Es tiempo de ver un documental sobre un diario cooperativo

Es tiempo de ver un documental sobre un diario cooperativo

Se estrena un largometraje sobre el diario cooperativo Tiempo Argentino, que refleja la lucha, la recuperación y la subsistencia de los trabajadores en defensa de su fuente laboral y de la comunicación social.

El proceso de vaciamiento empresarial que se dio entre diciembre de 2015 y abril de 2016 a cargo de Sergio Szpolski y Matías Garfunkel, el ataque de una patota hacia los trabajadores de la redacción del medio, cuando ya empezaba a dar sus primeros pasos como autogestionado, y una pandemia de por medio, fueron las principales adversidades que Tiempo Argentino tuvo que resistir para poder existir.

Este miércoles 26 de abril a las 18:30, en la sala Jorge Luis Borges de la Biblioteca Nacional, se estrena el documental De la resistencia a la existencia, dirigido por Pablo Lecaros, que girará en torno a esos ejes y que busca contar una historia de lucha y de reconversiones de parte de los trabajadores de un medio que se intentó silenciar pero que así y todo ya lleva más de siete años como cooperativa.

“Es un documental en el que se abre un álbum familiar de un medio, de una cooperativa, donde encontramos historias más que personales, contada por sus trabajadores, por quienes hacen el diario día a día”, afirma Lecaros. De la resistencia a la existencia intenta sintetizar en 90 minutos, de una manera dinámica y sin perder el hilo central de la historia, toda una producción de materiales de archivo, y más de 38 entrevistados que incluye a figuras como Nora Cortiñas, Taty Almeida, Julia Mengolini, Alejandro Bercovich y Víctor Hugo Morales.

“Es una historia de un montón de personas que decidieron que la lucha era el único camino para poder existir –sostiene Guido Molinari, guionista del documental–. Y de alguna manera también es un gran mensaje hacia lo que significan los medios de comunicación en Argentina. Que no todos los medios de comunicación desinforman, que tampoco tienen que operar en favor de alguien, sino que hay diferentes formas de construir la información. Y creo que el caso de Tiempo Argentino, que ya lleva siete años, que es un medio ya instalado a nivel nacional, es la demostración que a través de la autogestión, a través de su manejo horizontal, se puede construir de otra manera y se puede ser masivo de esa forma”.

Federico Amigo, ex presidente de la cooperativa y hoy secretario, escribió una editorial en el año 2020 titulada “De la resistencia a la existencia”, justamente para contar todo lo que fue atravesando el medio y que una de las cosas que iba a tener que enfrentar era una pandemia y cómo iba a tener que seguir adelante con eso. Ese título, que luego fue elegido para el documental, es una frase con la que dentro de la organización se sienten identificados.

Amigo, en diálogo con ANCCOM, comenta: “‘De la resistencia’ porque nos logramos construir como medio después de haber sufrido un vaciamiento empresarial, desde ese lugar donde lo que teníamos disponible era nuestra fuerza de trabajo, pero no contábamos con recursos económicos para salir adelante, tuvimos que resistir para sostener el medio y sostener las fuentes de trabajo sin mayores elementos. Después vino la recuperación de un medio que si bien nació en 2010 en un modo tradicional con empresarios, se logró reponer a un vaciamiento y convertirse en una cooperativa. Y la existencia también está dada no sólo por el trabajo que pudimos llevar adelante nosotros, por nuestra propia organización y el acompañamiento sindical, sino porque también encontramos una audiencia, un público que nos acompañó durante todo momento, para que Tiempo pudiera llegar a este séptimo aniversario”.

El proceso de vaciamiento sufrido desde diciembre de 2015 hasta abril de 2016, comandado por los dueños del Grupo 23, coincidió con el cambio de gobierno de la segunda presidencia de Cristina Fernández de Kirchner y el inicio del mandato de Mauricio Macri. “En abril de 2016, cuando construimos la cooperativa, había arrancado el macrismo. Allí ya se empezaban a ver un montón de políticas estatales que iban en contra de los propios laburantes, casi que nosotros estrenamos una nueva forma de política con un gobierno que no tiraba centros hacia los trabajadores”, comenta Molinari.

De todas formas, son los mismos trabajadores de Tiempo Argentino los que resaltan que uno de los que lideraba el vaciamiento empresarial era Sergio Szpolski, candidato a intendente de Tigre por el kirchnerismo en el año 2015. Ese proceso de vaciamiento implicó que los trabajadores no cuenten con su salario por varios meses ni con el aguinaldo, pero de trasfondo se comenzaba a generar una unidad de casi 200 compañeros que estaban en la misma situación.

Se inició un reclamo a nivel nacional para poder visibilizar la situación a través de festivales en el Parque Centenario y en los actos del 24 de marzo. Así fue como la cooperativa empezó a caminar con sueldos bajos un 19 de abril del 2016. Sin embargo, a los pocos meses se encontraron con un nuevo obstáculo: “Había un objetivo detrás y era que Tiempo Argentino no exista más”, sostiene Molinari.

“El 4 de julio en una madrugada fría, horrible, lluviosa, una patota de más de 15 personas, comandada por quien era supuestamente el que había comprado el diario, Mariano Martínez Rojas, un empresario que nunca se hizo cargo de nada, quiso echar a los compañeros que estaban durmiendo en la redacción –sigue Molinari–. Ante la falta de respuestas avalada por el Ministerio de Trabajo empezamos una permanencia en la redacción, en custodia de los bienes que estaban ahí. Y no pudieron con los trabajadores y las trabajadoras, porque a nosotros se nos unieron colegas de Clarín, La Nación, Infobae, C5N, y de muchos otros: entre los propios trabajadores no existe la grieta. La grieta es entre los patrones, no entre las personas que laburan”.

Tiempo Argentino logró consolidarse, resistió y se convirtió en una referencia nacional en términos periodísticos. Logró ser el medio autogestivo más grande del país sin dejar de competir con el resto de los medios corporativos, pero ofreciendo una mirada, una cobertura y una línea editorial que no se ve en los medios tradicionales.

Tiempo es un medio de alcance nacional que cubre la agenda masiva con el diferencial de aportar su mirada, sin ataduras económicas ni políticas y con la resistencia al poder concentrado como una de sus banderas –señala Amigo–. Además, logra destacarse del resto de los medios corporativos con las coberturas que reflejan los debates del campo popular, las problemáticas de la clase trabajadora, la defensa de los Derechos Humanos del pasado y el presente así como las políticas públicas en salud y educación, entre otros tantos ejes”.

El documental, que comenzó a realizarse en marzo del 2022, tendrá su avant premiere el miércoles, y luego hará una ruta por sindicatos, medios emblemáticos nacionales y festivales a lo largo y ancho del país. “Es una historia que merece ser contada no solo por el medio de comunicación sino también por esas historias invisibilizadas de un colectivo de trabajadores de nuestro país”, concluye Lecaros.

En la primera semana de junio, en ocasión del Día del Periodista, se proyectará también en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Esa misma jornada, se bautizará a la redacción de ANCCOM con el nombre Viviana Mariño, en homenaje a una de las fundadoras de la Cooperativa Tiempo Argentino y editora de la Agencia de Noticias de Ciencias de la Comunicación, quien falleció el año pasado.

Campusano lo hizo de nuevo

Campusano lo hizo de nuevo

El cineasta estrena «La reina desnuda», una película realizada a partir del relato de historias que atravesaron mujeres. Otra vez, actúan personas sin experiencia en la pantalla grande.

De la mano de José Campusano llega al porteño cine Gaumont La reina desnuda, una película que narra la vida de Victoria, quien luego de perder un embarazo y separarse de su pareja intenta cambiar su atropellado estilo de vida. El film invita a reflexionar sobre la soledad y la mirada prejuiciosa de la sociedad sobre una mujer que vive libremente su sexualidad, mientras tiene que lidiar con los estigmas de su adolescencia atravesada por abusos y hombres maltratadores. La nueva producción de Campusano se rodó en su totalidad en la ciudad santafecina de Gobernador Gálvez y participaron en ella tanto actores y extras de la zona, tal como suele suceder en las obras de este prolífico director.

¿Cómo surgió el tema de la película?

Al igual que todas las producciones de Cine Bruto, nuestra productora, surge a través del contacto directo con los referentes de las comunidades. Fue mediante entrevistas que encontramos mujeres dispuestas a contar sus historias relacionadas a sus prácticas sexuales, amoríos, problemáticas familiares, etcétera. De esa manera se configuró la historia, brindando las herramientas con las que cuenta el cine para que puedan plasmar su voz. La intención es siempre destacar la fuerza de la anécdota en desmedro de las apreciaciones o conjeturas que se puedan hacer. La historia es en un 95% verídica, los parlamentos fueron desgrabados y tomados de esa realidad. Entonces, lo que se trata de mostrar a través de esa articulación de relatos es la vida de una mujer con un pasado que la atormenta, a pesar de hacerse cargo de no creer en la familia, ser hermosa y tener una sexualidad avasallante. En ese sentido, creo que es interesante que en el cine se expresen personas que no tienen por ahí la posibilidad de hacerlo de otra forma, y creo mucho más en ese tipo de apreciaciones de la vida que de los criterios unificados que realmente me produce bastante rechazo. Para mí, todo lo que tenga que ver con la ideología es decadente, me hace acordar a la religión católica y otras religiones. Y eso siempre es en favor de pocos y en desmedro de muchos.

 

¿Cómo fue la elección del elenco?

Se trata de personas sin ninguna experiencia en cine. Sí habían incursionado en el teatro u otras expresiones artísticas, pero nunca habían filmado una película. Desde la productora  creemos que podemos funcionar como un portal de oportunidades, inclusive la mayor parte del elenco ya volvió a filmar y ahora se encuentra vinculada al cine. Supimos trabajar con gente que ha tenido un pasado delictivo y gracias al cine pudieron abandonar esas prácticas. El arte es muy sanador, ¿no? Entonces yo creo que si queremos lograr una verdadera integración social, lo mejor es abrir las puertas de las prácticas artísticas y culturales. Podés traer, de hecho, hasta profesores de teatro, que no resultan interesantes para la cámara. Tenés que reducirlos a papeles minúsculos porque realmente no son solventes. Y hay gente que, por el contrario, no tiene un pasado de práctica actoral y sin embargo, apabullan.

 

La película gira en torno a Victoria (Natalia Page) ¿Cómo llegaste a ella?

Apareció un mes y medio antes antes de empezar a rodar. Había visto muchas chicas en el casting pero ninguna terminaba de convencerme y entonces apareció Natalia. Apenas vi el video que envió, supe que era la elegida.  La forma en la que se desenvuelve es algo que no te da ninguna escuela de teatro, es algo que se tiene o no se tiene. A pesar de no haber tenido experiencia se calzó el traje de protagonista, que no es sencillo, y lo hizo muy bien.

¿Por qué se eligió la ciudad de Gálvez para el rodaje?

Fui a Gálvez con un amigo, José Martínez Suárez, en una muestra itinerante del Festival de Cine de Mar del Plata. Ahí coincidí con Adrian Culasso, un referente local del área audiovisual y le propuse realizar una película allí. Me pareció que el potencial estaba a la vista, es un lugar muy lindo, la comunidad era muy amable y de hecho había un interés por parte del Municipio en que grabemos ahí.

 La película se grabó en octubre del 2021 en medio de la pandemia: ¿Cómo fue el proceso de rodaje?

Respecto a la pandemia, fueron seis semanas en las que los actores tuvieron que sustraerse de su entorno cotidiano para poder grabar. Hay gente que lo puede llevar bien, pero para otras estar tanto tiempo fuera de su familia puede resultar complicado. Felizmente no hubo ninguna persona contagiada por lo que se pudo grabar con tranquilidad. Al tema del covid hay que sumarle la nefasta administración del INCAA a cargo de Luis Puenzo, que puso en crisis a todo lo que es el segmento de productoras para audiencias medias y nos hizo posponer varias veces el rodaje.

 Tus proyectos suelen estar atravesados por problemáticas sociales: ¿A qué se debe ese interés?

Me crié en el marco de las comunidades, y por eso entiendo que la parte más interesante de la vida de las personas no se encuentra en los ensayos o en las novelas. Aquello que nos deja perplejos, sin capacidad de analizar o que nos supera ampliamente proviene de la vida misma. Existen personas que no quieren hablar de sí mismas, que rechazan su pasado y yo no lo cuestiono. Pero también hay gente que está harta de callar y quieren contar todo sin ningún tipo de prurito. Bueno, prefiero trabajar con el segundo segmento. 

Entiendo que la parte más interesante de la vida de las personas no se encuentra en los ensayos o en las novelas. Aquello que nos deja perplejos, sin capacidad de analizar o que nos supera ampliamente proviene de la vida misma.

José Campusano

¿La historia surge en contacto con las personas o recurrís a algún equipo interdisciplinario que pueda ayudarte a recolectar e interpretar esa información?

Nada me genera más suspicacia que aquella gente ajena a los rodajes que pretenda intervenir. Cualquier persona que venga con el afán de ser especialista en una determinada materia y quiera intervenir en los contenidos, está censurándote. ¡Echala! (risas) Yo he filmado en comunidades de Brasil donde tengo poco tiempo y ahí sí necesitas de algún asistente social o antropólogo para poder dilucidar ciertos aspectos, pero el vínculo siempre es con la comunidad y no con un intermediario. Yo descalifico totalmente a estos profesionales en materia de creación artística.

 ¿Con qué se va a encontrar el público que vaya a ver la película?

Creo que se van a encontrar con una mirada femenina de verdad, con problemáticas reales y sin ningún tipo de tapujos. Me parece que eso es lo más interesante, una mirada que no responde a un canon instalado a la fuerza por un gobierno ni por una agenda mundial, sino que es la mirada de una persona totalmente independiente de criterio, errada o no, pero es en lo que ella cree, y eso ya es valioso.

 ¿Cuando decís «sin tapujos» te referís a aquellas escenas que generan una sensación de incomodidad como aquella que retrata los abusos de su padrastro?

Todo eso sucedió. Los diálogos son calcados de lo que pasó realmente. Tratamos de no improvisar y encadenar justamente escenas o experiencias que responden a una misma lógica. Es importante mantener un código de credibilidad. Al tratarse de anécdotas de varias mujeres, hay que ser cuidadoso porque si se rompe ese código difícilmente la gente se crea la escena que viene. En ese sentido, es clave ser honesto con el espectador, es lo que nosotros priorizamos al momento de filmar. Cuando se lleva a cabo el trabajo de post producción a veces es necesario recortar escenas, pero siempre hay que tener en cuenta estas cuestiones.

 ¿Con el fin de concientizar?

No, simplemente compartir instancias de vida. No tenemos ninguna pretensión de educar a nadie, a diferencia de ciertos colectivos que hoy pululan por doquier. Nosotros no le bajamos línea a nadie. Simplemente compartimos una instancia creativa en la cual los recursos se ponen al servicio de las comunidades. A veces eso te convierte en marginal por correrte un poco de la agenda. Hay pequeños sectores que se han apropiado de los espacios de difusión. Entonces, lo que intentamos hacer es construir desde otro lugar a través de los testimonios de época, que a ellos a veces se les escapa porque quizás no convocan tanto.

 

Comenzó el III Festival Internacional de Cine Cannábico

Comenzó el III Festival Internacional de Cine Cannábico

Hasta el 26 de febrero se exhibirán 35 películas de distintas partes del mundo con entrada libre y gratuita. También se podrá participar en actividades relacionadas a la temática: conversatorios, muestras de arte, talleres de cultivo, gastronomía y espectáculos.

El tercer Festival Internacional Cine Cannábico (FICC), único en la región, comenzó este miércoles con entrada libre y gratuita, en el patio de la Casa Nacional del Bicentenario (Riobamba 985, CABA). Hasta el 26 de febrero inclusive se podrán ver en pantalla grande 35 películas de 16 países con una amplia variedad de contenidos sobre la cultura del cannabis. Además, habrá conversatorios, debates sobre prohibicionismo y derechos humanos, muestras de arte, talleres de cultivo, gastronomía, espectáculos de música y fiestas. Cuenta con el apoyo del Ministerio de Cultura y, por primera vez, del INCAA.

La apertura estuvo a cargo de los co-directores del FICC, Malena Bystrowicz y Alejo Araujo. Se leyeron las palabras del embajador de Canadá, quien no pudo asistir al evento, pero envió una carta señalando la importancia del festival para ampliar el conocimiento y tratar temas que merecen debate. Por su parte, Bystrowicz destacó que el carácter gratuito es una política del Festival para llegar a más personas.

Luego de la apertura musical del grupo Recórcholis!,  se proyectaron los cortos: Glitter’s Wild Women de Roney (13 min., Canadá / 2018), una comedia surrealista sobre dos mujeres que viven aisladas en sus tierras de cultivo; Mi mundito con Monstruos (8 min. Argentina / 2022) de Fernando Gallucci, retrato de una drag queen perturbada por la monótona rutina del confinamiento; y por último, el largometraje Mateína (82 min., Uruguay / 2021) dirigida por Pablo Abdala y Joaquín Peñagaricano, que cuenta la historia de un futuro alterado por la prohibición de la yerba mate, una road movie en clave de comedia absurda.  

La programación completa se encuentra disponible en la página web, donde también el público puede votar su película preferida. Además, entre el 20 de Febrero y el 6 de Marzo, estas producciones se encontrarán disponibles en todo el país, de manera online, por Octubre TV

 El FICC se desarrollará durante la primera semana en la Casa Nacional del Bicentenario y, la segunda, en la Manzana de las Luces (Perú 294, CABA), con punto de encuentro para la fiesta el jueves 23 en Cave Canem (Chile 308, CABA). Las obras que se exhiben de distintas partes del mundo, como Brasil, Colombia, Uruguay, Canadá, Líbano, Estados Unidos y Alemania, recorren tanto los usos del cannabis: desde el arte,  la gastronomía, el cultivo y el uso medicinal, como las problemáticas que rodean el tema: la salud mental, prohibicionismo, justicia y derechos humanos. Así, la propuesta del festival señala que busca contribuir a superar prejuicios, brindando herramientas e información sobre la temática.

En diálogo con ANCCOM, la creadora y co-directora, Malena Bystrowicz señala: “Los temas que traen las películas son diversos aspectos del cannabis, desde datos científicos o datos súper específicos, a historias concretas, hasta cosas más amplias, donde lo central son otras historias. Pero el cannabis está ahí presente. Siempre lo que buscamos es que haya una diversidad tanto de los temas que atraviesan el cannabis, como de los distintos países del mundo, también de diferentes géneros, como documental, ficción, animación, cosas más experimentales. Además buscamos un equilibrio con respecto a la diversidad de géneros, de directores y directoras. Este año, el primero sin pandemia, pudimos ampliar mucho la propuesta: hay exposiciones de arte, fotos, tres conciertos, con el cierre de Kumbia Queers, vienen un montón de invitados, gente de Jujuy, Tucumán, Rosario también de Brasil, Chile, Uruguay. Siempre es un encuentro este festival”.

 El FICC se realiza de manera regular con circuito de competencia desde el 2021 y la idea del festival surgió a fines de 2018 en unas vacaciones. “Alejo y yo somos pareja –cuenta Malena–, los dos cineastas, gestores culturales. Los dos veníamos trabajando cada uno por su cuenta en festivales de cine de otras personas. Yo, como programadora puntualmente. Me di cuenta que me gustaba mucho, además de hacer películas, programar, ver películas que hacen otros y otras, seleccionar, combinar un corto con un largo, lo que se genera en esa combinación, armar secciones temáticas, todo lo que es diseño de programación me encanta. Empezamos a fantasear nuestro trabajo ideal, cómo podemos hacer para dedicarnos a esto, y el cannabis era un tema en común. Ambos éramos usuarios, de uso para placer, recreativo, pero también en la familia hacían un uso medicinal, y otros usos. Alejo tenía mucha información porque había empezado a militar un poco el respecto a lo canábico, las drogas, el prohibicionismo y los derechos humanos, así surgió la idea de un festival de cine cannábico.

 “Para el 2019 se sembró la idea, empezamos  a investigar y no había muchos en el mundo, sólo dos o tres que ni siquiera habían tenido continuidad y ninguno en la Argentina o en la región”, agrega la co-directora.

 

Lo que  empezó como una fantasía terminó en un Festival Internacional. “Lo hicimos en Montevideo por primera vez, en la Expo cannabis de Uruguay de 2019”, agrega. “Pasamos 15 pelis. Nos dimos cuenta, primero, que había películas sobre la temática y muy buenas; y, segundo, que era algo que interesaba. Fue un primer experimento. Teníamos un sponsor nada más y logramos hacerlo, fue más como una muestra y como una prueba. Al año siguiente, lo hicimos en Argentina y en Uruguay, con todas las limitaciones de la pandemia pero salió espectacular, expusimos en salas, con gente cinéfila y películas increíbles”, recuerda Malena.

En Uruguay usaron la Cinemateca, que es un lugar emblemático. En ese 2019  contaron con el  apoyo de algunas embajadas. En 2021 arrancó el festival, en competencia, con página web, un equipo más amplio y lo más importante: reconocimiento público. “Nos empezamos a hacer conocidos tanto en el ambiente del cine como del cannabis. Y nos dimos cuenta que era un espacio tapado por mucha desinformación y prejuicios: un tema que no se hablaba con libertad”, concluye.

 

Su atención por favor…

Su atención por favor…

Los argentinos pasan cuatro horas diarias, en promedio, frente a una pantalla. ¿Cómo impactan las nuevas plataformas y formas de producción en la concentración de los espectadores y en el consumo del cine y las series?  

Según una nota de Carolina Liponetzky publicada en Ámbito Financiero, Argentina se ubica como el mayor consumidor de pantallas en Latinoamérica: cuatro horas diarias p or persona. Nuestro país históricamente estuvo muy vinculado al cine y la televisión. Con la llegada de las redes sociales y las plataformas comenzaron a aparecer cambios en los hábitos de consumo ligados a estas prácticas y estás, a su vez, generaron otros efectos.

Por ejemplo, cada vez cuesta más permanecer concentrado por un largo tiempo. No nos hace ruido atracarnos en una tarde con una temporada entera de alguna serie pero luego nos resulta difícil terminar una película de corrido, sin cortes ni pausas. Nos acostumbramos a la inmediatez, a la brevedad y el bombardeo constante de estímulos. ¿Por qué sucede esto? ¿Las plataformas influyen en nuestros hábitos de consumo o son nuestros hábitos los que determinan el funcionamiento de las plataformas y el tipo de contenido que producen? Para Carolina Duek, investigadora del CONICET y docente de la UBA, son las dos cosas: “Hay un cambio en la forma de producción de contenidos y un cambio en la forma del consumo de ese contenido”, afirma en declaraciones a ANCCOM.

La investigadora refiere a una especie de triángulo de las Bermudas que tiene que ver con una modificación de la estructura de los programas y las series, de las plataformas, y en consecuencia de los hábitos de consumo. Esto puede verse, por ejemplo, en cómo las miniseries han ganado terreno sobre las series más largas: “Hay algo vinculado con el tiempo que dura un contenido que se empieza a valorar. Las últimas producciones grandes que están ahora en el top diez de Netflix son series de cuatro a seis capítulos. Hay una modificación del tiempo total de consumo, pero a la vez hay una modificación del hábito de consumo que se intercepta con esto”. En 2020, la plataforma incluyó un elemento ya presente en YouTube: la posibilidad de modificar la velocidad de reproducción de sus contenidos, un claro ejemplo del rol que se da al tiempo de que se consume. Pero no es lo único: “Antes tardaba quince segundos en arrancar el capítulo siguiente, ahora tarda cinco. Te distrajiste dos minutos, tomaste un vaso de agua y ya está el otro capítulo. Y uno dice ‘Bueno, ya está, lo veo’”, ejemplifica Duek. Además, los hábitos también se generan a partir de las características del contenido en sí: “Desde los guiones y la edición está todo estructurado para que vos te quedes con ganas de poner inmediatamente el capítulo siguiente”.

Qué hay de nuevo viejo

 Por supuesto que no hay nada nuevo en esto: “La estandarización, la repetición, la serialización, la previsibilidad; son todos recursos que siempre tuvo la industria cultural”, explica la docente. La novedad surge por otro lado: “Hay una valoración de la unidad mínima más corta, aunque el tiempo total de exposición sea el mismo. Prefiero cuatro capítulos de cuarenta minutos antes que una película de dos horas y media. Esto tiene que ver con cuánto tiempo estamos entrenados y dispuestos hoy a prestar atención a un argumento que empieza y termina. Si uno quiere una audiencia masiva necesita productos más o menos cortos y fragmentarios”.

Respecto al rol del algoritmo en lo que consumimos y por cuánto tiempo lo hacemos, Duek considera que la programación misma de la plataforma recomienda e insiste para que uno se incline por ciertos contenidos: “Ninguna plataforma es neutral. La construcción de agenda no es solamente a quién votar, también es de qué vamos a hablar y qué vamos a pensar”.

A su vez, la docente sostiene que para entender por qué las personas ven las cosas que ven, el ocultamiento de la información de los portales de streaming es clave: “Acceder a los datos de consumo de las plataformas es imposible. Netflix dice que la película más vista es tal y la película más vista es esa. ¿Qué datos lo sostienen? Es una cuestión de elegir creer.”

Durante la pandemia, hubo un momento donde las plataformas tomaron un gran protagonismo, pero este año las suscripciones de Netflix fueron muy inestables y desde la empresa evalúan la posibilidad de introducir publicidades para hacer el servicio más rentable. Solo en el segundo trimestre de 2022, el gigante del streaming perdió 970.000 suscriptores, según informó la compañía. Con algunos estrenos de peso, como la cuarta temporada de Stranger Things o la serie de Jeffrey Dahmer, su audiencia logró recomponerse, pero los números dejaron en evidencia la volatilidad del sector. Para la docente, esto se explica en que “los hábitos de consumo culturales son siempre dinámicos y cambiantes”, lo cual agrega complejidad a su estudio.

Sin embargo, sin importar sus aumentos y recaídas, hay sedimentos de esos consumos de plataformas que van más allá de lo televisivo y las pantallas: “El diario claramente tuvo que reacondicionarse. Hubo un acortamiento de las notas y una predominancia de lo espectacular por sobre otra cosa. En el teatro empiezan a surgir fenómenos como el microteatro, que ves tres o cuatro obras cortitas. Aparecen libros muy cortos para leer en una sentada. Todo se sigue editando para apostar al consumo masivo, donde también hubo una transformación en los tiempos de atención”. Por supuesto que esto después repercute en la convivencia con actividades que requieren otro tipo de concentración: “Cada vez es más difícil estudiar, leer o pensar en un tiempo distinto al acelerado de las plataformas. Lo veo como docente y como investigadora”. A partir de allí, surge la pregunta de qué tan sostenibles son estas prácticas en el tiempo y cuáles son las alternativas.

¿Otro camino es posible?

 Marcelo Schapces dirige Contar, una plataforma de contenidos públicos creada para difundir las producciones del Estado y de sus entes vinculados que no sean específicamente cine, ya que eso es jurisdicción de su prima hermana CINE.AR que pertenece al INCAA. Entre sus contenidos se buscan destacar aquellos relacionados a la actualidad o a determinadas efemérides, por ejemplo, numerosas series sobre el Mundial y sus personalidades, o anteriormente, acerca de las Madres de Plaza de Mayo, tras la muerte de Hebe de Bonafini. Schapces también destaca una producción propia de Contar llamada Nadie es inocente, un podcast complementado con secuencias audiovisuales sobre cuentos policiales de autoras mujeres.

 “Históricamente, Argentina siempre fue un gran consumidor de series con muy buena repercusión en el formato de la telenovela, el cual había que seguir, en muchísimos, casos diariamente. Entonces, creo que el hábito para seguir contenidos ya estaba de alguna manera en la genética de los consumidores de este país. Lo que sucedió con las plataformas es que rápidamente consiguieron instalarse y cambiar el paradigma de la forma de visualización de películas. Ahora ya no se habla de cine, se habla de contenidos audiovisuales. El otro gran cambio importante es que en función del rápido crecimiento, lo que era una plataforma de visualización se transformó de pronto también en productora de contenidos, algo prohibido en el cine por las leyes antimonopólicas de Estados Unidos”, considera el cineasta. Esta conjunción entre producción y difusión facilita que las empresas desarrollen estos hábitos de consumo en sus usuarios.

Para Schapces, “las plataformas han sabido sintonizar bien con lo que está sucediendo con las redes sociales y las formas en que ven contenidos la última porción de los millennials y los centennials. El marketing, el algoritmo y las métricas son centrales, pero también la sociedad va adoptando determinadas formas de acceder a las cosas y eso interactúa permanentemente con un mecanismo comercial que las detecta y convierte en una forma de ofrecer sus productos”. El director observa, al igual que Duek, “una incitación permanente a consumir cada vez más, cada vez más rápido y cada vez más corto”.

Por su parte, afirma que en Contar no ocurre eso porque se busca que haya narrativas ordenadas o sostenidas en un sistema de comprensión y de conocimiento, si se quiere, un poco más clásico, pero que entienden que es mucho más efectivo. Esto es posible porque la plataforma es gratuita, no tiene publicidad y no se rige por la lógica del rating y el mercado. Sin embargo, uno se cuestiona qué tanto éxito puede tener una propuesta tan diferente a lo que el público masivo está acostumbrado. ¿Cómo competir contra un mecanismo gigantesco que mueve millones de dólares al año? ¿Cómo hacer series y películas que logren atraer a la audiencia sin adoptar estas formas? Schapces entiende que ir contra los hábitos de consumo masivos es muy difícil, pero no por eso hay que dejar de intentarlo: “Van a ganar igual, pero lo que nosotros tenemos que hacer es difundir lo más posible lo que hace el Estado, sobre todo cuando lo hace bien y tratar de interactuar de esa manera. Canales como Encuentro o Paka Paka hace 20 años eran impensables y, sin embargo, hoy son parte del sistema educativo. Difundiendo, sosteniendo y haciéndolo con calidad es posible ‘dar la batalla’ o buscar ocupar un lugar para poder dar la discusión sobre las ideas, sobre lo que el Estado puede elaborar y ofrecer a la ciudadanía”.

Nuestros hábitos y nuestros marcos de atención se han modificado, es una realidad. Las consecuencias se extienden más allá de lo que parece a primera vista, desde los pasatiempos que practicamos en los tiempos de ocio hasta el estudio o el trabajo. Por más que resulte un tanto utópico, o quizás ingenuo, resulta fundamental pensar en una dieta cultural variada que incluya contenidos que puedan llegar a ser positivos para nuestro día sin dejar de prestar atención a la forma en que los consumimos.

«Es un compromiso rezarpado con la democracia»

«Es un compromiso rezarpado con la democracia»

Coprotagonista en «Argentina, 1985», Leyla Bechara traza un paralelo entre los jóvenes fiscales que acusaron a las juntas militares de la dictadura y el rol de su generación en la democracia actual. Entrevista publicada el 28 de septiembre de 2022.

Leyla Bechara, más conocida como “Becha”, tiene 26 años, es politóloga recibida en la UBA, streamer, creadora de contenido peronista, feminista, “progre” y, ahora, actriz en Argentina, 1985, la película dirigida por Santiago Mitre que llega a los cines el 29 de septiembre. El filme aborda el juicio a las Juntas Militares, momento histórico para nuestro país y ejemplo de justicia en el mundo. 

Antes de Argentina, 1985, Leyla Bechara no había actuado ni en una película ni en una obra de teatro. Entre risas, dice que espera que sea la última. “Lo hice por la anécdota y porque es una historia muy importante. Lo primero que me cerró fue la historia, lo segundo, el director. Me gustan mucho las películas de Santiago Mitre. Yo decidí estudiar en la Facultad de Ciencias Sociales por ver El estudiante, su película que habla sobre la militancia universitaria”. 

¿Cuál fue tu rol en la película?

 Formo parte del equipo de la fiscalía. La película está centrada en el rol de (Julio) Strassera que fue el fiscal del juicio a las juntas militares junto a (Luis Moreno) Moreno Ocampo. La historia cuenta cómo fue el armado de ese juicio. Strassera con Moreno Ocampo deciden ir a buscar a pibes que trabajaban en Tribunales y que no tenían carrera judicial porque eran los únicos que se iban a exponer a semejante juicio, no teniendo una carrera que perder, si salía mal. Arman ese equipo de fiscales, “los fiscalitos”, que son todos muy jóvenes. Algunos con ideas políticas, otros no, que solo lo hacían por las horas extra. Mi personaje se llama Isabel, es amiga de uno de los chicos de la fiscalía a quien él va a pedir ayuda porque no sabían por dónde arrancar a investigar. 

 ¿Cómo llegaste a Argentina, 1985

 Nunca actúe en mi vida, nunca hice teatro en mi vida. Jamás. El año pasado, en marzo, el día de mi cumpleaños, la directora de casting me mandó un mensaje por Instagram. Me dijo: “Hay un proyecto para el que me parece que podría ir bien tu perfil”. No me contó nada y yo dije; “Bueno, sí, ya fue; por la anécdota”. Hice el casting grabado desde mi casa, malísimo. A las semanas me llamaron de vuelta para hacer el casting presencial. Estaba muy nerviosa, explicándole a las pibas que nunca había actuado en mi vida, que nunca había estado en un casting. Hasta que tuve la respuesta, Santiago Mitre me empezó a seguir en Instagram y pensé “quizás quedé en la película”. En un momento, flashié estudiar teatro, pero no tenía tiempo porque tenía otro trabajo. Le dije a mis jefes: “Che, voy a actuar en una película con Darín, necesito los días de rodaje”. Fueron muchos días al final, terminamos viajando a Salta, fue una gran experiencia. Todo se dio simplemente porque la directora de casting me seguía en Instagram, vio mis videos y le pareció que tenía una chispa, algo de eso.

 

Sin indicación del director ni nadie, todos nos pusimos a leer el Nunca Más.

Leyla Bechara

 ¿Cómo fue la construcción del personaje?

 A nosotros nos mandaron el primer guion y, paralelamente, empezamos a tener ensayos para repasarlo entre todos y ahí conocí al resto del elenco. Todos más o menos de la misma edad y muy conscientes de la historia que estábamos a punto de contar. Automáticamente, sin indicaciones del director ni de nadie de la producción, nos pusimos a leer el Nunca más. En el juicio el Nunca más fue un puntapié para el armado, fue la base fundamental. Paralelamente, la producción nos organizó varios meets con los verdaderos ayudantes de la fiscalía que hay algunos que todavía siguen vivos y fue muy emocionante. Nos encontramos con gente que nos contó cómo fue vivir el juicio desde su juventud, tenían 20 o 25 años y eran muy poco conscientes de lo que estaban viviendo. Era todo voluntad, mucha ignorancia frente a lo que se enfrentaban, no entendían qué era lo que estaban haciendo y lo importante que era. Eso lo trasladamos al grupo de actores. Es un compromiso rezarpado con la democracia. Lo único que nos importa es que la van a ver otros pibes en las escuelas y van a conocer la historia. 

 Siendo politóloga, ¿cómo viste la reconstrucción que se hizo de los hechos?

 La película es una ficción basada en hechos reales, pero hay muchas partes que son ficcionalizadas. Las partes del juicio son lo más fieles posible, los testimonios, sobre todo. Además, es algo que en la tele todo el mundo vio, las audiencias las pasaban por la radio y la gente las escuchaba. La reconstrucción no es de la historia con mayúsculas, creo que lo que hace la peli es invitarte a pararte en algún lado. Es una película que le habla a todo el mundo, no importa dónde estés parado políticamente y lo que creas particularmente de ese momento histórico. Te interpela. Creo que es una historia que cuenta lo que le estaba pasando a la sociedad en ese momento, las contradicciones, las convicciones de algunos, la complicidad, la cobardía de otros. Eso me parece que es bastante justo pensando en el momento terrible que estamos viviendo y, sobre todo, porque es una forma de contar cómo fue la recuperación de la democracia, que nos interpela a todos. Es una invitación a reflexionar lo costoso que fue reconstruirla y lo costoso que es defenderla.

A casi un mes del intento de magnicidio a Cristina Fernández de Kirchner, ¿te parece que una película que enfatiza en la importancia de la democracia, puede incidir en la opinión pública?

Es una película que está buenísima para los jóvenes, sobre todo. Hay personajes clave de la historia que son jóvenes y demuestran valentía todo el tiempo y es una valentía bastante ignorante en algún punto, no consciente. Yo creo que eso toca una fibra para quien está viendo la peli. Lo débil que estaba la democracia y la exacerbación de la violencia me parece que es una interpelación a pensar, a darle la vuelta a este momento histórico. Es una invitación permanente a decir: “Si no lo hacemos nosotros, no lo va a hacer nadie”. Nadie va a cuidar más la democracia que nosotros. Esa es la democracia que estamos heredando. Si las Madres, las Abuelas y toda esa gente hizo que ese juicio existiera, hoy tenemos que defenderlo. Y defenderlo es hacernos parte del compromiso democrático que inició en 1983 y que bajo ningún punto de vista podemos volver a poner en crisis.

¿Cómo ves a tu generación en términos de politización?

Como hija de la democracia, nuestra generación está politizada, cree que podemos cambiar las cosas. Eso me parece que es valioso, el problema que tenemos es que quien está respondiendo a esa voluntad es la ultra derecha. Le está diciendo a los pibes que por ahí se va a resolver, que sean radicales en términos de la violencia, que sean antidemocráticos, que sean fascistas. Quizás ellos estén desarrollando una estrategia mucho más efectiva, por eso el peligro. Me parece que el problema está en el descreimiento de la democracia como forma de resolver esas diferencias de a dónde tiene que ir la patria El hecho de no creer en la democracia, en las instituciones, en las dirigencias es el problema mayor. En el 2001 la gente quería que se vayan todos y creo que hoy todo el mundo se siente capaz de hacer las cosas mejor en algún punto. Yo no sé si hoy hay indiferencia política, creo que hay una politización muy zarpada de todos de decir “me quiero comprometer con los asuntos públicos de la nación, quiero que la patria sea grande de nuevo”.