“Los mismos conflictos están sucediendo en todos los barrios”

“Los mismos conflictos están sucediendo en todos los barrios”

Organizaciones barriales de la ciudad de Buenos Aires, realizaron un encuentro para exponer problemáticas y planes de lucha en común contra el avance del Gobierno de la Ciudad sobre los espacios verdes en todas las zonas.

El lunes 8 de julio distintas organizaciones sociales realizaron un encuentro en el Salón San Martín de la Legislatura porteña por la “participación ciudadana en la creación y preservación de los espacios verdes públicos”.

“Aquí se manifiesta el cómo de la participación ciudadana en todas sus formas: asambleas, ONG, asociaciones civiles, los que están dentro de la Ley de Comunas y de las leyes por las cuales se gestionan, entre otros, el Parque Avellaneda y el Parque de la Estación”, opinó Ricardo Muir, integrante de la Mesa de Trabajo y Consenso del Parque Avellaneda, una de las organizaciones convocantes, en diálogo con ANCCOM.

Fueron alrededor de diez expositores que contaron sus distintas historias y proyectos de ley aprovechando una pantalla para proyectar audiovisuales. Posteriormente, mostraron un video de María Angélica Di Giacomo, de la organización Basta de Mutilar Nuestros Árboles, quien no pudo participar pero era una de las convocantes, y abrieron el micrófono para todo aquel que no se había anotado previamente y quisiese opinar, preguntar o señalar algo. La transmisión se puede ver en el Instagram Basta de Mutilar Nuestros Árboles.

“Somos varios colectivos de distintos barrios, cada uno con sus conflictos puntuales, pero cuando uno se aleja un poco y, en vez de ver el barrio propio ve globalmente la Ciudad, se da cuenta que los mismos conflictos están sucediendo en todos lados. Esto tiene que ver con la apropiación del espacio público y, sobre todo, espacios verdes públicos por parte de empresas inmobiliarias”, recalcó David Burin a ANCCOM, participante de Incluir, Instituto para la Inclusión Social y el Desarrollo Humano, y de Parque Cultural Estación Colegiales, otra de las promotoras del encuentro.

Muir también destacó que “esta potencia de lo ‘verde’ ha generado en otras culturas y en otros países hasta partidos políticos que han llegado a condiciones de gobernar. Aquí estamos en una instancia mucho más interesante de construcción política colectiva que incluye a un actor que tenemos que configurar que es político, técnico, comunitario, productivo que piense la Ciudad de conjunto”.

Sobre el conflicto en la Estación Colegiales, Burin contó que “hay un terreno ferroviario que antes tenía siete hectáreas libres, en 2016 presentamos un proyecto para que todo ese espacio sea un gran parque, en uno de los barrios que tiene menos espacios verdes públicos por habitante. El gobierno de Macri presentó un proyecto a la semana del nuestro, en donde se decidió ceder el 35% de la superficie del parque para construir edificios. Se lograron subastar cinco de los nueve lotes, los otros 4 no se subastaron y están en litigio judicial por un conflicto entre Nación y Ciudad para ver quién es el dueño”.

Sobre el proyecto del colectivo que integra Burin agrega: “Más allá de la propiedad de los inmuebles, lo que queremos es incorporar siete mil metros cuadrados más de parque a lo que se está construyendo ahora. Los que sí se vendieron, se están construyendo y va a haber ocho mil habitantes más en el barrio, que ya está sobrepoblado. Yo me estoy quedando sin agua, me tengo que poner una bomba para que suba el agua hasta el tanque. La ciudad se empieza a hacer invivible”.

Por el lado del Parque Avellaneda, Muir criticó el incumpliento de la Ley 1153. “Desde hace 25 años estamos en gestión asociada entre los vecinos y el gobierno. Imagínense los distintos tipos de gobierno que han pasado y las distintas posibilidades de articulación que hubo y se frustraron en este tiempo con todas esas gestiones”.

Hugo Campos, referente de Vecinos por la Ecología que se sumó al micrófono abierto, resaltó en charla con ANCCOM que participó a partir de conocer “a muchos de los integrantes de las organizaciones que están luchando por los espacios verdes históricamente, lo que también es preocupante porque demuestra que el Gobierno de la Ciudad, lejos de llevar un plan de ampliación, mejora y revalorización del espacio verde público, está haciendo todo lo opuesto, que es ir en contra del espacio verde, más privatización, más cemento, menos árboles”.

Aprovechó también para narrar que “en el Parque Saavedra tenemos una supuesta asociación San Jorge que no existe, sino que es un centro de jubilados que usa ese nombre para hacer negocios privados en un parque público. Hace poquito, Elsztain avisó que va a construir unas nuevas torres al lado del Shopping Dot, en lo que era parte del servicio técnico de Philips, lo cual sigue metiendo más presión en la zona”.

Aportando algo positivo, expresó con alegría que “nuestra agrupación se sumó a una iniciativa enorme de la Red Solidaria de Juan Carr que es la Ruta Verde, que va desde Alaska hasta Ushuaia, donde la idea es que, en cada comunidad, se generen pequeños corredores verdes con plantas nativas para recuperar la biodiversidad de cada zona y de ese modo la gente pueda volver a ganar calidad de vida”. Cerró también aclarando que necesitan “el apoyo de todos los partidos políticos, porque, en definitiva, la situación ambiental no discrimina en ideologías de ningún tipo”.

Cerrando el encuentro, Celeste Fierro, legisladora porteña por el MST en el FIT, saludó la convocatoria que contó con su apoyo para conseguir el salón y prosiguieron a sacarse fotos todos juntos con banderas con consignas, mientras un grupo vitoreaba por la libertad de los cuatro manifestantes que aún siguen detenidos desde el 12 de junio en una movilización contra la llamada “Ley Bases” del gobierno nacional.

Una aplicación para prevenir el suicidio

Una aplicación para prevenir el suicidio

Pensada por docentes de la Universidad Nacional de Mar del Plata y desarrollada por estudiantes de una escuela técnica pública de esa ciudad, Tranqui App apunta al acompañamiento en crisis y a la psicoeducación sobre esta problemática.

La idea de Tranqui App nació en 2018, cuando Aixa Galarza, docente, investigadora y especialista en Suicidología de la Facultad de Psicología de la Universidad de Mar del Plata (UNMDP), junto con Santiago González, por entonces jefe de Salud Mental de la Municipalidad de General Pueyrredón, comenzaron el diseño de una aplicación para la prevención del suicidio en adolescentes.

Tras un año de trabajo, se contactaron con la Escuela de Educación Secundaria Técnica (EEST) Nº5 “Amancio Williams” para realizar el desarrollo informático. El proyecto llegó a manos del profesor Pablo Abdala Achaval, quien supervisó la labor de dos estudiantes, Lucas Funes y Darío Funes, quienes en 2020 crearon una primera versión de la aplicación para la página web.

Tranqui incluye el acompañamiento por medio de líneas telefónicas de ayuda y materiales que promueven la psicoeducación para quienes estén atravesando una situación de crisis o conozcan a alguien que lo esté padeciendo. “Necesito ayuda” y “Conozco a alguien” son los primeros títulos que aparecen al abrir la aplicación.

“Es una herramienta para la prevención del suicidio que ofrece material psicoeducativo para la persona con ideas de suicidio, tanto para familias, amigos, docentes y profesionales –destaca Galarza–. También brinda recursos para el manejo de crisis. Desde ya que no pretende ser ni reemplaza un tratamiento psicoterapéutico”.

Galarza aclara que la aplicación, en principio, está pensada para Mar del Plata, ya que los números de contacto para pedir ayuda y los lugares a los que asistir son locales. “De todas formas, las personas se la pueden descargar desde cualquier parte en dispositivos Android, ya que la información psicoeducativa que contiene la app es igualmente válida”, subraya.

El profesor Abdala Achával, por su parte, a cargo de coordinar el segundo grupo de estudiantes de la escuela marplatense que desarrolló la nueva versión, explica: “El proyecto se discontinuó en la época de pandemia, pero a comienzos del ciclo lectivo 2023 se configuró en la Facultad de Psicología de la UNMDP la actividad de extensión ‘Espacio de formación y divulgación promo-preventiva sobre el suicidio en adolescentes y jóvenes’. Entre otras propuestas, surgió la de actualizar la app y que pueda estar disponible para descargar en celulares, siempre bajo la supervisión de la Facultad de Psicología”.

“Mitos sobre el suicidio”; “Factores protectores de riesgo y desencadentantes”; “Señales de alerta”, y “A dónde ir” son algunas de las pestañas que se despliegan del botón de “Más información” en la aplicación. Tomás Di Mauro, uno de los alumnos que trabajó en el desarrollo de la segunda etapa de Tranqui, ahora es el coordinador de desarrollo de la app y está a cargo tanto de su arquitectura como de su planificación, en conjunto con el área de Extensión de la Facultad de Psicología: “Teniendo en el equipo integrantes que pasaron por situaciones de crisis, nos vimos muy motivados a desarrollar esta app que nos podría haber servido, ya sea para nosotros o para ayudar a amigos o conocidos que estén pasando por situaciones similares”, cuenta el estudiante de séptimo año de la EEST N°5.

Todo el contenido de Tranqui se desarrolló siguiendo pautas y recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Ministerio de Salud de la Nación, UNICEF, y entidades nacionales e internacionales que se dedican a la prevención del suicidio, como la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio (IASP), Fundación Salud Mental España, y la Asociación de Suicidología estadounidense.

“Tranqui fue el resultado del trabajo conjunto de más de siete alumnos de la escuela, en un inicio Lucas y Darío Funes, y luego en 2022 Facundo Nicolás Berardi Hernández, Alan Barbé, Matías Nicolás Celiz Ramos, Alan Gabriel Córdoba, Kiara Enríquez y Luca Nahuel López, junto al profesor Abdala Achaval”, resalta Di Mauro y agrega: “Algo maravilloso que tiene la tecnología es que una solución como esta puede llegar sin problema a miles de personas que no saben qué hacer o a dónde recurrir, o que quizá no tengan los recursos para ir a un profesional”.

Según la OMS, el suicidio es la cuarta causa de muerte entre adolescentes y jóvenes entre 15 a 29 años a nivel mundial y la quinta entre personas adultas en la franja entre 30 a 49 años. En los países de bajos y medianos ingresos son las y los adultos jóvenes y las adultas mujeres mayores quienes encabezan las tasas de mortalidad por suicidios. Y tal cual informa Tranqui, en la Argentina existe un marco legal y normativo para abordar esta problemática: la Ley de Prevención del Suicido N°27130 y la Ley Nacional de Salud Mental N°26667.

Consultada por la actualización de datos sobre la tasa de suicidios en nuestro país, Galarza puntualiza que los últimos números disponibles son los del Ministerio de Salud del año pasado, basados a su vez en estadísticas de años anteriores. La resolución 3976, publicada en el Boletín Oficial en septiembre de 2023, consignaba: “Los datos de la Dirección de Estadísticas e Información en Salud (DEIS), publicados en el anuario ‘Estadísticas Vitales-Información Básica’, demuestran que en el año 2021 se produjeron en Argentina 2.865 suicidios, correspondiendo el 80% a varones y 20% a mujeres. Los grupos etarios más afectados en ambos sexos fueron los de adolescentes de 15 a 24 años”.

“Si estás pasando por una situación de crisis o conocés a alguien que pueda necesitar ayuda, te invitamos a descargar Tranqui –dicen sus creadores–. Es completamente gratuita y puede hacer una gran diferencia”.

Huvaití reconoció la labor de ANCCOM

Huvaití reconoció la labor de ANCCOM

La cooperativa de comunicación distinguió a cuatro medios por su labor de difusión de los trabajos de cooperativas y economías solidarias.

“No da lo mismo comprar en un hipermercado de una multinacional un producto ultraprocesado o realizado con agrotóxicos que comprar uno en un almacén cooperativo como este, donde no hay trabajo esclavo, donde los trabajadores reciben una retribución digna, donde el producto está cuidado en su manera de elaboración y en sus componentes. Y eso hay que visibilizarlo desde los medios de comunicación para que la sociedad lo conozca y lo pueda asumir como una actitud militante”, dirá en unos minutos Diego Rosemberg, el editor general de ANCCOM. En lo alto de una pared blanca, unas letras negras pintadas a mano dicen “Otra forma de producir, otra forma de consumir”. Es lo primero que se lee al entrar al almacén “Alimentos cooperativos” que está sobre Moreno al 900. El letrero está rodeado de estanterías llenas de frutas y huevos. 

Frente a ellas hay un mostrador largo de madera y, detrás de él, dos mujeres jóvenes que se ríen como si compartieran un secreto que es gracioso solamente para ellas, como si se tratara de un código común, único e irrepetible. Son las vendedoras, que dicen “Hola” sin que se les borre la sonrisa de la cara. ¿De qué son los alfajores que están acá? “Los de envoltorio verde son de membrillo, los de plateado son de dulce de leche”, responde una de ellas. Ambos tienen el mismo sticker: “Boca Calle. Proyecto 7”. Son alfajores originados en una organización social (Proyecto 7), que reúne a personas en situación de calle. “Los de chocolate blanco con dulce de leche son lo más”, recomienda la vendedora. 

Frente a la heladera para productos congelados hay una ronda de sillas negras y una mesa de madera con cuatro galardones, que también son de madera. Uno de ellos dice “Huvaití Comunicación reconoce a ANCCOM por su labor en la comunicación de la economía solidaria. Junio de 2024”, con algunas letras en relieve. Hay otros tres, porque además de la Agencia de Noticias de Ciencias de la Comunicación fueron reconocidos Radio Ahijuna, El Eslabón y Radio La Lechuza

“Huvaití como cooperativa de comunicadores trabaja con muchos espacios de la economía social y en determinado momento generamos esta alianza con Alimentos Cooperativos, con CECOPAF, para que este almacén sea un espacio de visibilidad, pero también una experiencia conjunta entre comunicadores y promotores de la economía social”, dice Washington Uranga, integrante de la cooperativa Huvaití, en tono de celebración. 

«Quisimos contruir una experiencia que una a la comunicación con la economía solidaria», dijo Washington Uranga, integrante de Huvaití.

Entre el público se encuentra la periodista Luisa Valmaggia, quien había recibido un reconocimiento de Huvaití Comunicación en 2023 por su labor en Radio Nacional y Radio Cooperativa. Además está Eduardo Amorín de la Agencia de Noticias Solidarias, quien también había recibido un galardón el año pasado. Ahora habla Pedro Cerviño, el presidente de CECOPAF. Las siglas hacen referencia al Centro de Comercialización de Productos de Agricultura Familiar. “Nos pareció una buena iniciativa y una buena experiencia, no muy común, la de unir los esfuerzos de una cooperativa de comunicación con una de comercialización de productos de agricultura familiar y de la economía social”, dice. 

Resulta que “Huvaití” significa “salir al encuentro” en guaraní. De ahí que Huvaití Comunicación es una cooperativa que nació en Buenos Aires en 2014 que se dedica a la comunicación y el desarrollo de la economía social y la cultura popular. Forman parte de ella docentes, investigadores y especialistas en comunicación para la economía social, solidaria y cooperativa, la comunicación institucional, la comunicación estratégica, la comunicación para las organizaciones sociales y el periodismo. Desde hace dos años empezó a dar un reconocimiento anual a quienes, desde el campo de la comunicación, dan a conocer las acciones de la economía social y solidaria. Este año el reconocimiento es para los cuatro que aparecen nombrados en los galardones hechos en madera. 

El primero lo entrega Valmaggia a Pablo Martínez de Radio Ahijuna, que tiene su sede en Quilmes, Buenos Aires. Martínez cuenta, entre otras cosas, que en agosto la radio va a cumplir veinte años de trabajo. En el ínterin, Uranga cuenta que el galardón de madera “es de Pablo Goy, un artista de Carmen de Patagones, que es el mismo que viene haciendo el trabajo todos los años”. Una vez que el reconocimiento pasa a manos de Loreley Cavieres, también de Radio Ahijuna, Martínez dice: “Queríamos agradecer el reconocimiento, aparte es hermoso y lindo. Se lo queríamos dedicar a una compañera que perdimos el año pasado, que fue la que más nos enseñó sobre economía social y solidaria, así que el premio será para Mariana Zapata”. 

La periodista Luisa Valmaggia entregó la distinción a Radio Ahijuna.

De manera virtual, a través de una videollamada, también está presente Santiago Garat de El Eslabón, un periódico semanal hecho en Rosario, Santa Fe, por la cooperativa La Masa. “Quiero agradecer a Huvaití por este reconocimiento —dice—, por su calidad y carácter, que tiene que ver con la comunicación de la economía solidaria y social, que es algo que siempre hemos tratado de acompañar y en este contexto cobra más valor que nunca, en tiempos en los que el periodismo está tan bastardeado y tan precarizado”. 

Ahora es el turno de Mónica Knopoff, quien en representación de Radio La Lechuza, de San Juan, recibe simbólicamente el reconocimiento, ya que está en su provincia. Ella cuenta que la radio está en una zona rural y que ya cumple catorce años. “Estamos para comunicar, para involucrarnos, para apoyarnos entre todos”, dice. 

Finalmente es el turno de ANCCOM, que recibirá el reconocimiento representada por Rosemberg. Amorín es quien le entrega el galardón. “Agradecer, antes que nada, a los estudiantes de la carrera de Comunicación porque el cien por ciento de nuestro contenido lo elaboran ellos —aclara Rosemberg—. Si nos están distinguiendo por lo que nosotros publicamos, en realidad tendrían que estar ellos acá recibiendo la distinción”. Por modestia, no se atreve a decir que detrás de las producciones periodísticas hay un gran trabajo de los editores también. Pero el público presente es un público comunicador y lo sabe. El aplauso que se escucha ahora es para todos: los presentes y los virtuales. 

En una charla con esta agencia, Cerviño hace un balance del encuentro y dice que “estamos tratando de imponer un paradigma distinto al que se está imponiendo en la sociedad desde el poder político y económico. Vamos a contracultura de eso con un poder de base social, con la gente que produce, que trabaja, que somos capaces de tener relaciones solidarias”. 

Mientras saborea el vino tinto que Huvaití convidó, Cavieres cuenta que hace ya bastante tiempo forma parte de Radio Ahijuna y que desde hace poco está en el Consejo de Administración, que gestiona la cooperativa. También dice que el reconocimiento la pone contenta. “Y es mejor cuando te lo dan los pares —opina—, porque a veces te lo da gente que nunca te vio ni sabe quién sos”. A todo esto, ¿quién era Mariana Zapata? “Ella falleció el año pasado de una enfermedad. Nos enseñó a militar la economía social”. ¿Qué es, qué implica? “Detrás de estos productos hay personas que saben lo que hacen y no son una máquina que hace quinientas cosas iguales, sino que cada producto que uno se lleva tiene esa cuota extra de amor, de saber histórico y ancestral”. 

ANCCOM fue reconocida por su aporte a la difusión de la economía solidaria.

Laura Rodríguez, amiga de la cocinera de Huvaití, sostiene que el encuentro “me sorprendió, me pareció muy cálido. Me quedé con la gratificación de escuchar cosas que son necesarias para seguir pensando”. En un arrebato de entusiasmo dice “me quedé con ganas de un debate final, porque pensaba en la importancia que tiene que podamos participar del sostenimiento de los medios comunitarios. No es lo mismo escuchar como consumidor que escuchar siendo parte. Eso me hubiera gustado charlarlo”. 

Detrás de Rosemberg hay una pared blanca que tiene escritas estas palabras en color negro: “Comunicación para otra economía”. ¿Por qué es importante comunicar la economía social y solidaria? “Porque es un sector invisibilizado —dice Rosemberg—, dado que los medios grandes no alumbran su trabajo, que es importante no sólo por una contribución a la economía del país sino porque es una actividad que construye otra manera de vincularse y otros valores, muy distintos a los del mercado comercial”. 

 “La justicia nunca me dio respuestas”

 “La justicia nunca me dio respuestas”

Diego Duarte desapareció hace más de 20 años bajo una tonelada de basura volcada sobre su cuerpo en el CEAMSE, junto al Río Reconquista. Su hermana, Alicia abrió un centro cultural que lleva su nombre para dar oportunidades a niños del barrio, como no las tuvieron cuando ellos eran chicos.

‘’Estaban sentados ahí, esperando a alguien que nunca iba a salir’’ dice Alicia, siguiendo con la mirada el movimiento de sus manos, como si pudiera ver en sus dedos las memorias de la madrugada de aquel 15 de marzo del año 2004.

Pasaron veinte años y tres meses desde la desaparición física de su hermano. Veinte años y tres meses desde que Diego Duarte fue al CEAMSE, buscando metales que vender y así conseguir el dinero necesario para comprarle las zapatillas a su hermano y que pueda ir calzado al inicio de clases. Pero no hubo metales que vender, ni las clases comenzaron para él. 

Alicia sabe que su hermano quedó debajo de una montaña de residuos y nunca más fue hallado. Durante veintidós días fue al relleno sanitario a buscarlo, pero la policía y el CEAMSE también lo buscaba, y removía el lugar donde Diego había estado sin la presencia de los familiares. 

En la comisaría, para nada aliviando el asunto, le dijeron que su hermano no estaba ahí, que seguramente se fue a otro lado. El fiscal, más tarde, dijo que siempre fue presionado por el CEAMSE para archivar la causa. El expediente hoy sigue archivado y no tiene ningún imputado. 

 ***

Las calles están llenas de tierra y las personas parecen estar escondidas en la hora de la siesta, pero se escucha la presencia de quienes hacen el barrio en las risas y charlas que atraviesan las paredes y ventanas. En una de las esquinas se encuentra un pequeño grupo de niñas, jugando y riendo, desafiando a los hombres que trabajan en una obra que, cada tanto, les llama la atención cuando se acercan a los espacios a los que los niños no deberían acercarse. 

En una de las casas de la esquina se encuentra Alicia. En la misma casa en la que durante un tiempo Diego durmió, sigue habiendo rastros de él. En una esquina cuelga una cartera con su imagen y dice Asociación Civil Diego Duarte.

La casa de Alicia, en Costa Esperanza, funciona como un centro cultural que luce como un hogar. En el 2006 abrió sus puertas y, desde entonces, nunca se cerraron. Dentro del espacio se realizan diversas actividades, como un taller textil, donde  un grupo de mujeres crea productos a partir de materiales recuperados y también hay un espacio de apoyo escolar para los más pequeñitos.

 

– Esta construcción me acompañó durante 18 años – dice, acompañando siempre sus palabras con sus manos-. Por ahí nuestro espacio es chico pero hacemos muchas cosas. Estamos tratando de articular con las necesidades básicas puntuales del barrio, como es el tema de la luz, el agua, hacer las veredas comunitarias. 

Sus palabras se ven interrumpidas por las risas de los chicos que se escapan del jardincito. El espacio de infancias es el más reciente. Y, a juzgar por la sonrisa que se dibuja en su rostro, es el que más disfruta. 

En las cuadras alrededor de la casa se pueden notar muchas faltas. Una de ellas, una plaza. La obra que están realizando los hombres en la calle es una placita en memoria a Diego. Los niños ríen y juegan cerca de la tierra que quedará desplazada para ser ocupada por un lugar donde ellos sí se puedan acercar sin ningún problema, sin que los adultos les tengan que chistar. 

– Empecé a pensar muchas cosas para los nenes, ese espacio es para ellos y yo sé que todo el día están ellos ahí –continúa, con mucha calma–. A veces, escuchás a un nene que quiere estar sentado en el asfalto porque no tiene el piso en su patio. Ahora van a tener una placita y van a poder tener el asfalto para ellos. También quería tener unos bancos reciclados. 

Arriba de la mesa pueden verse algunas de las obras de las mujeres diseñadoras, a la vez recicladoras. Carteras y estuches hechas con bolsas de comidas para mascotas, sachets de leche, entre otras tantas cosas. Alicia y sus compañeras aprendieron a realizar este tipo de cosas a partir de que Martín Churba, un famoso diseñador textil, llegó a sus vidas. Interesado por la historia de Diego, les dio las herramientas para crear y, a la vez, reciclar. 

– Al principio, logramos que nos donen jeans pero nosotras queríamos ver qué hacíamos, qué recursos podemos utilizar para no estar dependiendo de un jean nomás, sobre todo porque estamos acá, al lado de la basura. 

***

 

La casa de Alicia se encuentra en el barrio de Costa Esperanza; barrio pegado a los rellenos sanitarios del CEAMSE y cerca del Reconquista, el segundo río más contaminado en Argentina. 

El barrio que nació como resultado de una toma de terrenos, siempre se vio envuelto en grandes necesidades, por lo que los vecinos vieron en su cercanía al basural un medio para poder sobrevivir. 

Al principio, era solo un grupo de hombres que, escapando de la mirada de la seguridad privada del CEAMSE, entraba al basural para buscar comida y elementos que les sirvieran para la semana. Pero llegó un momento donde la vida dolía mucho más, y los vecinos tenían vacíos que llenar. El grupo de hombres comenzó a aumentar, y así como ellos pasaron a ser más, el CEAMSE aumentó su seguridad; a los guardias privados les sumó la policía para vigilar el lugar. 

Los vecinos tenían todo un sistema para poder ingresar. Sabían que a las ocho de la mañana y a las ocho de la noche se cambiaba la guardia. En ese momento, mientras los vigiladores se dedicaban a saludarse, los grupos subían a las inmensas montañas, agarraban lo que encontraban y salían a correr por el campo antes de ser vistos por la vigilancia. Pero no siempre podían hacerlo tranquilos. 

– La policía nos corría, nos tiraba tiros y teníamos que correr por nuestra vida–  la voz de Alicia, al recordar estos tiempos, hace que el silencio suene ensordecedor– Y a veces, las mujeres nos quedabamos y hacíamos tiempo para que los hombres pudieran correr y no los agarren porque la policía a ellos les pegaba muy mal, los golpeaba muy mal. 

Los vecinos conocían a todos los policías que trabajan ahí. En parte, porque sabían los turnos de cada uno de ellos. En parte, porque la policía que los corría a tiros era la misma que circulaba por el barrio durante la tarde para cuidarlos.

 

***

 Después de que su padre muriera en 2003, Alicia tuvo que hacerse cargo de sus hermanos, Diego y Federico, los mellizos.

En marzo del 2004, en vísperas de un nuevo comienzo de clases, Alicia ya le había comprado todos los útiles a sus hermanos. Pero a la vez, ella tenía cuatro hijos y la plata no alcanzaba para cumplir con las necesidades de todos los chicos que integraban la familia.

Diego tenía sus zapatillas listas para el comienzo de clases. Pero su hermano, un poco más ansioso que él, no tenía nada nuevo que estrenar.

–Diego me dice que iba a ir al CEAMSE. No quería que su hermano empezara la escuela sin zapatillas nuevas. ‘’Hoy es el último día que voy porque mañana ya empiezo la escuela’’. Todo el día repetía eso. Así estuvo todo el fin de semana y bueno, el lunes pasó esa desgracia. 

 

***

 

Un poco antes de la madrugada del 15 de marzo, Diego, Fede y Silvestre, el papá de los hijos de Alicia, llegaron tarde al relleno sanitario, por lo que el grupo que se había organizado para ir entró  sin ellos al establecimiento. Así que los tres cruzaron por su cuenta, subiendo las inmensas montañas de basura que te permiten ver toda la ciudad desde la cima. Pero subir la montaña no es fácil. Son como una pared lisa. 

–Cuando ellos cruzaron, la cinta asfáltica estaba en una esquina y ahí estaban escondidos los policías con un auto, observando. Entonces, cuando ellos suben, Silvestre va adelante, los chicos atrás. Él les dice que vayan para el otro lado, que estaban los policías ahí.

Los policías comenzaron a seguir al trío que buscaba metales. Silvestre seguía caminando, delante de los chicos, cuando Diego decide parar y esconderse por ahí. Fede se acostó, Diego también, pero separados por varios metros. 

El policía de turno empezó a subir hacia la dirección donde ellos se encontraban, alumbrando con una linterna a ver si los veía. Los chicos estaban tapados; Diego tenía encima un cartón para cubrirse y Fede tenía su bolsita. Ambos se encontraban tranquilos porque la máquina trabajaba en otra dirección de las que ellos se encontraban. Pero después subió el policía mientras otro le decía que ahí estaban escondidos ‘’esos hijos de puta’’.

–Esos eran bravos, esos hacían desastres- cuenta Alicia, con la mirada cansada, como si reviviera todo su pasado y el de su familia todos los días de su vida. 

Cuando llegan los camiones de basura, los policías le dan la indicación para que descarguen del lado en el que se encontraban los chicos escondidos.Cuando cae la basura, la máquina se sube encima. Fede piensa que cayó en el medio de los dos. Espera diez, quince minutos; cuando escucha que el policía se va en el auto junto con el otro, se levanta. Y ahí ve que la basura no cayó en el medio, cayó donde estaba Diego. 

 – Entonces sube arriba y le pide ayuda al maquinista. Le dice, ‘’lo tapaste a mi hermano’’. Y ese le repite a otro: ‘’Fulano dice que tapamos un ciruja’’. El otro que estaba con él viene y le dice: ‘’No sé, decile que se arregle con la policía, a nosotros que no nos dan pelota’’. 

A partir de ese momento, Fede entró en un estado de shock. Mientras tanto, Silvestre, al darse cuenta que los chicos no salieron detrás de él, vuelve a buscarlos. Cuando lo ve a Fede, le pregunta por Diego pero él le contesta que no sabe, que ya había salido. Y  entonces ambos salen a esperarlo. 

 –Estaban sentados ahí, esperando a alguien que nunca iba a salir. No es que Fede le contó a Silvestre lo que pasó. 

Ambos esperaron a que Diego saliera pero nunca salió. Ante la posibilidad de que hubiera vuelto a su casa, regresaron para ver si era así.  Pero solo se encontraron con una Alicia enojada. 

–Cuando llegan acá, Fede me dice ‘’¿Y Diego?’’, ‘’¿Cómo dónde está Diego?’’. Yo me enojé, como iban a venir sin Diego. 

Y ahí Alicia también fue al basural, mientras Silvestre le iba diciendo lo mismo que le había dicho Federico a él momentos antes.

Los grupos de vecinos bajaban del basural, algunos comentaban lo bien que pudieron trabajar porque la policía estuvo ocupada. Alicia le preguntaba si vieron a Diego y todas las respuestas que recibía eran un ‘’no’’. Diego nunca salió. 

 

***

Sin interrupciones pero dejando los silencios necesarios, Alicia terminó de contar la historia 

por la cual hoy mantiene un centro cultural en memoria de su hermano.

–A mí me marcó un antes y un después el estar con familiares de víctimas. Yo andaba con ellos hasta que un día observé que todos los días contaban un día más sin su hijo, y quisieron enseñarme a ver si los medios me toman los tantos días que van sin Diego. Yo no quería eso para mí. Dije, o me quedo llorando en mi pieza, sin respuesta, o me pongo a pensar en algo para llenar mi vacío.

Y así le abrió las puertas a mucha gente, haciendo de su casa un lugar de aprendizaje y de ayuda a quienes la necesiten.

–Yo con esto tuve que abrir mi casa, mi familia, mi baño, mi todo. Tuve que enfocarme para no caerme del eje. Tratamos de buscar otras alternativas, que los chicos se puedan capacitar, que se puedan formar las mamás. Trabajamos mucho lo vocativo porque es un lugar donde Diego no pudo llegar.

Durante estos 20 años, la figura de Diego Duarte se convirtió en un símbolo de lucha para el territorio. Es símbolo del trabajo y las vicisitudes que atraviesan los recicladores y cirujas.

–Uno siempre espera tener justicia, más allá de que a lo largo de estos años entendí que la justicia que a mí me tenía que dar respuestas nunca me las dio. Solamente tengo la justicia de las acciones del territorio, que muchos son los que levantan la bandera de Diego. Él se hizo una bandera de los cirujas.

La historia de los recuperadores urbanos está atravesada por las situaciones económicas del país y las decisiones políticas en relación a la gestión de los residuos y los sectores más postergados.

–A veces siento que Diego en el territorio ya circuló y estuvo presente en todas las escuelas y ahora se instaló en la Universidad de San Martín. Hay muchos universitarios que hacen su tesis con respecto al ambiente y siempre está involucrada la historia de Diego. Mi hermano tuvo más reconocimiento después de su desaparición física pero para nosotros Diego está presente hace 20 años. 

Para el pobre, ni justicia

Para el pobre, ni justicia

El Gobierno anunció el cierre de 81 Centros de Atención a la Justicia, herramienta central para que la población más vulnerable acceda a sus derechos y resuelva sus conflictos.

“Se cierra otra caja de la política: el Ministerio de Justicia pone fin al CAJ”. Así anunció este lunes el Gobierno nacional, por medio de un comunicado, el cierre de 81 Centros de Acceso a la Justicia (CAJ), pasando de tener 109 a tan solo 28. Estos se suman a otros cierres que ya se dieron durante el mes de abril. De los 120 despidos que se registraron hasta abril, se sumarían 400 más con el cierre de estas oficinas. “Asistimos estos días al desmantelamiento de áreas fundamentales para la atención de los derechos de los más vulnerables en los territorios. Esto tiene correlato con el desfinanciamiento de comedores y desarticulación de todo tipo de redes de contención en lugares más desfavorecidos”, señala en diálogo con ANCCOM Julián Axat, abogado y escritor y quien supo estar a cargo de la Dirección General de Acceso a la Justicia.

Silvina Silva, trabajadora de CAJ y delegada de ATE Acceso, señala que empezaron a enterarse de los despidos la semana pasada, cuando circuló un expediente que tenía como título el cierre definitivo de los CAJ. Así, varios trabajadores se dirigieron al Ministerio de Justicia, pero, desde allí, manifestaron que no era el cierre de los centros, sino un proceso de reordenamiento, mejoramiento de la función y tarea y geolocalización. Sin embargo, el lunes se enteraron por medio de las redes sociales que, en verdad, se trataba del cierre de oficinas de los CAJ.

“El acceso efectivo a la justicia se puede considerar como el requisito más básico –el derecho humano más fundamental– en un sistema legal igualitario moderno que pretenda garantizar y no solamente proclamar los derechos de todos”, destaca Axat. Esta es la tarea principal del CAJ: “Acercar la justicia y acercar los derechos a las poblaciones marginalizadas por el devenir económico y social del sistema, rompiendo esas barreras de acceso a la justicia”, dice Ariel Korzin, antropólogo y coordinador del Área de Capacitaciones de la Dirección de Promoción y Fortalecimiento para el Acceso a la Justicia.

Los CAJ son dispositivos territoriales con un amplio despliegue federal, que brindan atención legal primaria integral, mediante el asesoramiento, la asistencia y el acompañamiento. Y está dirigido especialmente a las personas que se encuentran en situación de vulnerabilidad, que enfrentan barreras para el ejercicio de sus derechos, o conflictos interpersonales y/o legales. En el 2023 se atendieron a un total de 101.621 personas. “A estos lugares -señala Korzin- llegan todo tipo de problemáticas que tienen que ver con el acceso a la justicia, es decir con la violación de algún tipo de derecho, por ejemplo, una mujer a la que su marido le adeuda cuota alimentaria. También puede concurrir una persona por acceso a documentación, por acceso algún tipo de prestación sociolaboral, por algún conflicto laboral con su patrón y demás”.

En el 2023, los CAJ atendieron a un total de 101.621 personas.

Uno de los tantos casos que circulan por los pasillos de las oficinas de los distintos CAJ que se encuentran en el país, es el de una señora mayor cuyo nieto sufría todo tipo de maltrato por parte de sus progenitores. La mujer relata cómo el CAJ fue fundamental para salvar a su nieto: “Cuando planteé la situación fui golpeada, me rompieron las cámaras, puerta, vidrios de la ventana y recibí amenazas de muerte de parte de él (el papá) y de tirarme ácido en la cara de parte de ella, mi hija”. A partir de esto, y sin recibir ayuda de nadie, llegó a las oficinas del CAJ. Allí recibió contención por parte de distintos profesionales, como psicólogos, para hacer frente a lo que estaba viviendo. “Mi nieto le sigue apostando a la vida, con miras a un futuro, las crisis donde se escondía bajo la mesa al escuchar las amenazas del agresor cesaron, sé que el camino es largo. Sin embargo, con la ayuda del CAJ lo vamos logrando y digo CAJ porque es un equipo donde trabajan por el bien de los que menos pueden o los que menos tienen, donde nos sentimos tratados con respeto, guiados legalmente y cuidados psicológicamente”, señala la mujer que prefirió mantenerse en el anonimato.

Sobre catalogar a los CAJ como “cajas de la política”, la trabajadora Silvina Silva destaca que “No pueden gestionar sobre algo que desconocen. Estamos convencidos que si los funcionarios comprendieran y entendieran de qué se trata la política pública de los CAJ no estarían de manera cínica refiriéndose a la labor más preciada y más humana que tiene el Ministerio de Justicia. Los CAJ tienen un anclaje territorial y un poder de avanzada sobre los territorios que requiere no solamente de una labor profesional interdisciplinaria muy compleja de llevar adelante, sino que necesita un expertise que no se encuentra en cualquier trabajador y esto lo hace un organismo diferenciado a cualquier otro”. Y añade: “No solamente acercamos y efectivizamos la política pública del Estado nacional, sino que reducimos muchas veces los gastos que ese mismo Estado tiene”.

“No solamente es desolador, sino que es criminal tratar todo el tiempo de criminalizar el trabajo de los CAJ, sancionarlos, injuriarlos y calumniarlos”, dice Silva. “Ojalá toquemos el corazón (si lo tienen) para que no quiten el CAJ. Mucha gente lo necesita, personas maltratadas y violentadas que, como en mi caso, fue y es nuestro refugio. Un lugar donde se une el respeto, la solidaridad, la empatía y el amor hacia quienes llegamos desbastados”, concluye la mujer asistida por CAJ.

«Nadie te registra»

«Nadie te registra»

Las organizaciones Proyecto 7 y Lxs Irrompibles realizaron este sábado un desayuno y almuerzo solidarios para personas en situación de calle. ANCCOM habló con las personas que vivien en la vía pública y cuentan por qué no sirven los paradores y por qué no pueden salir a flote.

«¿Quién te va a dar trabajo viviendo en la calle? Te vas deteriorando, te crece la barba, se ensucia tu ropa y no tenés cómo cambiarte», se lamenta Carlos mientras se acerca a las mesas desplegadas sobre Entre Ríos y Rivadavia, para tomar un café caliente y comer algo. Está viviendo en la calle desde el inicio de la pandemia, cuando perdió su trabajo de albañil. “Cuando se terminó el laburo –cuenta-, enganché en un supermercado chino, estuve unos meses pero después el dueño no me quiso pagar más y me echó, me tenía en negro”.

Este sábado 8 de junio las organizaciones Proyecto 7 y Lxs Irrompibles realizaron un desayuno y almuerzo solidario frente al Congreso de la Nación. El desayuno arrancó a las 8:30 de la mañana, con la consigna “la calle no es un lugar para vivir”, el lema de Proyecto 7 desde hace 20 años, y que lucía en las banderas rojas colgadas en las rejas de la plaza. En las mesas había termos con bebidas calientes y comida para ofrecer, debajo de un gazebo, se desplegaron mesas con ropa y abrigos a disposición, además de un rinconcito de «peluquería» para quien lo necesitara.

Proyecto 7 es una organización social integrada y coordinada por personas en situación de calle. Tienen cuatro Centros de Integración donde realizan acompañamientos de proyectos de vida, generan fuentes de trabajo y las personas pueden recibir alimentos, asistencia social, legal, sanitaria, entre otras.

Desde la organización sostienen que, tras el cambio de gobierno, ha crecido el número de personas que viven en la calle, y consideran que la situación irá empeorando con el correr de los meses producto de las políticas de Javier Milei, que hacen que incluso gente con trabajo no pueda pagar el alquiler. Miguel fue desalojado hace una semana de un monoambiente que alquilaba con su amigo. “Me quedé sin trabajo hace unos meses y sólo encuentro changas que no me alcanzan para nada, no pudimos pagar más el departamento”, se lamenta. “Nos turnamos con mi amigo para ir a buscar trabajo, porque no podés dejar las cosas solas, te las roban”, agrega.

En el último censo realizado a fines de abril, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires indicó que hay 4.009 personas viviendo en situación de calle en el territorio porteño. Desde diferentes ONG denuncian que estos números no son reales debido a los métodos que se usan para censar, ya que sólo se recorre la ciudad por un par de horas y las observaciones se hacen sin bajarse de los móviles. Según el último censo popular de personas en situación de calle realizado en 2019, la cantidad ya era 7.251, de los cuales 871 eran niños y adolescentes. Tras las medidas de ajuste del gobierno de Javier Milei, estiman que el número habría alcanzado a las 12.000 personas sólo en Capital Federal.

«Si vivís en la calle nadie te tiene confianza, no te dan laburo. Te piden un teléfono para contactarte, no tenés; te piden una dirección de referencia, no ténes», dice Florencia.

Rodrigo, que lleva cinco años viviendo en la calle, comenta: “Estás peor en los paradores del Gobierno que durmiendo en la calle, deberían ser centros de integración según la ley, con personas capacitadas para acompañar y ayudar, pero recibís malos tratos nomás. Mejor te buscás algún techo, con dos o tres frazadas o cartones y ahí pasás la noche”, agrega mientras busca entre las mesas algo que lo abrigue.

Además, estos lugares imponen horarios estrictos; una vez finalizado el desayuno, las personas deben retirarse y sólo pueden volver por la tarde-noche. «Es complicado buscar trabajo, ningún lugar abre antes de las 9 o 10 de la mañana, y desde las 6:30 ya estás en la calle. Hasta el mediodía buscás, pero después no tenes a dónde ir, y es peor si llueve», comenta Florencia, de 30 años, acompañada de su hijo de 6. «Si vivís en la calle nadie te registra, nadie te tiene confianza, no te dan laburo. Te piden un teléfono para contactarte, no tenés; te piden una dirección de referencia, no ténes; y no podés poner la información del parador», añade, señalando los obstáculos diarios que enfrentan quienes viven en la calle.

En medio del conflicto con el Jefe de Gobierno, quien recientemente mostró en redes sociales cómo «limpiaba» la zona donde se encontraban personas en situación de calle y les confiscaba sus pertenencias, Proyecto 7 está exigiendo la implementación de la Ley 27654 para Personas en Situación de Calle y Familias sin Techo. Instan a que se asigne el presupuesto necesario y se establezcan los programas pertinentes para abordar esta problemática de manera integral.