«Al silencio no volvemos nunca más»

«Al silencio no volvemos nunca más»

La Asamblea de Familiares de Víctimas de Femicidios y Desapariciones se reunió en Plaza de Mayo, en el marco de la manifestación «Niunamenos» para reclamar la profundización de las investigaciones y criticar la inacción y la complicidad judicial. Estuvieron, entre otros, el papá de Natalia Mellman, la mamá de Lucía Pérez y la prima de Florencia Pennacchi. “Nos matan a nuestras hijas, tenemos el dolor de vivir así de por vida, y tenemos que rompernos los nudillos golpeando puertas para que alguien nos escuche”, plantean.

Mientras las actividades organizadas por el colectivo Ni Una Menos y una serie de agrupaciones partidarias discurrían con el Congreso como epicentro, las familias de mujeres asesinadas y desaparecidas nucleadas en la Asamblea de Familiares de Víctimas de Femicidios y Desapariciones encontraron un lugar propio en el otro extremo de la Avenida de Mayo. Una carpa con una hilera de sillas debajo cubrió, al pie de la Pirámide de la Plaza, a decenas de madres, padres y otros familiares que relataron en primera persona el sufrimiento de la pérdida, la revictimización y la inacción o complicidad de un Poder Judicial del que esperaron, alguna vez, obtener algo de justicia. Enfrente, decenas de mujeres independientes y de organizaciones feministas o de izquierda ocuparon varias otras sillas e incluso el piso para dedicar este 3 de junio a escuchar y abrazar la memoria de quienes alguna vez fueron sus protagonistas: las pibas que faltan.

“Soy la mamá de Camila Cinalli, desaparecida por trata de personas en San Miguel del Monte”, se presentó Majo Herrera mientras las campanas de la Catedral daban las 12 del mediodía y otras madres, como la de Lucía Pérez, terminaban de ajustar los últimos detalles para dar inicio a las exposiciones de las familias bajo la carpa. “Ya van siete años de su desaparición. Pido justicia, pido al Juzgado Federal Nº 3 de La Plata que se investigue un poco más y dé alguna pista sobre Camilia”, indicó Majo.

Aunque una de las principales consignas de esta jornada tuvo que ver con el accionar cómplice de la Justicia, que protege a los femicidas y juzga a las víctimas, Marta Montero tiene bien claro que la cuestión no se reduce al Poder Judicial. Con una agenda vieja y una lapicera en la mano, y con la cara de su hija mirando desde su remera, la mamá de Lucía Pérez resaltó que la misoginia es sistemática: “Es todo un aparato del que no tenemos respuesta. Está el Estado. La Justicia no es un plato volador que flota en el medio de la atmósfera. Un Poder Legislativo eligió a esos jueces, a esos fiscales. Entonces no se hagan los distraídos, acá hay una connivencia”, explicó. “Hay un tema que es la pata judicial, pero también de las familias, porque hay un Estado que no se hace cargo –enfatizó Marta–. Hay cosas que tenemos que hacer, pagar un perito. Una familia que no tiene nada, porque solamente tiene un trabajo el que lo tiene, si quiere hacer justicia y que se llegue a una causa tiene que hacer miles de cosas. ¿Es justo eso? Nos matan a nuestras hijas, tenemos el dolor de vivir de por vida de esta manera, y tenemos que rompernos los nudillos golpeando puertas para que alguien nos escuche. Porque no solo lo vivo yo, todos los padres vivimos lo mismo”.

El desamparo que viven los padres no es el único factor repetido entre los femicidios de las mujeres cuyas caras rodearon esta tarde la pirámide de la Plaza de Mayo. Para Marta, otro elemento clave es la vinculación entre la complicidad judicial con los femicidas y el narcotráfico. A este respecto, explicó que nada se investigó sobre la procedencia de la droga que Matías Farías le suministró a Lucía: “Pueden llegar a hacer lo que hacen porque se los permiten. Vos pensá que a Lucía le vendieron la droga en la esquina del colegio. ¿Qué pasó que se permitía eso?”. Dicho esto, recalcó que “no se investigó nada” a ese respecto en el marco de su causa y que “se tapó todo”, lo cual deja en evidencia “el desamparo que tenemos las familias” contra estos poderes. “Son generalizadas muchas cosas”, siguió, y apuntó hacia otro factor común: la tendencia a culpabilizar a las víctimas y restar importancia al abuso y a los asesinatos. “Cuando yo hablo con las familias, a sus hijas les pasó lo mismo. Abusan reiteradas veces, abusan diez tipos. Incluso usan esta frase perversa, ‘se les fue la mano’: eso es una perversión. Con Lucía dos antropólogas vinieron contratadas por la defensa, por una defensa que obviamente lo único que quería era descalificar ese juicio, para salvar a esos dos tipos que están detenidos”. Con esto último, Marta se refería a un escrito elaborado por académicas de la antropología que sugería que Lucía podía haber consentido el abuso sexual que terminó en su muerte, alegando que no había que aplicar “prejuicios y estereotipos” sobre las ‘preferencias sexuales’ de los acusados”.

La responsabilización de las propias mujeres desaparecidas y asesinadas es algo que también padecieron la madre y el padre de Luna Ortiz. Esta tarde no sólo representó una jornada de lucha para Marisa y Facundo Ortiz, sino también un nuevo año sin su hija: Luna fue prostituida y asesinada un 3 de junio de 2017. Sin embargo, la justicia liberó a su femicida, Isaías Villarreal, argumentando que Luna consintió el abuso y que su muerte fue un mero accidente. Como Lucía, Luna fue drogada y violada. Y fueron varias las madres que, una vez empezada la exposición bajo la carpa, recordaron haber recibido una misma respuesta de parte de la policía cuando denunciaron la desaparición de sus hijas: “Se habrá ido con un novio”. En pleno llanto y portando la foto de su hija, la mamá de Iara Rueda recordó las palabras del comisario que la recibió: “Señora, ¿le gritó? ¿Le pegó? ¿Tiene noviecito?”. “Lo único que te preguntaban era si le habías hecho algo. Yo le dije ‘mi hija no es así, yo conozco a mi hija’”, gritó Mónica Cunchila. Iara fue captada, violada y asesinada por un joven de 17 años, Tomás Fernández, y por dos adultos, Raúl Cachizumba y Mauricio Abad. En la causa hay “ocho policías imputados por incumplimiento del deber de funcionarios públicos” debido a su inacción ante la desaparición de la joven.

La respuesta de Marta Montero contra quienes revictimizan a las pibas de esta manera fue tajante: “Hoy decimos que venimos a hablar nosotros de nuestras hijas, no necesitamos una voz de otros, alguien que venga a decir algo de nuestras hijas, si nosotros sabemos quiénes fueron. Y sabemos quiénes las mataron, lo que hicieron con nuestras hijas. Esta es la voz nuestra”, enfatizó y lamentó que se hable “tan livianamente de nuestras hijas como si fuesen una mercancía”, buscando “minimizar” las violaciones y los femicidios. “Tenemos voz propia, no necesitamos inventarnos una causa ni prendernos de nadie para ser las personas luchadoras que somos. Ojalá yo pudiera estar en mi casa tranquila sin salir ayer a las doce de la noche de mi casa y hoy estoy acá, viajando toda la noche. No nos vengan a vender cosas que no son”, concluyó.

Entre los relatos de violencia, horror y complicidad judicial también se dejó ver lo devastadora que resulta la pérdida de una hija o familiar, el desgaste que produce afrontar años de búsqueda sin resultados. Con la mirada algo perdida y una foto de su hija colgando del cuello, Gustavo Melmann explicó por qué viajó para presenciar el acto: “Estamos acá porque no queremos ni una menos. Somos familiares de víctimas que sabemos perfectamente de la pérdida de nuestros hijos, el dolor que sufrieron ellos y el dolor que sufrimos nosotros para hacer justicia. Hace 22 años que fue el femicidio de Naty, hace pocos días condenamos a un cuarto policía y estamos reclamando por un quinto ADN. La idea de hoy es estar en asamblea para prevenir que se mate, que se cosifique a la mujer para ser un objeto de pertenencia de cualquier macho para matarla. Esto tiene montones de patas, la pata judicial, la pata social, la pata política. La pata nuestra, que es el activismo o la movilización, y esa pata es la que está hoy aquí para tratar de exigir un cambio”.

Una cantidad similar de tiempo transcurrió desde que las redes de prostitución desaparecieron a Florencia Pennacchi. Su prima también protagonizó la jornada de hoy, convencida de que estar allí era su “deber” en un contexto especialmente doloroso: hace menos de una semana murió Nidia Aguilera, la mamá de Florencia, extenuada por la búsqueda y sin saber qué pasó con su hija. “Estoy en representación de la familia, porque están todos en Neuquén. Lamentablemente este 28 de mayo falleció la mamá de Florencia y es mi obligación estar acá para visibilizar su ausencia”, sostuvo mientras de fondo sonaban los tambores y los platillos de una de las agrupaciones que empezaban a concentrar en la plaza. “Florencia es mi prima, pero sinceramente fue como mi sobrina, porque la diferencia de edad era grande, calculo que cuando nació yo tenía ya 23 años. Hemos hecho todo lo necesario para encontrarla, para investigar, siempre de nuestra parte como familia, especialmente de Nidia, su mamá, con un perfil bajo”, recordó. Tenía un cigarrillo en la mano y los ojos vidriosos.

“Hicimos todo lo posible para poder encontrarla pero no hemos tenido respuesta de la Justicia. Ningún tipo de respuesta. Estamos acá para denunciar la desaparición de Flor y la de todas las otras, que es el día de hoy que no nos pueden responder –continuó–. Si bien Nidia siempre fue un motor en la búsqueda, la búsqueda no va a parar hasta que no tengamos una respuesta. Quiero que quede bien en claro, por la muerte de Nidia, que aparte de que haya personas que están desaparecidas como Flor hay otras víctimas más, que son los familiares, padres, madres, hijos, nietos. Cuando llega el momento termina pasando lo que pasó con Nidia, porque la ausencia de Florencia la devastó totalmente. Agradezco a todas estas personas que están aquí, era mi obligación estar acá en nombre de Flor y en nombre de Nidia”, concluyó emocionada.

La ronda de exposiciones transcurrió hasta bien entrada la tarde y estuvo marcada por las lágrimas, tanto de las madres y los padres presentes como de las oyentes. También abundaron los abrazos y las manifestaciones de fuerza y apoyo mutuo. “No estás sola”, gritaban desde el público apenas una de las oradoras se quebraba. Entre los familiares de mujeres asesinadas o desaparecidas que tomaron la palabra estuvieron los de Tehuel de La Torre, Cecilia Basaldúa, Carla Soggiu, Katerine Moscoso, Agustina Fredes y Viviana Altamirano, entre otras. Y, además de las familias de mujeres desaparecidas o asesinadas, dijeron presente las madres protectoras y las sobrevivientes de abuso sexual en la infancia. “Mi nombre es Belén Chacón, de la campaña contra la prescripción de delitos sexuales en las infancias y del colectivo Yo Sí Te Creo. Yo inicié una demanda en contra de mi hermano, hace ya más de cinco años”, explicó una de ellas. Su caso “se elevó a juicio el año pasado” y el abusador “fue declarado culpable”. No obstante, indicó Belén, “fue sobreseído por prescripción de la causa, algo que suele pasar”.
En esta línea, la activista y sobreviviente de abuso sexual contra las infancias señaló que su intención es “visibilizar no solamente la necesidad de una ley contra la prescripción de delitos sexuales, sobre todo en las infancias, sino también sacar del tabú los abusos sexuales en las infancias”. A continuación, se refirió al desaliento que suele causar en las víctimas el accionar judicial: “Salió hace poco el fallo de Thelma y cada vez que prendemos la tele vemos que la Justicia no nos responde. Podríamos decir, ¿de qué vale la pena, entonces, intentarlo? Y sí que vale la pena, no es momento para callarnos la boca, precisamente todo lo contrario. Es para agarrar y decir ‘somos un montón’: el 80% de los abusos en las infancias son intrafamiliares y por lo general los que vemos en los medios no son de este modo”.
“También queremos visibilizar la diferencia que hay para algunas en el tema de tratar de hacer una denuncia. Yo cuando inicié todo esto no tenía referencia de nada y es importante visibilizar que hay muchas chicas que ni siquiera saben que pueden denunciar y, aunque así lo supiesen, cuando ven estas noticias se desaniman. Además, aunque así se animaran a denunciar, no tienen las herramientas para hacerlo”, continuó Belén y se refirió luego a la vulnerabilidad de las víctimas: “Por lo general, sobre todo las que sufrimos abusos en las infancias de forma intrafamiliar, estamos claramente expulsadas de la familia. Al estar expulsadas de la familia una puede quedar en situación de calle y hasta en situación de prostitución, entonces es mucho más grave aún. Una de cada cinco niñas es abusada y uno de cada 13 varones es abusado en la infancia. Entonces, ¿cómo llegan las víctimas a hacer esas denuncias si no tienen las herramientas? Necesitás un psiquiatra, necesitás medicamentos que son carísimos, y más allá de que el Estado provee algunas herramientas no es suficiente”, recalcó. “El mensaje que se está dando es ‘se callan la boca’, pero el mensaje que realmente deberíamos darle a la Justicia es que no, no nos vamos a callar nada, y que le vamos a llenar de juicios y de denuncias hasta el hartazgo –desafió–. Al silencio no volvemos nunca más”.

Los mitos del punitivismo

Los mitos del punitivismo

La abogada Claudia Cesaroni acaba de publicar su nuevo libro, «Contra el punitivismo», donde desarma los argumentos que exigen mano dura cada vez que un crimen impacta en la opinión pública. ¿Por qué las mujeres son víctimas de las políticas del encierro? Entrevista publicada el 25 de febrero de 2022.

“Quilmeña. Gallina. Brigadista. Abogada. Docente. Un hijo, un nieto. Milito, escribo y hablo.” Así se describe en su cuenta de Twitter la abogada y escritora Claudia Cesaroni. Autora de varios libros que ponen en discusión las políticas punitivistas o, en criollo, políticas de mano dura. Entre ellos se encuentran: La vida como castigo, Un partido sin papá y El dolor como política de tratamiento. La abogada habló con ANCCOM sobre su nuevo libro, Contra el punitivismo, y puso en discusión los mitos que rondan alrededor de las personas que cometen crímenes. 

 Antes de responder cualquier pregunta, a Cesaroni (haciéndole honor a su rol de docente) le pareció indispensable explicar qué es el punitivismo: “El punitivismo trae aparejada la idea de que el castigo cada vez más duro y extenso soluciona tanto los delitos más graves, como un homicidio o una violación, hasta los más simples”. Qué hacer con las personas que cometen crímenes ha sido un tema de grandes discusiones a lo largo de la humanidad, polémicas que, según la autora, siempre se solucionan con más años de cárcel: “Aún en los casos más graves, cuestiono la duración de ese castigo. Deberíamos pensar otras alternativas que probablemente sean más satisfactorias para que no se vuelvan a repetir los hechos o que tengan un efecto pedagógico.”

 Pensar en otras soluciones le parece clave a la autora a la hora de decidir qué hacer con la gente que llega a cometer algún delito. Pero, es inevitable preguntar:

¿Qué otras soluciones se pueden aplicar además de la cárcel? ¿Cómo se le responde a la víctima que pide justicia?

En los casos graves es difícil pensar en otra solución que no sea el encierro, pero lo que sí optan otros países es por hacer que la pena no sea tan larga. En algunos países como España o Colombia, y también acá (pero muy de vez en cuando), se aplica algo que se llama mediación penal, sobre todo en el ámbito juvenil. Por ejemplo, si un pibito viene corriendo y le roba el celular a alguien, se intentan instancias de mediación penal donde las dos partes se sientan con su abogado, junto al Estado, y se piensa cuál sería la mejor manera de reparar el daño que se hizo. ¿Qué es mejor? ¿Que el pibe ese vaya tres años a la cárcel o que eventualmente trabaje para devolver el celular además de pedir disculpas? Aunque lo más importante es que el Estado, junto con la sociedad, ayuden a ese pibe a no volver a cometer delitos. Pero no es fácil pensar esas soluciones, lo más fácil es mandar a la gente presa. 

Hay algo que queda claro, hay crímenes que no pueden responderse más que con la cárcel, pero, sin olvidar los derechos de cada una de las partes: “Las personas que cometen delitos también tienen derechos. Como, por ejemplo, el derecho a la reinserción, que le permite a la persona que estuvo presa volver a la sociedad libre. Si le imponen una pena de 30 años a alguien de 20, ese derecho es absolutamente negado. Esa persona va a volver a la sociedad con una edad avanzada y totalmente inhabilitada para la convivencia social, o directamente muerta”, afirma Cesaroni. 

Mayoritariamente son las mujeres las que se hacen cargo de la situación; ahí hay un colectivo de mujeres absolutamente vulnerado que tiene que hacerse cargo económicamente de sostener a su preso, todo ese gasto no se evalúa.

Claudia Cesaroni

La autora sostiene que la cárcel no solo afecta a quien está condenado, sino que todo lo que gira a su alrededor también se ve alterado: “Mayoritariamente son las mujeres las que se hacen cargo de la situación; ahí hay un colectivo de mujeres absolutamente vulnerado que tiene que hacerse cargo económicamente de sostener a su preso, todo ese gasto no se evalúa. Cuando hablamos de políticas de cuidado, en general, no se mira a las acciones que llevan adelante las mujeres vinculadas a una persona privada de la libertad”. Agregado al gasto que le pueda generar a su familia, Cesaroni resalta el gasto público que genera tener personas privadas de la libertad: “A todos nos conviene que haya menos gente presa, más allá de una cuestión humanista, por una cuestión económica. Un preso cuesta mucha plata, desde los gastos judiciales, el personal penitenciario, los micros de traslado, etcétera.”

Pero, si un preso cuesta mucha plata, ¿por qué se sigue sosteniendo ese gasto?

Se gasta porque el Servicio Penitenciario recibe un enorme presupuesto. Justamente el cuestionamiento que siempre hacemos es que nunca se investiga qué se hace con ese dinero. Lo que sí sabemos es que las cosas con las que viven los presos, la comida, la ropa, los elementos de higiene no los proveen el sistema, sino las familias. Y muchas veces cuando se necesita hacer un traslado se dice que no hay dinero para la nafta. El presupuesto del sistema penitenciario es una gran caja en la que se pone muy poco la lupa.

Las cifras que maneja el sistema penitenciario, según Cesaroni, son borrosas y pocos claras. No se puede acceder fácilmente a algún presupuesto o detalle de gastos realizados, a diferencia de otras instituciones que tienen, o al menos eso parece, las cuentas un poco más claras.

¿Las políticas de mano dura corresponden a una falta de acción por parte del Estado?

No creo que el Estado esté ausente, sino que el Estado aparece de una sola manera: en lugar de prevenir, interviene siempre castigando. Es una respuesta fácil, por ejemplo, si no pueden evitar los femicidios, al femicida le meten 50 años de cárcel. Por mi parte, elegiría invertir mucho más tiempo y dinero en evitar que haya una muerta antes de festejar que le metan 50 años de cárcel al autor del hecho.

 

Los femicidios y el punitivismo demostraron ser temas sensibles a la hora de discutirlos, por eso la autora decidió explicar el panorama trayendo ejemplos de la realidad argentina. La abogada menciona el caso de Micaela García y la modificación que se realizó a partir de este en la Ley de Ejecución de la Pena Privativa de la Libertad donde se limitaron las salidas transitorias (ya que el autor del hecho se encontraba aplicando ese derecho) a personas no solamente condenadas por delitos sexuales sino también por homicidio, robo a mano armada y hasta cultivo de cannabis: “En el caso de Mica García es muy importante la posición que tuvieron las compañeras del movimiento “Ni una menos” cuando se usó el caso para directamente dinamitar el sistema de ejecución de las penas en nuestro país (que es él se encarga del manejo de las personas que ya están condenadas). Ellas dijeron: “No en nuestro nombre”. Me parece muy valiente la posición de las compañeras de pedir que no se las use para aplicar políticas de mano dura. Lo que ellas reclamaban era otra cosa, más ligada a la prevención de esos hechos. Obviamente que no les dieron lugar y siguieron con la reforma”.

 Por otro lado, la autora menciona un caso que obtuvo mucha relevancia e indignación hace unos días: el de Chiara Páez: “En este caso, lo polémico fue la forma en la que se presentaron los hechos. La noticia fue: “Anulan la condena del femicida de Chiara” y obviamente apareció la respuesta de indignación de la gente. Pero en realidad, esa sentencia está bien porque lo que dice la Corte Suprema de Justicia de Santa Fe es que el adolescente autor del hecho, Manuel Masilla, debió ser condenado como menor de edad. Nadie explica esto, dicen: ‘Un femicida libre’, que tampoco está libre, sino que se pide que se lo vuelva a someter a juicio en un tribunal de menores”. El caso de Chiara tocó, sin dudas, fibras profundas en las distintas ramas de feminismo: “El planteo fue que la justicia no tiene perspectiva de género, que muchas veces se da, pero tiene que tener también perspectiva de infancia. Me parece que a veces hay ciertos feminismos que, en función de la perspectiva de género, se olvidan de la perspectiva de derechos humanos”, agrega Claudia. 

 Estos casos detallados por la abogada tienen algo en común: fueron sumamente mediáticos. Los medios de comunicación tienen, según ella, un rol determinante a la hora de aplicar o discutir políticas de mano dura. 

 ¿Siempre es negativa la participación de los medios en este tipo de casos?

 Hay muy poca gente que sabe de estos temas que hable en los medios y cuando se invita a abogados especialistas, en general, son punitivistas. Las posiciones más críticas, que tratan de ver el fenómeno del delito desde otro lugar, prácticamente no están. Sumado a eso, está el morbo que genera la víctima llorando por el delito recién cometido y pidiendo justicia, que se combina con la empatía por el dolor que se genera en la audiencia. Aunque, sin duda hay un doble estándar en las víctimas porque hay algunas que se muestran y hay otras que no existen. Por ejemplo, el 14 de febrero una policía mató de un disparo en el pecho a un pibe de diecinueve años en Mendoza y el hecho no apareció por ningún lado. Este pibe no existe, es un acto cometido por las fuerzas armadas y, encima, si se quiere más morbo, por una mujer. Entonces, en la determinación de lo que es o no noticia, la manera en que se presenta y a quien se consulta, los medios tienen una gran responsabilidad. 

 Cesaroni a la hora de argumentar quién es el mayor responsable tiene una respuesta diferente: “Mucha más responsabilidad que los medios la tienen los sectores políticos, no solamente los partidos sino sindicatos, sectores educativos, etc. Son temas que no escuchan, ni atienden y tampoco les importa. Los dirigentes políticos, los funcionarios públicos tienen pánico de hablar estos temas, votan cosas que muchas veces en las discusiones parlamentarias admiten que no sirven, pero las votan igual porque es la demanda pública. Es una manera alevosa de lavarse las manos”. 

 Entonces, si las políticas de mano dura no son una solución, ¿por qué siempre se recurre a lo mismo?

 Porque es una solución fácil. Todas las reformas que se dieron a lo largo de los años estuvieron siempre relacionadas a un hecho de impacto público, como el secuestro y asesinato de Axel Blumberg, el femicidio de Mica García, etcétera. Frente a cada uno de esos hechos, que nadie niega que sean dolorosos e irreparables, la respuesta inmediata fue más años de prisión. Pero eso no le devuelve la vida a nadie ni tampoco evita que se sigan cometiendo asesinatos y secuestros.

 La pregunta sigue siendo la misma, y la respuesta es cada vez más compleja. ¿Qué se hizo antes, y que se hace durante y después con una persona que comete un delito? Según Claudia Cesaroni, los caminos fáciles y rápidos no solucionan nada y siguen llenando de gente las cárceles. 

 Unos días después de la entrevista, Claudia publicó en Twitter que intentaron entrar a su casa de Quilmes. Al día siguiente publicó una foto suya que decía: “Me tomé el día post robo, lloré, arranqué yuyos y me puse mi remera gallardista #ElijoSeguirEstando”. La mayoría de los comentarios fueron “jodete”. Al parecer el castigo no es solo para quienes cometen crímenes sino también para quienes  defienden que todo se sostenga sobre los fundamentos de los derechos humanos. 

El Estado es responsable

El Estado es responsable

Miles de mujeres y diversidades marcharon al Congreso en el séptimo aniversario de Ni Una Menos. Desde la primera edición, se contabilizan por lo menos 1.995 asesinatos vinculados a cuestiones de género. El documento elaborado por el colectivo organizador presento 41 puntos con demandas bajo la consigna «Viva, libres y desendeudadas nos queremos».

#NiUnaMenos lleva ya 7 años de una historia que se nació masiva el 3 de junio de 2015, tras el grito colectivo ¡Vivas Nos Queremos! y que arrastra una cultura creciente de organización y lucha que sigue pisando fuerte hasta hoy. La marea verde y violeta se hizo presente, una vez más, para reclamar por el derecho a vivir en libertad e igualdad de condiciones. Cerca de las 15.00 ya se concentraba sobre la intersección de Av. 9 de Julio y Av. de Mayo, el colectivo Ni Una Menos que encabezó la marcha. Organizaciones estudiantiles, sociales, políticas y sindicales se encolumnaron junto a miles de mujeres y disidencias para avanzar hacia el Congreso. Mientras que otras banderas políticas, principalmente de izquierda, prefirieron manifestarse de manera independiente desde más temprano.

 El sol acompañó en una tarde de frío, pero que empezó a tomar temperatura con la multitud que fue llegando. Cerquita se podían ver organizadas a las jóvenes de los Centros de Estudiantes del Carlos Pellegrini y del Nacional Buenos Aires. El agite de pañuelos, los saltos y el canto de “señor, señora, no sea indiferente, nos matan a las pibas en la cara de la gente” no faltaron. Para Roberta, de 14 años, fue su primera vez en una marcha por el Ni Una Menos. «Marchamos por las pibas que nunca volvieron. Es refuerte, vernos organizadas, unidas con pibas de otras escuelas». Para Laura, de 13, la consigna que la trajo fue “conseguir que bajen los femicidios y que la justicia cambie y deje de favorecer a violadores y abusadores”.

Basta de femicidios y trans/travesticidios

 En Plaza de Mayo un memorial de fotos le puso cara a los números de muertes por femicidios. El lema “Vivas nos queremos” que se impuso en el 2015 tras el femicidio de Chiara Páez sigue presente, como en aquel primer encuentro que sembró un cambió con leyes necesarias pero que no alcanzan para revertir una cultura institucional que debe reinventarse. En ese momento no existían los registros oficiales sobre femicidios. Hoy las estadísticas están, pero los femicidios, trans/travesticidios y crímenes de odio no cesan. Según el último informe realizado por la Oficina de la Mujer (OM) de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, solamente en 2021 se registraron 251 víctimas letales de mujeres cis, mujeres trans y travestis por razones de violencia de género. Por su parte, el Observatorio Ahora Que Sí Nos Ven registra un total de 1.995 femicidios desde el 3 de junio de 2015 al 25 de mayo de 2022, lo que implica 1 femicidio cada 31 horas. Cada número es el relato de una historia rota producto de la violencia machista que no para.

 Mientras tanto, el Poder Judicial sigue mirando hacia un costado y la impunidad es el denominador común en la que quedan la mayoría de los casos. Como el de Katherine Moscoso, que lleva 7 años sin avances ni respuestas. Los familiares César Ezequiel Moscoso y Wanda Banegas fueron de los tantos que se acercaron por la mañana a la Casa Rosada para reunirse con el presidente Alberto Fernandez y exigir justicia. “El caso tiene 7 años de impunidad. Venimos a reclamar que se trabaje en la causa, que se active el caso”, expresó Wanda, prima de la víctima.

 Para las 17.00 se encendieron las bengalas y la marea empezó a moverse. En medio de la bandera que encabezó la marcha se encontraba Moira Millan, de la Nación Mapuche de la Provincia de Chubut. Una de las grandes referentes del Movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen vivir. “Estamos haciendo campaña para la abolición del chineo. Necesitamos herramientas legales y condenas severas ante este crimen”, reclamó. El chineo es la violación sistemática de niñas y niños a manos de varones privilegiados, generalmente blancos e hijos del poder. Una práctica que deja al descubierto un fuerte componente machista y racista que sigue persistiendo hasta nuestros días. 

Cuidado y trabajo

Todo cuidado es político. Y eso que llaman amor, es trabajo no pago. Las desigualdades de género también tienen su correlato en el ámbito del mercado laboral. En sus inicios Ni Una Menos permitió disputar otros sentidos además de los femicidios que representan solamente la punta del iceberg. La base es invisible y allí radica uno de los desafíos más grandes para los movimientos feministas que buscan transformar de raíz nuestras sociedades. El 2017 marcó un avance en este sentido con el Primer Paro General Internacional y Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans, Bisexuales, No Binaries, Gordes e Intersex de la clase trabajadora. Instalando en la agenda temas como la brecha salarial, los techos de cristal, la precarización, el impacto desigual de la pobreza en las mujeres y disidencias o la falta de reconocimiento de los trabajos de cuidados.

Hoy la lucha sigue siendo también por desendeudarnos. En diálogo con ANCCOM, Paula Rodriguez, periodista y autora de los libros Causas Urgentes y Ni Una Menos, manifestó que “si hay un punto fuerte en la agenda actual de los feminismos no solo acá sino en toda la región es el tema de los cuidados, que está muy vinculado con la crisis económica y con la pobreza en general”. Además marcó que “ las posibilidades de acceso al mercado laboral son inferiores al de los varones. Las trayectorias laborales están interrumpidas por las tareas de cuidado. En consecuencia el ingreso y los aportes nunca llegan a ser los mismos”.

Un nuevo punto de partida

El documento completo se leyó alrededor de las 19.00 en el escenario central ubicado enfrente del Congreso. Las y les representantes del colectivo comenzaron su discurso reafirmando el carácter internacionalista, plurinacional, antiracista, antiimperialista, antibiologicista, anticapacitista, migrante, transfonterizo, antifasista, antiedadista y transgeneracional del movimiento. Entre los 41 puntos de reivindicaciones se exigió en primer lugar una reforma judicial feminista que garantice el acceso al sistema de justicia para mujeres, lesbianas, bisexuales, travestis, trans y no binaries. Además se sumaron a la lista de reclamos la aplicación de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, así como la efectivización de la Ley de Educación Sexual Integral. También se exigió trabajo, salario y jubilaciones dignas ante una crisis económica que afecta de manera desigual a mujeres y diversidades. En un marco donde la problemática ambiental también está en agenda se gritó basta de extractivismo y se reclamó por la autonomía de cuerpos y territorios. Por último se señaló al Estado como responsable. 

Grandes fueron las conquistas a las que se llegaron gracias a los movimientos que entendieron al espacio público como espacio a ser ocupado. Pero poco significan si no son puntos de partida para seguir resistiendo y peleando.

¿Cuál es tu grito hoy?

Los fotoperiodistas de ANCCOM recorrieron la marcha Ni Una Menos, desde Plaza de Mayo al Congreso de la Nación, registrando retratos bajo la consigna «¿Cuál es tu grito hoy?» Podés acceder a la galería con las imágenes y las declaraciones aquí

Las acreedoras salieron a la calle

Las acreedoras salieron a la calle

Tras dos años de pandemia, el colectivo de mujeres volvió a salir a la calle para exigir igualdad y el cese de la violencia de género. Acorde al contexto político, esta vez se sumaron las consignas contra la deuda externa. «La deuda es con nosotras. Que la paguen los que la fugaron».

Con carteles, banderas, canciones, bailes y la emoción a flor de piel, se reclamó por los 55 femicidios que hubo en lo que va del 2022 y por todas las que ya no están, por la separación de la Iglesia del Estado, porque se terminen de una vez los crímenes de odio, por la aparición con vida de Tehuel, por la absolución de Higui, por frenar las exigencias estéticas, por un Estado presente, por la igualdad de derechos; por que ser mujer no nos cueste la vida.

En familia, con amigas, solas y también agrupadas bajo los nombres de Ni una Menos, Actrices Argentinas, Transfeminismo antirracista, La Poderosa, Las Rojas, Fuba, Doulas, Futbol feminista, Las mariposas, La Cámpora, Migrantes, Frente Popular Darío Santillán, Nuevo Mas, Pan y Rosas, SiTraRePa, La Chilinga, RadFem, entre otros; la cuestión era marchar y poner el cuerpo.

“Si no estamos acá, nunca nadie se va a dar cuenta de lo que nos toca vivir. ¿Cuánto tiempo llevamos aguantando? ¡Hay que moverse! Estamos acostumbradas a bancar la violencia machista hace años, si no nos movemos no va a cambiar nada”, sostuvo Jordana Silva, quien se puso la remera de River y se juntó en la Plaza del Congreso con sus compañeras que militan el fútbol feminista. Específicamente reclaman para que el equipo femenino pueda jugar en el Monumental. Al lado de ellas, también se reunieron las chicas de San Lorenzo y Boca; podrán defender colores distintos adentro de la cancha, pero afuera las une la lucha por la igualdad de derechos.

A las 18, frente a una plaza llena y mientras puertas adentro del recinto se debatía el futuro de la deuda contraída con el FMI, comenzó la lectura del documento colectivo cuya propuesta principal fue que el endeudamiento lo paguen quienes fugaron capitales. A ello se sumó el pedido por la sanción de las leyes de humedales, de Acceso a la Tierra y de Soberanía Alimentaria, una modificación a la legislación que regula los alquileres, que se garantice la aplicación de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo e Interrupción Legal del Embarazo en todo el país y que se haga efectiva la Educación Sexual Integral. Algunas de las firmantes del documento fueron Nora Cortiñas y Taty Almeida, de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora; el Colectivo Ni una Menos; la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito; la Asamblea Feminista de la Villa 31 y 31 bis, CABA; la Unión de Trabajadorxs de la Tierra; y el Centro de Estudios Sociales y Legales (CELS); entre otros.

Para Ailén Tomke, integrante del conjunto Las Rojas, quien se acercó a marchar desde la Zona Oeste del conurbano bonerense, el reclamo más urgente es por el presupuesto para combatir todas las violencias hacia las mujeres y diversidades: “Que no haya refugios, que no haya educación sexual integral en todos los espacios educativos, hace que miles de mujeres estén hoy acá en las calles”. Sobre ella, el pasacalle firmado por La Poderosa sostenía: “Somos parte del PBI invisibilizado”. 

En tanto, Agustina Cabaleiro, también reconocida en Instagram como @onlinemami_, con sus 27 años, es referente del Colectivo de Gordes Activistas. La organización proclama que “sin gordes no hay feminismo”. Y agrega: “El reclamo es por la despatologización de los cuerpos; ser gordas no es estar enfermas”. En cuanto a la movilización general, considera que el llamado más urgente es bajar la tasa de femicidios.

Por su parte, Isabella Del Vechio y Valentina Ruiz, ambas de 15 años, se acercaron a marchar por primera vez. “Estamos acá para reclamar por la abolición de la industria pornográfica”, dice Isabella. “Me metí en el Radfem (feministas radicales) y entendí que todo lo que había aprendido en mi vida estaba mal”, agrega Valentina. Las dos concuerdan en la importancia de asistir a la convocatoria.

Como todos los años, las protagonistas refuerzan su lucha con la exposición de carteles que visibilizan el miedo, la incomodidad y la injusticia que enfrentan día a día. “No es no”, “el Estado es responsable”, “Se va a caer”, “Nos venden, violan, matan y nosotras somos las nazis”, “Me cuidan mis amigas”, “Nadie me preguntó cómo se veía mi agresor”, “Hoy lucho para existir mañana”, “Protesto porque cuando me pasó sentí culpa”, son algunas de las leyendas. El cartel lo sostiene una, pero representa a miles; cuando la vivencia particular se repite en centenares de historias la cuestión abandona el plano individual para convertirse en colectivo.

Razones para marchar hay tantas -o más- como la cantidad de personas que pusieron el cuerpo en la calle. Sin embargo, todas ellas tienen algo en común: defender los derechos y la vida de las mujeres.

Como todos los años, desde aquel 2015, que marcó un antes y un después en la lucha feminista en Argentina, los 8M y en cada marcha convocada por los movimientos de mujeres y disidencias hay un eco que retumba en las paredes del Congreso: “Abajo el patriarcado, se va a caer; arriba el feminismo que va a vencer.”

 

Los mitos del punitivismo

Los mitos del punitivismo

La abogada Claudia Cesaroni acaba de publicar su nuevo libro, «Contra el punitivismo», donde desarma los argumentos que exigen mano dura cada vez que un crimen impacta en la opinión pública. ¿Por qué las mujeres son víctimas de las políticas del encierro?

“Quilmeña. Gallina. Brigadista. Abogada. Docente. Un hijo, un nieto. Milito, escribo y hablo.” Así se describe en su cuenta de Twitter la abogada y escritora Claudia Cesaroni. Autora de varios libros que ponen en discusión las políticas punitivistas o, en criollo, políticas de mano dura. Entre ellos se encuentran: La vida como castigo, Un partido sin papá y El dolor como política de tratamiento. La abogada habló con ANCCOM sobre su nuevo libro, Contra el punitivismo, y puso en discusión los mitos que rondan alrededor de las personas que cometen crímenes. 

 Antes de responder cualquier pregunta, a Cesaroni (haciéndole honor a su rol de docente) le pareció indispensable explicar qué es el punitivismo: “El punitivismo trae aparejada la idea de que el castigo cada vez más duro y extenso soluciona tanto los delitos más graves, como un homicidio o una violación, hasta los más simples”. Qué hacer con las personas que cometen crímenes ha sido un tema de grandes discusiones a lo largo de la humanidad, polémicas que, según la autora, siempre se solucionan con más años de cárcel: “Aún en los casos más graves, cuestiono la duración de ese castigo. Deberíamos pensar otras alternativas que probablemente sean más satisfactorias para que no se vuelvan a repetir los hechos o que tengan un efecto pedagógico.”

 Pensar en otras soluciones le parece clave a la autora a la hora de decidir qué hacer con la gente que llega a cometer algún delito. Pero, es inevitable preguntar:

¿Qué otras soluciones se pueden aplicar además de la cárcel? ¿Cómo se le responde a la víctima que pide justicia?

En los casos graves es difícil pensar en otra solución que no sea el encierro, pero lo que sí optan otros países es por hacer que la pena no sea tan larga. En algunos países como España o Colombia, y también acá (pero muy de vez en cuando), se aplica algo que se llama mediación penal, sobre todo en el ámbito juvenil. Por ejemplo, si un pibito viene corriendo y le roba el celular a alguien, se intentan instancias de mediación penal donde las dos partes se sientan con su abogado, junto al Estado, y se piensa cuál sería la mejor manera de reparar el daño que se hizo. ¿Qué es mejor? ¿Que el pibe ese vaya tres años a la cárcel o que eventualmente trabaje para devolver el celular además de pedir disculpas? Aunque lo más importante es que el Estado, junto con la sociedad, ayuden a ese pibe a no volver a cometer delitos. Pero no es fácil pensar esas soluciones, lo más fácil es mandar a la gente presa. 

Hay algo que queda claro, hay crímenes que no pueden responderse más que con la cárcel, pero, sin olvidar los derechos de cada una de las partes: “Las personas que cometen delitos también tienen derechos. Como, por ejemplo, el derecho a la reinserción, que le permite a la persona que estuvo presa volver a la sociedad libre. Si le imponen una pena de 30 años a alguien de 20, ese derecho es absolutamente negado. Esa persona va a volver a la sociedad con una edad avanzada y totalmente inhabilitada para la convivencia social, o directamente muerta”, afirma Cesaroni. 

Mayoritariamente son las mujeres las que se hacen cargo de la situación; ahí hay un colectivo de mujeres absolutamente vulnerado que tiene que hacerse cargo económicamente de sostener a su preso, todo ese gasto no se evalúa.

Claudia Cesaroni

La autora sostiene que la cárcel no solo afecta a quien está condenado, sino que todo lo que gira a su alrededor también se ve alterado: “Mayoritariamente son las mujeres las que se hacen cargo de la situación; ahí hay un colectivo de mujeres absolutamente vulnerado que tiene que hacerse cargo económicamente de sostener a su preso, todo ese gasto no se evalúa. Cuando hablamos de políticas de cuidado, en general, no se mira a las acciones que llevan adelante las mujeres vinculadas a una persona privada de la libertad”. Agregado al gasto que le pueda generar a su familia, Cesaroni resalta el gasto público que genera tener personas privadas de la libertad: “A todos nos conviene que haya menos gente presa, más allá de una cuestión humanista, por una cuestión económica. Un preso cuesta mucha plata, desde los gastos judiciales, el personal penitenciario, los micros de traslado, etcétera.”

Pero, si un preso cuesta mucha plata, ¿por qué se sigue sosteniendo ese gasto?

Se gasta porque el Servicio Penitenciario recibe un enorme presupuesto. Justamente el cuestionamiento que siempre hacemos es que nunca se investiga qué se hace con ese dinero. Lo que sí sabemos es que las cosas con las que viven los presos, la comida, la ropa, los elementos de higiene no los proveen el sistema, sino las familias. Y muchas veces cuando se necesita hacer un traslado se dice que no hay dinero para la nafta. El presupuesto del sistema penitenciario es una gran caja en la que se pone muy poco la lupa.

Las cifras que maneja el sistema penitenciario, según Cesaroni, son borrosas y pocos claras. No se puede acceder fácilmente a algún presupuesto o detalle de gastos realizados, a diferencia de otras instituciones que tienen, o al menos eso parece, las cuentas un poco más claras.

¿Las políticas de mano dura corresponden a una falta de acción por parte del Estado?

No creo que el Estado esté ausente, sino que el Estado aparece de una sola manera: en lugar de prevenir, interviene siempre castigando. Es una respuesta fácil, por ejemplo, si no pueden evitar los femicidios, al femicida le meten 50 años de cárcel. Por mi parte, elegiría invertir mucho más tiempo y dinero en evitar que haya una muerta antes de festejar que le metan 50 años de cárcel al autor del hecho.

 

Los femicidios y el punitivismo demostraron ser temas sensibles a la hora de discutirlos, por eso la autora decidió explicar el panorama trayendo ejemplos de la realidad argentina. La abogada menciona el caso de Micaela García y la modificación que se realizó a partir de este en la Ley de Ejecución de la Pena Privativa de la Libertad donde se limitaron las salidas transitorias (ya que el autor del hecho se encontraba aplicando ese derecho) a personas no solamente condenadas por delitos sexuales sino también por homicidio, robo a mano armada y hasta cultivo de cannabis: “En el caso de Mica García es muy importante la posición que tuvieron las compañeras del movimiento “Ni una menos” cuando se usó el caso para directamente dinamitar el sistema de ejecución de las penas en nuestro país (que es él se encarga del manejo de las personas que ya están condenadas). Ellas dijeron: “No en nuestro nombre”. Me parece muy valiente la posición de las compañeras de pedir que no se las use para aplicar políticas de mano dura. Lo que ellas reclamaban era otra cosa, más ligada a la prevención de esos hechos. Obviamente que no les dieron lugar y siguieron con la reforma”.

 Por otro lado, la autora menciona un caso que obtuvo mucha relevancia e indignación hace unos días: el de Chiara Páez: “En este caso, lo polémico fue la forma en la que se presentaron los hechos. La noticia fue: “Anulan la condena del femicida de Chiara” y obviamente apareció la respuesta de indignación de la gente. Pero en realidad, esa sentencia está bien porque lo que dice la Corte Suprema de Justicia de Santa Fe es que el adolescente autor del hecho, Manuel Masilla, debió ser condenado como menor de edad. Nadie explica esto, dicen: ‘Un femicida libre’, que tampoco está libre, sino que se pide que se lo vuelva a someter a juicio en un tribunal de menores”. El caso de Chiara tocó, sin dudas, fibras profundas en las distintas ramas de feminismo: “El planteo fue que la justicia no tiene perspectiva de género, que muchas veces se da, pero tiene que tener también perspectiva de infancia. Me parece que a veces hay ciertos feminismos que, en función de la perspectiva de género, se olvidan de la perspectiva de derechos humanos”, agrega Claudia. 

 Estos casos detallados por la abogada tienen algo en común: fueron sumamente mediáticos. Los medios de comunicación tienen, según ella, un rol determinante a la hora de aplicar o discutir políticas de mano dura. 

 ¿Siempre es negativa la participación de los medios en este tipo de casos?

 Hay muy poca gente que sabe de estos temas que hable en los medios y cuando se invita a abogados especialistas, en general, son punitivistas. Las posiciones más críticas, que tratan de ver el fenómeno del delito desde otro lugar, prácticamente no están. Sumado a eso, está el morbo que genera la víctima llorando por el delito recién cometido y pidiendo justicia, que se combina con la empatía por el dolor que se genera en la audiencia. Aunque, sin duda hay un doble estándar en las víctimas porque hay algunas que se muestran y hay otras que no existen. Por ejemplo, el 14 de febrero una policía mató de un disparo en el pecho a un pibe de diecinueve años en Mendoza y el hecho no apareció por ningún lado. Este pibe no existe, es un acto cometido por las fuerzas armadas y, encima, si se quiere más morbo, por una mujer. Entonces, en la determinación de lo que es o no noticia, la manera en que se presenta y a quien se consulta, los medios tienen una gran responsabilidad. 

 Cesaroni a la hora de argumentar quién es el mayor responsable tiene una respuesta diferente: “Mucha más responsabilidad que los medios la tienen los sectores políticos, no solamente los partidos sino sindicatos, sectores educativos, etc. Son temas que no escuchan, ni atienden y tampoco les importa. Los dirigentes políticos, los funcionarios públicos tienen pánico de hablar estos temas, votan cosas que muchas veces en las discusiones parlamentarias admiten que no sirven, pero las votan igual porque es la demanda pública. Es una manera alevosa de lavarse las manos”. 

 Entonces, si las políticas de mano dura no son una solución, ¿por qué siempre se recurre a lo mismo?

 Porque es una solución fácil. Todas las reformas que se dieron a lo largo de los años estuvieron siempre relacionadas a un hecho de impacto público, como el secuestro y asesinato de Axel Blumberg, el femicidio de Mica García, etcétera. Frente a cada uno de esos hechos, que nadie niega que sean dolorosos e irreparables, la respuesta inmediata fue más años de prisión. Pero eso no le devuelve la vida a nadie ni tampoco evita que se sigan cometiendo asesinatos y secuestros.

 La pregunta sigue siendo la misma, y la respuesta es cada vez más compleja. ¿Qué se hizo antes, y que se hace durante y después con una persona que comete un delito? Según Claudia Cesaroni, los caminos fáciles y rápidos no solucionan nada y siguen llenando de gente las cárceles. 

 Unos días después de la entrevista, Claudia publicó en Twitter que intentaron entrar a su casa de Quilmes. Al día siguiente publicó una foto suya que decía: “Me tomé el día post robo, lloré, arranqué yuyos y me puse mi remera gallardista #ElijoSeguirEstando”. La mayoría de los comentarios fueron “jodete”. Al parecer el castigo no es solo para quienes cometen crímenes sino también para quienes  defienden que todo se sostenga sobre los fundamentos de los derechos humanos.