieron todo”, dice Laredo. Tanto el gobierno departamental como provincial tienen una postura prominera, alineada con los gobiernos nacionales que han favorecido a estas empresas, por ejemplo, estableciendo un tope de regalías y eliminando las retenciones a las exportaciones mineras durante dos años en la gestión de Mauricio Macri o reduciéndolas de manera arbitraria.

“Ellos insisten que con la minería vamos a salir y va a haber desarrollo, trabajo, un montón de cosas pero nos están exponiendo a todos”, afirma Laredo. Las autoridades se escudan en rever las condiciones para el nuevo megaproyecto como el cobro de más impuestos y la mitigación de los efectos ambientales, e incluso proponen que la empresa provea de pozos de agua y del sistema de riego por goteo a los productores y la población en general.

“La gente pasa semanas sin agua y el gobierno no da solución alguna, largan el agua por unos días y le cortan a otro sector, y así. Muchas veces hemos tratado de entablar un diálogo para que se nos tenga en cuenta, no para mediar ni consensuar. Ellos quieren que nosotros tengamos un diálogo para que aceptemos la minería con controles pero no hay un punto medio lamentablemente. Sabemos que los controles no existen y que estamos en un contexto de emergencia hídrica en un pueblo precordillerano semidesértico donde el agua siempre ha sido escaza. Qué casualidad que después de 15 años de megaminería nosotros estamos sin agua”, sostiene la ambientalista jachallera.

¿Cómo se vinculan las empresas mineras con la comunidad? Desde Salvemos Huachi cuentan que su esfuerzo a veces se ve afectado por los recursos que manejan: “Siempre se han involucrado pero a la gente igualmente no le gusta. Desembolsan mucha plata con las instituciones deportivas, con las escuelas, con salones, iglesias, lo que te imagines. Aparte de eso, el gobierno se encarga de hacerles el lobby: aunque no sea con plata de la minería ellos pusieron un foco o asfaltaron una calle y te dicen que lo hicieron con las regalías mineras”, cuenta Laredo.

A lo largo de la provincia, los proyectos mineros son innumerables pero el pueblo está activo y movilizado, defendiendo sus recursos desde las asambleas como lo hicieron y lo hacen en Chubut, Mendoza y Catamarca, territorios que tampoco le dieron licencia social a esta industria.

En defensa «de»

El Colectivo Crisis Socioambiental y Despojo del Instituto Tricontinental de Investigación Social, formado por José Seoane, Viviana García y Patricio Vértiz, describe en su Cuaderno N° 4 un nuevo ciclo de luchas contra la megaminería. En él escribieron las organizaciones sociales y militantes populares de estas provincias que resisten para transformar las distintas realidades de las comunidades que habitan.

Para Patricia Collado, socióloga de la UNCuyo e investigadora del CONICET, el objetivo de estas experiencias “trasciende la lucha en ‘contra de’ para proponer ‘la defensa de’ una forma de desarrollo de la comunidad que no empeñe en el presente o el futuro la forma de vivir que los caracteriza”. ANCCOM habló con José Seoane, Sociólogo y Doctor en Ciencias Sociales, sobre estas historias recientes. ¿Es posible un modelo alternativo a la narrativa del desarrollo que pone en riesgo la vida? ¿Luchar sirve?

¿Por qué teniendo tanta información y evidencias de lo que genera el extractivismo minero los gobiernos continúan avalándolo?

Tenemos que tener en cuenta que estamos ante corporaciones mineras transnacionales de gran porte que manejan grandes finanzas, que obtienen grandes ganancias de la explotación megaminera en los territorios, incluso producto de los beneficios fiscales sancionados en la Argentina y a nivel provincial. Esos grandes actores transnacionales tienen capacidad de influir y de incidir, e incluso a través de la corrupción, de comprar las representaciones políticas particularmente de los estados provinciales que, en términos de sus capacidades económicas y de gobierno, son ciertamente débiles frente a estas grandes corporaciones. Otra cuestión es la contribución a los recursos locales provinciales que pueden hacer este tipo de actividades económicas. De todas formas el balance es absolutamente negativo. Claramente en el caso de las provincias con más tradición minera, por ejemplo en Bajo de la Alumbrera, el primer gran proyecto megaminero de Argentina de esta fase neoliberal, los resultados en términos sociales son terribles. La provincia no deja de ser una de las más pobres, con un alto nivel de desempleo, con un alto porcentaje de la población debajo de la línea de la pobreza. O sea que el impacto social real en la vida de las poblaciones, en términos de los beneficios prometidos, está por demás ausente.

¿Cómo romper con la dicotomía ambiente–economía que limita el debate a la premisa de que sólo es posible una política de “desarrollo económico” extractivista?

Hay toda una narrativa que afirma la importancia de las actividades extractivas y de ciertos daños “colaterales” sobre el territorio, sobre el ambiente y la naturaleza, en razón del prometido desarrollo económico y social, que es totalmente falaz. Creo que ahí una de las rupturas y de la pérdida de credibilidad de estos discursos tiene que ver con la experiencia en los pueblos. En la medida que llevan adelante una experiencia de sufrimiento, también de frustración en relación con la ausencia de mejora social que implican estos emprendimientos, crece el cuestionamiento y estas falacias muestran toda su falsedad. Por eso las resistencias tan fuertes que están habiendo hoy en las provincias donde se quieren llevar adelante estos proyectos, donde en muchos casos ya ha habido experiencias de este tipo o ha habido grandes movilizaciones rechazando la minería como el caso de Catamarca. El enfrentamiento entre el desarrollo y lo ambiental es una construcción discursiva en una narrativa de los sectores dominantes. En la realidad e incluso en la práctica de estos movimientos, lo social y lo ambiental están profundamente articulados.

¿De qué manera se conectan estas historias de lucha en el país?

Hay un movimiento social que las articula. En 2001-2002 se inicia un primer gran ciclo de lucha en la Argentina contra estos proyectos megamineros con la resistencia en Esquel a la implantación de un emprendimiento de explotación de oro que tiene una victoria importante a través de un plebiscito que realiza la comunidad en rechazo. A partir de ahí se generalizan estas experiencias, incluso se construyen marcos de articulación regional y nacional. Fue el periodo de la UAC, la Unión de Asambleas Ciudadanas. Ese primer período es el gran ciclo de lucha y de movilizaciones del 2003 al 2010, que incluso conquista leyes importantes como la Ley de Protección de los Glaciares o la Ley de Bosques. Incluso las leyes a nivel provincial, donde siete provincias conquistan regulaciones que prohíben o limitan la megaminería contaminante. Ese ciclo de luchas está retomándose ahora, a partir del 2019, en este nuevo contexto donde estos emprendimientos son empujados por los altos precios de los minerales en el mercado mundial. Lo que los lleva a volver o a poner más énfasis en el desarrollo de sus proyectos y en ese sentido reaparece este ciclo de las resistencias.

Cuál es el horizonte de estos movimientos sociales?

Me parece que uno de los desafíos es cómo poder articular estas protestas y resistencias de las comunidades y de las poblaciones que habitan los territorios donde se asientan los proyectos mineros, con las luchas, las resistencias y las poblaciones de los grandes centros urbanos, que también sufren el impacto de estas políticas que deterioran el ambiente. Cómo articular esta diversidad de luchas que están cuestionando un modelo de desarrollo que implica un deterioro ambiental y social. Por ejemplo en Chubut la resistencia es un movimiento que atraviesa toda la provincia y que articula una diversidad de sujetos, actores y organizaciones muy disímiles, desde las comunidades indígenas hasta los sindicatos de salud y de educación hasta los pobladores, los vecinos de las ciudades o las resistencias más locales. Son comunidades que se levantan no sólo por una preocupación abstracta respecto de la naturaleza o del ambiente sino que están resistiendo, están movilizándose y están llevando también propuestas. Están defendiendo su propia vida, sus propias condiciones de vida. No hay una cuestión ambiental separada de lo social en la emergencia de estos movimientos.

¿Cuál es el camino a trazar para que un modelo alternativo sea posible y se traduzca en la práctica?

Hay respuestas que están formuladas por los propios movimientos, las resistencias contra la megaminería tienen propuestas en sus territorios de desarrollos alternativos, de formas de gestión económica alternativa. En los grandes centros urbanos hay otro tipo de movimientos que hoy están también en el centro de la discusión, por ejemplo los relacionados con la economía popular. Particularmente aquellos de la agricultura familiar, de la pequeña producción agrícola, movimientos territoriales como el MTE [Movimiento de Trabajadores Excluidos] Rural y la Unión de Trabajadores de la Tierra, que vemos a diario en la escena pública y en las movilizaciones mostrando que hay otra forma de producir alimentos. Incluso para abastecer el consumo de las grandes ciudades, con una producción cooperativa, comunitaria y de carácter agroecológico. Con otra forma de distribuir y de acceder a los alimentos, a menos precio y con más calidad. Es decir, hay un montón de propuestas que podrían ponerse en marcha y que incluso en algunos casos se logran conquistas. Existe toda una variedad de iniciativas legislativas de políticas públicas que están siendo impulsadas por estos movimientos de carácter socio ambiental.

¿Qué dificultades atraviesan estas resistencias?

Aparecen las grandes corporaciones, financiando y apadrinando, vinculadas a los representantes políticos. Eso es una realidad que sucede en todas las provincias donde se llevan adelante estos emprendimientos pero también en otras partes. Las últimas semanas circuló mucha información sobre el peso del lobby que hacen las empresas en el parlamento para garantizar que proyectos como la Ley de humedales o la del etiquetado no prosperen. Estamos ante corporaciones muy poderosas, globales, que han salido victoriosas y gananciosas de todo este proceso de transformaciones neoliberales que lleva varias décadas. Que ha concentrado el dinero y el poder en pocas grandes corporaciones mundiales a despecho de las condiciones de vida de los pueblos. Hay toda una cuestión de poder, de política, que ciertamente es el nudo gordiano a resolver. Tienen una capacidad de influir sobre los gobiernos de forma legal, en el sentido de los aportes que estas actividades pueden hacer al fisco, pero también de forma ilegal, respecto a las contribuciones en el terreno de la corrupción, del bienestar privado que pueden asegurar. Hay lógicas muy perversas de cooptación mercantil de las representaciones políticas y la lógica de la impunidad que construyen estas grandes corporaciones internacionales parece asegurarles estar por fuera de los mecanismos de administración de la justicia.

¿Luchar sirve?

Las movilizaciones y la acción de las comunidades tienen logros: se sancionaron leyes, se pararon proyectos, se pueden conseguir cosas. Por otro lado, respecto del pasado me parece que en la actualidad hay una mayor conciencia social general en las provincias pero también en las grandes ciudades de la importancia de las cuestiones socioambientales. Se ha ganado en una conciencia más socioambiental y es más complejo justificar las destrucciones del territorio de las comunidades a nombre de un desarrollo económico que no se visualiza. Hay una mayor presencia incluso en términos de la opinión pública, de la agenda política y de la agenda mediática.