Cooperar antes que competir

Cooperar antes que competir

La Red de Alimentos Cooperativos organizó un encuentro regional entre organizaciones productoras y redes de distribución con el objetivo de compartir problemáticas y soluciones comunes para un sector que también es atacado por el Gobierno de Milei.

Unas cuarenta cooperativas y emprendimientos familiares del Área Metropolitana de Buenos Aires, la Provincia de Buenos Aires y de algunas otras provincias se reunieron en un depósito de la Red de Alimentos Cooperativos, en la localidad de San Martín, el sábado último, desde las 9 de la mañana en un Encuentro Regional para reflexionar sobre las dificultades del sector y trabajar para encontrar soluciones comunes a sus problemas.
Las estanterías del galpón donde se realiza el encuentro sostienen cientos de cajas con stock de las cooperativas que componen a la red: paquetes de yerba Tucanguá e Isondú, distintas harinas agroecológicas de La Permanencia, cajas de cereales de Cerealcoop y Cibo, puré de tomate La Otomana, aderezos de Salsa Areco, embutidos y quesos ahumados de No es soberbia, fideos secos de harina integral de Cauqueva, Mieles de Fecoapi, hongos de Fungican, dulces y mermeladas de Flor del Jardín y La huerta familiar, aceites de La Federal, entre otros productos. Delante de los estantes, hay una ronda de sillas que se abre por todo el salón. Al fondo, queda una mesa con masitas de la cooperativa Mielcitas, tés y mates para los que empiezan a llegar. Se forman las rondas. Hay por lo menos cinco termos circulando.
A lo largo de todo el encuentro, van llegando los representantes de los diversos emprendimientos, científicos del Conicet, trabajadores del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), estudiantes de universidades públicas, periodistas de medios de comunicación comunitarios y otra red de comercialización similar a Alimentos Cooperativos: Alta Red. Uno por uno se presentan y suman a la ronda hasta superar la cantidad de sillas disponibles.
Ignacio Vila, de la Cooperativa de Trabajo Alimentando, que forma parte de la red de Alimentos Cooperativos, cuenta que el objetivo del encuentro fue hacer que los emprendimientos se conozcan entre sí y poder intercambiar saberes con otras redes de comercialización similares. “También queremos marcar un mensaje de que no son nuestra competencia, son nuestros compañeros”. Suma el objetivo de contribuir a llevarse un panorama más general de los recursos disponibles y motivar la articulación y el entusiasmo: “Muchas veces como sector tenemos la autoestima baja. Hay desarrollos muy complejos, muy genuinos y muy lindos y, en muchos casos, no lo terminamos de valorar”. Y finaliza: “Queremos que de acá se vayan con más entusiasmo, con más ganas de pelearla, con la noción de que son parte de un sector. No es una cooperativa suelta ni un grupo de gente que está loca y que armó una cooperativa”.

La red de redes
Agustín D’Alessandro integra la Cooperativa Cibo de Bahía Blanca donde producen alimentos con valor agregado de frutos secos, cereales, granolas, pasta de maní y mix de frutas. D’Alessandro revela que, debido a la escasez de copos y avena, estuvo a punto de cerrar: “Lo llamé a Francisco (Martínez) que se dedica por todo el país, a recuperar fábricas por todos lados. Me llama, me pasa el contacto de Sebastián de Cerealcoop y así empezamos. La verdad que estamos gracias a esa red, dos llamados y un par de mensajes de WhatsApp”.
Sebastián Anta es presidente de la cooperativa Cerealcoop, una empresa que, ante el abandono patronal, fue recuperada por sus trabajadores y trabajadoras y puesta en funcionamiento hace tres años y medio. “Sin previo aviso se dejaron de pagar los salarios”, recuerda. Para Anta, la idea del encuentro es tratar de articular la mayor cantidad de cooperativas en el trabajo: “Nosotros articulamos con cooperativas que usan nuestros insumos, pero a su vez, lo hacemos con otras cooperativas y empresas recuperadas que hacen, por ejemplo, los envases primarios para poder llegar a tener nuestro producto en góndola. Como, por ejemplo, Envases Flexibles Mataderos que nos hacen nuestro packaging”.
Mientras continúan los intercambios, Alejo Rossi es anfitrión en la puerta de la cocina, llevando un delantal y una gorra negra con el nombre de su emprendimiento: Salsa Areco. “No somos una cooperativa nosotros, es un emprendimiento familiar”, corrige mientras fríe una empanada en la sartén. Salsa Areco es una Pequeña Unidad Productiva Alimenticia (PUPA). Esta figura corresponde a la nueva legislación de la Provincia de Buenos Aires que habilita a los microemprendimientos familiares de cocina hogareña para que sus productos puedan llegar a los comercios. El municipio de San Antonio de Areco fue pionero con esta medida que se encuentra vigente desde 2017, mientras que en todo el territorio provincial fue sancionada recién en el 2020: “Esto realmente cambia todo porque hay decenas de miles de familias que cocinan en la casa para vecinos y que exista esta normativa que es completamente desconocida, a nosotros nos permitió tener un laburo”. A contramano del ajuste que está realizando el Gobierno a nivel nacional, el municipio de San Antonio de Areco estrenó en el parque industrial un espacio para que siete PUPAs puedan pasar de la cocina en el hogar a un lugar más amplio y con mayor equipamiento que les permita aumentar la producción.
Desde Jujuy llegó la palabra de Javier Rodríguez que narra el origen de su cooperativa, Cauqueva: “La cooperativa nace en un momento histórico muy delicado para la región, para la Quebrada de Humahuaca en la provincia de Jujuy. Ahí había una extrema pobreza con mucha desocupación, con muchas condiciones muy malas de vida. En ese momento nace Cauqueva (mediados de la década del 90)”. Surgió como una demanda concreta de las familias campesinas de la quebradas cuya cadena productiva se veía afectada por intermediaciones que fijaban los precios de sus productos. Hoy, la cooperativa tracciona no sólo los eslabones de la cadena de producción, la industria nacional y el mercado interno, sino también los lazos con la comunidad, el trabajo digno, la capacitación y la cultura popular: “Las cooperativas están trabajando para que haya una inclusión democrática de diversidades, para un cuidado del medio ambiente y para que haya alimentos sanos, de calidad para los pueblos”.

De la resistencia a la ofensiva
En la puesta en común, las problemáticas más mencionadas por la mayoría de las cooperativas y emprendimientos son: la falta de equipamiento, infraestructura y financiamiento. A esto se le suman la recesión, la parálisis del consumo y los aumentos en las tarifas de energía. Para Natalia De Majo, integrante de la cooperativa Oro del Inca de Quilmes que produce fideos Pasta Sur, milanesas y medallones vegetales, uno de los principales problemas a raíz de las medidas llevadas a cabo por el gobierno de La Libertad Avanza es la derogación de la Ley de Alquileres: “Cuando nos pusimos en enero a buscar un lugar donde mudarnos, había lugares que alquilaban en dólares, todo lo que es fábrica. Si a la gente le está resultando casi imposible alquilar una casa donde vivir, imaginate una fábrica. Todo el sistema inmobiliario está muy inestable y obviamente corre a favor de las inmobiliarias”. En este contexto, la organización tuvo que cerrar una de las fábricas y dejar el equipamiento en un depósito, mientras sigue con la producción de los fideos.
Frente a las dificultades se exponen también los recursos, beneficios, ventajas y logísticas disponibles. De a poco, empiezan a intercambiarse propuestas y articular colaboraciones entre las organizaciones. Francisco Caputo, de la cooperativa Más Cerca Más Justo, pide la palabra y se levanta de la silla. “No nos quedemos en la resistencia, pasemos a la ofensiva”, dice acompañado por un aplauso espontáneo de todos los presentes.
Pasadas las 14 , se anuncia el comienzo del almuerzo. En las mismas mesas que durante la mañana habían sido usadas para el mapeo, intercambio de experiencias y saberes, se encuentran ahora repletas con salsas picantes y criollas, brochettes de pollo frito, tortillas de papa, empanadas fritas, aceitunas rellenas, panes, papas rústicas, vinos agroecológicos, cervezas y jugos, quesos y embutidos. Las conversaciones inundan la habitación que empieza a quedar chica para la cantidad de participantes, que siguen intercambiando proyectos comunes, entre bocado y bocado.
Miguela Varela, organizadora del encuentro y parte de la gestión de Alimentos Cooperativos, habla sobre el futuro del sector cooperativo: “En general, son organizaciones bastante expertas en surfear las crisis de todo tipo, porque siempre es un sector muy débil que acusa muchas faltas vinculadas al acceso a la tecnología, a políticas públicas más claras, al acceso al crédito. Entonces, de alguna manera es un sector que se acostumbró, lamentablemente, a convivir con esas necesidades”. En sintonía con ella, Javier Rodríguez concluye: “A diferencia de una gran empresa, las características de este tipo de cooperativas, más bien chicas, es que tienen estructuras flexibles. Pueden adaptarse, achicarse y agrandarse con una velocidad notable. Hay una elasticidad que permite a las cooperativas rápidamente continuar en las situaciones de crisis”.

Tecnología popular y solidaria

Tecnología popular y solidaria

La cooperativa Fray Luis Beltrán, de La Boca, repara computadoras y celulares en desuso para ofrecerlos a muy bajo costo o canjearlas por otros productos.

La Cooperativa Fray Luis Beltrán se dedica al reciclaje de tecnología, a través de computadoras y celulares rotos o en desuso para reutilizar sus partes y donarlas o venderlas a precios muy accesibles. Los modelos de dispositivos que ofrece la organización suelen tener un valor debajo del 40 o 50 por ciento de lo que se encuentra en el mercado.

La cooperativa se ubica en el corazón del barrio de La Boca, en Suárez 421.La inmensa pared de la exfábrica de motores de lancha donde funciona el taller, tiene un cartel en el medio con el nombre de “Los Pibes”, una organización social y política que nuclea distintos proyectos -además de la Cooperativa Fray Luis Beltrán-, como la FM Riachuelo, la Cocina de Suárez”, y el Gimnasio Popular los Pibes.

 

La cooperativa ha bautizado los distintos  modelos de computadoras que vende con nombres de próceres que colaboraron en los ejércitos de liberación nacional: así hay equipos denominados Juan Bautista Cabral, Martín Miguel de Güemes o Juana Azurduy.

Las máquinas más sofisticadas que poseen son computadoras de cuatro núcleos que tienen un buen rendimiento y sirven para cualquier tarea operativas perteneciente al paquete de Office; además soportan algunos programas de edición básica, juegos y pueden ser modificadas para complejizar aún más sus funciones.

El taller de la cooperativa se encuentra en el primer piso. Josué Lucero de 23 años, es uno de sus integrantes y cuenta: “Esta fábrica cerró durante la década de 1990 y nosotros la volvimos a utilizar en el 2004. Primero alquilamos el lugar y después, ante un intento de desalojo que logramos resistir, juntamos el dinero necesario para comprar el espacio”.

Para acceder a las computadoras no es necesario sí o sí contar con el dinero; la cooperativa trabaja con la lógica de la economía popular y tiene sus propios circuitos de ayuda mutua. Bajo esa lógica aceptan trocar sus productos por los que pueda llegar a ofrecer algún interesado. “Hace poco se acercó una vecina que hace pastas caseras, y para llevarse una PC nos dio 11 kilos de ñoquis( 1 kilo para cada integrante de la cooperativa), varias cajas de ravioles que utilizamos en un almuerzo que tuvimos todos juntos y 15 mil pesos”.

Otra manera de acceder a la tecnología que ofrecen es a través de donaciones: la única condición para acceder a la misma es que la organización que reciba la computadora envíe a uno de sus miembros a tomar un curso de reparación en la Fray Beltrán.

Martin Alejandro Sanguinetti es otro miembro de la cooperativa, tiene 22 años  y hace un año está trabajando en ella. “La Beltrán no solo se dedica al armado y reparación de PC sino que también damos clases gratuitas durante la semana para otorgarle a la gente un medio de subsistencia. Intentamos que las actividades que tenemos con Los Pibes sean organizadas en distintos días y horarios para que convivan entre sí.”

La cooperativa nació durante la pandemia con la intención de acortar la brecha digital; algunos de sus miembros provienen de centros de atención y acompañamiento comunitario y hoy poseen un conocimiento nuevo que les permite desarrollar un oficio. Elías  Velázquez, alias Velazquin, es uno de los integrantes más jóvenes de la cooperativa, tiene 17 años y señala: “Nos apoyamos mucho en los compañeros que viven en el barrio y sus vecinos, más que nada porque creemos en el conocimiento colectivo y en establecer lazos de hermandad con la comunidad. Ellos nos comentan la realidad del barrio y nosotros intentamos darles alternativas de apoyo y contención, no solo con los talleres que brindamos semanalmente para los chicos, sino también trabajando en conjunto con los que van al gimnasio, con la gente del comedor, tratamos de ofrecer una opción distinta a estar parado en una esquina y muy cerca de la droga”. 

En un principio la cooperativa intentó conseguir donaciones de empresas y algunas instituciones del Estado, pero no logró la colaboración deseada debido a las trabas burocráticas con las que se encontró. Por esa razón, hoy su mayor fuente de herramientas consta de las donaciones que realiza la gente. La cooperativa se comunica a través de sus redes sociales bajo el nombre de  Cooperativa Fray Luis Beltrán para recibir los equipos usados y realizar sus ventas e intercambios.

Toda compra es política

Toda compra es política

Una vez por mes, los Productores Feria La Nuestra realizan un ferifestival en el predio de la exEsma para comercializar productos de la economía popular con valores del comercio justo y que promuevan la organización cooperativista.

El Ferifestival Cooperativo es una nueva propuesta en el mundo de las ferias del AMBA y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y tendrá su segunda edición el próximo sábado 11 de noviembre en el Espacio Memoria y Derechos Humanos (ex Esma). Organizado por el colectivo autogestivo Productores Feria Nuestra, que reúne puestos de diversos emprendimientos y se enfoca en las cooperativas. 

Su edición inaugural se realizó el 7 de octubre, en la calle Son 30.000 del Espacio, en el marco del VII Encuentro Federal de Derechos Humanos, feriantes y organizadores pusieron la feria a prueba en un espacio público, puertas adentro de la exEsma. Aunque se trató de la edición inaugural, no fue la primera vez que estos productores se juntaban para ofrecer sus productos. 

Feria Nuestra tiene sus orígenes en Tecnópolis como parte del Plan Federal de Ferias, una iniciativa que promueve el acceso a productos elaborados por actores de la economía social y popular. Carlos González, uno de sus organizadores explicó: “El área donde estaba la feria se desarmó y nosotros quedamos a la deriva, ahí varados. Lo que hicimos fue juntarnos entre todos los productores y buscar contacto para poder volver a feriar ahí en Tecnópolis, porque comono teníamos lugar de trabajo. Conseguimos el lugar en Tecnópolis nuevamente, y desde ahí venimos con todo el colectivo”. González presenta así al colectivo: “Hace un año y pico que estamos como Productores Feria Nuestra, el programa de Nación se llamaba Feria Nuestra, cuando se cae formamos Productores Feria Nuestra. Somos un colectivo de alrededor de 70 productores que, si bien todos tienen una trayectoria importante como productores hace muchos años, como organización independiente son los primeros pasos”. 

Sobre cómo llegaron a feriar en la exESMA con el Ferifestival, González contó que el contacto llegó a través de la organización H.I.J.O.S.: “Estaban buscando feriantes, justo coincidió que nosotros estábamos buscando lugar, nos pusieron en contacto y a partir de ahí se empezó a trabajar” y agregó que “el espacio es hermoso, es increíble, pero tenemos que ver también qué les sirve a los productores, qué les sirve a los chicos de H.I.J.O.S. también, ir viendo lo que pasa”.

González también habló de lo que desea para el futuro del Ferifestival: “Hay distintas ferias que ya están establecidas, que ya tienen nombre, que tienen una marca digamos, la idea nuestra como Productores Feria Nuestra es conseguir eso, que el día de mañana digan ´están los chicos de Feria Nuestra´ y que sepan qué es esto”, se ilusionó y expresó que “la idea es poder tener distintos lugares, no solo un espacio fijo, así como vinimos acá, tenemos Tecnópolis, estamos hablando con la gente del municipio de San Martín, para poder también tener un espacio ahí cada tanto; en Quilmes, que se pueda recorrer en distintos lugares y que la gente sepa dónde está”.

Ignacio Agustín Orellano, otro de los organizadores explicó: “Es un gusto poder estar en un lugar donde nos sentimos representados todos, que nos incluye a todos, y que defiende la producción artesanal o cooperativa”. 

Surgieron también comparaciones entre las experiencias previas en Tecnópolis con cómo se desarrolló la jornada en el Espacio Memoria. “La gente va en vacaciones de Invierno, ya dispuestos a gastar plata, entonces es distinto, acá no, acá vienen a la actividad y de repente se encuentran con la feria y por ahí no vienen preparados para comprar cosas. Queremos que sea un lugar que la gente pueda conseguir algo directo del productor, y que nos sirva también a nosotros, que sea una fuente de ingreso de algo que nos gusta hacer”, expresó Gonzñalez. Detrás de su puesto de masas para infancias, la feriante Gisele Sotera de Bella Masa explicó: “Son dos cosas totalmente diferentes. En mi caso, que hago productos infantiles, se notó la diferencia, entré a un lugar donde no hay muchos niños” pero destacó la buena organización de la feria, que hizo que de todos modos haya sido una buena experiencia. La feriante Danisa, de la cooperativa de mujeres Espacio Terra, remarcó que notó que, en la primera edición de la feria, los visitantes se brindaron a “conocer cada stand y a escuchar cada historia”.

Sin importar cualquier diferencia o similitud entre feriar en uno u otro lugar, algo que muchos remarcaron fue el compañerismo que sienten entre ellos luego de varias ferias juntos, pero también por el hecho de que la feria se enfoca en cooperativas. “Yo creo que las cooperativas son importantísimas, porque reúnen personas que tienen productos diferentes, distintos y podemos sentarnos y compartir experiencias”, expresó Kamila Alves Dos Santos. La feriante Lucía, de Aluna Natural, señaló la importancia de “poder fortalecer los lazos entre emprendedores, entre familias, volver a generar esto de lo colectivo, del sentimiento de pertenencia, de ayudarnos entre todos”. Gisele de Bella Masa también dice que “ ayudar al otro es lo más importante”.

Otra de las organizadoras Malu Zelay habló sobre lo que el Ferifestival Cooperativo busca aportar a la exESMA: “Es hermoso poder estar de alguna manera militando el lugar, como apropiándonos, pero apropiándonos bien, de un lugar donde hubo mucho dolor y transformarlo en alegría, festejo, y en fuente de trabajo” y agregó que busca que los visitantes puedan “venir a sentarse, tomando mate, y que podamos hacer de este lugar algo mejor”.

Carlos “Charly” Pisoni, miembro de la organización H.I.J.O.S., comparte esta perspectiva: “Nosotros hace rato que venimos generando actividades en el predio de la ex-ESMA con el objetivo de refuncionalizar el espacio, y entendemos que una de las formas de hacerlo es a través de generar acciones y eventos que tengan que ver con la alegría, con el festejo”,  expresó y agregó: “Entendemos que una de las formas de reivindicar la lucha de nuestros viejos es generar espacios que puedan promover la economía popular y el derecho al trabajo” y que “la idea no es que esta sea una feria vacía, sino que esté llena de contenidos políticos y que podamos generar acciones que tengan que ver con charlas, con eventos en torno a la agenda actual de Derechos Humanos”.

Respecto a cómo encontraron a Productores Feria Nuestra, Charly contó: “Nosotros tenemos un convenio con el INAES por nuestro proyecto educativo, para poder realizar cursos de formación cooperativa, y en ese marco es que llegamos a la Feria [Nuestra], que también está enmarcada dentro de proyectos del INAES. Ahí llegamos a la idea de lograr que esta feria se instale una vez por mes y que todos sepan que el primer sábado de cada mes pueden ir a la exESMA, pueden ir a una charla, y hacerlo todo de una manera libre y gratuita”.

De cara a la segunda edición del festival, la organizadora Malu Zelaya contó: “Nos preparamos con más fuerza para el segundo festival, ya que son muchos los productores, son muchos los grupos de la economía popular que participan”. Y contó que va a haber espectáculos de circo y bandas musicales. Sobre las expectativas para esta edición del Ferifestival, Zelaya expresó: “Estamos poniendo más el cuerpo, difundiendo, compartiendo por todos lados para que la gente pueda venir”, ya que esta vez no contarán con la presencia del Encuentro Federal de Derechos Humanos- “Hay mucha gente que nunca entró a la ESMA por lo vivido en la dictadura, entonces lo que necesitamos es eso, que sea un espacio para venir y compartir con otros”, señaló.

La economía popular sale a la calle

La economía popular sale a la calle

El Parque Finky, en Lomas de Zamora, fue sede de la segunda edición de la Expo Feria de la Economía Popular y de Ambiente. Impulsada en conjunto entre el municipio y la Empresa Cooperativa de Alimento Soberano, se ofrecieron productos artesanales y agroecológicos sin intermediarios.

Una vez cruzada la vía de tren, dejan de escucharse las bocinas de los autos. En uno de los ingresos al Parque Finky, ubicado en el municipio de Lomas de Zamora, se ve el inicio de una bicisenda. En paralelo, corre un camino peatonal pavimentado, una suerte de guía para saber cómo ubicarse en el predio y llegar a su corazón. Allí se multiplican los árboles y hay juegos y áreas verdes hoy interrumpidas por los puestos. Del lado izquierdo hay carpas de techos azules para distintos emprendimientos manufactureros; del lado derecho carpas blancas para la oferta agricultora. La bandera argentina está retratada también en la tierra.

El pasado domingo 8 de octubre se realizó la segunda Expo Feria de la Economía Popular y de Ambiente. Durante más de seis horas doscientos puestos de cooperativas, empresas recuperadas y organizaciones rurales de toda la provincia ofrecieron productos directo al público, sin intermediarios. Su primera edición en mayo de este año se había organizado en Plaza de Mayo, impulsada por instituciones nacionales, y tuvo una concurrencia masiva.

Según Juan Pablo Della Villa, coordinador general de la Empresa Cooperativa de Alimento Soberano (ECAS), era necesario “mostrar en el epicentro de la política un desarrollo nacional de lo que es la economía popular y lo que el cooperativismo hace”. En esta ocasión, decidieron “llevar al conurbano una propuesta de acceso a los alimentos locales, de la Provincia de Buenos Aires”. Además, se le sumaron propuestas culturales: desde artistas en vivo como Bruno Arias hasta talleres sobre árboles nativos y forestaciones colectivas.

Avanzando a paso lento entre los puestos llega el olor a asado. Desde el escenario ubicado en el pequeño anfiteatro pasan canciones de distintos géneros, todas de artistas nacionales: si pasó una de rock, después le seguirá una de folclore.

En la cancha de fútbol, cuyo único límite claro es el comienzo del pasto, hay pibes y pibas jugando a la pelota. De vez en cuando se les escapa y algún feriante o caminante se las devuelve. No faltan pájaros que revolotean y perros ladrando. Es un escenario muy distinto al de Plaza de Mayo.

Entre las diferentes federaciones, cooperativas y organizaciones institucionales, se encontraban, además del ECAS, los Artesanos de Turdera, el Frente Agrario Evita y la Cátedra Libre de Agricultura Familiar y Soberanía Alimentaria UNLZ (CLAFySA). Todos se nuclean bajo un mismo lema: “Tierra, trabajo y soberanía”. Según Sol, ingeniera agrónoma del CLAFySA, el lema compone un todo: “Sin trabajar la tierra no hay producción de alimentos y tener alimentos sanos al alcance de la gente con precios justos y sin intermediarios hace a la soberanía alimentaria”. Valentina, estudiante de la misma carrera, escucha atenta y asiente frente a las palabras de su compañera. Si ambas están en ese espacio es porque consideran que existe una manera distinta de trabajar la tierra, de producir alimentos sanos y de repensar la relación con el medio ambiente. Ellas creen que ya no hay espacio para la producción de monocultivos exportables que dañan los suelos fértiles.

Uno de los objetivos inmediatos de la feria es instalar en la discusión pública la necesidad de planificación estatal sobre la producción alimenticia. Ante algunas propuestas políticas de reducir la intervención estatal, Della Villa, representante también de la Federación por la Soberanía, de la que ECAS forma parte, considera que, al contrario, el Estado debe tener más protagonismo. Sostiene que es fundamental “reordenar la planificación de alimentos en nuestro país, para ver dónde necesitamos producir, qué y en qué estación”. Tierra y soberanía son, para Della Villa, sinónimos. Remarca que no puede continuar sucediendo que un producto alimenticio viaje miles de kilómetros desde donde fue producido hasta donde será consumido. Esa es la concentración productiva y económica con la que plantean romper desde la feria.

A varios metros del puesto que organiza la cátedra libre de la Universidad de Lomas de Zamora (UNLZ) está el Frente Agrario Evita, que ofrece cajones y cajones de frutillas junto a plantas de diverso tipo. En diagonal, un tercer puesto que rebosa de frutas y verduras. Alberto Aquino y Andrea Díaz reciben con una sonrisa en la mixtura de frutillas y flores. Cuentan que es una federación que lleva más de seis años funcionando, que surgió ante la necesidad de resolver problemas comunes entre familias productoras y que se propone siempre ofrecer un sector por cada puesto, con los productos de familias de distintas partes de la Provincia de Buenos Aires. Por todos lados, y más que nunca, se deja ver en la feria que la producción será colectiva o no será.

A mayor distancia, Analía cuenta a una visitante curiosa que los Artesanos de Turdera son una feria autogestiva que está dos veces por mes en la Plaza San Martín, en el corazón de Turdera y a unas cuadras del Parque Finky. Son entre ocho y diez carpas azules de distintas artesanías, desde cerámica hasta herrería, pasando por variedades de bijouterie. Después de comprar té en hebras no viene mal una taza de cerámica para tomarlo.

Damián Arias, síndico de la cooperativa ECAS, lleva uno de los colores de la agrupación en su pelo: el violeta. Cuando surgió ECAS tuvo que aprender sobre administración y marketing. La militancia motorizó a los 70 trabajadores y socios que formaron la nueva cooperativa. ECAS recibe productos del sur de la Provincia de Buenos Aires, de Misiones, de Río Negro y de distintas provincias del norte, entre otras. Por ello, Arias la define como “la comercializadora de las cooperativas y de los productores agroecológicos”. Pero también sabe que son más que eso: ayudan a productores que quieran transicionar a esos modelos agroecológicos; para eso recorren el país en busca de cooperativas que se sumen al proyecto y promueven y concientizan el acercamiento a la producción colectiva de alimentos.

Della Villa también es claro en ese sentido: “Hay que construir un sistema de producción de riqueza que vaya de la mano con un sistema ambiental”. Todas las cooperativas presentes en la feria, en mayor o menor medida, proponen “construir un programa que dé alimento, que dé divisas, que dé renta extraordinaria pero que vaya de la mano con un programa ambiental”. Probablemente a la espera de un panorama político más claro, de momento no hay nuevas ediciones programadas. Ya habrá tiempo de planear cómo seguir. Además, después del trabajo en esta feria, las rutinas de los productores apremian.

La fiesta del comercio justo

La fiesta del comercio justo

La primera Expo Feria de la Economía Popular y el Cooperativismo colmó la Plaza de Mayo. Más de 350 cooperativas de todo el país expusieron su producción al compás de la música popular.

«Con tierra, trabajo y soberanía se puede transformar la Argentina», fue una de las consignas que guiaron la jornada del 20 de mayo. Más de 350 organizaciones se presentaron en la más antigua plaza de la Ciudad de Buenos Aires junto a una amplia variedad de productos artesanales de distintas regiones del país. Allí mismo y a lo largo de la Avenida de Mayo se ubicaron puestos que ofrecían frutas, verduras, yerbas, miel, aceites, pesca artesanal y gastronomía típica. Además de los alimentos, se ofrecieron tejidos, alfarería, productos de carpintería y herrería artística, algunos electrodomésticos, ropa e indumentaria proveniente tanto de la Provincia de Buenos Aires como del interior del país. Entre la oferta se podía encontrar todo tipo de producciones de comunidades originarias y material de editoriales nacionales. Con una mirada crítica y consciente sobre el estado social y climático actual, se instalaron sectores específicos relacionados al reciclaje, a la labor femenina y a la tecnología en su relación con el uso de la tierra.

La ExpoFeria fue puesta en marcha por la Secretaría de Economía Social (Ministerio de Desarrollo Social), el INAES y el Instituto de Agricultura Familiar Campesina Indigena. En un escenario se pudo ver a Peteco Carabajal, Bruno Arias, Sudor Marika y Eruca Sativa, entre otros. El clima húmedo y frío no impidió que la convocatoria fuera masiva. La gente arrimada junto al escenario se animó a bailar desde folklore con bombos y guitarras criollas a “cumbia queer” y otras variedades. Desde el inicio, cientos de personas se acercaron a los puntos de ventas y, cuando se escondió el sol entre los edificios de microcentro, algunos ya se habían quedado sin productos. “Rebalsó nuestra expectativa. Estamos felices porque directamente traemos el producto del campo para acá, al consumidor, y ya no nos queda nada”, contaba una de las feriantes de Tucuman con su puesto vacío.

“Toda esta movida nos sirvió un montón; laburamos muchísimo, vendimos un montón, estuvimos a full todo el día”, contaba Jazmín Delmaffeo, presidenta de la Empresa Cooperativa de Alimentos Soberanos (ECAS). “Nos parece reimportante porque esto visibiliza la economía popular que genera un montón de puestos de laburo, mueve muchísimos kilos de alimento y que acerca el alimento a la urbanidad. La verdad que fue un éxito, estamos súper contentos con esto”, cerró.

En conversaciones con vendedores y miembros de las cooperativas se habló de cómo este tipo de encuentros fortalecen las redes entre el público y los pequeños productores. Personas que desconocían la labor de las cooperativas, además de hacer sus compras en la feria, anotaban direcciones e información con el fin de acceder a una comercialización más directa. “De estos festivales debería haber todos los años al menos dos”, remarcaban algunos feriantes y sumaron pedidos al Estado para que regule en mayor medida precios “piso” para compras a productores. “Esta es una demostración de todas las trabajadoras y los trabajadores. Estaría bueno que se visibilice más, que se nos tenga más en cuenta. Somos trabajadores informales, pero que trabajamos en serio. Estamos profesionalizados, hacemos formación permanente, nos valemos de los valores del cooperativismo, del apoyo mutuo y generamos círculos virtuosos: pensamos otra economía, la proponemos y la llevamos adelante”, concluyó la representante de ECAS.

Ya entrada la noche la fiesta se volcó al escenario donde los artistas, además de presentar su show, pusieron en valor la organización del evento. Entre sus intervenciones recurrentes se mencionó cómo las personas afectamos el medio ambiente y realizaron un llamado de conciencia colectiva para revertirlo. Linda, una mujer mayor que se sumó al festejo, se mostró muy interpelada con la convocatoria y habló con ANCCOM. “Colaboro con Madres de Plaza de Mayo y cómo nieta de guaraníes e inmigrantes vascos me emociona ver cómo productores y pueblos originarios están hoy en este lugar histórico. Pensar que en esta misma plaza ocurrieron tantas tragedias y hoy está lleno de gente de trabajo. Me encanta”.