El legado más vigente

El legado más vigente

En el 70º aniversario de la muerte de Evita organizaciones sociales, sindicales y políticas marcharon para recordar su legado y en repudio a «los antipatria que quieren desestabilizar al Gobierno».

ANCCOM estuvo presente en la Marcha de las Antorchas convocada por organizaciones sociales, sindicales y políticas para recordar el legado de Evita en el 70 aniversario de su muerte y en repudio a los sectores políticos y económicos que, afirman, buscan desestabilizar al gobierno de Alberto Fernández.

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Recicladores de las cooperativas buscan ser reconocidos como trabajadores

Recicladores de las cooperativas buscan ser reconocidos como trabajadores

El pasado miércoles trabajadores de recolección y recuperación de residuos sólidos urbanos, se manifestaron con el objetivo de que sean reconocidos como trabajadores y la implementación de convenios.

El pasado miércoles 20 de julio a las 17 hs, se llevó a cabo una movilización por parte de las cooperativas del Movimiento Popular La Dignidad en el local de Easy, ubicado entre Av. Rivadavia y Boedo, en el barrio de Almagro. La jornada de lucha no fue extensa pero sí contundente. Militantes, recuperadores, promotores ambientales, recolectores y trabajadores de cooperativas en Varela, Villa Soldati, Lugano, Bajo Flores, Lanús y Barracas, se unieron con el objetivo de visibilizar su lucha y muchos vecinos se quedaron a escuchar sus reclamos. Exigieron por inclusión social y laboral, el reconocimiento de los trabajadores de recolección y recuperación de residuos sólidos urbanos y la implementación de convenios para generar una relación entre la recolección y el cuidado del medio ambiente. Ante la falta de respuestas del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires sobre la formalización de la actividad, dirigieron sus reclamos a una de las tantas empresas generadoras de alto volumen de residuos.

Juan, militante de MP La Dignidad, indicó a ANCCOM por qué se encontraba en la movilización: “Pedimos que se reconozca a los trabajadores de reciclado de las cooperativas como un trabajo más, que podamos tener obra social y un sueldo, que podamos ganar como otras personas que trabajan para un reciclado de empresas grandes. Venimos a reclamar porque todos los residuos que tiran las empresas de gran renombre se los terminan dando a recicladoras grandes, cuando se los podrían dar a las recicladoras pequeñas para que crezcan y se pueda fomentar el trabajo de las cooperativas”. Por su parte, Natalia Molina, coordinadora del área de reciclado de La Dignidad en la Villa 21-24, expuso la problemática por la que son juzgados muchos de los trabajadores del reciclado: el Gobierno de la Ciudad no los reconoce y la sociedad los estigmatiza. “Venimos con una propuesta muy concreta: que nos reconozcan como servicio, desafiando el ninguneo y los relatos de exclusión que se difunden desde los medios diciendo que nosotros somos choriplaneros. Acá tenemos la prueba concreta de que los compañeros subsistimos con un material que recogemos de las calles y en los basurales. Nosotros queremos trabajar, que nos den trabajo que es lo que nos dignifica. No somos vagos y no queremos planes. Pedimos reconocimiento y que contraten nuestros servicios, de poder presentar lo que hacemos y que se pueda ver la calidad y capacidad que tenemos. Trabajamos en la precariedad: no tenemos ni condiciones ni recursos y, sin embargo, lo sacamos adelante”, argumentó Molina.

Betty, trabajadora del reciclado en Almirante Brown, expresó: “Buscamos un trabajo digno, que las empresas grandes nos reconozcan como trabajadores y nos den el reciclado como corresponde”.

Por otra parte, se habló acerca de la educación ambiental y de la importancia que tiene para los vecinos informarse acerca de estas cuestiones. Marcela, de Promotores Ambientales de Barracas, informó cómo es su trabajo y por qué es necesario que se preste atención al tema: “Trabajamos de lunes a sábados, de puerta a puerta, educando al vecino y enseñando en nuestras casas que somos parte de un circuito y solamente tenemos un planeta, que tenemos que cuidarlo y si no lo hacemos nosotros ahora nadie lo hará”. Aquí se plantea otro de los ejes de la movilización, la de generar convenios para que se cumpla con la ley de Basura Cero, que nunca se termina de concretar. Al respecto, Natalia Molina sostuvo: “Somos capaces de armar estructuras, como las Promotoras Ambientales, que son las que reeducan a la sociedad. El Gobierno de la Ciudad tiene programas estructurales para contratar a promotores ambientales, separadores y recuperadores, pero no lo hace porque no nos consideran trabajadores. Nuestro trabajo da infinitas posibilidades, porque lo desarrollamos en los barrios, pero el único que nos ve y no nos da posibilidad es el Gobierno”.

Las cooperativas no son reconocidas por las grandes empresas lo que hace que su trabajo su trabajo sea muy flusctuante: “Sobrevivimos a pulmón. Hay muchos comedores que la gente banca con su bolsillo, con rifas. Cuando no hay trabajo, no hay comida. No estamos recibiendo ni siquiera mercadería que nos ayude. La forma que tiene la gente de subsistir es ir a las recicladoras y hacerse unos mangos. Pero estas grandes empresas terminan llevándose todos los reciclables y nos quitan las posibilidades”, indicó Juan de La Dignidad.

Natalia Molina, explica la preocupación que tienen las cooperativas por esta situación, pero que nunca se dan por vencidos y logran sobrevivir. “Ante la ausencia sistemática de los malos gobiernos que fueron pasando, que no asumen la responsabilidad civil que tienen con nosotros, como habitantes de este país y con crisis cada vez más acrecentadas, la gente sale a buscar nuevas oportunidades. En nuestro caso, nosotros somos parte de la economía popular y ahí, hay ejemplos clarísimos de subsistencia. Nos autogestionamos”, dijo.

Y Juan enfatizó: “Ahora nos estamos haciendo visibles, antes se ocultaba el tema de las cooperativas, no le interesamos a nadie. Y entonces no nos queda otra que salir a las calles y luchar por nuestros derechos”.

Los movimientos sociales conmemoraron el Día del Trabajador

Los movimientos sociales conmemoraron el Día del Trabajador

Las organizaciones populares se reunieron en el centro porteño. A pesar de respaldar al gobierno, no dejaron de manifestar sus reclamos.

Con un cielo despejado de nubes y un sol que entibiecía la tarde, la cumbia de Pablo Lescano se enrocaba con el grito desaforado que clamaba “Unidad de los trabajadores, y al que no le gusta, se jode, se jode”. Trapos blanquicelestes, azules, negros, rojinegros, con los rostros de Evita y del Che. Banderas blancas, celestes, violetas, verdes. Paraguas con el dibujo de una América del Sur policromática. Los militantes sociales asesinados Darío Santillán y Maximiliano Kosteki también estaban presentes en los trapos. Flameaban, además, wiphalas y rostros cansados. Esa imagen resumía el comienzo del acto de los movimientos sociales por el Día de los Trabajadores, en 9 de Julio y Avenida de Mayo.

En el corazón de la marcha, las tacuaras parecían elevarse más altas que los edificios circundantes. UTEP, Corriente Clasista y Combativa, Movimiento Evita, Somos Barrios de Pie, Frente Popular Daría Santillán y Movimiento Nacional Campesino Indígena fueron algunas de las organizaciones presentes. Movimiento Libertad, Movimiento Aníbal Verón, Frente 22 de Agosto, Movimiento Trabajadores Organizados, Movimiento Villero, Corriente Pueblo Unido y el Movimiento Inclusión Popular desfilaban por las calles multicolor.

La Virgen y el Negrito Manuel sobre la tarima principal. Mates de mano en mano, botellas de agua, porciones de torta y sandwiches. Una marea de trabajadores y trabajadoras interminable ocupó la 9 de Julio, desde la avenida Independencia hasta la Avenida de Mayo. Brotaban del escenario las consignas, los reclamos, las causas y las aspiraciones, dichas por quienes hacen la locución del acto: “No falta trabajo. El trabajo lo hacemos siempre. Lo que faltan son derechos laborales”; “exigimos el derecho a trabajar, vivir y ser felices”; “reconocimiento político e institucional de la Economía Popular”; “por el derecho a la tierra, el techo y el trabajo”; “salario básico universal”; “conquistar el Buen Vivir”.

 

El otoño parecía diluirse y entre el humo, el canto, el bombo y la trompeta que caldeaban la jornada, algunos manifestantes buscaban reparo en plantas, gorras con visera o banderas. José, perteneciente a Misioneros de Francisco y emocionado por la enorme convocatoria, afirmó que el 1º de Mayo lo representa. “Es nuestro día; nacimos trabajadores y moriremos trabajadores. Es el día en que homenajeamos a quienes dieron la vida por nuestros derechos”, dijo.

En esta línea, Gildo Onorato, secretario gremial de la UTEP, pidió efusivamente desde el escenario celebrar esta fecha: “Siempre nos negaron nuestra identidad como clase trabajadora. Por eso celebramos, porque niegan nuestra existencia como trabajadores”. A su vez, exhortó a funcionarios y legisladores a “laburar con el oído en el territorio y así resolver los problemas reales”. Por último, anunció que esta jornada da inicio a un plan de lucha nacional para lograr la agenda que falta, porque “la democracia es plena solo con los trabajadores a la cabeza”.

Dando apertura al acto se entonaron las estrofas del Himno Nacional argentino. Continuado por el grito de “¡Patria sí, colonia no!”. Sucesivamente, se realizó un homenaje a Fredy Mariño, histórico dirigente de la Corriente Clasista y Combativa (CCC), fallecido el pasado 2 de abril. Cada persona que tomó el micrófono se encargó de hacerlo presente, de hacerlo parte de la jornada de lucha: “Fredy, hermano, hoy tu pueblo te bendice”, dijo Esteban “Gringo” Castro, secretario de la UTEP, el primer sindicato conformado por movimientos sociales. Posteriormente, también se transmitió un saludo de Milagro Sala en el cual hacía el pedido expreso de “recuperar la Patria”.

 

Otro dirigente que tomó la palabra sobre el escenario fue Juan Carlos Alderete, diputado nacional y líder de la Corriente Clasista y Combativa (CCC). Sostuvo que en cada 1º de Mayo “honramos a los mártires que dieron su vida por los derechos de la clase obrera”, y hoy, sobre todo, la marcha representa una “respuesta a la oligarquía, a la derecha reaccionaria, a los monopolios, a los del tractorazo, a los del Llao Llao. Hoy salimos a la calle reivindicando nuestros derechos y a pelear la agenda que queremos. Es un pedido al presidente de medidas para combatir la inflación. Los que la fugaron son responsables de la deuda y la tienen que pagar, no nosotros”.

Este testimonio se concatenó con la pregunta y el pedido vehemente de Dina Sánchez, secretaria general adjunta de la UTEP y vocera del Frente Popular Darío Santillán : “¿Cuándo vamos a discutir la riqueza del uno por ciento de la población? Necesitamos que se avance en la discusión de un desarrollo humano. Y eso es trabajo de la UTEP. Tierra, techo y trabajo para todos y todas”. Este sentimiento también es compartido por Norma Morales, secretaria adjunta de la UTEP y dirigenta nacional de Barrios de Pie, quien con voz quebrada afirmó: “El pueblo nos necesita más que nunca. No podemos regalarle a la derecha nuestro pueblo”.

 

Cerrando la serie de oradores, Esteban Castro aprovechó para homenajear a todos los trabajadores de la Economía Popular que, desde los clubes de barrio, comedores, merenderos, centros culturales, entre otros, realizaron la “gesta patriótica que garantizó la vida durante la pandemia, demostrando qué es el amor al pueblo”. Por último, con mucho ímpetu insistió en recalcar que esta no es una marcha de apoyo y que presentaban y reclamaban la aprobación de la Ley General de Tierra, Techo y Trabajo. “Presentando esta ley, el día de hoy, estamos haciendo un aporte a la unidad de parte del movimiento obrero popular para que el Frente de Todos gane las elecciones y podamos seguir dando las discusiones que queremos dar”. Castro se retiró dándole un beso a la estatua de la virgen y persignándose.

Entre los aplausos de culminación, aferradas a un vallado, Vanesa, trabajadora estatal, y su pequeña hija Malena saludaban alegremente a familiares y compañeros que ocupaban la grada sobre el escenario. “En una fecha como hoy es necesario estar en la calles. Siempre trato de estar presente en estos días, siento que son días que nos fortalecen y dignifican como trabajadores. Hoy tenemos que estar más que nunca. Hace 20 años yo estaba cortando una ruta y nos planeamos ser trabajadores desocupados, veinte años después hablamos de trabajadores de la Economía Popular”, dice orgullosamente Vanesa.

Mientras las banderas eran plegadas, las militancias abandonaban serenamente la ancha avenida. A un costado del escenario se oía el ruido perdido de algún redoblante solitario y una bandada de jóvenes se abalanzaba sobre Onorato, Castro, Fernando “Chino” Navarro y otros dirigentes para tomarse fotos. Sobre un cordón, un hombre formaba un asiento de cartones para una mujer que denotaba mucho cansancio. Luciano Álvarez, miembro del Movimiento Popular Los Pibes, describía felizmente la jornada como “única y hermosa, con miles de laburantes defendiendo y exigiendo derechos”.

“Esas jornadas fueron la rebeldía hecha acción”

“Esas jornadas fueron la rebeldía hecha acción”

Nacido en 2001 en los barrios populares y en los piquetes de las rutas, el MTL fue una de las organizaciones que aglutinó el reclamo de desocupados y ocupados víctimas del neoliberalismo.

Carmen López, la cuarta desde la izquierda, se convirtió en referenta del Movimiento Territorial de Liberación.

La crisis económica, el aumento de la desocupación y la indigencia, la criminalización de los sectores populares, la precariedad laboral y el descontento con la esfera política se combinaron en la rebelión de diciembre de 2001, cuando diferentes actores sociales en distintas ciudades del país salieron a las calles para reclamar “que se vayan todos, que no quede ni uno solo”.

“Las jornadas del 19 y el 20 fueron la expresión de una rebeldía popular multifacética que se venía acumulando”, sostiene Carmen López, referente de la agrupación social Carlos Chile y del Movimiento Territorial de Liberación (MTL), una de las múltiples organizaciones sociales que tuvieron un rol protagónico durante aquellos días.

En los barrios, se trató de un prolongado proceso de descontento que terminó reuniendo a sectores asalariados y desocupados que padecían la misma política económica desde la dictadura y que luego continuaron los gobiernos de Carlos Menem y Fernando De la Rúa. Según López, ese proceso hunde sus raíces en otras revueltas anteriores: las jornadas hiperinflacionarias a fines de los 80 y principios de los 90, las puebladas en el sur y noroeste patagónico a mitad del largo gobierno de Menem. “A mediados de los 90, el espacio público empieza a ser transitado por los movimientos de desocupados, el movimiento piquetero cuya modalidad de lucha, fundamentalmente, eran los cortes de rutas, y que fue migrando a las áreas urbanas, articulando las viejas y las nuevas formas de una territorialización, donde se vinculaban trabajadores ocupados y, sobre todo, desocupados”, reflexiona la militante social.

El MTL nació con la crisis social del 2001, aunque no tuvo un desarrollo homogéneo. La lucha por acceso a las tierras en la Provincia de Buenos Aires y la resistencia contra las políticas de extradición de inmigrantes en la Ciudad de Buenos Aires fueron solo dos, de las múltiples en toda la Argentina, que llevaron a su conformación. “El movimiento se sumó a las diferentes manifestaciones del campo popular que se desarrollaban alrededor del país y que se expresaban de manera autónoma”, afirma López.

«Contuvimos a los vecinos y vecinas que encontraron como expresión de rebeldía ante la crisis social el saqueo, la movilización y la ocupación de terrenos”.

La referente social destaca el rol de los movimientos sociales en los barrios populares, en donde las políticas neoliberales habían causado estragos y desencadenaron, entre otras consecuencias, los saqueos a los comercios en esas jornadas de 2001. “Organizar la resistencia fue como el hecho natural de reconocerse como clase. En cada uno de los lugares, las barriadas venían acumulando hambre y desocupación, y en aquel momento –cuenta López– contuvimos a los vecinos y vecinas que encontraron como expresión de rebeldía ante la crisis social el saqueo, la movilización y la ocupación de terrenos”.

Durante la tarde del miércoles 19 de diciembre de 2001, Fernando De la Rúa, en medio de una jornada de protestas, ocupaciones y saqueos en distintas zonas del país, anunció el estado de sitio por cadena nacional. La medida generó un rechazo masivo en la sociedad y una multitud incalculable salió a las calles, en distintas provincias, a protestar contra el gobierno. Para López, fue un momento sorprendente por la “espontaneidad y masividad de las protestas”.

“El estado de sitio nos trae mal recuerdo porque muchos lo padecimos en las dictaduras –afirma–. La protesta fue una respuesta al estado de sitio, fue un no volver atrás, fue sentir el dolor de lo perdido y una respuesta al accionar de las fuerzas represivas. Y también fue la contracara de un pueblo cansado de la crisis social y política a la cual lo tenían sometido”.

Las fuerzas de seguridad asesinaron a decenas de personas el 19 y 20 de diciembre. “Tengo palpable el recuerdo de la represión a las Madres de Plaza de Mayo, el gaseo y los disparos contra los manifestantes y el hombre baleado en las escalinatas del Congreso”, evoca López, que tiene claro quiénes “no se doblegaron” ante las políticas de seguridad del gobierno de De la Rúa. Asimismo, critica la decisión de la Corte Suprema de Justicia que permite a los procesados por la masacre seguir apelando los fallos y sin siquiera prisión efectiva. “Si no hay justicia para los muertos de esa jornada, no hay ley de reparación histórica que funcione”, razona López en alusión al proyecto de ley que se comprometió enviar al Congreso el presidente Alberto Fernández, para resarcir económicamente a los familiares de víctimas.

La dirigente del MTL considera que la sociedad debe “recuperar el significado histórico de la lucha popular del 19 y 20 de diciembre”. Fue “un despertar político” que rompió con el disciplinamiento de las políticas que se iniciaron durante la última dictadura, subraya. “Esas jornadas fueron la rebeldía hecha acción, en esas columnas que se juntaban en las esquinas con las organizaciones territoriales. Fue un momento único que marcó un rechazo al vaciamiento y a la instalación de un modelo neoliberal que dejaba desamparadas a millones de personas”.

“El modelo de la dictadura terminó en diciembre de 2001”

“El modelo de la dictadura terminó en diciembre de 2001”

El gremialista Víctor De Gennaro rememora el estallido de hace 20 años y destaca el rol que tuvo la organización social frente a las políticas neoliberales. El Frenapo, las caravanas nacionales y el plebiscito por la distribución de la riqueza.

En 2001, las agrupaciones sociales realizaron numerosas protestas en todo el país, en un contexto de crisis terminal, con el objetivo de mejorar sus condiciones de vida. “Fue una forma maravillosa de organización popular”, recuerda Víctor De Gennaro, ex secretario de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA) y participante activo de las caravanas que partieron de distintas partes de Argentina en rechazo a la política de los sucesivos gobiernos de Carlos Menem y Fernando de la Rúa.

De Gennaro considera que, por entonces, persistían resabios de la política económica y social de la última dictadura cívico-militar. “La UCR y el PJ tuvieron a Domingo Cavallo como su ministro de Economía, el mismo que estatizó la deuda privada y que inventó la convertibilidad”, reflexiona.

“Antes, durante la hiperinflación, era difícil luchar por los salarios. En los supermercados se remarcaban los precios todos los días –evoca–. Y de pronto, llega Cavallo y la inflación se va a cero”. Según De Gennaro, el ex superministro pactó con los sectores del poder económico el desarrollo de negocios con el patrimonio del Estado, que en los 90 se privatizó casi totalmente a cambio de la estabilización de precios. “En aquel momento, entendí que detrás de la inflación hay una decisión política”, asegura.

Para las organizaciones sociales y gremiales, el 2001 fue un año muy intenso por las múltiples movilizaciones que convocaron. “Buscábamos un cambio, un shock en la distribución del ingreso”, subraya De Gennaro, quien junto con otros referentes participó en la creación del Frente Nacional contra la Pobreza (FreNaPo) que juntó firmas en decenas de ciudades para que se desarrolle un plebiscito popular. “Pretendíamos una distribución de la riqueza, un salario universal, jubilaciones dignas, entre otras medidas”, destaca el dirigente, quien hoy sigue militando desde su espacio Unidad Popular, y cuyas primeras marchas, dos décadas atrás, tuvieron epicentro en Rosario, uno de los distritos más castigados por la crisis.

«La pobreza es una decisión política, no económica. Porque es una herramienta del sistema para dominar.»

El FreNaPo nació en el fulgor de la Convocatoria al Nuevo Pensamiento, cuyo primer encuentro se desarrolló 1999 y que contó con la intervención de intelectuales, dirigentes sociales, gremiales, activistas por los derechos humanos, artistas y políticos de diferentes regiones del mundo, entre ellos, Luis Inácio Lula Da Silva, quien asistió a la segunda edición del encuentro en el año 2000, antes de ser dos veces presidente de Brasil.

De Gennaro recuerda que una de las últimas caravanas del FreNaPo coincidió con los atentados a las Torres Gemelas en Nueva York. “Estábamos con Marta Maffei (por ese tiempo secretaria general de CTERA) en la zona donde se ubicó la Carpa Blanca por la educación, cuando nos dijeron que un avión se estrelló contra una de las torres. Cinco minutos después, nos dijeron que aceleremos porque otro avión se había estrellado contra la otra torre y en vez de dispersarse la convocatoria, para ver que ocurría en Estados Unidos, más gente se sumó a nosotros”, cuenta. Ese año se organizaron siete caravanas hacia distintas partes del país contra las políticas de ajuste.

La semana previa a la caída del gobierno de la Alianza, varias entidades gremiales y sociales realizaron medidas de fuerzas o manifestaciones contra De la Rúa y su ministro de Economía, Domingo Cavallo. El 13 de diciembre de 2001, la CGT convocó a un paro nacional que tuvo una gran adhesión. Mientras tanto, en las jornadas del 14, 15, 16 y 17 de diciembre, se desarrolló el plebiscito convocado por el FreNaPo que tuvo el apoyo, además, de la Federación Agraria, organizaciones sociales y sectores religiosos. Más de tres millones de ciudadanos emitieron su voto en el plebiscito. “Había un ansia de participación de la gente. En ese momento aprendí que la gente cuando quiere, vota”, señala De Gennaro, en clara alusión a las elecciones legislativas de este año que tuvieron una baja participación y un alto porcentaje de voto en blanco. “A través de las movilizaciones, pretendíamos combatir contra la pobreza y generar un cambio en la distribución del ingreso”, remarca.

El 19 de diciembre de 2001, De Gennaro se encontraba en una reunión con referentes sociales en la localidad bonaerense de Moreno, cuando le informaron que De La Rúa había anunciado el estado de sitio. “Esa noche convocamos a un paro nacional para el 20 de diciembre y a una marcha hacia el Congreso para que no convalide el estado de sitio, pero a la madrugada ya había miles de personas en las calles de los barrios manifestando su rechazo a la medida. En ese momento, sentí que la dictadura terminó”, confiesa De Gennaro. En su opinión, hubo una crisis de gobernabilidad que se desplegó en un marco de enfrentamiento entre sectores del poder. “Se enfrentaban los que pretendían la dolarización y los que querían la devaluación. Entre esos dos ejes, nosotros estábamos en la tercera vía, el de la distribución de la riqueza”.

Luego de aquella experiencia y con la aparición de gobiernos con políticas progresistas, se demostró que “la alternativa era posible”. De Gennaro pondera el rol del Foro Social Mundial, organizado en enero de 2002 en la ciudad brasileña de Porto Alegre. “Ese Foro surgió como contracara a Davos, el encuentro anual de empresarios, y fue una resistencia contra aquellos que decían que había un fin de la historia”, puntualiza.

“En la actualidad no serviría un Frente Nacional contra la Pobreza –sentencia De Gennaro–. La pobreza es una decisión política, no económica. Porque es una herramienta del sistema para dominar. La única forma de luchar contra la pobreza es ir por la riqueza”.

Para De Gennaro, a partir de ese momento, ningún gobierno ha podido resolver los problemas de la crisis de gobernabilidad. “En los últimos años, han vuelto gobiernos de tinte liberal pero tampoco pudieron establecerse y no tienen capacidad de convencer. Por lo cual deben reprimir. El sistema tiene tres alternativas durante las crisis de gobernabilidad: convencer, corromper y reprimir”, dice el también exdiputado nacional.

“Hoy la construcción de un proyecto social y alternativo es posible, pero conlleva un proceso largo y laborioso necesario para que haya una mejora en la sociedad”, sostiene y concluye: “Y no alcanza con decir lo que se debe hacer, sino que hay que hacerlo”.