El pueblo que dejó de ser fantasma

El pueblo que dejó de ser fantasma

 Villars, a poco más de una hora de CABA, recuperó el ferrocarril y con él la vida de la localidad. Un programa impulsado por un profesor de la UBA radicado allí, articula con el CONICET y la UBA para generar experiencias culturales en la ruralidad.

Más de 700 personas participaron de la Feria Villars Cultural,  coordinada el pasado 14 de mayo por la Universidad de Buenos Aires, el CONICET y el Municipio de General las Heras. Es el primer evento de este tipo que fusiona la ciencia, el arte, la historia del pueblo y la gastronomía.

Villars es un pueblo sobre la Ruta 6, que supo ser un nudo ferroviario que conectaba la Ciudad de Buenos Aires, Rosario y el sur bonaerense. El cierre de los ramales ferroviarios durante la dictadura lo convirtió en la última estación del Belgrano Sur, hasta cerrar en los años 90 con las políticas menemistas que enunciaban “ramal que para, ramal que cierra”. El impacto, entre otras cosas, determinó que declinara aún más su población.

A fines de 2022, la línea Belgrano Sur trajo una nueva oportunidad al pueblo. Fue reinaugurada la Estación Villars y está programado que el tren siga avanzando hasta Navarro. En este contexto, la localidad tomó un aire nuevo y arribaron proyectos como Villars cultural.

En la jornada de domingo, que comenzó con música en vivo, un largo paseo de feriantes y foodtrucks, se resaltó la producción y visión de un pueblo de más de mil habitantes. Brindaron sus aportes, además, el Museo Itinerante Argentino, que se encuentra en Villars, y emprendimientos locales gastronómicos por parte del Centro de Desarrollo Infantil y el Centro Tradicionalista participaron de la feria.

El investigador del CONICET y profesor adjunto en la Facultad de Ciencias Sociales y de la de Filosofía y Letras de la UBA, Rodrigo Illarraga, radicado en Villars, junto a un grupo de jóvenes universitarios y voluntarios tuvo la iniciativa de llevar la filosofía al territorio y resaltar la cultura del pueblo. Este evento es “la magia de cuando uno le pone energía a las cosas”, sostiene.

“Ellos trajeron aire nuevo”, dice la delegada municipal de Desarrollo Social, Belén Zurdo, que junto con Rodrigo fueron uniendo fuerzas para llevar a cabo la propuesta, hablando con vecinos y buscando generar espacios de expresión en donde poder participar.

La Secretaria de Educación, Natalia Notari, comentó sobre la novedosa propuesta y la movilización de la ciudadanía respecto al festival. “Los vecinos estaban ansiosos por participar y formar parte de la organización y eso se nota”. Por su parte, el Director de Cultura, Martín Eito, cuenta: “Es la primera vez que se hace algo en Villars con la marca cultural”, destacando la apertura hacia nuevas actividades inéditas, como los talleres de filosofía.

El intendente del Municipio de General las Heras, Javier Osuna, se presentó para hablar con los vecinos y destacar la impronta de los jóvenes universitarios que suman fuerzas e ideas nuevas al pueblo. Al mismo tiempo, destacó la vuelta del tren y el resurgimiento de la estación ferroviaria como “un paso hacia adelante” y una puerta de posibilidades para los habitantes y el turismo.

Al final de la jornada, Enrique, un vecino que vive hace 60 años en Villars, resaltó la emoción de ver la plaza repleta de turistas y nuevos habitantes y dijo: “Espero que sigamos conservando la tranquilidad y creciendo como pueblo”.

Hay una intención por parte de los organizadores de “seguir habitando otros lugares” y ampliar el proyecto hacía más localidades para trabajar en conjunto con los municipios en la construcción de espacios creativos, educativos y de aprendizaje colectivo.

«Viviana honraba esta profesión todos los días»

«Viviana honraba esta profesión todos los días»

Colocaron una placa en homenaje a la periodista fallecida Viviana Mariño, primera gerenta de noticias de la Agencia Télam, editora de ANCCOM y fundadora de la cooperativa que publica Tiempo Argentino.

 

Este lunes 28 de noviembre se realizó un acto en homenaje a Viviana Mariño la primera gerenta periodística de la Agencia Nacional de Noticias Télam, editora de ANCCOM y fundadora de la cooperative de trabajadores que publica Tiempo Argentino . Mariño, de 51 años, murió el 24 de junio a causa del cáncer y dejó un dolor profundo entre sus familiares, amigos, colegas y estudiantes.

En el acto Bernarda Llorente, presidenta de Télam, destacó: “Vivi amaba esta profesión tan vapuleada y ella la honraba todos los días”. “Era una creyente del periodismo como herramienta de información y sobre todo de formación, y creía en este legado hacia las generaciones más jóvenes” y se lamentó por no haberla conocido un poco más personalmente.

La placa se ubica en la entrada al estudio de radio, en el segundo piso. Al explicar el motivo Llorente recuerda que al momento de asumir el directorio de Télam en 2019, lo primero que hicieron fue reconstruir ese espacio. Destacó de Mariño, quien fue la primera gerenta periodística, su dignidad, su sonrisa y el orgullo personal y profesional.

Germán Alemanni, subgerente periodístico de Télam, con mucha emoción resaltó aquellos logros como la recuperación de la cablera, reforzar el vínculo con los abonados de la agencia e interpelar a las nuevas audiencias. Sobre el trabajo diario recordó: “¿Qué tenemos? ¿Qué nos falta? ¿Qué hay? Con su voz enfática, con su decir convencido, por momentos hasta la terquedad, me acompañan en ocasiones para pensar en sumarios, focos, abordajes y también su ejercicio de templanza cuando lo posible, ya no lo planeado, se imponía como una muralla infranqueable”.

Docente permanente

Como docente de la materia Taller de Expresión III de la carrera de Ciencias de la Comunicación (UBA) , pero también en las redacciones, Viviana Mariño siempre fue formadora de periodistas. Alemanni destaca en ella “un puente entre la academia y la práctica. Basta ver en ello a los alumnos de la UBA que la agencia incorporó con el propósito de contribuir a su formación y sumar su mirada generacional”.

Laura Pomillo ex cronista de ANCCOM, actualmente se desempeña como pasante en Telam: “Viviana nos dio una oportunidad y nos abrió una puerta enorme a un lugar que rebalsa de profesionalismo, pero también un grupo humano muy rico”. El orgullo y la admiración se tradujo en un texto colaborativo agradeciendo la convocatoria para trabajar en la agencia como “una oportunidad invaluable”, además de “la escucha atenta a las inquietudes, el respeto y la pasión que los inspiró en muchas instancias. Ella construyó un mensaje hacia el futuro apostando por la educación pública. Nos abrió la puerta y nos invitó a seguir soñando en esta profesión.”

 

Para Nicolás Eisler, periodista de Tiempo Argentino, “Vivi fue siempre super generosa y trató de que los demás aprendiéramos, de que hiciéramos mejores notas y por eso es que la queremos tanto”. Eisler recuerda que para las épocas de elecciones les preparaba con anticipación las notas “de manual” cuatro semanas antes con la cartuchera, el lápiz y la goma de borrar: “Siempre estaba muy por delante de la jugada”. Sobre el cariño al diario: “Tiempo Argentino fue un proyecto colectivo. No había muchas firmas famosas sino mucha gente con ganas de hacer bien su laburo y tal vez por eso Vivi quería tanto a Tiempo y cuando nos quedamos en banda se puso al hombro la creación de la cooperativa desde el minuto cero”.

En el cierre su pareja, el periodista Fernando Piana, recordó con sonrisas “lo cabrona que era”. Le llamó la atención el conocimiento profundo de los colegas hacia su compañera de vida gracias a su transparencia: “Hay una síntesis que es muy interesante entre Tiempo Argentino, Télam y ANCCOM que es la vida por lo público, por la comunicación y la militancia, porque además era integrante de un gremio. Era una persona completa en términos de entrega”.

La reunión fue un punto de encuentro en donde todos se abrazaron y se saludaron de forma infinita entre familiares, amigos y colegas para recordar su amor y pasión por el periodismo.

“No hagamos del amor una pasión triste”

“No hagamos del amor una pasión triste”

A Alexandra Kohan le gusta pensar en conjunto y cuestionar lo establecido, pero para llegar a nuevas preguntas. Psicoanalista y docente universitaria, en el 2019 publicó, con gran repercusión,  su libro Psicoanálisis: por una erótica contra natura. Entrevistada por ANCCOM pide que, por favor, “no hagamos del amor una pasión triste”, habla de los escraches, de que “cuidado no es vigilancia” y, respecto al contexto de aislamiento social actual, se permite la incertidumbre: “Me parece un momento para soportar no saber”. Por otro lado ella, que se desempeña como docente en la carrera de Psicología de la UBA, considera que este cuatrimestre se debería haber dado por perdido.

¿Por qué decidió dedicarse al psicoanálisis?

No recuerdo un momento en el que lo haya decidido ni tampoco creo que haya sido una decisión tomada tan conscientemente. Nunca lo había pensado. Diría que fue una especie de acontecimiento. El psicoanálisis es un encuentro con algo inédito, sorpresivo. Y sigue apareciendo cada vez que leo, cada vez que me encuentro con un paciente, cada vez que voy a sesión. Me analizo desde siempre y no encuentro otro espacio que se le parezca. Supongo que haber advertido los efectos del psicoanálisis como analizante, el modo en que el psicoanálisis cambió mi vida, la manera en que despertó en mí un constante interés por ciertas maneras de leer, hizo que quisiera seguir habitándolo. Me posibilitó vivir una vida un poco más consecuente con lo que quiero, soportar la fragilidad que implica que no haya garantías; le debo no haber quedado melancolizada en las tragedias de mi vida y, por sobre todo, le debo la posibilidad de seguir queriendo el amor luego de todos los amores que se terminaron.

Es una manera de leer, de pensar, de precisar interrogantes y de las consecuencias que eso tiene. Porque lo que el psicoanálisis hace es que el decir tenga consecuencias. Así que supongo que por todo esto no es que me dediqué al psicoanálisis sino que le dedico mi vida al psicoanálisis, en el sentido de una dedicatoria.

 ¿Se considera una mujer feminista?

El feminismo es, para mí, una práctica. Y como tal, un ejercicio que está en las antípodas del ser. No se es feminista. Es cierto que hay últimamente una euforia identitaria y todo el mundo dice lo que es como si eso bastara. Está lleno de mujeres que se aferran a esa certeza de ser feministas pero después, en las prácticas, arrasan con lo que eso incluye. Todos tenemos contradicciones, ese no es el problema. Quiero decir: yo prefiero no estar tan segura de que soy feminista y, en cambio, revisar las prácticas, pensar qué hago cuando ocupo posiciones de poder, qué cuestiones se activan ahí, de qué modo pienso ciertas escenas. No me interesa adormecerme en una supuesta identidad que para lo único que sirve es para no revisar nada más. Me interesan las reivindicaciones del feminismo pero no me desvela llamarme feminista. No necesito definirme porque, además, sé que definirse a sí mismo detiene la proliferación de sentidos que pueden tener mucha más potencia que la fijación a uno en particular.

¿Cree que el psicoanálisis le permitió tener una mirada diferente respecto del movimiento feminista?

Mi mirada está hecha de lecturas pero, sobre todo, de interlocuciones con otros que están pensando. Me gusta mucho pensar con otros y es ahí donde encuentro una comunidad que me importa. Pensar, como dice Virginia Cano (n. de. r.: activista y filósofa), se parece bastante al amor porque hace tambalear el Yo y porque nos dejamos conmover por la irrupción de un otro. En ese sentido, diría que no hay ninguna pretensión ni intención de tener una “mirada diferente”. Uno plantea sus ideas y los acuerdos o diferencias vienen como efecto, nunca como intención. Me cuesta pensar al feminismo como un movimiento singular. Citando a (n.de.r: la periodista) Florencia Angilletta, voy a decir: “El feminismo no existe. Referirse a los feminismos en plural no es un simple cliché lingüístico. Ayuda a mostrarlo como un mosaico de múltiples consensos pero también de tensiones, ambigüedades, o deseos a veces contradictorios y luchas por el poder”.

Es muy crítica respecto a las frases hechas o consignas como “Si es amor, no duele”. ¿Cuál es su postura respecto al amor desde una perspectiva feminista?

Soy crítica, en el sentido en que me interesa leer en los pliegues en donde se alojan las contradicciones, los sentidos coagulados, los gérmenes que van a producir los estereotipos. Reconozco que me cuesta decir “desde una perspectiva feminista”. Una cosa es que podamos cuestionar ciertos dispositivos afectivos, ciertos paradigmas del amor que fueron atravesando las distintas épocas y otra es que estipulemos qué amor es feminista y qué amor no lo es. Que creamos que deconstruir el amor implicaría no sufrir. No hay manera de no sufrir en el amor. Luego, podemos revisar todo lo que queramos. Pero lo que me preocupa es la suposición de que el camino hacia la emancipación sería protocolizar las relaciones o hacer una pedagogía de las relaciones sexo-afectivas. El asunto no es el contenido de algunos discursos sino su enunciación prescriptiva. Revisemos, analicemos, visibilicemos, pero no seamos pedagogos del amor porque eso es lo contrario a la liberación. No confundamos cuidado con vigilancia.

El amor no puede adjetivarse, porque en cuanto se lo adjetiva se lo clasifica, se lo encierra en un estereotipo y sería lo mismo, en ese sentido, decir “amor romántico” o “amor libre” o “amor feminista” o “amor sano” o “amor enfermo” o “amor tóxico”. Adjetivar el amor es lo contrario a revisar aquello que puede no gustarnos. Porque adjetivar es detener la inquietud, detener las preguntas y a mí me importa mucho formular preguntas. Hoy en día aparecen una cantidad de respuestas y posiciones asertivas pero faltan las preguntas.

Entonces, ¿qué es el amor?

El amor, tal y como yo lo concibo, es un acontecimiento y lo que el psicoanálisis me enseñó es que no hay saber sobre el amor. El amor agujerea el saber. Como dice Martín Kohan, no está ahí para ser resuelto. Hoy en día se pretende que se está “deconstruyendo” el amor pero lo que se está haciendo, bajo esa lógica, es pretender domesticarlo, civilizarlo; es aplastarlo bajo supuestos de que existiría un amor que no implique dolor. Se están escribiendo manuales del buen amor en nombre de la supuesta deconstrucción, manuales con instrucciones de uso de las relaciones sexo-afectivas. Se pretende eliminar el malestar que suscita el deseo. Si seguimos esos manuales, el amor no nos va a doler más, es cierto, porque vamos a estar entre anestesiados y muertos. Se pretende hacer de las relaciones un contrato lleno de cláusulas creyendo que así se evitaría el dolor o la pasión que implica. No hagamos del amor una pasión triste, por favor.

¿Y cómo cree que sería una forma más efectiva de luchar contra la violencia de género?

Me llama muchísimo la atención que me plantees la cuestión de la violencia de género a continuación que me proponés pensar sobre el amor. Encuentro ahí un síntoma muy actual, un estado de cosas: ya no se puede hablar de amor sin tener la violencia en el horizonte. Parece que ya no se pueden concebir las relaciones amorosas sin tener el cuco de la violencia acechando. Es una pena porque se empastan, se superponen las cosas y amor y violencia pasan a ser casi sinónimos cuando lo que estamos tratando, justamente, es de discriminarlos. Como si la soluciones al grave problema de la violencia pasara por pedagogías, instrucciones y prescripciones. Como si fuese indispensable mitigar el amor para anular la violencia.

¿Qué pasa con el feminismo, las redes sociales y los escraches?

Yo estoy absolutamente en contra de los escraches y lo digo así, explícita y claramente. Me parecen nefastos por las consecuencias que generan. Los escraches producen muchísimo padecimiento en ambas partes: en el escrachado porque es literalmente segregado, silenciado, anulado como sujeto; pasa a ser un objeto de la crueldad de la masa y no tiene ninguna posibilidad de tomar la palabra. Es tratado como resto, como basura y estigmatizado en niveles altísimos de los que, la mayor parte de las veces, no se puede volver. La persona que escracha tampoco la pasa bien: nunca es sin consecuencias ese gesto. Muchas veces, una vez que “baja” ese estado de masividad, queda en una soledad enorme y de algún modo ella también queda coagulada en el lugar de víctima y haciendo de ese lugar casi un destino. No sólo no contribuye a luchar contra los abusadores sino que termina banalizando el abuso. Ya no se distingue abuso de acoso o de violación y, además, se domestica todo: se le dice “violín” al violador, por ejemplo. Y como dice Florencia Angilletta: “Si todo es violencia, nada es violencia”. Por todo esto, de ningún modo pondría la práctica a cuenta del feminismo. Cierto sector del feminismo quedó tomado por un estado general de cosas. Y hace poco pensé lo siguiente: lo otro del escrache no es el silencio, para nada. Si de lo que se trata es de no callarse, hablar no tiene por qué hacerse públicamente bajo la forma del escrache. Hay muchísimas mujeres que no quieren hablar de esa manera. No hay por qué obligarlas. Hay que seguir generando y pensando espacios en donde ese decir pueda alojarse, pero la alternativa al escrache no es el silencio, eso es una falacia.

Esta pandemia y la consecuente cuarentena que estamos llevando a cabo en el país (y en el mundo) es un evento sin precedentes. ¿Cree que va a generar cambios permanentes tanto a nivel individual como social?

Voy a contestar lo que contestó una vez (N.d.r.: el psicoanalista francés) Jean Allouch, cuando le preguntaron sobre las formas “venideras” del síntoma: no siendo ni profeta, ni visionaria, ni socia de pronosticar, heme aquí, sin poder responderte. No sé y me parece un momento para soportar no saber. Y todo lo que se anticipe tiene más que ver con un anhelo personal que con la posibilidad de leer en medio de esta situación.  Como dice la psicoanalista Carina Gonzalez Monier, el psicoanálisis sabe hacer con lo nuevo y con lo sorpresivo. Esta pandemia es una situación absolutamente nueva y por eso mismo no sabemos qué puede advenir como síntoma. Lo que sí sabemos es que estamos disponibles y dispuestos a atajar aquellos efectos que puedan suscitarse. En definitiva, tampoco se trata de patologizar esta situación.

En las últimas semanas vimos en la calle un crecimiento de la vigilancia civil, personas gritando desde los balcones o con megáfonos a sus vecinos. ¿A qué se deben estos comportamientos? 

Supongo que a una euforia vigilante que está siempre al acecho. Quizás sea un modo de tranquilizarse a sí mismos y a su conciencia de buenos ciudadanos. Qué se yo. A sentir que tienen el poder de determinar moralmente quién está de qué lado. Otra vez podría decir: no confundamos cuidado con vigilancia. Lo que más me llama la atención es que se vigilan los cuerpos de los demás y se pretende que la amenaza siempre es el otro. Los que denuncian no se perciben nunca como posibles portadores de un daño. Los escraches en este momento muestran lo que decía en la pregunta acerca de los escraches: no son del feminismo. Hoy hay un Estado presente que está ocupándose de los que incumplen, no hacen falta voluntarios para vigilar y castigar.

¿Cómo está desarrollando su rol como docente? ¿Está pudiendo realizar cursadas online?

La Facultad de Psicología decidió llevar adelante algo que se llama “Plan de contingencia”. Más allá de mis desacuerdos con ciertas resoluciones de la UBA y de lo que cada facultad está decidiendo, voy a empezar a dictar clases por Zoom que es algo que decidimos en la cátedra en la cual trabajo. Voy a poner lo mejor de mí pero lo que sucede en el aula con los cuerpos presentes es irremplazable y lo voy a extrañar mucho. Mi posición es que habría que haber perdido el cuatrimestre porque es un momento para parar y no para intentar “recuperar” nada. La UBA nos dejó bastante solos a los docentes y no se puede improvisar en medio de la pandemia. Por otra parte, un sector de los estudiantes reclama y presiona en un tono un tanto hostil hacia los docentes. No sé, creo que no se advierte del todo lo que estamos pasando ni se termina de percibir que los docentes también somos trabajadores. De todas maneras, dar clases siempre me entusiasma y voy a tratar de que mi entusiasmo se note “en cámara”.