
“Todos estamos atravesados por el hogar”
En el marco de la muestra “Casa. La vivienda es un derecho”, cuatro fotógrafos dialogaron sobre sus trabajos en torno a la problemática habitacional: hogares en la traza de una fallida autopista de la dictadura, la toma de terrenos en Guernica, una cooperativa en una fábrica abandonada y una casa en un country.

¿Vivís donde querés? La pregunta agita en el cartel verde que reluce en la entrada al conversatorio de fotoperiodistas “Mirar el Hogar”, organizado por el grupo de fotógrafes Movida Colectiva, en el marco de la muestra Casa. La vivienda es un derecho, que por estos días se realiza en la sede de Inquilinos Agrupados, en Bartolomé Mitre 1767, a una cuadra del Congreso Nacional.
Las respuestas a ese interrogante inicial evocan diferentes ideas, realidades disímiles, cotidianidades diferentes, aunque interpeladas por el mismo tópico: el acceso a la vivienda digna. Algunos se lamentan por no poder elegir donde vivir, pero anhelan en un futuro poder conseguirlo; otros abandonaron aquella ilusión, les cuesta hasta pensarlo. “Comparto habitación con cuatro hermanos”; “No, alquilo sin gas para que salga más económico”; “Que paren de construir edificios chetos”, registra aquel afiche colgado en la exposición. Pero también otras declaraciones desde realidades opuestas se reflejan: “Yo vivo donde quiero, soy Emi 6 años” y “Si y quiero que vos también”.
Cuatro reporteros gráficos con trabajos referidos a la problemática del derecho a la vivienda participaron del conversatorio: Victoria Gesualdi, autora de La Traza – La casa y sus formas imaginarias en la autopista que nunca existió; Germán Romeo Pena, con sus imágenes de la toma de un predio en Guernica; Dan Damelio sobre Santa Cruz 140, una cooperativa de viviendas montada en una antigua fábrica en Parque Patricios; y Nicolás Pousthomis y su ensayo A puertas cerradas, centrado en la casa en un country de una familia acaudalada. “La idea fue hacer dialogar las imágenes, los significados, y que se potencien mutuamente”, puntualiza Camila Godoy, de Movida Colectiva, en diálogo con ANCCOM. “Ahí hay una riqueza muy grande, que va a complementar y nutrir al resto de las obras que están colgadas”, destacó. Por su parte, María Bessone, moderadora del conversatorio, remarcó que los trabajos que eligieron convergen en que nacieron de la ausencia del Estado, de la carencia de políticas públicas suficientes, de la desidia y del abandono.

Gesualdi, licenciada en Ciencias de la Comunicación en la UBA, trabajadora de Télam y coordinadora de fotografía de ANCCOM, destacó que con La traza buscó poner en evidencia las problemáticas de una zona, en los barrios de Saavedra y Coghlan, que había caído en la absoluta negligencia estatal, una situación iniciada durante la última dictadura militar, que decidió expropiar, demoler y desalojar a familias enteras de alrededor de quince manzanas, con el proyecto de construir una futura autopista que jamás se terminó realizando. En ese territorio abandonado por el negocio inmobiliario, alrededor de la década del 80, muchas personas iniciaron un proceso de ocupación y encontraron un espacio para habitar. Gesualdi analiza que aquel proyecto dejó una huella muy visible en el entramado urbano y que constituye un problema de magnitud insoslayable de complejidad política, social y legal.
“Es un trabajo documental que cuenta una problemática en la ciudad, de emergencia habitacional, tratando de iluminar una perspectiva de la vivencia de los espacios, de la casa vivida, de la casa habitada, del espacio apropiado”, analizó Gesualdi en diálogo con ANCCOM; La traza fue su tesina en la carrera, con la que ganó un premio de la editorial La Luminosa. “Todos estamos atravesados por el hogar, por la casa, por la vivienda, por esa construcción”, agregó. Durante su participación en el conversatorio contó sobre el acercamiento a las historias de las familias, al conocimiento del terreno y también a aquellas significancias del hogar, que muchas veces quedan relegadas ante la problematización de la vivienda desde lo comercial o inmobiliario. La constante incertidumbre de la magnitud de personas que ocupaban aquel terreno de la traza, al no tener ninguna certeza en cuanto a su estabilidad. “Era un espacio habitado vulnerable”, apuntó la fotoperiodista, y destacó el espíritu colectivo y cooperativo entre quienes estaban en la misma situación.
Germán Romeo Pena fue invitado por sus imágenes de los desalojos en Guernica. Creció allí y quiso formar parte de lo que ocurría contribuyendo desde lo comunicacional y lo visual. En torno a la construcción del acontecimiento y la visibilización de la problemática del lugar aportó desde la agencia de noticias Red en Acción, ANRed, para contrarrestar el relato que los medios hegemónicos buscaban instalar, un espacio para contar lo que estaba pasando: convertirse en la prensa del barrio. “Los cabezas tuvieron la osadía de cuestionar la propiedad privada”, sintetizó el fotoperiodista. Fue un hito para la comunicación popular la cobertura y difusión de lo que estaba sucediendo en Guernica, destacó Romeo Peña, y señaló que en esa gesta por lograr contribuir desde la prensa alternativa, se empezaron a querer entre los vecinos y ahí adentro empezó a surgir algo primitivo: la comunidad.

“Aprendí que la tierra no es una mercancía”, expresó Tomás Deniz, vecino de Guernica que participó en el conversatorio, quien se retrotrajo a unos años, cuando se sucedían dos eventos en simultáneo y a la vez de forma excluyente: los desalojos en Guernica en plena pandemia. La ironía de que les pidieran quedarse en casa cuando al mismo tiempo los estaban desalojando de sus viviendas.
En diálogo con ANCCOM, Deniz resaltó: “La importancia del encuentro es encontrarme con personas que están en la misma situación que yo o pasando por los mismos procesos de lucha. Por ahí no conozco la historia o los procesos y me parece muy importante porque nutre, porque educa, y forma un poco la militancia”. En forma de protesta y de reclamo Deniz enuncia el emblema de “Tierra para vivir”.
Dan Damelio, fotoperiodista freelance, fue invitada para dialogar acerca de su trabajo Santa Cruz 140, en el que se aborda la problemática de una toma iniciada hace estimativamente veinte años, que surgió a raíz de la quiebra en la década de los 90 de una fábrica de toallones ubicada en Parque Patricios. El orgullo del hogar fue uno de los puntos que más destacó entre sus palabras, resaltando que hay que romper con ese estereotipo acerca de cómo se ilustra o narra la pobreza y este tipo de realidades. La fotoperiodista hizo hincapié en que las personas, en la realidad de la toma, tienen el derecho de tener una casa como cualquier otra, ya que también están construyendo su lugar.
Damelio contó que se acercó a las familias mediante un largo periodo de diálogo en la que participó de las asambleas y diferentes actividades. En aquella cercanía entrevió de cerca cómo la realidad habitacional de múltiples familias ha sido arrasada por la especulación inmobiliaria, que adquiere grandes territorios a costos irrisorios y termina haciendo y deshaciendo con la materialidad de enorme cantidad de personas. Por otro lado se refirió al privilegio y el poder que tiene quien narra detrás del lente, y en ese sentido destacó la importancia de la sensibilidad para el fotoperiodista, ya que para los fotografiados, planteó, se trata de la completitud de su vida.

“Metimos el cuchillo desde otro lugar”, expuso a su turno Nicolás Pousthomis, de Sub Cooperativa, quien realizó el trabajo A puertas cerradas, diferente al resto de los expositores del conversatorio. Una labor “más amena y ambigua”, en el que se propusieron retratar un estrato social que siempre escapa de la luz del registro fotográfico: las familias de zonas ricas, particularmente, una familia acaudalada dentro de un country en zona norte de la provincia de Buenos Aires.
El fotoperiodista destacó que llegaron a aquella familia con muchos prejuicios y concepciones preestablecidas sobre lo que iban a retratar, en torno a lo que sí iban a encontrar. Pousthomis señaló que aquella idea se quebró, ya que habían pensado ciertos preceptos que se demolieron, con prejuicios entre dicotomías de buenos y malos, que resultaron no ser tan sencillas. Entonces decidieron construir un relato fotográfico en el que el espectador pueda reponer de significancia la obra desde su perspectiva personal y llevar adelante un trabajo más reflexivo y coral.
Pousthomis señaló que, lejos de querer ridiculizar a aquellas familias, buscaron retratar su cotidianeidad. A su vez, hizo énfasis en la dificultad que resulta fotografiar a esta clase social, que permanece siempre cuidada y aislada entre muros, en contraposición a una clase subalterna que aparece generalmente expuesta. En este sentido Romeo Pena coincidió con la idea de que a las personas carenciadas siempre es más sencillo llegar y que justamente por ese motivo hay que tener cuidado en no caer en seguir quitándole, en este caso, su intimidad.
Con el apoyo del Cels, Ni Una Menos e Inquilinos Agrupados, el conversatorio sobre estos trabajos a fondo sobre el hogar fue la primera de las actividades propuestas por las fotógrafas de Movida Colectiva, inaugurada el 12 de julio con un nombre elemental, preciso, que mucho habrá que reiterar: Casa. La vivienda es un derecho.