“A mí ya me cagaron la vida, no puedo dejar que se lo hagan a mis hijas también”

“A mí ya me cagaron la vida, no puedo dejar que se lo hagan a mis hijas también”

Hace nueve meses Daniel Santucho recuperó su identidad y se convirtió en el nieto restituido 133. Además de reencontrase con su familia, en este tiempo, declaró en un juicio de lesa humanidad, visitó el Pozo de Banfield donde nació y su hija lo llevó a la escuela para hablar por el Día de la Memoria.

Daniel Santucho es el nieto restituido número 133 por las Abuelas de Plaza de Mayo. Hace nueve meses, tras un análisis de sangre, confirmó que es hijo de Cristina Navajas, desaparecida durante la última dictadura, y de Julio Santucho, quien se vio obligado al exilio. La búsqueda de la verdad iluminó su historia y hoy sabe que nació en el centro clandestino de detención, tortura y exterminio conocido como el Pozo de Banfield, cuyos responsables fueron condenados el pasado 26 de marzo después de un juicio que duró tres años y medios. Hoy tiene dos hijas y a través de su testimonio busca generar conciencia sobre el accionar criminal del gobierno militar para que eso no se repita. “Considero necesario enseñar a la sociedad y, sobre todo, a aquellas nuevas generaciones que desconocen lo que pasó para que sepan la verdad de la historia y que no se repita”, sostiene. 

¿Cómo surgió el interés para descubrir tu identidad?

 Necesitaba saber la verdad después de haber vivido muchos años en una mentira. Las sospechas empezaron cuando tenía 21 años, tras la muerte de quien yo creía era mi madre. Una hermana de crianza, 20 años mayor que yo, me dijo que ella pensaba que no era hijo de quienes, hasta ese momento, consideraba como mis padres y que no entendía porque nunca me lo habían dicho. Ella era adoptada, pero lo sabía, conocía a su mamá biológica.  

¿Tenías dudas antes de ese momento?

No, yo no tenía ninguna duda. Aunque, durante mi adolescencia había actitudes de mi apropiador cuando aparecían las Abuelas en los medios que me hacían ruido, había una partida de nacimiento que decía que ellos eran mis padres y yo creía eso. En ese momento había mucha impunidad, yo fui anotado como si hubiera nacido un 24 de marzo de 1977, a un año del golpe, fecha que con el paso del tiempo fue tomando otro significado para mí. Pero, incluso después de que hablé con mi hermana, viví muchos años con la duda porque cada vez que quería hablar con quien creía mi papá, y le transmitía mi inquietud él evitaba la situación o inventaba para salir del paso.

«A pesar del tiempo que nos arrebataron, hoy estamos todos juntos y eso es lo que importa», dice Daniel. En la foto, acompañado por su hermano, el Miguel Santucho.

¿Cuándo decidiste acercarte a Abuelas?

 Mi primer contacto con Abuelas fue en el año 2019. En ese momento me había separado y era un tiempo de cambios en mi vida, en el que sentía que me tenía que hacer cargo de mi historia. En ese encuentro me acerqué más que nada por impulso y presenté lo que sabía hasta ahí y las dudas que tenía. Me escucharon y me dijeron que busque toda la información posible y que necesitaba un acta de nacimiento. Como había pasado mucho tiempo yo ya no tenía una en mi poder así que me acerqué a realizar el trámite. Pero quedó en eso porque mientras esperaba los papeles, estalló la pandemia y quedó todo parado, yo no volví a ocuparme del tema.

Después de la cuarentena, mi apropiador enviudó por segunda vez y se acercó a pedirme ayuda, yo empecé a visitarlo más seguido y al tiempo me pidió que viviera con él, que había muchas personas que se aprovechaban y que le sacaban plata. Así que tomé la decisión de mudarme a su casa. Durante esta convivencia fueron saliendo a la luz cada vez más mentiras. Yo ya era una persona adulta, no era un chico y ya tenía incorporado en mi inconsciente que algo andaba mal. Cuando volvía de trabajar me enteraba que las personas de las que lo tenía que cuidar habían estado y que él las dejaba pasar, me empecé a dar cuenta de que me mentía y teníamos discusiones un día tras otro. También en ese momento había arrancado a hacer terapia y hablar de mis dudas. Eso me hizo dar cuenta de que nadie me iba a venir a decir la verdad, sino que la tenía que salir a buscar yo. Lo primero que hice fue enfrentarlo, ya no pedirle sino exigirle información. Cuanto más lo enfrentaba, cuanto más le exigía, más nervioso se ponía y evitaba el tema; lo que me daba la razón de que me estaba mintiendo. Eso siguió un tiempo así, hasta que un día me invento una historia de que él se había separado de quien yo creía mi mamá y ella me tuvo durante otra relación, que después volvió con un bebé y él se hizo cargo. Ahí me di cuenta de que me seguía mintiendo, que no tenía consistencia lo que me estaba diciendo, que si esa era la verdad porque no me la había dicho antes. La única certeza que conseguí de todo eso fue que él no era mi papá. A partir de ese momento retomé la búsqueda de mi identidad y me acerqué nuevamente a Abuelas con la decisión de descubrir la verdad.

¿Cómo fue el proceso de restitución de tu identidad?

Primero tuve que caer en la realidad de que me habían mentido durante toda mi vida y la peor sensación que tenía era que les estaba transmitiendo todo este problema a mis hijas, yo pensaba: “A mí ya me cagaron la vida, no puedo dejar que se lo hagan a ellas también”. Después tuve que recabar información, partida de nacimiento, bautismo de fe y además tenía un testimonio del hermano biológico de mi hermana de crianza que recordaba haber escuchado a dos policías diciéndole a mi apropiador, que era policía también, que le iban a conseguir un bebé. Con esa información me presenté a Abuelas y a los días me llegó la fecha para ir a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI) y hacerme el estudio de ADN. Los resultados tardaron tres meses y durante todo ese tiempo estuve acompañado por mi familia, mi e esposa y mis hijas, que todo el tiempo me preguntaban si tenían una familia, si tenían tíos, abuelos. En ese caso debía tener mucho cuidado con lo que transmitía pese a que todo apuntaba a que podía ser un nieto de Abuelas, porque habían pasado muchos años. Si bien yo quería descubrir la verdad más que nada para que ellas tuvieran las respuestas que yo no tuve, tampoco quería generar falsas expectativas, ya que, si no se confirmaban los estudios, la desilusión podía ser muy grande. Todo cambió cuando llegaron los resultados del estudio que aseguraban que era hijo de Julio Santucho y de Cristina Navajas. Sentí que por fin había podido saber mi historia y que iba a tener una familia de la que nunca me tendría que haber separado. Recuerdo que cuando me fui a hacer el nuevo documento con mi verdadera identidad, tenía una felicidad inexplicable y me tuvieron que sacar varias fotos porque no paraba de sonreír. Después, con el acompañamiento de Abuelas, fui haciendo todos los demás trámites que necesitaba, tanto para mí como para mis hijas.

Mi hija me dijo que quería dar una charla en el colegio, que quería contarles a sus compañeros lo que me había pasado y explicarles por qué iba a cambiar su apellido. Yo pensaba cómo expresarme con los chicos de 8 años para no confundirlos, pero ella empezó a hablar: “Mi papa es el nieto 133 de las Abuelas de Plaza de Mayo, él tenía dudas sobre su identidad así que fue a pedir ayuda, lo mandaron a hacer el estudio de ADN, dio positivo y bueno ahora tenemos una familia”

Daniel Santucho

¿Cómo vivieron la restitución tus hijas?

Al principio fue muy movilizante. En marzo del 2023 me confirman que los resultados eran positivos. En ese momento, la más grande, tenía 13 años y estaba transitando el Mes de la Memoria en el colegio así que sabía de lo que yo le hablaba cuando me refería a Abuelas, a la dictadura y a lo que me estaba pasando. En ese sentido, me imagino lo fuerte que habrá sido para ella saber que todo eso que veía en el colegio no era algo que estaba solo en los libros, sino que era real, que era mi historia y la suya también, por eso el camino fue de a poco. Para mi es super emocionante ver el interés que ella tiene de saber y de involucrarse en el tema. En el caso de mi hija menor, que ahora tiene 9 años, fue un poco diferente porque al mes de que ya habíamos recuperado mi identidad, y que ya había hablado conmigo y con su mamá, me dijo que ella quería dar una charla en el colegio, que quería contarles a sus compañeros de lo que me había pasado y decirles quién era yo y quién era ella, porque iba a cambiar su apellido. A mí eso me sorprendió y al mismo tiempo me llenó de orgullo. Cuando llegó el momento de ir me acuerdo que yo pensaba sobre cómo expresarme para ser claro con los chicos de 8 años y no confundirlos, pero ella fue la que empezó a hablar y a contarles a sus compañeros: “Mi papa es el nieto 133 de las Abuelas de Plaza de mayo, él tenía dudas sobre su identidad así que fue a pedir ayuda, lo mandaron a hacer el estudio de ADN, dio positivo y bueno ahora tenemos una familia”. Con esa simpleza, ella se encargó de transmitir todo. Cuando terminó la directora preguntó si la habían entendido y todos respondieron que sí. Así que después preguntó: “¿Cómo se va a llamar Milagros ahora?” y todos gritaron: “Milagros Santucho” en ese momento se nos empezaron a caer las lágrimas y nos fundimos en un abrazo, fue algo que me llenó de orgullo. Hoy veo a mis hijas y, más allá del parecido físico, puedo ver a mi mamá y a mi abuela que de alguna manera viven en ellas. 

¿Qué fue lo que cambió después de saber tu historia?

Todo cambió, yo cambié y también la relación con mis hijas. Me pude parar desde otro lado en la vida, yo quería saber la verdad para reconstruir mi historia, pero más que nada para mis hijas, porque tarde o temprano a ellas la duda le iba a llegar e iban a empezar a hacerse preguntas. Como padre, saber que lo pude hacer yo me da seguridad y plenitud. También, más allá de todo lo que costó, poder llegar a la verdad antes del fallecimiento de mi apropiador me dio la tranquilidad de sentir de que no se fue impune, que todo lo que hizo no fue gratis y que yo había hecho las cosas a tiempo. El murió estando con prisión domiciliaria y sabiendo que yo había llegado a la verdad, que toda sus mentiras se habían caído.

¿Cómo fue el reencuentro con tu familia después de tantos años de búsqueda?

Yo no lo podía creer, cuando me dan la noticia y me muestran fotos diciéndome quiénes eran cada uno, yo no caía. El primer encuentro fue por videollamada y enseguida que los vi me reconocí en ellos. Después, cuando empezamos a relacionarnos me di cuenta de que tengo un poco de cada uno. Hoy siento que estoy en el lugar correcto y elijo pensar que, más allá de todo el dolor que me causaron mis apropiadores, me pude encontrar. Saber que mi papá, mis hermanos y mi abuela me buscaron durante toda su vida me reconforta y me ayuda mucho para disfrutar del ahora y no dejar que el pasado me afecte. A pesar del tiempo que nos arrebataron, hoy estamos todos juntos y eso es lo que importa.

¿Estuviste o participaste en algún juicio de Lesa Humanidad?

Si, al poco tiempo de recuperar mi identidad, los abogados de Abuelas y los fiscales me notificaron que había dos juicios en curso. Uno era el Juicio de las Brigadas, que por suerte mi aparición fue antes de que se cierre el límite para presentar pruebas y, por lo tanto, participe como víctima, ya que había nacido en cautiverio, y también como una prueba viviente de que habían existido robos de bebés. En ese caso no había necesidad de declarar, así que no brinde mi testimonio. El segundo fue el que se había iniciado contra mi apropiador, en el cual si fui a declarar ante el juez. En ese momento era todo muy reciente para mí y me dieron toda la facilidad para que cuando me sintiera seguro pudiera hablar. Pese a que él falleció, el juicio sigue en curso, porque son varias las personas implicadas.

Teniendo en cuenta que naciste en el Pozo de Banfield y que tu mamá estuvo ahí ¿Cómo viviste el juicio que condenó a sus represores?

Durante la lectura de la condena, que duró cinco horas, estuve abrazado a la foto de mi mamá y no me pare ni para ir al baño, en ese momento sentía que se estaba haciendo justicia, por ella y por los demás desaparecidos que habían estado ahí. 

¿Qué sensación te dejó la justicia?

El tema de la justicia es complicado, porque es lenta y, en este caso, tardó 48 años. Pero en buena hora que llegó, era necesario. Yo sé que por ahí lo mío es muy reciente, porque hace nueve meses que recuperé mi identidad y supe lo que le pasó a mi mamá, pero he visto varios familiares y otras personas que han cargado con el reclamo durante toda su vida y necesitaban que se hiciera justicia, que quienes habían cometido los crímenes reciban sus condenas. En este juicio hubo represores que hasta ese momento estaban en libertad y terminaron el juicio con cadenas perpetuas. Así que, en este caso, creo que la justicia tardó, pero funcionó y posibilitó que estas personas no hayan quedado impunes de todo lo que hicieron. 

¿Has ido al Pozo de Banfield?

El Pozo de Banfield lo conozco, fui en dos oportunidades, es un lugar frío y oscuro en todo sentido. La primera vez fue el 27 de septiembre del año pasado durante un homenaje que se le iba a realizar a cuatro maestras, entre las que estaba mi mamá. Yo pensaba que era solamente el acto, pero previo al acto hubo un recorrido por los calabozos y las celdas. Fue algo muy fuerte, pero lo hice porque creí que estaba preparado. La segunda vez que fui, fue el 10 de enero de este año, el día de mi cumpleaños y le pedí a mi hermano que me acompañe. A él le costó un poco más, pero fue conmigo. Yo necesitaba estar ahí porque en definitiva fue el último lugar en el que estuve con mi mamá y por suerte siento que conseguí lo que fui a buscar.

¿Cómo sigue tu vínculo con Abuelas después de todo esto?

Mi vínculo es más que nada con los demás nietos que han sido recuperados y somos de la misma generación. Desde el primer momento estuvieron conmigo y me hicieron sentir parte, como si siempre hubiera estado ahí. Con Abuelas no tengo una relación directa, pero estuve en el aniversario del año pasado y subí a hablar al escenario del teatro que estaba lleno, si bien mi participación no es directa, trato de estar presente desde el lugar que puedo.

 ¿Qué pensás del discurso negacionista que circula y es sostenido por el actual gobierno?

Históricamente, esos pensamientos negacionistas han estado presentes. Incluso, durante la reciente democracia. Lo que cambió es que, hasta ahora, siempre habían sido discursos minoritarios. Hoy, por un vacío que hubo en la sociedad, no solo con estos temas sino con muchos otros, se ha abierto la posibilidad de plantear ideas que atrasan como: “no fueron 30.000” o “fue una guerra”. Por este motivo considero necesario remarcar que puede haber distintos pensamientos y opiniones, pero hay un límite que no se debe cruzar. No se puede avalar la tortura, el secuestro, la detención clandestina, las violaciones, el robo de bebés y la desaparición de personas, eso está fuera de discusión. Por eso considero necesario enseñar a la sociedad y, sobre todo, a aquellas nuevas generaciones que desconocen lo que pasó para que sepan la verdad de la historia y no se repita. En definitiva, el número no importa, es el acto lo que es repudiable. No hay que correr el foco de lo importante: fue un genocidio. Para esto también es importante remarcar, que todo esto empieza en pequeñas cosas, y ya cuando se clausura a determinado artista o a alguien por pensar distinto hay que impedirlo porque así es como comenzaron todas estas aberraciones que ya vivimos y que aún seguimos sanando.

 

 

Y florecerán mil pañuelos

Y florecerán mil pañuelos

Abuelas de Plaza de Mayo, la Carrera de Ciencias de la Comunicación y ANCCOM organizaron una intervención artística como antesala del 24 de marzo y para resistir a los avances negacionistas.

“¿Quién pintó con aerosol en la calle alguna vez? Arriba esas manos. ¿Quién pegó el famoso cartel militante? Eso vamos a hacer hoy, amigues” se presentó así, Santiago Spiga, en la clase apertura de la materia Políticas Culturales del nuevo plan de la Carrera de Ciencias de la Comunicación de la UBA. 

A 48 años del último golpe cívico militar en Argentina, discursos negacionistas por parte del Gobierno Nacional vuelven a poner en tela de juicio las desapariciones y el accionar de las Abuelas de Plaza de Mayo, quienes contraponen junto al Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y el artista visual Santiago Spiga, actividades en escuelas y universidades con el nombre “Memoria SÍ, pañuelos hoy y siempre” para resignificar su lucha y alzar la bandera de los 30 mil desaparecidos. 

Con la organización de la carrera Comunicación Social, ANCCOM y la Catedra Sanjurjo, se propusieron realizar intervenciones artísticas en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, para promover la memoria, la verdad y la justicia previo al encuentro del próximo 24 de marzo en Plaza de Mayo.

Ante el ajuste, el recorte de universidades y quita de derechos conquistados, los alumnos y profesores buscan, a través del arte, instaurar la memoria en la cotidianeidad y contraponer –ante el ajuste inédito- una lucha que reúna a todos y todas en pos de un futuro mejor.

“En este período de hambre, pobreza y negacionismo, nos parece importante desde la Universidad explorar otras formas de decir, de construir relatos e intervenir con lo artístico para un compromiso con la memoria. Un espacio para encontrarnos, pensar y repensar las formas de participación política y resistencia”, expresó Larisa Kejval, directora de la Carrera de Comunicación Social.   

La presencia de Miguel El Tano Santucho, hermano del nieto restituido número 133, llevó a un aplauso colectivo antes de que comenzara a hablar: “Vemos cómo están avanzando sobre los derechos adquiridos y sobre la gente con un discurso peligroso, que llama al conflicto y al sálvese quien pueda. Nuestras abuelas nos enseñaron lo contrario, la lucha es colectiva, entre todos y todas se pueden lograr cosas, respetar e interpelar al prójimo”.

“Engrudo, afiches y carteles es el lenguaje de hoy. A hacer y aprender con las manos y el corazón”, fue el puntapié de Spiga, quien coordinó la actividad, para que los estudiantes y profesores comenzaran a realizar la intervención artística. 

Se formaron dos grupos: por un lado, quienes deseaban realzar la gigantografía de Taty Almeida riendo junto a Estela de Carlotto y por el otro, quienes querían pintar con stencil y aerosol pañuelos coloridos. Ambos, guiados por una misma razón: “Memoria, verdad y justicia”.

El primer grupo, sentado en el piso y desparramando los recortes para ver cómo se formaba la imagen, estuvo acompañado por Kejval, quien con una tijera y una sonrisa de oreja a oreja, comenzó a recortar una de las fotos. El segundo grupo, de pie junto a una mesa y sus copias de pañuelos con un corazón, impresos en papel, esperaron la orden de Spiga para aprender a usar los materiales. 

Una caminata seguida de aplausos por profesores y estudiantes irrumpieron en el comedor y se llevaron todas las miradas de quienes participaban de la intervención artística, debido al latente reclamo por la falta de presupuesto del Gobierno nacional hacia las universidades y la licuación de salarios docentes y no docentes que llevaría a un posible cese de las clases.

Frente al cartel de los 40 años de la democracia y con imágenes de los estudiantes desaparecidos durante la dictadura militar que la Facultad de Ciencias Sociales exhibe para recordarlos y homenajearlos, la gigantografía de dos de las representantes más importantes de los derechos humanos y la memoria en Argentina se hicieron presentes para recordar que la lucha es diaria, para honrar a los 30 mil desaparecidos que quieren negar o evitar el cierre de los excentros clandestinos, como la ESMA, que funcionan hoy como sitios de memoria. 

“Las abuelas hoy en día siguen fuertes, pero ya están grandes. Este legado nos lo pasaron a nosotros y a toda la sociedad, es un desafío que tenemos todos de levantar y defender esa bandera”, finalizó Santucho, en nombre de las Abuelas de Plaza de Mayo. 

Piden perpetua para nueve represores

Piden perpetua para nueve represores

Tras una semana de alegatos en la causa que investiga los crímenes de la dictadura en el Pozo de Banfield, el Pozo de Quilmes y la Brigada de Lanús, las querellas exigieron justicia.

La querella de Abuelas de Plaza de Mayo pidió prisión perpetua para los represores Luis Horacio Castillo , Jorge Antonio Bergés , Juan Miguel Wolf , Federico Minicucci, Roberto Armando Balmaceda , Jorge Di Pasquale , Guillermo Dominguez Matheu, Carlos María Romero Pavón, Carlos Gustavo Fontana por los delitos de lesa humanidad perpetrados en las Brigadas de Investigaciones de la Policía Bonaerense de Banfield, Quilmes y Lanús, con asiento en Avellaneda.

En el Tribunal Oral Federal N° 1 comenzó el alegato de la querella de Abuelas de Plaza de Mayo en el juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos en el “Pozo de Banfield”, el “Pozo de Quilmes” y “el Infierno” de Lanús, el martes 5 de marzo último.

En una audiencia extensa semipresencial ante el TOF N° 1 de La Plata integrado por Walter Venditti, Ricardo Basílico y Esteban Carlos Rodríguez Eggers se desarrollaron los alegatos del CODESEDH , del doctor Claudio Yacoy por la Municipalidad de Avellaneda y el de Abuelas de Plaza de Mayo a cargo de los abogados Collen Torre y Emanuel Lovelli .

En el marco de la audiencia número 135 la querella de Abuelas de Plaza de Mayo repasó algunos de los testimonios de sobrevivientes acompañados por un grupo de nietos y nietas que estuvieron presentes , entre ellos Daniel Santucho, el último nieto que recuperó su identidad el año pasado, mientras se desarrollaba este juicio.

Abuelas de Plaza de Mayo es querellante junto con los nietos restituidos Carlos D’Elía, Victoria Moyano Artigas, Pedro Nadal, María José Lavalle Lemos y su hermana María Lavalle, Laura Garack , Pablo Díaz y Graciela Borelli Cattaneo.

“Además de los casos querellantes y que representamos por los que acusamos también vamos a acusar por las mujeres embarazadas víctimas desaparecidas que pasaron por esos tres centros clandestinos y por los niños y niñas que nacieron allí pero antes nos parece importante destacar el funcionamiento del conocido Pozo de Banfield como maternidad clandestina”, comenzaba la abogada Colleen Torre.

“Los responsables del terrorismo de Estado –señaló- montaron las maternidades clandestinas en los distintos centros de detención, uno de los más grandes de la Provincia de Buenos Aires fue el Pozo de Banfield. Los nacimientos se daban en estos lugares específicos, lo pudimos ver cuando hicimos la inspección ocular”

Coleen Torre recordó los testimonios de los sobrevivientes en las audiencias que contaron cómo las embarazadas eran obligadas a dar a luz rodeadas de los represores, generalmente en las mesadas de las cocinas, mientras las insultaban y eran tabicadas y atadas de manos. Luego –coincidieron los sobrevivientes- eran separadas de sus hijos que fueron entregados a sus apropiadores. La abogada recordó también que tras el parto, las madres eran obligadas a limpiar el lugar y que las condiciones de su detención eran las mismas que tenían los demás detenidos y detenidas .

“De las 23 mujeres embarazadas por las que estamos hoy pidiendo justicia, veinte estuvieron secuestradas en el Pozo de Banfield y una de ellas, Liliana Ross, fue asesinada antes de dar a luz. Y de los diez nacimientos probados en estos juicios, ya sea por testimonio o porque el niño o niña, hoy adultos, fueron restituidos a sus familias, nueve sucedieron en el Pozo de Banfield”.

La letrada argumentó que las apropiaciones se dieron en el marco de un plan de exterminio de quienes los militares consideraban como un ´enemigo interno´. “Y en ese plan –continuó- también tenían que aniquilar a las mujeres que se habían alejado de los mandatos de una sociedad patriarcal y habían abandonado los estereotipos de género para ingresar al escenario público, a la militancia política». Por este motivo, explicó la letrada, los militares “le quitaron el derecho a criar a sus hijos e hijas».

Antes de terminar, Torre leyó las palabras escritas por algunos nietos y nietas que restituyeron su identidad acerca de lo que significa este juicio para ellos y para ellas. Pedro Nadal, uno de los nietos querellante en la causa, escribió  “Quiero agradecer al tribunal y a la fiscalía por la sensibilidad para abordar este juicio , pero no entiendo cómo las víctimas están presentes en cada audiencia y los imputados están ausentes . Algunos, comiendo, nos veían por telecomunicación desde sus hogares , otros reivindican sus atrocidades de manera obscena desde una cámara y hasta nos mandan mensajes para que sepamos que, según ellos, lo mejor que pudieron hacer es hacer desaparecer a nuestros padres y apropiarnos para educarnos mejor”.

Colleen Torre finalizó diciendo que los organismos de derechos humanos seguirán buscando a los 30.000 desaparecidos y a cada uno de los nietos que fueron apropiados para restituirles su identidad.

Las otras querellas

El jueves 7, en el TOF Nº 1 se escucharon los alegatos de las querellas de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre (LADH) y UNIÓN, representadas por los abogados Guadalupe Godoy y Pablo Llonto quienes se sumaron al pedido condenatorio.

Llonto citó al presidente Javier Milei en el discurso que pronunció en su excolegio cuando les sugirió a los y las adolescentes que «lean las dos bibliotecas», en torno de lo que sucedió durante la última dictadura. El letrado le respondió : “ Es una invitación a que leyeran las bibliotecas de los genocidas para que de allí tomen su lenguaje y explicaciones sobre lo que iban a hacer y lo que hicieron . Algo así como si en Europa algún jefe de Estado les dijera a estudiantes secundarios y universitarios: “Ustedes que no han vivido la Segunda Guerra Mundial o el Holocausto agarren las bibliotecas de los nazis para encontrar las explicaciones de por qué había que exterminar judíos , gitanos , homosexuales y así se pueden formar una idea de lo que pasó. Por eso pedimos, por favor jueces y juezas, señalen en las sentencias la dimensión del daño para que no ocurra más“, cerraba Llonto. 

En una sala colmada, el viernes 8, el último día de las querellas, se escucharon los alegatos del colectivo Justicia YA!, representados por Pía Garralda y Luz Santos Morón. “Habiendo pasado 17 años de impunidad, lo hacemos también por nuestro compañero Jorge Julio Lopez. Seremos su voz en este nuevo juicio pese a lo que pretendieron los responsables de su segunda desaparición forzada. El devenir político de nuestro país hace que el alegato que presentamos transcurra en un contexto de un peligroso avance de sectores que niegan el genocidio y reivindican a la distadura”, comenzó Luz Santos Morón.

“En tiempos donde nos invitan a olvidar y a ser sumisos, en tiempos de mirar para otro lado, en pozos donde entierran a la historia nos hemos unidos y hermanados, en tiempos donde hablan por la libertad y no la escuchan pues ella es hija de la madre de los que luchan, nunca de los que creen en el dios mercado, entiendan que no hay libertad posible si en la panza de nuestro niños y niñas hacen ruido las tripas de los desolados. Sepan señores que con nuestro hambre no construirán sus imperios. Como hemos dicho siempre, cárcel común perpetua y efectiva para todos los genocidas. No olvidamos, no perdonamos y no nos reconciliamos. Son 30000 y fue un genocidio”, cerraba la audiencia la doctora Pía Garralda.

A cada nombre de desaparecidos mencionado por las letradas, el público respondía a una sola voz : «¡Presente!»

 

La búsqueda continúa

La búsqueda continúa

Belén Altamiranda Taranto es nieta recuperada y hace pocos días asumió como titular de la filial cordobesa de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo. El legado que recibe y el discurso negacionista que aflora.

“Darnos la posibilidad y la legitimidad de hacer este traspaso generacional porque sabemos que la búsqueda continúa: hay muchos hermanos que seguimos buscando”. Quien habla, Belén Altamiranda Taranto, nació en el Hospital Militar de Campo de Mayo en junio de 1977 durante el cautiverio de su madre, Rosa Luján Taranto, y su padre, Horacio Antonio Altamiranda, quienes pasaron por el Centro de Detención, Tortura y Exterminio “El Vesubio”. El 29 de junio de 2007, Belén recuperó su identidad y hace unas semanas asumió como titular de la filial cordobesa de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo. 

¿Cómo llegó a participar en Abuelas?

A los pocos meses de mi restitución, en febrero de 2008 pude entrar a colaborar en la búsqueda de nietos, gracias a la abuela Sonia Torres, que era la titular de la filial de Córdoba. Desde ese momento, empecé a aportar mi granito de arena en la localización y restitución de los nietos que faltan, hombro a hombro con ella y toda la organización. Primero empecé en el área de Presentación Espontánea, que es donde yo me había presentado con dudas sobre mi identidad. Después pasé a trabajar en el Área de Investigación, donde luego fui coordinadora. Ahí trabajamos con datos que nos llegan sobre personas que pueden ser las que buscamos.

¿Cómo la terminaron eligiendo como titular?

Desde el año pasado, formo parte de la Comisión Directiva de Abuelas. Lamentablemente, hace unos meses falleció la abuela Sonia y tengo la responsabilidad, que tomo con mucha gratitud, de hacerme cargo de la filial de Córdoba.

¿Cómo se siente ocupando el rol de Sonia Torres?

Las abuelas son irremplazables. Nunca vamos a poder sustituirlas ni es la intención, pero sabemos que cada institución es orgánica y cada filial tiene que tener su titular. Ellas son únicas. Más allá del dolor que sentimos todavía, sabemos que la institución sigue y que hay cuestiones institucionales que tenemos que seguir resolviendo. En mi caso, es trabajar como todos los días, tomando este desafío de continuar. Igualmente, no estoy sola: esto es un trabajo colectivo. Estoy muy agradecida por el respaldo y el apoyo que me brindan desde los trabajadores que le ponen el cuerpo a la Comisión Directiva. Aquí estamos, continuando, porque quedan muchas cosas por hacer. Siempre guiándonos por las enseñanzas que nos dieron las abuelas desde que pisamos esta institución.

¿Cree que su rol de hija y nieta aporta algo nuevo en Abuelas?

Las Abuelas fueron y son extremadamente sabias. A lo largo de toda su historia tuvieron esta apertura para dejarse aconsejar y abrir las puertas a las personas que se incorporaban a la institución. No se sentaron ellas solas. Por eso también se conformaron las distintas áreas de la institución: cada uno iba aportando para lograr todo esto que es Abuelas de Plaza de Mayo. Cuando nosotros íbamos creciendo, se creó Prensa para difundir la búsqueda, sabiendo que podían llegar a nosotros ya grandes, que podíamos ser partícipes de nuestra búsqueda.

Y también tener un lugar dentro de la organización…

Muchos años atrás se modificó el estatuto para que ingresen nietos recuperados y hermanos que buscan a la Comisión Directiva como para darle continuidad a la lucha. Darnos la posibilidad y la legitimidad de hacer este traspaso generacional porque sabemos que la búsqueda continúa: hay muchos hermanos que seguimos buscando. Fue un proceso, que lo tomamos con orgullo, felicidad y compromiso. Los que estamos más activamente y quienes no, ayudamos desde el rol que nos toca en la búsqueda de los nietos. Es el compromiso de ir tomando la posta y poder continuar.

¿Cuál es la situación de las restituciones en Córdoba?

De embarazadas cordobesas, que son cordobesas y que desaparecieron en la provincia o en otros lugares, sólo se pudo restituir un caso, el de la nieta Marcela Solsona. Los que fuimos restituidos por la filial Córdoba, porque nos presentamos ahí o porque surgió ahí una investigación, somos todos nacidos en otras provincias y con padres de otras provincias. Las filiales se desarrollaron como medida estratégica para que no todo venga a Buenos Aires por las distancias y el tiempo. La búsqueda es colectiva, quizá en las provincias se puede hacer un trabajo más personalizado, centralizado en la región, pero buscamos a todos los nietos.

¿Cuántos nietos faltan encontrar?

El número aproximado es 300. Se sacó en base a las denuncias de hijas o nueras embarazadas al momento del secuestro. Puede aumentar porque, aunque parezca mentira y que pasó tanto tiempo, algunos se animaron a hacer la primera denuncia sobre lo que ocurrió recién hace un par de años. Eso ha permitido completar los grupos familiares o identificar genéticamente.También son datos que se obtuvieron en los juicios, donde los sobrevivientes pudieron contar y se llegaron a resolver casos que en su momento no dieron o dieron negativo.

¿Por qué cree que se animan a denunciar después de tantos años? 

Porque, como dice la palabra, el “terrorismo de Estado” impuso el terror, el “no te metás”, “miren para otro lado”, sabiendo las atrocidades que estaban pasando. Que algunos sobrevivientes hayan sobrevivido era también para que contaran lo que iba a pasar si “seguían molestando”, como ellos decían, o pensando en la forma que no era la militar. Esto dejó heridas en la sociedad que siguen estando ahí. Entonces, pasa que datos de un posible hijo de desaparecidos aparecen después de mucho tiempo. Animarse a brindar la información sabiendo cómo trabaja Abuelas -con contención y confidencialidad no sólo de los que se acercan buscando, sino de los que nos dan algún tipo de información- es también un proceso personal de cada uno, no debe ser fácil estar con ese miedo y con todo eso que tenés adentro y no podés sacar.

¿Cuál es su lectura del panorama electoral?

Estamos en un período como todos, alerta y preocupados por la dirección que pueda llegar a tener nuestro país, como cualquier ciudadano. Abuelas va a seguir trabajando como todos los días, buscando a los nietos. Es como nos dicen ellas, que atravesaron distintos periodos de la historia, desde el más terrible de buscar a sus hijos y salir a tocar las puertas en plena dictadura que significaba seguir o morir, con las abuelas que fueron perseguidas y las familias… Nosotros seguimos no solamente por nuestra causa, sino para que permanezcan las políticas de Memoria, Verdad y Justicia que se lograron, para fortalecer y valorar la democracia que tanto tiempo, sangre y dolor nos costó. Por ahora tenemos incertidumbre, pero la certeza de que vamos a seguir como hasta ahora. Se irá viendo en la marcha. La lucha y la resistencia están y tenemos a las mejores guías para poder continuar.

¿Y con el surgimiento de los discursos negacionistas?

El tema del negacionismo no dejó de existir, pero había más cuidado en decirlo abiertamente, sobre todo quienes ejercen funciones públicas. Nunca  hay que confrontar, pero sí armar debates y poder contar lo que verdaderamente pasó, porque los fundamentos son reales y no tenemos nada que esconder ni mentir. Hay que seguir educando y llevando la palabra de Abuelas. Cuando yo iba a la secundaria no veíamos el terrorismo de Estado, pero ahora todas las escuelas tienen la obligación de enseñar esa parte de la historia de nuestro país. Podemos pensar ideológicamente distinto, pero en estas cosas, en defender la democracia y los derechos adquiridos (ESI, diversidades sexuales) tenemos que resistir unidos porque nos compete a todos, más allá de los partidos políticos o a quién hayamos votado. Va a ser un trabajo difícil, de mucha templanza, pero tengo una llamita de esperanza. Hay que seguir, no podemos bajar los brazos.

Abuelas de Plaza de Mayo pidió 15 años de prisión para Donda Tigel por la apropiación de su sobrina

Abuelas de Plaza de Mayo pidió 15 años de prisión para Donda Tigel por la apropiación de su sobrina

En el alegato, acusaron al militar de haber sido partícipe de la sustracción, coautor de la retención y ocultamiento de Victoria Donda, nacida en la ESMA.

«Solicitamos que Adolfo Miguel Donda Tigel sea condenado a la pena de 15 años de prisión por la sustracción, retención y ocultamiento de su sobrina, Victoria Analía Donda Pérez», cerró su alegato Emanuel Lovelli, representante legal de Abuelas de Plaza de Mayo, junto a Carolina Villella, en el juicio por la apropiación de la hija de los militantes aún desaparecidos, María Hilda “Cori” Pérez y José Laureano Donda.

El alegato de Abuelas de Plaza de Mayo se había iniciado el 30 de octubre, con un relato del contexto y puesta en valor del testimonio como prueba fundamental de los juicios de lesa humanidad. Continuaron el lunes siguiente, 6 de noviembre, con el relato de la prueba desplegada durante el debate oral y, como no alcanzó el tiempo, la pena fue solicitada el miércoles en una audiencia adicional.

En la audiencia del miércoles, Lovelli se centró en el año 1978 donde testigos sobrevivientes aseguraron haber visto a Adolfo Donda en la Esma en su rol de jefe de operaciones del lugar. Es importante mencionar que los testigos asumieron que anteriormente no sabían quién era, solo lo tenían identificado visualmente y que en 1978 lograron unir un nombre con una persona. “Habiéndose demostrado su presencia en la ESMA como jefe de operaciones, y su presencia permanente, consideramos que Donda Tigel debió conocer la presencia de su cuñada María Hilda “Cori” Pérez en ese lugar y, obviamente, su estado de embarazo”, señaló Lovelli. El abogado de Abuelas de Plaza de Mayo recordó los dichos del testigo Lisandro Cubas, uno de los sobrevivientes que declaró: “En un segundo encuentro con Cori, que la había visitado su cuñado, yo le pregunto quién era, pensando que era otro detenido, y me dice que no, que era el hermano de “Pato”, que era marino, y estaba ahí, y que había ido a hablar con ella. Entonces me dijo que él le comentó que se quedara tranquila que a la niña la iban a entregar a la familia. Para ese entonces, Victoria ya había nacido. Yo cuando entré, la vi al costado de la cama, estaba en una cunita, en una canastita”.

El abogado de la querella trajo a la audiencia el momento en que la familia Donda recibió una carta en 1977 que al día de hoy se encuentra perdida. María Iris, “la tía Mary”, de Eva Daniela y de Victoria, en su declaración planteó: “Cuqui recibió una carta, se la tiraron por una ventanita. La carta decía: ´Estoy muy triste, estoy durmiendo hasta en baldíos, tirado para que no me encuentren y sumamente angustiado, porque no sé qué vejámenes estará sufriendo mi señora, y si habrá nacido mi hijito o mi hijita. Si irá a nacer, si la dejarán llegar a tenerlo´. Él estaba muy triste y pedía a las familias que no se peleen, que cuiden bien a Daniela, por favor”, en referencia a la primera hija del matrimonio, que finalmente crio el tío represor.

Leontina, la madre de María Hilda Pérez, en 1977, estando su hija secuestrada, presentó un habeas corpus y fue a Aeronáutica a buscar a su hija, con un pañuelo blanco. “Obviamente que nadie puede creer que la familia Donda no sabía y que Adolfo Donda no supiera, más estando Donda en funciones. Y sabiendo ya la familia que estaba en Aeronáutica. Nadie le va a decir Adolfo, ¿no conoces a alguien de Aeronáutica que nos dé una pista?”, señaló Lovelli y agregó: “Mire si Donda no tenía razones para ir en el 77 a la ESMA. Estaba su cuñada embarazada secuestrada”.

La querella no dejó de mencionar el “inconveniente” que Donda tuvo con su hermano, refiriéndose a que tuvo que comunicar a su superior que tenía un hermano militante de la organización Montoneros. En la primera indagatoria a Donda se le preguntó por qué le trasmitió sus inquietudes a su superior, respecto de José María. La respuesta del imputado fue que debía denunciarlo para que lo investigaran y que no tenía intención de encontrarse con su hermano, porque de encontrarlo en actividad “seguramente iba a tener que actuar en consecuencia”. En las palabras del propio Donda Tiger “no había excepciones, ni siquiera de sangre”, con estos dichos toman nuevamente veracidad las aseveraciones de los sobrevivientes.

El alegato de la querella resaltó que resulta poco creíble que Adolfo Donda diga que dos personas le dijeron -cuando ya había pasado un año de la desaparición de su hermano y su cuñada- que las víctimas estaban bajo la órbita de Fuerza Aérea y que, seguramente, su hermano y su cuñada ya estaban muertos. “Le pudo haber preguntado a todo el mundo en la ESMA dónde estaba su cuñada, qué había pasado con su hermano. Reitero, pudo haber ido a Aeronáutica, como han ido todos los familiares de los desaparecidos que siguen buscando respuesta del Estado y que no saben dónde están, y que no sabemos dónde están muchos de los 30000”, resaltó la querella de Abuelas.

“Acá hay una dualidad muy extraña, estamos hablando de un familiar porque en definitiva es el tío Victoria, pero también es un miembro de la represión que elige el pacto de silencio, y Victoria hoy sigue sin saber qué día nació”, reforzó Lovelli y se preguntó ante el Tribunal Oral Federal 6 –integrado por Ricardo Basílico, Daniel Horacio Obligado y Gabriela López Iñíguez-: “¿Cómo podría justificar no saber dónde estaba Cori y dónde estaba su propio hermano? Eso determinó el accionar de Donda y su participación en la retención y el ocultamiento de Victoria. También determinó asegurarse la crianza de su sobrina en un grupo familiar ajeno al de su pertenencia. Y más aún, no solo eligió otro grupo, sino que eligió el suyo propio, entregándosela a un camarada. Porque la relación con Juan Antonio Azic (el apropiador de Victoria) evidentemente era estrecha. Le entregó la bebe a un subordinado, alguien que podía dominar, a alguien con quien había robado bienes a las personas secuestradas y desaparecidas. Esto fue así porque fue un acuerdo”.

Entonces, Lovelli concluyó: “Creemos que está altamente demostrada la participación y la responsabilidad de Adolfo Donda Tigel en los hechos que perjudicaron y tienen como víctima a Victoria Donda Pérez. Vamos a efectuar nuestra acusación como partícipe de la sustracción, coautor de la retención y ocultamiento de Victoria”.

Antes de culminar, la abogada de Abuelas, Carolina Villella, eligió recordar dos pasajes del testimonio de Victoria que contiene un pedido concreto a su tío y represor Donda Tigel y leyó la declaración de la víctima: “Le voy a decir que lo único que yo quiero saber es que nos digan dónde están. Que rompan el pacto de silencio que lo único que muestra es que eran varias bandas que se sirvieron del Estado para delinquir con los peores crímenes que la humanidad conoció y que por esta sociedad que pelea y que va a seguir peleando por la democracia es que hoy están siendo juzgados. Espero que la condena sea rápida y que en tus últimas palabras tengas el valor de afrontar lo que hiciste y dejar de esconderte detrás de una supuesta tarea de chofer de lujo que desconocía donde iba cada uno de los detenidos desaparecidos”. Villella concluyó: “Es por todo ello que entendemos que corresponde aplicar a Donda Tigel el máximo de la pena prevista para estos delitos, por lo que solicitamos que Adolfo Miguel Donda Tigel sea condenado a la pena de 15 años de prisión por la sustracción, retención y ocultamiento de su sobrina Victoria Analía Donda Pérez”.

A diferencia de otras audiencias, en esta, la querella pudo terminar su alegato sin interrupciones y provocaciones del abogado defensor Guillermo Franco, famoso por las dilaciones y exabruptos. El lunes 30, la querella de Abuelas debió soportar un planteo por la lectura del alegato sobre delitos ocurridos hace cuatro décadas.

Mientras Vilella recordaba los cargos de los que se imputaba a Adolfo Donda Tigel, mencionó la utilización de seudónimos entre los agresores para encubrirse y la destrucción de documentos que pudieran perjudicarlos. “Se escuchó al mismo Donda Tigel decir que operaba con el seudónimo de ´Palito´”, señaló la abogada de Abuelas en aquella audiencia, mientras acomodaba sus papeles. Entonces, Fanego aprovechó que la abogada se detuvo cuando daba vuelta la página del documento, para quejarse ante el Tribunal por la lectura de los alegatos: “No es aceptable ni admisible que se lea un alegato. Doctor le pido que llame la atención a la querella, para no tergiversar el proceso”, interrumpió con su habitual actitud provocadora. El presidente del Tribunal de inmediato respondió:

-De acuerdo a la extensión del juicio, como se hicieron en los demás juicios de lesa humanidad y delitos complejos, el Tribunal no tiene inconveniente en que se pueda tener memoriales o leer parte de ellos.

-En la audiencia anterior yo no me opuse a que el letrado leyera indicaciones precisas, pero transformar el alegato en un discurso político leído me parece que no cumple con la forma en la que debe formularse un alegato- insistió Fanego.

-Doctor, me parece impertinente interrumpir el alegato. La presidencia resuelve que la querella pueda continuar con la lectura de acuerdo a la complejidad, a la extensión, a los detalles que debe referenciar y a lo que sea necesario dar lectura. Estamos en un juicio oral que tiene particularidades, tal vez la extensión, la complejidad, sin que ninguna de las partes tenga restricción en la utilización de los medios que crea conveniente para poder llevar adelante su ministerio, así lo resuelvo – cerró ofuscado el presidente del Tribunal.

Pero Fanego continuó: “Entonces considero que debe correr el traslado a las partes sobre todo para que el Ministerio Público Fiscal se expida en cuanto a la legalidad de los actos”. El fiscal Pablo Parente, también acordó con el Tribunal. Luego de la puesta en escena virtual -porque el abogado ni siquiera se tomó y trabajo de acercarse al Tribunal- el presidente hizo un cuarto intermedio y pasó a deliberar, rechazando una vez más el absurdo planteo de la Defensa.

Entonces Vilella pudo continuar: “En este proceso se juzgan gravísimas violaciones a los derechos humanos y estas circunstancias son relevantes porque es por eso que las declaraciones testimoniales tienen un valor de inmensa trascendencia, y en particular nos referimos a las declaraciones que han hecho las víctimas en el proceso”. Y señaló: “Queremos dejar en claro que cuando nos referimos a víctimas, nos referimos a las personas damnificadas en forma directa, a sus familiares, a quienes sufren o sufrieron lesiones físicas, mentales, sufrimiento emocional, pérdida financiera y esto es siguiendo las definiciones de Naciones Unidas, también consistente con la definición de la Corte Interamericana de Derechos Humanos”.

EL miércoles último, la querella de Abuelas de Plaza de Mayo pudo dar cuenta de la responsabilidad de Donda Tigel en la apropiación de su sobrina y, en consecuencia, pidió la máxima pena. El miércoles 22 de noviembre, a las 13 horas, será el turno de los alegatos de la Fiscalía, para posteriormente escuchar a la Defensa.