Por Candela Salgado
Fotografía: Mariel Bonino y TELAM

El gabinete nacional, encabezado por el presidente Alberto Fernández, asistió a la Misa por la Paz y la Fraternidad en la Basílica de Luján. La oposición, que estuvo invitada, no asistió. Otro gesto de unidad del oficialismo tras el atentado a la vicepresidenta y una grieta que no se cierra.

Bajo el llamado de la Conferencia Episcopal Argentina a rezar por la paz y la fraternidad entre todos los argentinos y las argentinas, el intendente de Luján Leonardo Boto propuso la búsqueda del diálogo político y a rezar para acabar con la fuerte violencia política que alcanzó su punto máximo en el atentado a la vicepresidenta de la Nación Cristina Fernández de Kirchner.  

Sin militantes ni movilización social a la vista, el acto religioso fue el centro de atención. Se desarrolló en un panorama de muchas expectativas y una convocatoria que llenó la Basílica. Como ya había sido anunciado, la vicepresidenta no asistió al evento religioso, así como tampoco su hijo Máximo Kirchner. A diferencia de Alberto Fernández, que a través del portavoz de la presidencia Gabriela Cerruti, ya había confirmado su asistencia. 

 

Basílica dividida en dos

Desde el mediodía del sábado, la Basílica se dividió en dos entradas. La calle 9 de Julio, al costado del templo, estaba vallada. Por allí entraron los invitados del intendente: Ministros, Diputados, Legisladores y gremialistas. Quienes tenían reservados los primeros lugares. Y por la gran puerta del frente entraban los vecinos, feligreses y militantes que quisieran estar presentes.

En la calle, los turistas y los puestos de santerías seguían el ritmo normal del fin de semana. A unos pocos metros, la UOCRA, único gremio que se hizo presente, levantaba sus banderas. “La misa no sabemos sí es importante o no, la unión es lo principal”, afirmaba Sergio, trabajador que marchaba en esa columna. “Cuando nos convocan, siempre estamos presentes porque lo sentimos de corazón” agregaba Oscar, uno de sus compañeros.

Diez minutos después de las 13, horario pactado para el comienzo de la misa, las puertas del costado se cerraron. Aún no había llegado el presidente Alberto Fernández ante el extrañamiento de los simpatizantes con altas expectativas de saludarlo. Minutos después, el Presidente surgió de otra puerta y se sentó junto a Eduardo Duhalde, Wado De Pedro, Boto y otros ministros y diputados.

La ceremonia

Al cerrarse las puertas de 9 de Julio, los simpatizantes se quedaron detrás de las vallas y presenciaron la misa que se transmitía en vivo en una pantalla mediana afuera del templo. 

Leonor, una señora que se apoyaba en las paredes de la santería oficial de la Basílica, escuchaba atenta las palabras de Jorge Scheinig, arzobispo que presidió el acto. Entre lágrimas, al recordar el hecho vivido por la Vicepresidenta el pasado jueves 1 de septiembre, afirmó: “Espero que Dios y la virgen protejan a Cristina”. 

Las familias abrazadas, rezando en voz baja, repitiendo las palabras de Scheinig y levantando las manos al aire fueron la imagen de éste sábado. 

Tras el pedido por el “saludo de la paz” por parte del arzobispo se generó un clima de unidad: “Desearle al otro que éste lleno, lleno de Dios, nos marca el camino», oró el religioso. Afuera, del otro lado de las paredes del centro espiritual, los espectadores se saludaban unos con otros, chocando los puños y con besos en las mejillas. 

«A los gorilas me gustaría darles la paz» conversaban dos amigas tras el abrazo, remarcando la ausencia de la oposición en el acto.