Yo marcho, tú marchas, él marcha

Yo marcho, tú marchas, él marcha

Cientos de miles de personas ocuparon la Plaza de los Dos Congresos y la Avenida de Mayo para defender la salud y la educación pública. Aquí explican sus razones.

Winona Langone, estudiante del profesorado de química del Joaquin V. Gonzalez.

Pasado el mediodía, las calles aledañas a la Plaza del Congreso empiezan a irrigar un enorme caudal de personas de todas las edades hacía su corazón. Mientras, Avenida de Mayo, que está cubierta de carteles que rezan: “No al veto. Sí a la Universidad y Salud Pública”, algunas columnas empiezan a armarse para nutrir la Tercera Marcha Federal Universitaria desde que asumió el gobierno libertario. Tan solo unas horas más tarde, el cuerpo entero de las comunidades afectadas por los vetos de Javier Milei a la Ley de Emergencia Pediátrica y de Financiamiento Universitario, se volverá a erigir, en contra del ajuste feroz que paraliza el funcionamiento de los sistemas públicos.

Lourdes Acosta, estudiante de Trabajo Social de la Universidad de Moreno.  

El sol pegaba fuerte a las tres de la tarde sobre la calle Hipólito Yrigoyen, donde bajo una constelación de paraguas, una agrupación de la Universidad Nacional de Moreno decía presente en la jornada después de haberse reunido en su institución y marchado hacia el centro de la Capital Federal. Entre las personas se encuentra Lourdes Acosta, estudiante de trabajo social que eligió marchar porque “nos estamos quedando sin comisiones y sin docentes”. Según explica: “están jubilando docentes y achicando comisiones. Por ende, ahora estamos teniendo comisiones de 90 alumnos cuando antes eran de 30. No entramos en las aulas”.

Lucas Brunacci, estudiante de Ingenería de la UBA y Jorgelina Bulgheroni, docente de Nivel Inicial.

Sobre este punto, Lucas Brunacci, estudiante de Ingeniería Informática en la Universidad de Buenos Aires, comparte: “Al comienzo de cada clase los profesores te dicen que están cargados, que no hay puestos, que no hay docentes para cubrir todas las clases”. Además, se apena de que haya “ingenieros que se están haciendo Uber para llegar a fin de mes”. Al lado de él se encuentra compartiendo un mate– el gesto universal entre los estudiantes– Jorgelina Bulgheroni, estudiante de Psicopedagogía en la Universidad de Lomas de Zamora, quien añadió que en su casa de estudio en muchas ocasiones “hay apagones que obligan al turno noche a irse más temprano”, ya que resulta imposible cursar sin luz.

Monica Andrea Gonzales, docente de Nivel Primario.

Avanzada la jornada, sobre Avenida de Mayo una sinfonía de murgas animaban a los manifestantes mientras se esperaba que comenzara la votación en rechazo a los vetos; sobre esta tumultuosa multitud, un guardapolvo hecho de cartón se eleva como mástil. Lo sostiene Mónica Andrea González, quien es docente de nivel primario en una escuela nocturna de Moreno, y cuya mayor cantidad de alumnas son “mujeres con hijes y que trabajan en servicio doméstico”. González trabaja con personas que después de una larga jornada de trabajo en Capital, vuelven a Moreno y salen a terminar el primario. “Últimamente lo que estamos hablando en clase es que todas quieren tener un hijo universitario”, explica la docente, para después proseguir entre sollozos y lágrimas: “Que un estudiante quiera que su hija no sea empleada doméstica y tenga un título universitario, ahí hay un cambio en el paradigma afuera del determinismo”.

Gonzalo Paredo, egresado de Ciencias de la Comunicación en la UBA.  

Metros adelante, observando con una sonrisa a tres mujeres mayores que sostienen carteles en defensa de la educación pública, se encuentra Gonzalo Peredo, licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires, quien explica que quienes estudian en “la pública tienen un compromiso de por vida” con esas instituciones. “Me cambió la vida, yo vengo de una familia de laburantes, mi papá siempre fue empleado de seguridad y mi mamá empleada doméstica. Tuve la posibilidad de entrar a la facultad y estudiar y eso me llevó por diferentes rubros. Gracias a la facultad pude acceder a otro tipo de trabajo”.

Maximiliano Rua, docente de Antropología de la UBA.

A las cuatro de la tarde la multitud se preparaba para esperar a la votación de ambos vetos, algunos que encontraban espacio se sentaban en el pasto para descansar, mientras otros seguían de pie atentos a lo que sucedía, charlando con colegas. Ese es el caso de Maximiliano Rua, docente de la carrera Antropología en la Facultad de Filosofía y Letras, quien definió su labor en la universidad como “una forma de devolver a la sociedad, lo que la sociedad invirtió en mi”. Además de ser docente, Rua forma parte de los equipos de investigación y de extensión de la universidad, que no están exentos de la motosierra, con pocos cupos para jóvenes investigadores y reducción en presupuesto para las prácticas extensivas, respectivamente. “Que yo investigue, que yo haga extensión, alimenta las discusiones que yo puedo dar, o los problemas que puedo abordar con las y los estudiantes del aula y el desfinanciamiento afecta estas experiencias”.

Azul Rodríguez, estudiante de la Universidad de las Artes.

Llegadas las cinco de la tarde, la totalidad de la plaza y de la Avenida de Mayo se encontraban repletas, con todavía más gente entrando por las vías auxiliares; alumnos, docentes, médicos, investigadores, jubilados y otros trabajadores esperaban con ansiedad el resultado de la votación que se estaba terminando de llevar a cabo en el recinto parlamentario. La voz de un organizador se transmitía por parlantes hacia toda la plaza hasta que salió el primer resultado: el rechazo al veto de Emergencia Pediátrica con amplia mayoría de 181 votos a favor. Inmediatamente después, también la insistencia con el Financiamiento Universitario, con 174 votos a favor.

La calle se llenó de una alegría que se esparcía contagiosa mientras se escuchaban fuegos artificiales y volaba confetti sobre la plaza que, durante toda la jornada, había albergado cantidades iguales de angustia y esperanza. La gente se abrazaba, saltaba y cantaba; en definitiva festejaba que, tal como había indicado unas horas antes Azul Rodríguez, estudiante de la Universidad de las Artes: “todavía hay cierto nivel de sensibilidad que la crueldad de este gobierno no se llevó puesta”. 

“Hay cosas básicas donde vos no podés hacer un recorte”

“Hay cosas básicas donde vos no podés hacer un recorte”

Martiniano Palazzo festejaba el Día del Niño en un club de la ciudad bonaerense de Mercedes cuando un accidente en un inflable lo dejó con una multidiscapacidad. Su madre le envió una carta a Milei tras el veto a la emergencia en discapacidad. No tuvo respuesta.

“La discapacidad entra. No te avisa y no pide permiso”, repite Daniela Conte, mamá de Martiniano Palazzo (11). Desde el 15 de septiembre de 2024, su vida y la de su familia cambió para siempre: un niño que no está jugando con sus amigos, un matrimonio que no tiene momentos en pareja y la lucha diaria para que no le falte nada. Su historia personal es la de muchos y se enmarca en un contexto donde la discapacidad dejó de ser un asunto privado para instalarse en el centro del debate público, entre vetos presidenciales, manifestaciones callejeras y los escándalos de corrupción en la Administración Nacional de Discapacidad (ANDIS).

En diálogo con ANCCOM, Conte describe que los primeros meses en el Garrahan, en situación crítica, “era veinticuatro por siete con él, en el hospital, sentada a su lado”. Hoy, la vida en la clínica es un poco más dinámica: Martiniano asiste a distintas terapias, desde kinesiología y fonoaudiología hasta musicoterapia y estimulación visual. Además, “los jueves tiene clase y vienen los maestros de una escuela especial”.

Sin embargo, la rutina familiar se transformó en un “pase médico”. Daniela vive en la cama de al lado de su hijo en una clínica de rehabilitación en Núñez durante la semana y el viernes se va a Mercedes con su hija de 6 años, mientras el padre, Maximiliano, se queda en la Capital hasta el lunes. “En este año hicimos dos salidas. El jueves, que jugó la Selección, y otro día fuimos a ver a No Te Va Gustar, que nos regalaron dos entradas. Esas fueron las dos salidas que hicimos en un año, los dos juntos, como pareja”.

Desde que Martiniano dejó su casa, lo que más quieren como familia es volver a estar todos juntos. “Ahora estamos esperando la colocación de la bomba de baclofeno, que es una bombita que va dentro de su cuerpo y le infunde la medicación directamente. Ahí él estaría en condiciones de volver. Necesito la cama, los insumos, que tenga un enfermero, un acompañante terapéutico y todo lo que él necesita hacer en Mercedes”. Para lograr el reencuentro familiar están acondicionando tanto su casa como su auto. 

Aunque el foco de la familia está en el presente y en el futuro, hay una causa judicial en curso por el accidente. Martiniano cayó del inflable como todos los demás, pero él se golpeó contra la pared y después también contra la vereda. “No hay culpables, porque es un accidente. Pero sí hay responsables”. El club (Quilmes de Mercedes) no tenía seguros ni permisos ni ambulancia. “Los sopladores no eran los que tenían que ser, un soplador salió volando, el inflable con cuatro metros de altura no estaba estaqueado al piso. Falló todo”. Además, “el dueño del inflable en ningún momento dijo ‘che, esto no se puede armar al lado de una pared, al lado de una vereda’. Alguien lo dejó ahí, y se fue”.

La experiencia de los Palazzo no es un caso aislado, junto a otras experiencias similares arman una red de contención y ayuda que se cruza inevitablemente con la coyuntura nacional, donde la discapacidad se convirtió en un tema diario en la agenda. Las movilizaciones por el veto de Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad concentraron su reclamo en el congelamiento de los recursos de asistencia médica, que se combinó con una reducción en la cantidad de beneficiarios, tras una auditoría fuertemente cuestionada, realizada por la ANDIS durante la gestión de Diego Spagnuolo, desplazado tras conocerse los audios en donde revelaba un circuito de coimas entre funcionarios y droguerías. Finalmente, el Congreso rechazó el veto y el Gobierno confirmó que la ley será promulgada, pero no la reglamentará hasta definir cuáles serán los recursos para financiarla.

En agosto último, luego del veto a la ley, Daniela le escribió una carta personal a Milei. “Señor presidente, yo lo voté, porque creí que usted puede arreglar un poco esta pobre Argentina”. Y continuaba: “Nadie, a menos que sea megamillonario, puede pagar el tratamiento que requiere un hijo con discapacidad. Por eso existe este mecanismo, en el que toda la sociedad se hace, como dice la ley, solidariamente responsable, todos aportan un poquito, para que nuestros hijos y todas las personas que están atravesando esta situación, que no buscaron y que nadie desea tener que vivir, puedan tener la mejor vida posible. De eso se trata”.

Pasado más de un mes, Daniela no ha recibido respuesta del Gobierno. “Me hubiera encantado sentarme a charlar esto y decirle: ‘Bueno, a ver, explicame’ –y aclara–: Mi reclamo era que si no hay modificación en los nomencladores, los profesionales no pagamos la luz y el gas con amor. Y toda la gente que labura en discapacidad pone mucho. Quiero simplemente que esté lo que uno necesita y que el Garrahan tenga los recursos que le corresponden. Yo hice visible lo que me pasa a mí, pero ¿cuántas familias hay que no tienen ni las herramientas, o no se animan, o no dicen, o no pueden? Y las que vendrán, porque lo que le pasó le puede pasar a cualquiera. Pese a quien le pese, personas con discapacidad va a haber toda la vida”.

Consultada sobre si cree que el tema discapacidad influyó en el resultado de las recientes elecciones legislativas en la Provincia de Buenos Aires, Daniela reflexiona: “Hay un enojo generalizado en la gente. Para mí, hay cosas básicas y una de esas tiene que ver con la discapacidad, con los jubilados, con el hospital Garrahan. Hay cosas donde vos no podés hacer un recorte”.

“Que paguen todos los que tengan que pagar”

“Que paguen todos los que tengan que pagar”

Los familiares de las víctimas del fentanilo contaminado -que ya llegan al menos a 106- cuentan de las irregularidades en la atención médica que condujeron a la muerte a sus seres queridos, en el marco de esta gravísima crisis sanitaria. La responsabilidad de la ANMAT, los reclamos y la marcha a buen ritmo del caso en la Justicia y la parálisis en la investigación del Congreso.

Con al menos 106 muertes confirmadas y miles de ampollas distribuidas, el caso del fentanilo contaminado expone fallas en la regulación de medicamentos y abre una causa judicial histórica. Las familias de las víctimas se convirtieron en la voz más fuerte en busca de verdad y justicia. Entre expedientes judiciales, el caso tiene un costado que no se mide en números ni en dictámenes. Se mide en ausencias.

Carla Maino perdió a su padre en la tragedia: “El dolor va a seguir siendo enorme, pero necesitamos saber el número real de víctimas, y que la justicia nos responda de manera coherente, honesta y apolítica”, afirma. Su papá, Miguel Maino, tenía 77 años cuando ingresó el 27 de marzo de 2025 al Hospital Italiano de Rosario por una cirugía programada. Pero luego de unos días presentó una complicación producto de esa cirugía y lo derivaron a terapia intensiva. A partir de ese momento, su familia nunca imaginó un desenlace así: “Le colocaron un respirador artificial, y terminó siendo su condena a muerte”. El fentanilo es un analgésico y anestésico que se utiliza para cirugías, y en las sedaciones  para facilitar las intubaciones y la respiración artificial cuando un paciente lo requiere: “Para recibir ese respirador artificial, le tuvieron que administrar de forma continua el fentanilo. Y ahí es donde él comienza con una sepsis generalizada en su sangre por la bacteria con la que estaba contaminado”. Como consecuencia, Miguel falleció el 17 de abril por un paro cardiorespiratorio.

La misma sepsis terminó con la vida de Renato Nicolini, un joven de 18 años que luego de un accidente de tránsito, ingresó por derivación al Hospital Italiano de La Plata. Este es considerado el primer caso para la justicia, Sol Francese, su madre, cuenta que “el tercer día, Renato levanta fiebre y los médicos no se la pudieron controlar hasta el día que él falleció. Le hacen una placa y se descubre que tenía neumonía en el pulmón izquierdo, producto de una bacteria intrahospitalaria”. Ella es enfermera, y luego del fallecimiento de su hijo, el 12 de mayo, se entera por el hijo de un paciente de terapia intensiva lo que sucedía con el fentanilo dentro del hospital. Dos enfermeras se encontraban hablando en la cama de al lado sobre un cultivo había dado positivo en contaminación y se trataba de Renato. Sol pidió la historia clínica para ver qué tipo de bacteria le había causado la neumonía. En ese momento es cuando se da cuenta de que eran las mismas bacterias que habían contaminado el fentanilo.

La noticia golpeó a las familias de las víctimas, pero pronto surgió una comunidad que, marcada por la tragedia, se sostenía en la necesidad de encontrar una respuesta. El 15 de junio nació el grupo de WhatsApp “Unidos por la Justicia de las Víctimas del Fentanilo Mortal”, un espacio donde familiares comenzaron a compartir sus pérdidas, sospechas y dudas. Esa contención mutua fue, para muchos, la única manera de atravesar los primeros momentos de incertidumbre, cuando las explicaciones eran escasas y el dolor parecía inabarcable. Lo que empezó como un chat se convirtió en red de apoyo frente a la desinformación, la burocracia y el silencio oficial. “A los días me contactó Carla (Maino), que nuestros papás habían compartido en terapia intensiva, y me dijo que mi papá también estaba en el listado que había presentado el Hospital Italiano con fentanilo contaminado”, cuenta Vanesa Vilches, hija de Héctor, que tenía 74 años cuando falleció el 28 de abril por la misma causa que los demás. “Levantó mucha fiebre, nos decían que era una bacteria generalizada –sitúa Vilches–. Nosotros nunca entendimos el por qué de algo tan simple”.

“Es muy impactante saber la masividad de esta situación, estar transitando nuestro propio duelo y encontrarnos con personas atravesando exactamente lo mismo. A la vez es sanador sentirte en red, hacer lazos con muchas de las familias, apoyarte. Genera mucha tristeza saber el daño que se generó”, dice Carla Maino, que hoy encuentra una gran contención en las familias que luchan por lo mismo que ella, saber la verdad de lo que pasó. Las familias de las víctimas llaman a aquellos que también tengan dudas sobre la muerte de un ser querido entre el lapso de febrero a mayo de este año aproximadamente. “No tengan miedo de pedir las historias clínicas, tengan o no relación con el caso, es el derecho de las familias tener acceso a esa información. No queremos generar pánico a la sociedad en general, sino que aquellos que tengan dudas, puedan tener una respuesta”, aclara, y enseguida enfatiza: “A mi papá, al abuelo que sus nietos tanto amaban y estaba siempre, al amigo que todos querían tener, y al esposo, compañero fiel no nos lo van a devolver. Solo pido justicia”.

La marcha de la causa judicial

A diferencia de otros casos que suelen quedar atrapados en la maraña de la burocracia, el del fentanilo contaminado encontró en la justicia una respuesta ágil y decidida. Para los abogados y las familias, esa rapidez se traduce en una señal de que el sistema judicial entendió la magnitud de esta tragedia sanitaria. “Es una causa muy compleja. La investigación que llevaron a cabo el juez Kreplak como la fiscal María Laura Roteta, ha sido impresionante porque han realizado tareas que no le correspondía a la justicia, sino a los propios laboratorios que no colaboraron, a las droguerías y a los centros hospitalarios que no enviaban las historias clínicas. Tuvieron que hacer allanamientos en la ANMAT porque tampoco enviaban la información requerida”, cuenta Adriana Francese, abogada de varias familias y tía de Renato. Desde el 13 de mayo las familias actúan como querellantes y fueron testigos de allanamientos, secuestro de celulares y la revisión de más de 300 expedientes de ANMAT e INAME. Para Francese, la tarea judicial no sólo avanza, sino que lo hace con la rigurosidad que exige una causa de delitos gravísimos: “Si bien los familiares precisamos resultados inmediatos, sabemos que la justicia no funciona así. Necesitamos pruebas fehacientes para continuar, el actuar deficiente de ANMAT fue notorio desde el primer momento, cuando no enviaban la documentación y tuvieron que allanar”, sostiene. Explica que, mientras entregaban 200 expedientes irrelevantes, ocultaban otros 120 con información clave sobre infracciones y fallas graves en los laboratorios. Ese ocultamiento, dice, justificó la acción penal. En esa línea, también los familiares remarcan la gravedad de lo ocurrido. “Sí, considero que ANMAT es responsable, tanto como el laboratorio. Que no se hayan hecho los controles y las clausuras cuando se debían haber hecho, es una irresponsabilidad enorme. Liberaron al uso médico una bomba biológica masiva a lo largo y ancho de nuestro país, lo cual me parece muy aberrante”, agrega Carla Maino.

El expediente ya tiene nombres propios en el banquillo: Ariel García Furfaro, uno de los dueños de los laboratorios Ramallo y HLB Pharma, junto a sus hermanos y su madre, fueron detenidos como principales sospechosos. Mientras tanto, en La Plata siguen las indagatorias a siete imputados clave vinculados a esos laboratorios. La justicia se propone identificar a los responsables y esclarecer las circunstancias que permitieron que un producto contaminado y de alto riesgo llegara a los hospitales de distintas provincias del país.

En este entramado aparece la PIA, la Procuraduría de Investigaciones Administrativas, que Francese considera un actor esencial: “Se pidió la colaboración de la PIA. Se están investigando a los funcionarios públicos, a la ANMAT”. Para ella, la PIA es la pieza que le da solidez a la pesquisa sobre responsabilidades administrativas y delitos cometidos por funcionarios.

El caso en el Congreso

El avance legislativo también ha sido notable: el 13 de agosto pasado la Comisión de Acción Social y Salud Pública de la Cámara de Diputados aprobó un dictamen unánime que unifica diversos pedidos de informes al Poder Ejecutivo Nacional sobre el fentanilo contaminado. Entre ellos, se reclamó la presencia de la ANMAT en el Congreso y se exigieron explicaciones sobre el rol de los laboratorios y organismos de control. La diputada Silvana Giudici (PRO) destacó que este no es solo un caso judicial, sino una crisis sanitaria causada por medicamentos adulterados, y subrayó la importancia de una señal de madurez política para esclarecer las dudas en la causa. Las familias celebran este impulso, pero su principal reclamo sigue siendo la justicia plena, “que paguen todos los que tengan que pagar”, dice Vanesa Vilches, con firmeza. Sin embargo, tres semanas después, el escenario legislativo contrasta con el destino de la Comisión Investigadora del Fentanilo Adulterado, donde el trámite quedó estancado. El 4 de septiembre, la sala de la Comisión de Peticiones, Poderes y Reglamento quedó en silencio. No hubo dictamen. El presidente de Asuntos Constitucionales, Nicolas Mayoraz, de La Libertad Avanza, no apareció. Y lo que para las familias es más que una ausencia circunstancial, se volvió un símbolo de algo mayor: la parálisis no responde a limitaciones técnicas sino a una decisión política deliberada y enmascarada.

“Lo que encontramos en el Parlamento no es urgencia ni compromiso inmediato, sino maniobras dilatorias y un doble juego político que bloquea cualquier avance real”, denunciaron en un comunicado difundido el 8 de septiembre. En el mismo, hablaron de la contradicción que ya no soportan: “Por un lado, el oficialismo reconoce públicamente la gravedad de la tragedia; por otro, bloquea en los hechos la creación de la comisión al no habilitar su tratamiento real”. La urgencia tiene fecha. El 10 de diciembre se renuevan las bancas en la Cámara de Diputados. “Cada día de demora compromete la posibilidad de que la comisión se constituya”, advierten.

“Cada día de silencio será recordado como un día más en que el Congreso le dio la espalda a la verdad y a la justicia que buscan las familias”. Detrás de cada cifra hay familias que hoy marchan, se abrazan y exigen justicia. Sus voces atraviesan hospitales, tribunales y hasta el Congreso, recordando que la tragedia no es sólo estadística, sino que es ausencia, duelo y resistencia. Mientras la justicia avanza, las familias siguen sosteniendo la memoria de sus seres queridos y luchando para que ninguna otra vida vuelva a perderse de la misma manera.

“El tejido productivo argentino se está rompiendo”

“El tejido productivo argentino se está rompiendo”

Entre cierres, pérdida de empleos y dificultades para acceder a créditos, referentes empresariales advierten que las políticas actuales priorizan la macroeconomía y dejan de lado la micro, donde se sostiene la actividad productiva.

Un informe del Centro de Economía Política Argentina encendió la alerta sobre la situación de las pequeñas y medianas empresas. En un país donde casi todo es PyME —el 99,4% de las empresas, el 64% del empleo registrado, según la Secretaría de Industria y Desarrollo Productivo—, la cifra pesa más. Entre diciembre de 2023 y mayo de 2025 la curva se inclinó hacia abajo. Como indican los datos oficiales de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo (SRT), se muestra una disminución en la cantidad de empleadores con trabajadores registrados, pasando de 512.357 a 496.793. Una contracción de 15.564 empresas, de esa cifra, el 99,7% corresponde a pymes de hasta 500 empleados. En cambio, apenas 49 grandes compañías dejaron de figurar como empleadoras.  

El golpe más duro lo recibió Transporte y Almacenamiento: 4.094 empleadores menos. Detrás, otros rubros cayeron en fila: Servicios inmobiliarios perdió 2.617, Comercio y reparación de vehículos 2.387, los servicios profesionales, científicos y técnicos 1.783 y la construcción 1.669.

En paralelo, la nómina de trabajadores registrados se contrajo un 2,27%. Son 223.537 personas que dejaron de figurar en los listados: de 9.857.173 en noviembre de 2023 a 9.633.636 en mayo de 2025. La Administración pública fue la más castigada, con 98.653 empleos menos. La construcción retrocedió 80.873 puestos. Transporte y almacenamiento, 54.935. La industria manufacturera, 39.016.

Alejandro Bestani, empresario y presidente del Movimiento Nacional PyME, dio un diagnóstico a ANCCOM que se escucha cada vez más en el interior del país: “Sin crédito no hay PyMEs”. Explica que las empresas chicas no logran acceder al financiamiento y que, cuando lo hacen, las tasas son imposibles de pagar. “Eso significa no poder cubrir salarios en un mes malo, no poder invertir, no poder resistir. El tejido productivo argentino se está rompiendo”, asegura, “La inflación se va controlando, pero se van generando otras consecuencias, como caída del nivel de actividad, caída del poder adquisitivo de la gente y, en el caso de las PyMEs, caída no solamente de las ventas, sino del margen que tienen para sobrevivir”.

Bestani sostiene que el problema va más allá de la coyuntura: “Lo grave es que estamos destruyendo lo que llevó décadas construir. Sin PyMEs, Argentina se convierte en un simple mercado de importaciones con empleo informal y sin industria”. En su visión, la concentración de decisiones en Buenos Aires desconoce la diversidad de realidades productivas del país. “Sin crédito, sin planificación y sin un verdadero federalismo productivo, las empresas del interior quedan condenadas a desaparecer”, advierte.

En Rosario, el edificio de Celulosa Argentina parece un gigante dormido. Alguna vez fue símbolo de pujanza industrial, con chimeneas que dibujaban humo blanco sobre el Río Paraná. Hoy, en cambio, es la postal de un país donde las empresas argentinas se desangran en silencio. La histórica firma del sector papelero se vio asfixiada por altos costos, endeudamiento y caída de la demanda interna.

El caso expuso la fragilidad de un entramado productivo que no logra sostenerse sin financiamiento accesible, políticas industriales y protección frente a importaciones. En diálogo con este medio, Eduardo Maradona, presidente de la Federación Gremial del Comercio e Industria de Rosario, describió la situación con crudeza: “En los cierres de empresas —explica— son los mismos empleadores que se dan de baja en la Superintendencia de Riesgos de Trabajo. No hay misterio: altos costos laborales, cargas impositivas impagables y tarifas que aumentaron hasta un 1.000% con la desregulación”.

En este escenario, Maradona menciona la suma del impacto de la apertura comercial. “La importación terminó de afectar a todos estos negocios, a estas PyMEs que no pueden competir con los productos que entran de afuera”. También apunta contra la política: “Los legisladores argentinos discuten temas superficiales y no los de profundidad, que tienen que ver con mayor producción y generación de empleo. Tenemos un presidente que trabaja únicamente para la macroeconomía y no para la micro. Está convencido de que, arreglando la macro, la micro se acomoda sola. Y es un error”. Maradona subraya el peso de las PyMEs en el país y la falta de reconocimiento estatal. “Es la columna vertebral de la Argentina, genera el 70% del empleo y el 42% del PBI. Las grandes empresas generan un 13% del PBI y un 11% del empleo, y el Estado genera el 45% del PBI que no produce nada y que es solo redistribución de impuestos”.

Un federalismo productivo real, reglas claras y créditos accesibles. El reclamo es claro. Porque si el Estado no corrige el rumbo, la calma de la macro se escribe con persianas bajas, talleres vacíos y con un desempleo en aumento que terminará golpeando a cada vez más familias argentinas.

Malvinizar desde el escenario

Malvinizar desde el escenario

Con humor, ternura y memoria, Alguien contará esta historia, de Gina Cundari, recupera voces y cartas de excombatientes de Malvinas. La obra cruza ficción y realidad para rescatar lo colectivo y humanizar la experiencia de la guerra.

Alguien contará esta historia, escrita y dirigida por Gina Cundari, nace de relatos y cartas de excombatientes de la Guerra de Malvinas. En escena, un suboficial, su ayudante y dos soldados, en su humilde casita de madera, esperan órdenes, comida, mensajes de radioaficionados, bombas y cartas de las personas que aman.

En esta obra, la ternura y la risa aparecen como formas de resistir y recordar la guerra. El suboficial ayudante Barreiro —interpretado por Manuel Di Francesco— recibió una carta de su novia dejándolo y está en crisis: no come, no habla, no se levanta de la cama. Para devolverle la vida, sus compañeros le inventan una novia epistolar ficticia. En medio de la intemperie, un fogonero de luz ámbar calienta el centro de la escena. “Las cartas eran lo que nos hacía más felices”, comentó a ANCCOM el excombatiente Alejandro Martin. Una carta de amor como contradicción, como apuro, como espera, como querer volver.

El trabajo de Cundari, hija de un excombatiente, se apoyó en entrevistas con los veteranos. “Fue un archivo de primera mano, a partir de sus voces. Cada uno me mostraba uniformes, cartas, fotos y recuerdos que guardaron”, dice la directora.

La obra propone unas Malvinas vistas desde lo humano. Estos cuatro pichiciegos con la vista nublada, los oídos confundidos, las ganas de volver y los miedos se abrazan, se miran, se cuidan. El suboficial Saraza —interpretado por Martín Betella De Vitta— intenta sostenerlos: los escucha, les charla, los anima. “Nos van a recibir con aplausos, actos de honor, medallas. Esto no se va a olvidar, ¿saben por qué? Porque se recuerdan siempre los actos nobles”, repite el personaje. Una gota cae sin cesar contra una olla en medio del escenario.

La función terminó y entre los aplausos emergieron el verdadero suboficial Miguel Saraza —fuente del personaje— y tres excombatientes que compartieron sus memorias para construir el texto. Ficción y realidad se cruzaron y Saraza exclamó: “Esto que hemos visto hoy es Malvinizar. Si todo el mundo hace una lucha cultural como esta, las Malvinas van a ser argentinas hasta la eternidad”.

Saraza sostiene que la obra no habla del soldado como un ser victimizado “ni como un héroe de bronce, sino como un hombre que asume una actitud responsable. Ese compromiso con la Patria y con sus camaradas lo hace trascender aún más”. Para él, la lucha no es ni fue con armas, sino que es “cultura, interna y colectiva. Fue necesaria la unidad para no caer, ni dejar caer a ningún compañero en la tristeza y la depresión”.

Así, en la obra, el personaje de Saraza dice a sus soldados jóvenes y asustados Orfanotti y Palacios, interpretados por Tomi Capano y Lautaro Bakir: “Miedo no podemos tener nunca, soldados. Hay que hacer realidad las palabras del general Pueyrredón que decía: yo no quiero vida, sino la vida de mi patria y viviré por ella y moriré por darle vida”. Entre los apagones, repiquetea la gotera contra la chapa, suenan los llantos y sonidos de guerra, el tiempo de la obra se detiene, se congela.

Para la directora y dramaturga Gina Cundari, contar estas historias es urgente: “Hay algo de la memoria que está quedando solamente en los excombatientes y, si no se cuenta, muere con ellos. Me preocupa porque es lo que nos construye como pueblo, nuestra identidad. Si no lo conocemos por ellos, el día que no estén, será demasiado tarde”.

Alguien contará esta historia, que tuvo la asesoría de dirección del proyecto de Luciano Borges, también rescata lo colectivo frente al aislamiento. “En un tiempo donde el individualismo está tan presente, es importante saber que la salida solo puede ser colectiva”, dice Cundari. Y agrega sobre su decisión de llevar esta historia a escena: “Sentí la necesidad de compartir esta historia y rendirles homenaje. Hay algo muy complejo en su identidad: no terminan de reconocerse ni como víctimas ni como héroes. Con esta obra, intenta acercarse “a lo humano, porque creo que en esa dimensión se comprende lo que pasó y lo que sigue pasando en cada uno de ellos”.

Cundari y su obra recibieron el reconocimiento del dramaturgo y director Mauricio Kartun: “Hay en Buenos Aires una generación de dramaturgos muy jóvenes que le aseguran al oficio no solo la supervivencia sino la necesaria renovación estética. Conmueve ver a esa camada sub-30 que toma hoy este lenguaje de veinte siglos y juega con él, lo hace suyo, lo actualiza, lo revitaliza”. Al respecto, el excombatiente Martin comenta que están movilizados de que una joven que nació muchos años después les rinda homenaje a sus recuerdos con tanto cariño.

Mientras el gobierno mileísta presenta una política de desmalvinización y se discuten proyectos que ponen en peligro la soberanía en la Antártida y Atlántico Sur, Alguien contará esta historia hace visible y refogonea lo que el silencio y la nieve quieren esconder.

Alguien contará esta historia se puede ver los domingos de septiembre a las 17 en el Centro Cultural (Pedro Morán 2147, CABA). Entradas en este link.

Somos Buenos Aires y el FIT-U no lograron romper la polarización

Somos Buenos Aires y el FIT-U no lograron romper la polarización

La fuerza que armaron los gobernadores ocupó el tercer lugar y el FIT-U el cuarto, pero muy lejos de Fuerza Patria y La Libertad Avanza. No obstante, el trotskismo celebró mantener sus dos bancas en Diputados.

La fuerte polarización entre el ganador Frente Patria y La Libertad Avanza dejó muy relegadas al resto de las fuerzas que compitieron en las elecciones legislativas bonaerenses. En tercer lugar, con apenas poco más del cinco por ciento, se ubicó Somos Buenos Aires -que obtuvo dos diputados y dos senadores-  y pisándole los talones el FIT-U, que obtuvo dos diputados y logró avanzar al tercer lugar en las secciones más numerosas: la primera y la tercera. 

La provincia de Buenos Aires fue escenario de unas elecciones legislativas trascendentes para el rumbo político nacional, en un contexto donde la crisis social y económica golpea con fuerza a los sectores populares. En estos comicios, se pusieron en juego 23 bancas a senadores provinciales, junto con 46 diputados, además de cargos en los concejos deliberantes y consejos escolares de los 135 municipios bonaerenses.El mapa electoral se configuró en torno a las principales alianzas: Fuerza Patria, el peronismo con eje en el PJ bonaerense y La Libertad Avanza, que buscó aumentar la escasa presencia legislativa con la que cuenta desde que llegó al poder. Intentaron, infructuosamente, romper esa polarización, el Frente de Izquierda y Somos Buenos Aires, coalición de sectores peronistas y radicales, referenciado en el armado nacional de los gobernadores que tomaron distancia del PRO, que busca posicionarse como alternativa de cara a 2027.
A estas opciones se sumaron otros espacios menores como el Frente Potencia, Nuevo MÁS, Unión Liberal, Política Obrera, Unión y Libertad y Es con Vos, que buscaron ser la alternativa que el pueblo necesitaba ante el descontento con los referentes políticos anteriores. 

En el local del FIT-U ubicado en el Centro Cultural Rebelión, en Avellaneda, el clima era de celebración. Imagenes de Trotski y aroma a paty eran testigo de risas y abrazos celebratorios. Todos seguían de cerca la pantalla que transmitía los distintos canales de aire, donde se analizaron los resultados que ya confirmaban el objetivo alcanzado: mantener las dos bancas en Diputados. 

Renata, una de las militantes presentes, planteó la necesidad de unidad en la izquierda: “Intentamos unirnos y formar una alianza, pero no pudimos. Todos militamos lo mismo y deberíamos estar juntos porque estas elecciones hacen la diferencia. Igual nos llevamos lo bueno: hicimos un gran despliegue de campaña”.

Renata, una de las militantes presentes, planteó la necesidad de unidad en la izquierda: “Intentamos unirnos y formar una alianza, pero no pudimos. Todos militamos lo mismo y deberíamos estar juntos porque estas elecciones hacen la diferencia. Igual nos llevamos lo bueno: hicimos un gran despliegue de campaña”.

El búnker del FIT-U

En el búnker que el frente de partidos trotskistas se escuchaban aplausos y mucho movimiento mientras la militancia seguía cada dato que llegaba de las mesas.Nicolás del Caño, Romina del Plá y otros dirigentes del PO, el MST, la Izquierda Socialista y el PTS esperaban con ansiedad y tensión recibir los resultados oficiales. Ell clima trastocó en emoción cuando confirmaron que el Frente de Izquierda mantenía sus dos bancas en la Legislatura provincial.

Estamos atravesando una crisis política muy grave que no solo tiene que ver con los escándalos de corrupción, sino con la situación económica que golpea a millones -afirmó Del Caño-. Es momento de dar una salida a favor de los trabajadores: un programa como el que planteamos nosotros. Vamos a poner estas bancas al servicio de la clase trabajadora”. Y agregó: “Queremos convocar a todas las personas y agradecer a los jubilados, los estudiantes, y preparar un plan de lucha. Enfrentamos el aparato del PJ, no tuvimos espacios en los medios de comunicación, y aun así logramos este resultado. Eso es un reconocimiento enorme a los compañeros y compañeras que están todos los días en las luchas”.

Del Plá, candidata en la Primera sección, también destacó el rol de la militancia: “Todos pusieron garra, el Frente de Izquierda fue una opción y nos colocó en un lugar tan importante en condiciones claras de desigualdad. Podemos decir que defendimos nuestras bancas en la Legislatura provincial”.

“El gobierno quiere desfinanciar y vetar leyes -continuó-; pero no tiene mandato para seguir con el ajuste y la motosierra”. Y no se olvidó del peronismo: “No vamos a ignorar el ajuste que lleva adelante el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires contra la docencia, contra la educación, contra trabajadores de la salud, este resultado nos permite seguir defendiendo todos los procesos de lucha”.

Poco antes de salir a saludar y agradecer a la militancia, Myriam Bregman expresó cómo síntesis: “Quedamos proyectados hacia octubre, donde será fundamental tener una oposición clara y dura contra la ultraderecha y sus planes legislativos. El gobierno está en crisis y se lo puede enfrentar, por eso seguimos dando pelea cada vez con más fuerza. Ahora hay que derrotar el plan de Milei y el FMI en la calle».