Por Nancy Fleita
Fotografía: Milagros Gonzalez

Hasta el 26 de febrero se exhibirán 35 películas de distintas partes del mundo con entrada libre y gratuita. También se podrá participar en actividades relacionadas a la temática: conversatorios, muestras de arte, talleres de cultivo, gastronomía y espectáculos.

El tercer Festival Internacional Cine Cannábico (FICC), único en la región, comenzó este miércoles con entrada libre y gratuita, en el patio de la Casa Nacional del Bicentenario (Riobamba 985, CABA). Hasta el 26 de febrero inclusive se podrán ver en pantalla grande 35 películas de 16 países con una amplia variedad de contenidos sobre la cultura del cannabis. Además, habrá conversatorios, debates sobre prohibicionismo y derechos humanos, muestras de arte, talleres de cultivo, gastronomía, espectáculos de música y fiestas. Cuenta con el apoyo del Ministerio de Cultura y, por primera vez, del INCAA.

La apertura estuvo a cargo de los co-directores del FICC, Malena Bystrowicz y Alejo Araujo. Se leyeron las palabras del embajador de Canadá, quien no pudo asistir al evento, pero envió una carta señalando la importancia del festival para ampliar el conocimiento y tratar temas que merecen debate. Por su parte, Bystrowicz destacó que el carácter gratuito es una política del Festival para llegar a más personas.

Luego de la apertura musical del grupo Recórcholis!,  se proyectaron los cortos: Glitter’s Wild Women de Roney (13 min., Canadá / 2018), una comedia surrealista sobre dos mujeres que viven aisladas en sus tierras de cultivo; Mi mundito con Monstruos (8 min. Argentina / 2022) de Fernando Gallucci, retrato de una drag queen perturbada por la monótona rutina del confinamiento; y por último, el largometraje Mateína (82 min., Uruguay / 2021) dirigida por Pablo Abdala y Joaquín Peñagaricano, que cuenta la historia de un futuro alterado por la prohibición de la yerba mate, una road movie en clave de comedia absurda.  

La programación completa se encuentra disponible en la página web, donde también el público puede votar su película preferida. Además, entre el 20 de Febrero y el 6 de Marzo, estas producciones se encontrarán disponibles en todo el país, de manera online, por Octubre TV

 El FICC se desarrollará durante la primera semana en la Casa Nacional del Bicentenario y, la segunda, en la Manzana de las Luces (Perú 294, CABA), con punto de encuentro para la fiesta el jueves 23 en Cave Canem (Chile 308, CABA). Las obras que se exhiben de distintas partes del mundo, como Brasil, Colombia, Uruguay, Canadá, Líbano, Estados Unidos y Alemania, recorren tanto los usos del cannabis: desde el arte,  la gastronomía, el cultivo y el uso medicinal, como las problemáticas que rodean el tema: la salud mental, prohibicionismo, justicia y derechos humanos. Así, la propuesta del festival señala que busca contribuir a superar prejuicios, brindando herramientas e información sobre la temática.

En diálogo con ANCCOM, la creadora y co-directora, Malena Bystrowicz señala: “Los temas que traen las películas son diversos aspectos del cannabis, desde datos científicos o datos súper específicos, a historias concretas, hasta cosas más amplias, donde lo central son otras historias. Pero el cannabis está ahí presente. Siempre lo que buscamos es que haya una diversidad tanto de los temas que atraviesan el cannabis, como de los distintos países del mundo, también de diferentes géneros, como documental, ficción, animación, cosas más experimentales. Además buscamos un equilibrio con respecto a la diversidad de géneros, de directores y directoras. Este año, el primero sin pandemia, pudimos ampliar mucho la propuesta: hay exposiciones de arte, fotos, tres conciertos, con el cierre de Kumbia Queers, vienen un montón de invitados, gente de Jujuy, Tucumán, Rosario también de Brasil, Chile, Uruguay. Siempre es un encuentro este festival”.

 El FICC se realiza de manera regular con circuito de competencia desde el 2021 y la idea del festival surgió a fines de 2018 en unas vacaciones. “Alejo y yo somos pareja –cuenta Malena–, los dos cineastas, gestores culturales. Los dos veníamos trabajando cada uno por su cuenta en festivales de cine de otras personas. Yo, como programadora puntualmente. Me di cuenta que me gustaba mucho, además de hacer películas, programar, ver películas que hacen otros y otras, seleccionar, combinar un corto con un largo, lo que se genera en esa combinación, armar secciones temáticas, todo lo que es diseño de programación me encanta. Empezamos a fantasear nuestro trabajo ideal, cómo podemos hacer para dedicarnos a esto, y el cannabis era un tema en común. Ambos éramos usuarios, de uso para placer, recreativo, pero también en la familia hacían un uso medicinal, y otros usos. Alejo tenía mucha información porque había empezado a militar un poco el respecto a lo canábico, las drogas, el prohibicionismo y los derechos humanos, así surgió la idea de un festival de cine cannábico.

 “Para el 2019 se sembró la idea, empezamos  a investigar y no había muchos en el mundo, sólo dos o tres que ni siquiera habían tenido continuidad y ninguno en la Argentina o en la región”, agrega la co-directora.

 

Lo que  empezó como una fantasía terminó en un Festival Internacional. “Lo hicimos en Montevideo por primera vez, en la Expo cannabis de Uruguay de 2019”, agrega. “Pasamos 15 pelis. Nos dimos cuenta, primero, que había películas sobre la temática y muy buenas; y, segundo, que era algo que interesaba. Fue un primer experimento. Teníamos un sponsor nada más y logramos hacerlo, fue más como una muestra y como una prueba. Al año siguiente, lo hicimos en Argentina y en Uruguay, con todas las limitaciones de la pandemia pero salió espectacular, expusimos en salas, con gente cinéfila y películas increíbles”, recuerda Malena.

En Uruguay usaron la Cinemateca, que es un lugar emblemático. En ese 2019  contaron con el  apoyo de algunas embajadas. En 2021 arrancó el festival, en competencia, con página web, un equipo más amplio y lo más importante: reconocimiento público. “Nos empezamos a hacer conocidos tanto en el ambiente del cine como del cannabis. Y nos dimos cuenta que era un espacio tapado por mucha desinformación y prejuicios: un tema que no se hablaba con libertad”, concluye.