“Todos estamos atravesados por el hogar”

“Todos estamos atravesados por el hogar”

En el marco de la muestra “Casa. La vivienda es un derecho”, cuatro fotógrafos dialogaron sobre sus trabajos en torno a la problemática habitacional: hogares en la traza de una fallida autopista de la dictadura, la toma de terrenos en Guernica, una cooperativa en una fábrica abandonada y una casa en un country.

¿Vivís donde querés? La pregunta agita en el cartel verde que reluce en la entrada al conversatorio de fotoperiodistas “Mirar el Hogar”, organizado por el grupo de fotógrafes Movida Colectiva, en el marco de la muestra Casa. La vivienda es un derecho, que por estos días se realiza en la sede de Inquilinos Agrupados, en Bartolomé Mitre 1767, a una cuadra del Congreso Nacional.

Las respuestas a ese interrogante inicial evocan diferentes ideas, realidades disímiles, cotidianidades diferentes, aunque interpeladas por el mismo tópico: el acceso a la vivienda digna. Algunos se lamentan por no poder elegir donde vivir, pero anhelan en un futuro poder conseguirlo; otros abandonaron aquella ilusión, les cuesta hasta pensarlo. “Comparto habitación con cuatro hermanos”; “No, alquilo sin gas para que salga más económico”; “Que paren de construir edificios chetos”, registra aquel afiche colgado en la exposición. Pero también otras declaraciones desde realidades opuestas se reflejan: “Yo vivo donde quiero, soy Emi 6 años” y “Si y quiero que vos también”.

Cuatro reporteros gráficos con trabajos referidos a la problemática del derecho a la vivienda participaron del conversatorio: Victoria Gesualdi, autora de La Traza – La casa y sus formas imaginarias en la autopista que nunca existió; Germán Romeo Pena, con sus imágenes de la toma de un predio en Guernica; Dan Damelio sobre Santa Cruz 140, una cooperativa de viviendas montada en una antigua fábrica en Parque Patricios; y Nicolás Pousthomis y su ensayo A puertas cerradas, centrado en la casa en un country de una familia acaudalada. “La idea fue hacer dialogar las imágenes, los significados, y que se potencien mutuamente”, puntualiza Camila Godoy, de Movida Colectiva, en diálogo con ANCCOM. “Ahí hay una riqueza muy grande, que va a complementar y nutrir al resto de las obras que están colgadas”, destacó. Por su parte, María Bessone, moderadora del conversatorio, remarcó que los trabajos que eligieron convergen en que nacieron de la ausencia del Estado, de la carencia de políticas públicas suficientes, de la desidia y del abandono.

Gesualdi, licenciada en Ciencias de la Comunicación en la UBA, trabajadora de Télam y coordinadora de fotografía de ANCCOM, destacó que con La traza buscó poner en evidencia las problemáticas de una zona, en los barrios de Saavedra y Coghlan, que había caído en la absoluta negligencia estatal, una situación iniciada durante la última dictadura militar, que decidió expropiar, demoler y desalojar a familias enteras de alrededor de quince manzanas, con el proyecto de construir una futura autopista que jamás se terminó realizando. En ese territorio abandonado por el negocio inmobiliario, alrededor de la década del 80, muchas personas iniciaron un proceso de ocupación y encontraron un espacio para habitar. Gesualdi analiza que aquel proyecto dejó una huella muy visible en el entramado urbano y que constituye un problema de magnitud insoslayable de complejidad política, social y legal.

“Es un trabajo documental que cuenta una problemática en la ciudad, de emergencia habitacional, tratando de iluminar una perspectiva de la vivencia de los espacios, de la casa vivida, de la casa habitada, del espacio apropiado”, analizó Gesualdi en diálogo con ANCCOM; La traza fue su tesina en la carrera, con la que ganó un premio de la editorial La Luminosa. “Todos estamos atravesados por el hogar, por la casa, por la vivienda, por esa construcción”, agregó. Durante su participación en el conversatorio contó sobre el acercamiento a las historias de las familias, al conocimiento del terreno y también a aquellas significancias del hogar, que muchas veces quedan relegadas ante la problematización de la vivienda desde lo comercial o inmobiliario. La constante incertidumbre de la magnitud de personas que ocupaban aquel terreno de la traza, al no tener ninguna certeza en cuanto a su estabilidad. “Era un espacio habitado vulnerable”, apuntó la fotoperiodista, y destacó el espíritu colectivo y cooperativo entre quienes estaban en la misma situación.

Germán Romeo Pena fue invitado por sus imágenes de los desalojos en Guernica. Creció allí y quiso formar parte de lo que ocurría contribuyendo desde lo comunicacional y lo visual. En torno a la construcción del acontecimiento y la visibilización de la problemática del lugar aportó desde la agencia de noticias Red en Acción, ANRed, para contrarrestar el relato que los medios hegemónicos buscaban instalar, un espacio para contar lo que estaba pasando: convertirse en la prensa del barrio. “Los cabezas tuvieron la osadía de cuestionar la propiedad privada”, sintetizó el fotoperiodista. Fue un hito para la comunicación popular la cobertura y difusión de lo que estaba sucediendo en Guernica, destacó Romeo Peña, y señaló que en esa gesta por lograr contribuir desde la prensa alternativa, se empezaron a querer entre los vecinos y ahí adentro empezó a surgir algo primitivo: la comunidad.

“Aprendí que la tierra no es una mercancía”, expresó Tomás Deniz, vecino de Guernica que participó en el conversatorio, quien se retrotrajo a unos años, cuando se sucedían dos eventos en simultáneo y a la vez de forma excluyente: los desalojos en Guernica en plena pandemia. La ironía de que les pidieran quedarse en casa cuando al mismo tiempo los estaban desalojando de sus viviendas.

En diálogo con ANCCOM, Deniz resaltó: “La importancia del encuentro es encontrarme con personas que están en la misma situación que yo o pasando por los mismos procesos de lucha. Por ahí no conozco la historia o los procesos y me parece muy importante porque nutre, porque educa, y forma un poco la militancia”. En forma de protesta y de reclamo Deniz enuncia el emblema de “Tierra para vivir”.

Dan Damelio, fotoperiodista freelance, fue invitada para dialogar acerca de su trabajo Santa Cruz 140, en el que se aborda la problemática de una toma iniciada hace estimativamente veinte años, que surgió a raíz de la quiebra en la década de los 90 de una fábrica de toallones ubicada en Parque Patricios. El orgullo del hogar fue uno de los puntos que más destacó entre sus palabras, resaltando que hay que romper con ese estereotipo acerca de cómo se ilustra o narra la pobreza y este tipo de realidades. La fotoperiodista hizo hincapié en que las personas, en la realidad de la toma, tienen el derecho de tener una casa como cualquier otra, ya que también están construyendo su lugar.

Damelio contó que se acercó a las familias mediante un largo periodo de diálogo en la que participó de las asambleas y diferentes actividades. En aquella cercanía entrevió de cerca cómo la realidad habitacional de múltiples familias ha sido arrasada por la especulación inmobiliaria, que adquiere grandes territorios a costos irrisorios y termina haciendo y deshaciendo con la materialidad de enorme cantidad de personas. Por otro lado se refirió al privilegio y el poder que tiene quien narra detrás del lente, y en ese sentido destacó la importancia de la sensibilidad para el fotoperiodista, ya que para los fotografiados, planteó, se trata de la completitud de su vida.

“Metimos el cuchillo desde otro lugar”, expuso a su turno Nicolás Pousthomis, de Sub Cooperativa, quien realizó el trabajo A puertas cerradas, diferente al resto de los expositores del conversatorio. Una labor “más amena y ambigua”, en el que se propusieron retratar un estrato social que siempre escapa de la luz del registro fotográfico: las familias de zonas ricas, particularmente, una familia acaudalada dentro de un country en zona norte de la provincia de Buenos Aires.

El fotoperiodista destacó que llegaron a aquella familia con muchos prejuicios y concepciones preestablecidas sobre lo que iban a retratar, en torno a lo que sí iban a encontrar. Pousthomis señaló que aquella idea se quebró, ya que habían pensado ciertos preceptos que se demolieron, con prejuicios entre dicotomías de buenos y malos, que resultaron no ser tan sencillas. Entonces decidieron construir un relato fotográfico en el que el espectador pueda reponer de significancia la obra desde su perspectiva personal y llevar adelante un trabajo más reflexivo y coral.

Pousthomis señaló que, lejos de querer ridiculizar a aquellas familias, buscaron retratar su cotidianeidad. A su vez, hizo énfasis en la dificultad que resulta fotografiar a esta clase social, que permanece siempre cuidada y aislada entre muros, en contraposición a una clase subalterna que aparece generalmente expuesta. En este sentido Romeo Pena coincidió con la idea de que a las personas carenciadas siempre es más sencillo llegar y que justamente por ese motivo hay que tener cuidado en no caer en seguir quitándole, en este caso, su intimidad.

Con el apoyo del Cels, Ni Una Menos e Inquilinos Agrupados, el conversatorio sobre estos trabajos a fondo sobre el hogar fue la primera de las actividades propuestas por las fotógrafas de Movida Colectiva, inaugurada el 12 de julio con un nombre elemental, preciso, que mucho habrá que reiterar: Casa. La vivienda es un derecho.  

 

«¿Vivís donde querés?»

«¿Vivís donde querés?»

La agrupación Inquilinos Agrupados junto al Cels y el colectivo Movida Colectiva -integrado por fotógrafes que pasaron por ANCCOM- inauguraron la muestra «Casa. La vivienda es un derecho», en el local de Niunamenos.

“Soy mamá de siete y muchos no me quieren alquilar”, se lee en una de las paredes del local de Bartolomé Mitre al 1700 que comparten Inquilinos Agrupados y Ni Una Menos. Esa frase no es la única, hay muchas más. Están intercaladas con fotos de diferentes tipos de viviendas. Son parte de la exposición Casa. La vivienda es un derecho, que reúne fotografías tomadas por integrantes de Movida Colectiva: Camila Godoy, Cristina Sille, Juli Ortiz, María Bessone, Noelia Guevara, Pilar Camacho, que antes habían sido fotógrafas en la Agencia de Noticias de la Carrera de Ciencias de la Comunicación, y Leandro Teysseire, quien sigue siendo editor de fotografía en la misma agencia. Es viernes. Se inaugura la muestra, y el local está lleno de gente observadora que mira con detenimiento cada una de las historias que se desprenden de las fotos. 

Detrás de la organización del evento está también el Centro de Estudios Legales y Sociales. Leandro Vera Belli, el coordinador del área de Tierra, Vivienda y Justicia Económica de ese organismo, cuenta a ANCCOM el trasfondo que enmarca a esta exposición de fotos. “Argentina tiene un déficit de vivienda muy grande”, dice y enseguida enumera una serie de problemas, como que los inquilinos hoy no tienen protección, que las obras públicas en barrios populares están frenadas, que hace poco murieron personas que vivían en la calle, que en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires los Centros de Inclusión Social, antes llamados “paradores”, no son suficientes. “En los últimos años se había empezado a encarar estos problemas con políticas grandes, como el ReNaBaP, los fondos para urbanizar los barrios populares y la Ley de Alquileres —dice Vera Belli—. El gobierno de Milei decidió interrumpir todo y el resultado son los alquileres desregulados, donde los inquilinos tienen que firmar contratos como pueden”. 

Un rato antes de que se abrieran las puertas del local para dar inicio a la inauguración de la muestra fotográfica, el grupo que integra Movida Colectiva ya estaba presente, esperando la apertura en la vereda. ¿Qué estaban haciendo todos? Sacándose fotos, claro. Cuando la puerta metálica del local había empezado a enrollarse hacia arriba para que las personas pudieran ingresar, Ortiz había capturado ese momento para siempre a través de la lente de su cámara. Lo mismo haría después, cuando sus compañeras Godoy y Camacho hablaran frente al público presente. Ortiz también dispararía el flash en el instante en que Gervasio Muñoz de Inquilinos Agrupados dijera que “la pelea por la vivienda debe ser colectiva y en eso estamos aunque los tiempos sean adversos”. Es que Ortiz y el resto de Movida Colectiva todo el tiempo están mirando el mundo a través de la lente de la cámara, porque es su esencia de fotógrafas. 

La exposición de imágenes va a estar a la vista de todos hasta el 13 de septiembre cada vez que Inquilinos Agrupados y Ni Una Menos realicen actividades con convocatoria en el lugar. No tiene un horario fijo para ir a visitarla sino que se la puede ver al asistir a algún evento organizado por esas agrupaciones. Godoy cuenta que quienes integran Movida Colectiva se habían conocido primero en ANCCOM. “Ahí nos dimos cuenta del potencial que teníamos cuando salíamos a cubrir todas juntas —dice en un tono motivador—. Después quedamos como amigas y el año pasado nos anotamos en un programa de actualización de la universidad. Ahí tuvimos la idea de hacer este trabajo sobre vivienda porque entendíamos que había muy poco producido desde lo visual sobre el tema”. 

La información empírica que produce el Centro de Estudios Legales y Sociales en torno a esta problemática es tan importante como contundente, pero lo cierto es que llega a la parte racional de las personas. En cambio, estas imágenes que se ven acá noquean, llegan a lugares muy recónditos del inconsciente y se quedan ahí por semanas, meses, años. Tal es el caso de una fotografía obtenida por Sille que muestra a dos hombres y un perro guarecidos en una carpa, que en un momento fue abierta por alguien que parece haberles provocado la risa, porque ambos muchachos están sonriendo. Es curioso que sonrían, porque lo único que parecen tener es eso: la carpa, la sonrisa mutua, la compañía perruna y nada más (y nada menos). Sille le cuenta a esta agencia que sacó esa foto en 2021 durante una toma de terrenos en Barracas, donde está el barrio 21-24. “No los quisieron dejar entrar a unos edificios que estaban desocupados y entonces tomaron un terreno vacío que tenía el ferrocarril e instalaron carpas. Ahí permanecieron varios días hasta que negociaron la retirada pacífica a cambio del acceso a la vivienda”, cuenta Sille. ¿Qué se siente ver esa foto en esta exposición? “Es una maravilla que esto haya sucedido, sobre todo en este contexto político. Fue posible gracias a la universidad pública, en la que pudimos crecer y profesionalizarnos —reflexiona Sille—, porque nosotras nos conocimos primero en ANCCOM y después seguimos juntas en el Programa de Actualización en Fotografía y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires”. 

En el subsuelo del local, un proyector muestra imágenes que se van sucediendo una tras otra. Se las puede ver con comodidad desde un asiento que parece imitar la forma de un colchón, o al menos parece tener esas mismas proporciones. El ambiente es más tranquilo y oscuro en este sector, lo que invita a escuchar con atención las narraciones con voces en off que acompañan las fotos. “En CABA el alquiler de un monoambiente duplica el salario mínimo”, se escucha por ejemplo en este momento, y así muchas otras. Al final aparece un fondo negro con unas letras blancas que dicen: “¿Vivís donde querés?”. 

Las asambleas de inquilinos se oponen a la nueva Ley de Alquileres

Las asambleas de inquilinos se oponen a la nueva Ley de Alquileres

Inquilinos Agrupados le dio voz a los vecinos para debatir las estrategias frente a la inminente modificación de la actual normativa.

Luego de la media sanción obtenida en Cámara de Diputados el pasado 23 de agosto, la nueva Ley de Alquileres avanza hacia el Senado. Esta semana, y antes de la votación, se escucharán las dos campanas: primero a los propietarios y a las inmobiliarias, luego a las asociaciones inquilinas. Inquilinos Agrupados, máximo referente de este último grupo, llevó a cabo una asamblea vecinal con el único objetivo de frenar el proyecto impulsado por Juntos por el Cambio (JxC).

En el marco de una sesión especial, que duró alrededor de cuatro horas, la oposición, con excepción de la Izquierda y de La Libertad Avanza, otorgó media sanción al proyecto de reforma a la Ley de Alquileres, con la sorpresa de aprobar un dictamen de minoría. Esta modificación busca reemplazar la normativa actual, vigente desde junio de 2020. El proyecto fue rechazado por 112 diputados, 99 de los cuales forman el bloque de Unión por la Patria (ex Frente de Todos). 

La reforma, que se terminará de decidir en la Cámara de Senadores, busca modificar puntos centrales de la legislación actual. Las organizaciones inquilinas rechazan de manera vehemente las modificaciones propuestas. Entre ellas, la duración de los contratos, que pasarán de tres a dos años, la actualización de los aumentos, que pasarán de anuales para ser cuatrimestrales, y la forma de calcular ese aumento. La ley aprobada en 2020 proponía un índice, realizado por el Banco Central, que funcionaba como techo: un promedio entre el índice de Precios al Consumidor (IPC) y el índice de variación salarial. Con la nueva iniciativa estos aumentos quedarán a merced de un acuerdo entre las partes, moderado por los propietarios. Es decir, el Estado ya no funcionará como mediador. “Es una media sanción que tiene muchas trampas en la redacción”, afirmó Gervasio Muñoz, presidente de Inquilinos Agrupados.

Ciudad de Buenos Aires

Inquilinos Agrupados es una asociación civil que cuenta con representación en varios puntos del país y brinda asesoramiento legal para todas aquellas personas que arrenden una vivienda. Son, además, los principales promotores de mantener la ley de 2020 y rechazan de manera unánime la reforma propuesta por JxC. Para ello, realizan convocatorias y asambleas vecinales con el fin de sumar aliados y debatir sobre la actualidad. 

En la tarde del sábado realizaron una reunión en su sede, la misma que comparten con Ni Una Menos, sobre la calle Bartolomé Mitre, a pocos metros del Congreso de la Nación. Allí, el presidente de la asociación, Gervasio Muñoz, presentó las modificaciones que busca llevar a cabo la nueva ley. Con el correr de los minutos, la convocatoria fue más de la esperada y la asamblea se trasladó a las calles. Para dar más visibilidad al debate los asistentes decidieron cortar la esquina de Mitre y Avenida Callao, y desde allí continuaron debatiendo ideas, con megáfono de por medio. 

Varios de los vecinos, de diferentes edades y puntos de la Ciudad, tomaron la palabra y expusieron sus opiniones. Una mujer exigió tomar en cuenta el rol de los jubilados inquilinos, quienes deben destinar gran parte de sus ingresos escasos al derecho básico de una vivienda digna. Luego tomaron la palabra otros dos hombres de mediana edad. Ambos reclamaron por la presencia de organizaciones gremiales en la lucha por las locaciones y la inclusión de ese tema en las paritarias, ya que la gran mayoría de los allí presentes reclamaban lo mismo: más de la mitad de sus sueldos debe ser destinados al alquiler. 

También debatieron sobre las ideas a futuro, tanto a largo como a  corto plazo. Algunos remarcaron la importancia que tiene la presencia en las calles e invitaron a todos los concurrentes a convocarse las veces que sean necesarias, especialmente en las puertas del Congreso. Otros propusieron trasladar la lucha, al mismo tiempo, al plano digital: memes, tweets y redes sociales en general. La idea es alertar, en todos los espacios frecuentes, a los demás inquilinos del país.

Más tarde llegó el turno de otros representantes de la asociación, en este caso de Tamara, quién de manera efusiva habló sobre la identidad del inquilino, ya no como algo temporal, como pretenden instalar ciertos sectores, sino como una posición permanente. Otros, más optimistas, exigieron el debate sobre el derecho a la vivienda propia. También exigieron un impuesto a la vivienda ociosa. “El proyecto de ley no contempla la vivienda ociosa porque el momento en el que estamos no es de ampliación de derechos, es todo lo contrario”, sostuvo Gervasio Muñoz. Además, agregó: “Hoy la urgencia es defender lo que tenemos, que se mantenga la ley, que se cumpla, y a partir de ahí profundizar”.

Según un estudio comparativo, llevado a cabo por Inquilinos Agrupados, a partir de los datos recabados por los últimos tres censos nacionales realizados por el Instituto Nacional de Estadística y Censos de la República Argentina (INDEC), la cantidad de propietarios en la Ciudad de Buenos Aires descendió de un 69% en 2001 a un 52,9% en 2022. Por el contrario, los inquilinos en la ciudad son cada vez más: en 2001 solo el 22,2% alquilaba, actualmente esa cifra se duplicó y alcanzó el 40,2%. Además, la cantidad de viviendas cada determinados habitantes también bajó, lo que indica que hay cada vez más inquilinos, pero cada vez menos propietarios con más viviendas en su haber. “Lo que produjo la Ley de Alquileres es que el mercado se organice y golpeé. Y la forma que tiene de golpear es el alquiler turístico y la vivienda vacía, entre otros”, añadió Muñoz.

En paralelo a este debate entre vecinos que seguirá en las próximas semanas en el Congreso, avanza también un proyecto, impulsado por Ana María Ianni, senadora de Unión por la Patria, que busca regular los alquileres temporarios de entre 1 y 90 días, creando un Registro Nacional de Viviendas de Alquiler Turístico Temporario y la obligatoriedad de las plataformas de mostrar la habilitación de las viviendas. “Que Argentina, que está en una situación donde lo que quieren es flexibilizar los alquileres de vivienda, avance sobre regulación del alquiler temporario también es importante”, opinó al respecto el representante  de Inquilinos Agrupados.

Aunque la ley vigente sigue siendo la votada en 2020, muchas inmobiliarias ya han comenzado a operar con la reforma que aún debe obtener el visto bueno de los senadores. Es por esto que la desde la Federación de Inquilinos Nacional solicitaron al presidente Alberto Fernández la prórroga de todos los contratos de alquiler para enfrentar la especulación, a raíz de la media sanción, y la suspensión de los aumentos por seis meses. En principio, durante esta semana las Comisiones de Legislación General y de Presupuesto recibirán a distintos referentes de esta pulseada. A partir de ello, y si se consigue el quórum necesario, se volverá a debatir y, de ser aprobada, reemplazará a la ley que rige desde hace tres años. 

“La posición que consensuamos las organizaciones inquilinas del país es no negociar absolutamente nada porque la negociación que nos plantean es medio cínica. Nos plantean que nosotros perdamos dos cosas, el plazo y la actualización anual”, sentenció Muñoz, y agregó: “La Ley de Alquileres es víctima de un plan que se viene para flexibilizar las condiciones de vida en Argentina”.

Por lo pronto, la saga de esta discusión continuará como secuela de una película de terror escrita por los sectores más privilegiados que curiosamente representan un dictamen de minoría. 

«Alerta inquilina»

«Alerta inquilina»

Inquilinos y agrupaciones partidarias protestaron frente al Congreso contra el proyecto de Ley de Alquiler que pretende aprobar Juntos por el Cambio: propone aumentos cada tres meses y deja su valor librado al mercado.

“Las penas son de nosotros, las casitas son ajenas”, se podía leer en una pancarta colgada sobre las rejas que rodean al Palacio del Congreso. Más de un centenar de personas se agolparon sobre la esquina de Rivadavia y Entre Ríos para mostrar su desencanto y vociferar su reclamo. 

El dictamen que Juntos por el Cambio aprobó por minoría tiene como objetivo, entre otros puntos, modificar el plazo de los contratos de tres a dos años y dejar a elección de los propietarios el lapso entre aumentos, posibilitando que este se dé hasta cada tres meses. “Es muy posible que la semana que viene o la otra haya una sesión en la Cámara de Diputados para tratarlo y también es muy probable que tengan los votos para hacerlo -señala Gervasio Muñoz, referente de Inquilinos Agrupados y presidente de la Federación de Inquilinos Nacional-. Por eso, es tan importante que nos organicemos para denunciar lo que sucede”, concluye. 

La movilización tuvo también un costado artístico de parte de integrantes de Inquilinos Agrupados. De pronto aparecían casas vacías de cartón que se movían entre la multitud, mientras cruzaban la avenida Entre Ríos decenas de personas con la careta de Don Ramón (el reconocido personaje de El Chavo del 8 que era sistemáticamente amenazado de desalojo), a la vez que por un megáfono cantaban consignas como “alerta inquilina, nos dejan sin vivienda en la República Argentina”. Los reclamos también se podían leer: “Quiero alquilar, pero también vivir”.

“El cambio que proponen pretende expulsar a todos los pobres del centro de la ciudad, que pagar alquileres sea imposible y hacer que Buenos Aires sea solo para ricos”, indica JB, quien prefirió mantenerse en el anonimato. Los grandes aumentos de precios con el ciclo inflacionario han hecho que en los últimos tiempos muchas personas hayan tenido que mudarse lejos de los lugares que frecuentan en busca de precios más cercanos a su poder adquisitivo. “Hoy, a pesar de que tengo un empleo en blanco, el alquiler se lleva literalmente todo mi sueldo. Vivo en La Boca con mis tres hijos y estoy totalmente contra las cuerdas, o contra el Riachuelo -comenta JB-. Con las modificaciones que pretenden hacer no me va a quedar otra que irme de la ciudad en que nací”. 

El tratamiento de este dictamen y la posible modificación de la ley, sumados a la suba de la inflación, generan una preocupación extra en los inquilinos. Para Gervasio Muñoz “sería un retroceso para lo poco que hemos logrado hasta ahora, quedaría el campo libre para que las inmobiliarias impongan las condiciones que se les ocurran”. Facundo Cabral concuerda, “los sueldos no llegan a cubrir los aumentos y que se posibilite que haya aumentos cada tres o seis meses me parece perverso”. Con respecto a esto, el diputado nacional por el Frente de Izquierda, Nicolás del Caño, señala en diálogo con ANCCOM: “Cuando se aprobó la ley actual nos parecía que no iba a ser una solución de fondo, sin embargo, esto que están planteando no solo no es la solución si no que empeora el problema. No hay bolsillo que aguante”.

Desde la oposición se señala continuamente que la ley vigente ha probado ser ineficiente, principalmente por el índice utilizado para pautar los aumentos anuales. Sin embargo, RM, una docente y miembro de Inquilinos Agrupados, aclara: “El índice me benefició, si hubiera tenido que pagar lo que quería el mercado sería un número mucho mayor que el de ahora”. Una de las principales fallas que señala es la falta de organismos de control: “No hay ningún lugar frente al cual pueda realizar quejas. Si yo quiero denunciar alguna irregularidad, sea cual fuere, no tengo ante quién hacerlo.” Gervasio Muñoz comparte esta visión: “La ley en sí es muy protectora de los inquilinos, pero no ha habido ningún tipo de control. Una de las peleas que estamos dando es que el Estado se haga cargo del cumplimiento de la ley”. Para el dirigente, el problema no se encuentra en la tipificación de la norma sino en una falta de voluntad política: “Con el ministro de Hábitat y Vivienda actual (Ferraresi) no hay muestras de que se quiera dar un cambio de fondo”, concluye. 

¿Fracasó la Ley de Alquileres?

¿Fracasó la Ley de Alquileres?

Oficialismo y oposición anunciaron que la nueva normativa, que se proponía ampliar derechos de los inquilinos, no funcionó. Unos y otros proponen modificarla. ¿La normativa es mala o falta impulso político para implementarla?

Tras cuatro años de discusión en comisiones y debates parlamentarios, así como también entre los actores involucrados, se sancionó en junio de 2020 la
Ley de Alquileres que tiene como fin regular el mercado de las viviendas. A un año y medio de la sanción, tanto oposición como parte del oficialismo coinciden en su fracaso. Para complementar la afirmación cabría preguntar, ¿para quién?

Lejanas parecen ya las promesas de las y los candidatos en la última campaña electoral. Muchas de ellas, quizás, tendrán lugar nuevamente en la agenda mediática de cara a los próximos comicios. Sin embargo, misteriosamente hay un asunto que desde entonces y hasta ahora, no ha dejado de estar presente en los matutinos nacionales. Se trata de la ¿controvertida? Ley de Alquileres.

María Eugenia Vidal hizo su campaña como candidata a diputada nacional con un fuerte eje en la necesidad de derogar la norma en cuestión. Semanas más tarde, cuando todavía no estaba claro el resultado final de los sufragios, el propio presidente de la Cámara baja, Sergio Massa, habló sobre el “fracaso” de la Ley 27.551 y de la necesidad de “discutir una nueva Ley de Alquileres que le dé certeza al propietario y garantías y tranquilidad al inquilino para que el sector pueda desarrollar libremente ese emprender noble que tienen a lo largo y a lo ancho del país”.

Desde allí, casi ininterrumpidamente, semana tras semana, se publican artículos sobre el supuesto fracaso de la ley, sobre la necesidad de derogarla o modificarla. Raro planteo para una norma que, tras perder estado parlamentario años antes, finalmente consiguió el consenso necesario y fue sancionada sin ningún voto en contra.

Daniel Lipovetsky, ex diputado nacional de la entonces coalición Cambiemos, y mentor del proyecto de ley, reconoce en ella “programas muy positivos como lo es el alquiler social” al mismo tiempo que en su balance expresó que “claramente (la ley) tiene cosas por corregir”. Para el actual Diputado provincial bonaerense “lo correcto sería hacer una reforma”

En diálogo con ANCCOM, el legislador de Juntos por el Cambio marcó como puntos deficientes de la ley el índice de actualización y el registro de los contratos en la AFIP. Coincide, entonces, con las peticiones de los sectores que manejan el mercado inmobiliario. Otro de los puntos que reclama el sector empresarial es el tiempo del contrato de alquiler, que en la norma tiene un piso de tres años para locación de inmuebles para vivienda y que dichos sectores buscan volver a la modalidad anterior, es decir, de dos años.

El legislador del mismo espacio, Martín Tetaz, presentó al poco tiempo de asumir en su cargo, un proyecto de ley en el que busca modificar los mismos puntos que vienen cuestionando los sectores inmobiliarios. Sin embargo, el proyecto de Tetaz va más allá y propone que los contratos se celebren cada un año y que los ajustes puedan celebrarse de “común acuerdo”, desconociendo de este modo que la desigualdad en las relaciones entre locador y locatario.

La otra mejilla

Quien se encargó de sacar el velo mediático fue Gervasio Muñoz, presidente de la agrupación de Inquilinos Agrupados. Desde ese espacio explicaron a ANCCOM que en el país hay alrededor de nueve millones de personas que viven en viviendas alquiladas y que, si bien la nueva ley no soluciona el problema habitacional de fondo, sí “fija un piso para elevar la discusión sobre la regulación del mercado”.

Muñoz respondió de manera crítica a los dichos de Massa en aquel acto por el Día de la Construcción: “Una ley no fracasa, lo que fracasa es la implementación de una ley que en todos los artículos amplía derechos de los inquilinos”. Y además agregó: “Evaluarlo desde el fracaso de alguna manera es discutir en los términos que intenta el mercado inmobiliario y la oposición, e inclusive parte del gobierno, del massismo, el albertismo y en particular el ministro Ferraresi, porque es mucho más fácil decir que hay fracaso que instrumentar los mecanismos del Estado para que esa ley se cumpla”.

Para el representante de los inquilinos los puntos más fuertes de la ley son tres: “Extender el plazo mínimo a tres años”, “el índice con el que se actualiza el precio del alquiler” que se ajusta al Índice de Precios al Consumidor (IPC) y a la Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables (RIPTE) de manera anual, y “el otro punto importante es el registro de contratos de alquiler en AFIP”. Justamente los puntos que marcan como falencias los detractores de la ley.

Muñoz apuntó al rol del Estado como eje para conquistar los nuevos derechos. Al respecto señala: “El precio de los alquileres en Argentina no está regulado; está regulada la actualización durante el contrato pero el precio está completamente librado al mercado”. Además señaló que “hay un Estado que en materia de alquiler de vivienda ha dejado todo en manos del mercado, inclusive la información y sin información es imposible tener políticas de Estado, pues esos tres puntos son los más importantes y son justamente los que el mercado necesita del hogar”. Finalmente concluyó: “En materia de vivienda no hay ventanilla del Estado que se encargue de mediar controlar y proteger los derechos de aquellos necesitan un lugar donde vivir”.