Militarización de Vaca Muerta: ¿Protección al pueblo o a las empresas?

Militarización de Vaca Muerta: ¿Protección al pueblo o a las empresas?

En la presentación del ciclo de debates «El Libro Blanco de la Defensa Nacional 2023» se mencionó que uno de los objetivos militares estratégícos es el complejo energético patagónico.

Dos días antes de un nuevo aniversario de la última dictadura cívico-militar, se inauguró en la Universidad de la Defensa Nacional el ciclo de debates para la elaboración del Libro Blanco 2023, una publicación con los temas principales a abordar desde la Defensa en el territorio nacional. Allí Juan Martín Paleo, Jefe del Estado Mayor Conjunto (EMCO) de las FFAA, expuso que cuentan con ocho planes de campaña desarrollados y tres de ellos a poner en práctica este año: un desplazamiento de medios militares para “disuadir y, en el caso necesario, defender” lo que se consideran “objetivos de valor estratégico” en las zonas de Vaca Muerta; el complejo nodal de interconexión en Las Toninas; y, la custodia del frente Atlántico.
Alejo di Risio es Coordinador de Comunicación de la Asociación Argentina de Abogadxs Ambientalistas (AAdeAA) y el Colectivo de Acción por la Justicia Ecosocial (CAJE). Ambos espacios están compuestos por un equipo interdisciplinario, entre ellos abogados, investigadores, activistas sociales y comunicadores. Las  organizaciones operan en conjunto de forma federal asesorando y acompañando conflictos en distintos procesos territoriales. Actualmente llevan una causa abierta en contra de los basureros petroleros, a donde van a parar y se almacenan todos los residuos del fracking de Vaca Muerta, violando la Ley Nacional Nº 24.051 de Residuos Peligrosos.

Sobre estas medidas, di Risio denuncia “un consenso mediático, social y político sobre el avance de Vaca Muerta y la explotación de hidrocarburos en el Mar Argentino”. En este sentido, sostiene que “el extractivismo está asociado al avance de la violencia” y que la militarización de los territorios está ligada a “los intereses de empresas y poder local, ya que tiene que ver con las resistencias territoriales, sociales y judiciales”. 

Contra la idea de que el extractivismo alienta el desarrollo económico y laboral, con los pozos petroleros en Vaca Muerta, sostiene que los costos de vida y las desigualdades en la ciudad de Neuquén son cada vez más elevados desde la última década a causa de la falta de agua y del incremento del uso del suelo. A la hora de enfrentar reclamos de los vecinos y comunidades, di Risio señala: “A una empresa no le importa que corten la ruta o no, sino cuánto les sale que ese día no pudieron entrar y salir los camiones. Las empresas miden la protesta en términos de riesgo financiero. Bloquear la protesta social –insiste–  es una manera de asegurar mayores ganancias”.

El nuevo oro blanco

Durante una conferencia del Atlantic Council, relacionada a la OTAN, la Jefa del Comando Sur de EEUU Laura Richardson habló del interés norteamericano sobre el petróleo, el agua y el litio, considerado el nuevo oro blanco, e hizo referencia a Argentina, Bolivia y Chile. Estos tres conforman el Triángulo de Litio, una zona dentro de la que se halla el 60 por ciento de la cantidad mundial de este mineral. El continente Latinoamericano representa históricamente una gran fuente de materias primas, y aún no se discute sobre la injerencia a nivel local. No obstante, di Risio advierte que si bien hay consensos para evitar conflictos bélicos, estos son “una carta que los grandes jugadores geopolíticos nunca dejan de tener a mano en caso de que las otras opciones sean agotadas”. 

Al ser consultado, el especialista en Relaciones Internacionales Alfredo Casado sugiere que los dichos de Richardson tienen “la lógica estratégica de que EEUU va a defender su patio trasero” a partir de la participación mundial de China. “EEUU vuelve a ver amenazado su predominio en la región con el plan chino sobre el Mar Índico, el Atlántico Sur y algunos países de Sudamérica. Todas las potencias extranjeras van a buscar control sobre las áreas de biodiversidad, cuencas petrolíferas y los sistemas de ultra comunicación moderna (como la fibra o la nueva telefonía), y el control exige la presencia militar”, asegura el también corresponsal de guerra.

Con bases militares en Paraguay, Perú, Panamá, Puerto Rico, Honduras y Chile, son pocos los países que resisten a estas medidas dispuestas por Estados Unidos en el resto de Latinoamérica. Sobre la militarización de las zonas estratégicas mencionadas por el EMCO, Casado señala: “No hay bases norteamericanas en Argentina, que sepamos. Si nosotros tuviéramos una capacidad disuasiva importante como país, con nuestro potencial energético, en materias primas y en biodiversidad, no me parece mal que los militares se ocupen de la custodia de los intereses nacionales, el tema es si se ocupan realmente o van a ser serviles a intereses extranjeros”. 

Para la realización de esta nota hubo reiterados intentos de contactar a autoridades nacionales vinculadas al mencionado Libro Blanco de la Defensa 2023, quienes diplomáticamente evitaron confirmar o desmentir si la eventual militarización de Vaca Muerta  tiene como objetivo solapado disuadir cualquier tipo de protesta ambiental o territorial, como los reclamos del pueblo mapuche, que obstaculicen la explotación de hidrocarburos.

Lo que sí sabemos es que las dictaduras que asolaron la segunda mitad del siglo XX la región, auspiciadas por EEUU, nos enseñaron que la defensa nacional no debe ceder su soberanía a las políticas intervencionistas extranjeras. Las hipótesis de Richardson son una señal de alarma.

Los legisladores de Rodríguez Larreta se opusieron a la creación de un parque público en la Costanera

Los legisladores de Rodríguez Larreta se opusieron a la creación de un parque público en la Costanera

El bloque del PRO votó en contra de la propuesta impulsada por una iniciativa popular que reunió 53.000 firmas. Quedó firme el proyecto para construir un emprendimiento inmobiliario de torres de lujo. Los vecinos esperan el recurso de la Justicia.

Biclicletada contra el proyecto privatizador a fines de 2020. 

En un día histórico para la democracia participativa, donde por primera vez una iniciativa popular llegó al recinto de la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el oficialismo porteño le puso freno a la propuesta firmada por 53.709 vecinos, e impulsada por organizaciones vecinales, sociales, ambientales y políticas, que brega por la creación de un parque público en los terrenos de Costa Salguero y Punta Carrasco.

Poco después de las diez de la mañana, diversos vecinos se acercaron a la puerta de la Legislatura porteña con las consignas “El río no se vende”, “Parque sí, torres no”, con el pedido unánime de más espacios verdes; y que se deje de lado la especulación inmobiliaria para el beneficio de unos pocos, contra de las necesidad básicas de muchos, como es el acceso a la vivienda y la mitigación del cambio climático. No solo llegaban con consignas, también traían reposeras, sombrillas y elementos de playa, con una alfombra verde puesta en el piso para recrear un espacio verde, de los tantos que faltan en la ciudad. Intentando que ningún funcionario del Gobierno distraído lo pierda de vista, lo venda y convierta en una torre.

“Hace rato que no estaba acá, pero hoy hay que estar. Esa es la verdad. Para que dejen de sacarle el futuro a nuestros hijos, y en el caso mío, a mis nietos”, señalaba Jorge Amílcar Miranda de 80 años, vecino de la Comuna 3, a la vez que enfatizó en la necesidad de mantener los espacios verdes y vincular la ciudad al río.

Se trató de la audiencia pública más larga de la historia de la ciudad: 7000 participantes discutieron durante dos meses el proyecto del Gobierno de Juntos por el Cambio para privatizar los terrenos costeros y habilitar la construcción de torres de lujo, y a pesar de que fue rechazada por más del 97% de los concurrentes, el oficialismo siguió adelante con su propropuest, haciendo oídos sordos a lo que gran parte de los vecinos reclamaba.

El oficialismo porteño tampoco dio respuestas a las problemáticas que los vecinos señalan en contrapartida con el proyecto inmobiliario: el problema habitacional que sufren los vecinos de la ciudad de Buenos Aires, con un 30% de inquilinos, con alquileres cada vez más costosos y con 400 mil personas que viven en condiciones de hacinamiento en barrios humildes.

Tampoco muestra ningún tipo de iniciativa para la protección de los humedales, en donde se encuentran los terrenos en disputa, y que son pieza clave para proteger el medio ambiente y ayudar a que el cambio climático deje de acrecentarse.

Desde el movimiento La Ciudad Somos Quienes la Habitamos, integrado por más de 130 organizaciones, presentaron la propuesta para crear un parque público, con áreas para recreación, actividad física, agroecología, preservando el área del humedal costero. Esta propuesta contó con el aval de más de 53 mil firmas. “Todos los vecinos que se acercaban nos decían estar de acuerdo, aunque políticamente no coincidían tanto con el resto de las ideas”, comentó en diálogo con ANCCOM Magalí Vela, referente del Frente Ambientalista El Hormiguero, que fue una de las tantas activistas que salió a la calle a buscar la firma de los vecinos. A su vez señaló: “La ciudadanía quiere un parque público, necesitamos más espacios verdes. Vienen olas de calor, cada vez el cambio climático es peor en la ciudad y en el mundo y el Gobierno porteño está planificando en contra de lo que está sucediendo”.

Mientras tanto en el recinto, en una sesión que contó con la presencia de las organizaciones y movimientos que impulsaron la iniciativa popular, 35 legisladores pertenecientes al oficialismo (Vamos Juntos) y a sus aliados de turno, como el espacio de Martín Lousteau (UCR-Evolución), Javier Milei (La Libertad Avanza) y Roy Cortina (Partido Socialista), votaron en contra de darle tratamiento parlamentario a la primera iniciativa popular que los ciudadanos de la ciudad lograron presentar en la Legislatura. Por lo cual el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta tiene luz verde para seguir con su proyecto de extractivismo urbano.

A pesar de este resultado negativo, desde el movimiento La Ciudad Somos Quienes La Habitamos, se mostraron optimistas y orgullosos por lo logrado, dando una discusión integral sobre la ciudad, declarando que esta lucha no terminó. Quedando a la espera de que el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) se expida sobre la Ley de Ventas, declarada inconstitucional por la justicia porteña.

¿Sequía o ecocidio?

¿Sequía o ecocidio?

Tres especialistas analizan el creciente fenómeno de las sequías bajo perspectivas que escapan al dominante enfoque de la merma de la renta agropecuaria: contaminación, desmontes, aumento global de la temperatura, lagunas que desaparecen, incendios, destrucción de ecosistemas. “Nuestra casa está en llamas”, advierten los activistas.

Las sequías fueron noticia en todo lo que va del año, aunque para muchos no sean noticia en un sentido más sustancial. Que siempre las hubo, dicen. Cuando los grandes portales de noticias hablan sobre ellas, lo que salta directamente a la vista es cómo la escasez de agua golpea a la producción agropecuaria, cómo amenaza al PBI, cómo parece ir a reducir las exportaciones y a desmoronar el rendimiento económico agrícola y ganadero.

Cuando el Estado habla sobre la sequía, cosa que estuvo haciendo, y mucho, anuncia respuestas: subsidios, beneficios crediticios y otras medidas para compensar la pérdida de ganancias que genera la falta de agua. Pero, parece, la falta de agua hace otras cosas, y tiene razones más profundas que el fenómeno de La Niña o el simple “siempre pasó”.

El fenómeno de La Niña nos antecede y es un fenómeno “natural, por así decirlo”. Eso el activista ambiental César Massi lo sabe muy bien. Pero “una cosa es una Niña hace un montón de años y otra cosa es la Niña ahora con un terreno mucho más degradado, con incendios, con desmonte, con otro tipo de temperatura, porque ahora la temperatura es claramente más elevada, el planeta se va calentando. Así que el efecto de la sequía obviamente se va magnificando”, explica.

En la misma línea, el sociólogo José Seoane aporta que “aunque aparentemente son fenómenos que tienen una historia anterior, hay una intensificación de ellos en un contexto de elevación de la temperatura global”. En términos prácticos, lo que nos está pasando parece ser idéntico a lo que dice la frase que repiten cada vez más activistas: “Nuestra casa está en llamas”.

En el norte de Santa Fe, como seguramente en muchas otras partes del país, las vacas se mueren bajo el sol, tiradas por el campo, de hambre o de sed, después de intentar beber lo que deja el goteo de los camiones que transportan agua limpia. Pérdida de ganado, le llaman. La vegetación se seca, la diversidad de la flora amenaza con desaparecer. “Los pastizales no alcanzan a cumplir su ciclo biológico”, alertan desde el INTA. Las lagunas El Palmar y El Cristal, reservorios de vida de animales y plantas, desaparecieron por completo, al igual que muchos otros cuerpos de agua en todas partes.

“En algunos casos es un daño que a veces no se revierte, porque las poblaciones de algunos peces son escasas, las de otros animales también. En los bajos submeridionales hay especies en extinción que dependen de lagunas que hoy están secas hace tres años”, advierte Massi.

Mientras tanto, en Corrientes ya ardieron miles de hectáreas por los incendios que comprometen a los Esteros del Iberá y la provincia está en situación de sequía extrema. Otro tanto pasa en Salta, donde los habitantes de Tartagal viven sin agua potable hace semanas, con temperaturas que muchas veces superan los 40 grados. La sequía golpea a casi todas las provincias del país mientras se multiplican los incendios forestales como el que consume al Parque Nacional Los Alerces. Y no es sólo acá, es en todo el mundo, porque el calentamiento global es precisamente eso: un fenómeno global que no tiene nada de natural ni de accidental.

¿Por qué hay sequía?

“La sequía que viven Argentina y otras partes de América Latina hoy se reproduce en las sequías dramáticas que atraviesan particularmente el cuerno del África, con una hambruna y una amenaza de la muerte de miles de personas, y con sequías similares que están aconteciendo en China. Es un fenómeno global que está vinculado al cambio climático, que justamente lo que supone es una elevación de la temperatura de la Tierra y la intensificación de los fenómenos meteorológicos”, explica Seoane.

El sociólogo recuerda que el “incremento sostenido de la temperatura mundial” que se intensificó en las últimas décadas tiene dos razones principales: “Una es la emisión de gases de efecto invernadero, particularmente el dióxido de carbono vinculado al uso de los combustibles fósiles, pero la otra es la destrucción de las selvas y los bosques nativos que son la forma natural que tiene el planeta para reatrapar este dióxido de carbono y transformarlo en oxígeno”.

A continuación, Seoane enumera una serie de datos que estuvo revisando previo a la conversación: “El propio Ministerio de Ambiente reconoce que entre 1998 y 2020 se deforestaron siete millones de hectáreas en la Argentina. Un informe reciente de la FAO ubica a la Argentina entre los países con mayor deforestación entre 1990 y 2015. Una ONG ambientalista refiere que en el noroeste argentino se han deforestado más de 110 mil hectáreas en 2021”, pasando por encima de la siempre ignorada Ley de Bosques.

Aunque ya suena a información repetida, la realidad detrás de estas estadísticas es menos abstracta de lo que podrían sonar un par de números: “La destrucción de los bosques y selvas nativos es una de las principales contribuciones al cambio climático”, resume Seoane. Estas son “las causas reales” de la destrucción que atestiguamos.

“La sequía puede ser circunstancial, a lo mejor el año que viene tenemos Niño y nos sobra el agua”, agrega Massi. “Pero la relación de nuestra forma de producir y consumir con lo que le pasa al planeta es total, sobre todo en América Latina”, donde la deforestación es una constante.

“Los bajos submeridionales han sido canalizados, tienen una red extensa de canales que hoy se están llevando la poca agua de napa que hay, por ejemplo, con una idea fantasiosa de poder duplicar la carga ganadera”, ilustra el activista para señalar la estrecha relación que existe entre nuestro modelo de consumo y la crisis climática. “Las sequías y las inundaciones son circunstanciales, pero la crisis climática está patente entre nosotros”, asegura.

Malena Blanco, cofundadora de Voicot, organización defensora de los animales, se refiere al papel protagónico que tiene el sistema de producción de alimentos en el cambio climático: “La sequía que está padeciendo gran parte de la Argentina está relacionada a la producción agrícola, a la forma en la que se produce en este planeta”.

Blanco explica, a grandes rasgos, que este modelo sacrifica la biodiversidad para dar paso a los “cultivos de soja que están destinados a alimentar al ganado”, con lo cual “se genera un avance hacia el calentamiento global y eso hace que estemos como estamos”. Para la activista, “las sequías están completamente relacionadas” con las mismas personas cuyas ganancias el Estado pretende proteger con sus “soluciones” y sus compensaciones económicas: los empresarios agrícolas y ganaderos.

La muerte de animales y de vegetación, el grave daño en la salud de un montón de comunidades que tienen que vivir los días más calurosos en los últimos tiempos muriendo de sed y el deterioro irreversible del lugar en el que todos vivimos son realidades que no agotan sus causas en la carencia de agua. Malena Blanco asegura que, aunque esta sequía no nos hubiera golpeado, nuestro problema, en lo sustancial, seguiría siendo el mismo: “El sistema está manejado por humanos que se creen por fuera de toda la naturaleza”.

Blanco ilustra su punto refiriéndose a los animales muertos por falta de agua: en este caso, “en vez de ser el cuchillo cortando la garganta, o el mazazo en la nuca, o el perno cautivo”, la razón de la muerte es la sed: “Los animales, en vez de morir en los mataderos, mueren de sed en el campo”.

“La mayor cantidad de los mamíferos de la Tierra son justamente animales de granja. La biodiversidad y los animales salvajes desaparecen al mismo ritmo al que crece la ganadería: mientras más humanos haya en la Tierra hay más repetición de este mismo sistema que ofrece este tipo de producción y este tipo de comida, este tipo de deseos”, evalúa Blanco.

La cofundadora de Voicot explica que “el sistema de producción necesita ser rápido y barato, y que “por eso se crían un montón de animales que son matados de una forma muy de fábrica, uno tras otro”, como “cosas desarmándose en un matadero” en el marco de una “cosificación total”. Para alimentar a esos animales sacrificados en masa, hace falta grano. “Y para cosechar ese grano, este sistema necesita espacio. Y para tener ese espacio, este sistema necesita talar. Y talan bosques, queman humedales, que son unos grandes colaboradores del equilibrio en el planeta Tierra, junto con los mares”, expone la activista, y concluye: “Los destruyen para plantar en su gran mayoría soja, en la Argentina el 80% de la soja está destinada a alimentar al ganado”.

«En algún momento tiene que caer la ficha de que esto es sistémico: va a llegar el tiempo en que no van a alcanzar los recursos para subsidiar a todo el mundo que pierda su producción por los efectos del clima», dice Massi.

El papel del Estado

Los anuncios de “medidas de alivio” de parte del Estado tienen el mismo espíritu que sus cantos al “desarrollo” y el “progreso”: la prioridad siguen siendo, entre otras cosas similares, el crecimiento del PBI, el volumen de las exportaciones y el cumplimiento de las metas del FMI. Es decir, el sostén y fortalecimiento del mismo modelo productivo.

“En el contexto de la crisis económica que padecemos se suele enarbolar, incluso por diferentes gobiernos de distintos signos, la salida extractivista como la gran solución a los problemas de la Argentina”, recuerda Seoane. “Y la salida extractivista no sólo no garantiza una mejora en el nivel de vida de la población, sino todo lo contrario: además es factor central del deterioro socioambiental”, completa antes de concluir que “sin duda hay que pensar las alternativas en otra dirección”.

Antecedentes y proyectos reales tenemos: “Las propias organizaciones que son numerosas e importantes, de la agricultura familiar, de lo que se llama hoy la economía popular, incluso de los técnicos y científicos que trabajan vinculados a estas problemáticas, de los campesinos, de los movimientos indígenas, todas estas organizaciones han planteado propuestas alternativas para construir un camino de salida frente a esta lógica extractivista”, ejemplifica el sociólogo.

Para él, la política “compensatoria” del Estado es necesaria para los pequeños productores, la economía familiar y la agricultura campesina, de muy bajos recursos. Sin embargo, se trata de “una respuesta parcial” y es necesario “avanzar en una normativa socioambiental efectiva que controle las causas que inciden sobre el cambio climático y la elevación de las temperaturas”.

Por su parte, Massi tampoco cree que la sequía “se pueda solucionar con parches, porque los daños de la crisis climática cada vez van a ser más evidentes y en algún momento tiene que caer la ficha de que esto es sistémico: en algún momento no van a alcanzar los recursos para subsidiar a todo el mundo que pierde su producción por los efectos del clima”.

En cambio, “lo que sí serviría es sentarse a discutir cuáles van a ser las condiciones de producción, cuál es el panorama climático a largo plazo, si es que se puede predecir, y empezar a buscar algunas soluciones como por ejemplo protegerse del viento, hacer cortinas, gestionar mejor el agua”, propone el ambientalista.

“Tenemos que ser consecuentes con ese mundo que queremos”, reflexiona, finalmente, Malena Blanco. “¿Yo estoy creando con mis acciones ese mundo?”, se cuestiona a modo de conclusión, no sin antes remarcar que la respuesta a esa pregunta tendrá que ser una construcción colectiva.

Un patio nutritivo

Un patio nutritivo

Se cumple un año de un proyecto colectivo entre estudiantes universitarios y activistas, que da cuenta que es posible plantar en la urbanidad de forma ecológica y acceder a la alimentación de forma soberana y saludable.

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Voluntariado, música y brindis en una tarde de más de 30 grados de calor. De esta manera se celebró el viernes el primer aniversario de la creación de la Huerta de Ciencias Médicas, que se encuentra ubicada en el Patio de Nutrición de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires.

El proyecto es co-gestionado entre estudiantes de nutrición y el Colectivo Reciclador, encabezado por Carlos Alberto Briganti, mejor conocido en redes sociales como el Reciclador Urbano. En diálogo con ANCCOM, el docente especializado en generar huertas con pasivos ambientales, como cubiertas de autos y tachos, señaló que esta iniciativa creada por el estudiantado es una herramienta demostrativa y pedagógica: “Acá se producen alimentos a costo cero, entonces la gente que viene empieza a entender quién es el formador de precios, qué es la soberanía alimentaria, el valor e importancia de la semilla, que los espacios improductivos deben ponerse al servicio de quienes quieren trabajar la tierra y producir alimento sin pesticida. Una huerta de estas no va a saciar el apetito y el hambre del mundo, pero si va a enseñar a las nuevas generaciones que hay otros caminos que no van de la mano del agronegocio, de la industria corporativa que produce los alimentos y que los remarca con precios excesivos”.

En el Patio de Nutrición hay varios pilares que hacen a la huerta. Primero, allí funciona la Escuela de Huerta Urbana Agroecológica “La Margarita”, en donde los activistas del Colectivo Reciclador transmiten su experiencia y conocimientos, no solo al alumnado, sino también a toda la comunidad en general. Segundo, hay un bar saludable manejado por los estudiantes, el lugar de destino de las frutas y verduras cosechadas. Tercero, hay un sector llamado “El Jardín de Mariposas”, con plantas que atraen a esos insectos que lucen sus coloridas alas durante el día, aunque también es posible cruzarse con abejas, mientras que a la noche se puede escuchar cantar a los grillos.

Emiliana Bravo, presidenta del Centro de Estudiantes de Nutrición y una de las coordinadoras del proyecto, explica que esto “es revolucionario porque es la primera huerta urbana agroecológica en un ámbito universitario. Es revolucionario porque históricamente la Facultad de Ciencias Médicas tiene una concepción bastante estructurada y clínica y como movimiento estudiantil empezamos a dar un abordaje de la salud desde otra perspectiva. Es revolucionario porque lo hacemos con una mirada ambiental, porque es uno de los factores que intervienen dentro de la salud, y hay participación ciudadana de vecinos, estudiantes, docentes y no docentes”.

Mercedes Docampo es una mujer que conoció la huerta por recomendación de una amiga y se sumó como voluntaria. Desde ese lugar destaca todo lo que aprendió junto a sus pares: “Es un espacio donde te explican cómo hacer agricultura urbana en la ciudad, cómo podés con dos neumáticos de repente tener un maíz, girasoles, acelgas. Me entusiasma ver cómo va creciendo y también me motiva a armarlo en mi balcón y a su vez motivar a mi familia y amigos”. Y agrega: “La revolución es posible, esto no tiene techo. Espero que se replique por muchos lugares más de la ciudad y en otras universidades o centros de salud y estudios”.

Reconvertir el espacio desde cero y cambiar la visión del cemento por un espacio productor de alimentos de forma agroecológica en el medio de la urbanidad, requirió sudor, esfuerzo y mucho corazón. Desde el acarreo de tierra y cubiertas hasta la limpieza y el sembrado. Todo a pulmón, con donaciones y trabajo voluntario. Tanto los estudiantes como el Colectivo Reciclador y los voluntarios esperan que con las banderas del compostaje, el reciclaje, la agroecología y la biodinámica puedan seguir creciendo y dar batalla para que se respete el derecho al acceso y la disponibilidad de los alimentos de la forma que cada uno elija.