Un derecho poco ejercido

Un derecho poco ejercido

En 2021, con el nuevo Código Electoral, los migrantes porteños aparecieron por primera vez de manera automática en los padrones electorales. Hubo 400 mil extranjeros más habilitados para votar pero la tasa de participación bajó de 43% a 18,7%. Los motivos.

A partir de la entrada en vigencia en 2020 del nuevo Código Electoral, la Defensoría del Pueblo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (DPCABA) y la Red de Derechos Humanos del CONICET realizaron un informe que analiza las dinámicas de participación político-electoral de la población migrante residente en CABA durante las PASO y las elecciones legislativas generales de 2021. 

 Uno de los cambios establecidos en el nuevo Código Electoral fue el empadronamiento automático. Hasta hace dos años, la población migrante habitante de CABA que quisiera votar debía inscribirse de forma voluntaria en el padrón. Este era uno de los principales impedimentos para el ejercicio efectivo del derecho a voto, sumado a la lejanía de establecimientos y escasez de mesas electorales. Según el informe, a partir del crecimiento de la cantidad de empadronados, el número de 19 establecimientos y 50 mesas en 2019 pasó a 367 y 1.198 en 2021 respectivamente, lo que contribuyó a mayor accesibilidad y cercanía de los hogares. 

 Según el documento, se observaron dos efectos de la reforma: no solo el padrón migrante aumentó 20 veces en relación a 2019, con más de 400 mil nuevos empadronados, sino que más de 70 mil de ellos votaron por primera vez para la elección de autoridades locales. También se destacó que a pesar de que aumentó casi 9 veces el número de sufragios emitidos de 2019 a 2021 (que fue de 8.965 a 79.128), la tasa de participación migrante no acompañó ese crecimiento, sino que bajó (de 43% a 18,7%).

 La fuerza electoral puede medirse en su faceta potencial o efectiva. La primera se entiende en relación a las personas del padrón habilitadas a votar, y la segunda como la cantidad de votos que se realizaron en efecto. Una de las autoras del informe, la licenciada en Ciencia Política e investigadora adjunta del CONICET, Ana Paula Penchaszadeh, explicó en diálogo con ANCCOM que si bien la fuerza electoral potencial migrante suma un porcentaje de 14,2% del padrón, es decir, casi un sexto del total, factores como “la desinformación, la desidia estatal, la falta formación y talleres, y sobre todo de la difusión, hacen que el derecho quede desperdiciado: hay una brecha muy importante para que esa fuerza electoral se traduzca en una fuerza efectiva”, comentó la politóloga.

En Argentina, los residentes nacionales y los migrantes no gozan de los mismos derechos. Si bien en materia de derechos civiles la capacidad es más amplia, no sucede lo mismo con los derechos políticos. Un ejemplo de esto se ve en la representación. El sufragio tiene una dimensión activa y otra pasiva. La primera tiene que ver con la capacidad de poder elegir, mientras que la segunda se trata de la posibilidad de ser elegido. En CABA no se reconoce ninguna instancia de voto pasivo para la población migrante. En este sentido, “no se da el círculo virtuoso de la representación. En CABA no hay representantes migrantes, y estamos hablando de un 14,2% de la población”, indicó la investigadora a ANCCOM

Penchaszadeh expone una caracterización de la población migrante: “Hay dos cuestiones que funcionan como condición: una es la expulsabilidad (umbral de deportabilidad) y otra es la participación política limitada y condicionada (umbral de integración política). Además, ese derecho en este país está condicionado localmente, es decir, que no reconoce la participación en cargos nacionales”, comentó. Entonces, en ese marco “cuando decimos que el 14,2% de la población habilitada para votar en CABA es migrante, estamos diciendo que ese porcentaje representa a una parte de la población extranjera que está en condiciones documentarias muy favorables”, agregó.  

La novedad del empadronamiento automático para migrantes en CABA, funciona en la Provincia de Buenos Aires (PBA) desde 2009. Esta es una de las razones por las cuales normalmente se registra un porcentaje mayor en la participación electoral migrante en el conurbano. Según indicó la Encuesta Nacional Migrante de la Argentina de 2020, se observó una brecha mayor a 20 puntos entre ambos distritos: mientras que en PBA se registró un 51%, en CABA tan solo un 30%.

Además de otros factores, Penchaszadeh identificó esto como una cuestión de tiempo que requieren las “culturas político-electorales” para consolidarse ya que “no se construyen de un día al otro, porque los sujetos políticos deben subjetivarse, verse a sí mismos como tales y eso se da en la medida en que las personas migrantes se vean interpeladas, entiendan cómo funciona, qué pueden votar”. Adjudicó el mayor causante de la inasistencia en los comicios a la desinformación estructural. A su vez, agregó que “es todo un debate en sí mismo para esta población que siente que no goza de esos derechos, que están de prestados, que mejor no involucrarse. Al mismo tiempo, hay una falta de incentivo de la sociedad anfitriona para que se ejerzan esos derechos”, explicó la investigadora.

En ese sentido, otro de los autores del informe, el coordinador de Derechos Políticos y Observación Electoral de la Defensoría del Pueblo y licenciado en sociología, Daniel Ingrassia, precisó para ANCCOM que la situación en CABA será distinta y que se observaría una “curva de aprendizaje mejor que la de PBA por ser un territorio más chico, más fácil de hacer campaña y con el paso de las elecciones el número va a ir aumentando fuertemente”.  

 Según el informe, el padrón migrante está compuesto por personas oriundas de Bolivia (22%), Paraguay (20%) y Perú (15%), que suman más de la mitad del electorado habilitado. Asimismo, se resalta en el documento que “la gran novedad de las elecciones de 2021 fue la incorporación, en cuarto lugar y con el 10%, de las y los venezolanos”, que en 2019 había sido menor a 1%. Por otro lado, en las comunas 1, 3, 4, 7 y 8 de la zona sur se encuentra más de la mitad (54%) de la población migrante empadronada.

 Con respecto a los resultados de los comicios de 2021, teniendo el empadronamiento automático, Penchaszadeh resaltó que “el voto migrante se pareció bastante al de los nacionales en la Ciudad. Eso no habla de una especificidad migrante sino que el entorno social y político de unos y otros, así como los canales de comunicación y los debates son los mismos”. En esta línea, Ingrassia explica que este fenómeno no es nada extraño ya que “normalmente es gente que hace mucho tiempo está radicada acá o el tiempo suficiente como para haber tramitado el DNI argentino; es gente que comparte muchos de los problemas y prejuicios que tenemos nosotros”. El especialista lo analiza en términos sociológicos a través de la Ley de los grandes Números: “En una población grande coinciden las grandes tendencias. Ahí cae la población migrante, más allá de los prejuicios que se tienen sobre a quién se estima que voten. Por eso el voto termina por asimilarse”. 

Sobre todo esto, además del debate sobre la nacionalidad o la ciudadanía, sobrevuela un debate sobre la territorialidad del voto. Ingrassia lo explica a esta agencia como las dos caras de una moneda. De un lado, la población migrante que vive, trabaja y cría a sus hijos en un territorio y sus derechos políticos siguen siendo cuestionados, pudiendo votar únicamente referentes locales. Del otro lado, los argentinos que viven en el extranjero pero pueden empadronarse y votar autoridades nacionales: “Uno podría preguntarse, ¿por qué tiene que votar esa persona que no comparte territorio con nosotros?”, concluye el sociólogo. 

Un año sin Tehuel

Un año sin Tehuel

El joven trans desapareció el 11 de marzo del año pasado y, desde entonces, nada se sabe. Hubo manifestaciones en todo el país y, en la Ciudad, los manifestantes marcharon de la Casa de la Provincia de Buenos Aires al Congreso.

Las acreedoras salieron a la calle

Las acreedoras salieron a la calle

Tras dos años de pandemia, el colectivo de mujeres volvió a salir a la calle para exigir igualdad y el cese de la violencia de género. Acorde al contexto político, esta vez se sumaron las consignas contra la deuda externa. «La deuda es con nosotras. Que la paguen los que la fugaron».

Con carteles, banderas, canciones, bailes y la emoción a flor de piel, se reclamó por los 55 femicidios que hubo en lo que va del 2022 y por todas las que ya no están, por la separación de la Iglesia del Estado, porque se terminen de una vez los crímenes de odio, por la aparición con vida de Tehuel, por la absolución de Higui, por frenar las exigencias estéticas, por un Estado presente, por la igualdad de derechos; por que ser mujer no nos cueste la vida.

En familia, con amigas, solas y también agrupadas bajo los nombres de Ni una Menos, Actrices Argentinas, Transfeminismo antirracista, La Poderosa, Las Rojas, Fuba, Doulas, Futbol feminista, Las mariposas, La Cámpora, Migrantes, Frente Popular Darío Santillán, Nuevo Mas, Pan y Rosas, SiTraRePa, La Chilinga, RadFem, entre otros; la cuestión era marchar y poner el cuerpo.

“Si no estamos acá, nunca nadie se va a dar cuenta de lo que nos toca vivir. ¿Cuánto tiempo llevamos aguantando? ¡Hay que moverse! Estamos acostumbradas a bancar la violencia machista hace años, si no nos movemos no va a cambiar nada”, sostuvo Jordana Silva, quien se puso la remera de River y se juntó en la Plaza del Congreso con sus compañeras que militan el fútbol feminista. Específicamente reclaman para que el equipo femenino pueda jugar en el Monumental. Al lado de ellas, también se reunieron las chicas de San Lorenzo y Boca; podrán defender colores distintos adentro de la cancha, pero afuera las une la lucha por la igualdad de derechos.

A las 18, frente a una plaza llena y mientras puertas adentro del recinto se debatía el futuro de la deuda contraída con el FMI, comenzó la lectura del documento colectivo cuya propuesta principal fue que el endeudamiento lo paguen quienes fugaron capitales. A ello se sumó el pedido por la sanción de las leyes de humedales, de Acceso a la Tierra y de Soberanía Alimentaria, una modificación a la legislación que regula los alquileres, que se garantice la aplicación de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo e Interrupción Legal del Embarazo en todo el país y que se haga efectiva la Educación Sexual Integral. Algunas de las firmantes del documento fueron Nora Cortiñas y Taty Almeida, de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora; el Colectivo Ni una Menos; la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito; la Asamblea Feminista de la Villa 31 y 31 bis, CABA; la Unión de Trabajadorxs de la Tierra; y el Centro de Estudios Sociales y Legales (CELS); entre otros.

Para Ailén Tomke, integrante del conjunto Las Rojas, quien se acercó a marchar desde la Zona Oeste del conurbano bonerense, el reclamo más urgente es por el presupuesto para combatir todas las violencias hacia las mujeres y diversidades: “Que no haya refugios, que no haya educación sexual integral en todos los espacios educativos, hace que miles de mujeres estén hoy acá en las calles”. Sobre ella, el pasacalle firmado por La Poderosa sostenía: “Somos parte del PBI invisibilizado”. 

En tanto, Agustina Cabaleiro, también reconocida en Instagram como @onlinemami_, con sus 27 años, es referente del Colectivo de Gordes Activistas. La organización proclama que “sin gordes no hay feminismo”. Y agrega: “El reclamo es por la despatologización de los cuerpos; ser gordas no es estar enfermas”. En cuanto a la movilización general, considera que el llamado más urgente es bajar la tasa de femicidios.

Por su parte, Isabella Del Vechio y Valentina Ruiz, ambas de 15 años, se acercaron a marchar por primera vez. “Estamos acá para reclamar por la abolición de la industria pornográfica”, dice Isabella. “Me metí en el Radfem (feministas radicales) y entendí que todo lo que había aprendido en mi vida estaba mal”, agrega Valentina. Las dos concuerdan en la importancia de asistir a la convocatoria.

Como todos los años, las protagonistas refuerzan su lucha con la exposición de carteles que visibilizan el miedo, la incomodidad y la injusticia que enfrentan día a día. “No es no”, “el Estado es responsable”, “Se va a caer”, “Nos venden, violan, matan y nosotras somos las nazis”, “Me cuidan mis amigas”, “Nadie me preguntó cómo se veía mi agresor”, “Hoy lucho para existir mañana”, “Protesto porque cuando me pasó sentí culpa”, son algunas de las leyendas. El cartel lo sostiene una, pero representa a miles; cuando la vivencia particular se repite en centenares de historias la cuestión abandona el plano individual para convertirse en colectivo.

Razones para marchar hay tantas -o más- como la cantidad de personas que pusieron el cuerpo en la calle. Sin embargo, todas ellas tienen algo en común: defender los derechos y la vida de las mujeres.

Como todos los años, desde aquel 2015, que marcó un antes y un después en la lucha feminista en Argentina, los 8M y en cada marcha convocada por los movimientos de mujeres y disidencias hay un eco que retumba en las paredes del Congreso: “Abajo el patriarcado, se va a caer; arriba el feminismo que va a vencer.”