El Gobierno fue a misa

El Gobierno fue a misa

El gabinete nacional, encabezado por el presidente Alberto Fernández, asistió a la Misa por la Paz y la Fraternidad en la Basílica de Luján. La oposición, que estuvo invitada, no asistió. Otro gesto de unidad del oficialismo tras el atentado a la vicepresidenta y una grieta que no se cierra.

Bajo el llamado de la Conferencia Episcopal Argentina a rezar por la paz y la fraternidad entre todos los argentinos y las argentinas, el intendente de Luján Leonardo Boto propuso la búsqueda del diálogo político y a rezar para acabar con la fuerte violencia política que alcanzó su punto máximo en el atentado a la vicepresidenta de la Nación Cristina Fernández de Kirchner.  

Sin militantes ni movilización social a la vista, el acto religioso fue el centro de atención. Se desarrolló en un panorama de muchas expectativas y una convocatoria que llenó la Basílica. Como ya había sido anunciado, la vicepresidenta no asistió al evento religioso, así como tampoco su hijo Máximo Kirchner. A diferencia de Alberto Fernández, que a través del portavoz de la presidencia Gabriela Cerruti, ya había confirmado su asistencia. 

 

Basílica dividida en dos

Desde el mediodía del sábado, la Basílica se dividió en dos entradas. La calle 9 de Julio, al costado del templo, estaba vallada. Por allí entraron los invitados del intendente: Ministros, Diputados, Legisladores y gremialistas. Quienes tenían reservados los primeros lugares. Y por la gran puerta del frente entraban los vecinos, feligreses y militantes que quisieran estar presentes.

En la calle, los turistas y los puestos de santerías seguían el ritmo normal del fin de semana. A unos pocos metros, la UOCRA, único gremio que se hizo presente, levantaba sus banderas. “La misa no sabemos sí es importante o no, la unión es lo principal”, afirmaba Sergio, trabajador que marchaba en esa columna. “Cuando nos convocan, siempre estamos presentes porque lo sentimos de corazón” agregaba Oscar, uno de sus compañeros.

Diez minutos después de las 13, horario pactado para el comienzo de la misa, las puertas del costado se cerraron. Aún no había llegado el presidente Alberto Fernández ante el extrañamiento de los simpatizantes con altas expectativas de saludarlo. Minutos después, el Presidente surgió de otra puerta y se sentó junto a Eduardo Duhalde, Wado De Pedro, Boto y otros ministros y diputados.

La ceremonia

Al cerrarse las puertas de 9 de Julio, los simpatizantes se quedaron detrás de las vallas y presenciaron la misa que se transmitía en vivo en una pantalla mediana afuera del templo. 

Leonor, una señora que se apoyaba en las paredes de la santería oficial de la Basílica, escuchaba atenta las palabras de Jorge Scheinig, arzobispo que presidió el acto. Entre lágrimas, al recordar el hecho vivido por la Vicepresidenta el pasado jueves 1 de septiembre, afirmó: “Espero que Dios y la virgen protejan a Cristina”. 

Las familias abrazadas, rezando en voz baja, repitiendo las palabras de Scheinig y levantando las manos al aire fueron la imagen de éste sábado. 

Tras el pedido por el “saludo de la paz” por parte del arzobispo se generó un clima de unidad: “Desearle al otro que éste lleno, lleno de Dios, nos marca el camino», oró el religioso. Afuera, del otro lado de las paredes del centro espiritual, los espectadores se saludaban unos con otros, chocando los puños y con besos en las mejillas. 

«A los gorilas me gustaría darles la paz» conversaban dos amigas tras el abrazo, remarcando la ausencia de la oposición en el acto. 

¿Se viene otro 2001?

¿Se viene otro 2001?

El fantasma de aquella crisis se cuela en conversaciones de café y también mediáticas. ¿Qué tan cerca estamos de repetir la historia? Opinan economistas y polítólogos.

En medio de una fuerte inflación, de cambios acelerados de ministros de Economía, de versiones acelerada devaluación y de tensiones y movilizaciones en la calle, comienza a circular un murmullo que se pregunta qué rumbo tomará la Argentina. Entre otras hipótesis que reaparecen, se encuentra aquella que se pregunta si el país se dirige o no hacia un “nuevo 2001”. Hasta la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner señaló que la represión en la puerta de su casa le hizo recordar aquellos tiempos.

Aunque el factor económico protagoniza la crisis, los expertos sugieren que es allí donde menos similitudes pueden encontrarse con el estallido de principios del siglo. Damián Pierri es profesor asistente en la Universidad Carlos III de Madrid e investigador en el Instituto Interdisciplinario de Economía Política (IIEP-BAIRES), dependiente de la UBA y el CONICET. Al analizar los indicadores de ambos momentos explica: “En 2001 había un problema bancario y con la balanza de pagos, sin inflación. Hoy no tenés problemas en los bancos ni en los servicios de deuda, pero tenés alta inflación. En ese sentido, la génesis no tiene nada que ver”.

Pierri asegura que factores determinantes como el PBI, la deuda externa y la situación de las cuentas públicas no muestran ningún paralelismo con los del gobierno de Fernando De la Rúa. En cambio, explica que, si de parecidos se trata, la naturaleza de la crisis se asemeja más a aquella de 1975, que terminó con el “Rodrigazo”, la megadevaluación de Celestino Rodrigo.

“Quienes tienen este tipo de opiniones son quienes presenciaron el 2001 pero difícilmente vivenciaron el ‘89 y el ‘75. Por una cuestión de edad, estas personas tienen mayor acceso a redes sociales, entonces es un sector más ruidoso”, dice el economista. Frente al debate sobre un posible shock devaluatorio como el de 1975, responde que en realidad lo que representa esa inquietud es el temor a una eclosión social. “La gente no mira objetivamente la anatomía de la economía, sino que es una forma de hablar de algo que pasó que básicamente era gente corriendo y rompiendo cosas”, comenta.

Por su parte, el posdoctor en Ciencias Económicas Alejandro Estévez afirma que, a pesar de que factores como el índice de pobreza y la inflación eran exponencialmente más bajos,  “en 2001 la gente tenía memoria fresca de la tragedia inflacionaria de Alfonsín, entonces había una sensación de que los cambios económicos iban a ser grandes y peligrosos”. En cuanto a presiones externas, destaca en esa época a un FMI sumamente duro, que buscaba quebrar a algún país latinoamericano altamente endeudado de forma ejemplificadora, situación muy diferente al que encara actualmente la Argentina.

Estévez, que también es doctor en Administración Pública y director del Centro de Estudios del Estado y las Organizaciones Públicas (CEDEOP), menciona que hoy los gremios son más débiles por su competencia con los movimientos piquetero, y, por lo tanto, salen menos a la calle. Además, resalta que “cuando está el peronismo en el poder, anestesia los paros sociales. Con De La Rúa todo era imperdonable. Hoy, incluso con un Alberto disminuido, la percepción no es tan grave. En los paros se piensa en los especuladores, y no en un Estado que parece haber emitido más de la cuenta”. Por eso, a diferencia del gobierno de la Alianza, considera que este gobierno tiene más posibilidades de terminar su mandato.

En cuanto a movilizaciones colectivas, el sociólogo Pablo Semán comenta que en 2001 hubo una reacción unificada contra el gobierno por un tema vinculado a la moneda, que no hubiese sucedido si el problema se hubiese limitado al desempleo. Señala que, actualmente, la inflación recién está empezando a unificar la sensación de crisis. Al mismo tiempo, insiste en que las comparaciones 2001-2022 suponen condensar el problema en un momento del tiempo. “Esta crisis es una serie de 2001 anunciados y aplazados, que podría haber tenido Macri, y a su vez a la que podría haber afectado al final del último gobierno de Cristina”, dice.

Además de ser investigador en el CONICET, Semán es doctor en Antropología Social. Desde su punto de vista, considera que los paralelismos son limitados porque la cultura hoy es diferente. “El kirchnerismo cree que aún puede denunciar el mismo consenso de compasión por la pobreza que había en 2003, pero la atribución de valores a los sujetos sociales cambió muchísimo. Hoy hay un gran sentimiento anti-estatal y anti-pobres», afirma. En ese sentido, evalúa a la pandemia como un factor fundamental del cambio: “Obligó al Estado a intervenir y al mismo tiempo a erosionarse porque intervenía pero sus intervenciones sólo podían ocasionar pérdidas”.

El politólogo Santiago Leiras, en tanto, coincide en que hay factores que limitan una repetición de aquella crisis, y habla de una estructura de contención social que no existía en ese momento, que tiene base en una serie de organizaciones y movimientos sociales. A su vez, sostiene que la discusión que convoca hoy a la Argentina es respecto a la sustentabilidad de esa estructura. “Lo que fue una medida de emergencia, en el tiempo se volvió crónico. Hoy no tenés un problema de paz social, sino de su sustentabilidad fiscal. El Estado representaba cerca del 25% del PBI, hoy representa alrededor del 45%. Es un esquema socialmente viable pero económicamente inviable, al contrario de lo que sucedió en ese momento”, analiza.

Leiras, doctor en América Latina Contemporánea y profesor de la carrera de Ciencia Política en la UBA, enumera tres factores que espejan a la actualidad con el 2001. Por un lado, coaliciones electorales que se forman para ganar elecciones, y que no logran conformarse como coaliciones de gobierno. Al mismo tiempo, una brecha entre el liderazgo formal y real: De la Rúa por un lado, y Alfonsín y “Chacho” Álvarez por el otro. Hoy en día, la brecha que señala es entre Alberto y Cristina. Por último, un estilo de decisión formal en el que se tiende a procrastinar.

Aunque la política es cíclica, el politólogo desestima las chances de un regreso a los ‘90 porque aquel “era un mundo que tenía cierta configuración, empezando por un esquema del desarrollo de la economía internacional que hoy está en crisis”. Respecto al accionar político, enfatiza que la dirigencia sabe que es necesario reformular el modelo de organización social y productiva para salir de lo que considera “una suerte de crisis permanente, que el país atraviesa desde hace más de medio siglo”. Expresa que eso no significa volver a un modelo pasado, pero “sí implica notar que a todas luces este modelo es inviable”. Resalta que una reformulación de ese tipo es de largo plazo, y que probablemente los sectores que comiencen esa reforma no vean sus frutos. “A pesar de que hay cierto diagnóstico compartido, lo que conspira en contra son los cálculos de corto plazo y el conflicto que supone sobre quién recaen los costos de esa reforma”, concluye.

Licencia para paternar

Licencia para paternar

Organizaciones de la sociedad civil, políticas y sindicales se manifestaron en todo el país para que el Congreso trate el proyecto de ampliación de la licencia por paternidad. Argentina tiene la más baja de Latinoamérica.

El pasado sábado 18 de junio se llevó a cabo una movilización frente al Congreso impulsada por Paternar, una campaña ciudadana que busca ampliar y extender las licencias por paternidad en Argentina. En la actualidad se otorgan solo 48 horas de licencia para aquellos padres y personas no gestantes que reciben la llegada de sus hijos. Por ese motivo, sindicatos y masculinidades se unieron para visibilizar la situación en diferentes puntos del país.

Esta lucha por parte de Paternar buscó visibilizar una causa que no tiene lugar en la agenda cotidiana y que debe conocerse, enmarcada en una jornada que ofreció música infantil en vivo y otras actividades para las infancias, como talleres de títeres o ferias editoriales infantiles.

La acción que adquirió estatuto de federal, porque se llevó a cabo en Neuquén, Córdoba, Mendoza, Rosario, Viedma y La Plata, entre tantas otras localidades del país, busca que el proyecto de ley “Cuidar en Igualdad”, presentado en mayo del presente año por el presidente Alberto Fernández, se apruebe. Lisandro Rodríguez Cometta, miembro de la campaña Paternar y trabajador del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, advirtió sobre la importancia de esta ampliación e indicó que en pleno 2022 la Ley de Contrato de Trabajo no se ha modificado y establece una de las licencias por paternidad más cortas de Latinoamérica. Denominó la situación como alarmante, ya que esto refuerza los modelos tradicionales que desde hace tiempo les atribuye exclusivamente a los varones quienes, como género, no pueden ocuparse equitativamente de las tareas de cuidado.

El motivo de esta movilización fue reclamar por una legislación acorde que democratice y promueva la corresponsabilidad deseada por hombres y mujeres. Uno de los objetivos que se persiguieron en la jornada fue la junta de firmas para exigir al Congreso el tratamiento del proyecto de ley enviado al Ejecutivo para cuidar en igualdad. Los encargados de llevar adelante esta acción ciudadana pertenecen al Frente Patria Grande, quienes cuentan con uno de los impulsores de la iniciativa: el diputado Itai Hagman, quien presentó el proyecto en el Frente de Todos.

Frente al Congreso estuvo presente José Luis Nogueira, secretario de Servicio de Salud y Sociales, en el Consejo Ejecutivo provincial de SUTEBA, quien indicó: “Venimos a apoyar un proyecto que también como CTA estamos motorizando para que se lleve adelante. Nos parece que como organización sindical debemos seguir luchando por más derechos para los trabajadores”. Aclaró que, en el caso de las licencias de los trabajadores de la educación, los padres tienen cinco días; una situación que no se extiende a todos los empleos. Por eso, plantea que hay que darle mucha fuerza, mucho apoyo a este proyecto, generar mayor cantidad de días de igualdad en el cuidado, para que tanto las madres como los padres, puedan estar más tiempo con sus hijos y él, tiene la esperanza de que suceda.

El proyecto de ley por el que se lucha busca la ampliación de las licencias por paternidad, que se extenderían progresivamente hasta llegar hasta los 90 a 126 días. Juan Roca, trabajador del sector de la economía popular y solidaria y padre de una niña de 7 años, milita en Paternar para que todos los padres tengan la posibilidad de obtener una licencia extendida. Recuerda que cuando nació su hija, tuvo una licencia más larga que la habitual debido al sector en el que trabajaba. Afirmó que las cooperativas tienen más atención hacia las necesidades y derechos de sus integrantes porque cada una crea, dentro de sus posibilidades, sus propios derechos y obligaciones. Por lo que tuvo una licencia de una semana y cuando se cumplió dicho plazo, y el reintegrarse tuvo que trabajar solamente cuatro horas la semana siguiente. “Fue sabor a poco, pero siendo consciente de que la mayoría recibe dos días de licencia, estoy super agradecido”, indicó Roca. También habló sobre la importancia de los movimientos feministas: “Los varones tenemos un montón de privilegios y nos tenemos que mover. Siempre reconocemos que esta es una demanda del feminismo y somos un conjunto de colectivos de masculinidades que lo tomamos e impulsamos las licencias parentales que hacen a las tareas del cuidado. Queremos que se generen estos debates”, agregó.

Franco, militante social político de parte de la mayoría que impulsa la ley, establece que no es padre y no sabe si alguna vez lo será, pero desea apoyar la causa para generar leyes que busquen igualar condiciones y generar responsabilidad de cuidados respecto a la crianza. Como la ley abona esta línea y Argentina se encuentra frente a leyes que están desfasadas, considera que es urgente modificarla.

Este domingo 19 de junio es el día del padre en Argentina y hay muchos que no podrán participar de los primeros momentos de sus hijos, ni de un descanso adecuado porque las leyes actuales lo prohíben. Para Lisandro Rodríguez Cometta: “Se deja al padre como el proveedor, que a lo sumo da una mano y no tiene la responsabilidad de asumir las tareas de cuidados. Además, cuando se ve el nivel de aumento de la tasa que hay de mujeres en el mercado de trabajo y es claro que no deberían ocuparse de todo en soledad”. Por eso sostuvo que esta acción federal servirá para que la Cámara de Diputados tome cartas en el asunto y se defina una fecha para su tratamiento. Llama a las masculinidades a involucrarse, para que la crianza se establezca de manera democrática y no como mandato de género.

Para Juan Roca, el ideal por el que se lucha es el de tener licencias igualitarias, obligatorias e intransferibles. Si bien, el Estado no se ha proclamado al respecto, él sueña con que esto se cumpla en los próximos meses.

La interna desde abajo

La interna desde abajo

Militantes y votantes del Frente de Todos opinan sobre la interna de Alberto Fernández y Cristina Kirchner. Hablan sobre el rol de los medios, el temor al regreso de la derecha y la necesidad de domar la inflación.

Los medios masivos no dejan de hablar de una “interna” en el Frente de Todos. Y los dirigentes, no dejan de darle letra para que lo hagan. Pero, ¿qué opinan las personas que votaron a este gobierno? ANCCOM recogió experiencias de primera mano sobre cómo viven la pelea interna los votantes de a pie.

Teresa Nicanora Torrico es diplomada en Economía Social por la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ), costurera y tiene 59 años. “La grieta –asegura- es mediática. La mala prensa solo confunde a los ciudadanos, no sabemos a quién creerle ni hacia dónde ir. Deberíamos debatir sobre lo que pasa en el país sin pensar en blanco o negro. Nos hace falta ponernos la camiseta argentina.”

Por su parte, Lucía García, de 23 años, reconoce el debate interno, pero coincide con Teresa en la centralidad de los medios en la construcción de esta pelea. Ella, que milita en La Cámpora, comparte: “Como dice Cristina, ‘no es pelea sino debate’ y es sano que se produzca”. Explica que deberían existir más instancias de discusión entre ‘los y las compañeras’. Sin embargo, focaliza la problemática en una cuestión comunicacional: “Si no debatimos internamente, los medios masivos lo usan para decir que está todo estallado, cuando no es así. Dicen que hay una crisis de legitimidad y que Alberto era un títere de Cristina. Son relatos muy fuertes que debemos romper y demostrar que somos un gran frente popular”.

Otro ex militante de la misma agrupación, pero de la Facultad de Derecho, también duda de la existencia de una grieta política. Juan es abogado, empleado judicial de 23 años, prefiere no dar su apellido y aclara: “Yo soy kirchnerista y banco a muerte a Cristina. También creo que Guzmán está haciendo una excelente gestión teniendo en cuenta el catastrófico contexto que le tocó”. Pero reconoce que la situación del país es muy frágil, que la gente está enojada y que la inflación es muy alta. “No sé si realmente hay una ‘grieta’ en el Frente de Todos. Son cuestiones de rosca y ambiciones personales. Pase lo que pase yo banco a Cristina, pero no creo que se produzca un quiebre” y concluye: “La única salida es una buena gestión económica, y el gobierno va por ese camino apuntando a generar trabajo y crecimiento con inclusión. El Frente de Todos tiene que seguir unido porque si no va a ganar la derecha”

Otros votantes están de acuerdo con esta postura. Alicia, bioquímica jubilada de 63 años, que también prefiere no dar su apellido, comenta: “En este momento el país está muy complicado desde el punto de vista económico y la pelea entre Alberto y Cristina solo beneficia a la oposición”. En tanto, Sol, de Malvinas Argentinas, estudiante de Derecho y militante kirchnerista, dice: “Debería estar todo más tranquilo en el Frente de Todos porque si no la derecha va a hacer lo suyo” y finaliza el testimonio con una frase contundente: “Banco fuerte a Cristina, deberían empezar a hacerle más caso”.

Por su parte, Tomás Delgado, sociólogo,  investigador del INTA y militante en El Hormiguero, asegura: “¿Quién se beneficia con la disputa? La respuesta es fácil: la oposición”. Él señala que las causas de la pelea entre CFK y Alberto son por “el desacuerdo en el programa económico y social de corto y mediano plazo, y por la división del gabinete de manera tal que las áreas se obstruyen entre sí”. Reconoce que esta situación genera la “paralización o lentificación de la gestión por las peleas que genera la toma de cada decisión”.

Para Delgado, el ala del presidente tiene razón en que la pandemia y la guerra obligaron a tomar decisiones que complicaron la solución de otros problemas previos a 2019. Por otro lado, asegura que la vicepresidenta acierta en cuanto a que la gestión nacional tiene incapacidad para capitalizar decisiones acertadas y para la conducción política.

Mariano De Martino, politólogo de la Universidad de Buenos Aires especializado en análisis estadístico, plantea un análisis diferente que centra las causas en la dificultad para la recuperación del salario real y en la posibilidad de una grieta generada intencionalmente desde la mesa chica para ser una alternativa de cara al 2023. ¿Quiénes se benefician con esta pelea? Para De Martino la respuesta a esa pregunta puede ser abordada desde tres perspectivas y en el marco de una táctica deliberada. En caso de ser exitosa, el beneficio puede leerse tanto para el kirchnerismo, el peronismo como espacio ampliado y el pueblo. De fracasar, en cambio, se abre un escenario para el avance de las políticas neoliberales que impulsan principalmente las reformas en la legislación laboral, previsional y de mayor apertura y desregulación del mercado.

Explica De Martino que durante el gobierno de Mauricio Macri, el salario tuvo una fuerte caída en dólares (pasó a ser uno de los más bajos de la región) y también cayó el poder adquisitivo producto de los altos niveles de inflación que no fueron acompañados por paritarias acordes. Entonces, uno de los objetivos del gobierno de Alberto Fernández en 2019 era recuperar progresivamente el poder adquisitivo del salario, que debía ganarle a la inflación. Cabe aclarar que esta fue una de las políticas fundamentales en los primeros años de los gobiernos kirchneristas, según De Martino.

“El kirchnerismo plantea que con esta política económica el crecimiento no necesariamente va a acompañar una redistribución, por lo tanto, no se podrá recuperar el salario real. En consecuencia, lo entiende como un fracaso de política económica” desarrolla De Martino y explica que el kirchnerismo se coloca en una postura crítica de ‘si nosotros hubiéramos sido gobierno, esto no hubiese pasado”. Esta situación, según el politólogo, genera una debilitación del presidente, del frente y de la gobernabilidad, pero presenta un escenario en el que el kirchnerismo se puede “despegar” y presentar como alternativa en 2023 o hasta 2027. “Con la grieta, si hay una recuperación del salario, el kirchnerismo puede decir ‘nos escucharon’ y si esto no es así, puede ser una alternativa peronista en las próximas elecciones”.

Teresa, Lucía, Juan, Alicia, Sol, Tomás y Mariano, todos votantes de la fórmula encabezada por Alberto Fernández, expresan así sus opiniones sobre los cortocircuitos internos en el gobierno. En parte responsabilizan a los medios por fogonear la pela y al mismo tiempo reconocen las dificultades del presente.

El recinto y la plaza

El recinto y la plaza

El presidente Alberto Fernández abrió el período de sesiones ordinarias del Congreso de la Nación. Qué dijo el presidente y cómo lo vivieron los manifestantes que se movilizaron en su apoyo.

Cada 1º de marzo, el Presidente de la Nación realiza la apertura de las sesiones ordinarias de la Legislatura, dando inicio a un ciclo que se cerrará el 30 de noviembre del mismo año. Con un discurso que rozó casi las dos horas de duración; acompañado por la vicepresidenta Cristina Fernández y el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa; frente a un recinto con presencia de ministros, jueces, diputados, senadores y figuras de la política local; Alberto Fernández protagonizó la ceremonia número 140 que sucede anualmente en el Congreso de la Nación.

Mientras tanto, en las calles, miles de personas se movilizaron a la plaza del Congreso para brindarle apoyo al máximo gobernante; en su mayoría, agrupadas en el bloque del Frente de Todos. Con mayor presencia se anunció el Movimiento Evita, acompañado por la Juventud Peronista, la UTEP, el Movimiento de Trabajadores Organizados, el SUTEP, la Agrupación 17 de noviembre, el sindicato de Trabajadores de Obras Sanitarias, Barrios de Pie, Pueblo Unido, el Movimiento de Unidad Peronista, la UTEDYC y el Movimiento de Unidad Popular. Quien ya había pronunciado que no asistiría a la marcha fue La Cámpora, lo cual pone en evidencia el marcado distanciamiento que aleja a la agrupación kirchnerista del presidente.

Con voz firme, Fernández recorrió los acontecimientos del último año de gestión, cuyos ejes decisivos fueron la campaña de vacunación y la progresiva recuperación macroeconómica. Un tema central de la exposición fue el anuncio del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, sobre el cual afirmó: “No resuelve el problema de la deuda externa, pero da un paso importante en esa dirección. Se iniciarán los pagos en 2026 para terminar en 2034”. En este marco ocurrió el momento de mayor tensión dentro del Palacio del Congreso, cuando el mandatario señaló que el inminente acuerdo con el FMI no debería paralizar la investigación judicial sobre la legalidad de la deuda contraída. En ese momento, la reacción del bloque del Pro fue abandonar la Asamblea.

Otro punto destacado del discurso fue acerca del rechazo del presupuesto planteado para el año corriente por parte de la oposición. “Dicen que los peronistas manejamos el Congreso como una escribanía –recordó-, pero lo cierto es que en estos casi cuarenta años de democracia el Congreso Nacional sólo ha dejado sin presupuesto a Cristina en el 2010 y a mí este año”. Sobre esta cuestión se expresó Gabriel, quien asistió de manera individual a la plaza: “Tengo mucha incertidumbre por lo que vaya a pasar porque a la persona que el pueblo elige para pensar en el bien común del país no lo dejan actuar, desde la oposición le ponen trabas constantemente”.

En más de una ocasión, los aplausos de parte de la Asamblea Legislativa interrumpieron el discurso de Alberto Fernández en señal de aprobación, los cuales se vieron replicados en las calles. Sin embargo, el difícil panorama que atraviesa el país en términos socio-económicos no pasa desapercibido para los mismos defensores del gobierno. Una de las asistentes al acto, Claudia del Movimiento Evita, dijo: “La actualidad del país es complicada. Espero que este año las cosas cambien: que haya más trabajo y que mejore la situación para las mujeres y los niños”. Con ella coincidió Laura, trabajadora asociada a la UTEP, quien sostuvo: “No estoy muy conforme; falta mucho trabajo, faltan oportunidades. A mí me gustaría estar trabajando en lugar de estar aquí marchando. Espero que este año haya más salida laboral”.

Anticipando futuras discusiones, el Presidente anunció que no habrá una reforma provisional y tampoco laboral. También, que se acabaron los tarifazos. Sobre los planes sociales, la intención es reconvertirlos en empleo formal para poder comenzar a prescindir de ellos. Acerca de la inflación, se animó a decir que “es el gran problema que tienen los argentinos y las argentinas en este momento” y que será atacada desde todos los frentes.

Mientras el presidente mencionaba las distintas áreas en donde se trabajó y se espera continuar trabajando, la cámara que tomaba las imágenes que en simultáneo eran transmitidas en una pantalla frente a la plaza, enfocaba a los referentes de cada sector: el ministro de la Producción Matías Kulfas, Martín Guzmán su par de Economía, Juan Cabandié por Desarrollo Sostenible, Carla Vizzotti por Salud, Matías Lammens por Turismo, Elizabeth Gómez Alcorta por Género y Diversidad, entre otros.

Para finalizar su presentación, Fernández eligió una cita del escritor Charles Dickens con la que describir de forma poética lo que -en sus palabras- es el momento bisagra que estamos viviendo: “Era el mejor de los tiempos y era el peor de los tiempos; la edad de la sabiduría y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación…”. Habrá que ver qué tiempos trae el 2022.