¿No culpes al rugby?

¿No culpes al rugby?

El juicio por el asesinato de Fernando Báez Sosa vuelve a poner al rugby en el ojo de la tormenta. ¿Es todavía un deporte elitista como en sus inicios? ¿Fomenta la violencia? ¿Por qué no pasa con otros deportes?

 El rugby es un deporte de larga historia en nuestro país. El primer partido se jugó en 1873 en el Buenos Aires Cricket Club y 26 años después se fundó la River Plate Rugby Championship, antecesora de la Unión Argentina de Rugby (UAR), y organizadora de la liga local. Según datos de la UAR, el rugby argentino tiene hoy 574 clubes divididos en 25 uniones. Hay más de 100.000 jugadores fichados y 1.693 referís. En las mujeres, el número es mucho más bajo: 4.500 jugadoras.

Como se ve, el rugby tiene una larga tradición en nuestro país y no han sido extraños los casos en que se los asoció con la violencia, el elitismo y el machismo. El juicio por el crimen de Fernando Báez Sosa volvió a instalar el debate alrededor de un deporte que practicaban algunos de los ocho acusados. La pregunta insistente entre propios y ajenos es: ¿qué pasa en el rugby?

Es que el asesinato de Báez Sosa no es un hecho aislado: en los ulltimos años se han registrado muchos ataques y golpizas protagonizados por rugbiers. La muerte ocurrida en Villa Gesell renovó el interés de la prensa que volvió a prestar atención a algo que, en realidad, es recurrente y adquire diversas formas: los tuits racistas y xenófobos de Los Pumas Pablo Matera, Guido Petti y Santiago Nocino, lo demuestran. Los tres fueron sancionados y pidieron disculpas pero sus “chistes” hablan de qué resulta gracioso para jugadores que son mirados con admiración por sus pares. También tuvo repercusión la experiencia vivida por Julian Princic, productor de TyC Sports.

Sin caer en generalizaciones, la reiteración de estos sucesos invita a pensar si existe o no una relación entre la violencia y el rugby o en por qué estas situaciones no se dan tanto en otras disciplinas deportivas.

Violencia y rugby

“La violencia apunta a una descarga agresiva, sin ningún filtro, con tintes de reírse, maltratar y humillar al otro”, explica Elvecia Trigo, psicóloga y miembro de la Asociación Escuela Argentina de Psicoterapia para Graduados (AEAPG). Ante la consulta de si el rugby es o no un deporte violento, la especialista responde: “Puede ocurrir que la persona que juega al rugby sea violenta previamente y elija al deporte para canalizar sin límites su propia violencia. Pero los deportes no son destructivos, todo lo contrario”.

A diferencia de muchas voces del rugby que prefieren barrer bajo la alfombra estos temas, el ex capitán de Los Pumas, Agustín Pichot, pateó el tablero hace un año durante una entrevista que le hicieron en Infobae: “El gran problema que hemos tenido como deporte es no haber diferenciado lo bueno y lo malo. Haber naturalizado la violencia”.

“A mí me mordió la cola una persona de 130kg que tiene una mandíbula diferente, parece un dogo”, confesó Pichot. “No me pude sentar por cuatro días y eso es cero gracioso, pero se naturalizó”. Los bautismos se realizan cuando un jugador debuta en el primer equipo. Son un rito de iniciación que por lo general suponen un carácter violento. Van desde cortes de pelo, violencia física o ser humillado frente a los demás. Este tipo de tradiciones son históricas en el mundo del rugby, pero en los últimos años, su frecuencia y carácter violento han ido disminuyendo.

El periodista y escritor, Daniel Dionisi, coincide y celebra las declaraciones de Pichot. Según él, el rugby aún tiene muchas cosas por corregir, como los bautismos, el consumo de alcohol o las salidas en manada: “En el rugby existe el hábito del golpe. El jugador está más acostumbrado a sufrirlo que en otros deportes. Desde chico jugás golpeándote. Además, tienen un físico más desarrollado en cuanto a la fuerza que otros deportistas. En muchos partidos sucede que un jugador le pega una piña a otro y al rato están como si nada. O en reuniones sociales, donde de la nada se agarran a piñas y después comparten una cerveza. Algunos rugbiers no entienden que el resto de la sociedad no está acostumbrada a este tipo de situaciones”.

Rugby de clases

“Buena parte de la sociedad ve a los jugadores de rugby como personas violentas y prepotentes. Mucha gente cree que el rugby es un deporte elitista, de chetos, pero eso cambió hace décadas”, asegura Christian Gomez Scher, periodista y ex rugbier.

Si bien hoy en día es un deporte más popularizado, aún persisten componentes elitistas, clasistas y discriminatorios en el rugby argentino. El hecho de que se practique en todo el país, inclusive en las áreas más carenciadas del conurbano, suele utilizarse como argumento para catalogarlo como un deporte “popular”. Para Dionisi esta simplificación puede ser una trampa: “Si vos sos jugador de un club en González Catán y por el hecho de jugar ahí te sentís superior a los pibes que viven en la villa de enfrente, está funcionando un elemento elitista igual que si el club quedará en San Isidro. Entonces no solo se trata de llevar el rugby a todos lados, sino que además hay que eliminar esa soberbia”.

¿Pasa lo mismo en otros países? En Inglaterra, el rugby fue históricamente de los “college”. Existía allí un componente elitista y clasista que fue copiado por el rugby argentino en sus inicios. En cambio, en Francia siempre se caracterizó por ser un deporte de los sectores populares, al igual que en Gales, donde lo jugaban los mineros. “En los primeros enfrentamientos con Francia, en los años 40’, cuando el rugby sí era un deporte elitista en nuestro país, los jugadores argentinos se sorprendían de jugar ante un carnicero, un barrendero o un obrero”, cuenta Dionisi.

En Nueva Zelanda, país más ganador de la Copa Mundial y del Rugby Championship, es el deporte nacional. Sin embargo, esto no ha impedido que numerosos jugadores estuvieran involucrados en casos de violencia fuera de las canchas, en algunos casos contra las mujeres.

En Sudáfrica, donde incluso antes de que se introdujera la legislación del apartheid en 1948, su selección nacional era integrada sólo por jugadores blancos. Los “Springboks” fueron un símbolo de la división racial dentro del país. La situación comenzó a modificarse paulatinamente gracias a las transformaciones llevadas a cabo por Mandela a partir de 1994. Aún así, solo siete jugadores negros fueron convocados para disputar el mundial de 2015 pese a que forman el 84% de los jugadores sudafricanos menores de 18 años, según el diario Marca.

En estos países no aparece con frecuencia la asociación entre rugby y violencia, al menos fuera del campo de juego.

 

El machismo y racismos presentes

Otro de las variables que afectan al rugby es el machismo. A diferencia del resto del mundo, donde se está fomentando el rugby femenino, los clubes más tradicionales de nuestro país mantienen muchos prejuicios machistas. Para el sociólogo y ex-rugbier Jorge Elbaum: “Una gran parte de los chicos están educados en una impronta donde se autoriza una forma de machismo y lógica patriarcal que lleva a una violencia física totalmente injustificada. Hay una combinación entre el machismo y la violencia dentro del rugby”.

Elbaum señala a las instituciones y al Estado como los responsables de modificar esta situación, exigiendo a los clubes que estén más en contacto con la educación formativa del deporte: “Tiene que haber una política de concientización acerca de lo que significa portar un cuerpo con la capacidad de lastimar. Hay que explicarles desde chicos que no pueden levantarle la mano a nadie, ni dentro ni fuera de la cancha. La UAR, la URBA y los clubes están en falta con lo formativo”.

“Estamos ante un problema social grave, cuya estructura básica tiene dos componentes: un problema de género y otro de clase. En nuestro país, el problema de clase tiene un subproducto que es el racismo. El asesinato de Báez Sosa es la expresión de todas estas problemáticas”, agrega.

Con el objetivo de erradicar la violencia y resolver cualquier tipo de conflictividades del rugby en Argentina, a mediados de 2020 la UAR implementó el programa “Rugby 2030, hacia una nueva cultura”. Siguiendo la misma línea, la Unión de Rugby de Buenos Aires (URBA) creó la comisión de formación integral y mejora del comportamiento (FIMCO), que realiza diversas actividades y talleres. Sera cuestión de tiempo saber si estos programas logran modificar la formación de los chicos en este deporte.

No cabe duda de que todas estas cuestiones son mejorables, pero sus raíces son profundas. Las decisiones que se tomen no deberán ser aisladas e inconexas como ocurrió hasta el momento. Se debe erradicar la soberbia todavía presente en algunos sectores del rugby que los lleva a idealizarse en una posición ética y moral superior al resto. En definitiva, la solución debe apuntar a problemas sociales de fondo: la violencia, el machismo, el clasismo y la discriminación que continúan particularmente enquistados en el rugby argentino.

 

Un día para pedir deseos

Un día para pedir deseos

La tradición de La Alasita, un festejo del pueblo boliviano que se cumple cada 23 de enero en La Paz, se trasladó al Parque Indoamericano, en Villa Soldati. Colores, aromas, comidas, y sobre todo, ekekos para cargarlos de deseos que deberán cumplirse, según la leyenda.

La Tradición de Alasita, una festividad que tiene lugar cada 24 de enero en la ciudad de La Paz, Bolivia, y que se prolonga por semanas, fue trasladada a la Ciudad de Buenos Aires. El festejo tuvo lugar en el Parque Indoamericano, en el barrio de Villa Soldati. Desde el mediodía, bolivianos, argentinos, y personas de otras nacionalidades acudieron a los predios a la celebración ancestral en honor a la deidad Ekeko que se realiza desde 1781 y gira en torno a tradiciones indígenas.

Las alasitas son miniaturas que representan deseos -dinero, negocios, casas, autos, títulos académicos-, y que son encomendadas al Ekeko, la deidad de la abundancia, para que los materialice.

“Los artículos vienen de Bolivia, mayormente vienen de La Paz, de Copacabana, todo es bien nativo -explicó a Anccom Emiliano Fernández, uno de los artesanos bolivianos que en su puesto vendía alasitas-. El toro simboliza el trabajo, la fuerza. El elefante es la suerte, la plata. Lo que hace cada uno al comprarlo es llenarlo mes a mes, lo junta y cada 23 de enero a la noche se lo rompe y con lo que juntó dentro se compra nuevamente y renueva lo que se compró. Se compra para recrear esa fe y que se haga realidad.”

«Hoy todos vamos a recibir la bendición, porque lo que nos une es la fe » resonaba en los parlantes como bienvenida al evento. La apertura de la celebración fue marcada por la canción tradicional interpretada por Manuel Monroy Chazarreta, que con sonidos tradicionales habla del simbolismo que representan las alasitas.

“Esta fiesta se realiza en honor al dios de la abundancia, que es el Ekeko, puedes comprar todo lo que desees, tal vez estás en deuda, puedes comprar billetes en dólares, la cantidad que debes y hacerlos sahumar con el objetivo de poder pagar la deuda en el transcurso de este año. El día de hoy es la fiesta de los deseos”, dijo Esperanza Vargas, organizadora del evento.

Las compras fueron acompañadas por música tradicional y grupos de la colectividad que salían a representar danzas típicas vestidos con los trajes tradicionales pintados de amarillo, rojo, blanco, y azul. Niños y adolescentes de entre 12 y 17 años recuperaban las tradiciones bolivianas. El sector gastronómico se desplegaba con puestos de comida típica, refrescos y ensaladas de frutas.

Alasita, significa “cómprame”, sin embargo no solo se adquirían deseos de bienes materiales, también había figuras de animales en barro, que podían ser grandes o pequeñas, repletas de simbolismos. Adornadas con papeles que imprimen dólares, pesos argentinos y bolivianos. “Como si fuera una vaca al matadero, tiene mucha carne, es abundante. El toro es una alcancía así que al año al llevarlo al matadero traerá abundancia, con todo el dinero ahorrado”, explicó un asistente, que ya había comprado su toro y lo llevaba montado en el cochecito de su hijo.

En pleno calor de verano algunos árboles hacían sombra, el olor a incienso, palo santo y carboncillo usado por los chamanes “Yatiris” en sus rituales armaban la mística de la celebración.

En las carpas, se encontraban los puestos con las alasitas para la venta. Los compradores, impulsados por la fe la llevaban sin regatear. Se dice, que entre más se gaste mayor será la abundancia que traerá.

Familias, parejas, y amigos, iban atravesando la feria comprando de todo lo que se exponía. Un título para la hija, un auto para el padre, dinero para la madre y una canasta llena de alimentos en miniatura. Compraban para sí mismos o para regalar a personas a quienes se les desea buen augurio.

Los deseos miniaturas, eran envueltos en un tari (un pequeño aguayo cuadrado, semejante al que las mujeres bolivianas envuelven a sus críos para colgarlos de su espalda) y en familia iban a formar enormes filas para hacerlos challar (una ceremonia de reciprocidad con la Pachamama).

Los integrantes de la familia se organizaban alrededor del Yatiri (el que sabe), -quien vestía con un rojo encendido y preparaban las miniaturas para la Challa- y con las manos en ofrenda recibían una mezcla de azúcar, arroz y lentejas que fueron cayendo en el tari. Luego, con una rosa roja impregnada de alcohol y de vino, los salpicaba. El Yatiri indicaba luego de realizar el rezo que froten sus manos con todo aquello que les quedó y en un movimiento simbólico lleven el dinero a los bolsillos y carteras.

Carboncillo, incienso, vino, alcohol medicinal, hojas de coca, y pétalos de flor son los ingredientes habituales para la ofrenda a la naturaleza. Rituales que pasan de generación en generación y que resultan una acción primordial para que la miniatura alcance la eficacia simbólica del poder benefactor de Ekeko.

Fredi Llanos, Yatiri de la comunidad boliviana, comentó acerca del ritual que se hacía que “todo tiene significados, hay arroz, azúcar, lentejas, sinónimo de bienestar, de llamar la buena energía, la buena vibra. Mientras tú tengas fe, y esa confianza, todo va a hacerse realidad, porque cada mañana te vas a despertar y vas a decir quiero ese auto, o ese terreno, y te va a dar esa fortaleza. Eso es lo que hacemos nosotros con todo eso. El alcohol sana, el vino da fuerza -agregó-, la creencia es de Challarle para que no le falte el dinero, se pide que tenga trabajo y que no le falte. Y lo más importante, es la salud, que tenga salud y que haga realidad todos sus sueños y lo que está viniendo a pedir en este día.”

Las comidas típicas y la música le dieron color al lugar. Para las familias fue “como traer una parte de la tradición” y para aquellos que llevan muchos años viviendo lejos fue “inevitable no sentir nostalgia por lo que te hace recordar”.

Alrededor de las 16 aquellos que ya habían completado el camino, se echaron sobre algunas mantas extendidas en el suelo, en familia, sacaron algunos envases de comida para compartir entre ellos, almorzaron disfrutando de la música, los bailes, el calor, mientras los niños correteaban y jugaban. Así se fue yendo el festejo de La Alasita en Buenos Aires.

«La gran cuestión es que el público más joven ha construido su cinefilia fuera de las salas y el culto que había hacia ellas ya no es tan evidente»

«La gran cuestión es que el público más joven ha construido su cinefilia fuera de las salas y el culto que había hacia ellas ya no es tan evidente»

El editor en jefe de la mítica revista de cine francesa Cahiers du Cinéma, Marcos Uzal, asistió a la 37° edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. En un contexto que exige pensar nuevas formas de comprender tanto los procesos creativos de las películas como la distribución de las mismas, reflexionó con ANCCOM acerca de su trayectoria, la historia de la revista y la evolución del cine. Entrevista publicada el 13 de noviembre de 2022.

¿Cuándo comenzaste a interesarte por el cine?

Te das cuenta que eres cinéfilo cuando ya empiezas a ver películas solo y no solo con el grupo de amigos; cuando ves cosas que los amigos no ven o te encanta volver a ver las películas. En la adolescencia empecé a comprar revistas, leer la crítica del cine y a hacer peliculitas en súper 8mm. Para mí, parte de la cinefilia es hacer películas, pero también leer a la crítica o libros de historia del cine. Tiempo después me fui a la universidad en París y me inscribí para realizar películas, pero me interesó más la teoría que la práctica y empecé a escribir. De la cinefilia me pase a la escritura de manera muy lógica.

¿Cuál es la historia de la revista Cahiers du Cinema?

La revista se creó en el ‘51 y marcó el hecho de que la crítica tenga influencia en la producción. Siempre ha estado para acompañar la manera en la que el cine evoluciona y, a veces, de manera muy activa. Por eso, muchos de los críticos de la revista fueron cineastas. Además hay muchas teorías inventadas como la teoría de los autores que considera que las películas más novedosas son cuando el autor es el director, quien piensa la puesta en escena. En la época no era evidente que los autores de la película fueran los directores, se pensaba que eran los guionistas, pero mucho más que el guión o el tema, es la forma que piensa el director lo propio del cine. Así se defendió a alguien como Alfred Hitchcock, quien estaba un poco despreciado porque se consideraba que sus películas tenían temas no muy serios.Cahiers consideró a Hitchcock como un gran inventor de formas y en esas formas pasa una visión del mundo mucho más fuerte que en una temática… Hoy todo el mundo piensa que el autor de una película es quién la dirige.

¿Cuáles eran las diferencias con otras revistas de la época?

Las otras revistas defendían las películas por los temas políticos y sociales, pero desde Cahiers se entendía que no solo hay que hacer películas políticas, sino también hay que hacer políticamente películas. Es decir, la forma de dirigir ya es algo político porque es una mirada sobre el mundo. Si filmas a personajes que son víctimas de la sociedad, la manera que tengas de mostrarla es más importante que las intenciones. Puedes tener muy buenas intenciones y tratar mal a los personajes por la manera que la filmarlas. Por eso, hay películas con muy buenas intenciones políticas pero que no encontraron una forma.

¿Cuál es la relación que se da entre la crítica y el cine en Cahiers du Cinema?

Siempre se dio que muchos de los críticos de la revista también dirigían. Jean-LucGodard fue uno de ellos y mencionaba que los críticos que después dirigían, ya estaban haciendo cine antes. Escribir crítica no es solamente comentar algo que está hecho, sino opinar, tener una visión del cine o acompañar un gesto..,ya hay algo que tiene que ver con la práctica. Al ser una revista ligada a tener en cuenta las formas de las películas, Cahiers siempre le dio importancia al gesto creativo. Por eso inauguró las largas entrevistas con los cineastas con una gran atención en el acto de creación, no solo considerar a la película como un producto terminado. Ahora también hacemos reportajes a técnicos que han trabajado en varias películas porque nos importa la técnica también como parte de la creación.

La actualidad del cine ha cambiado y eso lleva a pensar nuevas formas de distribución, ¿cómo piensan esas modificaciones?

Cuando entré en la revista fui forzado a interesarme en la difusión porque estábamos en pandemia. Si bien muchas revistas decidieron inventar algo, nosotros nos situamos en la actualidad y tratamos de pensar cuál era. Había sitios de internet donde se podían encontrar muchas películas piratas y nos reprochaban que hacíamos elogio de la piratería, pero era una manera de decir que para muchos cinéfilos jóvenes, las películas circulaban así.

La actualidad del cine ha cambiado, las películas circulan de cien maneras diferentes y se crean nuevas cinefilias. Ahora que volvimos a tiempos más normales, es importante pensar qué hace la nueva actualidad que durante años era evidente que se daba con los estrenos en las salas de cine, pero ahora está en DVDs, festivales, libros de cine, plataformas como Netflix o MUBI. Esa parte de todo el cine que se puede ver fuera de las salas y tratamos de hablar, esperando que el público pueda verlo.

¿Cuáles son los desafíos que presentan esas modificaciones?

La gran cuestión es que el público más joven ha construido su cinefilia fuera de las salas y el culto que había hacia ellas ya no es tan evidente. Yo creo que no es lo mismo ver una película en las salas que en el ordenador, ya que se trata de un espacio donde se puede vivir colectivamente una experiencia de cine. Si bien no sé cómo va a evolucionar, creo que lo que está en peligro es el cine del medio que cuenta con una producción clásica, subvencionada, y no encuentra espacios de socialización. De este modo, el cine se va a radicalizar, una parte más blockbuster y otra underground, autoproducida.
Nosotros tenemos que continuar con lo que hacemos y afirmar que el cine es un arte, las cifras de entradas no son un criterio. Lo que hace la actualidad del cine y de una película es la evolución del cine como arte. En la crítica, de manera general, está desapareciendo un poco lo que era una evidencia y hay una tendencia a querer defender el cine como industria.

¿Cuál es la importancia de los festivales y el cine?

Me parece un poco deprimente cuando los festivales son para profesionales, acá hay un público y es importante que puedan ver al cine como algo festivo. Hablar de las películas después de haberlas visto es parte de las mismas, y es un lugar que tiene la crítica para generar ganas de discutir y pensar.

El cine nos habla del mundo donde estamos y por eso sirve hablar de él, establece todo el tiempo relaciones con el exterior y la intimidad. Cada vez que vuelves a ver una película después de dos o tres años, la película te da noticias de ti porque has cambiado porque no son obras de arte terminadas en mármol. En el cine hay algo más vivo y que lo vuelve frágil porque se revuelven cosas que fueron olvidadas: A veces ves películas que eran muy adoradas en una época y ahora ya no son tan buenas, pero puede que en cien años haya gente que las vea geniales. Esa parte tan viva del cine es lo que lo hace singular.

El reclamo de las mujeres indígenas llegó al Banco Central

El reclamo de las mujeres indígenas llegó al Banco Central

El Movimiento de Mujeres Indígenas Por el Buen Vivir ocupó el hall del Banco Central, con la intención de ser recibidas por sus autoridades. Reclamaron por la abolición del chineo, la liberación de las mapuches detenidas y la restitución de sus territorios.

Durante la mañana del miércoles 9 de noviembre el Movimiento de Mujeres Indígenas Por el Buen Vivir, junto con otras organizaciones que se presentaron en apoyo, ocuparon el hall de entrada del edificio del Banco Central y aguardaban ser recibidas por las autoridades de la entidad.

Llegaron a la Ciudad de Buenos Aires para exigir la atención a sus reclamos: abolición del chineo, la inmediata liberación de las presas políticas mapuche, el retorno de la machi Betiana Colhuan Nahuel a su rewe (machi es la máxima autoridad del pueblo mapuche que equilibra al pueblo con la naturaleza), la disolución del Comando Unificado, la desmilitarización de todos los territorios indígenas, el fin de los desalojos y por último el reconocimiento y restitución de sus territorios.

En la plaza, frente al Centro Cultural Cristina Kirchner desde las 9:30, al costado del monumento a Juana de Azurduy comenzaron a llegar las manifestantes. «Vamos a un lugar en que se decide un modelo de país sin los pueblos indígenas. Vamos a pensar juntos un modelo de país diferente con la participación y con la vida de los pueblos indígenas”, dijo Moira Millán, de la Nación Mapuche y fundadora del Movimiento. Se refería al Banco Central.

Al llegar a la entidad, las mujeres intentaron pasar la recepción, pero dos guardias se interpusieron. El movimiento fue colocando las banderas indígenas y algunas pancartas en las que se podía leer «Salta tartagal, basta de terricidio”, “ Mientras no tengamos justicia para ellos, no habrá paz» o «desmilitarización de todos los territorios indígenas y fin de los desalojos».

Una de las denuncias que hacen desde el Movimiento se debe a un nuevo asalto ocurrido en la comunidad. Una niña wichi fue abusada sexualmente, golpeada con un palo y estrangulada hasta casi la muerte. «Doce años tiene esa niña, solo doce años y está peleando por su vida. Hay que hacer un programa de prevención para el chineo, siguen violando a nuestras niñas y no le importa a nadie, tampoco les importa asesinar al pueblo mapuche, hay cuatro mujeres injustamente presas», dijo Millán.

«Yo soy bisnieta de cacique, los pueblos originarios los llevo en la sangre. La verdad que me dan ganas de llorar, no hay agua, están haciendo sus casas con ramas. Las mujeres y sus chicos están en abandono, cuando van a los hospitales no los quieren atender porque tienen olor y están sucios. Los nenes de 10 a 12 años, se tiran combustible y se prenden fuego, y las nenas desaparecen para la explotación sexual. En este momento nos llamaron, hay cinco nenas desaparecidas. Esto responde a un odio por parte del Estado a la comunidad indígena, esto es terrorismo de Estado, no tiene otro nombre, yo pasé la dictadura, fui castigada en dictadura, mi marido fue secuestrado en dictadura, esto es lo mismo, con la trata y los pueblos originarios», dijo Margarita Meira, del movimiento Madres Víctimas de Trata, quien asistió en apoyo a la comunidad originaria.

A lo largo de la jornada, las militantes visibilizaron los reclamos de sus comunidades, hicieron uso de la palabra, algunas hablando en su idioma originario. Fabiana Ibarra viajó más de 1600 kilómetros desde una comunidad llamada Carboncito, en Salta, para denunciar la violencia hacia las niñeces indígenas, con las que conviven a diario «¡Basta! La vida no se negocia», dijo Ibarra.

Briseida Alejo, de la Nación Quechua, integrante del Movimiento dijo que «es urgente porque todos los días matan una niña y no hay ninguna ley que las proteja».

Alejandra, de la comunidad indígena, que vestía una camisa con la imagen de su hijo en la que se leía «Ser indigena no es delito», comentó, «¡Qué miedo voy a tener! A mí me mataron a mi hijo el 13 de septiembre del 2018, qué miedo puedo tener, por eso decidí caminar y encontrarme con todas mis hermanas acá, para decir basta. Hace dos años nos mataron una niña, nunca más se acordaron de esa niña que fue asesinada, hace un año atrás nos mataron una niña también y la encontraron atrás del cementerio, de esas niñas jamás se acordaron, solo nos acordamos nosotras las mujeres indígenas, sus padres y las abuelas porque los demás no se acuerdan.»

Ximena Sánchez, sin ser parte, acudió en apoyo, aclaró que «me sumo a la lucha de las mujeres para colaborar con la visibilización de todas las problemáticas que padecen.»

“Hemos empezado a caminar, el primer escalón lo dimos hoy y sabemos que todo esto iba a suceder, así que no crean que hemos fracasado”, dijo Millán después de abandonar las instalaciones del Banco.

"Si es indígena, importa poco"

“Si es indígena importa poco o nada” dice Adriana Meyer, periodista de Página/12, por la falta de interés de los medios periodísticos cuando las mujeres indígenas manifiestan vulneraciones a sus derechos.

Una nota que no llegó a publicarse “porque ni siquiera me aceptaron la propuesta”, cuenta Meyer. “Avisé apenas estaba sucediendo la toma y la respuesta no la tuve hasta las 19, este tema siempre fluctúa entre la sección Sociedad y la sección Política, entonces tenían que ponerse de acuerdo, yo me ofrecí a escribirla, y la respuesta a las siete de la tarde de un editor fue ‘no tuve mucho eco’, es decir, que no se llegaron a poner de acuerdo.  Yo me pregunto si no pudieron o no quisieron.”

“Esa toma, ese acto tan fuerte como ir a un edificio público y decir yo quiero hablar con el presidente y no me muevo de acá, es todo una noticia -continuó Meyer-. Sospecho que si eso lo realiza un grupo de estudiantes en Capital, cualquier grupo de los que suelen protestar en la calle, puede tener aunque sea un par de líneas o muchas, yo sospecho que no hay los mismos reflejos periodísticos para dar cuenta de una noticia cuando los protagonistas son en este caso mujeres indígenas.”

La periodista frente a la poca mención del hecho no solo en los medios tradicionales sino también en redes dijo que “ese día pasaba de todo y yo fui movilera, yo sé que a veces pasan cincuenta cosas en la ciudad y tenés que decir a dónde mandás el móvil pero bueno, vos tenes recursos para dar cuenta de eso igual aunque no sea mandando un móvil, pero ese día hubo escasísima repercusión, más allá del propio medio donde uno trabaja que puede tener las razones justificadas o no para no dar determinada noticia, qué pasa con todo el resto que no reacciona cuando son mujeres indígenas las que están protestando, es una gran pregunta que me hago”.

Mar del Plata volvió a vibrar al ritmo del cine

Mar del Plata volvió a vibrar al ritmo del cine

Finalizó el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. La 37ª edición contó con la participación de 200 mil personas en más de 500 funciones en sala, paneles de discusión, presentaciones de libros, proyecciones al aire libre, conciertos y charlas con cineastas y referentes del audiovisual.

La 37ª edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata finalizó con la entrega de premios el sábado y las últimas proyecciones el domingo. En su ceremonia de clausura llevada a cabo en el Teatro Auditorium, la película dirigida por Haroldo Borges, “Saudade fez morada aqui dentro”, fue premiada con el Astor Piazzolla al Mejor Largometraje de la Competencia Internacional. La historia cuenta la vida de Bruno, un adolescente de 15 años a quien le informan que está perdiendo la vista de manera irreversible. El jurado destacó la obra del realizador brasileño por “su capacidad de retratar con belleza y verdad una historia dramática que nos muestra que cuando las personas se preocupan unas por otras, hay esperanza”.

Al recibir el premio máximo del festival, Borges expresó: “En Salvador de Bahía siempre escuchamos hablar tan bien, tan fuerte de Mar del Plata, que para nosotros es siempre un faro, un lugar de resistencia que nos muestra que es posible hacer cine. Así que estar aquí con ustedes es muy emocionante”.

La vuelta a la presencialidad plena implicó el refresco del Premio del Público, donde la película más votada también fue “Saudade fez morada aqui dentro”.“Este es un premio muy importante para los trabajadores de la cultura de Brasil, porque estamos saliendo de un laberinto muy extraño, muy oscuro, en el que éramos tratados como enemigos de la nación. Hoy estamos en un momento de renacimiento de la esperanza, que coincide con este premio”, expresó Borges.

El premio a Mejor Dirección fue para dos jóvenes realizadoras argentinas: Ana García Blaya (“La uruguaya”) y Melisa Liebenthal (“El rostro de la medusa”). “Este Festival siempre permite el intercambio, da esa posibilidad de que el público se encuentre con las realizadoras y realizadores, y que les podamos contar el esfuerzo que cuesta hacer una película, la cantidad gente que participa detrás de cámaras”, dijo García Blaya y agregó: “El cine se hace en formato horizontal”.

La actriz colombiana Sonia Parada recibió el Premio Astor Piazzolla a la Mejor Interpretación por su protagónico en la película boliviana “Los de abajo”, de Alejandro Quiroga, y “ThereThere”, de Andrew Bujalski, fue premiado como mejor guión en la competencia internacional. El jurado también destacó la película “Tres hermanos”, de Francisco J. Paparella “por su poderoso uso de las herramientas cinematográficas (fotografía, diseño de sonido, actuación y música) para retratar con crudeza y autenticidad su universo” y otorgó menciones especiales al film ‘Cambio cambio’ de Lautaro García Candela y al elenco del largometraje internacional ganador.

En la competencia latinoamericana, el Premio Astor Piazzolla al Mejor Largometraje fue para ‘Trenque Lauquen’ de Laura Citarella, y en la competencia argentina para ‘Sobre las nubes’ de María Aparicio. También se realizaron menciones especiales a ‘Mato seco em chamas’ de Joana Pimenta y Adirley Queirós, ‘Anhell69’ de Theo Montoya y ‘El silencio de los niños’ de Sofía Quirós Ubeda. Mientras que los cortometrajes premiados fueron “Ánima!, de Manuel Matías Gómez, en la competencia latinoamericana, y “Carne de Dios”, de Patricio Plaza en la competencia argentina. El Premio José Martínez Suárez a la Mejor Dirección fue para Leandro Listorti por “Herbaria”.

En la competencia de Estados Alterados se destacó como mejor película a “Geographies of Solitude”, de Jacquelyn Mills, y en la competencia En Tránsito a “Plata o mierda”, de ToiaBonino y Marcos Joubert. También recibieron menciones especiales “TheNewestOlds” de Pablo Mazzolo y “Filme particular” de JanaínaNagataPunku de Juan Daniel Fernández Molero y “Sombra grande”, de Maximiliano Schonfeld.

La edición dedicada a la figura y obra del gran Leonardo Favio, contó con invitados internacionales como el estadounidense John McTiernan, director de “Depredador” y “Duro de matar”; Patricia Mazuy, cineasta francesa que vino a acompañar su retrospectiva; el crítico de cine español Marcos Uzal, editor de Cahiers du Cinéma; y el director de fotografía portugués RuiPoças, destacado por sus trabajos con João Pedro Rodrigues, Miguel Gomes y Lucrecia Martel. Junto con la reconocida productora argentina Lita Stantic, todos ellos integraron las Charlas con Maestras y Maestros de este año.

Durante la ceremonia de cierre, el vicepresidente en ejercicio de la Presidencia del INCAA, Nicolás Batlle, recordó que “una de las acciones importantes que se dieron en el marco del Festival fue la inauguración de la sede de la ENERC, con especialización en animación y tecnologías digitales. Además, durante el Festival, el Teatro Chauvin se sumó a la red de salas de cine más grandes del país, la Red de Espacios INCAA, dedicada a difundir el cine nacional”. También resaltó la visita del ex presidente de Bolivia, Evo Morales y el músico León Gieco, que acompañaron la proyección de la película Seremos millones.

En estos 10 días, el Festival contó con la participación de 200 mil personas en más de 500 funciones en sala, paneles de discusión, presentaciones de libros, proyecciones al aire libre, conciertos y charlas con cineastas y referentes del audiovisual, ofreciendo así actividades y proyecciones en toda la ciudad.