Por Daniela Hernández Cuervo
Fotografía: Celeste Vientos

El Movimiento de Mujeres Indígenas Por el Buen Vivir ocupó el hall del Banco Central, con la intención de ser recibidas por sus autoridades. Reclamaron por la abolición del chineo, la liberación de las mapuches detenidas y la restitución de sus territorios.

Durante la mañana del miércoles 9 de noviembre el Movimiento de Mujeres Indígenas Por el Buen Vivir, junto con otras organizaciones que se presentaron en apoyo, ocuparon el hall de entrada del edificio del Banco Central y aguardaban ser recibidas por las autoridades de la entidad.

Llegaron a la Ciudad de Buenos Aires para exigir la atención a sus reclamos: abolición del chineo, la inmediata liberación de las presas políticas mapuche, el retorno de la machi Betiana Colhuan Nahuel a su rewe (machi es la máxima autoridad del pueblo mapuche que equilibra al pueblo con la naturaleza), la disolución del Comando Unificado, la desmilitarización de todos los territorios indígenas, el fin de los desalojos y por último el reconocimiento y restitución de sus territorios.

En la plaza, frente al Centro Cultural Cristina Kirchner desde las 9:30, al costado del monumento a Juana de Azurduy comenzaron a llegar las manifestantes. «Vamos a un lugar en que se decide un modelo de país sin los pueblos indígenas. Vamos a pensar juntos un modelo de país diferente con la participación y con la vida de los pueblos indígenas”, dijo Moira Millán, de la Nación Mapuche y fundadora del Movimiento. Se refería al Banco Central.

Al llegar a la entidad, las mujeres intentaron pasar la recepción, pero dos guardias se interpusieron. El movimiento fue colocando las banderas indígenas y algunas pancartas en las que se podía leer «Salta tartagal, basta de terricidio”, “ Mientras no tengamos justicia para ellos, no habrá paz» o «desmilitarización de todos los territorios indígenas y fin de los desalojos».

Una de las denuncias que hacen desde el Movimiento se debe a un nuevo asalto ocurrido en la comunidad. Una niña wichi fue abusada sexualmente, golpeada con un palo y estrangulada hasta casi la muerte. «Doce años tiene esa niña, solo doce años y está peleando por su vida. Hay que hacer un programa de prevención para el chineo, siguen violando a nuestras niñas y no le importa a nadie, tampoco les importa asesinar al pueblo mapuche, hay cuatro mujeres injustamente presas», dijo Millán.

«Yo soy bisnieta de cacique, los pueblos originarios los llevo en la sangre. La verdad que me dan ganas de llorar, no hay agua, están haciendo sus casas con ramas. Las mujeres y sus chicos están en abandono, cuando van a los hospitales no los quieren atender porque tienen olor y están sucios. Los nenes de 10 a 12 años, se tiran combustible y se prenden fuego, y las nenas desaparecen para la explotación sexual. En este momento nos llamaron, hay cinco nenas desaparecidas. Esto responde a un odio por parte del Estado a la comunidad indígena, esto es terrorismo de Estado, no tiene otro nombre, yo pasé la dictadura, fui castigada en dictadura, mi marido fue secuestrado en dictadura, esto es lo mismo, con la trata y los pueblos originarios», dijo Margarita Meira, del movimiento Madres Víctimas de Trata, quien asistió en apoyo a la comunidad originaria.

A lo largo de la jornada, las militantes visibilizaron los reclamos de sus comunidades, hicieron uso de la palabra, algunas hablando en su idioma originario. Fabiana Ibarra viajó más de 1600 kilómetros desde una comunidad llamada Carboncito, en Salta, para denunciar la violencia hacia las niñeces indígenas, con las que conviven a diario «¡Basta! La vida no se negocia», dijo Ibarra.

Briseida Alejo, de la Nación Quechua, integrante del Movimiento dijo que «es urgente porque todos los días matan una niña y no hay ninguna ley que las proteja».

Alejandra, de la comunidad indígena, que vestía una camisa con la imagen de su hijo en la que se leía «Ser indigena no es delito», comentó, «¡Qué miedo voy a tener! A mí me mataron a mi hijo el 13 de septiembre del 2018, qué miedo puedo tener, por eso decidí caminar y encontrarme con todas mis hermanas acá, para decir basta. Hace dos años nos mataron una niña, nunca más se acordaron de esa niña que fue asesinada, hace un año atrás nos mataron una niña también y la encontraron atrás del cementerio, de esas niñas jamás se acordaron, solo nos acordamos nosotras las mujeres indígenas, sus padres y las abuelas porque los demás no se acuerdan.»

Ximena Sánchez, sin ser parte, acudió en apoyo, aclaró que «me sumo a la lucha de las mujeres para colaborar con la visibilización de todas las problemáticas que padecen.»

“Hemos empezado a caminar, el primer escalón lo dimos hoy y sabemos que todo esto iba a suceder, así que no crean que hemos fracasado”, dijo Millán después de abandonar las instalaciones del Banco.

"Si es indígena, importa poco"

“Si es indígena importa poco o nada” dice Adriana Meyer, periodista de Página/12, por la falta de interés de los medios periodísticos cuando las mujeres indígenas manifiestan vulneraciones a sus derechos.

Una nota que no llegó a publicarse “porque ni siquiera me aceptaron la propuesta”, cuenta Meyer. “Avisé apenas estaba sucediendo la toma y la respuesta no la tuve hasta las 19, este tema siempre fluctúa entre la sección Sociedad y la sección Política, entonces tenían que ponerse de acuerdo, yo me ofrecí a escribirla, y la respuesta a las siete de la tarde de un editor fue ‘no tuve mucho eco’, es decir, que no se llegaron a poner de acuerdo.  Yo me pregunto si no pudieron o no quisieron.”

“Esa toma, ese acto tan fuerte como ir a un edificio público y decir yo quiero hablar con el presidente y no me muevo de acá, es todo una noticia -continuó Meyer-. Sospecho que si eso lo realiza un grupo de estudiantes en Capital, cualquier grupo de los que suelen protestar en la calle, puede tener aunque sea un par de líneas o muchas, yo sospecho que no hay los mismos reflejos periodísticos para dar cuenta de una noticia cuando los protagonistas son en este caso mujeres indígenas.”

La periodista frente a la poca mención del hecho no solo en los medios tradicionales sino también en redes dijo que “ese día pasaba de todo y yo fui movilera, yo sé que a veces pasan cincuenta cosas en la ciudad y tenés que decir a dónde mandás el móvil pero bueno, vos tenes recursos para dar cuenta de eso igual aunque no sea mandando un móvil, pero ese día hubo escasísima repercusión, más allá del propio medio donde uno trabaja que puede tener las razones justificadas o no para no dar determinada noticia, qué pasa con todo el resto que no reacciona cuando son mujeres indígenas las que están protestando, es una gran pregunta que me hago”.