10 años de política nacional: de Cristina a Milei

10 años de política nacional: de Cristina a Milei

¿Qué ocurrió en el país para que en tan solo una década pasara de un gobierno popular a uno de derecha radical? Las experiencias fallidas de Macri y Alberto Fernández, los efectos de la pandemia y los problemas que nadie pudo resolver.

La victoria de Javier Milei en las elecciones presidenciales de 2023 representó un sacudón para la sociedad argentina. Mirando hacia atrás, las claves de su triunfo se vuelven más claras y trazan una línea de hechos y momentos que marcaron estos últimos diez años de la historia política argentina. Ana Paola Zuban, politóloga, consultora e investigadora analiza que “el liderazgo de Milei es un eco de una sociedad cansada, enojada, que conquistó derechos pero que no puede ejercerlos materialmente y esto es terreno fértil para que prosperen los conservadurismos y las ideas de derecha”.  

Las crisis que enfrentan las clases trabajadoras pueden explicarlo en parte. La inestabilidad, inseguridad, inflación, el aumento de precios y servicios, la pérdida de puestos de trabajo y la informalidad laboral, la no actualización de los salarios y por ende el deterioro de la calidad de vida, son algunos de los elementos que conforman el cuadro crítico de una sociedad que busca sobrevivir día a día. Zuban reflexiona que la incertidumbre creciente que plantean las crisis económicas y su profundización, producida por la pandemia del Covid 19, impone la necesidad de protección del statu quo.  En ese marco, gran parte de la sociedad siente que su estilo de vida y sus creencias son atacados y que el discurso de odio es una justa reacción a eso. “Ese conservadurismo se orienta, por definición, a mantener y proteger tradiciones culturales, religiosas, siempre orientadas a proteger valores tradicionales, que representan un escudo protector ante tanta incertidumbre y consolida una identidad comunitaria, muy necesaria en momentos de fragmentación”, remarca.

En el trazado de esa línea retrospectiva de hechos políticos que permiten analizar el presente, la primera parada es el gobierno de Alberto Fernández. En diálogo con ANCCOM, Pablo Semán, sociólogo, antropólogo e investigador del CONICET, señala que “la pandemia catalizó una serie de tendencias críticas del Estado y las condensó en una acción de la política que también fue sometida a crítica por la población”. Queda claro que la desbordante crisis social y sanitaria no sólo dejó secuelas en la propia sociedad, sino también en un gobierno que había articulado su narrativa en contraposición a la anterior gestión de Mauricio Macri, y en torno a la reconstrucción de un nuevo contrato social “fraterno y solidario”, la reactivación de la obra pública y la salida de la lógica del ajuste y la deuda, en palabras del propio Fernández en su discurso de asunción en diciembre de 2019.

“Al kirchnerismo le interesa mucho deslindar culpas, descargándolas en Alberto Fernández y yo diría que en general todo el comportamiento del Estado fue bastante problemático, aun cuando el de Fernández, sobre todo por algunas cosas específicas como la foto de Olivos, haya quedado en el centro de la escena.  No parecía un gobierno unificado, digo, personas que no tuvieran otros intereses que no fuesen salvar su propia silla”, puntualiza Semán.

Por su parte, el gobierno de Mauricio Macri representó el triunfo de Juntos por el Cambio como una coalición nueva, de centro-derecha, que se volvió competitiva y ganó las elecciones; y de una persona que no provenía ni del peronismo ni del radicalismo. “En el gobierno de Macri sucedió una cosa importantísima y mala que fue el endeudamiento. Todo el proceso que llevó al endeudamiento constituyó algo así como un engaño a la población, porque la previa apreciación cambiaria y la posterior devaluación eran cosas que se suponían que no iban a volver a ocurrir y generaron una gran decepción”, observa Semán.

El fracaso del gobierno de Macri, que había llegado bajo la promesa de la generación de empleo,  pobreza “cero” y la ampliación de la economía, no hizo más que dejar una crisis social aún más aguda, con altos niveles de inflación, pobreza y endeudamiento. Como resultado, el vínculo de la sociedad con la política continuó resquebrajándose. En relación a este punto, Manuel Salvador Zunino, sociólogo, docente y consultor explica que existe una combinación de factores estructurales y coyunturales que moldearon la relación de la sociedad con la política en la última década. “En lo estructural, los cambios en la forma de producir, el avance tecnológico y la precarización del empleo generaron nuevas subjetividades, nuevas formas de relacionarse con la política y un sentimiento de incertidumbre generalizado. En lo coyuntural, la crisis económica persistente, la inflación y la dificultad de los gobiernos para ofrecer respuestas concretas deterioraron la confianza en la dirigencia. Eso abrió la puerta a discursos más disruptivos y a liderazgos que canalizan el descontento con la política tradicional” analiza Zunino.

Es posible señalar, entonces, que la poca capacidad o voluntad de desarrollar ciertos parámetros de gobernabilidad, las contradicciones al interior del propio gobierno y la imposibilidad de satisfacer ciertas necesidades sociales durante la gestión de Macri se fueron acumulando durante el mandato de Fernández, desembocando en el surgimiento de la figura de Milei. Gabriel Vommaro, sociólogo, docente e investigador, puntualiza que la era actual del descontento político y la crisis de representación de las democracias data de mucho antes. “Si vos mirás la Primavera Árabe, el movimiento Ocuppy WallStreet o el 15-M en España tuvieron lugar hace más de una década. Por eso uno puede decir que el descontento social con las elites políticas comienza bastante antes. Y después, con las crisis de la subprime en 2008/2009 se agudiza una crisis económica y política en el mundo. América Latina tuvo ciertas particularidades, un boom en el precio de las commodities que le permitió traer recursos extraordinarios durante cierto período y esto coincidió con el ascenso de izquierdas anti-sistemas o ciertamente novedosas en sus países, lo que retrasó ese descontento generalizado, que llegó directamente de la mano de las derechas radicales”.

Por su parte, Semán se aleja de la necesidad de pensar el gobierno de Milei como eco del ascenso de las derechas a nivel mundial y señala que la referencia cómoda y superficial a lo internacional en los análisis cotidianos, impide asumir o entender el porqué de la victoria  de Milei y porqué se mantiene. “Las extremas derechas de América Latina son muy diferentes de las de Europa, en su proceso evolutivo y en su modo de gobierno, y además las extremas derechas que ganaron en América Latina también son muy diferentes en sus propias evoluciones. La principal diferencia es que, por ejemplo, ascendieron de forma abrupta, consolidaron mayorías electorales con pisos por encima del 45%, y gobiernan de forma radical y revolucionaria, transgresora de los acuerdos constitucionales previos, cosa que no necesariamente ocurre en Europa”.

En este contexto, remarca que “los mismos que en Argentina decían que en nuestro país no iba a pasar lo mismo que pasaba en otros países del mundo, porque en Argentina había una excepción que era el peronismo y los juicios a las juntas, son los mismos que ahora dicen que esto es un fenómeno mundial. Milei, más que ser un reflejo de lo que acontecía mundialmente en su momento, fue más bien un vector, un factor de ampliación de lo posible de ser dicho por la derecha a nivel mundial. Porque podía decir lo que no podía decir ningún líder de las extremas derechas. Entonces, Milei fue menos influido mundialmente, aunque algo lo fue”.

En la actualidad, se abren muchos interrogantes en torno a la evolución del panorama político, ciertamente complejo. “El impacto de las redes sociales, las fake news, la segmentación y los discursos de odio, imponen nuevas narrativas y nuevos modos de conectar con toda la sociedad. Surgen nuevos movimientos de protesta, transversales, con demandas diversas con multiplicidad de consignas. También, una militancia más volátil, menos leal a los partidos, aunque no por eso despojada de ideología”,  señala Zuban.

En relación a la oposición, las fuentes concuerdan en que en su disputa por el liderazgo, el peronismo retrasa la discusión sobre el contenido y una necesaria autocrítica. Zunino remarca que “está más en una posición reactiva frente a la agenda de Milei que en una fase propositiva. No está intentando conectar con los jóvenes, ni con el trabajador informal, y en un tema central como la seguridad cedió espacio y dejó que figuras como Patricia Bullrich dominen ese discurso, sobre todo en los sectores de mayores de 60 años. Tiene una debilidad en su relato en las tres franjas etarias. Por otra parte, para que emerjan nuevos liderazgos, el peronismo primero tiene que definir qué le quiere proponer a la sociedad”.

Por su parte, Semán analiza que los años de protagonismo del peronismo en el gobierno “llevaron a la construcción de superestructuras políticas muy densamente pobladas, que tienen intereses creados en la defensa de esas posiciones, antes que en la construcción de una representatividad”. Y agrega que “eso a su vez está comprometido con la consolidación de un repertorio de acción política que consiste en la intransigencia, la agresividad política, la imposibilidad de realizar alguna autocrítica y en un modo de producir consenso político basado en la creencia de una jefatura infalible, lo cual lleva, por ejemplo, tanto a la imposibilidad de renovación como a los desacuerdos que se manifiestan entre Cristina Fernández de Kirchner y Kicillof”.

En un año de definiciones en medio de una inestabilidad casi estructural, el rumbo político está atado a la economía como factor principal. “Un oficialismo adicto a las fake news, una oposición fragmentada y fracturada, una sociedad escéptica, con altas dosis de frustración vinculada a la economía puede triunfar en octubre, y eso puede permitir ganar algo de tiempo. La economía es y será el factor determinante”,  puntualiza Zuban. Desde su mirada, Zunino remarca que “el principal desafío lo tiene Milei. Si logra consolidar su liderazgo dentro del espacio antiperonista, puede asegurarse un piso electoral importante. Pero ahí tiene un obstáculo que es Mauricio Macri, que sigue siendo un actor clave. El mes bisagra en la política nacional es mayo, ahí se definen las alianzas y vamos a poder ver cómo se ordena el mapa político”. Por su parte, Semán concluye que “la evolución del panorama político va a estar vinculado a los logros que pueda tener el gobierno de Milei en cuanto a consolidar su política antiinflacionaria, que tiene un costo enorme. Ahora, si distintas situaciones políticas llevan a que el gobierno, por ejemplo, no tenga financiamiento y caiga en una devaluación, o se acelere una espiral de expectativas negativas, el gobierno va a estar más erosionado, y las elecciones de octubre van a ser un desafío más profundo y más duro para el oficialismo”.

«No creo que el movimiento feminista tenga que hacerse cargo de Alberto Fernández»

«No creo que el movimiento feminista tenga que hacerse cargo de Alberto Fernández»

La paradoja de los avances de las políticas de género que permitieron demandar a un expresidente que las impulsó y el retroceso en el tratamiento mediático analizados por la investigadora Luci Cavallero y por la autora de «Feminismo Jumanji», Ana Laura Núñez Rueda.

Esta semana, el Poder Judicial resolvió imputar al expresidente Alberto Fernández por los delitos de lesiones graves doblemente agravado por el vínculo y contexto de género y amenazas luego de la denuncia presentada por su expareja Fabiola Yáñez. ANCCOM dialogó con la investigadora feminista Luci Cavallero y con Ana Laura Núñez Rueda, coautora del libro Feminismo Jumanji para pensar sobre la vigencia del patriarcado, el movimiento feminista y el tratamiento de la violencia de género en los medios.

Núñez Rueda puso en contexto el hecho: “Si el sujeto todopoderoso de estos tiempos sigue siendo el varón pudiente, blanco, de traje, con poder y que vive en las grandes urbes ¿qué nos sorprende de que Alberto ejerza la violencia de género? Con esto no quiero decir que cualquier varón blanco ejerza la violencia física y psicológica sobre las mujeres, pero sí, que el sistema sigue reproduciendo la desigualdad estructural -económica- que se vuelven visibles y palpables cuando se materializan en los cuerpos femeninos con marcas, golpes y en algunos casos hasta la muerte”. No obstante, para la autora, el feminismo hoy es uno de los movimientos sociales más importantes de América Latina, y es por eso que, a pesar del desmantelamiento de políticas públicas para combatir la violencia de género que atraviesa la Argentina, en otro momento histórico no se hubiera podido denunciar a un expresidente y escuchar la voz de la denunciante.

Luego de la denuncia, la filtración de los chats e imágenes inundó los medios de comunicación que no cesaron de hablar del caso desde entonces. Ante la mediatización de la causa, la socióloga feminista Luci Cavallero dice: “La forma en que fue tratado el caso en los medios es un retroceso en los logros que habíamos obtenido en la disputa por una comunicación feminista. Los medios fueron quienes difundieron las imágenes sin consentimiento previo de Fabiola y sin que ella antes denunciara. También los medios comenzaron una cacería de mujeres que pasaron por Olivos, sin poner en eje a la responsabilidad del denunciado”. El enfoque en las visitas que recibió Alberto Fernández durante la pandemia por el covid-19 tomó más relevancia y generó más odio que la misma violencia de género; incluso, la ira recayó principalmente en las mujeres que fueron a Olivos analiza Cavallero. “Hay una tendencia misógina, puritanista, punitivista, que desaprovecha la oportunidad para el nivel pedagógico del asunto, donde se eduque a todes contra la violencia de género”, agrega al respecto Núñez Rueda.

Las especialistas coinciden en que al cambiar el eje sobre lo que verdaderamente se tendría que dar el tratamiento -la violencia de género- se preguntan si realmente los medios de comunicación tienen la problemática social en su agenda. Cavallero explica: “Esto es parte de una forma de tratar el tema que no tiene que ver con favorecer los intereses de las mayorías sociales que están esperando respuestas del gobierno por la crisis económica, que transforma la salida de la violencia como una utopía. Hoy quien tiene que salir de su hogar porque sufre violencia de género no puede alquilar porque los precios están desregulados, hoy también quién necesita una ayuda del Estado como el programa Acompañar, no puede recibirlo”.

Núñez Rueda retoma el análisis del tratamiento mediático y asegura: “Seguramente hay personas y voluntades que sí están preocupadas por la erradicación de la violencia de género, pero los intereses económicos y políticos detrás de los medios de comunicación, y en un marco donde las leyes que se habían construido a través del debate ciudadano quedan sin efecto o con poca capacidad de accionar, se torna muy difícil posicionar debates que se aparten de las ideas de rating, impacto, amarillismo”. Este caso mediático es una demostración de que, pese a que Yáñez se haya cuestionado el accionar del Ministerio de la Mujer ya que según ella “no hubo ayuda”, cuando es elemental la implementación de políticas públicas a la hora de afrontar casos de violencia de género. En el mismo sentido, Cavallero suma: “Las declaraciones de Fabiola no aportan nada para entender el fenómeno de violencia por razones de género en donde se perjudica de forma gratuita a la institucionalidad feminista. Si bien entendemos su posición, nos parece que deslegitimar una institución fruto de años de lucha, no aporta para nada a la clarificación que tiene que hacer la sociedad sobre las políticas públicas”.

Por otro lado, algunos medios de comunicación y el mismo imputado expresaron que las fotos difundidas de Yáñez estaban trucadas o que los moretones se debían a procedimientos estéticos. Esos rumores no hacen más que deslegitimar a la víctima y generan un retroceso social en cuanto a la credibilidad de la mujer. Cavallero historiza el mecanismo opresor: “El cuestionamiento de la validez de imágenes de una víctima de violencia es un recurso histórico, es una forma de describimiento de la sociedad. Ha habido una gran pedagogía del feminismo no con la finalidad de que se condene de antemano, sino para darle entidad a la persona que denuncia”. 

La imputación cae sobre un exmandatario que durante su gobierno promovió derechos de las mujeres tales como el derecho al aborto legal, seguro y gratuito además de la erradicación de la violencia de género a través de la implementación de políticas públicas. No obstante, Núñez Rueda comenta: “No creo que el movimiento feminista tenga que hacerse cargo de Alberto Fernández, de hecho, creo que se nos exige mucho. El libro Feminismo Jumanji surge como escritura conjunta en un momento de muchísima expectativa respecto a ese señor, a quien muchas de nosotras militamos, porque desde el 2015 a esa parte, habíamos adquirido mucha visibilidad pública y política y creíamos que un fuerte movimiento de mujeres y un gobierno peronista, nos iba a dar la posibilidad no solo de adquirir el aborto, sino de ganar terreno en muchas batallas. Pero Alberto no es un fiasco, ahora que se sabe que es un golpeador -lo cual, de ser demostrado, lo llevará a prisión- sino, que para muchas de nosotras se constituyó en un fiasco en el preciso momento en el que sobre alguna de nuestras agendas generó política, mientras no resolvía el tema de la redistribución de la riqueza; y no hay feminismo posible, no hay erradicación de la violencia posible, si no hay modificaciones estructurales en lo económico”.

El Gobierno fue a misa

El Gobierno fue a misa

El gabinete nacional, encabezado por el presidente Alberto Fernández, asistió a la Misa por la Paz y la Fraternidad en la Basílica de Luján. La oposición, que estuvo invitada, no asistió. Otro gesto de unidad del oficialismo tras el atentado a la vicepresidenta y una grieta que no se cierra.

Bajo el llamado de la Conferencia Episcopal Argentina a rezar por la paz y la fraternidad entre todos los argentinos y las argentinas, el intendente de Luján Leonardo Boto propuso la búsqueda del diálogo político y a rezar para acabar con la fuerte violencia política que alcanzó su punto máximo en el atentado a la vicepresidenta de la Nación Cristina Fernández de Kirchner.  

Sin militantes ni movilización social a la vista, el acto religioso fue el centro de atención. Se desarrolló en un panorama de muchas expectativas y una convocatoria que llenó la Basílica. Como ya había sido anunciado, la vicepresidenta no asistió al evento religioso, así como tampoco su hijo Máximo Kirchner. A diferencia de Alberto Fernández, que a través del portavoz de la presidencia Gabriela Cerruti, ya había confirmado su asistencia. 

 

Basílica dividida en dos

Desde el mediodía del sábado, la Basílica se dividió en dos entradas. La calle 9 de Julio, al costado del templo, estaba vallada. Por allí entraron los invitados del intendente: Ministros, Diputados, Legisladores y gremialistas. Quienes tenían reservados los primeros lugares. Y por la gran puerta del frente entraban los vecinos, feligreses y militantes que quisieran estar presentes.

En la calle, los turistas y los puestos de santerías seguían el ritmo normal del fin de semana. A unos pocos metros, la UOCRA, único gremio que se hizo presente, levantaba sus banderas. “La misa no sabemos sí es importante o no, la unión es lo principal”, afirmaba Sergio, trabajador que marchaba en esa columna. “Cuando nos convocan, siempre estamos presentes porque lo sentimos de corazón” agregaba Oscar, uno de sus compañeros.

Diez minutos después de las 13, horario pactado para el comienzo de la misa, las puertas del costado se cerraron. Aún no había llegado el presidente Alberto Fernández ante el extrañamiento de los simpatizantes con altas expectativas de saludarlo. Minutos después, el Presidente surgió de otra puerta y se sentó junto a Eduardo Duhalde, Wado De Pedro, Boto y otros ministros y diputados.

La ceremonia

Al cerrarse las puertas de 9 de Julio, los simpatizantes se quedaron detrás de las vallas y presenciaron la misa que se transmitía en vivo en una pantalla mediana afuera del templo. 

Leonor, una señora que se apoyaba en las paredes de la santería oficial de la Basílica, escuchaba atenta las palabras de Jorge Scheinig, arzobispo que presidió el acto. Entre lágrimas, al recordar el hecho vivido por la Vicepresidenta el pasado jueves 1 de septiembre, afirmó: “Espero que Dios y la virgen protejan a Cristina”. 

Las familias abrazadas, rezando en voz baja, repitiendo las palabras de Scheinig y levantando las manos al aire fueron la imagen de éste sábado. 

Tras el pedido por el “saludo de la paz” por parte del arzobispo se generó un clima de unidad: “Desearle al otro que éste lleno, lleno de Dios, nos marca el camino», oró el religioso. Afuera, del otro lado de las paredes del centro espiritual, los espectadores se saludaban unos con otros, chocando los puños y con besos en las mejillas. 

«A los gorilas me gustaría darles la paz» conversaban dos amigas tras el abrazo, remarcando la ausencia de la oposición en el acto. 

¿Se viene otro 2001?

¿Se viene otro 2001?

El fantasma de aquella crisis se cuela en conversaciones de café y también mediáticas. ¿Qué tan cerca estamos de repetir la historia? Opinan economistas y polítólogos.

En medio de una fuerte inflación, de cambios acelerados de ministros de Economía, de versiones acelerada devaluación y de tensiones y movilizaciones en la calle, comienza a circular un murmullo que se pregunta qué rumbo tomará la Argentina. Entre otras hipótesis que reaparecen, se encuentra aquella que se pregunta si el país se dirige o no hacia un “nuevo 2001”. Hasta la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner señaló que la represión en la puerta de su casa le hizo recordar aquellos tiempos.

Aunque el factor económico protagoniza la crisis, los expertos sugieren que es allí donde menos similitudes pueden encontrarse con el estallido de principios del siglo. Damián Pierri es profesor asistente en la Universidad Carlos III de Madrid e investigador en el Instituto Interdisciplinario de Economía Política (IIEP-BAIRES), dependiente de la UBA y el CONICET. Al analizar los indicadores de ambos momentos explica: “En 2001 había un problema bancario y con la balanza de pagos, sin inflación. Hoy no tenés problemas en los bancos ni en los servicios de deuda, pero tenés alta inflación. En ese sentido, la génesis no tiene nada que ver”.

Pierri asegura que factores determinantes como el PBI, la deuda externa y la situación de las cuentas públicas no muestran ningún paralelismo con los del gobierno de Fernando De la Rúa. En cambio, explica que, si de parecidos se trata, la naturaleza de la crisis se asemeja más a aquella de 1975, que terminó con el “Rodrigazo”, la megadevaluación de Celestino Rodrigo.

“Quienes tienen este tipo de opiniones son quienes presenciaron el 2001 pero difícilmente vivenciaron el ‘89 y el ‘75. Por una cuestión de edad, estas personas tienen mayor acceso a redes sociales, entonces es un sector más ruidoso”, dice el economista. Frente al debate sobre un posible shock devaluatorio como el de 1975, responde que en realidad lo que representa esa inquietud es el temor a una eclosión social. “La gente no mira objetivamente la anatomía de la economía, sino que es una forma de hablar de algo que pasó que básicamente era gente corriendo y rompiendo cosas”, comenta.

Por su parte, el posdoctor en Ciencias Económicas Alejandro Estévez afirma que, a pesar de que factores como el índice de pobreza y la inflación eran exponencialmente más bajos,  “en 2001 la gente tenía memoria fresca de la tragedia inflacionaria de Alfonsín, entonces había una sensación de que los cambios económicos iban a ser grandes y peligrosos”. En cuanto a presiones externas, destaca en esa época a un FMI sumamente duro, que buscaba quebrar a algún país latinoamericano altamente endeudado de forma ejemplificadora, situación muy diferente al que encara actualmente la Argentina.

Estévez, que también es doctor en Administración Pública y director del Centro de Estudios del Estado y las Organizaciones Públicas (CEDEOP), menciona que hoy los gremios son más débiles por su competencia con los movimientos piquetero, y, por lo tanto, salen menos a la calle. Además, resalta que “cuando está el peronismo en el poder, anestesia los paros sociales. Con De La Rúa todo era imperdonable. Hoy, incluso con un Alberto disminuido, la percepción no es tan grave. En los paros se piensa en los especuladores, y no en un Estado que parece haber emitido más de la cuenta”. Por eso, a diferencia del gobierno de la Alianza, considera que este gobierno tiene más posibilidades de terminar su mandato.

En cuanto a movilizaciones colectivas, el sociólogo Pablo Semán comenta que en 2001 hubo una reacción unificada contra el gobierno por un tema vinculado a la moneda, que no hubiese sucedido si el problema se hubiese limitado al desempleo. Señala que, actualmente, la inflación recién está empezando a unificar la sensación de crisis. Al mismo tiempo, insiste en que las comparaciones 2001-2022 suponen condensar el problema en un momento del tiempo. “Esta crisis es una serie de 2001 anunciados y aplazados, que podría haber tenido Macri, y a su vez a la que podría haber afectado al final del último gobierno de Cristina”, dice.

Además de ser investigador en el CONICET, Semán es doctor en Antropología Social. Desde su punto de vista, considera que los paralelismos son limitados porque la cultura hoy es diferente. “El kirchnerismo cree que aún puede denunciar el mismo consenso de compasión por la pobreza que había en 2003, pero la atribución de valores a los sujetos sociales cambió muchísimo. Hoy hay un gran sentimiento anti-estatal y anti-pobres», afirma. En ese sentido, evalúa a la pandemia como un factor fundamental del cambio: “Obligó al Estado a intervenir y al mismo tiempo a erosionarse porque intervenía pero sus intervenciones sólo podían ocasionar pérdidas”.

El politólogo Santiago Leiras, en tanto, coincide en que hay factores que limitan una repetición de aquella crisis, y habla de una estructura de contención social que no existía en ese momento, que tiene base en una serie de organizaciones y movimientos sociales. A su vez, sostiene que la discusión que convoca hoy a la Argentina es respecto a la sustentabilidad de esa estructura. “Lo que fue una medida de emergencia, en el tiempo se volvió crónico. Hoy no tenés un problema de paz social, sino de su sustentabilidad fiscal. El Estado representaba cerca del 25% del PBI, hoy representa alrededor del 45%. Es un esquema socialmente viable pero económicamente inviable, al contrario de lo que sucedió en ese momento”, analiza.

Leiras, doctor en América Latina Contemporánea y profesor de la carrera de Ciencia Política en la UBA, enumera tres factores que espejan a la actualidad con el 2001. Por un lado, coaliciones electorales que se forman para ganar elecciones, y que no logran conformarse como coaliciones de gobierno. Al mismo tiempo, una brecha entre el liderazgo formal y real: De la Rúa por un lado, y Alfonsín y “Chacho” Álvarez por el otro. Hoy en día, la brecha que señala es entre Alberto y Cristina. Por último, un estilo de decisión formal en el que se tiende a procrastinar.

Aunque la política es cíclica, el politólogo desestima las chances de un regreso a los ‘90 porque aquel “era un mundo que tenía cierta configuración, empezando por un esquema del desarrollo de la economía internacional que hoy está en crisis”. Respecto al accionar político, enfatiza que la dirigencia sabe que es necesario reformular el modelo de organización social y productiva para salir de lo que considera “una suerte de crisis permanente, que el país atraviesa desde hace más de medio siglo”. Expresa que eso no significa volver a un modelo pasado, pero “sí implica notar que a todas luces este modelo es inviable”. Resalta que una reformulación de ese tipo es de largo plazo, y que probablemente los sectores que comiencen esa reforma no vean sus frutos. “A pesar de que hay cierto diagnóstico compartido, lo que conspira en contra son los cálculos de corto plazo y el conflicto que supone sobre quién recaen los costos de esa reforma”, concluye.

Licencia para paternar

Licencia para paternar

Organizaciones de la sociedad civil, políticas y sindicales se manifestaron en todo el país para que el Congreso trate el proyecto de ampliación de la licencia por paternidad. Argentina tiene la más baja de Latinoamérica.

El pasado sábado 18 de junio se llevó a cabo una movilización frente al Congreso impulsada por Paternar, una campaña ciudadana que busca ampliar y extender las licencias por paternidad en Argentina. En la actualidad se otorgan solo 48 horas de licencia para aquellos padres y personas no gestantes que reciben la llegada de sus hijos. Por ese motivo, sindicatos y masculinidades se unieron para visibilizar la situación en diferentes puntos del país.

Esta lucha por parte de Paternar buscó visibilizar una causa que no tiene lugar en la agenda cotidiana y que debe conocerse, enmarcada en una jornada que ofreció música infantil en vivo y otras actividades para las infancias, como talleres de títeres o ferias editoriales infantiles.

La acción que adquirió estatuto de federal, porque se llevó a cabo en Neuquén, Córdoba, Mendoza, Rosario, Viedma y La Plata, entre tantas otras localidades del país, busca que el proyecto de ley “Cuidar en Igualdad”, presentado en mayo del presente año por el presidente Alberto Fernández, se apruebe. Lisandro Rodríguez Cometta, miembro de la campaña Paternar y trabajador del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, advirtió sobre la importancia de esta ampliación e indicó que en pleno 2022 la Ley de Contrato de Trabajo no se ha modificado y establece una de las licencias por paternidad más cortas de Latinoamérica. Denominó la situación como alarmante, ya que esto refuerza los modelos tradicionales que desde hace tiempo les atribuye exclusivamente a los varones quienes, como género, no pueden ocuparse equitativamente de las tareas de cuidado.

El motivo de esta movilización fue reclamar por una legislación acorde que democratice y promueva la corresponsabilidad deseada por hombres y mujeres. Uno de los objetivos que se persiguieron en la jornada fue la junta de firmas para exigir al Congreso el tratamiento del proyecto de ley enviado al Ejecutivo para cuidar en igualdad. Los encargados de llevar adelante esta acción ciudadana pertenecen al Frente Patria Grande, quienes cuentan con uno de los impulsores de la iniciativa: el diputado Itai Hagman, quien presentó el proyecto en el Frente de Todos.

Frente al Congreso estuvo presente José Luis Nogueira, secretario de Servicio de Salud y Sociales, en el Consejo Ejecutivo provincial de SUTEBA, quien indicó: “Venimos a apoyar un proyecto que también como CTA estamos motorizando para que se lleve adelante. Nos parece que como organización sindical debemos seguir luchando por más derechos para los trabajadores”. Aclaró que, en el caso de las licencias de los trabajadores de la educación, los padres tienen cinco días; una situación que no se extiende a todos los empleos. Por eso, plantea que hay que darle mucha fuerza, mucho apoyo a este proyecto, generar mayor cantidad de días de igualdad en el cuidado, para que tanto las madres como los padres, puedan estar más tiempo con sus hijos y él, tiene la esperanza de que suceda.

El proyecto de ley por el que se lucha busca la ampliación de las licencias por paternidad, que se extenderían progresivamente hasta llegar hasta los 90 a 126 días. Juan Roca, trabajador del sector de la economía popular y solidaria y padre de una niña de 7 años, milita en Paternar para que todos los padres tengan la posibilidad de obtener una licencia extendida. Recuerda que cuando nació su hija, tuvo una licencia más larga que la habitual debido al sector en el que trabajaba. Afirmó que las cooperativas tienen más atención hacia las necesidades y derechos de sus integrantes porque cada una crea, dentro de sus posibilidades, sus propios derechos y obligaciones. Por lo que tuvo una licencia de una semana y cuando se cumplió dicho plazo, y el reintegrarse tuvo que trabajar solamente cuatro horas la semana siguiente. “Fue sabor a poco, pero siendo consciente de que la mayoría recibe dos días de licencia, estoy super agradecido”, indicó Roca. También habló sobre la importancia de los movimientos feministas: “Los varones tenemos un montón de privilegios y nos tenemos que mover. Siempre reconocemos que esta es una demanda del feminismo y somos un conjunto de colectivos de masculinidades que lo tomamos e impulsamos las licencias parentales que hacen a las tareas del cuidado. Queremos que se generen estos debates”, agregó.

Franco, militante social político de parte de la mayoría que impulsa la ley, establece que no es padre y no sabe si alguna vez lo será, pero desea apoyar la causa para generar leyes que busquen igualar condiciones y generar responsabilidad de cuidados respecto a la crianza. Como la ley abona esta línea y Argentina se encuentra frente a leyes que están desfasadas, considera que es urgente modificarla.

Este domingo 19 de junio es el día del padre en Argentina y hay muchos que no podrán participar de los primeros momentos de sus hijos, ni de un descanso adecuado porque las leyes actuales lo prohíben. Para Lisandro Rodríguez Cometta: “Se deja al padre como el proveedor, que a lo sumo da una mano y no tiene la responsabilidad de asumir las tareas de cuidados. Además, cuando se ve el nivel de aumento de la tasa que hay de mujeres en el mercado de trabajo y es claro que no deberían ocuparse de todo en soledad”. Por eso sostuvo que esta acción federal servirá para que la Cámara de Diputados tome cartas en el asunto y se defina una fecha para su tratamiento. Llama a las masculinidades a involucrarse, para que la crianza se establezca de manera democrática y no como mandato de género.

Para Juan Roca, el ideal por el que se lucha es el de tener licencias igualitarias, obligatorias e intransferibles. Si bien, el Estado no se ha proclamado al respecto, él sueña con que esto se cumpla en los próximos meses.