La fiesta de las Abuelas

La fiesta de las Abuelas

Abuelas de Plaza de Mayo celebró su 45º aniversario con un festival artístico y múltiples talleres, charlas y visitas guiadas por Tecnópolis. La Abuela Buscarita Roa llegó a coronar la noche para agradecer y certificar que la búsqueda continúa.

 

Manuel Gonçalves Granada tenía 20 años cuando lo encontraron las Abuelas de Plaza de Mayo. No tenía idea de que podía ser hijo de desaparecidos durante la última dictadura cívico-militar. En ese entonces se llamaba Claudio y tenía una adolescencia que creía “normal”, parecida a la del resto de sus amigos. Sabía que era adoptado aunque siempre había sentido que algo no estaba bien. 

“Tenía claro que no era hijo biológico de la familia que me crió pero entendía que mi familia biológica no me quería, no me podía criar, me habían abandonado, no sé. A los 20 años, más o menos, me enteré de que nada de eso era así, sino que durante todos  años mi familia biológica me había buscado, sobre todo mi abuela Matilde”, recuerda Manuel. “Restituir la identidad es un camino que no termina cuando te encuentran, arranca ahí. Yo creo que nunca lo termino. Hoy vengo a Tecnópolis a encontrarnos en esta charla porque sé quién soy”. 

El 22 de octubre es el Día Nacional por el Derecho a la Identidad en homenaje a la lucha de las Abuelas. Manuel Gonçalves Granada pudo conocer su historia, pero hay muchos hijos de personas que fueron desaparecidas en la última dictadura cívico-militar que aún no saber cuál es su verdadera identidad. En el marco de su 45° aniversario, Abuelas de Plaza de Mayo organizó un festival en Tecnópolis para todas las edades, con entrada libre y gratuita, con el objetivo de continuar con la búsqueda.

Entre las muchas actividades que se organizaron, una de ellas fue una entrevista del periodista Julio Leiva a Manuel Gonçalves Granada y a la música Malena D’Alessio. Allí conversaron sobre sus historias de vida, la transmisión generacional de la memoria y el rol de la música en la construcción de identidades. 

Malena D’Alessio creció un poco en Argentina y un poco en Brasil, exiliada. Secuestraron a seis integrantes de su familia y liberaron a todos menos a su papá, que continúa desaparecido. Ella creció viendo a su abuela luchar: “Iba a la plaza con el pañuelo y contaba que mi abuelo se moría de pena, pero no era capaz de ir a la plaza a reclamar y a dar vueltas. Fueron mujeres las que se fueron a enfrentar ni más ni menos contra el Ejército argentino, contra los militares armados. Son el ejemplo de fortaleza y dignidad más grande que tenemos en la historia de este país. El abrazo de las Abuelas es incomparable”.

Como algunos de los nietos y nietas que las Abuelas están buscando, por su edad, probablemente sean padres y madres se ofrecieron actividades para niños y jóvenes. Teatro por la Identidad presentó la obra A propósito de la duda para promover la activación de la memoria desde las tablas. Además, en el escenario Juana Azurduy se presentaron para los más chicos y chicas, El gran baile de Zamba y Nina, Canticuénticos.  

“Es muy necesario generar estos encuentros y para nosotros es la posibilidad también de que nos permita encontrar a alguien. Es un convencimiento y una responsabilidad histórica: nosotros tenemos que transmitir la historia. Hay que dar estos espacios para que las nuevas generaciones la puedan saber”, comentó Manuel Gonçalves Granada  en diálogo con ANCCOM. Leonardo Fossati Ortega, nieto restituido en 2005, también asistió con su familia y protagonizó una visita guiada por la muestra “Identidad”.

La jornada estuvo llena de arte y de niños y niñas divirtiéndose. Hubo espacio para hacerse tatuajes temporales y maquillaje artístico. Talleres, como el que la ilustradora María Verónica Ramírez organizó en el espacio Infancias de Anses, junto a la nieta restituida Sabrina Valenzuela Negro. La nieta Adriana Metz, quien busca a un hermano o hermana nacida en cautiverio, presentó junto a la Secretaría de Derechos Humanos el libro La historia no es un cuento. También se realizaron origamis de pañuelos, afiches tipográficos y estampas en remeras con el logo del 45° aniversario de Abuelas.

Victoria asistió al festival con sus tres hijos. “Me parece que está bueno porque apuntan a los niños que son más curiosos. Yo soy profe y estuve trabajando el tema del Derecho a la Identidad en una escuela del Conurbano, en Escobar. Al final de la clase vino una de las estudiantes y me dijo: ‘Sabés que mi mamá piensa que es hija también pero no lo quiere saber porque ella se niega’. Todavía está el tema latente y los niños pueden ser disparadores de hacerse la pregunta porque quizás los adultos tienen más miedo”, expresó a ANCCOM.

La música para los más grandes tampoco faltó en el Festival Abuelas 45 años, la búsqueda continúa. A eso de las 18, en el Escenario Juana Azurduy, presentados por Natu Maderna y Juan Amorín, tocaron la Bersuit Vergarabat, Sara Hebe y Bhavi cerró la noche a puro trap. Buscarita Roa, Abuela de Plaza de Mayo, estuvo ahí para presentarlo junto a su nieta Claudia Poblete y rodeada de más nietos y nietas y bisnietos de distintas abuelas. Entre gritos de recibimiento de “Abuela, Abuela, Abuela”, Buscarita Roa emocionada agradeció a todo el pueblo argentino por acompañarlas en sus 45 años de lucha. “Que lindo ver toda esta gente acá, la verdad que es emocionante. Ya quedamos muy poquitas, las Abuelas se han ido de este mundo y necesitamos que el pueblo nos siga acompañando para seguir buscando a los nietos que nos faltan”. El público la aplaudió y abrazó a la distancia con el mismo amor. 

 

Tres generaciones, una misma lucha

Tres generaciones, una misma lucha

En el marco del 45 aniversario de Abuelas de Plaza de Mayo, ANCCOM dialogó con la abuela de Plaza de Mayo Buscarita Roa, su nieta Claudia Poblete -restituida en el año 2000- y su bisnieta Guadalupe, de 14 años. ¿Qué significa la apropiación? ¿Cómo fue el proceso de restitución? ¿Cómo se transmite la historia familiar y el valor de la verdad?

A 45 años de la creación de Abuelas de Plaza de Mayo, ANCCOM entrevistó a tres generaciones marcadas por la misma historia. Durante la dictadura cívico militar que comenzó el 24 de marzo de 1976, se llevó adelante un plan sistemático de detención y desaparición de personas en manos de las fuerzas de seguridad militares, que incluyó el secuestro, desaparición y apropiación de niños y niñas. Buscarita Roa, Claudia Poblete Hlaczik y Guadalupe Álvarez Poblete, son testimonio de ese plan de exterminio, pero también de los logros de una lucha colectiva que el 22 de octubre conmemora 22 años de búsqueda. 

Buscarita Roa, Abuela de Plaza de Mayo, buscó incansablemente a su hijo, José “Pepe” Poblete Roa, militante de Montoneros, desaparecido por el terrorismo de Estado, el 28 de diciembre de 1978 en la Ciudad de Buenos Aires. El mismo día, en la localidad de Guernica, secuestraron a su nuera Gertrudis “Trudy” Hlaczik, junto a su nieta de ocho meses, Claudia Victoria Poblete Hlaczik. En su búsqueda, Buscarita supo que sus familiares estuvieron detenidos en el Centro Clandestino de Detención “El Olimpo”. Mientras buscaba a Pepe, Trudy y a la pequeña Claudia, Buscarita había acordado con su consuegra que la familia materna se encargaría de criar a la niña, pero su destino fue otro. 

Por testimonios de sobrevivientes, se supo que luego de permanecer unos días en el Centro Clandestino de Detención con sus padres, Claudia fue apropiada por el Coronel Ceferino Landa, integrante de la inteligencia del Ejército, y su esposa, Mercedes Beatriz Moreira. El médico militar Julio César Cáceres Monié fue quien colaboró en la falsificación de la partida de nacimiento, donde le impusieron otro nombre, Mercedes Landa. 

En 1999, por denuncias que recibió Abuelas de Plaza de Mayo sobre una niña que había llegado al seno del matrimonio Landa-Moreira, Claudia fue convocada por la justicia que investigaba si podía ser hija de desaparecidos, y accedió a realizarse el examen de ADN que confirmó que era hija Pepe y Trudy y que su nombre era Claudia. Y el 7 de febrero del 2000 la justicia restituyó su verdadera identidad. 

Claudia reconoce que le costó aceptar su historia, cuando se convirtió en madre de su primera hija, Guadalupe fue cuando comenzó a comprender la importancia de lo que le había pasado respecto de su apropiación. Con Guadalupe, de 14 años, ANCCOM inició este diálogo intergeneracional en Casa por la Identidad, el espacio que Abuelas tiene en la ExESMA, para contar su historia a las nuevas generaciones. 

¿Qué sensación te dio conocer la historia de tu mamá? ¿Qué pensaste cuando te enteraste que eras bisnieta de Buscarita?

Guadalupe Álvarez Poblete (GAP): Me fui dando cuenta de a poquito. En un momento seguíamos viendo a los apropiadores, pero era como muy de vez en cuando. Hubo un día que estábamos en el auto con mi mama volviendo del colegio y fue cuando me contó la verdad que en realidad ellos no eran parte de la familia y que eran sus apropiadores. Estaba muy enojada porque pensaba qué malas personas, le mintieron toda la vida sabiendo que era muy menor y le mintieron sobre algo tan importante como es tu familia. Aparte de eso, también porque eran militares, y estaba muy enojada. No podía creer que habían hecho eso. Cuando me di cuenta de toda la lucha que había hecho mi bisabuela me sorprendió, y por eso admiro mucho a las Abuelas en su totalidad. Admiro mucho a mi bisabuela y a todas las Abuelas de Plaza de Mayo. Son muy valientes por lo que hicieron durante todo ese tiempo y en un momento muy complicado.

Cuando hablas con tus compañeros y compañeras de la escuela, ¿les contás la historia de tu mamá, tus abuelos y tu bisabuela?

Guadalupe: Me acuerdo que en la primaria cuando les conté a mis compañeros, todos estaban muy sorprendidos y no entendían bien, porque todavía no entendían mucho. Sobre lo que pasó, la dictadura, recién hablamos en séptimo grado. Yo a veces les contaba en cuarto y quinto, pero no sabían casi nada, después en séptimo lo hablamos un poco. Me gustaba participar más en esas clases porque sabía más sobre eso. En la secundaria, vino una sobreviviente a charlar y pude saber más sobre la historia, ahí me di cuenta que había cosas que no sabía tanto.

¿Qué pensás que le podés decir a los chicos de tu edad y a los del futuro? Como vos debe haber un montón de chicos que todavía no saben cuál es su verdadera familia. ¿Cómo crees que se les puede hablar de la identidad?

Guadalupe: Es muy importante que los jóvenes y las personas que podrían haber sido apropiadas sepan sobre la historia y sepan sobre su identidad.  Es muy importante saber quién sos, saber quién es tu familia, cuál es tu historia. Si no sabes nada de tu identidad, no sabes tu nombre, tu día de tu cumpleaños, no sabes quienes son las personas que estuvieron detrás tuyo, haciendo un montón de juicios, buscándote por todos lados, tantos años. Es muy importante porque hicieron un gran esfuerzo a lo largo de toda su vida para encontrarte y para que sepas sobre ellos y la lucha que hicieron.

Claudia, ¿te resultó difícil contarle a tu hija Guadalupe la historia de lo que había pasado?

Claudia Victoria Poblete Hlaczik: Fácil no es nunca. Lo que sí, siempre fue guiado por una decisión que yo tomé cuando ella nació de tratar de que siempre supiera la verdad. Ella se dio cuenta recién cuando era un poquito más grande, pero la realidad es que siempre tratamos de que lo tomara, dentro de todo lo posible, con naturalidad. De todos modos, hubo un momento de quiebre donde se dio cuenta de lo que significaba lo que le estábamos diciendo y tomó conciencia. A partir de ahí es un proceso gradual. A mí lo que me genera alegría, de alguna forma, es saber que mi hija y mi otro hijo pueden crecer con su verdadera identidad. El proceso les permite a ellos también conocer quiénes son y no tener que sufrir el trauma de la apropiación que fue heredada. Ella, al ser mi hija mayor, le tocó un poquito más que al chiquito que llegó con todo un poco más ordenado. Hubo herramientas cuando ella era más chica, por ejemplo. una vez fuimos al cine a ver la película Rapunzel y me puse a llorar viendo una escena. Ella me miraba y no entendía qué era lo que pasaba. Le traté de explicar que eso era muy parecido a lo que me había pasado a mí. Pero ella era muy chiquita. Todas esas cosas son pequeños momentos en que uno va hablando y sembrando esas pequeñas semillitas con ayuda de mi familia, mi abuela, mis tíos, son una familia que vive mucho la historia y se va mamando de alguna manera.

¿Cómo hablarle a los chicos y chicas de la identidad ahora, que la dictadura parece algo lejano para ellos que nacieron en democracia? 

Claudia Victoria Poblete Hlaczik: En este momento es un desafío de la institución de Abuelas. Es mantener vivo ese relato porque en realidad está vivo todavía. Mi hija tiene 14 años, mi hijo tiene 9, los chicos que vienen acá son de escuelas secundarias y primarias y tienen la edad que pueden tener los bisnietos y bisnietas de las abuelas. Parece algo lejano porque las fotos están en blanco y negro, pero es algo que en realidad es todavía vigente. Es un desafío hablarles a los jóvenes hoy en día. Creo que la clave está en que los jóvenes mismos puedan hablar, que sean ellos que puedan encontrar su voz en este relato y verlos en sus experiencia. Ver en el hecho de que ellos tienen una partida de nacimiento, tienen un DNI desde que salen del hospital, todas esas cosas que ellos viven puedan relacionarlas con el derecho a la identidad, que tiene su base en la lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo. Incluso hoy, con lo que es la identidad de género y todos estos nuevos desafíos que tenemos los adultos de llegar hasta ellos, ellos pueden ver esa identificación y ver esa necesidad de conocer lo que significa tener la verdadera identidad y la construcción que requiere socialmente. Es necesario transmitirles que los necesitamos porque hay que encontrar a los y las que faltan, y es a través de ellos que vamos a lograr encontrarlos. Ojalá pudiéramos no dejarles ese legado y los encontremos pronto, pero mientras nos falte uno, la generación de ellos también sufre la posibilidad del cambio de identidad.

¿Vos empezaste la búsqueda de tus abuelos o ellos te buscaron a vos?

Claudia Victoria Poblete Hlaczik: A mí me encontraron. Fui restituida cuando tenía 21 años. Había tenido algunas dudas en mi adolescencia por la edad de mis apropiadores. Yo había sido criada en una especie de burbuja, por lo que no sabía nada de lo que había pasado en Argentina. Era durante la década de 1980 y 1990, nada que ver con la Argentina de ahora. No tenía acceso a la información y no sabía. Había denuncias que habían llegado a Abuelas de que mis apropiadores tenían una beba y ella no había estado embarazada, que claramente era un caso raro. A partir de esas denuncias, mis familiares lograron ubicarme, y me hice el examen de ADN para corroborar mi verdadera identidad.

¿Cómo fue ese momento de reencuentro?

Claudia Victoria Poblete Hlaczik: Fue un proceso. Al principio fue muy difícil para mí. Había sido criada con la ideología de mis apropiadores que eran militares, entonces me costó un tiempo poder aceptarlo. La verdad que mi familia me espera con mucho respeto y mucho cariño siempre. Logramos llegar a los abrazos y compartir, hoy en día, instancias de vida familiar normales. Ir a comer fideos los domingos, que mis hijos, mi abuela, que es su bisabuela, pero es su abuela, la viven con mucha naturalidad y eso para mí es una gran satisfacción haber llegado a este punto. También es muy importante para mí hoy por hoy acompañar el trabajo en Abuelas, dando testimonios, colaborando en las actividades, porque es fundamental que los podamos encontrar a todos y todas por la sociedad en sí misma y por cada uno de ellos y ellas que no saben quiénes son.

Buscarita, a tu bisnieta le pregunté qué significaba para ella la identidad porque pertenece a otra generación, con otro tipo de historia y contexto. De tu parte quisiera saber lo mismo. Para vo,s ¿qué es la identidad?

Buscarita Roa: Para la juventud de ahora la identidad ya está instaurada en la sociedad porque la verdad estuvo perdida. La sociedad había perdido la identidad porque los militares dejaron un vacío, dejaron 30.000 personas desaparecidas y con ellos una juventud diezmada. Para mi, pienso, que la democracia es algo que se está construyendo nuevamente.

¿Cómo fue el reencuentro? Sé que Claudia al principio estuvo un poco más alejada

Buscarita Roa: Les pasa. Les pasa a todos. Ella fue la más fácil y la que costó menos porque la familia nuestra tuvo mucha paciencia de esperarla porque la verdad es difícil. Se la llevaron a los ocho meses y fue criada con un coronel, con otros valores, con otra vida. Sacar eso de la cabeza de una chica de 21 años cuando la encontramos fue bastante difícil. Creo que tuve mucha suerte porque es una persona muy correcta, con valores que parece que se lo hubieran dejado los padres. Ella no fue tan difícil.

¿Qué le dirías a los jóvenes hoy en día?

Buscarita Roa: Es una cosa tan difícil porque todos los jóvenes de hoy en día no han vivido esta situación, acá se vivió un golpe de Estado, se vivieron momentos muy difíciles. Creo que la juventud de ahora lo que tiene que hacer es escuchar, aprender y tener memoria. Es lo más importante.

 

20 años de Teatro por la Identidad

20 años de Teatro por la Identidad

“No podemos decir cuántos nietos habrán pasado por esas butacas, escuchando y teniendo en fuero íntimo esa duda, que ahí se daban cuenta que tenían que resolver. Cuántos han pensado: ¿No seré yo algunas de esas personas que están diciendo “yo me llamo… porque sé quién soy”? ¿Yo seré quien soy o seré otra persona?” Estas fueron las palabras de Estela Barnes de Carlotto en el acto inaugural del I Congreso Internacional de Teatroxlaidentidad.

Celebrando 20 años desde su conformación, el brazo teatral de Abuelas de Plaza de Mayo organiza el congreso en el que participan desde ayer y hasta el sábado Liliana Felipe, Jesusa Rodríguez, Daniel Santoro, Adriana Barraza, Bruno Stagnaro, Claudia Piñeiro, Patricia Zangaro, Daniel Fanego, Ricardo Foster, Eduardo Aliverti, el “Bicho” Gómez, Estela Díaz, entre otros artistas, políticos y pensadores.

Se puede acceder de manera totalmente gratuita y virtual a las múltiples conferencias, actividades, obras de teatro, podcast, ponencias, paneles y presentaciones a través de congreso.teatroxlaidentidad.net. “El objetivo es poder ampliar. Poder llegar con las palabras de las Abuelas, la palabra de la búsqueda, a todas partes del mundo desde el teatro. El teatro como herramienta de búsqueda, de sensibilización, concientización y transformación”, dice Andrea Villamayor, integrante de TxI y coordinadora general del evento.

Este año se cumplen 21 años del estreno de A propósito de la duda, la semilla que dio origen un año después al primer ciclo de Teatro por la Identidad y que los conformaría como organización. El movimiento teatral de actores, dramaturgos, directores, coreógrafos, técnicos y productores actualmente está constituido como una ONG, comprometida con la búsqueda de la identidad de los niños y niñas apropiadas por la última dictadura cívico militar, junto a Abuelas de Plaza de Mayo.

“Cuando empezamos con TxI nos interpeló como teatristas, como lo que somos. Entonces empezamos a replantearnos nosotros, también, cuál era nuestra identidad como artistas y como equipo de trabajo”, relata Cristina Fridman una de las fundadoras y parte de la comisión directiva. El vocablo identidad ha sido el hilo conector de todas sus producciones artísticas. Pero durante estas dos décadas el término ha evolucionado dentro de la asociación, consiguiendo que se hable de identidad en un sentido mucho más amplio, asegura Villamayor. Actualmente sus espectáculos tocan una temática directa sobre la apropiación de nietos y nietas, o también temáticas indirectas en donde se tratan otras dimensiones, como la identidad sexual, cultural, animal, social y muchas otras, pensándolas como una práctica de construcción permanente.

Con el cierre de los teatros debido a la pandemia, toda la actividad artística se vio afectada. Sin embargo, durante el último año, Teatro por la Identidad desarrolló 8 formas de identidad. Una experiencia por las redes sociales donde cada semana se seleccionaba una temática relacionada a la identidad. Se convocaba a quien quisiera a presentar un texto, audio o video que expresara una historia, sensación o anécdota. Un jurado seleccionaba los materiales y estos eran representados por actores y coordinados por un director o una directora. El producto final se subía a las redes y era acompañado con una charla en vivo con algún referente de la temática seleccionada. “Fue un trabajo tremendo, pero la verdad que fue hermoso, hermoso. Porque participó gente de todo el país. Esto es lo que permitió también la virtualidad, son experiencias que vienen para quedarse”, comentó Fridman.

Aunque los festejos por los 20 años de la asociación se vieron retrasados por las restricciones, todavía siguen en pie. Con la esperanza de realizarlo de forma presencial, planean en septiembre un festival en el Teatro Nacional Cervantes. En ese marco, se estrenará Idénticos que surge de la convocatoria abierta de micromonólogos. Cada trabajo es una apuesta en sí misma y la totalidad conforma la obra. Para la selección, se llevó a cabo un concurso donde se eligieron trece textos y se convocaron a trece actores y directores que conforman el espectáculo, con la coordinación autoral de Mauricio Kartun y con la dirección general de Daniel Veronese.  

Siguiendo con los festejos, para fines de noviembre tienen planeado producir un programa en la Televisión Pública por los 20 años de Teatro por la Identidad. Pero por el momento, consideran al Congreso Internacional como la primera celebración de su trayectoria. 

Andrea Villamayor y Luis Rivera López, dos de los impulsores de Teatro por la Identidad.

El evento planeado para los días 17, 18, y 19 de junio tiene como ejes: arte, pensamiento y teatro. Porque si bien comienza desde una perspectiva artística, es organizado junto a la Universidad Nacional de las Artes que completa la experiencia con una mirada académica. Villamayor comenta: “Durante el proceso creativo del Congreso, la idea era mezclar la política, la filosofía, la música y el teatro.  Pensamos en todo y creo que eso es lo interesante. Mezclar los distintos pensamientos, los distintos lenguajes artísticos, distintas manifestaciones. Pensamos que los moderadores sean personas con formación académica por el hecho de que el moderador no sea un mero presentador sino alguien que ponga algo en debate, en discusión, que establezca un tipo de orden de oratoria”.

Con el objetivo de incluir diferentes voces internacionales, expondrán miembros de todas partes de Latinoamérica e incluso de Europa. El jueves se realizó la conferencia El Théâtre du Soleil y la identidad: diálogos entre el pasado y el presente con la participación de Jean-François La Bouverie, integrante del Théâtre du Soleil y AIDA (Asociación Internacional de Defensa de Artistas Víctimas de la Represión en el Mundo) y de Liliana Andreone, directora de comunicación del Théâtre du Soleil, presentado y moderado por Moira Cristiá, magister y Doctora en Historia. “Lo que se puede hacer en el teatro ayuda a abrir ventanas en la mente”, expuso Andreone.

La idea de este panel se basó en los esfuerzos individuales y conjuntos para preservar la memoria de experiencias vinculadas al Teatro Soleil, además de la recuperación de elementos de esa trayectoria colectiva y de diferentes iniciativas artísticas de solidaridad internacional, y la conversación sobre la identidad tanto del teatro como del AIDA. “El archivo como memoria de una sociedad, de un grupo, hay que protegerlo, valorizarlo y amarlo. Es una riqueza historiadora, una prueba de vida”, expresó Liliana Andreone y amplió: “lo importante de los archivos en estos cambios de generación, en estos mundos extraños que estamos viviendo, es guardar la historia, ver el camino que se hizo, explicar cosas que en aquella época no se entendían y que ahora, con un paso al costado, se entienden, y pasar la idea a las generaciones del futuro”.

¿Qué lugar ocupa hoy Teatro por la Identidad en la cultura argentina? 

Para Andrea Villamayor es “un movimiento de teatro político apartidario, muy sólido, muy conformado y que es referente en la cultura porque nunca perdimos el horizonte, nunca perdimos de vista el objetivo que es la búsqueda de los nietos y nietas, que es la búsqueda de las Abuelas. Podemos decir que somos un organismo de derechos humanos y claramente somos referentes, inclusive cuando hemos tenido la oportunidad de estar en otros países. Es inédito, no existe en el mundo un movimiento como el nuestro que haya durado 20 años”.

Según Cristina Fridman TxI ocupa en la cultura y en la sociedad argentina un lugar muy grande. “El tema de la identidad nos interpela y nos atraviesa a todos y a todas. Es realmente impresionante cómo pega, sobre todo cuando vos lo haces desde el arte. Cómo entra de otra manera la identidad, es algo que lo percibimos y se te mete a través de una representación. El teatro es algo que te llega al sentimiento y a la razón, te moviliza. En la medida que se llenen las salas de teatro como se siguen llenando y ojalá se sigan llenando, quiere decir que a la sociedad le importa y la moviliza”, reflexiona Fridman sobre la potencia teatral. “Esperemos que se siga movilizando y que se encuentren muchos más nietos y nietas. Faltan muchos por encontrar, así que lamentablemente hay TxI durante un tiempo, por lo menos que tenga que ver con la apropiación. Hasta que aparezca el último”, concluye.

Música y silencio para construir la identidad

Música y silencio para construir la identidad

Guillermo Amarilla Molfino, nieto restituido por Abuelas y el músico, poeta e historiador Gabo Ferro en el segundo encuentro de Música e Identidad.

Guillermo pasea, con café en mano, de lado a lado, nervioso pero entusiasmado. Gabo conversa con la gente que ya está en el bar. El público entra y se acomoda en las mesas, frente al escenario. El vino tinto ya está servido, listo para entrar en calor en un día agobiante que azota la tarde del miércoles 14 de noviembre, en el barrio de San Telmo. La espera se hace larga, y va colmando de ansiedad a los presentes. De pronto, silencio. El micrófono se enciende. Se da comienzo al segundo encuentro de Música e Identidad, organizado por la carrera de Ciencias de la Comunicación de la UBA, Abuelas de Plaza de Mayo, el Centro cultural Caras y Caretas, el Centro Cultural de la Cooperación, la Fundación Germán Abdala y la agencia de noticias ANCCOM. Pasadas las siete y media de la tarde los protagonistas del día, Guillermo Amarilla Molfino, nieto restituido por Abuelas y el músico, poeta e historiador Gabo Ferro, se sientan en los sillones blancos ubicados sobre el escenario.

Cómo relacionar música e identidad con sus vivencias, es la reflexión a la que los invita la cronista. Gabo y Guillermo se miran. Por mutuo acuerdo es Guillermo quien toma la palabra. Luego de expresar alegría por poder compartir el evento con el músico y el público allí presente repasa: “No hay música que no interpele al oyente. Cuando recuperé mí identidad, hace nueve años, conocí a mi familia chaqueña e indagué sobre el chamamé. Me tocó encontrarme con una familia de músicos. Ahí entré en otro vínculo con la música. En silencio, escuchando la música”.

Siguiendo el hilo de la reflexión de Guillermo, Gabo piensa la música con la construcción de identidad personal y también de un colectivo. “La música en general nos conforma. Me tocó vivir el rock argentino en tiempo real, con los discos de vinilo. Había uno que me gustaba, que sacaba algo de mí, que era escandaloso para mis padres, que me venían mover el flequillo y se preguntaban ¿qué es esa música? En mi construcción de identidad había algo vergonzoso en hacer algún gesto que estuviese considerado mal”. Luego rememora lo difícil que fue aquella adolescencia, con opresión, sin información: “Me transformé en un joven hardcore, ahí está el colectivo. En lugar de encontramos en fiestas, nos encontrábamos en sanatorios, velorios, entierros. Algo que nos conformó. En mi identidad está esa resonancia melancólica”, describe.

Guillermo tiene una historia particular con el acordeón. El día de su restitución, reunido con su familia en la sede de Abuelas, un tío le preguntó a qué se dedicaba: “En ese momento tenía una banda de música, tocábamos tango. Había vendido un auto para comprarme un acordeón, pero no soy acordeonista”, aclara. Fue en esa confesión que entre los familiares se produjo un gran silencio y emoción: “Mi mamá tocaba el acordeón, ella teniendo menos de diez años se puso a tocar en la puerta de una iglesia, y pasaba la gente a dejarle monedas”. Guillermo describe que esa anécdota le generó otro vínculo con el instrumento. “Al tocarlo sentís la vibración en el pecho, en todo el cuerpo, y se viene a mi imaginación cómo vibraría el cuerpo de ella, teniendo diez años. Cuando lo toco, ella se presenta”. El público en la sala, emocionado abraza el relato con un aplauso.

El músico Gabo Ferro habla de la música en relación a la construcción de identidad, tanto personal como colectiva.

Gabo recuerda que de niño, cada cinco de enero, se iba a dormir y al levantarse se encontraba con una guitarra, por eso asociaba la música con algo extraordinario y mágico, los Reyes Magos. “La música me parece la plataforma perfecta para el salto a cualquier lugar. El hacer música te permite plantear problemas de manera más sensible e interesante que una exposición”, cuenta el artista en contraposición a otros formatos por los que ha pasado, como los congresos académicos.

Piensa, suspira, y luego reafirma que no se puede evitar la música. “Hay un himno que define a una Nación, hay música y no una obra de teatro que la defina. Es un gesto colectivo el tener una canción aglutinante. El fútbol tiene música, y una manera de ser cantada”, con tono perspicaz imita el canto de cancha. “Me resisto a pensar que no hayamos tenido nunca una canción de cuna. Todos tenemos una canción con la que conocimos a alguien, una que no escuchamos más porque nos recuerda a alguien”.

Por la cabeza de Guillermo pasa la figura del rock y su respuesta como marca de identidad en años de dictadura. Charly García con su irónico “festival del amor”, haciendo alusión a la expresión del dictador Emilio Eduardo Massera, cuando sin sonrojarse dijo: “Gobernamos con amor”. “Un colectivo tuvo identidad y lenguaje a través de la música. La identidad como rebeldía, como oposición. Ese espacio para decir no. Las identidades se construyeron en espacios de lucha”, remarca el nieto restituido.

El músico tiene una pesadilla recurrente, aunque sabe que es posible que haya pasado y está seguro de ello: “Una amiga de mi mamá vivía cerca del Olimpo, íbamos a jugar al lado de los muros a la pelota. Recuerdo la radio a todo volumen y me deja perplejo”. A su padre y hermano se los llevaron unos días, también en dictadura, pero volvieron. “Mamá me decía que eran cosas del fútbol, que viajaba mucho. Mi papá era dirigente de Chicago”. Las cosas no tenían explicación, era todo muy incierto.

Cuando Guillermo se animaba a preguntar, la respuesta era el silencio o “estos (los peronistas) eran unos reventados y los hicimos mierda porque sí, haciéndote pensar que eran malos”, pero era su apropiador quien comía con un arma en la mesa cuando llegaba alguna visita. “Ellos mismos con sus silencios me contaron todo –asegura- y fue una responsabilidad de toda la sociedad guardar silencio”.

Guillermo pudo golpear las puertas de Abuelas para ir respondiendo esas preguntas resonantes en su cabeza: quién era y quiénes eran sus padres. Obtuvo una respuesta, que fue encontrarse con una familia numerosa. “Un encuentro animal, te salís de tu manada y volvés desesperado. Lo vivimos como un reencuentro, no como un encuentro”. Abrazos, relatos y un silencio que no era el mismo vivido en la casa de su infancia. “Algo que disfruto más con mis hermanos, es poder compartir un mate en silencio”. Parece que se conocieran de todo la vida. Guillermo recuerda una anécdota en especial en los inicios de la reconstrucción del vínculo: “Uno de mis hermanos viajó y se quedó en mi casa, dormimos juntos y era raro dormir con él, era un desconocido o no. Empezamos una charla y ese momento fue más que un abrazo”. También recuerda lo que significaba y significa viajar al Chaco de su familia: “Cuando llegaba a Chaco era como volver a ser bebé, todavía siento cuando viajo que voy a tomar un poco de teta”, y la confesión desata aplausos. Los separaron un tiempo pero ya no van a separarlos nunca más. 

En la sala, hay dos amigos de Guillermo sentados en primera fila. Él recuerda que les costó acostumbrarse al cambio de nombre y que sentían culpa al llamarlo, sin querer, Martín –su nombre de apropiado-. “El nombre es una música que nos acompaña desde nuestro nacimiento y era una música que no quería escuchar más. Tomé la decisión de llamarme como mi viejo”, dice el nieto restituido número 99, que no cuenta con testimonios sobre qué nombre habían elegido sus padres para él.

A Guillermo y a Gabo no solo los une la música, sino Abuelas. El músico comenzó a colaborar con ellas en 2006 y las historias se le hicieron carne. Su empatía y amistad llevó a que, con Pablo Ramos, hicieran un tema para ellas. A Guille no hay canción de la dictadura que lo interpele diferente, pero palabras como libertad y amor fueron cambiando su significado.

Guillermo hace una reflexión final. “Todos nos preguntamos a veces quién somos, yo estuve obligado a preguntarme. Escribir mi historia es construir mi identidad y lo voy hacer toda la vida”. La identidad no es algo fijo, se construye todos los días, todos lo hacemos diariamente en relación con el encuentro con los otros, como el del miércoles.

Guillermo es el nieto restituido número 99, que al momento de definir su identidad decidió llamarse como su verdadero padre.

Viyurca resiste

Viyurca resiste

“Vamos a intentar conseguir una prórroga para seguir la lucha desde acá. Si no podemos,
seguiremos desde donde sea”, dice Javi, integrante de la Asamblea de Villa Urquiza. La
amenaza de desalojo prevista para este miércoles finalmente no se cumplió, pero sigue
latente. Y los vecinos están decididos a resistirla con la misma fuerza comunitaria que
ayer volvió a reunirlos en la calle.

Ubicada en la ex pizzería La Ideal, la Asamblea acumula una historia de largos 16 años y
ya evitó un intento de desalojo anterior. El 2 de octubre se presentaron funcionarios de la
Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE) y de la Administración de
Infraestructuras Ferroviarias (ADIF-SE) junto con la Policía Federal para intentar cerrar el
centro comunitario. Pero no lo consiguieron.

El anunciado desalojo se enmarca en un juicio que la AABE le inició a la Asamblea de Villa Urquiza a finales del año pasado. El objetivo detrás del operativo, denuncian los vecinos, es la venta de tierras públicas que se encuentran al costado del ramal Retiro-José León Suárez de la línea del tren Mitre, a la altura de la estación General Urquiza.

El local de la Asamblea no es el único afectado. Según el pliego de licitación, son 2.774
metros cuadrados comprendidos entre las calles Bucarelli, Roosevelt, Triunvirato y el  sendero peatonal de la estación Urquiza. En esa estratégica franja barrial también hay  locales comerciales, canchas de fútbol y hasta viviendas.

La AABE convocó a una fallida mesa de diálogo el pasado 23 de octubre y los asambleístas asistieron “con la voz y reclamos de los vecinos”, explicó a esta agencia Valeria, otra integrante del colectivo. La intención de esa instancia era conseguir la tenencia del espacio o una prórroga frente al inminente desalojo. Ni la AABE ni la ADIF-SE, ambos organismos nacionales, pudieron garantizarlo. Con la subasta de la manzana, programada para el 8 de noviembre, el local de la asamblea quedaría en la órbita de la Ciudad de Buenos Aires.

La Asamblea de Villa Urquiza se formó en 2002, al calor del movimiento vecinal que
generó el estallido de diciembre de  2001, con la impronta del “que se vayan todos”. Los
slogans contra la deuda externa, el Fondo Monetario Internacional y el Área de Libre  Comercio de las Américas se hicieron propios. Entre sus banderas también se sumó la  defensa de la recuperación de los recursos naturales y de las empresas privatizadas. “La
Asamblea de Villa Urquiza es la defensa de una forma de vida, de nuestra libertad, de nuestro ser en un barrio”, cuenta Lili, que da clases de tango a la gorra.  

Negocios

“Para legitimar la venta de los playones ferroviarios de tierra pública se determinó que el
35 por ciento del terreno se dedique a negocios inmobiliarios y el 65 por ciento a espacios
públicos”, explicó a ANCCOM Jonatan Baldiviezo, presidente del Observatorio del Derecho a la Ciudad. El 35 por ciento tiene capacidad para tres torres. La asamblea quedaría por fuera, pero el gobierno de la Ciudad exige la entrega de tierras sin ocupantes.

Para Baldiviezo, que el local no esté dentro de la parte reservada para negocios  inmobiliarios supone una doble oportunidad de frenar el desalojo. “Por una parte, sabemos que va a quedar a manos de Ciudad, si es que ya no lo está. Nos da la posibilidad de ir al juzgado y buscar al futuro dueño. Quizás no tenga problema con que la asamblea siga con sus actividades. Por otro lado, vamos a presentar un proyecto de Ley de Código Urbanístico en la Legislatura para que se permita que la asamblea continúe en este predio”, aclaró.

Sin embargo, que el local de la asamblea quede en el 65 por ciento perteneciente a la
Ciudad, y que sea destinado a espacio público, no deja más tranquilos a sus integrantes.
“Hay que reflexionar qué significa espacio público para el Gobierno de la Ciudad. Significa
una plaza con grandes porcentajes de cemento, con rejas y que tenga cámaras para ver
qué hacés. Para mí eso no es espacio público”, comenta Valeria.

“Sabemos que ir a negociar con la Ciudad implica que esto mañana tenga un cartel
amarillo y alguien que te diga cómo tenés que manejarte en un lugar comunitario o
público. Quizás queden las torres y este centro comunitario, pero se va a manejar con las
lógicas del Estado y no nos va a representar. Nos va a quitar la identidad y la memoria”,
dice Andrés, que participa hace más de cinco años de la asamblea.

Para visibilizar la situación, el sábado pasado se realizó el Festival Viyurca en Lucha. Fue
en la plaza Jorge Casal, frente a la ex pizzería La Ideal, bajo la consigna “La Asamblea de
Villa Urquiza no se gentrifica”. Como explica Lili, el objetivo de ese encuentro fue
“convocar a todo el barrio a apoyar y resistir”.

Andrés también remarca la importancia de resistir, y dice: “Tenemos el afán de que la
Asamblea quede como está porque es nuestra identidad, nuestra lucha. Llamamos a que
habiten este espacio del barrio que nació de la impronta del ‘que se vayan todos’. Fue
autogestionado 16 años por los vecinos y queremos que siga de la misma forma”.