«WhatsApp se paga con los datos personales»

«WhatsApp se paga con los datos personales»

Un fallo de la Cámara Civil y Comercial II le impide a la empresa poner en marcha su nueva política «Términos y Condiciones» que permitiría cruzar los datos personales con los de los usuarios de Facebook.

En 2014 Facebook compró WhatsApp por 19.000 millones de dólares. Su dueño, Mark Zuckerberg, logró así sumarlo a las otras plataformas que ya poseía Facebook: Instagram y Messenger. Esta integración reúne bajo el poder de una sola corporación a más de 2.900 millones de usuarios a nivel mundial, construye una posición dominante en el mercado y ahoga a la competencia.

“Hacia el año 2020, más del 75% de la población argentina utilizaba los servicios de mensajería de WhatsApp, plataforma que junto a Facebook e Instagram son las más empleadas en nuestro país”, afirma Joaquín Mingrone, integrante del Departamento Legal del Estudio de Abogados Berton Moreno, quien viene estudiando el caso.

 Se conformaba así un buen caldo de cultivo para lo que vendría más adelante.

En enero de 2021, quizá guiada por la sensación de impunidad que detenta el poder, WhatsApp anunció cambios en su política de privacidad. El 8 de febrero era la fecha tope para aceptar los “Nuevos Términos y Condiciones”. Al tener carácter de obligatoriedad, el usuario que no daba su consentimiento, no podría seguir usando la aplicación.

Los tres principales cambios advertidos a los usuarios en la pantalla de inicio de la mensajería se centraban en el tratamiento de datos: “El servicio de WhatsApp y cómo tratamos sus datos”, “Cómo las empresas pueden usar los servicios alojados de Facebook para almacenar y administrar los chats” y “Cómo nos asociamos con Facebook para ofrecer integraciones en los productos de las empresas de Facebook”. De esta manera, quedaba claro que se comenzaría a compartir todos los datos recopilados de sus usuarios entre las distintas empresas de la corporación y con terceros: cuenta, nombre, datos del dispositivo, transacciones, ubicación y los contactos e informaciones que proporcionen.

“En Argentina, cuando una plataforma digital te pide el consentimiento para el perfilado por parte de otras empresas, no te dicen quiénes son los terceros que van a tomar tu información. Es como si, en materia de locación de viviendas, un inquilino quisiera que le permitan subarrendar la casa que alquila, sin siquiera decirle al propietario a quién piensa darle la llave”, ironiza Juan Gustavo Corvalán, Director del Laboratorio de Innovación e Inteligencia Artificial de la Facultad de Derecho, deUniversidad de Buenos Aires.

Hasta acá

En mayo de 2021, la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia, por pedido de la Secretaría de Comercio Interior, inició una investigación sobre los cambios en la política de privacidad de WhatsApp. Durante la investigación, comprobó  una conducta anticompetitiva de abuso de posición dominante, en términos de los Artículos 1 y 3 de la Ley Nº 27.442 de Defensa de la Competencia. La interpretación es que el cambio daba lugar a conductas explotativas por la irrazonable y excesiva recopilación de información y ausencia de opciones para el usuario.

Por otro lado, se analizó la “supuesta” gratuidad de los servicios. La información de los usuarios se traduce en ingresos económicos, por ende, la necesidad de controlar el tratamiento de la información recabada. “Lo gratuito se paga con nuestros datos y ese el meollo de la cuestión”, enfatiza Martín Becerra, investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).

El 14 de mayo de 2021 la Secretaría de Comercio Exterior, a través de la Resolución 492/2021, ordenó a Facebook y WhatsApp “a abstenerse de implementar y/o suspender la actualización de las condiciones de política y privacidad de la aplicación WhatsApp en Argentina por el término de 180 días”.

La plataforma apeló esta resolución, pero la impugnación fue desestimada nuevamente el 26 de abril del 2022 por la Cámara Civil y Comercial II.

Beatriz Busaniche trabaja en un proyecto de políticas públicas que garanticen la protección de datos.

En busca de las políticas públicas

Juan Gustavo Corvalán, en su libro Perfiles Digitales Humanos propone sentar las bases de una nueva ley que sostenga la autodeterminación informativa algorítmica de las personas y el derecho a ser olvidado: “Lo que tiene que ocurrir es que nadie pueda usar los datos de nadie que no haya expresado claramente su consentimiento, pero necesitamos un Estado que pueda hacer auditoría digital”.

Ante el estado de vulnerabilidad de los usuarios, que no leen en forma explícita los “Cambios y Condiciones”, ni toman conciencia de su alcance, Becerra explica que “el cambio no depende tanto de la acción de una persona sola, aislada, sino de políticas públicas. El Estado es el único que puede mover el amperímetro de estas empresas digitales multinacionales”.

Beatriz Busaniche, Doctora en Ciencias Sociales de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), académica y activista argentina por los derechos humanos y la cultura libre, no se muestra muy optimista. Sostiene que las posibilidades de recomponer la autodeterminación informativa, son muy pocas. Para revertir esa situación trabaja en un proyecto de políticas públicas que garanticen la protección de datos.

En contraste, la Unión Europea está tomando medidas. El Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) comenzó a aplicarse en forma efectiva en mayo de 2018. Destinó un presupuesto de 6 millones de dólares para financiar la creación de un “kit de herramientas digitales” para la protección de la privacidad.

La justicia argentina dio un primer paso. Se espera el contraataque de Facebook. ¿El Estado podrá amortiguarlo?  ¿Se podrá dejar de asignar un valor económico a cada uno de nuestros datos personales? O estaremos luchando contra molinos de viento?

Vivir para contarlo

Vivir para contarlo

El 2 de mayo se cumplieron 40 años del hundimiento del crucero General Belgrano. Jorge Massin y Jorge Luis García viajaban abordo cuando los ingleses torpedearon la embarcación. Aquí recuerdan cómo fue ese momento.

 

El 2 de mayo de 1982 fue un antes y un después para la Guerra de Malvinas. Esa jornada, el Crucero General Belgrano recibió dos impactos de torpedo provenientes del submarino britanico HMS Conqueror que provocaron su hundimiento. Trescientos veintitrés de sus mil noventa y tres tripulantes murieron allí. Dos de los sobrevivientes de ese evento son Jorge Luis Massin y Jorge Alfredo García, soldados que estaban dentro de la embarcación y que recuerdan con Anccom los sucesos ocurrido en esa jornada de la cual se cumplieron 40 años.

 En la década del 1930, el General Belgrano era una embarcación de la Marina de los Estados Unidos llamada “USS Phoenix”. En la década siguiente fue utiilizado en la Segunda Guerra Mundial y operó en las islas del Pacifico de Pearl Harbor, de dónde escapó de los bombardeos aéreos efectuados por Japón en 1941.

 En 1951 el crucero fue adquirido por Argentina. Recibió la denominación de General Belgrano en 1955 durante el gobierno de facto de Pedro Aramburu.

 Massín y García coinciden que si bien la embarcación era un poco antigua y no disponía de un sistema de detección de alerta por ataque submarino, había pasado por un período de preparación previo al desarrollo del conflicto y se encontraba apta para su circulación y para la distribución de armamentos y misiles.

El cambio de suerte

 

La guerra marcó un punto de inflexión para Jorge Massin, un hombre oriundo de la localidad santafesina de Avellaneda, que a sus 20 años pasó de estar trabajando en un campo familiar a oficiar en el área de comunicaciones dentro del crucero general Belgrano. La historia de Massin con el Crucero General Belgrano se retrotrae a su ingreso al Servicio Militar Obligatorio y al número “937”, por el cual debió ingresar en el área de la Marina.

Luego de unos meses de instrucción en la Base Naval de Puerto Belgrano, más precisamente en el campo Sarmiento, localizado en la zona de Punta Alta, provincia de Buenos Aires, fue enviado al General Belgrano.

El 2 de abril, fecha en donde se anunció la ocupación de las Islas Malvinas, Massin se encontraba en Puerto Belgrano, donde la embarcación estaba en reparación. Allí observó un movimiento poco usual, sobre todo traslados de  pertrechos hacia el puerto: “Nunca imaginamos que era por la toma de Malvinas. En un principio creímos que era una práctica de tropas, que era común hacer con otros buques en mar abierto”, afirma Massin recordando esos momentos previos a la guerra.

El ex soldado recuerda que el Belgrano pudo zarpar  el 15 de abril de 1982, después de tres intentos fallidos por distintas complicaciones, sobre todo en la zona de calderas. “Nosotros estábamos en un hermetismo total. A nosotros nos llegaba información escasa a pesar de que estábamos en guerra”, afirma Massin analizando esos días de 1982.

El 1 de mayo, después de varias jornadas trasladando municiones, el crucero ingresó a zona de combate. El ex combatiente recuerda que esa noche sus superiores le informaron que la navegación estaba en estado de alerta, ante un eventual ataque aéreo de los ingleses. 

En la madrugada del 2 de mayo, nadie pegó un ojo; todos estaban expectantes por un posible movimiento de los ingleses. Después de varias horas, los superiores dictaron la orden para abandonar la zona de combate  Massin se encontraba en el área de los baños, después de haber oficiado de servicio esa noche, esperando su turno, cuando una explosion en el área de maquinaria sacudió todo el crucero: ”Las explosiones me agarraron a mitad de camino”, recuerda con voz entrecortada el ex soldado.

Los navegantes no habían superado el primer impacto, cuando un segundo torpedo lanzado por los británicos volvió a sacudir el crucero. Massin recuerda que en pocos minutos el crucero empezó a inclinarse verticalmente, y que provocó la caída de cientos de soldados que combatían contra la gravedad. “A nosotros se nos doblaban las piernas”, recuerda con dolor Massin.

El contexto era desolador: los bombardeos habían dejado sin electricidad a la embarcación; el humo y el fuego dificultaban la visibilidad dentro del lugar, mientras que a los alrededores había cuerpos de soldados heridos, mutilados y hasta incinerados por las llamas.

“Es imposible mantenerlo a flote. Hay que abandonar el crucero”, rememora Massin que escuchó aquel 2 de mayo.

En medio del shock, comenzó el operativo para abandonar el crucero. Mientras un grupo se encargaba de la búsqueda de balsas para escapar de la embarcación, otro  arrojaba tambores de combustible al mar para evitar un potencial incendio. En ese momento, a pesar de los intentos de los trabajadores navales de reparar las filtraciones del crucero, los superiores les dijeron a los soldados: “Es imposible mantenerlo a flote. Hay que abandonar el crucero”, rememora Massin.

El excombatiente señala que luego de lidiar con el oleaje y los fuertes vientos, pudo lanzar su balsa al mar para poder abandonar el crucero. Allí, Massin comenzó a rescatar de forma acelerada a sus compañeros que cayeron al agua. La misión se demoró por unos momentos, porque un soldado temeroso por las condiciones del mar no se lanzaba a la balsa. “Le decíamos de todo, hasta que lo amenacé con dejarlo en el crucero, porque ponía en peligro a mis compañeros”, dijo el ex conscripto. Así fue como lo convenció.

Después de unos minutos, los 17 tripulantes de la balsa abandonaron el área del crucero dirigiéndose hacia un destino incierto. “Estábamos en el medio del mar. No veíamos nada alrededor”, señala el ex combatiente. En alta mar, los tripulantes debieron lidiar con las tempestades del viento y el agua helada. “Nuestro mayor temor era que el bote se diera vuelta”, recuerda.

Cuarenta y ocho horas debieron esperar los tripulantes de la balsa para ser rescatados por el ARA Gurruchaga, en la madrugada del 4 de mayo. “Estábamos destruidos física y mentalmente”, rememora Massin y agrega “No tenía fuerzas ni para pararme. Me tuvieron que llevar en andas”. En el crucero recibió una frazada, ropa seca y una taza de chocolate hirviendo para retomar fuerzas. “A ese chocolate le salía vapor de lo caliente que estaba, pero en ese momento no tenía noción de mi cuerpo y lo tomé de un tirón”, recuerda el ex combatiente.

En el ARA Gurruchaga, Massin empezó a preguntar qué había ocurrido con sus camaradas de barco. ”Uno pregunta, ‘lo viste a este’ y empezás a ver que algunos compañeros tuyos no están”, explica sin poder contener el llanto del otro lado de la línea. Después del rescate fue enviado a su provincia para ver a su familia por una semana y luego retornar a la base naval para ponerse nuevamente a disposición y continuar el combate.

A 40 años de suceso, Massin señala que “estas fechas son complicadas para los soldados, porque cuando uno habla, un montón de imágenes se le pasan por la cabeza al recordar ese momento y es difícil separar la emoción del relato”, y agrega: “A uno le hace mal porque murieron muchos amigos y compañeros con los que compartimos cosas”.

En los últimos años, Jorge Massin recorrió diferentes establecimientos educativos para contar a los alumnos sobre su experiencia en Malvinas: “Muchas veces se te complica hablarlo, pero es necesario para nuestros compañeros, amigos y para que el mundo sepa cómo se vive una guerra”, afirma el veterano y señala que el objetivo en cada recorrido escolar es “lograr que la causa Malvinas siga siendo algo que permanece en la conciencia nacional de futuras generaciones”.

El relato de García

Jorge Luis García es presidente del Centro de combatientes de Malvinas de Salta y recuerda cada día lo ocurrido en 1982. Tenía solo 19 años cuando sobrevivió el hundimiento del Crucero General Belgrano. Momentos antes del bombardeo inglés, el marino se encontró con un vecino de su barrio a quien no veía hacía mucho tiempo y que el azar o el destino quiso que ese encuentro le salvara la vida.

El excombatiente tuvo su primer acercamiento a las fuerzas armadas en 1979, cuando por necesidad económica abandonó el secundario y viajó a Buenos Aires para  alistarse en la Armada Argentina e iniciar una carrera de suboficial. Sus estudios los comenzó en la Escuela Mecánica de la Armada (ESMA), el mismo lugar donde se llevaba adelante el plan sistemático de tortura, desaparición y exterminio de personas. En diciembre de 1981, García se recibió en el Área de Telecomunicaciones de la Armada y fue enviado a trabajar en el Área de Comunicación del crucero General Belgrano hasta que se inició el conflicto bélico.

García señaló que durante ese período la principal complicación que tuvo el Belgrano estuvo relacionada con el sistema de calderas, pero que operativamente funcionaba muy bien. Así fue que el 16 de abril de 1982 zarparon hacia Puerto Belgrano para integrarse a las labores operativas de la guerra. García trabajaba en el Área de Comunicación Radio 12 junto al cabo Jorge Yacante y al conscripto Fabian Siri.

Fueron pocos días hasta que sintió la guerra en su propio cuerpo. La noche anterior al bombardeo estuvo en servicio, en estado de alerta constante debido a que habían ingresado a zona de ataque.

El 2 de mayo, la jornada parecía ser tranquila. Luego de haber salido de la zona de ataque, los tripulantes del crucero estaban más aliviados. En ese momento García había terminado su descanso y se encontraba en la cocina preparando unos mates para luego entrar en servicio. En ese entonces aparece sorpresivamente en la cocina Elio Moya, un vecino que no veía hacía mucho tiempo y por casualidad se habían reencontrado en ese lugar. En esa cocina, iniciaron una larga y distendida conversación, mientras tomaban mate. El exmarino recuerda que en medio de la conversación apareció Siri para decirle que ya estaba preparado el recambio. “Decile a Yacante que espere un minuto que ya voy para allá”, fueron las palabras de García a su subordinado, que abandonó esa sala. Segundos después, se escuchó la primera explosión en su zona de trabajo. “Por cuestiones del destino ni yo ni mi amigo de salta morimos ese día”, enfatiza García, emocionado al recordar ese momento y afirma que durante los bombardeos, junto a su amigo, se escondió debajo de una mesa presuponiendo que fue un ataque aéreo

            Luego de la explosión, el área estaba en llamas y llena de humo. La capacidad operativa del crucero se encontraba disminuida por la falta de electricidad. Las cubiertas comenzaron a llenarse de agua producto de las filtraciones generadas por los torpedos. A pesar del aturdimiento por el impacto, García comenzó el protocolo por hundimiento. En medio del ruido de alarma, el salteño abrió los portones que había en el crucero para que sus compañeros pudieran abandonar el área. 

En medio del operativo se encontró con un suboficial, que le entregó una balsa y un abrigo. “Solo andaba con una remera de grafa”, recuerda García. Minutos más tarde, después de pelear con la inclemencia y luego de que sus superiores le anunciaron que “no había nada que hacer”, dio inició al operativo de abandono en balsa. El excombatiente afirma que la zona donde debían ubicar la balsa estaba “empetrolada”, por los barriles que  de petróleo que un grupo de soldados había lanzado para evitar un incendio. “Muchas balsas se habían roto por el fuerte oleaje”, enfatiza y agrega que el operativo de salida se realizó en la misma zona en donde los torpedos impactaron sobre el crucero.

El exmarino afirma que fue el primero en tirarse a la balsa y que enseguida detectó que tenía una filtración. “Los que estábamos ahí, ya no teníamos fuerza ni para agarrarnos de los costados del bote”, recuerda mientras su voz se entrecorta en el teléfono. En el mar, las correntadas y el fuerte viento transformaban a la balsa en una bola de flipper que iba de un lado a otro. En ese momento, el suboficial Emilio Torlaschi solicitó a los tripulantes de la balsa que se acercaran a otros botes para colocar a los heridos. El titular del centro de combatientes de Salta afirma que después de luchar contra la inclemencia del clima pudieron acercarse a un bote en donde podían colocar a los lesionados. En cuestión de minutos, una fuerte ola impactó sobre el bote en donde viajaba García, que provocó que el suboficial Torlaschi tomará una decisión drástica: “Cortar los cabos que unen a los botes”. En ese momento, dudó de hacerlo, pero los gritos de sus compañeros pidiéndole “Cortá los cables que se nos rompen” fueron suficiente para cortar la soga y separar definitivamente a los soldados. “Los integrantes de la primera balsa se perdieron en el mar. Para mí son héroes de la patria”, enfatizó emocionado García.

La noche más larga

El clima y el viento fueron impiadosos con nosotros”, recuerda el hombre que formó parte de la marina hasta 1984. García debió moverse a un tercer bote para poder encontrar estabilidad en el viaje.

En esa balsa, pasó la noche del 2 y la madrugada del 3 de mayo, en donde junto a sus compañeros soportaron las fuertes olas, las bajas temperaturas y un viento sur que impactaron sobre esos cuerpos húmedos y cansados.

“Fueron las noches más largas de mi vida”, destaca García, que recuerda que en esas jornadas anochecía a las 17 y que recién aparece el sol a las 8 de la mañana.  

En la tarde del 3 de mayo, un avión apareció en el cielo de Malvinas. En ese momento, los soldados tiraron unos tarros de pintura en el mar con el objetivo de generar señal que permitiese al avión detectar la presencia humana. “El mar era tan grande que no veíamos nada. Solos no nos hubiésemos salvado”, destaca García.

Esos minutos de felicidad fueron escasos, porque la noche volvió aparecer en Malvinas. “En ese momento, muchos creímos que otra noche más no la pasábamos y muchos se apegaban a la religión, porque necesitaban algo en que creer”. En ese ambiente nocturno, la desesperanza y pesimismo se articulaban con el cansancio físico de los tripulantes, que aguantaron estoicamente esa noche.

García se emociona al recordar el momento en que el Crucero Gurruchaga apareció para rescatar a la flota. Los tripulantes de la balsa usaron las pocas fuerzas que disponían para remar hasta el barco que los rescató en la jornada del 4 de mayo. “Nosotros no teníamos fuerzas ni para mantenernos en pie”, recuerda con emoción.

A pesar del rescate, García no estaba tranquilo. El temor ante un posible ataque de los ingleses estaba latente. El 5 de mayo, el ARA Gurruchaga llegó a Ushuaia, en donde los sobrevivientes del Crucero General Belgrano fueron trasladados tanto a diferentes hospitales zonales como a sus respectivas bases militares.

García, desde ese entonces, no fue el mismo. Continuó en la fuerza hasta 1984, cuando decidió abandonar su carrera de marino para radicarse en Salta y conformar el Centro de Combatientes de Malvinas, en donde ayuda a otros excombatientes y a sus familias otorgando capacitaciones laborales, becas, viviendas y hasta apoyo psicológico. En este sentido, García critica el tratamiento del Estado argentino hacia los excombatientes, enfatizando que la falta de apoyo en materia psicológica provocó el suicidio de muchos soldados.

El presidente del Centro de combatientes de Malvinas de Salta se emociona al recordar a sus compañeros caídos en batalla: “Nosotros nos sentimos orgullosos por lo hecho en Malvinas, porque también nos mantuvimos de pie a pesar de que muchos compañeros ya no están entre nosotros por la desidia del Estado”, enfatiza García.

El exintegrante de la marina se siente dolido cuando relacionan a los excombatientes de Malvinas con la dictadura militar: “Muchos de los pibes que estaban con nosotros, antes de la guerra trabajan para darle de comer a su familia, estudiaban o jugaban a la pelota, y se metieron en una trinchera peleando por su Argentina, por su bandera, por su patria, jamás por la Junta Militar”, enfatiza García.

Jorge García se emociona al rememorar lo vivido en las islas en 1982 y al recordar a sus compañeros de combate caídos. “Es imposible no recordar, no renegar, ni ilusionarse. Ojalá que algún día suceda y nosotros podamos descansar tranquilos. Hicimos lo que pudimos”, concluye el combatiente. 

De criptomonedas, pirámides e influencers

De criptomonedas, pirámides e influencers

Cada vez son más los ahorristas que invierten en esquemas ponzi y terminan perdiendo dinero. Los últimos casos relacionados con Generación Zoé y Vayo Group volvieron a dar visibilidad a “inversiones financieras” que prometen ganancias rápidas y cuantiosas.

El modelo de estafa conocido como “esquema Ponzi” tiene sus inicios a principios del siglo XX en Estados Unidos cuando un italiano llamado, justamente, Carlo Ponzi se hizo millonario con esta modalidad: “Se trata de un sistema que se mantiene con el dinero de un ‘grupo de inversores’ con la promesa de recuperar y multiplicar sus inversiones en un periodo relativamente corto”, explica el especialista en Marketing. En este sentido, para que este negocio funcione es necesario que el número de participantes nuevos sea mayor al de los iniciales y por eso se denomina estafa piramidal, tipificada en los artículos 309 y 310 del Código Penal. 

Como señala el referente en economía digital, muchas personas suelen confundir este esquema con el marketing multinivel (MLM), una práctica comercial legal que implica la venta de bienes o servicios reales junto con el reclutamiento de personas que vendan esos mismos productos como representantes de venta: “La diferencia central es que en el network marketing se venden productos y se realiza una transacción comercial normal”, sintetiza Pueyrredón: las personas “compran los productos directamente a la empresa para su uso y si les convence deciden venderlos, como una profesión”.

Uno de los métodos aplicados actualmente para atraer inversores es la supuesta promesa de obtener grandes ganancias a través del trading en criptomonedas. En el comunicado del BCRA y la CNV del 20/5/21, se indicó que “los cripto activos, que buscan ser utilizados como instrumentos de pago o con fines de inversión, no son emitidos ni respaldados por un banco central o autoridad gubernamental y, tal como se mencionó, no cumplen con las condiciones necesarias para ser considerados dinero de curso legal o título negociable”.

Ahora, ¿por qué el uso de criptomonedas es frecuente para estas estafas? Las criptomonedas son una moneda digital descentralizada protegida por códigos que se utiliza para comprar bienes y servicios. Sin embargo, como afirma Pueyrredon, pueden utilizarse en estos esquemas piramidales (u otra actividad ilícita) como dinero o forma de pago pero “no significa que las monedas criptográficas sean esquemas piramidales”. De esa manera operaba Generación Zoé tras crear su propia moneda digital “Zoe Cash” que, supuestamente, equivalía a un gramo de oro, es decir 55 dólares.

Una compañía de servicios financieros similar a este esquema de negocios es Vayo business, la cual promete “acceder a financiaciones rápidas de manera accesible y clara”. Siguiendo la misma línea, su crypto moneda Vayo Business  implicaba una primera inversión que oscilaba alrededor de los 5.000 pesos.

Frente a la especulación financiera, y estimulados por las crisis económicas en Argentina, cientos de personas ingresaron a estos esquemas de negocios. En muchos casos, colocaron sus ahorros por recomendación de un conocido o porque vieron una publicidad en las redes sociales que prometían ganancias siderales.

A la par, el boom de estas financieras y la queja de los primeros engañados puso en alerta a estas “empresas de servicios” que manejaba un caudal de dinero por “presunta estafa” a sus clientes. Para ello, el Banco Central de la Nación, la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) y  la Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado de Activos (Procelac) comenzaron a investigar cómo funcionaban. Uno de los casos más resonantes fue el pedido de captura y detención de integrantes de Generación Zoe, dictaminado por una fiscal de Córdoba, y por el cual aprehendieron sus principales líderes, Maximiliano “Max” Batista y Leonardo Cositorto. A principios de abril, también se intervinieron las 16 sociedades que conformaban Vayo Group por una deuda de más de 20 millones de pesos en concepto de cheque sin fondos.

El CEO de Generación Zoe, Leonardo Cositorto, fue imputado por estafas reiteradas y asociación ilícita.

Inversión famosa

En la actualidad, famosos o influencers son contactados por estas empresas para promocionar sus productos o servicios, a cambio de dinero. Pero, ¿por qué estas compañías adquieren los servicios de estas personas para promocionar sus productos? ¿Cuál es el rol de estos influencers en este escenario? Para entender esta eficiente estrategia comunicacional ANCCOM diálogo con tres referentes en el tema: Pascual Calicchio, Secretario General de la Defensoría del Público y comunicador; Juan Marenco, Director general de la agencia de influencers “Be Influencers”; y Tomás Balmaceda, periodista especialista en tecnología.

 La pregunta fundamental de los esquemas Ponzi es, ¿cómo logra una empresa que una cantidad de personas invierta sus ahorros sin ningún tipo de garantía? Según estos especialistas con una efectiva estrategia comunicacional.

 Por un lado, Generación Zoe articulaba la promoción de sus servicios en redes sociales con la exposición de “un líder” (Leonardo Cositorto), quien recorría programas de televisión haciendo lo que se conoce como publinotas. En este sentido, Calicchio afirma que la forma en la que son presentadas estas figuras por los medios vuelve legítimo su discurso: “Los principales programas de televisión y diarios del país lo presentaban como ‘master coach profesional’, ‘senior coach organizacional’, ‘emprendedor’, ‘gurú de las finanzas’. Sin aclarar que muchas de esas notas eran en realidad publinotas pagas”, y agrega: “Si yo confío en el periodista o medio que sigo y ese medio lo legitima, termina siendo legítimo para mí”.

Si bien las “publinotas” no son ilegales, el rol de los medios de comunicación en estas situaciones puso en discusión su ética: “Será objeto de la investigación judicial determinar el modo en que ese engaño se produjo y la cantidad de personas que fueron estafadas, pero es fácil imaginar que el dinero invertido en publinotas cumplió un rol más que central: muchos cayeron en el error de invertir tras ver alguna de las entrevistas que le hicieron a Cositorto y que sus seguidores compartían a mansalva en las redes sociales”, concluye el secretario general de la Defensoría del Público.

Por su parte, Vayo Group utiliza influencers y mediáticos para promocionar sus servicios financieros: Zaira Nara cuenta que invirtió sus ahorros y en tan solo nueves meses obtuvo un 135% de ganancias. Celeste Muriega afirma que tan solo con tu DNI podes obtener tu préstamo.  Respecto a ello, el director publicitario Juan Marenco explica que la elección de estos personajes no es azarosa: “Se busca generar impacto en la audiencia, generando contenidos creativos pero también confiando en las palabras o resultados de quienes lo promocionan”.

 Para el periodista Tomás Balmaceda, el público cree en los influencers porque considera que “sus consejos son verdad” y añade que, en el caso de Generación Zoé, “uno descubre que en la actualidad, una persona le cree más a una celebridad o influencer que a un medio tradicional”. Por ultimo, menciona la importancia de la regulación con la publicidad engañosa: “En Estados Unidos hay una reglamentación rígida donde debes avisar si estás haciendo una publicidad y, si no lo hacés, es considerado engañoso. Incluso aparecieron denuncias de personas que invirtieron en criptos promocionadas por famosos pero que luego cayeron o resultaron estafados.

En Argentina hasta el año 2009, el derecho no contaba con una conceptualización normativa de la publicidad. Con la sanción de la Ley Nº 26522 de Servicios de Comunicación Audiovisual se dictaminó el concepto de publicidad en el Artículo 4º, mientras que la publicidad engañosa es considerada aquella que induce a error, silencie datos o afecte económicamente a los destinatarios, o perjudique a un competidor.

Ante la proliferación acelerada de estas estafas en Argentina, la Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado de Activos (PROCELAC) emitió un comunicado  alertando sobre los riesgos de ser parte de este tipo de estafa: «Se trata de un mecanismo mediante el cual se invita al público a colocar su dinero con promesas de retribuir intereses exorbitantes», decía el mismo.

Por lo tanto, para erradicar este tipo de maniobras fraudulentas se requiere no solo establecer criterios objetivos que permitan definir con equilibrio y transparencia los contenidos que se difunden en los medios de comunicación sino, además, generar políticas de prevención para los consumidores a la hora de adquirir un bien, producto o servicio.

En este contexto cabe preguntarse, ¿son los medios de comunicación el canal más propicio para estas estafas? ¿Son cómplices o son engañados también? ¿Que tanto se benefician los influencers promocionando estos “servicios financieros”? Lo que sí podemos afirmar es que esta presunta solución se convierte en un problema mayor para los ahorristas mientras que para las empresas termina siendo una estrategia rentística perfecta.

 La PROCELAC recomienda a las víctimas de estafa efectuar la denuncia penal correspondiente ante las fiscalías en lo criminal y correccional de la Ciudad de Buenos Aires y en el interior del país, ante las fiscalías locales o ante las dependencias policiales más cercanas.

Operación Chatarra

Operación Chatarra

Mientras una empresa argentina desmantelaba una vieja factoría ballenera en las Georgias del Sur para venderla como desguace, se desató la guerra. Uno de sus protagonistas cuenta cómo se gestó la excéntrica aventura comercial, su recuerdo de Astiz y el día que cayeron prisioneros de los británicos.

Semanas después del desembarco de los chaterreros en las Georgias,  se desató el conflicto bélico en Malvinas.

En el Atlántico sur, 1.390 kilómetros al sudeste de las Malvinas, se encuentran las Islas Georgias del Sur y Sandwich del Sur, territorio bajo poder inglés y reclamado por la Argentina. Allí, el 17 de marzo de 1982, un grupo de trabajadores argentinos desembarcó para desmantelar unas antiguas factorías balleneras y venderlas como chatarra. Lo que ellos no sabían es que un extraño incidente precipitaría la ocupación militar inglesa de las Georgias, donde estaban las fábricas, y los inmiscuiría en el escenario bélico. Para saber más sobre este episodio, ANCCOM dialogó con Ricardo Cacace, coordinador del desguace, quien por entonces tenía 33 años.

Tres años antes, el empresario y chatarrero argentino Constantino Davidoff había decidido organizar la operación. Las tres factorías en las Georgias del Sur procesaban los cetáceos de los que extraían el aceite, la carne y otras partes útiles. Las tres terminales, Husvik, Strommes y Leith, pertenecían a la empresa inglesa Salvensen y estaban conectadas por caminos. En Leith llegó a haber, incluso, un cine al que asistían los marineros. Las instalaciones fueron cerradas en la década del 60 cuando se prohibió la caza de ballenas.

Luego de intensas negociaciones para obtener las habilitaciones, Davidoff contrató a un equipo de técnicos y metalúrgicos para desarmar toda la infraestructura y venderla como chatarra, estimada en unos 30 millones de dólares: “En el año 80 la situación en Argentina no era la mejor: estábamos con un gobierno de facto y particularmente la industria no era lo más floreciente. El negocio estaba ahí, al alcance, pero no tenían cómo realizarlo, necesitaban logística, no tenían trabajadores, ni equipos, ni barcos“, relata Cacace.

Para ese momento, Cacace no solo contaba con años de experiencia en la industria sino que también tenía contacto con inversores, como el Banco Juncal. “Yo tenía un amigo que trabajaba en el banco así que los puse en contacto y me desligué”, señala. En diciembre del 81, un pequeño grupo viajó a conocer el lugar y logró despertar el interés del Banco Juncal para financiar el operativo. Luego se contrató a la empresa de Davidoff para las tareas de desguace y hacia fines de febrero lo llamaron a Cacace. “Me comentaron que estaban organizando la expedición y que necesitaban que fuera como coordinador para determinar las prioridades de carga”, cuenta.

Con los permisos y pasaportes correspondientes, los trabajadores desembarcaron en las Georgias. “Los ingleses estaban al tanto de que viajábamos y fuimos totalmente blanqueados, era un tema comercial y para toda la tripulación era un salvavidas económico muy grande”. Los primeros días recorrieron el pueblo fantasma de Stromness y pusieron en funcionamiento los equipos y las instalaciones para comenzar a trabajar. Los directivos se ubicaron en la mejor vivienda de la estación y los obreros en las barracas que habían albergado a los balleneros. En ese tiempo, se mantenían informados por Radio Colonia y tenían comunicación frecuente con sus familiares. Sin embargo, el izamiento de una bandera argentina marcaría un antes y un después en la expedición.

En su libro Desembarco en las Georgias, el periodista e investigador Felipe Celesia escribe: “El soldado Horacio Locchi, hincha fanático de River, empezó a ver dónde podía colocar su banderín del equipo. El director de la operación, Jorge Patané, lo cruzó con una bandera argentina y lo convenció de izar la enseña patria. Locchi accedió y la colgó de un remo roto que sujetó con alambres a un transformador eléctrico”.

El gesto, realizado sin ceremonia ni tropas, ocasionó una protesta británica y el envío de militares desde Malvinas para desalojar a los trabajadores por la fuerza: “Unos civiles se acercaron, hablaron con el capitán del barco y se bajó la bandera inmediatamente para evitar conflictos. En mi opinión, los dos gobiernos esperaban que algo ocurriera para comenzar a pelear. Viéndolo hoy entiendo que algo hubo, una estrategia o una ‘cama’”, sostiene Davidoff.

A la par de estos hechos, la Junta Militar dirigida por Leopoldo Fortunato Galtieri programó la recuperación de las Malvinas, denominada en principio Operación Azul, y el 2 de abril de 1982 se desató la guerra. En las Georgias, mientras tanto, el teniente Alfredo Astiz –hoy condenado por crímenes de lesa humanidad- encabezó un acto para celebrar la toma de posesión de la Argentina en las Malvinas pero, a las pocas horas, fue rodeado por tropas británicas. “Luego de esto, nunca más vimos a Astiz. Los ingleses terminaron tomando las Georgias, nos desalojaron y, al ser civiles, nos llevaron como prisioneros a Stromness, una zona montañosa con cerros, donde pasamos la noche en unos galpones”.

El trayecto a los depósitos no fue amable: armas de fuego, morteros, fusiles y un simulacro de fusilamiento. “Ellos estaban distendidos, fumando, riendo y buscaban sin duda asustarnos porque si hubiesen querido matarnos, éramos blanco fácil. Ese fue el peor de los momentos, nos quedamos en los galpones al lado del mar toda la noche y por suerte no llovió ni nevó porque no la hubiéramos contado”, explica Cacace. A la mañana siguiente, un helicóptero bajó y comenzó a distribuir a los trabajadores en distintos navíos con la ayuda de la Cruz Roja Internacional que los reubicó en Uruguay.

En mayo del 82 el equipo regresó a la Argentina y cada cual siguió su propio camino: “Nosotros fuimos los primeros que volvimos al continente, el 20 de mayo, y apenas llegué salí a buscar trabajo para mantener a mi familia porque nadie daba nada. Recuerdo que trajeron escondidos en los camiones a los soldados que sobrevivieron y este regreso fue muy difícil para estos jóvenes que no tenían preparación para ir a la guerra. Allá era matar o morir y aquellos chicos se tuvieron que hacer hombres de golpe”.

Según Cacace, el Estado sigue en deuda hasta nuestros días. “Hace cuatro años, tuve la oportunidad de viajar a Malvinas y te puedo asegurar que es poco lo que le puedan dar a un veterano de guerra. Mandamos jóvenes a morir y desde entonces hay un abandono de la gente que dio su vida por la patria. Lamentablemente, quienes tuvieron la suerte de retornar tienen dificultades para conseguir trabajo, para atenderse o problemas psicológicos. Y es un hecho que hubo más suicidios de veteranos que los que murieron en la guerra”.

Derecho al Olvido versus Derecho a la Información

Derecho al Olvido versus Derecho a la Información

Este jueves, comienzan las audiencias en la Corte Suprema por el caso de Natalia Denegri, la exmediática entremezclada en el caso Cóppola que exige que google la baje de su buscador.

Este jueves, la Corte Suprema de Justicia escuchará los argumentos que tiene Natalia Denegri para exigir que Google la desindexe de su buscador y comenzará a debatirse lo que se dio en llamar Derecho al Olvido y sus tensiones con el Derecho al Acceso a la Información Pública.

Una de las principales preocupaciones actuales en la justicia y la sociedad es la regulación de los derechos digitales. Entre otros temas centrales está el llamado Derecho al Olvido. No pocas personas han solicitado que parte de su historia personal no aparezca más en los motores de búsqueda por considerar que les produce un daño. De fondo, corren otros problemas como la falta de regulación de los algoritmos y sus sesgos discriminatorios, la responsabilidad de los intermediarios, el derecho a la intimidad y su tensión con el acceso a la información pública, entre otros.  

El Poder Judicial deberá resolver el pedido de Denegri, quien en los 90 alcanzó fama por entremezclarse con los protagonistas de llamado “Caso Cóppola” y por participar de un reality informativo conducido por Mauro Viale. Ahora, devenida en empresaria, la exmediática se siente denigrada cuando aparece cantando “Quién me la puso”, entre otros productos de la época, que hoy pueden encontrarse con una simple búsqueda en Youtube.

 Enrique Chaparro, especialista en seguridad informática y activista por los derechos digitales, sostiene  que “el problema de la regulación de temas de interés público está en manos privadas. Si esto lo determina una empresa privada lo que estamos haciendo es privatizando la información, lo que no existe en los buscadores de Internet no existe. Esto es sustancialmente grave”.

La posición del especialista  muestra que detrás de los algoritmos, los GAFAM (Google, Amazon, Facebook ahora Meta y Microsoft) priorizan el negocio sobre los derechos de sus usuarios. En este sentido, el valor de la información precisa mayores definiciones. La actual ley argentina de Protección de Datos Personales (ley 25.326)  permite en su Artículo 27 la creación de perfiles para fines promocionales o publicitarios y no sanciona los abusos de estas grandes corporaciones, como ocurre en Europa con el Reglamento General vigente de desde 2018, con multas que alcanzan los 10 millones de euros.

Este 17 de marzo  llegará a la Corte Suprema de Justicia el  Derecho al Olvido y su contraste con  el Derecho a la Información. El máximo tribunal convocó a una audiencia pública esencialmente para tratar el litigio entre Google y la exmediática radicada en Estados Unidos. La demanda contra Google se enfoca en los resultados del buscador en donde se la encuentra todavía como “chica del caso Coppola”,  ocurrido en 1996. Denegri ganó su juicio contra Google en dos instancias y la empresa multinacional de Estados Unidos, Alphabet Inc. -propietaria del buscador- presentó un recurso que llegó a la Corte Suprema.

Denegri denunció que sigue siendo victimizada con la continua difusión de informaciones erróneas y con imágenes que la exponen. “El acceso a la justicia es una barrera muy alta, el tiempo que se demora en que ese acceso se concrete es una barrera aún más alta. Tenemos que discutir y crear, desde el punto de vista legislativo, sistemas que sean suficientemente ágiles como para resolverlo sin que quede al arbitrio del sector privado”, dijo Chaparro.

 

¿Qué fue el caso Coppola?

El empresario Guillemo Coppola fue detenido en octubre de 1996 luego de un allanamiento en su domicilio. En aquel episodio encontraron en un jarrón 40 gramos de cocaína. El entonces representante de Diego Maradona estuvo detenido más de 90 días por orden del exjuez federal de Dolores, Hernán Bernasconi.

En declaraciones radiales, Natalia Denegri recordó que, con 17 años, fue expuesta y convertida en el chivo expiatorio de las prácticas de «un juez corrupto», en referencia a Bernasconi. «Eso -completó- quedó demostrado en el juicio que le gané al Estado y a los terceros actuantes en julio de 2020 en el Juzgado Contencioso Administrativo Federal 5”.

Los dos lados del mostrador

El Derecho al Olvido toma especial relevancia durante 2014, en Europa, a partir de que un abogado y calígrafo, Mario Costeja, exigiera a Google que borrara la indexación que vinculaba su nombre con una deuda saldada (en la década del 90), logrando un fallo favorable del Tribunal de Justicia de la Unión Europea.

Se trataba de dilucidar si correspondía eliminar los datos que Costeja consideraba lesivos para su reputación era responsabilidad de la página web en la que constaban los mismos –propiedad de La Vanguardia diario– o del buscador. Como resultado de un reclamo, presentado en marzo de 2010, la Agencia Española de Protección de Datos ordenó a Google, en su Resolución de fecha 30 de julio del mismo año, que no mostrara en el futuro ésta información, por cuanto consideraba que no resultaba posible eliminar la información original que constaba en la hemeroteca que el mencionado diario había volcado en la red.

Google, por el contrario, sostenía que la responsabilidad de la información recaía en exclusiva sobre el propietario de la página web original y que su buscador era simplemente un mediador sin responsabilidad en el contenido de las páginas web que indexaba.

“Este es el agujero del mate. Me refiero  a los buscadores, dado que son una empresa privada y que  por otro lado indexan, tienen un orden editorial. Por lo tanto, en el fondo son decisiones”, sostiene Chaparro.

La Defensora del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires, María Rosa Muiños , y su par bonaerense, Guido Lorenzino, respaldaron el pedido de la empresaria Natalia De Negri en su demanda a Google.

¿Se puede no ser indexado?

Todo lo que aparece en un buscador parece haber sucedido en un mismo tiempo. Es acrónico, no está asociado a un tiempo. Por eso, aparecen los casos mencionados como el de Natalia Denegri o Mario Costeja. En este sentido, el especialista en seguridad informática agrega que “nosotros (en referencia a las personas especialistas en  sistemas) solemos decir ´derecho a no ser indexado´, porque es lo más correcto”.

En nuestro país, lo que existe es la aplicación de la ley de Protección de Datos Personales, que tiene la limitación del recurso de “habeas data”, orientado a rectificar o modificar un registro en las bases de datos cuando estos se transforman en información sensible que puede producir un daño al denunciante.

Pero aquí, el Derecho al Olvido también alcanza a terceros, dado que hay casos que no implican únicas personas y esto presenta dilemas legales sobre todo si se afectan otros derechos. Desde el 2014 en Europa,  Google recibió más de 800 mil demandas. En Argentina, la modelo María Belén Rodriguez fue la primera en presentarse ante la Corte Suprema. En la segunda instancia, los magistrados consideraron que “como los buscadores no tienen la obligación general de monitorear los contenidos que figuran en la web, no pueden ser condenados”. En tanto, en 2015 la Corte volvió a fallar a favor del gigante en las demandas presentadas por la ex integrante del grupo de música Bandana, Virginia Da Cunha. La cantante solicitó que Google quitara contenidos que la asociaban con sitios web de pornografía y prostitución. La modelo Bárbara Lorenzo demandó al buscador por el mismo motivo. 

 Chaparro detalló que “el sesgo de información se compensa agregando información. Donde aparece el dato controvertido tiene que haber mecanismos que marquen la controversia, como por ejemplo, en el caso de Mario Costeja, que figure  la nota que le  pagó al fisco. La contextualización de la información es costosa para los oligopolios de la información”, subrayó.

A raíz del caso de la conductora televisiva,  puede observarse que la regulación actual carece de herramientas prácticas que den una solución, en donde el gigante Google es el buscador hegemónico y los algoritmos cumplen funciones editoriales. Por un lado, se requiere una nueva ley de Protección de Datos que incorpore las bases de datos dinámicas utilizadas por los megabuscadores para indexar contenidos.  En segunda instancia,  una regulación de los algoritmos que cumplen funciones editoriales. Por último,  que tengan en cuenta que borrar la indexación de datos como los del caso Coppola puede afectar otros derechos. Por lo tanto, lo que debe evitar la regulación democrática es que el/los buscador/es se posen de ambos lados del mostrador. La determinación de aquello que es de interés público no puede estar en manos privadas.