«No son excombatientes, son genocidas»

«No son excombatientes, son genocidas»

La sobreviviente de la ESMA, Ana María Soffiatini, da cuenta de las implicancias de la visita de un grupo de diputados de La Libertad Avanza a los represores condenados por crímenes de lesa humanidad. ¿Por qué es apología del delito?

Ana María Soffiatini guía una visita a la exESMA.

Ana Maria “Rosita” Soffiantini es una docente retirada, ceramista, militante, pero sobre todo sobreviviente “egresada” de la ESMA. Se identifica como parte de la extraordinaria generación de los años setenta, una juventud que vislumbró la política como transformadora de los dolores sociales. 

Militó en el secundario, ingresó a las filas de la Resistencia Peronista y luego se incorporó a Montoneros, una organización político-militar que cautivaba a la buena parte de la juventud peronista.
Describe su militancia como una experiencia hermosa, que le legó una serie de compañeros, entre los cuales estaba Hugo Luis “el Loro” Onofri, con quien tendría dos hijos, Luis y Maria. Una mañana de octubre de 1976, con el golpe militar ya instaurado, Hugo saldría a trabajar para nunca más volver. Su paradero se desconoce hasta el día de hoy.
“Rosita” fue secuestrada, junto a sus dos hijos pequeños, un año después en el barrio de La Paternal, de camino a la panadería. Luisito tenía once meses y Maria apenas caminaba. Fueron arrancados de sus brazos y llevados a otro vehículo. Ana Maria, por su parte, fue golpeada ferozmente y forzada a abordar un auto donde, según recuenta, la recibieron Carlos “el Pajarito” Suarez Mason y Adolfo Donda entre otros uniformados que la vendaron y violentaron durante un largo tramo. Fue llevada a la Escuela de Mecánica de la Armada, donde funcionaba un centro clandestino de detención, tortura y exterminio. Allí, además de sufrir todo tipo de padecimiento físico, fue forzada a realizar trabajo esclavo.
Habitar ese infierno, según Soffiantini, era aún más difícil ante la constante presencia de oficiales que adornaban el dia a dia con frases como
la favorita de Jorge Eduardo “el Tigre” Acosta, quien a su vez se jactaba con sentencias del tipo  “de nosotros depende la vida y la muerte”. Alfredo Astiz, otro de los represores, tenía su propia bravuconada: “Vos te vas arriba cuando yo lo decida”
“Rosita” entró en régimen de libertad vigilada después de casi dos años de cautiverio, desde enero de 1979 hasta principios de 1980.  Hoy, es una de las integrantes del Consejo Asesor de Sobrevivientes en la exESMA y representante del mismo en el órgano ejecutivo de el Espacio para la Memoria que allí funciona.
Ahora, en conversación con ANCCOM, reflexiona sobre las visitas por parte de diputados del bloque de LLA a ocho represores, entre los cuales figuran cinco de sus propios victimarios, las declaraciones emitidas por los distintos protagonistas de la política, sus impresiones y las implicaciones que tiene esto para el proceso de construcción de la memoria.

Cuando el diputado Benedit presenta estos nombres que vos conociste en la ESMA como “excombatientes que libraron batallas contra la subversión marxista”, parece querer humanizarlos ¿Como era su trato con la gente que tenían detenida?

Es complejo de explicar. Atravesé bastantes cosas: la situacion constante de tortura, el escuchar a los demas ser torturados, los abusos sexuales y fisicos constantes. Estos tipos, que decían luchar contra la subversión, se convertían cada vez más en una banda de delincuentes. Ellos, que decian defender un proyecto de pais, que secuestraban para proteger la nacion del enemigo interno, terminaron teniendo un goce por la tortura. Porque la gozaban. De otra forma, no lo harían a diario y sin motivo alguno. Nos robaron para siempre nuestras vidas, porque ninguno volvió a ser el mismo. Ellos me marcaron para siempre. Aunque resistimos y seguimos luchando por recuperar lo que somos, te queda lo vivido. Por su parte ellos, además de convertirse en delincuentes, pudieron sacar rédito de la situación. No solo con los bienes apropiados a desaparecidos, sino con negociados por sus tareas. No solo a ese nivel, sino también a nivel personal. La asimetría de poder al interior nos llevó a seguir sus mandatos porque no nos quedaba otra para seguir vivos que simular, acatar: éramos esclavos. Aceptamos ser esclavos por esa pulsión natural de sobrevivir y de tener siempre una esperanza. Hasta los que asesinaron compartian ese amor a la vida, algunos hasta estaban en situacion de esclavitud, como nosotros, y un dia decidieron matarlos. Ese impulso natural de querer sobrevivir es lo que me sostuvo en el tiempo. 

¿Eso es lo que te lleva a rescatar la humanidad que encontraste en esa experiencia? 

En ese horror, en medio de esa soledad terrible, uno busca tener alguna caricia. Yo tuve suerte de encontrarlo ahí dentro. Como parte del trabajo esclavo, me llevaron a trabajar a un lugar donde conocí a otro compañero, Ricardo Coquet, y esa convivencia se transformó en confianza y después en amor. Con él tuve una hija, Ana Julia. Aunque no prosperara, ese amor clandestino me ayudó a sobrellevar el calvario. En lo personal, me sirvió para volver a sentirme humana. Me sentí dueña de mi vida de nuevo.

Cuando Patricia Bullrich dice que visitarlos es una “construcción de libertad” y que “si alguien quiere ver a un detenido porque considera que forma parte de un momento trágico de la Argentina, lo puede ir a ver” ¿Que se está jugando realmente?

Primero que nada, tienen derecho a ser visitados. Todo lo que no está prohibido se puede hacer. El problema es la razón por la que los visitan, y las declaraciones que emiten. Lo que se quiere es institucionalizar los mecanismos para gobernar, los mismos que regían en la dictadura: la represión, la violencia. Estas declaraciones son apologías a un gobierno anticonstitucional. Estos tipos son asesinos, siguen sosteniendo lo perpetrado, y silenciando donde escondieron los cadáveres, como el de mi compañero, y así con cientos y cientos de personas que no están, cientos de niños que no fueron recuperados. Yo los oí nacer en la ESMA, los gritos de las madre en el parto, vi cómo las hacían escribir una carta falsa a sus padres diciendo que la militancia no las dejaba hacerse cargo de su hijo y que se los mandaban. Cuántos muertos y cuántos niñas y niños que no pudimos encontrar. Yo y muchos más como yo somos testigos vivos de lo que hicieron y lo volvemos a afirmar a diario. No fueron ex-combatientes, fueron genocidas.

Es importante rescatar que estas declaraciones se hacen al interior de un gobierno constitucional, por gente que ocupa cargos de forma democrática. ¿Qué dice eso de la sociedad que los elige?

Por más de ocupar la democracia, declaraciones como estas son tristes apologias de la violencia y el genocidio. La sociedad los condenó, no sólo a través de los juicios que se llevaron adelante con justicia plena, sino que, a sus ojos, fue un ataque contra la sociedad en su conjunto. Yo sigo peleando, pero no solo por lo que yo sufrí, sino por lo que ellos quisieron destruir a través de nosotros, desapareciéndonos. Lo que se quería era dar por tierra con un proyecto opuesto. Había uno pensado para el conjunto de la sociedad, y otro para beneficiar a un grupo hegemónico y a las transnacionales dueñas de la guita. La sociedad necesita reforzar la memoria, aun cuando el proyecto vigente trate de hacerla disipar.

¿Se puede sobreescribir la memoria social?

Mira, yo creo que si para algo sirve la memoria es para entender el tiempo de cada cosa. No sé si alcanzaremos algún día una victoria plena de nuestras aspiraciones de una sociedad justa. Sabemos que para eso tienen que darse muchas luchas. Hoy estamos viviendo un tiempo de derrota que nos desilusiona porque no hay una contención desde la oposición, que lidere y nuclee la situación que estamos pasando. Hay una incertidumbre generalizada y mucha bronca, pero no podemos encauzarla con mayor fuerza. Estas declaraciones son un caballo de Troya muy bien pensado, que busca correr el eje de la discusión. Va a llevar mucho tiempo reubicar y volver a construir una memoria que retome la discusión en medio de tanta burrada. Hay que erguir una historia, de la cual la lucha de la reivindicación es solo una parte.
El error, quizás, fue descuidar otros espacios. Nos faltó hablar en el lenguaje común, nos perdimos en niveles de conversación interna. Hablamos mucho de yo soy el otro, pero no lo concretamos. Y ese otro se sintió fuera. Dejamos afuera algo. Asi se empieza a desdibujar.  Hoy es ahi donde debemos trabajar, y apuntalar: no solo se reivindica el genocidio, sino que tambien se reivindica una metodologia para oprimir el pueblo, que viene acompañada de un discurso que lleva años construyendose. 

¿Lo que se busca es hacer pasar al genocida por excombatiente y así ampliar el horizonte de lo posible en la discusión política?

Lo que se busca es hacer que el conjunto de la sociedad lo naturalice. Mientras que reivindica un proyecto de país nefasto con formas de sostenerlo aún peores, estas declaraciones ayudan a evitar lo inhumano del genocida. Están presos, pero no reformados. La cárcel debería ser un espacio no de castigo, sino de reformación. Astiz, Pernia, Donda son asesinos, pero también siguen ocultando el paradero de los desaparecidos. No han recapacitado. No reflexionaron sobre el horror que generaron. Siguen afirmando que su accionar fue correcto. Yo si los iría a visitar, sería para que me digan a donde tiraron a nuestros amigos, nuestros compañeros, nuestros hermanos, nuestros esposos, nuestras madres, nuestros hijos. Mientras que no se sepa dónde están, el delito sigue existiendo.

¿Que se puede hacer frente a estos avances? ¿Se puede hacer apologia al genocidio sin consecuencias?

Por mi parte, como integrante de la Comisión Provincial por la Memoria, reaccionamos a tiempo, haciendo una denuncia en la fiscalía. Hay un artículo en el Código Penal, el 213, que nosotros invocamos. Por fuera de lo legal, es importante que esto ingrese a la discusión pública, que sea parte de los problemas que les competen a los demás. Hay que escucharse y escuchar. No pensar en que se logró el cometido, sino disputar esta memoria en todos los sectores. La problemática tiene que extenderse a todos lados de la sociedad. Es una lucha que se da todos los días.

¿Por qué los testimonios de sobrevivientes son tan valiosos en esta disputa?

Somos testigos, somos prueba de lo que hicieron. Cada experiencia detalla el horror. Como mujer, fui humillada, vi a otras mujeres ser violadas, fui forzada al trabajo esclavo, pero también me costó tiempo de vida por fuera del secuestro. Después nos encontramos con una sociedad silenciada. Nos costó recuperarnos, recuperar nuestra autoestima. Estaba el algo habrán hecho que, como mujer, tenía otras implicaciones. Tener que dar explicaciones, hasta para las propias filas, fue duro. ¿Por qué volviste vos y no volvió fulano? Yo no fui la que decidí vivir. Estos tipos que hoy visitan estos diputados, nos tenían en sus manos y decidían: “esta que siga viva”
Lo que nos costó empezar a hablar, empezar a reconocernos, encontrarnos desde una perspectiva de aceptación y aprobación es también un testimonio del horror.
No vale una declaración que los tilde de excombatientes y héroes. Si hay constancia de los hechos, no es cuestión de que alguien crea en una versión de las cosas, sino en lo que sucedió en realidad. 

Hoy, desde tu lugar en el Espacio de Memoria y Derechos Humanos en la ex-ESMA ¿Buscas aportar a la construcción de esta memoria social?

Para mí, volver a la ESMA fue durísimo. Fue un proceso que atravesé desde distintos planos. En primer lugar desde mi memoria personal, que es fundamental mantener genuina, tanto para testificar como para reconstruir los hechos. Esta memoria hoy se constituye como parte de la memoria colectiva. Lo que yo viví también lo fui armando con retazos que otros me fueron dando. Luego, mi postura dentro de la ESMA siempre fue que no debía ser un lugar encerrado en sí mismo, sino que tenía que avanzar sobre el territorio, más allá de la Capital Federal o de determinados núcleos o sectores. Porque cuando empezás a desparramar tu memoria, en ese espacio surgen otras memorias. La memoria del pueblo, no solo de los militantes sino también de los más vulnerados, que no logran aún recuperarse de esas heridas, y son víctimas de los repliegues de la política.

“Hacer teatro es un acto de resistencia”

“Hacer teatro es un acto de resistencia”

En tiempos donde parece que todo es odio y negacionismo, la obra de teatro «Memoria de un poeta» invita a mantener el recuerdo vivo de los 30 mil desaparecidos.

Por arte de la magia escénica, el Teatro del Pueblo, en el barrio porteño de Almagro, se transforma en una biblioteca popular de Avellaneda. Allí, un grupo de compañeros toman el lugar como un acto de rebeldía y se reúnen para hacer memoria. Rita es la bibliotecaria, Tito el empleado de mantenimiento y Eduardo un poeta que intenta reconstruir, retratar y recordar a Elvira, una vieja amiga bibliotecaria, desaparecida por el terrorismo de Estado en el verano de 1978.

Con dramaturgia y dirección de Paula Marrón, Memoria de un poeta ayuda a pensar cómo recordamos con el paso del tiempo, cuáles imágenes están nítidas, cuáles se vuelven más difusas. Nos interroga acerca de quiénes somos, de aquello que olvidamos, de aquello que no, y propone recordar algo tan doloroso como la dictadura cívico militar, pero lo hace a través de lo lúdico y eso es lo que, a su vez, conecta a cada espectador con su propia memoria emotiva y trae a la mente personas o momentos importantes de sus vidas.

Memoria de un poeta es una obra pequeña e íntima con grandes actuaciones. Emiliano Díaz, José Manuel Espeche y Rosina Fraschina ponen el cuerpo a los personajes que tratan de reconstruir lo que dejó la ausencia de Elvira en ese poeta avellanedense.

En diálogo con ANCCOM, Paula Marrón expresa: “El proceso creativo fue muy lindo porque son actores sensibles y desde el primer ensayo buscaron la verdad y entendieron que el corazón de esta obra son los vínculos. Apostamos a eso. La obra también nos habla del amor en sus múltiples formas”.

Asimismo, Marrón considera que “en el contexto político y social que estamos viviendo hacer memoria es vital. La historia nos demuestra que nunca hay que dejar de hacer memoria, incluso cuando creemos que como sociedad estamos de acuerdo en algunas cosas; después los hechos nos demuestran lo contrario. Es muy triste todo lo que estamos viviendo y hacer teatro es un acto de resistencia. Como dramaturga tuve la necesidad de escribir sobre esto. Fue hasta casi inconsciente porque no sabía que iba a escribir sobre este tema”.

“La obra no sólo pone el foco en la memoria, sino en cómo los recuerdos se nos vuelven más difusos y algunos olvidamos por completo. Por ejemplo, hoy, a mis 41 años, pienso cómo recordaré este presente si llego a vivir hasta los 70.O cuando intento recordar mi infancia, por qué algunas imágenes están tan claras y otras ni siquiera puedo traerlas. Esta obra nos habla un poco de eso”, concluye Marrón.

Memoria de un poetase puede ver todos los domingos a las 18 en el Teatro del Pueblo (Lavalle 3636) yestará en cartel hasta el 11 de agosto.

Todo está guardado en la memoria

Todo está guardado en la memoria

Ante la ola de despidos de trabajadores de los sitios de memoria y de la Secretaría de Derechos Humanos, el excentro clandestino Virrey Cevallos organizó un festival de visibilización y defensa de la memoria. Un recorrido por el lugar histórico junto a sus sobrevivientes.

El Espacio para la Memoria Virrey Cevallos recibe a quienes pasean por Monserrat con sus puertas, su historia y una radio abiertas. Los parlantes dan a la calle y por los micrófonos corren palabras de protesta y aliento. Alrededor, militantes, vecinos y trabajadores se abrazan, aplauden y acompañan en un periodo muy difícil para los derechos humanos en Argentina: una ola de despidos estalló a principios de julio contra 86 trabajadores de la Secretaría de Derechos Humanos dependiente del Ministerio de Justicia, 28 de los cuales pertenecen a los sitios para la reconstrucción de lo ocurrido durante la última dictadura militar. No se trata simplemente del desguace estatal que el gobierno de Javier Milei prometió desde su campaña, sino de un desmantelamiento estratégico y un posicionamiento ideológico contra las políticas de investigación y reparación por los crímenes de lesa humanidad, que fueron hasta diciembre de 2023 elogiadas en todo el mundo. 

 El excentro Clandestino de detención, tortura y extermiio Virrey Cevallos se quedó de un día para el otro sin la mitad de sus trabajadores -archivistas, guías, restauradores, algunos con más de 15 años de antigüedad- que este sábado organizaron un festival para que la importancia de sus puestos y el valor de sus conquistas no se borre en un telegrama de despido.

Norma Lugo, despedida del ex centro clandestino Virrey Ceballos.

Un centro de tortura en plena capital

En la calle Virrey Cevallos al 630, a siete cuadras del Congreso y en plena vorágine porteña, funcionó entre 1976 y 1983 un centro clandestino de detención, tortura y exterminio. Construida en 1908, la casona pertenecía a los hermanos Leonardo y Roberto Río cuando fue rentada al Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea, que operó allí junto a miembros de la Regional de Inteligencia de Buenos Aires, la Policía Federal y el Ejército Argentino. Los detenidos -se estima que fueron al menos 300- entraban por el garaje hacia el patio de la planta baja y de ahí caían en la sala de interrogatorios y tortura. El Virrey Cevallos era un satélite de centros clandestinos mucho más grandes, un breve punto de paso hacia la cárcel, la ESMA o la desaparición.

Por alguna razón que desconoce, la periodista e investigadora Miriam Lewin estuvo allí diez meses recluida en una de las celdas del entrepiso. Hoy, su testimonio está impreso en cada pared de su secuestro, aunque a ella le duele volver a visitarlo: «No tolero más que venir un ratito porque me trae imágenes muy angustiantes y muy traumáticas. A pesar de que pasaron muchos años todavía no puedo superar la sensación, los olores, los ruidos que me dejaron marcada», expresó en la radio montada sobre la entrada de la casa. 

Lewin celebra el enorme proceso de restauración del Virrey Cevallos, que empezó en 2004 cuando la Legislatura porteña lo declaró como sitio histórico de utilidad pública, y enfatiza que «todo el equipo de trabajo le puso el cuerpo desde el inicio. Eso permitió que se fueran acercando distintos sobrevivientes y me hizo descubrir cosas espeluznantes, como que hubo otra mujer secuestrada acá y que los propietarios de este edificio también eran dueños del bar del colegio secundario al que yo iba… éramos pibes y ya nos estaban espiando», recordó Lewin.

Por último, apuntó contra el gobierno de Javier Milei, asegurando que «hay un goce en la crueldad de enumerar a las personas despedidas, como si no tuvieran identidad ni sentimientos, como si se presumiera que nadie trabajaba. No vinieron a negar, sino a reivindicar la dictadura, a justificar cada uno de los crímenes aberrantes que se cometieron». 

 

Años de trabajo

 Uno de los ejes orientadores del discurso libertario se basa en rotular como «ñoquis», «vagos» o «burócratas» a todos los trabajadores del Estado, gesto que luego justifica despidos en masa y evade sus explicaciones. Pero basta sólo con escuchar cómo el Virrey Cevallos fue reconstruido para desmontar ese mito. Norma Lugo lleva 18 años trabajando en el espacio y fue parte de la restauración y conservación de cada una de las habitaciones: «Cuando empezamos a restaurar, todas las paredes estaban tapadas con material. Los compañeros que reconocían el lugar recordaban que estas paredes eran de otro color, así que fuimos rasqueteando con un bisturí, capa por capa, hasta encontrarlo». Sentada en la recepción apenas se abrió la casa, Lugo también tuvo la difícil tarea de conocer a los vecinos, invitarlos a pasar, escuchar sus relatos y ensamblar la historia: «Al principio no se acercaban, pasaban de largo o por la vereda de enfrente. De a poco pude lograr conversaciones que terminaban en un ‘qué bárbaro… yo no sabía nada’. Eso lo decían por el terror que sentían, porque después y con más confianza fueron aportando detalles muy importantes». Con el trabajo constante, las visitas guiadas y la reconstrucción de los hechos, hoy ya son ocho los ex detenidos que reconocieron al Virrey Cevallos como su paradero, así como también se recuperó la identidad de tres hijos de desaparecidos.

Durante la primera semana de julio se confirmaron los despidos de cinco de los 10 trabajadores del excentro. En estas condiciones su funcionamiento resulta imposible y Osvaldo López, que fue detenido en Virrey Cevallos y años más tarde impulsó su recuperación como espacio para la memoria, explica que el Poder Ejecutivo Nacional «realiza los despidos al no renovar las contrataciones del personal contratado con la modalidad conocida como Artículos 9, una forma de empleo presuntamente temporal pero que arrastramos desde hace quimce años. Los contratos se renovaban anualmente, cosa que este gobierno anuló para acortarlos a tres meses. Buscan despedir en cantidad, es mentira que seleccionan, cortan por las formas contractuales más frágiles».

Este accionar incumple con la Ley 26.691, que obliga al Poder Ejecutivo a garantizar la preservación material de los sitios de memoria, así como facilitar las investigaciones judiciales sobre la represión ilegal desarrollada durante el Terrorismo de Estado. «Están haciendo un desguace de los sitios de memoria, porque Derechos Humanos es un área que quieren desaparecer», asegura López.

Políticas negacionistas

 La avanzada del gobierno de Milei contra el derecho a la memoria, verdad y justicia por los crímenes de lesa humanidad es cada día más alevosa. Los numerosos despidos en la Secretaría de Derechos Humanos no solo responden al credo libertario de achicamiento del Estado, sino que se enmarcan en un proyecto que busca vaciar los espacios, perder los archivos y revertir las conquistas de organismos fundamentales para la democracia, cuyos profesionales y militantes trabajan para acompañar a las víctimas y condenar a los responsables de lo ocurrido en la dictadura militar más sangrienta de la historia argentina. 

 Desde su asunción como Ministro de Defensa, entre tik toks disfrazado de gaucho y marine, Luis Petri se ocupó de desmantelar el Equipo de Relevamiento y Análisis que desde 2010 trabaja sobre archivos militares de la última dictadura, aportando más de 170 informes en las causas por delitos de lesa humanidad. A pesar de ser denunciado ante la Organización de Naciones Unidas (ONU) y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Petri derogó los decretos que crearon al equipo y despidió a sus trabajadores, quedando toda la documentación preservada en manos del Secretario de Estrategia y Asuntos Militares y exjefe del Ejército Claudio Pascualini.

En vísperas del 24 de marzo, el ministro Petri mandó a sus funcionarios a tomar los reclamos de represores encarcelados por la desaparición de personas y de paso se fotografió junto a Cecilia Pando, activista que públicamente reivindica el genocidio realizado por las Fuerzas Armadas. 

 A finales de junio, se filtró que el gobierno también preparaba un decreto para eliminar la Unidad Especial de Investigación (UEI) de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Co.Na.Di), en base al débil argumento de que se superponen funciones entre el Poder Ejecutivo y el Judicial. Este decreto, que entorpecería fuertemente la búsqueda de hijos e hijas de los desaparecidos, fue detenido por la denuncia de Abuelas de Plaza de Mayo y una medida dictada por el juez Ernesto Kreplak para evitar la desarticulación del organismo. Pero cuando el coqueteo con el revisionismo procesista no se concreta en lo jurídico, se refuerza en lo simbólico: ninguno de los funcionarios presentes en el desfile militar por el Día de la Independencia se mostró incómodo ante una bandera que flameaba con la consigna «Los carapintadas tienen razón». Además, por lo menos tres militares que estaquearon a soldados de Malvinas que estaban bajo su mando desfilaron a paso de ganso.

 

La reconversión

Hacia el segundo piso del Virrey Cevallos las paredes son más blancas. Dos escaleras terminan en un espacio restaurado, sin marcas superficiales del horror, donde una pequeña tarima recibe a los artistas con sus guitarras y poemas. Se baila chacarera, se come guiso y se sonríe mucho. Hasta los despidos, en este sector se programaban eventos culturales de todo tipo: conversatorios, talleres, debates, ciclos de cine y seminarios abiertos a toda la comunidad. También funcionan allí las redacciones de Grito del Sur y Feminacida. El sábado no hubo excepciones: músicos, grupos de teatro, profesionales de la comunicación y la política, militantes y vecinos expresaron todo su apoyo al equipo de un sitio para la memoria con más de 20 años de aportes en la construcción democrática. «Es muy reconfortante que la casa esté llena, nos hace sentir muy acompañados, sentir que el espacio no se va a cerrar ni caer. Esto no se termina acá, esto recién empieza», dice Maia Jait, trabajadora despedida que se encargaba de las visitas escolares al excentro. «La pelea que estamos emprendiendo no es solamente por nosotros y nuestros puestos, sino por la continuidad del trabajo que hacemos en los. Este espacio y muchos otros fueron identificados y recuperados por la sociedad civil, los sobrevivientes y sus familiares, las asambleas de barrio… por el pueblo. Eso tiene una potencia muy grande».

 

En el patio de la planta baja, frente a las salas de interrogatorio y tortura, hay un paredón donde se proyectan dibujos que los presentes hacen desde una tablet. A eso de las seis y media, con los primeros rayos de la noche, una nena pintó un corazón enorme. 

 

«Prestar testimonio es un acto de reparación»

«Prestar testimonio es un acto de reparación»

Se realizó la segunda audiencia del juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos en la excomisaría Quinta de La Plata. Se terminaron de leer las acusaciones a Bergés, Saravia Day y Muñoz, quien seguirá excarcelado mientras dure el proceso.

El jueves se llevó a cabo la segunda audiencia de la causa caratulada Muñóz Pedro Raúl y otros, por los crímenes de lesa humanidad ocurridos en la Comisaría Quinta de La Plata. La próxima audiencia será al regreso de la feria judicial, el jueves 8 de agosto a las 11:30, donde se tomarán las declaraciones indagatorias a los acusados Antonio Bergés, Pedro Muñoz e Ignacio Saravia Day. El Tribunal denegó el pedido de detención a Muñoz que habían solicitado la querella.

En la audiencia en el Tribunal Oral Federal 1 de La Plata estuvieron presentes los jueces Karina Yabor y Ricardo Basílico, mientras que Andrés Basso participó de forma virtual por videoconferencia. En este juicio se investigan los hechos ocurridos en la Comisaría Quinta de la Plata que funcionó como centro clandestino de detención y maternidad clandestina entre los años 1976 y 1978.

En la audiencia del jueves se continuó con la lectura de cargos y responsabilidad a los imputados y se recordó que había otros dos imputados, Néstor Ramón Buzatto y Cecilio Reinaldo Gómez, que no llegaron a ser juzgados por sus fallecimientos, pero remarcando su complicidad e involucramiento como integrantes de Policía Bonaerense y del Cuerpo de Infantería. En la audiencia se resaltó que la demora en que las causas sean elevadas a juicio, genera que los genocidas no sean juzgados en su debido tiempo.

A continuación, se nombró a los imputados que sí llegaron a juicio: el médico de la Policía bonaerense retirado Jorge Bergés, el policía bonaerense retirado Pedro Muñoz y el teniente retirado del Regimiento de Granaderos a Caballo José Ignacio Saravia Day. Bergés está acusado como partícipe necesario en la privación de la libertad y lesiones a Jorge Julio López, quién sobrevivió de la última dictadura cívico militar y luego fue desaparecido –condición en la que aún se encuentra- por segunda vez, en el marco del juicio de lesa humanidad Circuito Camps. También se lo acusa de ser partícipe secundario de torturas y de asistir partos de mujeres secuestradas. Los testimonios de sobrevivientes, entre otros el de Adriana Calvo, que prestaron declaración en los juicios de la verdad, aseguran que Bergés asistió a una mujer para que diera a luz en la cocina de la Comisaría, lo que desestima la insistencia del acusado en cuanto que no habría cumplido funciones en dicha dependencia.

Por otro lado, a Pedro Raúl Muñóz se lo acusa como partícipe secundario por 110 víctimas que habrían pasado por ese centro clandestino. Como se encuentra en libertad, las querellas realizaron un pedido para que se otorgue la prisión preventiva. Sin embargo, el Tribunal rechazó el pedido de detención a pesar de que no solo tenía conocimiento de lo que sucedía en el área restringida de la Comisaría, sino que también tuvo acceso a la misma teniendo el rol de guardia. Frente a esto, la abogada de Abuelas de Plaza de Mayo y querellante, Colleen Torres dijo en diálogo con ANCCOM: “Nos imaginamos que iba a ser denegada la prisión preventiva pero no queríamos dejar de solicitarla, no solo desde Abuelas sino del resto de las querellas y de la Fiscalía misma. Si bien sabemos, como lo expresó también el defensor oficial de Muñóz, que él viene cumpliendo todas las condiciones de conducta que se le han impuesto para llegar al juicio excarcelado, no es lo mismo estar esperando un juicio en libertad que estar en libertad con un juicio ya iniciado. No solo por una cuestión de seguridad corporal de los testigos, sino también para una tranquilidad de no cruzarse a los genocidas en las calles”.

Finalmente, se leyeron los cargos a Saravia Day: por un operativo policial en el que secuestró y torturó a Jose David Alekoski, Roberto Campos y Juan Ignacio Araujo.

Las querellas no postularon oposiciones a la elevación del juicio, pero presentaron sus miradas. Por un lado, Guadalupe Godoy perteneciente a la querella de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre y Unión por los Derechos Humanos planteó la importancia de incorporar pruebas documentales, sin la necesidad de repetir testimonios que ya se hayan utilizado. Esto quiere decir que las personas que ya han declarado no sean llamadas a dar testimonio nuevamente.

Otra fue la posición de la abogada de Abuelas de Plaza de Mayo, Colleen Torres, quien expresó que la nómina de testigos es mucha más acotada que el listado que puede ofrecerse, ya que con el paso del tiempo hay testigos y víctimas que quieren ir a declarar y otras que no. En conversación con ANCCOM expresó: “Cuando se le consultó a los familiares y víctimas si querían declarar hacía poco tiempo que había pasado la sentencia de Cicuito Camps, por eso se decidió incorporar los testimonios por escrito con su consentimiento. Como pasaron tantos años, en la audiencia preliminar de fines del año pasado, lo que sostuvimos desde esta querella es que había personas que cambiaron de opinión, que no querían que su testimonio sea incorporado por lectura, sino que querían prestar testimonio nuevamente. Por eso hay que revisar ese ofrecimiento de incorporación por lectura y poder consultarles a todos los testigos si quieren brindarlo de forma presencial”. Torre habla del valor reparador del juicio y del acto de testificar: “Prestar testimonio es una medida reparatoria para las personas victimizadas y sabemos que muchas personas manifestaron que quieren declarar, sobre todo por el contexto, porque sienten que hay que reivindicar su verdad, su historia, su lucha y la lucha de los sobrevivientes y los organismos”.

 

«Llaman las viejas y venimos todos»

«Llaman las viejas y venimos todos»

Una multitud acompañó a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo en su tradicional ronda de los jueves para repudiar el desmantelamiento de las políticas de Memoria, Verdad y Justicia que está llevando a cabo el gobierno de Javier Milei.

“Llaman las viejas y venimos todos, ¿no?”, había dicho un muchacho mientras saludaba a un amigo que recién llegaba a Plaza de Mayo. Se refería a las Madres de Plaza de Mayo, que hoy hacen la ronda número 2.412. Ahora, debajo de un gazebo blanco decorado con banderines de cartulina también blanca, Elia Espen dice que “hay cada vez más para decir. ¿Qué carajo están haciendo? A ver si alguien me lo explica. ¿Cómo puede ser que haya gente que no come, que haya chicos en la calle, que haya gente que se queda sin trabajo? No hay que quedarse callados. No olvidemos a nuestros desaparecidos”. Lo dice con un cartel que le cuelga del cuello, que tiene una foto en blanco y negro de su hijo Hugo Miedan. Él estudiaba Arquitectura en la Universidad de Buenos Aires cuando en febrero de 1977 fue detenido, a los veintisiete años. 

Resulta que Elia cumplió 93 años hace poco. Las arrugas de su cara delatan parte de su edad, pero también dicen otras cosas, como que desde hace 47 años las Madres se juntan cada jueves en la plaza a las 15:30, una y otra vez, como si no conocieran el significado de la palabra “cansancio”. Las arrugas de Elia ahora se estiran porque está sonriendo. Su sonrisa, a diferencia de sus arrugas, delata un espíritu jovial, no dice nada de su edad. Indica que le gusta la canción que están tocando en vivo y en directo Los Sikuris. “Pañuelos blancos” se llama el tema. La música es para ella, como regalo de cumpleaños. “Te amamos Elia, el pueblo te acompaña”, expresa en forma de alarido una treintañera que está apretujada entre el tumulto caluroso que forman las personas que decidieron destinar dos horas de sus vidas para mantener viva la memoria sobre lo que pasó entre 1976 y 1983 en Argentina.

Uno de los banderines de cartulina blanca tiene escrita la palabra “Norita” entre corazones de color rosa. Es por Nora Cortiñas, que falleció en mayo. ¿Justo en mayo? Una referente de Madres dice ahora que ella “se fue físicamente pero su lucha continúa”. Un canto empieza a asomar tímido hasta que cobra fuerza. Dice así: “Que abran los archivos, que abran los archivos, que abran los archivos”. Es Adolfo Pérez Esquivel el que habla en este momento. “Por más que quieran desmontar las secretarías de derechos humanos, aquí hay un pueblo de pie que no lo va a permitir. Tenemos que defender los centros de la memoria”, dice. Es que hace poco hubo trabajadores de esos espacios que fueron despedidos, al igual que otros tantos empleados del Estado. De ahí que esta ronda de las Madres tiene algo distinto. Al tradicional pedido de búsqueda de los desaparecidos con vida y de continuidad de los juicios de lesa humanidad, hoy se suma el reclamo para que la Unidad de Investigación de búsqueda de niños desaparecidos de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad siga existiendo, y también el repudio ante los despidos en los Espacios para la Memoria y en todas las dependencias estatales. 

Algunos de esos despedidos están en este momento arriba de un escenario montado frente a la Casa Rosada. Junto a ellos están los referentes de organizaciones sociales como la Unión de Trabajadores de la Educación, H.I.J.O.S. Capital, la Asociación de Personal de los Organismos de Control, la Federación de Trabajadores de la Economía Social y de la Asociación de Trabajadores del Estado, entre otras. También están presentes algunos referentes políticos. Pero la que se destaca en el escenario es Estela de Carlotto, que dice: “¡Qué lindo el sol, el cielo y ustedes! Gracias por estar acá porque hoy es un desafío. Es un pueblo que tiene alma y corazón con el recuerdo. Son treinta mil. Falta encontrar a los nietos, que todavía viven”. Un rato antes los trabajadores despedidos habían leído una solicitada en defensa de los Derechos Humanos. Mientras todo eso pasa en el escenario, en la vereda de la plaza unos jóvenes y los no tan jóvenes, hombres y mujeres, agitan carteles escritos a mano que piden por la liberación de los detenidos durante el día del rechazo a la Ley de Bases. “Libertad, libertad a los presos por luchar”, cantan a coro.