«Los diputados visitando a genocidas es la ruptura del pacto democrático”

«Los diputados visitando a genocidas es la ruptura del pacto democrático”

Juan Pablo Csipka habla de «Una batalla de todos los días. Cómo recuperamos la democracia en la Argentina», un libro en el que desgrana la transición de los 80, desde el fracaso económico de la última dictadura y su derrumbe hasta los juicios a la Juntas y la asonada militar de Semana Santa.

 

“Desde el primer momento, el objetivo de Alfonsín era evitar otro golpe de Estado”, comenta Juan Pablo Csipka, periodista, investigador y autor del libro Una batalla de todos los días. Cómo recuperamos la democracia en la Argentina (Editorial Marea). Csipka se centra en el levantamiento de Semana Santa de 1987, un momento crucial que sintetiza las tensiones políticas y sociales de la época. El autor utiliza este evento como hilo conductor para analizar el período que va desde la descomposición de la dictadura en 1980 hasta los años 90.

 

¿Cómo surge el libro? ¿Qué te llevó a centrarlo en la transición democrática?

Siempre me interesó el concepto de transición democrática, ver cuáles fueron los límites de esa transición. ¿Cuándo comenzó y cuándo terminó? No hay una convención. Yo digo que la transición empieza, no en Malvinas, sino dos años antes, en 1980: ahí empieza la descomposición de la dictadura. El trabajo sucio ya estaba hecho, y comienzan a exportar la represión ilegal a Centroamérica para reprimir la Revolución Sandinista porque ya no había a dónde más reprimir acá, pero los grupos todavía estaban enviciadísimos. Empieza el descalabro económico, colapsa el modelo de (José Alfredo) Martínez de Hoz. Se produce el recambio de (Jorge Rafael) Videla por (Roberto) Viola, y Viola cae por un golpe interno que le hace (Leopoldo) Galtieri. Este periodo culmina en el verano del 91 con la derrota definitiva de la amenaza carapintada, cuando Carlos Menem reprime en diciembre del 90 como no había podido hacer Alfonsín. En el medio están los indultos: impunidad para todo el aparato represivo y la economía más o menos estabilizada. Volvemos al orden de 1980, es una transición que termina de manera agridulce.

 

En el libro vas narrando y corrigiendo varios equívocos de esa década, como que la Obediencia Debida fue la consecuencia directa del alzamiento pero que Alfonsín ya tenía un borrador, en realidad.

El alzamiento es la reacción al Punto Final. En el verano del 87 vence el plazo de los 60 días que habían dado para hacer las denuncias y en febrero empiezan las citaciones, y los militares están en una situación de sospecha, no se define quién tiene que ir, quién va a ser el próximo y hay un despelote bárbaro. En el medio, Alfonsín va a Las Perdices, un pueblo de Córdoba. Típico acto de presidente de antaño en la Argentina, dice que va a enviar un proyecto de ley que amplíe el alcance del Punto Final, estaba tranquilizando al generalato. No nombra la Obediencia Debida, pero dice que hay militares que actuaron por coerción. Después vino Semana Santa y ese acto quedó en el olvido, pero los carapintadas se han querido quedar con la memoria histórica de decir que la Obediencia Debida la lograron ellos. Otro mito es que el alzamiento de Semana Santa no fue un intento de golpe de Estado; Semana Santa se propuso un objetivo y lo consiguió, e incluso uno podría pensar que realmente buscaban llegar al punto extremo de la reunión con Alfonsín cara a cara y después dejar la imagen de él y la victoria de “sacamos la ley”. La ley iba a salir, el tema es que las condiciones del debate son muy distintas por lo que pasa en Semana Santa.

 

Durante la campaña presidencial, Alfonsín habló de “los tres niveles de responsabilidad”: los que dieron las órdenes, los que las cumplieron y los que se excedieron. ¿Por qué el gobierno no quería continuar hacia abajo con los juicios por violaciones de Derechos Humanos?

Había mucho desgaste, Alfonsín consideraba que eso consumía todo su gobierno. Consideraba que alcanzaba con juzgar a los comandantes, o sea a los que dieron las órdenes y a los que se excedieron. Algunos nombres emblemáticos de la represión: (Ramón) Camps, a (Alfredo) Astiz él lo quería ver en cana. Y tenía esa lógica de los políticos de la guardia vieja, había que reprimir porque había guerrilla, había insurgencia. Hubo excesos, no consideraba la idea de plan criminal. Reivindicaba la lucha contra el terrorismo, pero nunca iba a reivindicar y aceptar el terrorismo de Estado. Además, era un desgaste muy grande juzgar durante todo su mandato. El juicio a las Juntas termina cuando se cumplen dos años de mandato, un tercio de la presidencia. En el debate del Punto Final él lo plantea en cadena nacional: ya llevo la mitad de mi mandato con esto, diciendo entre líneas: es un desgaste tremendo, hasta qué punto el sistema democrático puede estar tensionado y sufrir la posibilidad de un nuevo golpe si avanzamos.

 

¿Cómo influyó la “Teoría de los Dos Demonios” en la percepción y el tratamiento de las violaciones de derechos humanos en este período?

Hay un libro a comienzos del 84 que es Montoneros, la soberbia armada de Pablo Giussani, que después es una especie de periodista oficial de Alfonsín. En ese libro defenestra a Montoneros; empieza, muy tenebrosamente, a plantear que tenían una estructura que quería equipararse a los militares: cómo manejaban la militarización, ciertos aspectos de mesianismo, y eso armó un debate muy complicado. El propio Alfonsín habilita ese debate con los dos decretos: el 157/83 que procesa las cúpulas de Montoneros y el 158/83, a los comandantes, el propio presidente está aquí haciendo la equiparación. Yo creo que es una cuestión de orden cronológico, o sea para poder juzgar la represión ilegal tenían que avanzar con lo que había generado esa represión ilegal.

 

En el contexto actual, ¿cómo ves la reivindicación de esta teoría por parte del gobierno de Javier Milei?

El gobierno actual va más allá, es la lógica de (Victoria) Villarruel de que hay un solo demonio: la guerrilla. Villarruel no acepta el concepto de terrorismo de Estado, lo ha reivindicado, y cuando habla de terroristas, dice terroristas a secas, habla de la guerrilla. Ni siquiera es negacionista, es justificadora y apologista directamente. La cuestión negacionista en estos últimos años ha alcanzado otros niveles, se discuten las cifras de desaparecidos. La represión fue ilegal, no se puede pedir exactitud. Llegaron al extremo de agarrar a un mitómano, lo de Luis Labraña es vergonzoso, “porque yo inventé los 30.000”. Es mitomanía pura.

 

¿Y sobre la “memoria completa”?

El concepto de memoria completa me interesa porque se le podría haber dado una vuelta de tuerca que lamentablemente no se le dio, que es usarlo en el sentido de referirnos a la represión ilegal por el lado de los militares, pero hay un sector que quedó muy solapado, que nadie le dio demasiado interés, que es el bloque civil de la dictadura. Ese para mí sería el uso más interesante de memoria completa, los civiles. ¿Dónde están los civiles? Martínez de Hoz, todos los funcionarios del Ministerio de Economía, del Banco Central, los ministros que fueron civiles, los empresarios de medios colaboracionistas: Ford, dentro de nuestro gremio Atlántida, Para ti. Eso para mí es memoria completa. Y la derecha se lo apropió por el tema de la lucha insurgente.

 

Para mí, el uso más interesante de memoria completa sería preguntarse por los civiles: Martínez de Hoz, todos los funcionarios del Ministerio de Economía, del Banco Central, los ministros que fueron civiles, los empresarios colaboracionistas: Ford, dentro de nuestro gremio: Atlántida, Para ti. Eso para mí es memoria completa. Y la derecha se lo apropió por el tema de la lucha insurgente.

Juan Pablo Csipka

¿Cómo influyó el cambio del programa económico en 1975 en la configuración de las políticas económicas argentinas y el desarrollo del neoliberalismo en el país?

En 1975 se abandona el patrón de la sustitución de importaciones y entra el rentismo financiero. No es un fenómeno local solamente, es un cambio de paradigma en el mundo. La crisis del petróleo había generado una inflación altísima, estancamiento económico, ahí es cuando empieza la cuestión del neoliberalismo. Y esto va de la mano de otra cuestión que se asemeja al 30, cuando entra en colisión la idea de democracia y capitalismo. En el 75, 76, también: el nuevo programa no se podía aplicar en democracia. En 1930 alcanzó con el Estado policial: la policía haciendo inteligencia, torturando, represión pero de baja intensidad. A partir del 76 toma una magnitud nunca antes vista. Además, la dictadura inventó algo con lo cual la democracia nunca se metió: la Ley de Entidades Financieras del 77, que le dio el monopolio, el manejo de la tasa de interés a los bancos. Timba, timba, timba. El alfonsinismo no terminó de entender el cambio brutal de la economía argentina. El que lo asimila es Menem, quien completó la obra, y no lo dimos vuelta, esa es la gran derrota. Destrozaron la capacidad de transformación de la sociedad argentina. La política a partir de 1983 no es lo que era antes del golpe del 76. El Estado se convirtió en una máquina de recaudar solamente para pagar deuda, nada más. No hay plan de desarrollo.

 

***

 

Según Csipka, la Argentina experimentó tres hitos importantes en este siglo: la crisis de 2001, la pandemia y en el medio, el conflicto por la Resolución 125 en 2008. Este conflicto marcó un punto de inflexión en la política argentina y tuvo repercusiones que se extienden hasta el presente. «La 125 es el acta de refundación de la derecha argentina. No se puede entender la presencia de (Mauricio) Macri sin la 125. El hecho de que la clase media haya asumido el discurso de la Sociedad Rural, o sea, gente que tiene dos macetas en el balcón, acompañando a tipos que tienen 50.000 hectáreas. La gran deuda pendiente de Argentina es que no cambiamos la matriz de la dictadura. La dictadura triunfó de punta a punta. Nos pasaron por arriba y no se pudo regenerar otra cosa”.

 

No hay más amenaza golpista, pero no se ha revertido la matriz económica de la dictadura. ¿Cómo ves el estado actual de la democracia en Argentina?

Uno pensaba que después del 83 la democracia estaba consolidada en términos políticos, el “pacto democrático”: no al golpismo, no a la tortura, no a la violación de derechos humanos. Podemos discutir políticas económicas más a la izquierda, más a la derecha, pero después hay cuestiones que están fuera de discusión: Astiz tiene que estar preso. Y eso entró en duda estos últimos tiempos. Creo que el kirchnerismo se quedó a mitad de camino con el tema de no meter el debate crítico/autocrítico de la lucha armada de las organizaciones. Se generó toda una cuestión revanchista: el curro de los derechos humanos, que ante cualquier emergencia Cristina sacaba a un nieto de un sótano y todo ese tipo de barbaridades. Y así llegamos a tener a Javier Milei y Victoria Villarruel, ahí tenés el estado de la política. Tenemos diputados yendo a visitar genocidas. Eso es lisamente ruptura del pacto democrático. La democracia argentina en términos políticos fue asombrosa por lo que hizo con su modelo de Memoria, Verdad y Justicia, porque no tiene precedente lo que hace el gobierno de Alfonsín. A mí me hubiese gustado, como a todos, que no hubiese habido indultos, ni Punto Final, ni Obediencia Debida. Retrocedimos, avanzamos.

 

Y por último, pero volviendo un poco al principio del libro, me interesa el nombre, Una batalla de todos los días.

Es un fragmento de un discurso de Alfonsín. Me llamó la atención, y un poco lo sintetiza la frase, es la idea de que justamente Alfonsín dice que la democracia empezó el 10 de diciembre, pero la lucha sigue, tenemos que consolidarla. Ahí está la idea de la transición también, no es que de un día para otro pasamos de un sistema al otro. Si bien no es lo mismo el Estado de derecho que el Estado de una dictadura terrorista, el Estado de derecho había que construirlo día por día. Esta idea que Alfonsín tenía de juzgar; decía “vamos a juzgar a los militares”, pero no en el sentido revanchista, sino también en el sentido de garantizar que esto no vuelva a pasar.

«Me gusta el teatro que inspira a los espectadores a tomar decisiones»

«Me gusta el teatro que inspira a los espectadores a tomar decisiones»

El actor y director Mauricio Dayub habla sobre las dos obras que presenta en estos días en Buenos Aires: «El equilibrista» y «El amateur».

Mauricio Dayub es dueño de una mirada sencilla y penetrante, de una profunda calma en la prosa de sus palabras y en el ritmo de su discurso. A los veinte años abandonó su Paraná natal para perseguir su sueño “Vine a ofrecer mi corazón y no le importó a nadie”, dice sobre esos primeros años en la Capital Federal. Dayub dejó la carrera universitaria que sus padres le habían encomendado para dedicarse de lleno a lo que desde muy chico le permitía recorrer diversos mundos en el garaje de su casa. Hoy es un actor y escritor consagrado que puede confirmar lo que le decía su abuelo: “El mundo es de los que se animan a perder el equilibrio”.

Actualmente protagoniza dos obras emblemáticas de su carrera, El Equilibrista -que se presenta todos los miércoles a las 20 en el teatro El Nacional Sancor Seguros – y El Amateur, en cartel en el Chacarerean Teatre, ubicado en Nicaragua 5565, todos los jueves, también a las 20.

¿Cómo describirías a El Equilibrista?

El Equilibrista es la historia que todos podríamos contar si pudiéramos volver a ser niños. Es la historia de mi familia y un secreto que se me reveló durante un viaje, pero rápidamente se convierte en la historia de cada uno. Es una historia más sugerida que explícita, donde los personajes de mi familia pueden reflejar los de cualquier espectador. En ese sentido creo que se logró algo que se busca desde la literatura que es el tomar una parte para reflejar el todo.

Llama la atención la cantidad y la diversidad de recursos que utilizás para contar las historias de cada personaje. ¿Por qué es esto?

Eso está relacionado al tipo de teatro más artesanal que es el que a mí me gusta. Una forma de rendir homenaje a figuras admiradas por mí como Buster Keaton y Chaplin. Es un espectáculo que busca inspirar y hacer imaginar al espectador más allá de lo que ve.

¿Cómo fue el proceso de hacer una obra así? ¿Hubo una depuración de qué historias incluir?

Sí, descarté. En principio comenzamos a armar el espectáculo sin saber cómo iba a terminar siendo. Yo sabía lo que quería: yo quería no solo contar mi historia, sino también prestar atención a la forma. Sentía que el teatro se había ido adulterando, que las personas iban a un teatro pero no veían teatro, muchas profesiones se subieron arriba del escenario, el teatro se había ido abriendo en distintas cosas, y yo quería aportar mi granito de arena a lo que a mí me gusta: el teatro que te hace imaginar más allá de lo que ves. En el escenario se presenta una diversidad de elementos que ayudan a contar la historia y la enriquecen. Como la cola de perro, tuvimos que hacer varios modelos para poder llegar al que encajaba justo en el tiempo del desarrollo de la historia. Tengo un depósito lleno de ese tipo de cosas.

 

Presentás historias muy personales. ¿Qué te devuelve el público?

En principio que era muy necesario hacerlo. Después de casi 20 años en el escenario con un éxito como Toc Toc, con miles de funciones, todos me aconsejaban hacer una comedia para continuar con el éxito, que era lo que al público más le llegaba. Sin embargo, después de cada función de El Equilibrista recibo muchos agradecimientos de los espectadores que me esperan a la salida por la conexión  que tuvieron con la obra y las historias; y por cómo los movilizó.

¿Eso también es parte de tu visión del teatro?

Sí, me gusta el teatro que inspira a los espectadores a tomar decisiones en sus propias vidas. En un mundo donde a menudo seguimos una manada para encajar, el teatro puede fortalecer nuestras convicciones personales y ayudarnos a mantener nuestra identidad.

¿Tenías confianza en que iba a ser bien recibida?

Siempre trato de trabajar pensando que lo que hago va a gustar, pero el éxito es lo que menos ocurre.

Una vez dijiste que cuando eras chico y salías a la vereda no había nada que te permitiera vislumbrar a dónde ibas a llegar, pero sí tenías muy claro que lo tuyo era la actuación…

Sí, me pasaba eso, yo era chico y tenía esa vocación muy clara, yo jugaba en el garage y con lo que encontraba ahí jugaba a ser actor, inventaba cosas y pensaba cómo voy a hacer para vivir de esto, cómo voy a desarrollar esto. Tendría 10 o 12 años, yo habría la puerta y no tenía acceso al teatro. Me acuerdo que llegaba el diario y miraba las carteleras donde estaban los nombres de las obras y títulos de las películas y yo me armaba las historias, eso era lo más cercano que estaba del mundo del espectáculo.

En El Amateur también hay un mensaje de seguir tus propios deseos. ¿Cómo surge esa historia?

La escribí para darle sentido a un momento de mi vida; había dejado a mi familia, a mis amigos, a la ciudad donde nací. Vine a ofrecer mi corazón y no le importaba a nadie, era muy difícil ser percibido por el otro, en un momento me di cuenta que estaba haciendo un esfuerzo descomunal sin saber lo que me esperaba y de tanto volver cansado de tantas puertas que se cierran me acordé de ese tipo que cuando yo era chico batió el record de permanencia en bicicleta, que estuvo 5 días y 5 noches dando vueltas en una plaza para lograr su sueño. Y me pareció que era una analogía de lo que a mí me estaba pasando, del esfuerzo que estaba haciendo tratando de convencer al otro de que yo podía ser actor.

La obra fue estrenada en los noventa, ¿por qué, después de tanto tiempo, decidiste reestrenarla ahora?

Porque habla de superación y unidad en un momento donde las divisiones parecen dominar. Es una historia que muestra cómo el esfuerzo personal puede inspirar a otros y cambiar percepciones. Inspira a lo que la realidad de hoy no, es un espectáculo de la antigrieta, es el logro de uno que te hace vislumbrar la posibilidad del logro de todos.

Parece difícil en estos tiempos perseguir tus propios sueños..
La realidad te lleva para otros lados, que sigas una manada a la cual tenés que pertenecer porque si no te sentís que quedás afuera, en vez de fortalecer tu personalidad tratar de parecerte a los que les va bien para ver si a vos te eligen y te va bien, eso te hace perder identidad, disminuir tus valores, te desdibujas, en ese sentido el ver teatro puede fortalecer esas convicciones personales.
¿Considerás que el teatro tiene la potencia suficiente para influir de esa manera? 
Mirá, en la Argentina el teatro tiene casi la misma afición que el fútbol, somos una de las principales cuatro potencias teatrales del mundo, somos un país fuertemente teatral, la gente tiene adherida su salida al teatro, se relaciona mucho el espectáculo con las vacaciones y durante el año. Tenemos una cultura que se mantiene y eso es difícil de lograr. Por eso hay que cuidarlo y mejorarlo, que el espectador no se decepcione, tenemos que trabajar siendo conscientes de que somos parte de un movimiento muy importante y que si el espectador sale desilusionado estamos afectando a otras salas y a otros productores.
«Si cerraran los clubes, ¿qué haría el Estado para contener a los pibes?»

«Si cerraran los clubes, ¿qué haría el Estado para contener a los pibes?»

El diputado provincial y expresidente de Lanús, Nicolás Russo, explica por qué se opone a las sociedades anónimas deportivas. El rol social y educativo de los clubes, los negociados de las SAD y los riesgos de vender la pasión al mejor postor.

El diputado bonaerense por Unión por la Patria y expresidente del Club Lanús (2009-2012 y 2018-2021), Nicolás Russo dio su parecer sobre las sociedades anónimas deportivas (SAD), explicó los riesgos que se pueden correr con su implementación en Argentina y resaltó el rol social que cumplen los clubes actualmente en el país.

 ¿Qué opinión tiene respecto de las sociedades anónimas deportivas?

Entiendo que esas sociedades pueden funcionar en otro país. En Argentina no veo la viabilidad por la función social que cumplen los clubes, el trabajo que hacen sus dirigentes y todo lo que generan para la sociedad. No estoy para nada de acuerdo con ese tipo de sociedades. 

 ¿Qué riesgos se corre si se instalan las sociedades anónimas deportivas?

Los riesgos son muchos.Vos te encontras con que, por ejemplo, vienen a comprar un club como Lanús. Viene una empresa, te cambia el color, por ahí la empresa está ligada al color verde y te pone ese color en la camiseta, te quita el granate que distingue a Lanús. ¿Y qué va a hacer la empresa si le interesa promocionar su producto? Te lleva a jugar a otra ciudad: Jujuy, Catamarca, Río Negro o Mendoza, donde los hinchas de Lanús no van a poder ir

 ¿Qué función social cumplen los clubes?

En Lanús entregamos 7.500 becas. Acá los pibes no sólo vienen a hacer deportes sino que acceden a una merienda, a un desayuno digno, a una ducha de agua caliente que en sus casas no tienen. Tenes más de 30 disciplinas amateur: voley, handball, hockey, cumplir con todo eso es deficitario. Tenemos un proyecto educativo de 1.300 chicos y chicas que tampoco da plata, pero cumplimos una función social. ¿Vos crees que una sociedad anónima deportiva va a hacer eso? El rol de los clubes reemplaza al Estado, la función que tendría que hacer el Estado la están cumpliendo los clubes. También hay otro tema que no es menor: cuando no vienen capitales los jugadores se van de Argentina pero no porque los clubes estén mal económicamente, sino por un tema del país. En Europa ganan 20 veces más que acá. Me preocupa lo que van a hacer con lo que se genera. Lanús, en los últimos 30 años, generó muchísimo dinero ¿Que hicimos? Invertir: compramos una sede social, reformas en todo el estadio, piletas climatizadas, vestuarios, infraestructura. Una sociedad anónima la plata que gana la va a girar al exterior. Cualquier problema que hay en la ciudad el primer lugar que vienen es a Lanús, los colegios del Estado utilizan el club, una Sociedad de Fomento utiliza el club. Se utiliza para charlas y talleres. Si un día hubiera una huelga de dirigentes y cerrarán los clubes, quiero saber qué hace el Estado para contener a tantos pibes

 

¿Y por qué piensa que desde el gobierno insisten con instalar las sociedades anónimas deportivas?

 El fútbol es una de las actividades más sospechadas de lavado de dinero. Fijate en Europa: un qatarí tiene un club, un ruso tiene el otro y de repente lo llevan hasta arriba de todo, después se van pero el club vuelve a donde estaba. 

En los últimos 30 años, Lanús  generó muchísimo dinero ¿Que hicimos? Invertir: compramos una sede social, reformas en todo el estadio, piletas climatizadas, vestuarios, infraestructura. Una sociedad anónima la plata que gana la va a girar al exterior.

Nicolás Russo

La diputada nacional por La Libertad Avanza Juliana Santillán, dijo que “la resistencia a las sociedad anónimas deportivas ocurre porqué la casta del fútbol no quiere soltar sus privilegios” ¿Qué opina usted?

 Yo creo que mucha gente opina sin conocer lo que es el fútbol. Te digo esto: no somos los dirigentes, son los socios también. El otro dia escuchaba al kun Aguero diciendo “no entiendo que miedo tienen los socios” ¿Sabes cual es el miedo? Nunca más volver a votar, no ser más dueños del club. El día que vendiste el club, lo entregaste y el día que esa sociedad anónima se cansó, cerró tu club.

 

¿En qué medida cree que instalar las sociedades anónimas deportivas se da por las malas administraciones que han tenido algunas asociaciones civiles sin fines de lucro?

 Primero, el fútbol argentino tiene más de 100 años. Yo la verdad, viendo los clubes, puede haber tres que tienen problemas, dos clubes grandes entre esos. Pero es un problema de 40 años, no lo vas a resolver en un día con una sociedad anónima. Las sociedad anónimas vienen porque ven un negocio, es más una idea del gobierno que de la gente

 

¿Y los capitales privados en las asociaciones sin fines de lucro que función cumplen?

 Los capitales privados si quieren sumarse a invertir en un club ¿cual es el problema? Nosotros no vamos a perder el manejo, que los socios tomen decisiones. En un club como Lanús, por ejemplo, no podes celebrar un contrato que dure más de tres años sin la aprobación de una asamblea, en ella votan los socios en forma directa, levantás la mano y votás, tenés voz y voto. Eso no lo vamos a perder

 

Hay una creencia instalada que si vienen los capitales extranjeros el fútbol argentino será equiparable a la Premier Ligue (Inglaterra) ¿Qué objetivo pueden perseguir esos capitales en el país?

 Acá hay un problema de país, como explicaba antes. La Argentina es un país con una moneda floja, en Brasil que es una economía fuerte y hay sociedades anónimas los jugadores se van a Europa igual. En Chile no les va bien a los clubes, les va como la mierda. En Paraguay, sacando Olimpia, Cerro Porteño y Libertad, es la asociación nacional la que está armando toda la estructura de juveniles. No le veo sentido, vienen los capitales para hacer un negocio puntual, muchas veces se utiliza un país como Argentina para “tercerizar” ¿Es lo mismo venderle un jugador que la rompe a Lanús que al Manchester City? A Lanús le cuesta 10 pesos, al Manchester 30, pero como son los mismos dueños lo compra Lanús y después lo manda a Inglaterra

 

Hubo experiencias de gerenciamiento en Argentina cómo los casos de Racing, Talleres de Córdoba o Mandiyú de Corrientes ¿Por qué no tuvieron éxito?

 El hecho de tener plata no quiere decir que te van a salir bien las cosas. Entonces vienen tipos con dinero que “creen que inventaron la pólvora” y empiezan a perder, perder, y perder dinero y un día se van a la mierda. Además vos gerencias, encontras un activo como los jugadores de fútbol amateur y se hace un acuerdo 80% para el club que los formó y 20% para el gerenciador y al revés para los que trae el gerenciador 80% para ellos y 20% para el club. La sociedad civil sigue estando y se queda con todo lo que es deficitario y ellos manejan el fútbol ¿Qué ocurre? un jugador vale un millon de dolares y el gerenciador lo dibuja que vale 300 y no te paga el 80% de un millón. El resto lo cobra en otro concepto. Eso no es serio 

 

¿Hitler y Milei son parecidos?

¿Hitler y Milei son parecidos?

Carlos Rozanski analiza la figura del primer mandatario argentino en su nuevo libro “De Hitler a Milei. Curiosidades dementes criminales”. “Este presidente es peligrosísimo para la democracia”, subraya.

El presidente de AEVAS (Asociación Civil de Altos Estudios en Violencias y Abusos Sexuales) y exjuez de Cámara Federal, Carlos Rozanski, presentó su último libro, De Hitler a Milei. Curiosidades dementes criminales. Allí, realiza una comparación de las personalidades, actitudes y visiones, los equipos de los que se rodearon y la forma en que construyeron “enemigos” el lider del partido nazi alemán y el libertario recientemente elegido como presidente de Argentina. El trabajo que, como afirma Dora Barrancos en el prólogo, resultará polémico, tiene como finalidad advertir sobre los riesgos de que una persona de estas características gobierne un país. En diálogo con ANCCOM, el autor reflexionó acerca de la publicación, la actualidad marcada por el gobierno de Javier Milei y las consecuencias que identifica  no sólo de cara al futuro, sino las que ya se sienten en la actualidad.

 

¿Cómo surgió la idea de hacer este libro?

El origen del libro fue el avance de la figura de Javier Milei en la política. Cuando resultó designado diputado ya tenía algunos antecedentes de violencia y de mensajes bastante crudos y desesperanzadores en sus conceptos. Se refería al Estado como algo malo, que había que destruir y que él estaba en condiciones de hacerlo. Esa contradicción lo ponía en la mira como para ver qué pasa con un personaje así si continúa su carrera política. Y no sólo que continuó, sino que llegó a ser presidente de la nación. Así surgió la idea. Viéndolo y escuchándolo. Como yo venía siguiendo históricamente la llegada de Hitler al poder en la Alemania nazi, hubo determinadas cosas que me llamaron mucho la atención y ahí entonces las comencé a profundizar y el resultado es el trabajo que se publicó.

 

Siempre se habla del pasaje de ser un outsider, una figura de los medios, a ser alguien que forme parte del Estado, primero como diputado y ahora como presidente.

El problema no sería que un outsider termine en un cargo importante. El problema es cuando una persona perversa llega a lugares de poder. Yo creo que el problema pasa más que nada por la maldad de sus concepciones. Y eso es un fenómeno muy nuevo. Yo no lo tenía visto ni siquiera en dictadura porque, si bien era genocida y sus métodos eran extraordinariamente violentos, tenía esa cosa de intentar disimularlo: había un fusilamiento y te decían que era un enfrentamiento. Tenían esa forma de encubrirlo. En cambio este hombre no, es directo en sus apreciaciones, lo cual además de hacerlo altamente peligroso es muy llamativo en su personalidad.

 

Como dice en el libro, es una exposición, una forma de enorgullecerse de esta crueldad…

El está orgulloso de su maldad. Él y las personas que lo rodean. No son gente tradicional. Cuando su ministra de Relaciones Exteriores manifiesta estar a favor del mercado de órganos y lo explica, vos ahí te shockeás un poco y decís: “¿Qué está pasando? ¿Ante qué estamos?” ¿Qué tipo de personas pueden decir semejantes estupideces y luego pasar al acto en las medidas que toma Milei como presidente? Eso es lo que preocupa en mayor grado.

 

Retomando la elección del título y del trabajo: ¿cuáles son los puntos de contacto en la comparación con Hitler?

La comparación surge de hechos reales. Javier Milei toma de los discursos de Adolfo Hitler, de su gestualidad, de su perversión, un montón de cosas. Por supuesto adaptadas a la realidad actual que tiene que ver más con lo digital. Joseph Goebbels, el ministro de Propaganda de Hitler, tenía a su disposición la tecnología de ese momento: micrófonos y amplificadores. Javier Milei tiene mucho más hoy, porque la comunicación digital que le ha permitido llegar y convencer a distintos sectores y estratos sociales y ganar una elección presidencial, lo cual también es un síntoma de alarma de los riesgos de que la comunicación esté siendo utilizada por personajes nefastos como él.

 

En el Capítulo 3 analiza la propaganda de Hitler en aquel momento, ¿qué relación hay con la forma en que hoy La Libertad Avanza utiliza la digitalización y las redes sociales?

Centralmente veo una coincidencia en la construcción de un enemigo. Toda la propaganda nazi inicial no hablaba de destruir y aniquilar a los judíos. Hablaba de aniquilar a los comunistas. Y el enemigo definido por Hitler y por su ministro de Propaganda era el comunismo, el socialismo, la socialdemocracia, todo el progresismo de la época. Hitler enfocó al comunismo como el mal de aquellos tiempos y unos años después agregó a los judíos y decidió su exterminio. Hoy Javier Milei está haciendo lo mismo cuando habla textualmente del comunismo como enemigo. Los resultados históricos tienen que servirnos para entender a qué pueden llegar las personalidades desquiciadas como la de Adolfo Hitler. No es una cuestión menor que Milei elija el mismo enemigo y que concentre toda su energía en enfrentarlo y combatirlo. Es claramente la obra de una persona que no está en sus cabales y el resultado es lo que estamos viviendo: la destrucción de una parte de la sociedad argentina. Esta cuestión hay que abordarla. Hay que tener la valentía de sentarse a conversar sobre este tema. Y a mí entender la oposición no está encarándolo como corresponde, con la gravedad que tiene.

 

Negar alimentos y medicamentos oncológicos: ese solo ejemplo autoriza su comparación con el régimen nazi en cuanto al concepto de la vida humana y qué debe hacer un gobernante.

Carlos Rozanski

¿Cómo debería plantearse esta oposición?

Milei se ganó todos los números para el juicio político y la destitución. Si el gobierno niega la entrega de medicamentos oncológicos, si tiene cinco millones de kilos de alimentos y se niega a entregarlos, no es sólo que la ministra de Capital Humano tiene el mismo nivel de perversión de Javier Milei, y forma parte de su grupo cercano, sino que sus actos por orden de Milei se están traduciendo en enfermedad y muerte. La gente que necesita atender una enfermedad y comer, si no lo hace se muere. Estamos ante un individuo altamente peligroso que traduce en actos su violencia verbal, porque en realidad los discursos de odio preceden los actos de odio. Y Milei ha venido durante años pronunciando discursos de odio y hoy lo está ejecutando. Negar alimentos y medicamentos oncológicos: ese solo ejemplo autoriza su comparación con el régimen nazi en cuanto al concepto de la vida humana y qué debe hacer un gobernante. Si no nos preocupamos lo suficiente no vamos a poder corregirlo.

 

¿Qué rol tiene el Poder Judicial en esta situación?

El Poder Judicial técnicamente tiene en sus manos la resolución de todo esto. No lo están llevando adelante porque no quieren, obviamente. Tenemos un Poder Judicial con un sector importante de gente decente, honesta, que trabaja bien todos los días. Y otro sector que son los delincuentes peligrosos, que trabajan para hacer daño, que no va a hacer absolutamente nada porque está de acuerdo con lo que hace Milei, como lo estuvieron con la dictadura. Eso también le pone mucho dramatismo al momento que vivimos, porque el Poder Judicial que tiene las herramientas no las usa para frenar a Milei y su grupo, y el Poder Legislativo tampoco lo está haciendo. Y una de las cosas más graves que nos está pasando es la inmovilidad de la oposición.

 

¿Ve en Milei un peligro para la democracia?

Milei es peligrosísimo para la democracia, no cabe duda. Pero además lo venía anunciando antes de ganar la presidencia y lo está concretando. Pidió la Ley Bases como también la pidió Hitler en 1933. Y no es casualidad que en aquel momento Hitler haya pedido facultades extraordinarias para legislar y hoy las esté pidiendo Milei. Querer reemplazar al Congreso es una característica de los tiranos. De hecho, lo inmovilizó tanto que con varios pedidos de juicio político ni siquiera se le está dando trámite y no hay protesta sobre eso. Milei es un peligro para la sociedad argentina. Está llevando adelante actos de destrucción social y eso aumenta el riesgo de lo que pase en el futuro. De ahí la necesidad de que la oposición reaccione lo antes posible. Yo creo que Argentina tiene todas las condiciones para reaccionar adecuadamente y para enfrentarlo. La dictadura duró menos que en otras partes de la región precisamente por la lucha y la reacción. Y no hay duda que Argentina tiene en su comunidad todos los elementos necesarios para enfrentar lo que está pasando. Ahora, el tiempo que tarde va a ser irrecuperable para aquellas personas que están padeciendo de manera directa el daño que le está ocasionando Milei y su gente. Por eso la urgencia.

 

¿Cómo son estas formas de resistencia en la actualidad? Si pensamos en la movilización por el primer intento de aprobación de la Ley Bases, ¿finalmente no salió en aquella oportunidad por falta de experiencia del oficialismo en el Congreso o por la reacción popular?

La resistencia que hace falta en cada momento de la historia no es idéntica, va variando. Evidentemente la movilización es imprescindible para frenar un proceso como este pero de ningún modo es suficiente. Ahí hay un error de concepto político: la movilización no resuelve el problema, sino que exterioriza un reclamo. La actitud digna de los dirigentes es ponerse a la cabeza de ese reclamo y traducirlo en actos. El Poder Legislativo en un juicio político, por ejemplo. El Poder Judicial con las medidas cautelares que están previstas. Y es evidente que no fue suficiente, porque no tenemos una Corte Suprema que asuma la responsabilidad de frenar a este aprendiz de tirano que está cada vez más peligroso en el sillón presidencial.

 

En el libro se aborda el vínculo entre infancias y personalidades en la adultez. ¿Cómo es esa relación?

Lo sucedido a una persona desde que nace puede influir en cómo será de adulto. El problema es cómo se traduce. Hay muchísima gente que ha sufrido violencia en la niñez y que luego de adulto es una persona solidaria y con gran humanidad. Otras personas, en cambio, pueden resultar perversas. Duele profundamente que se ignore la gravedad que tiene que un presidente defina al Estado como el pedófilo en el jardín de infantes. Hay un concepto profundamente perverso estas afirmaciones.

 

A raíz de ello surgió el debate sobre la salud mental de Milei y si está capacitado y en condiciones de ejercer la presidencia.

Es un tema muy delicado porque, en primer lugar, hay cierto prurito en tocar la cuestión de la salud mental. El psicótico es penalmente inimputable en el derecho argentino porque al no comprender el efecto de sus actos, no sería lógico que se lo sancionara por ellos. En este caso, el problema no es si Milei es imputable penalmente sino las consecuencias de sus actos, porque a la gente que él está dañando cuando le niega medicamentos o alimentos no le importa si es imputable o no.

 

En el Capítulo 1 describe varios aspectos de Milei como la misoginia o la discriminación, ¿cuáles son las cuestiones que más le preocupan de que una persona así forme parte del gobierno?

En primer lugar él afirma públicamente que tiene cinco perros cuando en realidad tiene cuatro. Parece una tontería. Pero él está convencido de que uno de sus perros está vivo y resulta que está muerto y fue clonado. Hay una alteración de la visión de la realidad que tiene este hombre que aumenta con otros mecanismos que él utiliza para denigrar, para ofender, para insultar. Él utiliza como insulto la palabra “mogólico” y en la sociedad argentina tenemos una legislación precisamente que repudia de manera expresa la discriminación que está haciendo de una determinada discapacidad. Eso, sumado a la misoginia y a estos otros rasgos de la personalidad, lo transforman en peligroso, más que nada porque esas ideas luego se transforman en actos que pueden ser leyes, como lo es la Ley Bases.

 

«Las políticas de Milei tienen una dimensión tanática»

«Las políticas de Milei tienen una dimensión tanática»

El historiador e investigador Ezequiel Adamovsky analiza el gobierno, sus continuidades con el macrismo, su relación con la clase alta y las posibilidades de un verdadero cambio social.

Historiador, activista e investigador del CONICET, Ezequiel Adamovsky escribrió numerosos libros. En el último, Del antiperonismo al individualismo autoritario, reflexiona sobre las nuevas modalidades de la política argentina y sus efectos sobre la estabilidad del sistema democratico. En esta entrevista, aporta su visión respecto a este viraje institucional, sintonías con proyectos del pasado y las posibles salidas de cara al futuro.

 

¿Esta nueva ola de neoliberalismo es parte del ideario liberal clásico?

Hay continuidades, pero también hay cosas diferentes. Si la nueva ola arranca con Macri, que en su momento intentó balancear su proyecto social con el económico, lo que busca imponer Milei hoy encuentra grandes sintonías. No por nada Macri le dio su apoyo, incluso perjudicando el proyecto de su propio partido. Desde mediano a largo plazo hay muchas similitudes: Macri buscó balancear lo económico con lo que consideraba los imperativos de la política. Ganó con una mayoría ajustada y se planteaba un avance gradual. Las conclusiones del fracaso de este proyecto antes del fenómeno Milei son evidentes: Macri mismo decía que la próxima vez tenían que venir con todo, a fondo con el mismo proyecto. Esta conclusión, general a la derecha, tiene en Milei una ocasión inigualable para avanzar porque encuentra en él una persona lo suficientemente poco interesada en conservar un aparato político. Además, es una persona narrada como un outsider, un loco “bueno” que la gente votó porque las cosas no funcionaron. Por eso se aferran con tanta convicción a este momento, porque saben que si esto fracasa, después van a tener que esperar para volver a intentar algo parecido. La sintonía no se da tanto a nivel económico, sino político: en el último tramo del macrismo se veía el giro bolsonarista de forma más clara, este autoritarismo en la forma de llevar el proyecto político para impactar sobre el esquema económico a largo plazo.

 

Vos hablás de una nueva institucionalidad, ¿en qué se hace más evidente? ¿En dónde asoman los intereses que subyacen?

Este gobierno es bastante transparente desde todo punto de vista. Si uno analiza las manifestaciones de apoyo constantes de las entidades empresariales, magnates locales y sectores de peso, están encantados. Incluso cuenta con el apoyo de magnates internacionales, como Elon Musk, y organismos como el FMI, que apoyan inmediatamente sus medidas y proyectos. El RIGI es, también, otra instancia sumamente transparente: es otorgarle una cantidad de facilidades, derechos y privilegios a empresarios en niveles inéditos. Luego, a nivel impositivo, bajar los impuestos a los sectores adinerados y aumentar los del sector medio es un movimiento transparente en cuanto a los intereses de clase que representan. Eso revela el hecho paradójico: es sorprendente que un presidente que tiene un soporte tan endeble en los otros dos poderes, que no tiene un número significativo de legisladores, ni gobernadores afines, ni ha digitado nada en la Corte Suprema, alguien que recién llegó pueda avanzar como si nada. Que encuentre todos los apoyos necesarios de las instituciones, incluso quebrando la letra de la ley, es porque se lo permiten y lo reciben gustosos. Ahí creo que está la verdad última de las instituciones políticas que tenemos y su relación con los intereses de clase. De no ser así, es inexplicable que la Corte Suprema permita la aplicación de una medida tan obviamente inconstitucional como el mega DNU sin siquiera aceptar su tratamiento. El caso es indicativo del lugar que tiene la Corte como garante de esos intereses de clase. La mayoría multipartidaria inedita que apoya a Milei, la minoría peronista y el resto de fuerzas políticas, por más que a veces tienen deidades republicanas, deja pasar poderes extraordinarios a una persona que dice explícitamente que viene a destruir el Estado. Eso solo se explica por la conexión de estos organismos con los intereses de clase. Por eso es una oportunidad inigualable.

 

Vos señalás que, con el desembarco del neoliberalismo en los noventa, la sociedad tuvo una reacción que se cristalizó en políticas progresistas. ¿Te parece que esta nueva ola es una reacción a estos planteos? 

Hay un condimento local que es evidente en el proceso, la crisis económica, que genera frustraciones al interior del país, y que se vio acompañada por el agotamiento de una propuesta política como lo fue la del kirchnerismo, que apeló con fuerza a una narrativa política de expansión de derechos, de un Estado presente, garante del bienestar y positivo. Al agotarse, todo el discurso se vuelve menos creíble y la frustración se vuelve despecho en contra de esa narrativa y las figuras que la representaron. Pero a la vez, esta explicación me parece insuficiente, porque al ampliar la lente, estos fenómenos de derecha radicalizada que hoy vemos en Argentina vienen sucediendo en países que no comparten la crisis económica, que no vienen de un fracaso político. Uno puede estar más o menos de acuerdo, pero Bolsonaro después de Lula en Brasil, la llegada de Trump en EEUU luego de Obama, no parten de gobiernos que empeoraron la situación y, sin embargo, hay reacciones similares. Es evidente que hay una frustración respecto a la democracia que trasciende el escenario argentino, que no está ligado al fracaso de una experiencia política puntual. Hay que pensarlo en relación a un cambio en las subjetividades políticas, no tanto en los cambios materiales. El escenario que tenemos es de creciente presión del capitalismo hacia adentro. Como ya ocupó todo lo que puede ocupar, deja de expandirse hacia fuera y se vuelve a su interior, intensificando la presión sobre la persona para obtener su excedente, lo que implica un empeoramiento en las condiciones de vida. La frustración que esto genera se vuelca en contra de un sistema político que, evidentemente, ya no nos representa. Después está la dificultad de percibir una opción superadora clara, porque en todo el mundo, no solo en Argentina, hace décadas oscilamos entre gobiernos que aprietan el acelerador con la mercantilización de la vida y gobiernos que intentan poner curitas o algún paliativo, pero no implican una propuesta que opere mejor. Nos quedamos entre el choque y la ambulancia. En la medida que no existe una alternativa política superadora capaz de convocar a las voluntades generales, el único escenario viable para un proyecto de vida mejor para las personas es el individualismo. El otro entonces aparece como un obstáculo o amenaza y la política es aquello que se percibe avanzando sobre la vida personal, frustrando los proyectos de vida. También hay otra variable que es importante considerar, que es el escenario pospandemia. Con el avance del Estado sobre el ámbito privado, se le dio un poco más de credibilidad a los discursos de la derecha radicalizada. Son cambios subjetivos que van desde antes de la pandemia, pero que se intensifican.

En la medida en la que no se plantee un proyecto político dispuesto a discutir las reglas del juego, no a jugar mejor, sino a cambiar el juego, es muy complicado un horizonte de reenamoramiento con la política, lo colectivo. En ausencia de eso la gente se aferra a lo único que tiene: un proyecto individual, factible y confiable.

Ezequiel Adamovsky

¿Milei supo capitalizar el odio como instrumento político?

La expansión del horizonte de validación del derecho por lo colectivo, me parece, va en contra de este movimiento, que yo refiero como un proyecto totalitario, que busca imponer el mercado como principio organizador y validador único  de la sociedad. Que no haya ningún otro espacio por fuera del mercado, darle valor a la práctica, al trabajo, a lo que sea, es un indicio de que este gobierno, como otros, apunta en contra de la organización de los sectores minoritarios, ya sea el sector de derechos humanos, de pueblos originarios, de mujeres, de minorías sexuales… Cualquier figura de la organización colectiva es atacada con una agresividad tremenda, no necesariamente por un deseo de que no existan estos sujetos como tales, sino por la presión de reconducir esa energía hacia el mercado. A estos sectores se les relega a un plano secundario. “Aguantá, trabajá más. ¿Te pagan menos por ser mujer? Prepárate mejor, validate a través del mercado y vas a ir mejorando”. El gobierno, creo, capitaliza del odio en medio de una batalla cultural que, a mi parecer, solo se va a intensificar en la medida que el proyecto económico fracase, que ya está dando sus signos de extremarse. Para compensar la frustración de sus propios seguidores, van a ofrecer más cabezas y nuevos enemigos. Así, se abren momentos de violencia social horizontal y para abajo. Por ponerlo en términos freudianos, me parece que cualquier política tiene una dimensión erótica y tanática. La de Milei tiene más visible el aspecto tanático. Se diferencia del macrismo, que no tenía tan claro un nosotros, en apelar a un cuerpo social individual que busca un país pujante, con personas hacendosas y triunfales en sus propios proyectos, que no se piensan de forma grupal. Uno de los fracasos de los movimientos progresistas es un cierto temor, no discursivamente sino en la acción, a activar esta dimensión tanática. Si uno piensa en el kirchnerismo enfrentado a las corporaciones, se planteaba un enemigo a combatir, pero no propulsó una pateada de tablero, que es el atractivo de esta derecha radicalizada. Hoy Milei invita a patear un tablero que todo el mundo entiende que no funciona. Estamos jugando un juego democratico que es una ficción, porque nos invita a imaginar que nuestro voto define como vivimos y la verdad es que jugamos por una victoria imposible, o que si se da es momentánea y reversible. Cualquier política de cambio de largo plazo se puede revertir con una elección perdida. En la medida en la que no se plantee un proyecto político dispuesto a discutir las reglas del juego, no a jugar mejor, sino a cambiar el juego, es muy complicado un horizonte de reenamoramiento con la política, lo colectivo. En ausencia de eso la gente se aferra a lo único que tiene: un proyecto individual, factible y confiable.

 

¿Esto se debe a la crisis de representatividad o está ligado al propio  funcionamiento de las instituciones? 

Las decisiones se toman dependiendo de la experiencia pasada y el horizonte de posibilidades. Si el horizonte es pequeño, lo que sucede hoy, determinados sectores votantes o dirigentes, que en otro contexto podrían ser más progresistas o alternativos, apuestan a lo que hay. La trampa democrática es estructural: la soberanía está encorsetada en espacios nacionales y la economía está manejada en el espacio transnacional.

Hasta el mejor intencionado de los gobiernos con la más amplia de las mayorías no puede luchar contra determinados resortes económicos. Está fuera de su campo de decisión. Los organismos internacionales, que residen en los países más poderosos, toman la decisión corporativa y esto excede la acumulación política.

Debería considerarse un lente trasnacional para cambiar estas reglas del juego. Lo que sucede es similar en todos los países: hace décadas los ricos pagan sistemáticamente menos impuestos, entonces las pocas políticas horizontales las sostiene cada vez más el asalariado. Esto obliga a los Estados a competir entre sí para atraer inversiones para reforzar su ingreso. El RIGI es un ejemplo, dejando que hagan lo que quieran. Decir que “por treinta años nos comprometemos a no tomar decisiones económicas”, es dejar de ejercer la soberanía para conseguir inversiones. Tampoco es que la contracara sea un escenario utópico socialista donde hay abundancia y dinero para todos. Pasaba en el capitalismo perfectamente capitalista: la gente se jubilaba, había educación y salud pública. El campo de acción de la política tiene en el centro esta transferencia de poder del espacio nacional al transnacional.

 

¿Cómo hacer para llevar estos reclamos nacionales y sentarte en la mesa de los grandes? 

Para poder salir del capitalismo, dice la tradición marxista, es necesaria una construcción política transnacional. Es lo que intentó el movimiento socialista, logrando bastantes avances, pero ahora retrocedió. Hay mucho que se puede hacer, pequeños cambios en las reglas del juego. En Argentina tuvimos alguna luego del 2001, que abrió el horizonte político. Nadie en el 2000 hablaba de pagar pensiones, ni de declarar el default de la deuda y dejar de pagarla. ¿Por qué fue posible? Porque la sociedad se volvió ingobernable, porque los bancos porteños funcionaron tabicados, porque se atacaba al sector privado además de al político. Ese temor expande un poco el terreno de lo posible y trajo pequeños cambios en las reglas: la Asignacion Universal por Hijo como pequeña renegociación de poder entre empleadores y empleados. Falta la fuerza de aprovechar las mayorías consolidadas para cambiar las reglas del juego, aunque sean mínimas.

El peronismo no apunta a un sistema anti-capitalista, eso nunca estuvo en el horizonte de lo posible, pero si podría usar las reglas del juego. Por ejemplo, hoy es evidente que el sistema del Poder Judicial está corrupto de pies a cabeza, no ejerce las funciones por las que está diseñado, es un comité político para intereses privados. Ahí también falta patear el tablero.

¿Cómo interpelar a una población que piensa más en torno al fracaso del proyecto pasado que en las injusticias del presente?

Para articular este cambio subjetivo, que es el mismo que hizo posible la expansión de derechos, tienen que desarrollarse campañas incansables por parte de los sectores comunes, como el movimiento obrero socialista y su autoeducación. Si uno va a los archivos, la comparación al presente es penosa, pero la cantidad de folleteria que se publicó en todo el mundo para enseñar sobre nuestros derechos: las relaciones laborales, el libre albedrío, la importancia de la ciencia, la educación. Hoy ya no se ve ese impulso.

Me parece importante, también, pensar en las condiciones de audibilidad de los discursos. No es que las personas no estén suficientemente informadas, sino que no quieren escuchar. Cualquier crítica del presente que no esté acompañada de una propuesta, un horizonte a futuro diferente y factible, se vuelve muy difícil.  Lo que no tenemos actualmente es una visión de futuro que haga audible la crítica del presente. Ese es el cuello de botella: para que haya un nuevo horizonte de posibilidades no utópico tenemos que superar esta deficiencia de visión a futuro.

 

¿Por qué siempre se termina persiguiendo a los reclamos que perjudican al sector privado?

No hay nada nuevo en que el Estado reprima movimientos sociales reivindicativos, que aplique el rigor de la ley y los trate como terroristas. Ese era el mundo en 1920: el Estado era brutal con las manifestaciones en pos de derechos y garantías elementales. Eran tratados como terroristas, fusilados, perseguidos acá y en todo el mundo. El Estado retoma esta actitud defensiva de inicios del capitalismo, pero lo que sí es nuevo es que haya una porción mayoritaria de la sociedad que lo valide. Hay algo, entre muchas comillas, democrático en esta visión totalitaria del mercado que se impone. En ausencia de una democracia sustantiva en lo político, se forma una dimensión “igualitaria” en el mercado. Este promete que si cada uno se esfuerza tiene la misma chance que los demás, una dimensión fantasiosa, pero igualitaria, a la que apela la derecha. Subordinar a todos al mecanismo del mercado, con la promesa de un horizonte de igualdad, no mediante la participación, los votos, los partidos y las manifestaciones, sino mediante la mano invisible del mercado es una promesa falsa, pero creíble. Lo que le da más terreno al Estado para retomar estas prácticas represivas es, justamente, el avance de los movimientos de derechos civiles, que impactaron en las reglas sobre represión estatal. Aunque solo son un fino barniz, las normas y protecciones pueden caer en cualquier momento. En la medida en que no haya una sociedad que las apuntale a diario la regresión es inevitable.

 

“Hago música porque me gusta compartirla con alguien más”

“Hago música porque me gusta compartirla con alguien más”

Con más de 100 mil oyentes mensuales en Spotify, la cantante cordobesa Paz Carrara presenta su nuevo disco, más pop que su álbum debut. “No tenía ganas de que me tilden como una artista que sólo hacía canciones tristes”, confiesa.

Bajo la premisa de volver al origen, Paz Carrara acaba de lanzar su segundo disco, Todo vuelve al punto de partida. Con letras que hablan sobre el amor, el duelo, la resiliencia y el crecimiento, la cantante toma distancia del género cantautor para explorar sonidos más cercanos al pop. En diálogo con ANCCOM, la artista reflexiona sobre la necesidad de reencontrar su individualidad, la presión de la industria musical y el rol que tuvo Bambi Moreno Charpentier como productor del álbum.

 

¿Por qué decidiste volcarte al pop?

En verdad fue todo a nivel de producción. Podría haber ido por ese lugar obvio y cómodo, pero este era un desafío que tenía ganas de hacer desde hace mucho tiempo. Y también fue clave conocer a Bambi y empezar a trabajar con él, porque me convenció de que se podía hacer.

 

¿Cómo fue el proceso de producción del disco?

Soy una persona súper ansiosa, recuerdo pensar en un segundo disco cuando estaba lanzando el primero (Me cansé de hacer canciones que no salgan si no estoy llorando, 2022), porque sé que los procesos son muy largos hasta que uno termina el producto y después lo saca. Entonces ya sabía que lo iba a encarar con el mismo tipo de trabajo y que iba a ir por el mismo lugar que el primero. También me cayó una ficha, sentí que cambió un poco el juego y empecé a notar cómo influye la industria musical. Es más, creo que en mi primer disco pensé mucho en quienes me estaban escuchando y dejé de lado mi individualidad. Por eso, el año pasado me propuse frenar un poco para pensar en mi necesidad de hacer algo más propio, algo que suene a mí y no a nadie más. Amo mi primer disco, pero hay muchas canciones que siento que podrían ser cantadas por otros artistas. Eso es porque me necesité alivianar y porque no tenía ganas de que me tilden como una artista que sólo hacía canciones tristes. Entonces me propuse hacer de este disco lo más propio posible, yendo a fondo con todas las historias y contando detalles específicos sobre las cosas que realmente me importan, porque de otro modo no tiene sentido.

¿Las canciones de este segundo álbum te representan al cien por ciento?

Sí, o al menos a esta etapa de mi vida. Describen muy bien mis últimos dos años: cortar una relación, empezar una nueva, enamorarse a fondo, y después entre medio contar todo lo que implica la vida de uno. En el disco hay seis canciones de amor y cuatro que no tienen nada que ver con el amor en términos de pareja. Pero también implica eso una relación: presentarte, decir lo que te pasó en la vida y cuáles son personas que te acompañan. Todo eso termina de contar la narrativa.

 

¿Tenías pensado el título antes de grabarlo o decantó mientras lo hacías?

Fue decantando de a poco. No hago las cosas pensando demasiado en los conceptos previos, la música me suele dar muchas más respuestas de las que yo puedo darle a ella. Escuchando las canciones me di cuenta de que había algo un poco cíclico de querer hacer las cosas de vuelta, volver a hablar de cosas que hacía mucho tiempo no hablaba o repetir cosas que ya aparecían en otras de mis canciones. También empecé a darme cuenta de que esto aparecía en algunas cosas conceptuales, como por ejemplo que la mayoría de las canciones empiezan y terminan igual: con una frase, una melodía o con un ruido. Eso no fue buscado, sino que fue algo que nos pasó y que nos gustó tanto como quedaba que para las últimas tres canciones ya lo hicimos adrede, pero al principio fue la música la que guió el camino.

 

¿Cómo fue trabajar con Bambi Moreno Charpentier?

Con Bambi nos conocimos hace tres años porque él me había invitado a grabar en su disco República de la Nostalgia una canción hermosa (“La Torre”) y a partir de ahí se fue forjando una amistad. Siempre lo consideré un artista súper prestigioso por su trabajo con Tan Biónica, pero desde ese momento siento algo especial por él porque siempre fue muy generoso conmigo. Además, tiene mucho camino recorrido dentro de la música como productor, más allá de su talento como artista, entonces me hizo muy bien tenerlo cerca para ver y entender las cosas con otra perspectiva. También me sirvió haber trabajado con él en la canción “Aunque nunca te lo diga”, que habíamos compuesto para otra persona pero que al final nos terminó gustando tanto que la sacamos y se terminó sumando Santi Celli. No terminó formando parte de este disco porque justamente no era una historia mía, entonces no tenía que ver con la esencia de todo lo que estábamos haciendo, pero a nivel sonoro podría haber ido. Luego de haber trabajado en estos proyectos y habiendo podido conocer su sensibilidad y desarrollar un nivel de confianza se me ocurrió que tal vez él era el productor adecuado para este disco, porque sentía que me podía ayudar a llevarlo al lugar de identidad que yo buscaba. Además, él es mucho más jugado que yo, tiene una cabeza que va más rápido, pero al mismo tiempo desde un lugar súper humilde, porque él todo lo abre a discusión. No es que fue un disco donde él me mandó las ideas y yo las acepté, sino que fue un proceso colaborativo. Yo también aporté un montón, pero porque él me hizo parte, y por eso estoy contenta de haberlo hecho con él, fue una experiencia muy linda.

Además del amor y la idea de volver al origen, ¿qué otras cosas te inspiraron?

El dolor, el crecimiento, la resiliencia y los procesos. En este disco hablo de mi abuela, de mi padre y de mi madre, entonces está presente el desarrollo de las relaciones y de los sentimientos. Por ejemplo, en una de las canciones hablo sobre el día en que me enteré de que mi papá había fallecido. Si bien he escrito un montón sobre ese momento, creo que esta tiene un final donde el sentimiento muta un poco. Lo mismo con la canción sobre mi abuela, que habla sobre un período de tiempo que se va desarrollando en la letra. Hay mucho de eso también, de sostener algo a través del tiempo y cómo eso va al mismo tiempo cambiando. Lo mismo con las canciones que hablan sobre el amor y de una relación que se va desarrollando. También me sirvió como fuente de inspiración la música de otros artistas como Regina Spektor, Bleachers –el proyecto de Jack Antonoff– y Taylor Swift. De ellos tome la idea de transmitir un sentimiento en particular.

¿Cuál fue la canción que más te costó componer?

 “Te fuiste”, porque es muy personal. Lo primero que apareció fue el puente, pero después fue difícil encontrarle un cierre. Esa situación que quizás me impulsó a escribir no se terminaba de desarrollar y eso hacía que la canción no explotara del todo. Siento que mi fuerte es escribir estrofas y no estribillos y por suerte Bambi es muy bueno en eso, entonces un día agarramos la canción en el piano, empezamos a probar cosas y ahí salió todo el resto. Fue una canción que llevó muchos meses y que en general no me suele pasar, porque a mí me gusta escribir rápido, con frescura y sin corregir.

 

¿Cómo viene siendo la recepción del público?

Soy afortunada, recibí mensajes muy lindos y para mí eso es lo único que da sentido a las cosas. Si no hubiera alguien del otro lado que escucha y que algo le transmite, me quedaría haciendo canciones para mí en mi casa. Hago música porque me gusta compartirla con alguien más. No me importa si son diez, cien mil o diez millones. No va por ahí. En particular, recibí muchos mensajes por la canción “Domingo”, que es muy fuerte y que me parece que la va a descubrir la gente que necesite descubrirla. También me contactó mucha gente enamorada, que me mandó fotos o videos con sus parejas en donde de fondo había una canción mía. Siento que despierta eso porque es un disco que va muy al grano del corazón. También es muy nuevo, así que con el tiempo vamos a ir viendo las repercusiones.

Lo vas a presentar en Niceto Club, ¿cuál es la canción que más estás esperando cantar?

Me da mucha intriga cómo va a sonar “Panamericana” en vivo. Es una canción que muchas de las chicas que me siguen vienen esperando, porque solo la había tocado en algún vivo de Instagram. De hecho, el año pasado cuando toqué en Niceto, me llevaron carteles con la palabra “Panamericana”, evidentemente si me la piden tanto es porque algo les pasa a las personas con esa canción. Yo eso capaz ni lo intuyo, porque siempre mis favoritas son otras. De hecho, eso me pasó con “Radar”, al principio no quería sacarla y hoy es la canción que más reproducciones tiene en Spotify. Mucha gente la conoce y no tiene idea de quién soy yo. Lo mismo me pasó después con “Las Converse”. Hay algo que pasa con las canciones que a veces no es necesario que estén tan producidas, sino que pase algo con la música.

 

¿Estás satisfecha con el resultado?

Sí, y sobre todo muy contenta. Lo escucho y me parece un buen disco, lo disfruto. Estoy orgullosa de las canciones y de la producción que tuvieron. Obvio que me gustaría que mucha más gente lo descubriera. Fue un proceso complicado, con mucho esfuerzo y trabajo y que pasó por un montón de situaciones y sentimientos. Largarlo también fue fuerte, porque uno deja ir algo que viene cuidando hace un montón de tiempo y deja de tener el control y eso es complicado a nivel emocional. Pero ahora estoy en un momento donde lo estoy disfrutando y soy feliz de que me lleguen mensajes de personas que no me conocían y que de repente me descubrieron. Me hace sentir que las canciones son lo suficientemente buenas para que me hayan brindado 40 minutos de su vida para escucharlo y una hora y media en septiembre para verlo en vivo. Siento que ya hay una relación a largo plazo.

 

Paz Carrara presentará Todo vuelve al punto de partida el próximo 13 de septiembre en Niceto Club. Las entradas se pueden adquirir en passline.com.