Un encuentro más necesario que nunca

Un encuentro más necesario que nunca

. Se realizó en Corrientes el 38º Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans, Bisexuales, Intersex y No Binaries que culminó con un cierre en el Anfiteatro Mario del Tránsito Cocomarola, anunciando que Córdoba será sede en 2026. Muchas militantes, sin embargo, proponían a Buenos Aires, el epicentro del poder. La desaparición del niño Loan en el centro de los reclamos

Corrientes recibió al 38º Encuentro Plurinacionalde Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans, Bisexuales, Intersex y No Binaries y durante tres días alojó una marea de mujeres y disidencias con la escucha atenta, la palabra reflexiva y la voluntad de seguir pensando estrategias para frenar los avances fascistas y machistas. El último día, aplausómetro mediante, se decidió la sede del último próximo Encuentro: Córdoba 2026.

Lola Sayán tiene 19 años, se acerca sin titubeos a la valla que la separa del escenario, empujada por sus compañeras que la aclaman como portavoz de la Juventud Comunista Revolucionaria. Lleva una gorra azul que resguarda su piel del sol correntino bajo el que esperan miles de encuentreres para decidir la nueva sede mediante aplausómetro, un sistema de elección por ovación.

«Venimos proponiendo Córdoba hace muchísimos años, estamos teniendo un montón de problemas que se acrecentaron en el último tiempo. En cuatro días tuvimos tres femicidios en el corredor Sierras Chicas. No tenemos números de cuántas disidencias han sido asesinadas en los últimos años porque ni siquiera hay un dispositivo que se ocupe de registrar estadísticas. La aceptación hacia las personas gays y trans es nula”, describe la joven Sayán. Casi sin detenerse a respirar y con su tonada marcando el ritmo enumera las razones por las que Córdoba debe ser la próxima sede antes que la provincia suba al escenario.“Yo soy de Sierras Chicas, viví la experiencia de colegios lleno de profesores violadores, denunciamos hasta el cansancio. Hubo un femicidio hace tres años de un profesor a su pareja. Es todo muy horrible y nos gustaría poder llevarlo allá para que se pueda vivir lo de acá, sentir el acompañamiento total del encuentro». En el vigor juvenil de Sayán yace la desesperación por acercar el antídoto encuentrero a los males que el machismo viene causando en su provincia.

Una bandera blanca con letras negras que manifiestan «Córdoba» junto al emblemático logo de paloma que representa el Encuentro está sobre les jóvenes impregnades de brillos. En la primera línea frente al escenario su potencia estudiantil aclama ser la próxima sede y contagia al resto que se convence solo de escucharles cantar. “Preguntenle a las Cordobesas” responden compañeres de otras provincias al indagar sobre el origen del cántico:

“Azo, Azo, Azo, se viene el Cordobazo”.

Abundan las razones, pero sobre todo el pálpito. No se vota, es la búsqueda del bienestar común mediante consensos, para la cosmovisión guaraní: Teko porã. En los encuentros no hay destinos perdidos, sino confluencias, 38 años de construcción artesanal y asamblearia. El Encuentro fluye como el Paraná irrigando vida sobre los estragos patriarcales en el territorio que toque.

Paola Ortiz conocida como “la otra Belén” lleva trece años privada de su libertad por un parto en avalancha, el bebé nació muerto y se la acusa de asesinato. Su nombre recorrió todo el Encuentro, su abogada, miembro de Católicas por el Derecho a Decidir exige que se revise su condena, compartiendo su caso en la asamblea de Abya Yala realizada el domingo: “Hemos empezado una campaña de visibilización, con la guardia de abogadas feministas de Católicas presentamos un recurso en el Tribunal Superior de justicia para pedir que se revise esta sentencia y la perspectiva de género que no se tuvo en cuenta en ningún momento de todo el proceso judicial. No está sola, nos tiene a nosotras, les pedimos que abracemos esta causa; que es una causa de justicia social, justicia reproductiva y que sea la marea verde quién libere a Paola”.

Chocar las palmas, en el caso de las personas oyentes o agitar las manos alzadas para la comunidad sorda, es una expresión de sinceridad y emoción humana que llega ahí dónde no caben las palabras. El sábado por la tarde en el Parque Camba Cua, se realiza un pañuelazo por la libertad de Paola Ortiz seguido de una proyección de Belén, el largometraje de Dolores Fonzi que retrata el proceso que logró la libertad de la tucumana presa por un aborto espontáneo y traza, también, un mapa sobre el camino a recorrer para lograr la libertad de la otra Belén, Paola Ortiz.

La plaza se llena de aplausos cómplices que ovacionan las victorias feministas y sincronizan el pulso. En paralelo la marcha contra los travesticidios, transfemicidios y lesbicidios se desplaza por la Costanera Sur. La multiplicidad de luchas habita Corrientes como Tejú Jagua vigila la tierra Guaraní con sus siete cabezas desde el paseo del parque.

“Somos el puente entre lo material y lo espiritual”, afirma una compañera trans originaria el domingo por la tarde en la asamblea feminista de Abya Yala, un espacio que reivindicó la plurinacionalidad de los encuentros ante el grito de “Plurinacionalidad y con las disidencias” y que cada año se enriquece de las luchas de les más vulnerades por los estados nacionales latinoamericanos marcando la agenda transfeminista.

La asamblea dura más de tres horas, comienza con una ceremonia que conforma un círculo de ofrendas, fuego y las banderas de todas las luchas que van desde las jubiladas insurgentes, que cada miércoles movilizan en CABA, hasta la bandera palestina, uniendo rebeliones a las resistencias ancestrales. La pesada angustia de las desapariciones y asesinatos a lo largo de todo el territorio que se visibilizan con cada disertación se alivia con el humo de los sahúmos que alcanza a cada participante. La otra opción que se palpitaba para el trigésimo noveno encuentro es CABA, lejos de una mirada porteñocentrista las feministas de Abya Yala proponen la Ciudad de Buenos Aires “estratégicamente, hay que romper el cerco mediático y hacerle frente a la represión policial, las cámaras están en Buenos Aires”. dicen.

“Ahora y no mañana, CABA, CABA, CABA”.

A la puesta del sol del domingo la corriente feminista marcha desde la Rotonda Poncho Verde hasta el puente General Belgrano y corre junto al río Paraná, arrastrando todas las miradas de la costanera y cuerpos curiosos que se sumergen en los barros de las luchas populares. Cerca de 90 mil mujeres y disidencias se movilizan por las calles taragüies, el equivalente a la población de Goya en el último censo, ciudad donde se encuentra el juzgado federal que lleva la causa por la desaparición del niño Loan, ocurrida en 2024, y también donde viven las Madres Guerreras que acompañan desde el primer día a su familia.

Junto al escenario Nina Brugo, encuentrera histórica y fundadora de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal y Gratuito, compartía su convicción de que el próximo encuentro debía ser en CABA:“Desde el primer encuentro en 1986 la vida me regaló que pudiera asistir a todos los encuentros, nacionales y plurinacionales organizados. Y en el año 1996 fue la última vez que se hizo en Buenos Aires, se van a cumplir 30 años. Están violando todos los derechos y los logros obtenidos, no les importa nada, ahí está Milei y sus secuaces y tenemos que ir de alguna manera a decirle basta en la cara de Buenos Aires, esto incide en todo el país”.

En el escenario un documental realizado por la comisión organizadora hacía una genealogía encuentrera con registros del primer encuentro realizado en Corrientes, una joven Milagro Sala, apareció en la pantalla y el público aclamó por su libertad.

 

***

 

“Si no luchamos juntes, nos matarán por separado” pronunciaron las feministas del Abya Yala y convidaron, luego de la marcha y hasta las dos de la mañana del lunes, una fiesta pública bajo el mismo árbol donde se dio la asamblea.

Falta al menos un año para el próximo encuentro, en el acto de cierre la tensión aumentó con la elección de Córdoba como próxima sede, la corriente del río encuentrero se ramificó ante la sospecha de un empate, el gozo ante un potente Cordobazo y el sabor amargo de no llevar el Encuentro a la sede del poder, se contrapusieron. Un síntoma de época, resultado de la desesperación ante la conciencia de que, al regresar a cada ciudad, comunidad o pueblo los tiempos corren con vértigo y violencia y que cuando la marea se retire, Loan seguirá faltando.

Aguirre María del Rosario se sube al escenario en representación de las Madres Guerreras de Goya “No le tenemos miedo al gobierno y vamos a resistir hasta que hable el gobernador sobre la verdad, qué hizo con Loan, quiero pedirles que por favor nos acompañen en esta lucha porque somos muy perseguidas, maltratadas, golpeadas por la policía de Corrientes. Quiero agradecerles por el momento de escucha y pedirles que no nos abandonen, que no nos dejen solas, porque nos sentimos solas, a último momento tenemos la posibilidad de poder subir al escenario, quiero que todo el país sepa la lucha que hacemos y que vamos a seguir haciendo por Loan Danilo Peña”.

Un sujeto social emerge, en la tierra en la que en manos de la trata un niño de 5 años se encuentra desaparecido, las niñeces toman el micrófono en el escenario para la lectura de las conclusiones, recordando que están ahí por Loan Peña y se hacen oír. No alcanza con un encuentro, el taller de niñeces y preadolescentes propone como conclusión un encuentro propio federal y plurinacional que aloje su voz para acercar sus propios reclamos.“Lichita es una niña que fue víctima de femicidio en Paraguay y hoy estamos luchando nosotras por su mamá que está presa y su familia que hoy en día está resguardada corriendo de la policía y del Estado paraguayo que les quieren hacer daño”, cuenta Rebeca de 17 años junto con sus compañeras de la Red Federal y Plurinacional de Niñeces, adolescencias y juventudes. Y se despide antes de volver a su casa: “Para muchas compañeras fue su primer Encuentro y es muy bonito que pudieran formar parte, sabemos que hay pibas que no pudieron venir de otras provincias, pero vinimos en representación de todas”. 

El día que un tornado arrasó a Dolores

El día que un tornado arrasó a Dolores

Este martes se cumplen 40 años de un fenómeno meteorológico nunca visto en la zona. Las ráfagas de 300 kilómetros por hora arrasaron con todo y un viento de solidaridad reconstruyó lo destruido. El recuerdo de los vecinos.

En aquella tarde del 25 de noviembre de 1985, la ciudad de Dolores dormía la siesta bajo un peso húmedo e inusual. No había un alma en la calle: hacía mucho calor, pero no era un calor cualquiera; el ambiente era denso, muy particular. “No se respiraba”, recuerda Andrés Kaiser, vecino dolorense, que aún asocia ese aire espeso con las antiguas inundaciones que hacían de la ciudad “una palangana”. Desde las ventanas, los vecinos observaban un cielo inmóvil, sin viento, que comenzaba a oscurecerse de manera extraña.

Marcela Bazterrica, comunicadora y periodista, en ese entonces tenía 5 años y recuerda que el silencio era absoluto, como si todo el pueblo contuviera la respiración. En ese instante de calma tensa, los ojos se alzaron hacia el horizonte: lo que se veía venir no era una tormenta más de noviembre. El cielo se tiñó como una noche prematura y, con la oscuridad, llegó un rugido que nadie había escuchado antes.

No era un sonido familiar. Era un ruido ensordecedor que, en un instante, pasó de rumor a estruendo. “Parecía que los autos se manejaban solos”, recuerda Sebastián Alonso, nuestro taxista y guía en la ciudad, que a sus cinco años miraba desde el ventanal cómo el viento arrastraba los vehículos por la calle. En minutos, el corazón de Dolores fue sacudido por una fuerza desconocida. Los testigos, atónitos, veían cómo el aire se llenaba de objetos que parecían inofensivos. “Pensé que eran sachets de leche, hasta que entendí que eran chapas”, dice Marcela. El tornado, uno de los más fuertes que azotaron Argentina, cruzó la ciudad en diagonal con vientos de más de 300 km/h, arrasó 40 manzanas, se cobró la vida del vecino Alpidio Vizcaíno en la maderera Diepa y dejó a Dolores sin luz, servicios ni comunicación. La siesta de aquel lunes había cambiado para siempre a la ciudad.

Cuando cesó el viento, que apenas duró siete minutos, la ciudad quedó sumida en un silencio que muchos recuerdan como más violento que el propio vendaval. “En una vereda no quedó nada, y en la de enfrente no se movió ni una hoja”, cuenta Andrés, todavía asombrado por lo azaroso del fenómeno. Ya no era solo miedo, era la certeza de la ruina. El fenómeno dejó tras de sí una destrucción total: casas derrumbadas, autos destruidos, árboles arrancados de raíz y espacios públicos severamente dañados, tales como el Cementerio, la calle Olavarría, el Hogar del Anciano, la Plaza Moreno, y el Frigorífico Casassa.

El tornado dejó sin nada a quienes golpeó. Andrés, que aquella tarde estaba en su casa, recordaría el panorama de los días siguientes con absoluta lucidez: “Hubo gente que ni ropa le quedó. El tornado se llevó todo por donde pasó.” A este despojo total de pertenencias y los daños físicos se sumó la oscuridad absoluta. Con el tendido eléctrico devastado en numerosos sectores, la noche no trajo descanso, sino aislamiento y penumbra. Los vecinos salieron con linternas a buscar familiares y a remover escombros con las manos. La municipalidad, desbordada, organizó cuadrillas improvisadas para asistir a los heridos y despejar las calles principales. En los barrios más afectados, las familias dormían al aire libre, junto a lo poco que habían podido rescatar.

La mayoría de las personas no podían comunicarse entre sí, ni dentro ni fuera del pueblo. Las líneas telefónicas estaban cortadas, y las radios locales, silenciadas. Miriam Manias, que entonces trabajaba como maestra jardinera en Mar del Plata, recuerda la desesperación. Sus padres vivían justo enfrente de la maderera: “No sabía si estaban vivos o muertos.” En ese contexto, los radioaficionados se convirtieron en el único enlace con el exterior. Entre ellos, Jorge Erbetta, presidente del Círculo de Radioaficionados de Dolores, logró contactar con estaciones de la región y transmitir los primeros reportes. Durante más de un día, las únicas noticias de Dolores viajaron por esas frecuencias, mientras el pueblo intentaba volver a organizarse.

El amanecer del 26 trajo la dimensión completa del desastre. Dolores apareció cubierta de polvo, chapas y escombros. Los vecinos salieron a buscar a sus familiares y a reconocer lo que quedaba de sus hogares, mientras bomberos, defensa civil y personal municipal trabajaban sin descanso. La supervivencia se volvió una tarea colectiva: rescatar, asistir, limpiar, volver a empezar. El desafío que ahora enfrentaba la ciudad no era sólo meteorológico, sino también humano, institucional y de memoria.

Miriam Manias con un ejemplar de la revista Gente del 28 de noviembre de 1985.

 

El fenómeno meteorológico

La ciencia, con el paso de los años, logró poner en palabras aquello que para los vecinos de Dolores había sido pura confusión y espanto. El meteorólogo José Javier Merlos explica: “Aquel tornado fue el resultado de una combinación poco frecuente de factores. Ese noviembre se mezclaron masas de aire muy cálidas y húmedas con un fuerte contraste de temperatura en las capas altas de la atmósfera. Esa diferencia genera ascensos y descensos bruscos de aire y, cuando el aire descendente toca el suelo, se forma el embudo”.

Los vecinos de Dolores relacionan las fuertes inundaciones previas con la formación del tornado. Sin embargo, Merlos descarta que hayan provocado el fenómeno, aunque reconoce que influyeron en el escenario: “El suelo estaba saturado de agua, pero eso no genera un tornado; si acaso, puede atenuar el calor. Lo que pasó fue que la atmósfera tenía tanta energía que nada la detuvo”. Aquella energía se tradujo en ráfagas de más de 300 kilómetros por hora que atravesaron la ciudad en diagonal, siguiendo un patrón típico de estos fenómenos. “Los tornados no avanzan en línea recta -explica-, sino que hacen un recorrido en zigzag dentro de una franja, por eso hay calles devastadas y otras intactas”.

La intensidad del viento permitió clasificarlo entre los tornados más destructivos, con ráfagas de entre 250 y 320 kilómetros por hora, capaces de arrancar árboles, volar techos y retorcer estructuras metálicas. “Fue un evento extremo para la provincia de Buenos Aires, pero no aislado -advierte Merlos-, la llanura pampeana tiene las condiciones para que estos episodios se repitan. Lo que cambió es que hoy contamos con más tecnología y registros: antes, si un tornado no pasaba por una ciudad, simplemente nadie lo veía”. Sin embargo, esa mayor difusión no supuso un avance en los registros meteorológicos: la pérdida de las estaciones ferroviarias en los años noventa redujo la red de observación y la precisión en el seguimiento de estos fenómenos.

Un pueblo solidario

Tras la catástrofe, el Estado provincial dispuso una serie de decretos de emergencia para asistir a los sectores más afectados. Las medidas incluyeron prórrogas impositivas, créditos y beneficios fiscales para productores rurales, con el objetivo de recomponer la actividad económica. Sin embargo, la reconstrucción urbana y habitacional recayó principalmente sobre la municipalidad y los propios vecinos.

De la tarea inmediata de levantar la ciudad fue protagonista su gente, que encontró en la unión la forma de empezar de nuevo. Antes de que llegaran las ayudas oficiales, los propios vecinos se organizaron para asistir a quienes lo habían perdido todo. “Los que todavía tenían casa daban abrigo, los clubes y las iglesias recibían donaciones, y los bomberos trabajaban día y noche”, recuerda Marcela. Desde distintos puntos de la provincia llegaron camiones con alimentos, ropa y materiales; medios nacionales impulsaron colectas, y las instituciones locales se transformaron en centros de acopio y refugio.

En medio del desastre, el pueblo se sostuvo en su propia red. “Fue el pueblo el que estuvo ahí”, dice Andrés, que ayudó a su abuelo a reconstruir el techo con chapas donadas. Ese impulso comunitario -hecho de gestos simples, manos prestadas y una solidaridad inmediata- permitió que Dolores comenzara a levantarse incluso antes de que se hicieran efectivos los decretos y las ayudas oficiales. Fue, en definitiva, la respuesta de una sociedad pequeña pero unida, que encontró en la cooperación su forma más profunda de resistencia.

Cuarenta años después el recuerdo del tornado sigue vivo. Verónica Meo Laos, investigadora radicada en Dolores, propone un proyecto de memoria. Su idea es reunir los testimonios en un registro colectivo de historia pública. “De un tiempo a esta parte, Dolores es una fiesta. Hay un interés por apropiarse del espacio público, de celebrar. ¿Y por qué no? De recordar también”. Y agrega que la recuperación de la ciudad “tiene mucho que ver con cómo se gestiona la catástrofe”.

En Dolores esa gestión tuvo que ver con la solidaridad de sus habitantes. Hasta hoy, los vecinos se siguen reconociendo en esa actitud. Como afirma Marcela: “Ante cualquier cosa que ocurra estamos todos dispuestos para ayudar. Eso es una marca de los dolorenses”.

En esta historia no importa solo lo que ocurrió aquel día, sino cómo el pueblo se reorganizó para salir adelante. Contar lo que pasó fue también reconocer eso que todavía sostiene a Dolores: la solidaridad que convirtió la tragedia en una forma de unión.

 

 

 

 

 

 

Equipo de producción: Candela Mantuano, Cintia Ramírez, Marlene Bachmann y Valentina Muñiz.

Los jubilados volvieron a marchar y rechazaron el acuerdo con Estados Unidos

Los jubilados volvieron a marchar y rechazaron el acuerdo con Estados Unidos

Como todos los miércoles, acompañados por organizaciones sociales y partidos de izquierda, reclamaron por aumento de haberes y medicamentos gratuitos. Sumaron a sus consignas el «avance del imperialismo».

Esta semana, en una nueva jornada de protestas del movimiento de jubilados se sumaron las consignas contra el acuerdo bilateral anunciado entre Estados Unidos y Argentina. “Contra el imperialismo”, fue la proclama. Antes de las cuatro de la tarde comenzaron a llegar las diferentes organizaciones que entienden que el conflicto se supera en la unidad y marcharon con los jubilados: trabajadores, sindicatos, docentes, no docentes, organizaciones sociales, de personas con discapacidad, partidos de izquierda, asambleas barriales, autoconvocados. A partir de las cinco, la movilización recorrió las calles desde el Congreso hasta la Plaza de Mayo, donde estaba dispuesto un escenario por donde pasaron diferentes representantes sociales.

A diferencia de otros miércoles, el desmedido operativo policial no dejó heridos ni detenidos. La tranquilidad reinante confirmó una experiencia que se repite: cuanta más gente, agrupaciones y movimientos sociales se suman a la movilización menos posibilidades re represión existen. Este miércoles, la Plaza del Congreso volvió a estar llena, como hace tiempo no se la veía.

Los jubilados siguen denunciando que no pueden vivir sin los medicamentos gratuitos y con un haber que no cubre la canasta de pobreza. Oscar Bordalotta, integrante del Plenario de Trabajadores Jubilados, extrabajador de la UBA, en diálogo con ANCCOM destacó que “mañana es el Día de la Soberanía Nacional y estamos frente a la entrega más importante de la Argentina, que es el acuerdo llamado comercial pero es colonial, entre Estados Unidos y Argentina, donde el gobierno ha bajado la bandera de la soberanía y se ha entregado al imperialismo yankee”. El jubilado contó que más temprano entregaron un petitorio con sus reclamos “partiendo de una jubilación mínima que hoy debería estar en 1.200.000 pesos, la  restitución de los medicamentos, la vuelta a la moratoria porque hay miles de personas que no van a poder jubilarse porque trabajaron en negro, que sus patrones no les hicieron los aportes”.

Al respecto detalló que “ahora los trámites en ANSES para justificar los aportes son más difíciles que en otra época. Antes con testigos o documentación podías justificar tu trabajo. Hoy el ANSES no te autoriza”. Bordalotta precisó que “el ideal de este gobierno es subir la edad jubilatoria a los 75 años, para que nadie se jubile, nadie que trabaje hasta los 75 años va a quedar en un situación de salud lo suficientemente digna para disfrutar de su jubilación. Creo que la huelga general es el único método para enfrentar a un gobierno de estas caracerísticas», concluyó.

na lucha todas, las luchas

Además de los reclamos de los jubilados, otras consignas del día tenían que ver con frenar la reforma laboral, denunciar y rechazar el pacto del presidente Milei con su par estadounidense Donald Trump y el FMI. También desde la organización Marabunta se movilizaron bajo el lema “yo sí te creo” en el marco del 19N, Día Mundial para la Prevención del Abuso Sexual de Niños, Niñas y Adolescentes.

Entre los carteles se leían “aumento de emergencia ya”, “luche como un jubilado”, “acá no se rinde nadie”, demostrando que así como los tira y golpea la policía represora, los jubilados se levantan y vuelven a las calles, cada miércoles. En la recorrida podían escucharse los cánticos de “Jubilados carajo”, “Paro, paro, paro, paro general”, “Fuera, fuera, fuera yankees fuera”.

Eduardo Belliboni, dirigente del Partido Obrero, le dijo a ANCCOM que “es una jornada antiimperialista muy importante. Denunciamos el pacto colonial del gobierno con el imperialismo yankee que no puede traer nada bueno. Creemos que es un primer acto antiimperialista. Van a haber muchos más porque nos vamos a quedar sin trabajo y sin recursos naturales. Nos van a saquear y nos vamos a quedar sin industria con lo cual es una barbaridad que sigamos en este cuadro, en esta idea de terminar con un país saqueado por la idea de un loco que es Milei”, agregó el dirigente.

Entre los expositores, subió al escenario a Diego Deuma, integrante de Discas en Lucha, una de las organizaciones que viene apoyando a los jubilados cada miércoles. Deuma recordó algunos de los reclamos de su colectivo: “El 90 por ciento de las personas con discapacidad no tiene trabajo, los cupos laborales se cumplen. Necesitamos esta unidad todos los miércoles”. Convocando a la lucha dijo:  “Necesitamos discutir cómo enfrentar toda la reforma jubilatoria e impositiva. Todas son en contra de los sectores populares. Aguante la unidad. Exigimos una huelga general, sino los trabajadores no pueden venir”. Para cerrar su exposición, invitó a todos a la marcha del miércoles 3 de diciembre, Día Internacional de las Personas con Discapacidad.

También se hicieron presentes, representantes del sector de prestadores, como Yesica Godio quien contó que “recién en enero o febrero vamos a ver un aumento de 2 mil pesos en nuestra cuenta bancaria. Como prestadores nos cuesta un montón porque somos todos monotributistas. Se viene la reforma laboral y encima nos quieren pasar del monotributo a responsables inscriptos; va a ser terrible. Cada vez quedan menos prestadores en servicios para personas con discapacidad”. Y agregó que “mientras Karina se lleva el 3 por ciento, a nosotros con la Ley de Emergencia, que ni siquiera llegaba a un 1 por ciento, nos siguen pateando y pateando”.

«Jubilados sin remedios, gobierno sin vergüenza», dice una bandera que cuelga de las rejas de Plaza de Mayo. A los jubilados no los pueden parar.

“Nos quitaron el lugar, pero no lo que somos”

“Nos quitaron el lugar, pero no lo que somos”

Desalojadas por el Gobierno porteño del local donde funcionaban en Palermo, las trabajadoras del proyecto autogestivo de estética “Bell”, parte del colectivo YoNoFui, reconstruyeron su emprendimiento en el barrio de Flores. “Seguimos existiendo”, afirman.

“Fue un golpe seco, inesperado. A las cinco de la mañana me llaman por teléfono y me dicen: ‘Flor, están vallando todo’. Salí corriendo y cuando llegué ya estaba lleno de patrulleros, camiones, policías con cascos. Pregunté qué pasaba, y uno me dijo: ‘Desalojo’. Le pedí la orden y me contestó, con toda la soberbia del mundo: ‘Buscala en el Boletín Oficial’. Así, sin más”, recuerda con bronca y tristeza Florencia Rodríguez, integrante de YoNoFui, una asociación civil sin fines de lucro que busca dar contención y herramientas a mujeres en situación penitenciaria y a las que recuperan su libertad.

El 1° de agosto, la Policía de la Ciudad desalojó el local de Bonpland 1660, en el barrio de Palermo, donde funcionaba Bell, la cooperativa de estética y cuidados corporales de la organización YoNoFui, colectivo antipunitivista, transfeminista y abolicionista penal, con más de 23 años de activismo e integrado por personas LGTBQ+ y mujeres CIS. No hubo orden judicial ni aviso previo. Solo vallas y la fuerza de un Estado que decidió irrumpir sin diálogo en un espacio autogestivo construido durante años por mujeres y disidencias.

No era un local comercial cualquiera. Era un espacio de trabajo, de formación y de cuidado colectivo, sostenido por personas que atravesaron contextos de encierro o vulnerabilidad. “Ahí teníamos todo: nuestras herramientas, nuestras cosas, pero también nuestros vínculos. Era el lugar donde nos encontrábamos, donde hablábamos de la vida, donde aprendíamos juntas”, cuenta Rodríguez.

La cooperativa nació en 2020, en plena pandemia, dentro del entramado de YoNoFui, organización fundada en 2001 por la artista y militante María Medrano. Desde sus inicios, YoNoFui trabaja dentro y fuera de las cárceles con mujeres y disidencias privadas de libertad, ofreciendo talleres de arte, oficios, comunicación y acompañamiento integral.“Es un movimiento donde creemos que nadie se salva solo, y que las salidas colectivas se construyen desde abajo, desde lo comunitario”, explican desde la asociación.

Con el tiempo, lo que empezó como un espacio artístico se convirtió en una red de trabajo cooperativo y se fueron sumando emprendimientos: un taller textil, un espacio editorial, una huerta agroecológica y, más recientemente, Bell.

“Bell surgió de la necesidad de laburar, pero también del deseo de crear algo nuestro. En la pandemia no había trabajo, todo estaba parado, y nosotras empezamos a pensar cómo salir adelante. De ahí nació la idea de abrir un espacio de estética, de cuidado, de belleza, pero con otra mirada: no una que repita los estereotipos del mercado, sino una que ponga en valor el cuidado mutuo, la autoestima y la autonomía”, relata Jimena Delgado, compañera del colectivo.

“Toda belleza es política. Porque los estándares de belleza que nos imponen son violentos, coloniales, inalcanzables. Nosotras apostamos a otra cosa: a la belleza de lo real, de lo diverso, de lo que se construye entre compañeras”, explica Delgado.

Rodríguez tiene 32 años, vive en el conurbano y se acercó a YoNoFui hace cuatro años, cuando buscaba aprender un oficio. “Había hecho algunos cursos sueltos, pero lo que encontré ahí fue otra cosa. No era solo aprender, era formar parte de algo. Me sentí acompañada desde el primer día”.

Empezó en un taller de masajes, después se perfeccionó en manicuría y cuidados corporales. Con el tiempo, se convirtió en parte de la familia. “Nosotras decimos que la belleza también es una forma de militancia. Porque cuando vos pasaste por situaciones de violencia o exclusión, volver a mirarte al espejo con amor es un acto político. Nos enseñamos eso unas a otras”.

Delgado lleva más de nueve años en la organización. “Soy manicura hace doce años, y conocí YoNoFui a través de una compañera. Al principio iba a dar una mano, después me quedé. Soy mamá de una nena de diez, y este espacio me cambió la vida. Me dio una red, un sentido, una posibilidad de crecer sin tener que competir, sin tener que demostrarle nada a nadie”.

Ambas coinciden en que Bell no solo era una fuente de ingresos, sino un refugio afectivo. “Era un espacio donde podía ser yo misma. Donde nos escuchábamos, nos cuidábamos. Donde, si una estaba mal, las demás la acompañaban. Eso no se compra en ningún lado”, destaca Delgado.

El operativo del 1° de agosto duró apenas unas horas, pero sus consecuencias todavía se sienten. “Fue completamente desmedido. Había como cincuenta policías, camionetas, camiones. Cerraron la calle y no dejaron entrar a nadie. Ni siquiera a las abogadas de la organización”, relata Rodríguez.

“Entraron, rompieron cosas, se llevaron tres camiones llenos con nuestras herramientas, los muebles, los materiales de trabajo. Todo eso que habíamos comprado con esfuerzo, con rifas, con donaciones. Nadie nos notificó nada, nadie mostró una orden. Solo nos dijeron que el terreno era del Gobierno de la Ciudad y que teníamos que irnos”.

El Gobierno porteño se amparó en una resolución administrativa que habilita el desalojo de espacios considerados “ocupaciones ilegales”, sin intervención judicial. Pero para las trabajadoras, esa explicación no alcanza. “Bell no era una ocupación, era un espacio de trabajo reconocido, con cooperativas inscriptas, con talleres abiertos a la comunidad. No se trataba de un edificio vacío, sino de un proyecto vivo”, enfatiza Delgado.

 

Reconstruir entre todas

A los pocos días, las integrantes de Yo No Fui organizaron una conferencia de prensa frente al galpón. “No queríamos dejar que el silencio se impusiera. Nosotras no somos invisibles”, afirma Delgado. La organización también recibió el apoyo de otras cooperativas, medios comunitarios, redes feministas y organismos de derechos humanos. “Fue impresionante la solidaridad. Gente que no conocíamos se acercó a ofrecer materiales, herramientas, donaciones. Se armó una red enorme”, subraya Rodríguez.

Dos semanas después, tras insistir con abogados y con la Defensoría del Pueblo, lograron recuperar parte de lo que se habían llevado. “Nos entregaron las cosas en bolsas, muchas rotas, otras mojadas. Pero, aun así, empezamos de nuevo. Alquilamos un local en Flores y volvimos a abrir. No podíamos quedarnos quietas. No podían desalojar nuestras ganas”, dice Delgado.

Hoy Bell sigue funcionando en su nuevo espacio. Allí dictan talleres de manicuría, masajes, depilación, estética facial y corporal, y cursos de autogestión económica. También brindan servicios abiertos al público, siempre desde una mirada crítica y feminista.“Toda belleza es política. Porque los estándares de belleza que nos imponen son violentos, coloniales, inalcanzables. Nosotras apostamos a otra cosa: a la belleza de lo real, de lo diverso, de lo que se construye entre compañeras”, explica Rodríguez.

En el nuevo local, los espejos están decorados con frases que resumen esa filosofía: “Cuidarnos es revolucionario”, “Ninguna belleza sin comunidad”, “No hay cuerpo equivocado”.“Lo que hacemos es también acompañar procesos personales. A veces vienen compañeras recién salidas del encierro, con la autoestima por el piso. Y el simple hecho de compartir un mate, de enseñarles a hacer uñas o masajes, de charlar, ya cambia todo. Bell no es solo trabajo, es sanación colectiva”, dice Delgado.

El desalojo de Bell no fue un hecho aislado. En los últimos años, el Gobierno de la Ciudad ha avanzado sobre varios espacios culturales y sociales bajo el argumento de “recuperar inmuebles”.“Hay una política de vaciamiento de los espacios comunitarios. Se prioriza la especulación inmobiliaria por sobre el trabajo social. Palermo es un barrio que fue gentrificado al extremo. Nosotras estábamos en un galpón donde no molestábamos a nadie, pero claro: al lado hay cervecerías y hoteles boutique. El problema no somos nosotras, es el modelo de ciudad que ellos defienden”, reflexiona Delgado.

“No pedimos caridad, pedimos respeto. Somos trabajadoras. Lo que hacemos tiene valor, y también tiene impacto social. Muchas de las chicas que pasan por Bell logran después alquilar un espacio, abrir su propio emprendimiento, salir adelante. Eso es lo que el Estado debería acompañar, no castigar”, agrega Rodríguez.

Hoy, meses después, Delgado y Rodríguez sonríen al recordar todo lo que lograron reconstruir. “Fue un sacudón, pero también una prueba de lo que somos capaces de hacer juntas. Nos quisieron desalojar, pero no se puede desalojar una red”, sostiene Jimena. Florencia la escucha y asiente: “Seguimos existiendo y celebrando nuestro espacio. Nos quitaron un lugar, pero no pudieron con todo lo que construimos juntas. Bell va a seguir, porque nació del amor, del trabajo y de la convicción de que merecemos una vida distinta”.

Una mujer comunista para enfrentar a la derecha chilena

Una mujer comunista para enfrentar a la derecha chilena

Jeannette Jara, una militante proveniente de una barriada humilde, que desde su adolescencia resistió al pinochetismo desde la izquierda, es la candidata a suceder a Boric. Como su ministra de Trabajo aumentó el salario y redujo la jornada laboral.

La candidata a presidente en plena campaña en Concepción. 

“Hoy vengo a ofrecer mi corazón”, declaró en el estrado Jeannette Jara, militante del Partido Comunista (PC), apenas ganó las primarias presidenciales de Unidad por Chile, la coalición de centro-izquierda, continuidad del gobierno de Gabriel Boric. A su espalda aplaudían tímidamente Gonzalo Winter y Carolina Tohá, los candidatos recién derrotados del Frente Amplio (FA) y el Partido por la Democracia (PPD); el uno surgido de la representación universitaria, la otra de una dilatada trayectoria política. Este domingo 16 de noviembre, Jeannette Jara competirá en la primera vuelta como candidata a presidenta de Chile. Por su historia, su candidatura es distinta a las demás.

“Ya lo saben, fui una niña que partió su vida en una familia humilde: de Conchalí a la Moneda”, sentenció Jara, quien después se sonrió: “Gracias mamá por estar acá”. La población El Cortijo queda al noreste de Conchalí, comuna del norte de Santiago, junto a la autopista. Es el resultado de una toma de terreno en 1970, a pocos días de la victoria de Salvador Allende. En un pasaje de tierra, en el patio de la casa de los abuelos, la familia Jara-Román había levantado una mediagua, nombre que le dan los trasandinos a una casa pequeña construida con paneles de madera, donde el año 1974 nacería Jeannette Jara Román, futura candidata a presidenta de Chile.

“Ella nace en el seno de una familia muy humilde pero muy esforzada, esas típicas casas chilenas donde hay mucha influencia de padres, madres, pero también del entorno más cercano, abuelos, etc.”, cuenta Francisco Martorell, periodista y académico chileno, en diálogo a distancia con ANCCOM. “Se cría en un sector muy combativo, de mucha militancia política, de lucha permanente por los derechos de los pobladores, de los trabajadores… Lugares con mucha historia y muy vinculados en esos años en la lucha contra la dictadura. Crece en ese Chile más ideológico, donde el Partido era muy importante, y la presencia de los partidos de izquierda en los sectores populares era muy fuerte”.

Jeannette Jara nació siete meses después del golpe de estado de Augusto Pinochet, y vivió su adolescencia en los años ochenta; la década de la resistencia popular a la dictadura. El Partido Comunista había logrado mantener una militancia activa, a diferencia de otros movimientos de izquierda que terminaron por sucumbir ante la represión. Jeannette Jara, por entonces estudiante del Liceo Valentín Letelier, empezó a asistir a las manifestaciones, participar en juntas vecinales, y se arriesgaba a esparcir pintadas contra el régimen. Fue su formación a fuego en las Juventudes Comunistas (JJCC), que marcaría su vida política en adelante.

“A partir de mayo de 1983, que se inician las protestas, el movimiento poblacional se vuelve muy importante”, sigue Martorell: “Se van convirtiendo en verdaderos colchones de resistencia contra la dictadura, que se empieza a resentir. Y efectivamente estamos hablando de Conchalí y de La Pincoya, que son sectores populares como lo son La Victoria, Villa Francia y distintos lugares donde la protesta fue muy importante. Estamos hablando de enfrentamientos directos de las fuerzas populares con, en ese entonces, las fuerzas represivas: los allanamientos eran permanentes, las cárceles y las relegaciones para los dirigentes tanto sindicales como poblacionales o políticos eran permanentes; es decir, era un riesgo de vida. Estamos hablando de que en algunas protestas morían cien personas, ochenta personas en agosto de 1984. Era una represión muy cruda. Pero además había mucho maltrato a esos sectores comunales: había falsos enfrentamientos, se generaban siempre condiciones para que la dictadura terminara imponiendo el miedo.”

La historia de Jeannette Jara es la de tener que crecer a marcha forzada. A los 14 años entró a militar en la Juventud Comunista y participó en la resistencia a la dictadura. A los 18 años comenzó a estudiar Administración Pública en la USACH (Universidad de Santiago de Chile), y a los 19 se casó con un alumno mayor de Ingeniería Eléctrica, también militante comunista. A los 21 años su marido se quitó la vida. Ese mismo año fue elegida presidenta de la federación de estudiantes de su universidad.

“Tuve mi primer gran amor, fui muy feliz, pero lamentablemente mi marido falleció. Quedé viuda a los 21 años”, contó la propia candidata en el programa “La Divina Comida”, de Chilevisión, “Por eso, cuando en política alguien me dice ‘¿lo estás pasando muy mal?’, yo pienso: esto no es nada. No tienen idea de lo que realmente significa pasarlo mal”

“Que una niña de 14 o 15 años ingrese a militar al Partido Comunista, hoy llama la atención”, complementa Martorell, “En esos años no, porque la participación política en Chile era muy fuerte. Entonces había varias opciones: tú podías estar en una opción de salida moderada de la dictadura, o estabas en una línea más rupturista que tenían parte del Partido Socialista y el Partido Comunista. Ella entra y toma la decisión de hacerlo en el PC, y al poco tiempo se convierte en militante del Comité Central. Estamos hablando de que a los veintitantos años ya tenía una importancia dentro del PC bastante grande. Y además, la historia de vida de ella es bastante fuerte, o sea que ya prácticamente era una mujer hecha y derecha en esos años”.

Jeannette Jara junto con el presdiente Gabriel Boric en junio de este año.

El Chile de los años ochenta y noventa es el de la dictadura y la transición democrática. Es el Chile del plebiscito de continuidad o rechazo del régimen y los spots de La Franja del NO a Pinochet por televisión abierta; del grupo Los Prisioneros con su sonido más punk y de Jorge González como solista. Pero también es el Chile de Pedro Lemebel leyendo Hablo por mi diferencia frente al plenario de hombres del partido, donde la idea de una presidenta mujer no llegaba a ser ni una quimera. Es en ese Chile donde Jeannette Jara, mujer comunista, afirma sus pasos hacia la adultez política. Y es allí donde termina de definir cómo sería su futuro liderazgo.

“Pensemos que el PC en esos años era liderado por Gladys Marín”, explica Martorell, “Por lo tanto, era un partido que, de una o de otra manera, le abría las puertas a la mujer. Y otra característica que tiene la política chilena: más allá de que costó mucho que llegara una mujer a la presidencia de la república con Michelle Bachelet, es un país donde la mujer ha tenido mucha presencia en la política, por distintas razones: la mujer es fundamental en la lucha contra la dictadura, la mujer es fundamental en el triunfo de Patricio Alwyn; incluso, te podría decir, la mujer de derecha fue fundamental en el derrocamiento de Salvador Allende y el golpe de estado del 73. Por lo tanto, las mujeres en Chile no son ajenas a la vida política; están muy presentes y son muy luchadoras. Entonces, ella recoge de alguna manera la imagen de Gladys Marín, y hoy día podríamos decir que también recoge el guante de la figura de Michelle Bachelet.”

“Por supuesto, no puedo hablar de expresidentes sin reconocer al menos un instante el tremendo legado que nos ha entregado la expresidenta Michelle Bachelet”, siguió Jeannette Jara en su discurso, “fue ella quien nos mostró a las mujeres que nada es imposible con talento, con esfuerzo y con pasión. Gracias Michelle por trazar el camino”.

“Es de alguna manera una especie o imagen de Bachelet”, señala Martorell y completa: “Una Bachelet más de izquierda, del Partido Comunista, una mujer de mucho relato, de mucha historia familiar; muy similar a la de Bachelet, pero desde otro grupo social: Bachelet viene desde el ámbito más militar, ella (Jara) viene más desde el tema poblacional. Y va logrando construir acuerdos, de una u otra forma, con distintos sectores. Y entonces la gente la percibe como hacedora, como capaz de tender puentes, de manejarse de tú a tú con el empresariado”.

Egresada de la USACH, Jara entró a trabajar al Servicio de Impuestos Internos (SII). En paralelo estudiaba derecho (abogacía) en la Universidad Central, su segunda carrera. Los años siguientes mantuvo una activa militancia sindical. Por entonces, el diario comunista El Siglo consignó: “Felicitaciones Jeannette por su retorno a las pistas”. Tras su salida del SII, Jara se volcó a su carrera política.

La candidata

El próximo domingo 16 de noviembre se realizará la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Chile. Todas las encuestas ubican a Jara como primera mayoría. También coinciden en que en un ballotage no tiene opción, cualquiera sea el candidato de derecha que la enfrente. Del otro lado se plantan José Antonio Kast, del Partido Republicano; Evelyn Matthei, de la Unión Demócrata Independiente (UDI); y Johannes Kaiser, del Partido Nacional Libertario. Juntos bordearían el 60% de los votos.

Francisco Martorell plantea un matiz al respecto: “No tenemos que olvidarnos que el presidente Boric ha tenido en las encuestas un 30% de apoyo y de aprobación ciudadana. Eso, de acuerdo a los tiempos en que vivimos, no es malo. Entonces ella de alguna manera ha tenido que equilibrar ser la continuadora de ese 30% que es muy fiel al presidente Boric y al gobierno, pero también despegarse de algunos hechos para decir que lo puede hacer mejor. Concretamente: seguridad, crecimiento económico, profundizar algunos de los cambios que Boric no ha podido hacer. Y ella fue bastante fuerte, pero siempre con mucha lealtad: a lo que ella ha aspirado en esta campaña es a mostrarse como una mujer de unidad”.

Pero no era Jara la predestinada a ser candidata de la izquierda. Desde el gobierno esperaron hasta marzo de este año por una candidatura salvadora de Michelle Bachelet, cuando se especulaba con un ballotage a dos derechas. La expresidenta descartó su postulación en un video aduciendo que “deben ser otros los que asuman el desafío presidencial”. El poncho le cayó a Carolina Tohá (PPD), exvicepresidenta, diputada y alcaldesa de Santiago, por entonces ministra del Interior de Gabriel Boric. Fue allí que levantó la mano la ministra del Trabajo, una tal Jeannette Jara, en principio de relativamente bajo perfil, pero que contaba a su haber con proyectos como la jornada laboral de 40 horas y el aumento del sueldo mínimo a $529.000 pesos chilenos (US$561).

“Las derrotas duelen en el momento que se producen, pero después hay que hacer algo con eso”, declaró la excandidata Carolina Tohá ante la Televisión Nacional de Chile, y reflexionó: “Sinceramente, aquí no hay dos extremos simétricos: la derecha que estamos teniendo en Chile es una que está radicalizada, que se ha puesto más ortodoxa, más intolerante, más extrema; la izquierda que estamos teniendo hoy en Chile, al revés, es una izquierda que se ha ido moderando, que ha ido integrando a distintos sectores, que ha ido retrocediendo sobre posturas radicales que en algún momento tuvo”.

El 3 de julio del presente año, el candidato de ultraderecha Johannes Kaiser afirmó que apoyaría un nuevo golpe de Estado, “con todas sus consecuencias”, en caso de que se diera una situación similar a la del gobierno de Salvador Allende: la de una presidencia socialista electa por vía democrática. El 23 de octubre, más de 100 representantes de la ex-Concertación por la Democracia (la coalición de centro-izquierda que sucedió a la dictadura), entre los que se incluían altos funcionarios de gobiernos anteriores, firmaron una carta titulada “Nuestra opción por Chile”; una declaración de su apoyo a Evelyn Matthei. Es que el sello del Partido Comunista, así como asegura apoyos, sacude un encono latente en el país trasandino.

“Yo creo que el anticomunismo no es tan fuerte”, matiza Martorell, que elabora: “Vamos a ser un laboratorio para medir cuánto de lo malo que hizo el comunismo en el mundo en algún momento de su historia permea a generaciones que no están vinculadas a esa historia. Ven a un PC chileno que está metido en el colegio de profesores, que trabaja en los gremios, que está en los sindicatos mineros, en la educación y que, en Chile, por lo menos, incluso el que perteneció a la Unidad Popular entre el 70 y el 73 y que ha sido parte de los últimos dos gobiernos, siempre se ha sometido a las reglas del juego democrático. Tenemos ministros de Justicia, de Educación, del Trabajo, que son comunistas, y ninguno ha tratado de imponer la dictadura del proletariado ni mucho menos”.

Conchalí

Jeannette Jara apareció en el gobierno por recomendación de la vocera Camila Vallejo. En la coalición de gobierno habían acordado el Ministerio del Trabajo para el Partido Comunista, pero el nombre que surgía era Fernando Carmona, hijo de Lautaro Carmona, dirigente y eminencia del PC. Y fue Camila Vallejo, amiga personal del presidente Boric desde sus épocas de militancia universitaria, quien deslizó el nombre de Jeannette.

“Unidad, es verdad, unidad”, coreaba Jara desde el estrado; la Jeannette militante y candidata. Esa unidad le costaría roces internos en su propio partido, incluidas las críticas públicas del mismo Lautaro Carmona. “Una situación típica de la política”, como la califica Martorell, pero que ha sido objeto de escrutinio mediático: un partido que debe afirmar a sus bases frente a una candidata que le habla a un público más amplio. Por ahora, Jeannette Jara eligió conservar su militancia, pero dijo estar abierta a congelarla de ser pertinente para un ballotage.

“No obstante algunos me han preguntado si pensaba que esto alguna vez iba a pasar en la vida, y lo había dicho: no estaba dentro de mis pensamientos”, seguía el discurso de Jara. Es que Chile no ha sido un país donde abunden historias como la de ella, de ser elegida. De la comuna de Conchalí han salido futbolistas, reggaetoneros y cantautores de baladas, pero no presidentes, ni menos presidentes comunistas. El hecho de pasar a segunda vuelta ya podría considerarse una anomalía, y es un escenario que se da casi por hecho en el actual panorama electoral.

“A veces uno piensa que la vida es muy curiosa, y hoy es uno de esos días”, se sonreía Jeannette Jara; la candidata que no debería estar ahí. Tuvieron que cruzarse tantos factores, tantas tragedias, decisiones y mensajes susurrados al oído, para plantar en ese estrado metálico a una mujer de la población El Cortijo, junto a la autopista. “Pero también quiero decirles algo –sentenciaba-: Estamos preparados. Sabemos gobernar”.

La elección presidencial de Chile 2025 celebrará su primera vuelta el día domingo 16 de noviembre. Los chilenos residentes en la Argentina podrán consultar su domicilio de votación en la página del Servicio Electoral de Chile (SERVEL).

 

Organizaciones sociales proponen una reforma tributaria progresiva

Organizaciones sociales proponen una reforma tributaria progresiva

El Espacio de Trabajo Fiscal para la Equidad presentó un proyecto para una reforma fiscal justa, donde quienes más tributen sean los que más ganan, un camino inverso al que lleva adelante el gobierno.

 El gobierno resignó el equivalente al 3,45 por ciento de recursos del PBI en pos del equilibrio fiscal en 2024. Estas partidas del Estado provienen de los presupuestos de varias carteras ministeriales como Economía, Seguridad, Salud, Defensa, Justicia, Interior, Infraestructura y los poderes Judicial y Legislativo. Se suma la caída presupuestaria en ítems claves como agua potable y saneamiento (75%), el acompañamiento a mujeres y colectivos LGBTIQ+ (85%), vivienda y urbanismo (82%), educación y cultura (44%) y seguridad social (15%).

El Espacio de Trabajo Fiscal para la Equidad (ELFE) es una red que busca aportar análisis que impulsen políticas fiscales que pongan en el centro la justicia social, en la que paguen más los que tienen más. Esta organización en la que convergen la Friedrich Ebert Stiftung (FES Argentina) y la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ), presentó el documento “Hay otro camino. Proyecto para una reforma fiscal justa” donde trazan una ruta sobre el gasto, los impuestos, la evasión y la deuda pública.

Para atrás o para adelante

En el texto del informe se destaca que nuestro país siempre “ha recaudado impuestos en forma regresiva” exigiendo un mayor esfuerzo a los que menos tienen e invita a “repolitizar y democratizar la discusión fiscal”. En este sentido, las políticas que deberían marcar el paso del camino a seguir son: el impulso del gasto público equitativo y transparente, el alivio de la carga fiscal sobre los que menos tienen, el freno a la evasión fiscal y reducir el peso de la deuda pública.

Para llevar adelante estas políticas proponen, entre otras cosas, reconstruir la prevención y atención a la violencia de género, garantizar un sistema previsional inclusivo y sostenible, recuperar la inversión pública estableciendo un piso mínimo, gravar a los que más tienen, fortalecer la fiscalización y cooperación internacional de criptoactivos, transparentar y democratizar el acceso a la información sobre la titularidad de los grandes patrimonios, impulsar alivios de deuda con evaluaciones y criterios de sostenibilidad que tenga en cuenta los indicadores sociales y fortalecer la coordinación internacional para exigir reglas más justas, entre otros.

La presentación del documento fue coordinada por el periodistas Julián Marini, se realizó en el bar cultural Paz Arriba y estuvieron presentes Pablo Semán, investigador del CONICET; Silvia Naishtat, periodista económica de Clarín; Corina Rodríguez Enríquez, investigadora del CONICET-CIEPP – DAWN; y Claudia “La Negra” Albornoz, referente de La Poderosa.

“Casi el 11 por ciento de la recaudación de los impuestos corporativos se pierden por el traslado de beneficios a guaridas fiscales», señaló Rodríguez Enríquez.

La encargada de abrir el evento fue Uta Dirksen, la representante de la Fundación Friedrich Ebert quien manifestó “preocupación por el momento que estamos viviendo”. “Vemos ataques a las democracias en muchas partes del mundo, un fuerte ascenso de la derecha, con un discurso violento, antiderechos y eso tiene mucho que ver con lo económico”, agregó Dirksen.

A su turno, Rodríguez Enríquez destacó los puntos fuertes de la propuesta y remarcó que “la hegemonía actual es de una narrativa anti-Estado, pro ajuste, pro pago de la deuda, que desprecia los derechos humanos, que entiende que la desigualdad es un resultado razonable de los méritos individuales. Nosotros nos proponemos desafiar esa narrativa y que se pueda convertir en acción política y social”. En el plano fiscal detalló que “casi el 11 por ciento de la recaudación de los impuestos corporativos se pierden por el traslado de beneficios a guaridas fiscales, por eso hacemos una serie de propuestas que tienen que ver con transparentar el acceso a la información para poder dar cuenta de estos abusos”.

Rodríguez Enríquez también señaló que “la deuda implica una distribución regresiva de los ingresos, es insostenible no sólo económica sino socialmente, sostiene un modelo de financiarización, de extractivismo y un modelo de dependencia contrario a un modelo de desarrollo que creemos que sería justo. La deuda afecta la vida cotidiana, no es algo que está afuera, impide a vastos sectores de la población acceder a la salud, a la educación, a las garantías más básicas de sus derechos”. Al respecto, Naishtat agregó que “el principal recaudador de la Argentina es el Fondo Monetario Internacional que ya se llevó en lo que va del año 100 mil millones de dólares por el pago de intereses”.

Desde el barrio

Claudia Albornoz, referente de barrial del interior del país expuso la situación de las familias “En el barrio ya no se toma leche –subrayó-, hace rato que se toma mate cocido”. La dirigente social además dijo que “en las profundidades están los barrios populares, somos explotados. La soberanía, para ellos, es sinónimo de guita, no de patria”, cerró Albornoz.

Semán describió el momento actual: “No hay confianza en el agente político inmediato, la gente piensa que todos los políticos son narcotraficantes, no sólo Espert”, remarcó el sociólogo.

La presentación de esta propuesta en la Argentina de hoy es tan necesaria como disruptiva. Mientras que el marco internacional va hacia la reducción de la jornada laboral, la implementación de un programa impositivo más progresivo, la regulación y el gravamen a las nuevas actividades económicas que tienen que ver con las plataformas de venta y con las cripto, el presidente Javier Milei promueve aún más ajuste, desregulación económica y una reforma laboral regresiva en materia de derechos laborales.