Jul 18, 2019 | Comunidad, Novedades
Domingo 17 de julio de 1994, a la tarde
*Sofía Guterman, madre de Andrea Guterman.
Andrea Guterman llegó a la casa de sus padres con su novio para ver el último partido del mundial. “Qué lindo tenés el pelo”, le dijo Sofía a su hija que llevaba unos reflejos nuevos en su cabello largo. “Sí, pero anoche volví a soñar lo mismo”. A Sofía y a Andrea ese sueño las tenía intranquilas. Hacía unos meses que Andrea soñaba que la querían matar. “¿Pero quién te quiere matar?”, preguntaba Sofía. “No sé. No tienen cara. En el lugar hay muchas piedras. Pero ayer, cuando volví a soñar, estaban los abuelos. Me dijeron que no me preocupe, que ellos me van a cuidar”. Sofía intentaba calmar a su hija diciéndole que tal vez sus sueños se debían a las películas de suspenso que tanto veía.
Andrea, que trabajaba como como maestra jardinera en La gotita de agua, el jardín de infantes de Aguas Argentinas –institución a la que entró luego de rendir exámenes para los que se había esforzado mucho- se acababa de quedar sin trabajo. “Yo le sugerí que vaya a AMIA a buscar trabajo. Ella dudaba en ir porque nunca había entrado antes. Le dije que la acompañaba, como siempre. Me respondió: ‘Capaz voy mañana’. Pero yo justo ese día no podía porque tenía que preparar exámenes para los chicos que se llevaron materias. ‘No sé si voy a ir el martes. Se viene el Día del Amigo y voy a comprar regalitos para las chicas”.
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Domingo 17 de julio de 1994, a la noche
*Keren Weinstein -hija de Ana Weinstein-. Entonces, cuñada de Ileana Mercovich
El domingo a la noche Keren fue a cenar a la casa de sus suegros, en Belgrano, con su novio de aquella época, el hermano de su novio, y la novia del hermano, Ileana Mercovich. Comieron en familia, como una noche cualquiera. Entre charla y charla, Ileana comentó esa noche que estaba en busca de trabajo.
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Domingo 17 de julio de 1994, medianoche
A Sofía Guterman le contaron que los vecinos de la calle Pasteur comenzaron a salir a sus balcones a pesar del frío del invierno. El sonido de tres helicópteros en la cuadra no los dejaba dormir.
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Lunes 18 de julio de 1994, a la mañana
Keren Weinstein se despertó alrededor de las 8, se tomó el subte de la línea D para llegar a su trabajo en una agencia de publicidad.
Tres horas después, sonó el teléfono de línea. Su madre, minutos atrás, había saltando a una terraza vecina. Pidió un teléfono prestado a alguien de la casa de al lado. “Cuando atiendo era mi mamá, Anita, a los gritos, diciendo: ‘¡Estoy bien! ¡Estoy bien! Voló la AMIA”, recuerda Keren. Su madre, empleada de la mutual, le dijo que probablemente haya sido un escape de gas. “Voy para allá”, dijo Keren.
En cambio, Sofía Guterman no había podido dormir en toda la noche. El sueño del que le había hablado su hija la tenía preocupada. Entonces la llamó por teléfono, a las 9 de la mañana, para decirle que no salga de su casa, que ella la acompañaría otro día a presentarse en la AMIA. Pero la atendió el contestador. Andrea había salido temprano.
Sofía se sentó en la cocina a preparar los exámenes. A las 10:30 sonó el teléfono. Era el novio de su hija. “Me dijo: ‘¿Andrea está con vos? ¿Sabés si fue a AMIA?’. Le dije que no sabía. Me respondió: ‘Te dejo, te dejo, que estoy apurado’”.
Alrededor de las 11:00 sonó nuevamente el teléfono. “Mi marido me dijo que estaba intentando comunicarse con una familia, que habían sido vecinos nuestros y que en ese momento vivían cerca de Pasteur. Le pregunté por qué. ‘¿No sabés lo que pasó? Volaron la AMIA’, dijo. ‘Pero Andrea fue para allá’”.
“Cuando mi marido se dirige hacia AMIA, encuentra al novio de Andrea parado en la mitad del desastre”, cuenta Sofía. Mientras, ella junto a su hermana y una amiga, encontraron en la guía telefónica el jardín donde Andrea quería ir a anotarse primero, antes de dirigirse a la mutual. Llamaron y le dijeron que su hija salió del lugar una media hora antes de que estalle la bomba. “No era de preocuparnos, y no nos había llamado. Era muy puntual. Pero a las 13 empezamos a pensar que algo había pasado y a buscarla”.
Mientras los padres de Andrea Guterman comenzaban su búsqueda, un taxi dejó a Keren Weinstein y a una compañera de trabajo que la acompañó unas cuadras antes de Pasteur al 600. Había mucho tránsito y se escuchaban sirenas. Nadie sabía todavía con certeza qué había pasado.
Caminaron cuadras que parecían más largas que lo habitual esquivando vidrios rotos. Era un caos total. “Milagrosamente me encontré con mi mamá en una esquina, estaba intacta. Al lado había una chica que buscaba a su novio desesperada”.
Pocas horas después encontraron el auto de Ileana Mercovich estacionado cerca de AMIA.
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Horas después de la bomba
Keren y Ana Weinstein fueron al edificio donde estaban los familiares reunidos. Llevaban perros para ayudar a buscar y se organizaban grupos de voluntarios. “La gente venía desesperada. Ahora sí se sabía lo que había pasado. Decían quién estaba en cada hospital. Al rato llegó mi abuela con mi tía. Mi abuela, que es sobreviviente del Holocausto, estaba totalmente en shock por vivir una situación tan tremenda. Recuerdo cuando los rabinos avisaban que habían encontrado a alguien. El desgarro, los gritos de esa familia”, recuerda Keren. En un cuartito, con familiares en frente, ella -junto a otros varios- anotaban en una máquina de escribir descripciones físicas de las personas que no aparecían.
La presente es la lista de heridos y muertos hasta el momento:
Fallecidos en total: 26
Sin identificar: 15
Identificados: 11
Heridos en total: 142
Parte Informativo (18/7 23:40 hs.).
Paralelamente, Keren no podía comunicarse con su padre, quien, en la televisión, vio a la AMIA destrozada. La imagen que todavía los noticieros repiten una y otra vez. El padre no sabía dónde ir, en qué lugar buscar. Vivió la desesperación hasta que recibió el llamado en el que su esposa le decía que estaba bien.
A las 2 de la mañana del 19 de julio Keren y Ana llegaron a su casa. Sin embargo, aún les costaba entender lo que había pasado. Mirta Strier, compañera de trabajo cercana de Ana, era otra de las 85 víctimas.
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Una semana después
Sofía y Alberto Guterman estuvieron siete días buscando a Andrea. En la televisión se mostraba su foto. Pasaban los días ¿Dónde está Andrea?
La séptima noche ya casi se daba por finalizado el trabajo de búsqueda. Tras levantar una pared encontraron a todos los que habían ido a la Bolsa de Trabajo. Allí estaban también Andrea Guterman e Ileana Mercovich.
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25 años después
“Un día estábamos en una confitería. Andrea me miró y me dijo: ‘¿Cómo seré yo cuando tenga tu edad?’ Y yo le dije: ‘Sos joven. Vos vas a formar una familia. ¡La que va a sufrir el gran cambio voy a ser yo que voy a tener 25 años más!’. Y ¿sabés qué? Este año pasaron 25 años de esa conversación”, cuenta Sofía. Todavía hoy recuerda también ese sueño persistente de su hija, y reflexiona: “Fue como una premonición. Las piedras en el sueño, en el atentado los escombros. Andrea no les veía la cara. Y hasta el día de hoy nosotros tampoco sabemos quiénes fueron”.
Ene 2, 2019 | Novedades
Como cada jueves, desde hace dos años y medio cuando comenzó el juicio por encubrimiento del atentado a la AMIA -el 6 de agosto de 2015-, asistieron a la última audiencia familiares y amigos de víctimas, e integrantes de las querellas. Entre ellos estaba Diana Malamud, referente de la Asociación de Familiares y Amigos de las Víctimas Memoria Activa, quien perdió a su marido Andrés aquella mañana del 18 de julio de 1994, cuando una bomba explotó en la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA).
A casi 24 años del peor atentado terrorista cometido en suelo argentino, pocas son las certezas de lo que ocurrió ese día en que el edificio la calle Pasteur al 633, en el barrio porteño de Once, cuando quedó reducido a una pila de escombros, humo y cenizas tras una explosión que le arrebató la vida a 85 personas. Hasta el día de hoy, los autores materiales de la masacre continúan libres luego de que el juicio por el atentado, en el que 22 ciudadanos argentinos fueron acusados por complicidad finalizaran, en septiembre de 2004 todos absueltos. Los imputados habían sido señalados como la “conexión interna” que, según la principal hipótesis, habría colaborado con funcionarios del gobierno iraní y un miembro operativo libanés del Hezbollah para ejecutar el ataque. Una investigación plagada de irregularidades, tanto por parte de las fuerzas policiales como de los servicios de inteligencia, así como el accionar de las propias autoridades judiciales del caso fueron los causantes de que el juicio fuera declarado nulo, de que los criminales nunca fueran identificados, y de que el atentado aún permanezca impune.

Daiana Malamud sigue reclamando verdad y justicia por la muerte de su marido en el atentado a la AMIA.
Ahora, aquellos encubridores deben rendir cuentas por su repudiable proceder durante el transcurso de la causa AMIA, en un nuevo juicio que tiene en el banquillo de los acusados a Juan José Galeano, ex juez instructor de la causa; los ex fiscales Eamon Mullen y José Barbaccia; el ex titular de la SIDE, Hugo Anzorreguy, junto con otros integrantes de los Servicios de Inteligencia, el ex agente Patricio Finnen y el ex subsecretario Juan Anchezar; el ex comisario Jorge «Fino» Palacios y el ex policía Carlos Castañeda; el ex presidente de la DAIA, Rubén Beraja; el ex Presidente de la Nación, Carlos Menem. Carlos Telledín, último propietario de la Trafic en cuyo interior se hallaría la bomba, su esposa Ana Boragni y su ex abogado Víctor Stinfale, completan la lista de los acusados.
Memoria Activa es una de las 31 querellas reunidas en seis cabezas de querella que participan en el juicio por encubrimiento junto con las asociaciones de familiares 18J y Apemia, la Dirigencia comunitaria judía AMIA – DAIA, Policías Bonaerenses y la Unidad AMIA del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos que representa al Estado Argentino. Todos ellos buscan que los autores del atroz crimen, así como los funcionarios que los encubrieron, sean juzgados.
O por lo menos eso es lo que parecía al principio. A contracorriente del resto de los querellantes, la Unidad AMIA –que ya había pedido la absolución del ex Comisario Palacios- decidió en su alegato no solicitar penas para los ex fiscales Eamon Mullen y José Barbaccia, quienes aparentemente tendrían vínculos cercanos con el Ministro de Justicia, Germán Garavano. El alegato fue anunciado por el abogado Juan José Console, recientemente elegido para que represente al Estado en reemplazo de Enrique Ventos (desplazado aparentemente por no estar de acuerdo con librar de penas a los fiscales imputados). Console había sostenido en relación a la culpabilidad de Mullen y Barbaccia: “No se ha podido arribar a una plena convicción de su participación en los hechos”.
Pero aun cuando el polémico abogado fue apartado del caso por el Tribunal Oral Federal Nº 2 en la última audiencia con el argumento de que su participación en el juicio “resulta incompatible” con el cargo que ocupa en el Consejo de la Magistratura de la Ciudad de Buenos Aires, los jueces Jorge Gorini, Karina Perilli y Néstor Costabel dieron igualmente por válido el alegato presentado por la querella del Ministerio de Justicia, al que se oponen las demás querellas, y que generó repudio y malestar entre los familiares de las víctimas.
Tras el cuarto intermedio de la etapa de alegatos, Diana Malamud dialogó con ANCCOM para comentar los avances –o más bien, los retrocesos- del juicio por encubrimiento.
Los jueces del TOF 2 finalmente decidieron apartar a José Console, abogado de Unidad AMIA designado por el Gobierno. ¿Memoria Activa está satisfecha con esa decisión?
A medias en realidad, porque concretamente estaba inhabilitado, eso era obvio, y no debió haber presentado el alegato. El tema es que para nosotros tampoco era válido el alegato que presentaron, ya que hubo una denuncia de los demás abogados de que eso no constituía lo que pensaba la querella. Pero esa es una decisión del tribunal.
¿Qué repercusión tiene para ustedes como querellantes y familiares de víctimas el hecho de que quienes fueron asignados para investigar el atentado contra la AMIA sean juzgados por encubrimiento?
Es difícil, porque es como el mundo del revés. Uno confiaba en estas personas -tanto el ex juez Galeano como los ex fiscales Mullen y Barbaccia, los miembros de los Servicios de Inteligencia y de la Policía- que eran los que tenían que investigar, y en cambio nos mintieron, encubrieron a los perpetradores, e hicieron todo tipo de maniobras delictivas para hacer negocios y para que nosotros nunca tengamos verdad ni justicia. De hecho, son los culpables de que a tantos años del asesinato de nuestros familiares todavía no tengamos nada. Ni siquiera sabemos bien qué sucedió ese día. Pero por lo menos los encubridores están siendo juzgados y esperamos que haya condenas firmes y duras para ellos.
¿Y qué significa para ustedes que entre los acusados estén Rubén Beraja, ex presidente de la DAIA, e importantes figuras políticas como el ex Presidente Carlos Menem y el ex titular de la SIDE, Hugo Anzorreguy, entre otros?
Eso habla de hasta dónde llegó esto, de todo lo que son capaces de hacer porque tienen el poder y en definitiva de lo poco que les interesa la gente. Muchas veces se llenan la boca de que gobiernan y hacen las cosas para los ciudadanos, pero en estas cosas uno se da cuenta de que no es así, sino que tienen otros intereses. Y lo que aprendí en estos años es que, generalmente, estos intereses están atados al tema dinero y no a otra cosa, ni siquiera a otro tipo de lealtades. Esta gente solo tiene lealtad con el dinero.
¿Por qué creen que la querella que representa al Estado no solicitó penas para los ex fiscales Eamon Mullen y José Barbaccia?
Fundamentalmente porque Mullen y Barbaccia son amigos del Ministro de Justicia, Germán Garavano. Esta decisión tiene que ver con la relación de los ex fiscales con Garavano y vaya a saber qué otras cosas que uno desconoce.
¿Cree que desde el Ministerio de Justicia se busca lograr la impunidad para los acusados?
Por lo menos para Mullen y Barbaccia sí, absolutamente. Esto ni siquiera se ha escondido, lo han hecho público.
El año pasado, a raíz de la renuncia de dos abogados de la Unidad AMIA –querella del Estado-, Memoria Activa publicó una carta abierta al Presidente Mauricio Macri en la que sostenía: «Lo que se busca desde el gobierno es encubrir a los encubridores que están siendo juzgados desde agosto de 2015».
Así es, y esto viene a ser como la frutilla del postre. Lo que acaban de hacer es muy vergonzoso. La verdad es que uno piensa: «Si el Ministro de Justicia hace eso, ¿qué nos queda a los argentinos?» Es algo muy tremendo y muy doloroso, porque uno piensa que pueden hacer cualquier cosa solamente porque uno es ministro de tal cosa o tal otra, o pertenece a este Gobierno. Pero las cosas no son eternas y este juicio precisamente demuestra eso, que quienes acusaban en ese momento ahora están en el banquillo de los acusados.

Daiana cree que desde el Gobierno están encubriendo a dos ex fiscales por su vínculo cercano al ministro Garavano.
¿Qué estrategia tienen para evitar que en este juicio se cometan las mismas irregularidades que hicieron que el juicio por el atentado fuera declarado nulo?
La única estrategia que tenemos nosotros es la lucha que siempre hemos hecho, la denuncia constante y tratar de que se haga justicia y de que tengamos algo de verdad. Es nuestro único interés. Y esta ha sido nuestra estrategia, tener claro siempre qué es lo que queremos, y lo que queremos es justicia para nuestros familiares.
¿Cuál cree que será el resultado final del juicio?
Tenemos la esperanza de que haya condenas para todos, y condenas duras, efectivas y ejemplificadoras. Que quede claro que no porque alguien haya sido juez o tenga un puesto en el Gobierno pueda hacer cualquier cosa. Sería educativo, de alguna manera, además de que delinquieron. Cometieron un montón de actos que el Código Penal marca como delitos, y eso es punible. Esperamos que el Tribunal los condene a todos.
¿Teme que la causa por encubrimiento del atentado pueda terminar con todos o algunos de los acusados impunes, como ocurrió en el juicio por el atentado?
Uno siempre tiene miedo, pero la realidad es que nosotros hacemos lo que pensamos que tenemos que hacer. Iremos a la Cámara en protesta si eso ocurre e iremos a otras instancias. Ojalá eso no pase.
A casi 24 años del atentado, ¿tiene expectativas de que los autores del crimen sean juzgados?
En lo personal, no. Creo que si de algo son culpables todos estos delincuentes que están siendo juzgados hoy es precisamente de haber impedido eso, de habernos alejado de la posibilidad de que los verdaderos autores del crimen, los que pusieron la bomba y mataron a mi marido y a otras 84 personas algún día estén entre rejas. Yo, a esta altura, lo veo imposible.
¿Cree que es posible llevar a cabo un nuevo juicio por el atentado?
No hay contra quién iniciar un nuevo juicio porque no existen pruebas. No hay nada, no sabemos nada. Es una causa vacía. Y después de tantos años, es muy difícil empezar una investigación. Esto es consecuencia de la mala investigación que hicieron en primera instancia. Cada año que pasó nos alejó más de la posibilidad de obtener verdad y justicia.
¿Cómo piensan seguir adelante una vez que finalice el juicio por encubrimiento?
Nosotros tenemos todavía la causa abierta en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y seguimos denunciando todo tipo de maniobras de encubrimiento que siguen ocurriendo. Y seguimos con la expectativa de que la Unidad Fiscal que ahora está a cargo va a seguir trabajando, que se pueda llegar a algo y se puedan realmente desclasificar toda la información que hoy está clasificada y que aún no pudimos ver. Vamos a ver qué pasa. Ya son muchos años, casi 24 años. Yo creo que ya es casi imposible descubrir la verdad, lamentablemente.