La crisis del 2001, tres niños y su abuela

La crisis del 2001, tres niños y su abuela

Se estrena «Una casa con dos perros», una película del guionista y director cordobés Matías Ferreyra en clave de thriller que ofrece una mirada sobre la niñez en la cual el ambiente familiar no siempre se siente como un lugar seguro.

Este jueves se estrena Una casa con dos perros en el cine Gaumont, el primer largometraje del cineasta, guionista y director cordobés Matías Ferreyra. El thriller aborda una mirada sobre la niñez en la cual el ambiente familiar, no siempre se siente como un lugar seguro para el niño. La historia fue premiada en la 37ª edición de Cinélatino, Rencontres de Toulouse y obtuvo excelentes críticas en su paso por el Bafici.

La película transcurre durante la crisis económica argentina del 2001 en la provincia de Córdoba, siguiendo a una familia con tres hijos que debe mudarse a la casa de la abuela para poder afrontar el desempleo y la falta de vivienda propia. En esa casa vive la abuela “Tati”, una mujer extraña, que ve cosas que nadie observa, encarnada a la perfección por Magdalena Combes Tillard. También vive el tío Raúl, que guarda un par de secretos y un perro que acaba de morir  

Si bien no es del todo una obra autobiográfica, Ferreyra toma sus vivencias familiares a principio de los 2000. “Me interesaba contar la crisis como la viví yo a los 11 años. No se trataba de un relato oficial o la cara más televisiva de la crisis, sino que fue mucho más del orden de lo cotidiano y doméstico”, cuenta. “Mi familia tuvo que acomodar sus consumos porque no había trabajo, y volver a la casa de la abuela fue otra experiencia personal que me sirvió de excusa para entrar en ese universo”, dice y agrega: “Lo que me interesaba era pensar la crisis en el hogar que se desmorona”.

La casa es un personaje en sí mismo, en ella se plasma la situación familiar a través de la escenificación, la decoración, la luz. En la construcción cuidada de las escenas hay un juego de sentidos con un efecto nostálgico, en el que a veces casi puede sentirse el olor de esa vivienda. “La idea fue ofrecer un recorrido del espacio”, dice Ferreyra. Esto queda reflejado en la forma en la que Manuel, el niño protagonista, descubre cada rincón, pero también en la manera en la que la familia se va apropiando de los ambientes inhabitados, remitiendo un poco a Casa tomada, de Cortázar. “Al tratarse del mismo lugar en el que ensayábamos, cuando tiramos la primera toma, la casa ya se sentía vivida”.

Desde la mirada de Manuel, el film se enfoca en la inestabilidad social y familiar que a veces logra un entorno hostil para la sensibilidad infantil, al mismo tiempo que los padres intentan sostener sus roles con gran dificultad.

Manuel es el hijo del medio, cumple perfectamente este arquetipo. Es tímido, casi siempre escondido. Y mientras sus hermanos juegan entre ellos, él juega a desaparecer. Encontrará en su abuela la mirada cómplice y diferente de su familia que lo transformará para siempre. “Quería hablar desde la mirada de un niño entendiendo que la infancia no es ese lugar romántico idílico de juego y fantasía, sino que es una forma de estar parado frente a lo que tiene más que ver con las preguntas, con lo no resuelto, con lo incompleto”, dice el director.

“Y con toda la angustia que también eso puede generar. Son un montón de demonios con los que uno vive cuando es niño, y su papel está subestimado porque se piensa que solo juega, que lo que dice no es importante, es solo un proyecto de adulto. Quería pensarlo como un agente social, que puede construir realidad, planteando otros relatos posibles. Manuel encarna esas posibilidades y la relación con la abuela refuerza esa idea de que se podría pensar en adultos distintos, que miran desde otro lugar”, remata.

Producida por Gualicho Cine y Vega Cine, con el apoyo del INCAA, la película se estrena en CABA en el Cine Gaumont durante la semana completa del jueves 29  al miércoles 4 de Junio, en las funciones de 12:00, 15:45 y 19:30hs. También será proyectada a partir de esta fecha en los Espacios INCAA de Formosa, Salta y Buenos Aires, y en Santa Fe en Cine América y Cine El Cairo de Rosario. Mientras que en Córdoba la película se estrenará el 5 de junio en el Cineclub Hugo del Carril.

“Qué importante que renazca Sudeste, en este Espacio”

“Qué importante que renazca Sudeste, en este Espacio”

Luis Ziembrowski, protagonista de la película basada en la primera novela de Haroldo Conti, participó de su proyección en la ex-ESMA a 100 años del nacimiento del escritor.También estuvieron el director Sergio Bellotti, y Ernesto, el hijo del autor desaparecido por la última dictadura.

Sobre la Avenida Libertador, a la altura 8151, las barreras son difíciles de atravesar, pero vale la pena recordar con memoria aquel horror, resistir desde el dolor y la conciencia colectiva, para evitar la repetición.

Al ingresar al Espacio Memoria de la ex ESMA, la posibilidad de perderse entre sus calles es grande. Aún con el atardecer, una tenue luz azul ilumina el cielo y las calles parecen angostarse. Las sombras de los árboles se reflejan en el cemento. Uno se pregunta: ¿Cuál es la dirección correcta?

—Por la derecha, camine unos ciento cincuenta metros y ahí vas a ver la Casa de la Identidad —explica con amabilidad el trabajador de protección del espacio.

Al recorrer los ciento cincuenta metros un gran edificio de ladrillos –llamativos–, se impone. Casa por la Identidad. Abuelas de Plaza de Mayo, se alcanza a leer en un cartel. Al ingresar, dos pasillos alargados se abren hacia diferentes direcciones. Al fondo, a la derecha, se encuentra el microcine.

Luces apagadas y silencio en la sala. La proyección comienza a sumergir a todos en otra época y ambiente. El tiempo transcurre más lento, —como si el río estuviera quieto— los colores de las bifurcaciones del Delta resaltan en verdes y amarronados. La tranquilidad de la vegetación y los sonidos de la fauna se perciben con lentitud.

Sudeste es una película basada en la primera novela de Haroldo Pedro Conti, escritor, periodista y docente argentino, secuestrado y desaparecido durante la última dictadura militar, el 5 de mayo de 1976. Conti describió y plasmó la geografía del Delta argentino en su literatura: La naturaleza y el río como protagonistas; el hombre como excusa. La naturaleza avanza, y el hombre va detrás.

El ritmo de la película invita a vivir el tiempo del río, esperando —con quietud— el momento de la acción. A cien años del nacimiento de Conti, la sensación de rescatar el tiempo y la memoria a través de la proyección de Sudeste en el ciclo “Cine por la identidad” es de gran importancia en un momento marcado por el negacionismo y la política destructiva sobre la cultura del gobierno actual.

Entre el público del ciclo pudo verse -además de a Ernesto Conti, hijo del escritor y Luis Ziembrowski, protagonista del film, invitados a participar de una charla posterior- a Élida Gonzáles, la única mujer en el film -compañera de Ziembrowski por entonces- y su hijas; al director de arte, Federico Mayol, entre otros familiares y protagonistas de esa reunión entre cine y literatura. El debate fue moderado por Manuel Barrientos. Ante la pregunta del periodista sobre el significado de la reunión, Ziembrowski rompe el hielo: «Qué importante que renazca ‘Sudeste’ en este espacio, en esta nave insignia de las Abuelas, rescatando la memoria».

Durante el debate se abordaron puntos clave sobre la película: sus motivos, su estilo de filmación y el contexto en el que se produjo. Sergio Bellotti, el director, explicó cómo Sudeste fue filmada en un momento de crisis, cerca del estallido social de 2001, con escasos recursos y mucha entrega. De manera anecdótica, Ziembrowski recordó cómo durante el rodaje seguían las noticias de las manifestaciones en Plaza de Mayo a través de un pequeño televisor «Creímos que eran imágenes del 89, hasta que finalmente nos dimos cuenta de lo que estaba pasando”, y agregó: «El 20 de diciembre terminamos la película, yo volví con la lancha al puerto del Tigre, llegué a mi casa, me bañé y de ahí a Plaza de Mayo. Era todo muy trascendente, también haber abrazado la primera novela de Haroldo Conti», recordó dejando entrever la tensión de una Argentina que intentaba sostenerse en medio del caos.

En el debate, también se remarcó el gran trabajo colectivo que hubo por detrás de la película, no solo en su filmación, sino en la recuperación del material. Manifestaron su agradecimiento hacia instituciones como el INCA y el ENERC, por ayudarlos a reconstruir y revivir la película. La dificultad para conseguir una buena copia del film original se enlaza con la adversidad en la que fue filmada, este detalle marca aún más el espíritu de la película. “Muchas personas se movilizaron para conseguirla. Se produce un fenómeno colectivo que es la maravilla que tiene cualquier proyecto”, resalta Ziembrowski.

La mística en las imágenes y el tiempo de narración de la película se potencian con la actuación de Javier Locatelli, protagonista isleño que interpretó a “El boga”, un adolescente que nació y vivió toda su vida dentro de la atmósfera del río, a espaldas del continente. Al momento de iniciar el rodaje Locatelli solo había pisado Buenos Aires dos veces en su vida. Su actuación fue clave para seguir nutriendo la ambientación y estilo de vida especial que tiene la isla. Barrientos repone que los propios isleños sentían que estaban haciendo la novela de Haroldo, “Sudeste es la gran novela del Delta”, resaltó.

Bellotti supo capturar a la perfección aquella naturaleza humana que lo inspiró, la recreó con gran honestidad y locura artística, cualidad especial del director que todos los presentes recuerdan con nostalgia.»Hay un mito que dice que Bellotti tiró el guion al río antes de filmarla», expresa Barrientos con picardía, a lo que responde: “Yo no lo vi, pero podría ser cierto”.

La función del ciclo Cine por la Identidad fue más que una proyección: Fue un acto de resistencia cultural, un espacio donde la memoria de Haroldo Conti y su legado se entrelazaron con el presente. Frente al avance del negacionismo y las dañinas políticas del gobierno actual hacia la memoria, el cine y la cultura se mantienen como trinchera. Ernesto Conti, hijo del escritor desaparecido, agradeció el homenaje: “Para nosotros como familia esta es una doble reivindicación. Pone en valor la obra de mi viejo. Es la manera de mantenerlo vivo, reconstruirlo en este caso a través de la película”.

La próxima función de Cine por la Identidad se llevará a cabo el 26 de junio, una nueva oportunidad para seguir construyendo y reflexionando sobre la identidad argentina a través del cine como un vehículo de memoria colectiva.

«El héroe es lo menos liberal y capitalista que existe»

«El héroe es lo menos liberal y capitalista que existe»

La escritora y guionista de cine Melina Cherro reflexiona sobre la idea de héroe colectivo presente en El Eternauta y su tradición en la historia del cine. Desde el lejano oeste hasta la Buenos Aires distópica.

Melina Cherro es docente, escritora y guionista de cine. Autora de libros sobre cine como Diálogos con Diotima: mito y cine y Más allá del olvido, una historia crítica del cine fantástico argentino escrito junto a Ángel Faretta y Diego Ávalos. ANCCOM dialogó con ella para discutir la reciente adaptación de la obra de Oesterheld, dirigida por Bruno Stagnaro y producida por Netflix. La especialista celebró sus virtudes, la gran hazaña que implicó su realización y el tema que atraviesa la obra: “el héroe en grupo por sobre el héroe individual”. El propio Oesterheld ya lo manifestaba en el prólogo de la historieta recopilada en 1975: “El héroe verdadero de El Eternauta es un héroe colectivo, un grupo humano”.

¿Pero quién es el héroe colectivo de El Eternauta y en qué se diferencia del héroe individual? “Me parece que la idea de héroe colectivo viene de la mano de la cuestión de la comunidad y de la reconstrucción social, que tanto en la historieta como en la serie se manifiesta con la presencia del ejército”, explica Cherro. “En la serie vemos al ejército cumpliendo sus funciones en toda su esencia, que es la protección de la patria y el pueblo, y que para llevarlo a cabo necesita de sus ciudadanos, con sus conocimientos y talentos únicos. Lo vemos especialmente durante la situación del tren en el último capítulo, donde hay un trabajo en equipo de todos los personajes y cada uno tiene su función”.

Para Cherro, es al final del segundo capítulo cuando aparece un poco esta primera idea de héroe colectivo cuando se forma “esta primera comunidad que se arma conflictivamente para salvar a Juan Salvo [Ricardo Darín]. Es el primer paso que ellos tienen que dar como grupo para salir de lo individual hacía la pequeña familia, para más adelante convertirse en una familia más grande”.

La serie de Stagnaro también representa la figura del héroe colectivo a través del arco de su protagonista Juan Salvo que empieza siendo un héroe individualista cuyo único objetivo es ir a buscar a su hija, a pasar a formar parte de la resistencia ante la invasión alienígena. Entonces es cuando sacrifica sus propios intereses por el bien mayor. La historia no recompensa al héroe solitario, sino que lo pone en una situación en la que la salvación sólo vendrá de la mano de la organización comunitaria. “Todos los personajes deben hacer este pasaje de lo individual a la comunidad para finalmente hacer lo que deben hacer, que es ir a Campo de Mayo donde se está formando la resistencia”, comenta Cherro.

Construir personajes

¿Cómo se escribe un guion con muchos personajes principales?

Es un gran desafío escribir una historia con tantos personajes, hay que tener una capacidad de síntesis muy grande, con pocas acciones tenés que poder describir a muchos personajes y que tengan carnadura. La tarea del guionista es encontrarle a cada personaje esas acciones que lo caractericen y que el público lo entienda, que empatice con él. En ese sentido, está muy bien el personaje de Omar [Ariel Staltari], porque incluso cuando no empatizamos con él, entendemos sus razones. Todos los personajes tienen que tener sus razones.

¿Cómo es la historia del héroe colectivo en el cine? ¿Hay muchos ejemplos?

Existen muchas películas en la historia del cine que incluyeron está idea de héroe colectivo: Los Siete Magníficos, el western que es una versión norteamericana del clásico japonés de Akira Kurosawa, Los Siete Samuráis, trabaja esta idea. En general, esta idea siempre aparece en todas las series o películas en donde se plantea una situación apocalíptica, cómo The Walking Dead, donde son un montón de personajes heroicos, que tienen sus características, sus fortalezas y sus debilidades, y que esas fortalezas y esas debilidades afectan para bien o para mal al grupo.

Esto viene ya de la antigua Grecia.

Sí. Si bien están los héroes como Héctor; Aquiles, Agamenón, Ulises, Odiseo, todo el tiempo son héroes colectivos: son los aqueos y los troyanos. Pero, en realidad, como concepto es el mismo, el héroe es el que viene a cumplir una misión heroica de rescate y puede sacrificarse por una causa mayor porque lo que puede llegar a perder es mayor si no cumple su rol de héroe. La idea de salvar al mundo siempre está y necesitamos de esa función heroica, ya sea en héroes colectivos o individuales. ¿Por qué el héroe colectivo sería mejor que Jake Sully en Avatar? A fin de cuentas, el héroe ya sea colectivo o individual, es lo menos liberal y capitalista que existe, porque cuando entiende su función heroica, no le importa su casa, su familia o sus cosas, lo único que importa es que una causa mayor por la cual vale la pena sacrificarse y perder todo”.

Detrás de cámara

En algún punto, ¿el héroe colectivo de El Eternauta empieza en el ‘detrás de escena’, con su equipo técnico de grandes talentos dirigido por Stagnaro?

 Conozco un montón de gente que trabajó en El Eternauta. Ilustradores, dibujantes, gente muy joven que está dando sus primeros pasos en el mundo del cine. Si uno se pone a ver los créditos te das cuenta que toda esa gente se formó en las escuelas de cine argentino: en la ENERC, la UNTREF, la FADU. No se trata de una disputa entre lo privado y lo público, sino que son dos sistemas de formación que se necesitan y que juntan sus saberes y sus formas de aprender hacía un fín común. Quizás una de las cosas más difíciles es que la idea de héroe colectivo de El Eternauta no se quede simplemente en un eslogan. Para que funcione esta idea del héroe colectivo, tenemos que comportarnos como héroes colectivos.

¿Ese héroe se manifiesta en la vida real?

Pienso en las donaciones que se hicieron por las inundaciones en Bahía Blanca, todas las personas que estuvieron dispuestas a ayudar, pienso en el Mundial y en lo que representó para Argentina ganar la Copa del Mundo, que en algún punto comparte la misma función que El Eternauta, que es ponernos a los argentinos frente al mundo. A esta idea hay que llenarla de sentido, llenarla de acciones y entender qué quiere decir, si no se vuelve un eslogan vacío. En especial en estos tiempos donde estamos todos tan enojados con el otro, donde todo el tiempo vemos al otro como un enemigo, esta idea de héroe colectivo puede servir para trascender este momento tan difícil que estamos viviendo como argentinos.

La película que sigue rodando

La película que sigue rodando

A 40 años de su estreno, «Esperando la carroza» regresa a la pantalla grande en su versión remasterizada. Un recorrido por la historia de un clásico que no pierde vigencia.

“En Esperando la Carroza uno no ve una película de época, sino la realidad”, afirma Diana Frey, productora del film. La frase resume el espíritu de esta comedia que, cuatro décadas después de su estreno, vuelve a las salas desde este jueves, ahora con una versión remasterizada.

Dirigida por Alejandro Doria y basada en la obra de teatro del uruguayo Jacobo Langsner, la película retrata un almuerzo familiar que se ve interrumpido cuando desaparece Mamá Cora, una anciana de la cual ninguno de sus hijos se quiere hacer cargo. Mientras se desarrolla su búsqueda, afloran la desesperación y viejos resentimientos que dejan al descubierto vínculos marcados por tensiones económicas, prejuicios y mandatos familiares.

A lo largo de noventa minutos, grandes intérpretes del cine y el teatro como China Zorrilla, Luis Brandoni, Antonio Gasalla, Betiana Blum y Villa construyen personajes tan entrañables como contradictorios, que marcan el tono tragicómico de la película. Julio De Grazia, Lidia Catalano, Juan Manuel y Andrea Tenuta y la participación especial de Enrique Pinti y un joven Darío Grandinetti terminan de completar la escena familiar y contribuyen a intensificar el caos que se desata entre todos los partícipes de la historia. “Fue una bendición haber sido parte de esta película y también poder disfrutarlo mientras estoy viva”, manifiesta Villa.

La familia argentina en su máxima expresión

La historia pertenece al grotesco criollo, un género cuya creación se le atribuye a Armando Discépolo y que mezcla lo popular con lo absurdo y lo costumbrista con lo trágico. La contención familiar no obtenida y la ausencia de dinero son algunos de los temas que aparecen en este estilo de narraciones además de las locaciones que remiten a un ambiente cotidiano como una vivienda familiar o las calles del barrio. “La película se impregnó en el ADN cultural de la Argentina porque en todas las familias existe una posibilidad de verse identificada”, asegura Frey.

El film también funciona como guiño a La Nona, pieza teatral y cinematográfica estrenada en 1979 basada en el texto de Roberto Cossa, en donde una familia intenta satisfacer las demandas alimenticias de una abuela que se convierte en una carga imposible de sostener. Aunque ambas parten de los resabios de una sociedad marcada por las crisis económicas de la década del 70 y 80, en Esperando la carroza el foco está puesto en el egoísmo, el desprecio a la vejez y las tensiones familiares. “La película es un éxito porque retoma ciertas cuestiones de la cultura popular y pone el foco en la hipocresía social”, sostiene Villa.

Doria tenía en claro quién quería que personificara el personaje de Mamá Cora: la reconocida actriz Nini Marshall. Pero cuando ella se negó, rápidamente tuvieron que salir a buscar otra alternativa. Fue en ese momento que a Frey se le ocurrió que Antonio Gasalla –a quien había visto en el teatro en la piel de una señora mayor– podría ser una buena opción. “El personaje no era para un hombre, sino que era un papel para una mujer pero que lo haya interpretado Gasalla hizo que la película fuera menos dura”, admite Frey. Para la productora, que el dolor se haya vuelto parodia fue lo que permitió que los espectadores hayan podido empatizar con la historia y reído de lo que en otro contexto hubiese sido imposible.

De película subestimada a clásico indiscutido

Si bien hoy es considerada como una de las mejores producciones del cine nacional, en su estreno recibió críticas muy duras por parte de la prensa especializada y estuvo a punto de ser levantada de la cartelera por ser considerada demasiado grotesca. Sin embargo, lo que no logró en su lanzamiento lo conquistó en años posteriores, con repeticiones televisivas y con un creciente grupo de seguidores que hicieron de la película una experiencia colectiva.

Quizás el mejor ejemplo sea el tour carrocero, un recorrido gratuito organizado por fanáticos, en el que un domingo por mes, decenas de personas se reúnen en la casa chorizo ubicada en el barrio porteño de Versalles –que en 2011 fue declarada Patrimonio Cultural de la Ciudad de Buenos Aires– para visitar locaciones icónicas de la película, acompañados por intérpretes que representan las escenas en vivo. “Me parece una cosa increíble, no puedo entender de dónde viene tanta devoción”, confiesa Frey.

Esperando la carroza logró lo que pocas obras consiguen: trascender el cine y convertirse en un ícono de la cultura popular argentina. “Esta película es un excelente resultado artístico porque todo fue perfecto: desde el vestuario y la escenografía hasta el montaje y las actuaciones”, asegura Villa.

“Yo hago puchero, ella hace puchero. Yo hago ravioles, ella hace ravioles”, “Tres empanadas” y “¿A dónde está mi amiga?” dejaron de ser líneas memorables para convertirse en frases capaces de inmiscuirse en cualquier charla sin necesidad de otorgarles un contexto y,aun así, ser entendidas a la perfección.

A cuatro décadas de su estreno, la pieza sigue más vigente que nunca. No sólo logra atravesar generaciones, sino que interpela, conmueve e invita a reconocernos –y reírnos– de nuestras propias miserias.

 

El reestreno de Esperando la carroza está previsto para este jueves 8 de mayo en distintas salas del país.

Una carrera contra el olvido

Una carrera contra el olvido

Abuelas de Plaza de Mayo reanuda su ciclo Cine por la Identidad con el pre estreno de la película “A procura de Martina”, de la directora brasileña Márcia Faria. Anccom dialogó con la directora, la actriz Cristina Banegas y el presentador del ciclo Miguel Santucho para adelantar lo que ocurrirá el jueves.

Este jueves 24 de abril, a las 18, la asociación Abuelas de Plaza de Mayo abre las puertas del Auditorio de la Casa por la Identidad, ubicada en el Espacio Memoria y Derechos Humanos Ex Esma, para la primera función del año del ciclo Cine por la Identidad. Se proyectará A procura de Martina, el primer largometraje de Márcia Faria, y contará con la visita de la actriz Cristina Banegas. La entrada será libre y gratuita, y es posible gracias al acompañamiento del Banco Provincia.

El filme narra la búsqueda de Martina, interpretada por Mercedes Morán, Abuela de Plaza de Mayo, quien parte a Brasil con el objetivo de encontrar a su nieto, nacido en cautiverio durante la dictadura argentina, y a quien lleva buscando desde hace tres décadas. La protagonista emprende el viaje con la esperanza de encontrarlo y contarle su historia, luchando contra las señales del olvido que empieza a atravesar debido al Alzheimer.

“La idea de la película surgió mientras buscaba una historia para mi primer largometraje. Fue entonces cuando me encontré con el libro El Clamor, que aborda las dictaduras en América latina y cuenta relatos sobre hijos que fueron secuestrados y entregados a otras familias para ser criados como propios. Esa lectura me conmovió profundamente. Pensar en las dictaduras desde un espejo entre Brasil y Argentina, y, sobre todo, reflexionar sobre cómo lidiamos (o no) con la herencia perversa de la dictadura en Brasil, en contraste con los procesos de memoria y justicia que tuvieron lugar en Argentina, despertó en mí un deseo muy fuerte de hacer una película en la que las historias de ambos países se entrelazan. Quería hablar del borramiento, del silencio, de las marcas que dejó la dictadura en Brasil y que muchas veces siguen siendo invisibles”, cuenta Faria, en diálogo con ANCCOM.

El guion está escrito por la misma Faria y por Gabriela Amaral Almeida, quien -dice la directora- fue quien tuvo la idea disparadora de contar la historia de una abuela que busca a su nieto, pero que también está perdiendo su propia memoria. “Algún tiempo después, mi madre, Jovita, fue diagnosticada con Alzheimer. Ya llevamos más de diez años conviviendo con la enfermedad. Durante ese período, acompañé de cerca su lucha por aferrarse a sus memorias, por no desaparecer. Y, de forma inevitable, mi historia personal se fue entrelazando con la de Martina. Por eso, esta película también es para ella. Al final, hay una dedicatoria a mi madre. Y la proyección del 24 de abril tiene un significado aún más especial: ese día ella cumple 88 años. No se me ocurre mejor manera de celebrarla que compartiendo esta historia inspirada, en gran parte, por su fuerza”, confiesa la directora.

Las guionistas se volcaron a construir no solo un personaje principal complejo, sino también lazos de amistad que la acompañan y que no dejan de ser centrales en la narrativa y en el proceso emocional que atraviesa Martina. “Nos impulsó el deseo de crear una protagonista femenina con una fuerte pulsión de vida, a pesar de las heridas y pérdidas que arrastra. Martina es una mujer atravesada por la fragilidad y la fuerza, una heroína silenciosa que decide ir tras lo que desea, incluso cuando todo a su alrededor parece derrumbarse, cuando todo le dice que haga lo contrario: quedarse en casa, cuidando sus propias heridas. Desde el inicio, el protagonismo femenino fue uno de los pilares de la película. La amistad entre los personajes interpretados por Mercedes Morán, Cristina Banegas y Adriana Aizemberg es uno de los vínculos más potentes de la narrativa. Son tres mujeres muy distintas, con historias diferentes, pero que encuentran en el vínculo entre ellas apoyo, afecto y humor. Esa red también representa una forma de resistencia, una fuerza que nace de lo colectivo”, describe la directora y agrega: “Las Abuelas de Plaza de Mayo fueron una inspiración fundamental. Para mí, son un faro: un ejemplo de coraje, perseverancia y lucha colectiva que iluminó el espíritu de la película. Al igual que ellas, Martina es una mujer que se niega a olvidar, incluso cuando su propia memoria comienza a fallar”.

Faria se encontró con el desafío de dirigir un largometraje por primera vez, con recursos limitados al ser una producción independiente, pero encontrándose completamente abierta a lo inesperado, a la resistencia y entrega que le exigió este proyecto, y a la sensibilidad: “Sin duda, la mayor dificultad fue lidiar con la complejidad de una historia que atraviesa distintos tiempos, países y capas emocionales, y hacerlo con los recursos limitados que tiene una producción independiente. Mantener la delicadeza de la narrativa, equilibrar momentos de emoción con toques de humor, sin perder el ritmo ni la fuerza de las actuaciones, fue un gran desafío”. Habla del proceso como algo profundamente hermoso por el equipo que formaron, la dedicación y la generosidad de las actrices y actores. “Trabajar con Mercedes Morán fue un verdadero privilegio. Su talento, su sensibilidad y su entrega al personaje de Martina aportaron al filme una profundidad emocional que superó todas mis expectativas. Cristina Banegas, que interpreta a una Abuela de Plaza de Mayo, encarna con una fuerza impresionante la memoria y la lucha. Su presencia aporta una dimensión ética y política muy poderosa a la historia. Y Adriana Aizemberg aporta un contrapunto precioso: con su carisma y su humor sutil, le da al filme un respiro, un alivio que hace que todo lo humano se vuelva aún más tangible”.

Cristina Banegas, habla de la experiencia de filmación con cariño, orgullo y admiración, y desea que la audiencia se conmueva y que comparta todo el amor y el respeto con el que hicieron el largometraje. “Me siento honrada de interpretar a una Abuela de Plaza de Mayo. Creo que es importante y es conmovedor, en estos tiempos tan difíciles de la Argentina, poder hacer esta historia, un personaje así, en una película en la que se trabaja sobre los nietos todavía no recuperados. Que pasen esta historia en el ciclo y en ese lugar tiene un valor simbólico muy fuerte, sobre todo en este momento en que el gobierno está desmantelando los espacios de derechos humanos, más que todos los otros espacios. De modo que es un honor y es un deber estar allí el jueves”.

El film formó parte de la sección competitiva Première Brasil: Novos Rumos do Festival do Rio, del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, de la 48ª Mostra Internacional de Cinema de São Paulo, y la 26ª edición del Festival do Rio. La directora rememora la emoción de ver las salas llenas, el latido de la película en el corazón de la audiencia, la emotividad y las risas que le logran sacar a los espectadores. “Es una alegría saber que nuestra historia realmente llega a quienes la ven”, afirma, y espera que sea así con todos quienes la vean, que esta historia permita reflexionar sobre el valor de la memoria, tanto la individual como la colectiva, que despierte recuerdos, preguntas o simplemente ofrezca un momento de empatía. Cuenta orgullosamente y agradecida por el reconocimiento, que recibió la noticia de que ganaron el Premio del Público en el Festival Cinematográfico Internacional del Uruguay.

El ciclo

“El cine es una herramienta fundamental para la transmisión, no solo de la memoria, sino también de los hechos de la actualidad. Decidimos marcar el inicio del ciclo con una película muy fuerte, muy importante, y con actrices de primera línea, para convocar y dejar una presencia. Estamos defendiendo este espacio, la Casa de la Identidad, y el ex Esma, en un contexto en el que se está cerrando, vaciando, hostigando, todo lo que allí se realiza. Para nosotros es muy importante que vengan, que asistan todos, que empecemos a sala llena esta primera función y que de alguna manera todos defendamos estos espacios de reflexión y de construcción colectiva con los que contamos”, reflexiona Miguel Santucho, integrante de la Comisión Directiva de Abuelas de Plaza de Mayo. “Los actores y la producción de La búsqueda de Martina organizaron una función para Abuelas de Plaza de Mayo, haciéndonos parte, porque les parecía fundamental que nosotros la viéramos en primera instancia. Es una película que me pareció muy interesante, conmovedora, viva y sentida. Si bien entiendo que no responde a una historia real, bien podría serlo”.

El Ciclo de Cine por la Identidad se presenta como una oportunidad de reunión y de encuentro, en el que se exhiben proyectos audiovisuales afines a la temática de la memoria, verdad y justicia, y se debaten con sus autores y actores, con la finalidad de promover el derecho de la identidad, sensibilizar sobre la búsqueda de los alrededor de 300 nietos y nietas que quedan por encontrar, y aportar a este proceso de búsqueda.

 Faria resalta la relevancia que significa para ella involucrarse en proyectos de este tipo y lo trascendental que resulta en estos tiempos de avance de ultraderecha recordar el pasado: “La película levanta temas que siguen siendo urgentes: aún vivimos bajo la sombra del legado de aquellos regímenes autoritarios, y muchas de sus estructuras permanecen intactas. En un momento en que la ultraderecha gana fuerza nuevamente en muchas partes del mundo, incluidos Brasil y Argentina, hablar de este pasado reciente se vuelve no solo importante, sino necesario. Recordar los horrores de las dictaduras, visibilizar sus consecuencias, es fundamental para que no se repitan nunca más. El éxito reciente de la película Ainda Estou Aqui (2024), que también aborda la memoria, las desapariciones y la búsqueda de justicia, muestra que el público necesita y quiere hablar de estos temas. La búsqueda de Martina, de alguna forma, es mi contribución a esta memoria colectiva, una forma de resistir al olvido”.  Le conmueve pensar en que su trabajo se presente el jueves en un lugar tan simbólico y cargado de historia como la Casa por la Identidad y la Ex ESMA. Recuerda la función previa a su estreno en festivales, la primera proyección fuera de la isla de edición, para las Abuelas, en la que los y las presentes y Estela de Carlotto le dieron el impulso para entregar la película al mundo. “Ella dijo algo que me marcó profundamente: “por primera vez en muchos años de lucha, me puse en el lugar de una abuela que busca a su nieto en otro país, sola.” Y agregó: “eso también existió”. Esa soledad de quien busca sin el apoyo de otros en la misma situación resuena en el camino de la protagonista de nuestra película, que lucha también contra el Alzheimer y por preservar su propia identidad. Es como si la película adquiriera una nueva capa de sentido allí, rodeada de tantas historias reales de resistencia, dolor y reconstrucción. Me siento muy honrada de exhibir la película en este espacio de memoria, verdad y justicia en el que se ha transformado la ESMA”, concluye.