Nov 27, 2023 | DDHH, Destacado 5, Entrevistas, Novedades, slider, Vidas políticas
Flavio Rapisardi, militante e investigador del movimiento LGTBQI+, recuerda el ensañamiento particular de la dictadura con las diversidades sexogenéricas. Las continuidades durante la democracia, cómo impactó la gentrificación en la comunidad trans, la estigmatización del VIH, el matrimonio igualitario y la historia de la organización del colectivo.
40 AÑOS – COMUNICACIÓN Y DEMOCRACIA (1983 – 2023)
ANCCOM –junto a la Carrera de Ciencias de la Comunicación y a la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA- lanza Estuve ahí, un ciclo de entrevistas audiovisuales a los protagonistas de estos 40 años de democracia que celebra la Argentina.
La serie recorre los temas más trascendentes que tejieron la trama social desde 1983: los derechos humanos, la vida política, el mundo del trabajo, la economía, la deuda externa, la vivienda, los pueblos originarios, el campesinado, las luchas de género y diversidades, el ambientalismo, la cultura y el mundo de la comunicación, entre muchos otros.
Cada conversación constituye un verdadero diálogo intergeneracional entre los jóvenes periodistas de la agencia y aquellos que escribieron la historia.
Estrenamos todos los lunes! La primera, que estará disponible el próximo 28 de agosto, será a Estela Barnes de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo.
Entre los entrevistados se pueden mencionar a Adolfo Pérez Esquivel, Estela Carlotto, León Arslanián, Héctor Recalde, Federico Pinedo, Gustavo Grobocopatel, Mercedes Marcó del Pont, Daniel Arroyo, Dora Barrancos, Myriam Bregman, Juliana Di Tullio, Ana Castellani, Noemí Brenta, Luis Felipe Noé, Daniel Divinsky, Eduardo Longoni, Moira Millán, el padre Pepe Di Paola, Flavio Rapisardi, Emilce Moler, Manuel Goncalvez, Gervasio Muñoz, Enrique Viale y Damián Loreti, por mencionar solo algunos.
Créditos
ANCCOM
Equipo Audiovisual: Eduardo Morales ? – Jairo García – Noelia Pirsic
Producción Periodística: Diego Rosemberg, Sebastián Comellini, Clarisa Veiga, Ángel Berlanga, Cecilia Chervabaz, Esteban Magnani, Guillermo Wulff, Alejandro Cánepa, Horacio Cecchi, Adriana Meyer, Federico Corbiere.
Producción Fotográfica: Victoria Gesualdi y Leandro Teysseire.
Redes y Contenidos Digitales: Julio Alonso, Estefanía Hernández e Ian Werbin.
CEPIA
Florencia Mendes, Javier Ildarraz, Gustavo Intrieri, Nadia Rebrij, Florencia Canosa, Juan Lescano, Jorge Pinola.
Autoridades CCOM
Larisa Kevjal – Directora
Dolores Guichandut – Secretaria Académica | Sebastián Ackerman – Coordinador Técnico | Yamila Campo – Coordinadora Centro de Prácticas
Equipo de trabajo
Lucía Thierbach, Grisel Schang, Paula Morel, Emilia Silva y Sebastián Comellini
Oct 16, 2023 | DDHH, Destacado 4, Entrevistas, Novedades, slider, Vidas políticas
Daniel Divinsky, el mítico editor de Quino y Fontanarrosa, repasa su regreso al país después del exilio obligado por la dictadura militar. Su experiencia en Radio Belgrano, la Feria del Libro y en los albores de la democracia y cómo enfrentaron los pequeños sellos la crisis del libro. Desde la tiradas masivas a la impresión a demanda.
40 AÑOS – COMUNICACIÓN Y DEMOCRACIA (1983 – 2023)
ANCCOM –junto a la Carrera de Ciencias de la Comunicación y a la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA- lanza Estuve ahí, un ciclo de entrevistas audiovisuales a los protagonistas de estos 40 años de democracia que celebra la Argentina.
La serie recorre los temas más trascendentes que tejieron la trama social desde 1983: los derechos humanos, la vida política, el mundo del trabajo, la economía, la deuda externa, la vivienda, los pueblos originarios, el campesinado, las luchas de género y diversidades, el ambientalismo, la cultura y el mundo de la comunicación, entre muchos otros.
Cada conversación constituye un verdadero diálogo intergeneracional entre los jóvenes periodistas de la agencia y aquellos que escribieron la historia.
Estrenamos todos los lunes! La primera, que estará disponible el próximo 28 de agosto, será a Estela Barnes de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo.
Entre los entrevistados se pueden mencionar a Adolfo Pérez Esquivel, Estela Carlotto, León Arslanián, Héctor Recalde, Federico Pinedo, Gustavo Grobocopatel, Mercedes Marcó del Pont, Daniel Arroyo, Dora Barrancos, Myriam Bregman, Juliana Di Tullio, Ana Castellani, Noemí Brenta, Luis Felipe Noé, Daniel Divinsky, Eduardo Longoni, Moira Millán, el padre Pepe Di Paola, Flavio Rapisardi, Emilce Moler, Manuel Goncalvez, Gervasio Muñoz, Enrique Viale y Damián Loreti, por mencionar solo algunos.
Créditos
ANCCOM
Equipo Audiovisual: Eduardo Morales ? – Jairo García – Noelia Pirsic
Producción Periodística: Diego Rosemberg, Sebastián Comellini, Clarisa Veiga, Ángel Berlanga, Cecilia Chervabaz, Esteban Magnani, Guillermo Wulff, Alejandro Cánepa, Horacio Cecchi, Adriana Meyer, Federico Corbiere.
Producción Fotográfica: Victoria Gesualdi y Leandro Teysseire.
Redes y Contenidos Digitales: Julio Alonso, Estefanía Hernández e Ian Werbin.
CEPIA
Florencia Mendes, Javier Ildarraz, Gustavo Intrieri, Nadia Rebrij, Florencia Canosa, Juan Lescano, Jorge Pinola.
Autoridades CCOM
Larisa Kevjal – Directora
Dolores Guichandut – Secretaria Académica | Sebastián Ackerman – Coordinador Técnico | Yamila Campo – Coordinadora Centro de Prácticas
Equipo de trabajo
Lucía Thierbach, Grisel Schang, Paula Morel, Emilia Silva y Sebastián Comellini
Ene 9, 2020 | Culturas, Novedades, slider
Alfredo Gramajo Gutiérrez es el autor del cuadro La Salamanca Norteña, recientemente elegido por el Presidente para su despacho junto a otro del impresionista Fernando Fader. El primer pintor, nacido en 1893 en Tucumán y fallecido en 1961 en Olivos, se dedicó a retratar la vida en el norte argentino, su universo abarca el trabajo de la tierra, las ferias, los ritos religiosos, las leyendas.
Nieves del Valle, hija del artista, lo recuerda como un hombre callado, fino, de profunda fe, de mirada melancólica. Gramajo Gutiérrez conoció de chico las penas de la existencia. Tenía siete años cuando su padre murió de una súbita enfermedad. Era el segundo de cinco hermanos y la suerte de su familia quedó en buena parte a su cargo. Los Gramajo Gutiérrez dejaron Tucumán y se fueron a Buenos Aires. A los catorce años, Alfredo empezó a trabajar en los Ferrocarriles del Estado. Su labor en los trenes sería su fuente de sustento por cuarenta años y le daría la oportunidad de conocer a su esposa, una maestra catamarqueña, en uno de sus viajes, y de pintar ese norte que fue su inagotable fuente de inspiración.
Su vocación por representar a la gente humilde de su pueblo se despertó en torno a los festejos del Centenario. Buscó formarse en el dibujo y la pintura y estudió en la Sociedad Estímulo de Bellas Artes y en la Escuela Nacional de Artes Decorativas. También cursó estudios para desempeñarse como profesor, cargo que ejerció desde 1939 en la Escuela Manuel Belgrano.
Tempranamente, fue premiado por el cuadro La promesa que le valió un premio de la Comisión Nacional de Bellas Artes. Pero sin duda el reconocimiento más sonado llegó de la pluma de Leopoldo Lugones, cuando en 1920, en un artículo en La Nación, lo llamó “el pintor nacional”. Obtuvo posteriormente varias distinciones, entre ellas la Medalla de Oro y Diploma de Honor de la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929 y el Gran Premio de Honor del Ministerio de Educación y Justicia del Salón Nacional de Bellas Artes.
El cuadro La Salamanca Norteña, galardonado en 1946 por la Comisión Nacional de Cultura, se encontraba en otra dependencia del Estado Nacional antes de su traslado al despacho presidencial. La pintura representa un espacio diabólico y de brujería invocado en leyendas hispanoamericanas.
A lo largo de los años, Gramajo Gutiérrez fue perfeccionando un estilo propio. Usaba una paleta de colores vivos, plenos, dibujaba las figuras de forma intencionadamente rudimentaria y las perspectivas se generaban más bien por contrastes de colores o por la acumulación de personajes superpuestos antes que por una composición estrictamente geométrica. En sus cuadros hay gente, hay religión y rituales, hay paisajes, hay trabajadores bajo el rayo del sol, hay costumbres de tierra adentro, desconocidas en la capital cosmopolita, pero cercanas al corazón del artista. No los observaba con exotismo. Sus personajes, tal como él, no sonríen.
El tren no sólo le brindó el medio para acercarse a lo que quería pintar. Algunas publicaciones de la revista Riel y fomento –editada por Ferrocarriles– llevaron en la tapa ilustraciones con sus obras. La revista tenía estrecha relación con la búsqueda de una construcción de la argentinidad y esos cuadros, catalogados como costumbristas, permitían mostrar la cotidianeidad de una región del país.
Gramajo Gutiérrez integró, junto con otros, lo que se llamó “la Orden del Tornillo”, una distinción inventada por Quinquela Martín para premiar a los artistas. La condecoración era un tornillo de unos quince centímetros que simbolizaba el “que les falta a los artistas” y los conminaba a la búsqueda de “la Verdad, el Bien y la Belleza”.

El artista junto al presidente Marcelo Torcuato de Alvear. Foto: Gentileza de la Familia
“Era apolítico”, afirma su hija. Nunca integró un grupo específico, aunque tuvo cercanía con figuras como el radical Ricardo Rojas (cuyo libro El país de la selva llevó ilustraciones suyas). Pero también podía relacionarse con Leónidas Barletta, comunista y fundador del Teatro del Pueblo, o ser amigo de la feminista Alfonsina Storni. “Estaba inmerso en el clima renovador y revolucionario de los pintores que provenían de Europa, tanto de los que se mantenían en los márgenes clásicos –por ejemplo, el joven Spilimbergo o el ya maduro y americanizado Sívori–, como también de los emergentes y revolucionarios –Del Prete y Xul Solar. Se vinculó con Antonio Berni, militante de un original realismo social, y con otros artistas que luego fueron seguidos por las vanguardias del 40”, escribieron María Inés Rodríguez Aguilar y Miguel Ruffo, curadores de una muestra retrospectiva realizada en 2011. Tres años después, la exposición La hora americana 1910-1950 del Museo Nacional de Bellas Artes, también mostró obras del artista en el contexto del movimiento americanista.
El deseo de contribuir a un arte nacional que pudiera dar cuenta de las tradiciones populares locales fue un imperativo que guió su obra. Un día de febrero de 1933 llegó a su residencia en Olivos una carta del Director Nacional de Bellas Artes. Lo invitaban a un viaje a San Juan para “recorrer algunas zonas de esa provincia y recoger algunos elementos del folklore local”. Dos meses más tarde, Gramajo Gutiérrez escribió al Director después del viaje para decirle lo muy satisfecho que estaba y le contó que él y otros le habían propuesto al Gobernador que se creara un Museo Provincial de Bellas Artes. El museo efectivamente se creó, se inauguró un año después de ese intercambio de cartas.
“No sé de escuelas ni de academicismos. Pinto para los hombres de sentimiento, para los que aman la vida, para los que se amargan con sus tristezas, para los que quieren liberar de su condenación a los condenados, iluminar en sus tinieblas a los envilecidos, salvar de la pendiente de la muerte a los que viven enceguecidos y enfermos”, se definía el artista.
La obra de Gramajo Gutiérrez, patrimonio del arte nacional, se encuentra dispersa entre colecciones privadas y algunos museos abiertos al público, como el Bellas Artes, el de Tigre o el Quinquela Martín.
Nov 27, 2019 | Culturas, Novedades

Más de cien dibujantes, amateurs y profesionales y de todas las edades, se reúnen para dibujar la Ciudad.
Es un sábado atípico en el Instituto de Oncología Ángel H. Roffo. Hacia las 14, un nutrido grupo de personas se reúne frente al auditorio: son los Croquiseros Urbanos de la Ciudad de Buenos Aires que dan inicio a su salida número 102. Luego de un breve saludo, cada integrante sale a buscar una perspectiva que capte su atención, despliega su silla portátil o se sienta donde encuentra lugar y se pone manos a la obra.
Croquiseros Urbanos es un colectivo de más de cien dibujantes, en su mayoría profesionales de la arquitectura, que se juntan una vez por mes, desde hace casi una década, para bosquejar los escenarios urbanos porteños. En ocasiones han asistido a salidas especiales en lugares fuera de la Capital, incluso internacionales, como Montevideo o La Habana. Generalmente eligen ellos mismos los espacios a visitar, pero en otras oportunidades son invitados por instituciones o grupos, tal como en el caso del Instituto Roffo.
Los miembros de Croquiseros ponen en juego una percepción poética y personal en la observación de espacios y edificios. “Hay lugares muy lindos de Buenos Aires que no tienen una arquitectura de estilo, son más marginales o al borde del Riachuelo. Son lugares interesantes para dibujar, pintorescos”, cuenta Sandro Borghini, uno de los que conforma el grupo organizador y referente del dibujo arquitectónico. “Nos pasa de ir a sitios que transitamos a diario a veces y recién cuando nos detenemos y nos ponemos a mirar ahí encontramos algo interesante. Muchas veces nos invitan instituciones, agrupaciones que se dedican a tratar de rescatar arquitectura patrimonial y visibilizarla. Entonces vamos y ahí sí hacemos un trabajo de ‘rescate’”, continúa, aunque resalta que ese no es el objetivo principal sino algo eventual. Borghini señala que la actividad les da la oportunidad de conocer la urbe de otra manera y tener acceso a lugares que no se podrían visitar de otra forma.

“Lo nuestro es más bien como una escuela. Vienen a probar y empiezan ahí a aprender», dice Adhemar Orellana Rioja.
Uno de los valores que sostienen los croquiseros es la creación de un ambiente democrático y abierto. “A partir de la movida de Buenos Aires se fueron generando agrupaciones con la misma idea, abiertas, que participen los que quieran. No es elitista como otros grupos que son con invitación cerrada a gente que dibuja muy bien”, destaca Adhemar Orellana Rioja, miembro a cargo de la organización de las salidas. “Lo nuestro es más bien como una escuela. Que vengan a probar y empiezan ahí a aprender. Hemos visto muchos avances de gente que al principio no dibujaba bien y ahora se suelta”, asegura. Orellana es profesor de Diseño en la UBA en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU) y siempre invita a sus alumnos a sumarse, convencido de que Croquiseros es un buen espacio para tender puentes entre generaciones. De hecho, algunos niños traídos por sus familias también participan con entusiasmo del encuentro.
Cada croquisero elige libremente a qué salidas sumarse, algunos se incorporaron recientemente, otros se fueron y volvieron. Pero coinciden en el gusto por encontrarse con otras personas para compartir un arte del que todos disfrutan. La compañía convive con la soledad y la introspección. Algunos charlan con quien tienen al lado, otros prefieren el silencio. “Te pasás horas encontrándote con vos mismo, en el estado más placentero que es estar dibujando. Para nosotros es más una terapia que otra cosa, no hay un objetivo de vender lo que hacés, a lo sumo publicamos y hacemos las muestras”, afirma Oscar Hernández, mientras termina su trabajo de una perspectiva de la parte trasera de uno de los edificios del Roffo.
Tres horas más tarde, hacia el final del encuentro, todos los integrantes, dispersos por el predio, se reúnen nuevamente para compartir sus trabajos. Cada uno deja en el piso sus hojas y cuadernos de diversos tamaños y de pronto se crea una larga fila. Obras hechas en acuarela, lápiz o tinta muestran un costado bello y multifacético del Instituto. Los presentes recorren la muestra improvisada, comentan, señalan, preguntan de quién es tal o cual obra y se felicitan entre sí. Se despiden hasta el próximo mes, que los encontrará en otro sitio, pero siempre dibujando.

Sep 24, 2019 | Culturas, Novedades

La Compañía surgió como un proyecto pedagógico en 2017 y en cada ciclo lectivo monta una nueva obra.
La obra anunciada es L’Enfant et les sortilèges (El niño y los sortilegios), de Maurice Ravel. Falta poco para salir al escenario del porteño Teatro del Globo. Jeans y remeras son reemplazados por coloridos atuendos, pelucas y maquillajes. Estos chicos y chicas que ahora charlan de series, se sacan selfies frente al espejo y vocalizan con la ayuda de un celular, cuando salgan de los camarines darán vida a personajes diversos: un niño travieso, animales, muebles que cantan, árboles heridos, un reloj sin péndulo o un fuego que quema a los malos y calienta a los buenos. Bea Odoriz, la directora escénica de la Compañía, los convoca y todos se reúnen: “¡Esto se va para arriba!”, exclama para animarlos. “Es un placer y un orgullo tantos talentos jóvenes”, agrega Santiago Cano, director del coro Carlos López Buchardo, que junto con el Ensamble de Percusión de la UNA se sumaron a la misión de interpretar esta “ópera de bolsillo” –dura menos de una hora– del compositor francés.
La Compañía surgió como un proyecto pedagógico en 2017 y en cada ciclo lectivo monta una nueva obra. El espacio brinda la posibilidad de que los estudiantes tengan una práctica en escenarios y se propone, a su vez, generar nuevos públicos “Por eso vamos a las escuelas. Es importantísimo que vean que los intérpretes son jóvenes, que se tiran por el piso, que andan por el aire y que no se paran como señoras gordas a cantar una ópera”, dice Marta Blanco, a cargo de la dirección musical. “En el último tiempo hay un revival de la ópera en Buenos Aires. Este año cumple veinte años Juventus Lyrica, una compañía que se propuso acercar a la juventud y darle una oportunidad a los nóveles cantantes de subirse a un escenario con una orquesta y una puesta, cosa que antes no existía”, afirma Santiago Cano.
Con música de Ravel y libreto de la popular Colette, El niño y los sortilegios fue estrenada por primera vez en 1925 y cuenta la historia de un chico rebelde que esconde un corazón dulce. Después de un reto de su madre por no hacer las tareas del colegio, el pequeño rompe las hojas de su cuaderno y continúa en su afán destructivo hasta que descubre que todo a su alrededor empieza a cobrar vida y las travesuras pasadas se le vuelven en contra. Animales y objetos intervienen en la fantasía que se despliega sobre tablas, mientras el protagonista contempla, a veces asustado y a veces fascinado. “Estos roles se prestan a una gran imaginación, que los chicos tienen muchísima y los grandes esperemos que no la pierdan demasiado. La música es maravillosa, con pocos elementos muestra un mundo. Queremos mostrárselo así a la gente. No es una cosa alambicada ni de otro siglo”, asegura Marta Blanco.

“Tratamos que el cuerpo esté vivo, que sea expresivo y la voz una continuidad”, señala Odoriz, directora escénica.
El trabajo físico es uno de los desafíos que los alumnos deben atravesar. Si el personaje es la rana, el intérprete se agacha y salta, el gato se relame, la taza china y la tetera bailan. “Tratamos que el cuerpo esté vivo, que sea expresivo y la voz una continuidad”, señala Odoriz, la directora escénica que acompaña a los estudiantes en materia actoral. “Se ejercita con la dificultad, siempre con la idea de que es un proyecto pedagógico y ellos tienen que aprender esto, no es solamente algo estético”, añade.
“La obra me encanta, me llega, es hermosa y emotiva. Tiene un montón de momentos que pasan muy rápido, pero cada uno es especial y complejo dentro de lo breve”, destaca Maia Wierzwinsky, que integra La Compañía y en próximas funciones representará el papel principal. “Como el niño está todo el tiempo en escena, hay que practicar mucho cuál es la reacción de cada momento, cada uno es diferente y hay que saber transmitirlo”, subraya. “En la ópera tenés que bailar, cantar, actuar, aprender idiomas, coreografías, cantar con otros y con instrumentos, mirar a un director mientras lo hacés. Es muy complejo pero es como jugar, eso es lo que me gusta”, refiere Myriam Rojas, quien interpreta a una princesa y a un murciélago.
“Nosotros en realidad hacemos conciertos. Esta es la primera vez que hacemos algo así”, cuenta Lourdes Bandeira, integrante del Coro López Buchardo. “Es como un sueño, algo increíble, porque producir una ópera lleva un montón de dinero, contratar director de orquesta, músicos, cantantes, escenografía, el lugar y todo esto es ad honorem, gratis. Algunas personas quisieron ayudar y se comprometieron sólo por amor al arte”, concluye entusiasmada.
La Compañía continuará haciendo presentaciones de la obra en escuelas y la llevará a la Manzana de las Luces en un evento también destinado a establecimientos educativos. Para más información: musicalesysonoras.una.edu.ar