La Secretaría de la Niñez, Adolescencia y Familia también es víctima del ajuste

La Secretaría de la Niñez, Adolescencia y Familia también es víctima del ajuste

ATE, CTA y la Junta Interna de la exSecretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia denunciaron la degradación del organismo, el despido de decenas de trabajadores y el caos administrativo por la falta de designación de autoridades. Convocan a una radio abierta para mañana, jueves 15, frente a la actual Subsecretaría.

Los trabajadores de la ex Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (SENAF) denuncian la degradación del organismo a subsecretaría, el despido de decenas de trabajadores y un “caos administrativo” relacionado con la no designación de autoridades.

En el texto del comunicado en el que difundieron la denuncia, firmado por ATE, la CTA y la junta interna de la SENAF, se advierte que fueron despedidas 61 personas contratadas durante el 2023 “para cubrir bajas en áreas críticas”. Además, se señala que aún podría haber más rescisiones de contratos.

En diálogo con ANCCOM, Adolfo Dardik, secretario general de la junta interna de la Subsecretaría, explicó que “los despidos llevaron a que sobrecarguen a las cuidadoras y a los enfermeros de los hogares para adultos mayores”. En este sentido, lamentó: “si le sumás la quita de horas extras, se hace casi imposible mantener los estándares de calidad de asistencia que veníamos presentando. Todo esto implica un latente achicamiento de todas las plantas, un desfinanciamiento por parte del Estado nacional y una caída de toda la intervención territorial desde las políticas públicas. Los afectados son sectores de la sociedad muy golpeados y marginados, lo que perjudica la relación sociedad y Estado.”

Los dirigentes sostienen que los trabajadores deben hacer frente a una explotación laboral extrema con la incertidumbre de quedarse en la calle, en un contexto donde la inflación y la pobreza crecen a niveles estratosféricos.

A esto se le añade el hecho de que muchas veces son ellos mismos quienes tienen que comprar los recursos que debería brindar el Estado. “Esta semana nos avisaron que en uno de los hogares de adultos mayores ya se quedaron sin pañales y el proveedor no lo repone por falta de pago; en un centro de desarrollo infantil tienen comida por tres días más. Es alarmante. Lo solucionamos con aportes solidarios que venimos haciendo, con donaciones y cooperadoras. Son parches que no deberían existir”, declaró Dardik.

Por otro lado, desde ATE también indicaron que el gobierno nunca asignó funcionarios para el área, por lo que hay un “caos administrativo” que tiene como resultado “la falta de aplicación de políticas para el trabajo cotidiano”. 

En este sentido, el secretario de la junta interna aclaró que no hay ningún canal de comunicación con las autoridades de la Subsecretaría dependiente del Ministerio de Capital Humano: “Lo único que tenemos son algunas cosas que ha dicho la ministra, con quien tenemos abismales diferencias desde lo ideológico, desde lo metodológico y también desde la disputa del sentido. Ella habla de beneficencia y caridad, nosotros hablamos de justicia social”. 

Se trata de una situación que tiene de rehenes a miles de personas: “Estamos hablando de más de 1.200 pibas que son víctimas de violencia de género; de más de 11 mil capacitadores que se fueron formando a lo largo de los años como cuidadores de adultos mayores; contamos con más de 10 centros recreativos a lo largo de todo el país, en los cuales el año pasado pasaron más de 150 mil chicos con diversas actividades culturales, artísticas, recreativas; tenemos la línea 102 enfocada en los derechos de niños, niñas y adolescentes que el año pasado recibió más de 35 mil llamadas. Tenemos un peso descomunal en todo el territorio, con apenas 2.436 trabajadores y trabajadores”, precisó Dardik. 

Desde ATE solicitaron una reunión con las autoridades del Ministerio de Capital Humano para plantear las diversas problemáticas que están atravesando, pero no tuvieron respuesta. Por ese motivo, convocaron a una radio abierta para el jueves 15 en la Subsecretaría, ubicada en Perón 524. Allí se elaborará un documento que será enviado a la Comisión de Familia, Juventud y Adolescencia de la Cámara de Diputados. 

“Queremos que los legisladores expresen qué piensan con respecto a las políticas de desfinanciamiento, porque lo que quiere el gobierno es desguazar el Estado para regalarle negocios a sus amigos”, concluyó el gremialista. 

«Vendepatria»

«Vendepatria»

Tras el anuncio del presidente Javier Milei del megadecreto que deroga la Ley de Alquileres, derechos laborales y promueve las privatizaciones entre otras 300 medidas, miles de porteños armaron cacerolazos espontáneos en distintos barrios. Algunos confluyeron en el Congreso. Mirá las fotos de ANCCOM.

En la primera marcha contra el ajustazo hubo un desfile policial

En la primera marcha contra el ajustazo hubo un desfile policial

Cuando se cumplieron 22 años del estallido social de 2001, se realizó la primera marcha opositora al gobierno de Javier Milei. Hubo una sobreactuación de la Policía y la Gendarmería: centenares de uniformados custodiaron la movilización de la izquierda a Plaza de Mayo. Se cortó la calle pero no hubo disturbios y no se efectivizó el protocolo Bullrich.

Son las tres de la tarde en el microcentro porteño. Los rayos del sol se reflejan sobre los cascos de los más de 200 efectivos de la Policía de la Ciudad que, apostados sobre la esquina oriental de Diagonal Norte y Esmeralda, observan cómo un centenar de militantes del MST cantan contra el presidente Javier Milei. Es 20 de diciembre y se cumplen 22 años del estallido social ocasionado por la peor crisis de la historia argentina.

Desde aquella jornada que culminó con la renuncia de Fernando De la Rúa, anualmente movimientos de izquierda y organismos de derechos humanos han marchado a la Plaza de Mayo para recordar a los más de 39 asesinados por las fuerzas represivas del Estado.  

La convocatoria de este año se dio en la antesala de la presentación de un DNU que apunta  a desregular la economía, desarrollar una reforma laboral anti obrera y privilegiar los intereses del poder económico. 

Es por eso que ahora los manifestantes cantan contra los negociados y las políticas que oprimen a las clases populares. Tal vez no lo sepan, pero están formados junto a la escultura de Lisandro de la Torre, aquel diputado al que intentaron asesinar por denunciar que la oligarquía argentina había hecho un pacto con el Reino Unido para enriquecerse a costa de la soberanía nacional. De alguna manera, pasado y presente se unen esta tarde para recordar que el patriotismo es una amenaza para los negociados de los grupos concentrados de la economía. 

Cerca de 100 efectivos de la Policía Federal arman un corral que impide que los participantes de la manifestación se muevan del único carril que ocupan. 

  • Yo soy del área audiovisual. Sabemos que se va a intervenir el INCAA — expresa una mujer de unos 50 años mientras sostiene una bandera en la que se lee “Evitemos el apagón cultural” —. Nos acusan de corruptos, de hacer películas que no ve nadie. Por eso marchamos, para que la cultura no se transforme en una mercancía. 

Mientras habla, observa cómo el personal de Infantería que estaba sobre su flanco derecho ahora toma los escudos, pasa por delante de ella y reemplaza a la pared humana que impedía el avance hacia la calle.

  • Este despliegue le cuesta al país todo lo que de alguna manera se le está sacando en materia de subsidios. Este hombre dice que no tiene plata, pero sí la tiene para esto — advierte el trotskista Jorge Altamira, sin miedo de que lo escuchen los policías parados a menos de un metro de distancia —. Es un papelón, es una escena que cuando salga en la televisión internacional, van a decir que Argentina entró en la vergüenza. 

Desde las otras veredas, los vecinos del barrio observan a las personas marchar como si fuera un fenómeno incomprensible. Es una mirada similar a la que tenían los porteños en 1945 cuando desde sus balcones veían a decenas de obreros conurbanos caminar las mismas calles y mojar los pies en las fuentes que aún permanecen frente a Casa Rosada. Observan desde lejos, como quien queda absorto por una bestia a la que desea conocer, pero bajo ciertas medidas precautorias.

Para los extranjeros también es un espectáculo. Pasan en los colectivos turísticos y sacan fotos de los carteles del Partido Obrero. Los que van a pie sacan su celular, graban, se ríen en idiomas indescifrables y vuelven a grabar. 

A las cuatro y cuarto, Infantería permite que se ocupe la avenida. De a poco, la masa avanza hacia Plaza de Mayo mientras canta “Unidad de los trabajadores y al que no le gusta, se jode”.  

La manifestación se mueve bajo la mirada de la ex ministra de Seguridad, Sabina Frederic, quien permanece parada en el cordón de la vereda con los brazos cruzados

  • Hoy hubo episodios que fueron irregulares, probablemente ilegales, tendrá que decidirlo la Justicia — denuncia — Está claro que el protocolo es inaplicable, que la Ciudad de Buenos Aires no lo hizo suyo, porque hoy emitió un comunicado recordando los puntos de concentración y estabilizando a los desorganizadores. 

Al llegar a la Catedral, los manifestantes optan por no pasar la Pirámide de Mayo y pararse sobre Bolívar, frente al Cabildo. La Policía Federal arma una nueva hilera, esta vez desde la entrada al subterráneo, en la esquina de Hipólito Irigoyen, hasta la mitad de la Plaza. 

De repente, el ruido de los bombos y redoblantes es interrumpido por el de las sirenas. Diez segundos más tarde aparece una unidad de Gendarmería que es escoltada por otra, junto a un camión hidrante. Luego de abrirse paso entre la gente que ocupaba la calle, estacionan a metros de la sede central de la AFIP. Bajan con cascos, escudos, rodilleras y coderas. Son como una especie de robocops verdes que cobran en pesos y que ahora se paran detrás de la fuerza porteña para armar un doble cordón. 

Otro camión aparece, pero no lleva armas, sino parlantes y micrófonos. Al llegar a Rivadavia y Bolívar las puertas laterales del acoplado se abren y se suben algunos oradores. Gritan contra el ajuste, la represión y el ataque al sistema democrático; recuerdan que algunos de los responsables de la barbarie del 2001, como Federico Sturzenegger y Patricia Bullrich, el 10 de diciembre volvieron a ser gobierno. Luego llaman a mantener la lucha y a trabajar para evitar que la especulación financiera termine de aplastar a una clase popular ya herida de muerte. 

Mientras todo esto sucedía, Javier Milei se hizo filmar en el Departamento Central de Policía monitoreando a través de  una pantalla gigante todo el operativo, como si estuviera al frente de un ejército en guerra, ladeado por su ministra de Seguridad Patricia Bullrich y su ministra de Capital Humano Sandra Petovello. En su línea se veía a sus tiktokers Iñaki Gutiérrez y Emilia Rolón filmando la escena con sus celulares.

Cuando llegan las seis de la tarde, las columnas se alejan por Avenida de Mayo hacia 9 de Julio. Es el mismo camino que 22 años atrás realizaron miles de argentinos para pedir ante el Congreso y la Casa Rosada que se vayan todos los políticos, mientras las balas de goma llenaban el asfalto de sangre. 

Hoy el pedido es otro: que por primera vez paguen los platos rotos quienes empobrecieron el país y no los que día a día se enfrentan a la posibilidad de ir a dormir sin comer. 

A las nueve de la noche ya no hay militantes en el microcentro. Con la tranquilidad de tener la Plaza despejada, el presidente Javier Milei inicia una cadena nacional desde Casa Rosada, escoltado por su gabinete. 

Está sentado detrás de una mesa, en la cual solo hay un vaso, un estuche para lentes y las tres hojas en las que se resume la transformación del Estado. Se derogan 300 leyes, pero elige poner el foco en 30, entre las cuales se destaca la Ley de Alquileres. 

La respuesta no tardó en llegar. Al igual que aquella noche de diciembre del 2001, pocos minutos después del anuncio,  el ruido de cacerolas volvió a sonar en la Ciudad de Buenos Aires no solo como protesta, sino también como recuerdo de que los métodos de lucha utilizados durante el estallido siguen presentes en la memoria popular. 

“Anunciar medidas contra el pueblo en esta fecha es una cínica provocación”

“Anunciar medidas contra el pueblo en esta fecha es una cínica provocación”

María Arena, viuda de Gastón Riva, una de las víctimas de diciembre de 2001, y Martín Galli, sobreviviente de la Masacre en Plaza de Mayo, contaron cómo viven este aniversario en un contexto político particular y con medidas que buscan restringir toda protesta y manifestación de descontento en medio de un brutal ajuste.

Diciembre es un mes marcado por los festejos, los reencuentros con amistades y la familia para despedir el año y desearse lo mejor mutuamente. En nuestro país, diciembre siempre estará teñido de tristeza por la sangre que dejaron hace 22 años las balas policiales en todo el país, para ahogar aquellas movilizaciones signadas por la consigna “piquete y cacerola, la lucha es una sola”

Los ánimos ya estaban caldeados, la recesión económica estaba presente desde hacía décadas, la Convertibilidad llegaba a su fin y el “corralito” que limitaba la extracción a 250 pesos/dólares en los bancos, ambas medidas implementadas por Domingo Cavallo, hicieron estallar al pueblo. Con el ruido de los cacerolazos en los balcones cada noche y con saqueos a supermercados y a todo tipo de comercios, comenzó a gestarse el famoso: “Que se vayan todos, que no quede ni uno solo”. 

Las protestas no se hicieron esperar, el 19 y 20 de diciembre una multitud se concentró en la Plaza de Mayo. Se convocaron todos, sin importar las diferencias, porque diciembre del 2001 lo sufrió todo el pueblo argentino. 

Gastón Riva fue una de las víctimas fatales. Falleció de un tiro en la esquina de Avenida de Mayo y Tacuarí, luego de haber hecho un reparto de mensajería con su moto y haber decidido manifestarse. Su mujer no estaba segura de si se encontraba allí o no, pero lo suponía ya que el día anterior le había hablado de su intención de salir a la calle. Cuando vio una persona muerta con ropa parecida a la Gastón, se desesperó. Horas más tarde confirmó que era su marido. “Hoy en día decido no ir a las marchas, pero sí a los homenajes que hacemos cada año. No abandonamos nunca el recuerdo, la memoria”, dice María y cuenta que el cambio de vida fue rotundo desde lo sucedido: “Principalmente en lo personal, en lo que implica mis ideas, siempre tuve una mentalidad anti policía y antirrepresiva. Simplemente lo que hizo fue recrudecer ese pensamiento”. Al pensar en su marido, María recalca: “Si Gastón estuviera acá pensaría lo que pensó en ese momento y saldría a reclamar por una Argentina mejor. Estaría peleando por los derechos de los argentinos y argentinas”. 

Párrafo aparte merecen los motoqueros que aquel 20 de diciembre se convirtieron en la “caballería” de los manifestantes, en la batalla que se daba con piedras contra balas en el centro porteño. Años más tarde, la creación del primer sindicato (Simeca) tendría mucho que ver con aquel legado de Riva y sus compañeros.

Vivir para contarlo

Martín Galli es uno de los sobrevivientes de la crisis del 2001. Ese día estaba descansando y recuperando el aliento junto con unos compañeros luego de haber escapado de la Policía Montada que los corrió hasta el Obelisco, cuando dos autos y una camioneta que venían del lado de Constitución frenaron y bajaron policías con armas largas. Con poco tiempo para reaccionar, recibió una bala en la nuca, su amigo Alberto Máquez cayó muerto, mientras que otro, el Toba, lo salvó al contener su herida y hacerle RCP. 

En aquel entonces realizaba un terciario en el Joaquín V. González y trabajaba con una moto. “El corralito a mí no me afectó, no tenía plata. Vi el día anterior que la policía estaba reprimiendo a las Madres de Plaza de Mayo en la plaza y dije ‘yo tengo que estar ahí’. No era tanto conciencia política, sino social”, recuerda. 

Martín necesitó tiempo para recuperarse tanto física como anímicamente por lo vivido, hoy es bibliotecario en La Boca y padre de familia. Decidió asistir como todos los años al recorrido de los heridos y familiares de asesinados, “pero lo hicimos con temor, con precaución por el contexto de este año que no lo vivimos ni cuando estaba Macri”, señala Galli. 

20 de diciembre de 2001. 

Respecto al contexto actual, María opina que “se está perdiendo el foco, no se está haciendo lo suficiente para difundir, para que sepamos la historia. En general en los colegios no se habla, hay excepciones, pero los más jóvenes no saben la historia. Se pasa por arriba y esas son cosas que luego habilitan a que suceda lo que está sucediendo: que haya nuevamente un gobierno, en este caso, de ultraderecha que piensa anunciar una catarata de medidas que afectan al pueblo. Y me parece una provocación muy grande que lo haga hoy, en esta fecha”. 

Así también lo piensa Martín, quien opina que no le parece ninguna casualidad elegir este día para anunciar las medidas, “hay un poco de cinismo”. Hace unos años pensaba que “la rabia social sigue estando, pero se canaliza en la ultraderecha”. Casi como que la vió venir. A raíz de esto, comenta: “Veo un futuro complicado. Me cuesta creer que la gente haya elegido a los mismos que nos metieron en esto hace veinte años y un poco también en el 2015. Hay una falta de conciencia social, de clase, de entendimiento de cómo es realmente la historia política, de que somos un país periférico y estamos muy condicionados”.

Otra vez el ajuste es a los más débiles

Otra vez el ajuste es a los más débiles

Tres economistas de diversa mirada ideológica, Pablo Tavilla, Christian Buteler y Esteban Mercatante, analizan el paquete de medidas restrictivas del ministro de Economía Luis Caputo. Pronósticos de recesión, despidos y aún más inflación.

El “Caputazo”, el paquete de diez medidas anunciado por el actual ministro de Economía, Luis Caputo, parece ser solo el principio de una serie de políticas que vendrán acompañadas de una mayor desregulación financiera, achicamiento del Estado y mayor ajuste. Medidas que se suman al discurso de asunción del presidente Javier Milei, que alertó acerca de una inflación creciente y recesión en los próximos meses. Esteban Mercatante, Christian Buteler y Pablo Tavilla, economistas con distintas cosmovisiones, analizan en diálogo con ANCCOM estos pasos iniciales del gobierno en el área económica, el impacto de lo propuesto y si realmente era necesario el ajuste o había alternativas.

“El ajuste era necesario, el modelo anterior estaba acabado”, afirma Buteler. El analista financiero asegura que se trata de un plan clásico para bajar la inflación y conseguir equilibrio fiscal, pero que “va a terminar generando inevitablemente una recesión”.

Buteler advierte que se vienen meses de fuerte recesión e inflación. “Como punto de partida es difícil que la sociedad soporte estas políticas en un país que ronda el 40% de pobreza, pero el gobierno debe mantenerse firme en la decisión para esperar los resultados positivos”. Da un panorama un poco más alentador al afirmar: “Los resultados negativos son los inmediatos, los beneficios vienen más a un mediano y largo plazo”.

A pesar de creer que la herencia, dejada por el gobierno de Alberto Fernandez, es crítica y problemática, Buteler sostiene que “la idea es que todo este esfuerzo que hace la gente pagando el ajuste es para evitar caer en una hiperinflación; por lo tanto, si la hiperinflación  se termina dando, el programa de Caputo no habrá sido exitoso y será el responsable”.

Esteban Mercatante, por su parte, plantea que “se promete un paraíso de ocio para las clases empresarias y para el resto es sangre sudor y lágrimas”. El economista, militante del PTS, afirma que se anunció un ajuste fiscal muy drástico. Y sostiene que más allá de cuestiones simbólicas, como la reducción de ministerios y por ende la reducción de cargos jerárquicos en el Estado, el corazón del recorte está en la reducción fuerte de subsidios de servicios públicos y la obra pública. “Lo único que se anunció como una compensación es la duplicación de la asignación universal por hijo y la tarjeta alimentar, pero en el marco de una inflación mensual de por arriba del 20%, esa duplicación va a tener un efecto prácticamente nulo; además de que estos programas solo alcanzan a menos de la mitad del 10% más pobre”.

Por su parte, Mercatante no fue tan optimista en cuanto a las consecuencias a mediano plazo que pueda llegar a tener el plan económico de Javier Milei. “Se subestima el impacto que va a tener el enfriamiento de la economía, entre el alza inflacionaria que va a poner en crisis el tipo de cambio y la dificultad para lograr las metas fiscales que son demasiado optimistas, puede hacer que un plan que tiene puntos medio inciertos empiece a entrar en crisis en marzo o abril del año que viene”.

Mercatante tampoco cree que el ajuste sea necesario o inevitable. Afirma que se tiende a naturalizar que hay que hacer los ajustes sobre la clase trabajadora, que es la que menos recursos tiene, pero “no se pone en discusión medidas que puedan afectar a los que se enriquecen de nuestras crisis”.

Un poco más alineado a este punto de vista, es el del licenciado en Economía Pablo Tavilla que sostiene: “Son medidas que tienen que ver con el discurso acerca de que todos los problemas en Argentina se deben a ciertos despilfarros que tienen que ver con el gasto público y la clave de todo es el déficit fiscal”. Agrega que “es un problema de diagnóstico”, en el sentido de que el problema central de la Argentina tiene que ver con la restricción externa o falta de divisas.

“Esto no implica que la economía Argentina no tenía muchos desequilibrios, una alta inflación y no plantee una necesidad de darle una respuesta a eso; era necesario un plan de estabilización y un ajuste, el problema es que quedó en manos de alguien que dice que la ‘justicia social’ es un robo”, asegura Tavilla.

Bajo la lógica del actual gobierno se usa la línea del ajuste con el fin de estabilizar y bajar la inflación y un crecimiento a mediano o largo plazo que va a estar liderado por la suba de inversiones y las exportaciones. “Solo basta mirar el gobierno de Macri para ver que esto no sucede”, dice el economista.

Tampoco hay un futuro motivador desde su punto de vista. En el corto plazo afirma que estas medidas no son antiinflacionarias y que, al contrario, pueden llevarnos a un espiral similar a los tiempos del gobierno de Alfonsín. “Además la recesión es funcional al disciplinamiento social, es decir, caen los salarios, la actividad económica, despidos y desempleo. Que creo que es lo que buscan, generar una distribución de ingresos diferente”, concluye Tavilla.