
Olvidada por mujer y por negra
La historia de María Remedios del Valle vuelve a tener visibilidad en el teatro independiente. Capitana del Ejército del Norte y Madre de la Patria fue borrada de la historia oficial.

Sobre la calle Humahuaca al 4027, a solo una cuadra de Avenida Corrientes, el Complejo Ítaca puso en cartelera El Grito Sagrado, la historia de María Remedios del Valle. Alejada de la parte más comercial de la avenida, de los teatros de entretenimiento, con grandes luminarias y del Obelisco porteño, la actriz afrodescendiente Dayana Bermúdez Cortez interpreta a la capitana del Ejército del Norte que luchó en las guerras de la independencia y que muchos llamaron la Madre de la Patria. “Nosotras las olvidadas, que solo teníamos para perder nuestras cadenas. Nos habían prometido que al luchar dejaríamos de ser esclavas, pero solo perdimos a nuestros hijos, maridos y la vida. Sabemos que no fuimos nosotras quienes escribimos la historia”, presta la voz Bermúdez Cortez a María Remedios del Valle para dar a conocer su historia.
El unipersonal de la actriz y productora colombiana Bermúdez Cortez, está dirigido por la dramaturga Lorena Romanin, a partir de un texto original de la actriz y dramaturga, Marcela Peidro y acompañado por un equipo en su mayoría integrado por mujeres. En el escenario con pocos elementos, Bermúdez Cortez, vestida con una túnica blanca que contrasta con el color de su piel, interpela directamente al público, lo mira a los ojos y se acerca a la platea. María Remedios del Valle, los interroga y los incrimina: “Ustedes que no pisaron el campo de batalla y disfrutan de las tertulias por la independencia. Su libertad por la que yo peleé me hizo invisible. Ahora no lucho, exijo e imploro”. Una denuncia, en formato teatral, de cómo la historia oficial borró a una prócer argentina por negra, por mujer y por pobre.
“Al momento de escribir el texto –explica Marcela Peidro- me pareció fundamental no sólo relatar los acontecimientos importantes de la vida de María Remedios, cómo ella vivió los hechos concretos e históricos, sino también, hablar de lo que hizo la historiografía con su vida, de qué manera la historia oficial la narra. Así, poder colocar la mirada crítica sobre el tratamiento que se le da a su vida y legado. Para eso necesitaba una voz externa que no sea la de María Remedios, alguien que conociera lo que hicieron con su historia, la que ella no escribió ni leyó porque además, no sabía leer ni escribir. Resaltar así la vida de una persona que fue relegada. Y si bien esta obra es en particular sobre María Remedios, en la historia de nuestro país son varios los personajes que encarnaron la lucha y que por algún motivo fueron invisibilizados. Por eso, creo, la importancia de una perspectiva que dé lugar a las voces de quienes fueron marginados y aún muchas veces, siguen siéndolo”.

Si bien cuando el público entra a la sala es recibido por María Remedios, hay momentos de la obra en que Bermúdez Cortez vuelve a aparecer. Lee una carta, porque Remedios no sabía hacerlo, pide por ella, mantiene aún vigente su reclamo. El recurso teatral, escrito por Peidro, de desdoblar el personaje, “es súper interesante porque coloca la mirada desde la actualidad. Si bien contamos una historia de principios del siglo XIX, la obra está representada por una persona negra que, al igual que el público, hace una lectura desde nuestra época”, explica Romanin y Bermúdez Cortez agrega: “A nivel de la puesta de escena, como actriz me parece fascinante, es un juego que cuando leí por primera vez la obra, lo sentí como un desafío, tenía que ser ella y luego yo de manera alternada. Hablo mucho al público, veo sus caras, hago preguntas que espero que alguien responda. Aunque todavía no tuvimos esa suerte”.
María Remedios, luego de las guerras por la independencia volvió a Buenos Aires. Pordiosera y abandonada, mendigaba y vivía de la limosna mientras esperaba que alguien al verla la distinguiera, incluso por sus cicatrices, y recordara que ella era la capitana del Ejército del Norte. Fue el diputado Juan José Viamonte quien la reconoció y comenzó el proceso para otorgarle la pensión pertinente. Sin embargo, fue el gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, quien varios años después le asignó una pensión aún mayor, acorde a su verdadero cargo y por quien María Remedios, en forma agradecimiento, sumó a su nombre el apellido Rosas.
“Para mí resuena mucho el tema del reconocimiento, porque soy una mujer negra en una sociedad mayoritariamente blanca y he tenido que luchar muchísimo para tener el lugar que tengo. Entonces es un poco, o mucho, de mí misma pidiendo también ser reconocida, visibilizar que el esfuerzo es doble o tripe para poder llegar a espacios como este”, explica Bermúdez que en el escenario vocifera: “La reconocieron pero qué es reconocer a alguien. La borraron de los libros de historia, no se sabe dónde está su cuerpo. Solo quería que la reconocieran por el nombre que sus compañeros le dieron. Tuvo que cambiar su apellido a Rosas para ser vista”.
Romanin concuerda en que uno de los temas centrales y permanentes durante toda la obra es el interrogante por el reconocimiento y el pedido de justicia, pero sin que el reclamo opaque el compromiso con la lucha y los ideales. “Son dos puntos que sintetizan muy bien la complejidad del personaje. Por un lado, María Remedios se pregunta qué hay que tener para ser recordada como heroína de esta patria, y la respuesta es ser hombre, blanco, rico y letrado. Y por otro, habla de sus heridas, ‘estas marcas no las borraría por nada en el mundo’, es alguien que no se arrepiente de su entrega por una causa de bien mayor que consideraba justa. Me parece algo muy importante de rescatar en estos tiempos el compromiso social, creo que se perdió el sentir por una causa”,

¿Cómo comenzó el proyecto?
Bermúdez: Yo sSoy afrodescendiente, colombiana, pero a los lugares a los que voy siempre investigo la historia negra del país. Llegué a Argentina hace diez años, y noté que había una gran falta de conocimiento sobre la historia negra. Comencé a investigar, reunirme con colectivos, y encontré a María Remedios del Valle. En ese tiempo también me estaba formando como actriz, y comenzó a rondar la idea de llevar su historia a algún material audiovisual. No estaba segura del formato pero sí de querer representarla, me parecía un personaje interesante y muy invisibilizado. Como activista, es la forma que tengo de movilizarme con respecto a la afrodescendencia, hacer algo con la historia a partir de lo que sé hacer, desde la actuación. Aunque sea una prócer argentina es parte de mi historia también, no importa el país, porque para mí es historia negra latinoamericana. Es así que en 2022 hice otra obra de teatro sobre ella que se llamó La Madre de la Patria. Luego me pareció más lindo hacer un unipersonal.
¿Qué esperan para la obra en el futuro?
B:Tengo muchas ganas de llevar la historia a todas partes. Ir a donde no conozcan tanto la historia negra argentina. Europa es un lugar que me interesa, allí tienen mucho la idea de que Argentina es blanca y me parecería muy bueno contarles este pedacito de nuestra historia.
Romanin: Hay obras que al tener un mensaje tan concreto, tan claro y tan importante de ser transmitido, la verdad que quedarte en un único lugar y que sea Capital Federal, a donde principalmente viene gente que habitualmente ve teatro, no es lo más atractivo del mundo. Sino que viajar resulta más interesante, ir a pueblos que por ahí la gente no va tanto al teatro o directamente no los tiene, o a otros países donde resuene la historia
Desde el nombre, El Grito Sagrado, la obra retoma parte de la letra del Himno Nacional. “El grito es un pedido y una denuncia. Y por otro lado, hay algo de sagrado en la obra, es un personaje muy vinculado con lo espiritual. Buscamos rescatar lo que para ella era sagrado e importante, y alejarla de la religión que le impusieron cuando fue esclavizada. A partir de la poca información que hay acerca de ella, sabemos que era Yoruba, que es una religión africana, y que la profesaba su madre. Durante la obra hacemos algunos cantos y rezos yorubas y los tambores que toca el músico -Lucas Sanjurjo-, se llaman Batá y son especiales para tocar música Yoruba. Fue nuestra forma de conectarla un poquito más con todo lo que tiene que ver con lo espiritual”, explica la actriz.
Los músicos, Sanjurjo y Pina González, ubicados a un costado del escenario, hacen sonar un ritmo desconocido con los tambores Batá mientras en simultaneo, se escucha el himno argentino. “Ese momento representa la integración de la cultura de ella con la argentina, durante la obra se genera una fusión. Porque en nuestro himno no están representadas todas las voces, solo las de quienes pasaron a la historia. María Remedios y la población negra y afrodescendiente, no están contemplados culturalmente en la música del himno”, explica la directora.
Además de la potencia de la música en vivo, una gran propuesta visual acompaña la actuación de Bermúdez Cortez. Ilustraciones de María Remedios y colores fuertes que contrastan. “Las imágenes que proyectamos son dibujos originales para la obra, las usamos como una forma poética de apoyar la historia. Porque es un unipersonal histórico, que tiene una línea narrativa, pero también todos estos recursos que suman a la pieza como construcción de obra de arte”, explica Romanin. Solo hay un momento de completa oscuridad, sin imágenes, y es cuando María Remedios se vuelve un fantasma que recorre las calles de Buenos Aires, el cuerpo de la actriz deja de ser visible y en la oscuridad solo se escucha una voz que reclama.
María Remedios del Valle murió el 8 de noviembre, declarado en su honor Día Nacional de Afroargentinos y de la Cultura Afro. Murió con el sueño de una Nación Argentina que incluyera y reconociera a las personas negras. “Murió con el sueño escapando por las manos, cuando ella quería vivir” explica Bermúdez Cortez sobre el final de la obra.

La obra se puede ver los miércoles a las 20:30 horas en el Complejo Ítaca (Humahuaca 4027). Las entradas se pueden adquirir en boletería o en la página web de Alternativa Teatral.