El Gobierno continúa atacando a la salud mental

El Gobierno continúa atacando a la salud mental

El Centro 1 Hugo Rosarios, en Núñez, será cerrado según anunció el Ejecutivo nacional para lotear el terreno. El centro depende del gobierno porteño, pero el espacio es de Nación. Los trabajadores vienen convocaron a una asamblea para este miércoles a las 10.

Los trabajadores del Centro de Salud Mental N° 1 Dr. Hugo Rosarios están en estado de alerta y movilización porque el gobierno nacional quiere subastar el terreno donde funciona. Exigen una respuesta inmediata al Jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri, que asegure la continuidad de los servicios. El 24 de octubre entró en vigencia el Decreto 950/2024 donde se ratificó, entre otros, el Decreto 952/2016 que autorizaba la enajenación del terreno ubicado en Manuela Pedraza 1558. Bajo la presidencia de Mauricio Macri el personal logró frenar el avance de los negociados privados sobre el predio, aunque en una especie de deja vu, el presente los obliga a volver a luchar por la salud pública, gratuita y de calidad. 

El Centro N° 1 funciona desde 1968 en el barrio de Núñez, aunque alberga gran parte de la demanda de atención de salud mental de toda la zona norte del Área Metropolitana de Buenos Aires. Más de mil pacientes por semana son atendidos de forma interdisciplinaria: allí trabajan psicólogos, psiquiatras, trabajadores sociales, nutricionistas, entre otros profesionales. También funcionan dos hospitales de día: uno para adultos, y “La Cigarra” destinada a niños con autismo y psicosis. “Los hospitales de día tienen la compleja estrategia de evitar la internación y fomentar la inclusión social de los pacientes”, sostuvo Marcela Giménez, terapista ocupacional y delegada de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE).

Ni quienes reciben atención en el Dr. Hugo Rosarios ni los empleados del hospital fueron avisados sobre la situación en la que se encuentran. “Si llegan a cerrar ahí ¿qué hacemos nosotros los pacientes? Con todo lo que vivimos, se la siguen agarrando con los que menos tenemos”, expresó con incertidumbre y angustia Ana Hlousek, paciente del Centro hace 13 años. No conformes con destruir la trama urbana e identitaria de la ciudad, ocho años después, intereses de unos pocos vuelven a insistir contra los puestos de trabajo y la integridad de los pacientes del Centro de Salud Mental N°1. 

El vocero presidencial Manuel Adorni, en un intento de justificar la subasta de inmuebles de la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE) argumentó que están en desuso o mal uso y generan gasto. Sin embargo, Hlousek agregó que “el Centro funciona bárbaro, ahí me salvan la vida, es un lugar maravilloso”. La paciente, además, es pensionada, por lo que comentó que si no le entregaran la medicación que necesita para su estabilidad, no podría pagarla. En el centro también proveen fármacos de manera gratuita a quienes los requieren, otorgando más de 500 recetas por mes. 

“Es paradójico que en este momento donde se le da lugar a hablar de salud mental en el espacio público y mediático, haya una falta de políticas orientadas a achicar la brecha entre las personas que son atendidas, y quienes necesitan asistencia y nunca recibieron, casi el 70 por ciento”, explicó Giménez. El Centro N°1 Dr. Rosarios junto al Centro de Salud N° 3 Ameghino son los únicos dos centros de salud mental públicos de la Ciudad de Buenos Aires. 

Dentro del plan de lucha que definieron los trabajadores, convocan a toda la comunidad, pacientes y profesionales a acercarse a la asamblea abierta que se realizará el 6 de noviembre, este miércoles, desde las 10 de la mañana en Manuela Pedraza 1558. Buscan visibilizar el estado de alerta para que el gobierno de la Ciudad intervenga con Nación y lleguen a una resolución que proteja al Centro N° 1. “El equipo puede ser con los mejores profesionales, mucha vocación y amor, pero si no están las condiciones administrativas, presupuestarias y físicas no es posible y no condicen las palabras con los hechos” cerró Marcela Giménez. 

 

Los estudiantes reclaman un paro nacional

Los estudiantes reclaman un paro nacional

Columnas de estudiantes marcharon desde el Obelisco a Plaza de Mayo y a la CGT, para reclamar definiciones a la central obrera. La marcha se realizó siguiendo lo decidido en una asamblea el sábado pasado.

El movimiento estudiantil se movilizó este viernes a Plaza de Mayo y a la CGT desde el Obelisco. Fue una de las definiciones de la Asamblea Interfacultades del sábado pasado, para visualizar y mantener el plan de lucha por salarios dignos de docentes y no decentes, mayor presupuesto universitario, y exigir un paro nacional que acompañe la próxima marcha educativa convocada para el martes 12 de noviembre. Ante el reclamo, no apareció más que la policía y su protocolo antipiquete.

 A las cuatro de la tarde en la Ciudad de Buenos Aires el sol parecía picar contra la piel, pero el Obelisco cubría buena parte de su plaza con sombra. A esa hora comenzó el corte de las columnas estudiantiles que lograron cruzar la avenida 9 de Julio, pero apenas pusieron un pie en Sáenz Peña, aparecieron los exabruptos de coté de la policía de la Ciudad. “¡El achique, el achique!”, gritaba un oficial a los empujones. Al rato, las fuerzas se acomodaron y marcharon junto al movimiento estudiantil hacia la Casa Rosada. Pero su compañía no duró mucho más una vez que el ruidazo estaba fuera de vista de la Casa de Gobierno. Así, los estudiantes ganaban los adoquines de calle Balcarce.

 Después de varias cuadras y bocinazos molestos, el movimiento llegó a la CGT, en la esquina de Independencia y Azopardo, sobre las calles anchas pero nada transitadas de los límites de San Telmo con Puerto Madero. En medio de todo el griterío organizado, Miriam, de 73 años, se acerca exasperada a su columna: “¡Toqué timbre y no contestó nadie!”  

-¿Y vos por qué apoyás el movimiento estudiantil?

-Porque soy estudiante -respondió orgullosa.

Federico estudia en la Universidad Nacional de La Matanza, la misma en la que hace casi un mes el rectorado cerraba la reja de ingreso a los empujones, en conjunto con La Liga Federal, agrupación peronista que conduce el Centro de Estudiantes, para impedir la asamblea. Desde esa experiencia, le parece importante para el movimiento estudiantil haber consolidado la decisión de reclamar a la CGT un paro nacional para la próxima marcha educativa, el 12 de noviembre: “Necesitamos consolidar una unión obrero- estudiantil para pararle la mano al gobierno. Ataca a todos por igual”.

 

Igualmente -irrumpió Germán, estudiante de la Facultad de Sociales de la UBA yo no creo que este sea el movimiento estudiantil. Me encantaría decir lo contrario, pero acá veo más orgas, los independientes somos pocos, y si no hay sector independiente no es genuino. Si bien tiene el mismo valor porque son estudiantes, el participar dentro de agrupaciones te hace pelear por lo partidario, y las disputas se cegan, se disputan cosas de mas arriba, y creo que el independiente puede aportar más esa lucha específica del estudiante. Quiero poder estudiar, no me interesan tanto sus peleas internas. 

 

Mientras el sol se aleja de a poco, la concentración se disolvió, sin respuesta de la CGT. Sin embargo, el tamaño gigantesco de aquella puerta cerrada no intimidó al movimiento en cultivo. Hoy, estudiar parece ser un acto de rebeldía, y con más dudas que certezas, no hay negativa que detenga a los rebeldes en defensa de la universidad de los trabajadores. Y al que no le gusta, se jode, se jode.

 

Música por la universidad

Música por la universidad

La Orquesta Académica de la UNA organizó una protesta por recorte del presupuesto que realiza el Gobierno a las universidades. El reclamo tomó la melodía de una sinfonía frente a una multitud en Bartolomé Mitre y Callao.

“Vamos a hacer música académica, que algunos del Gobierno escuchan en un microcine, solos o acompañados, tomando un vinito. Hay que hacerles acordar que lo que consumen sale de acá, que esto que nosotros hacemos es lo que después sale en las orquestas profesionales”, dice frente a una multitud Fernando Albinarrate —pelo corto y canoso, camisa negra elegante, pantalón negro más elegante aún y zapatillas deportivas— con micrófono en mano. Él es profesor y director de la Orquesta Académica, que está conformada por estudiantes, graduados y docentes del Departamento de Artes Musicales y Sonoras de la Universidad Nacional de las Artes (UNA). En un rato Albinarrate dirá a esta agencia que “queremos mostrar lo que hacemos frente a insultos, agravios y miradas negativas de lo que es la educación pública. Si hay que auditar a la universidad, auditenlá. La UNA vive auditada y no tenemos nada que ocultar. Dicen que somos fantasmas o una manga de chorros porque lo que quieren es desfinanciarla. Necesitamos pagar la luz, tener sueldos más dignos, necesitamos cubrir los gastos”. 

“No se entiende cómo la cultura y la educación pública no se consideran el mayor capital espiritual del país. El verdadero capital está en nuestras almas”, dice ahora Albinarrate, que está hablando desde las escalinatas de la sede del Departamento de Crítica de Artes de la UNA, en Bartolomé Mitre al 1800, donde también se suelen realizar algunas actividades de música. Más adelante Sergio Ramos, el director del Área Transdepartamental de Crítica de Artes, comentará a ANCCOM que invitó a la Orquesta Académica perteneciente al Departamento de Artes Musicales y Sonoras a tocar a esta sede porque “esta situación que estamos viviendo es un momento para fortalecerse como comunidad. Es un conflicto que va a ser muy largo y sólo en la unión vamos a poder sostener otro modelo de país que no sea el de la despersonalización y el odio”. 

En las rejas verdes que rodean la entrada de la sucursal hay un montón de carteles pegados que reclaman fondos para la universidad y que proclaman la defensa de la educación pública. Y más arriba, en el frente de la sede, debajo de la primera hilera de ventanas, hay una bandera negra gigante que cuelga y dice: “Sin salarios dignos no hay universidad pública de calidad”. La jornada busca visibilizar que el Departamento de Artes Musicales y Sonoras de la UNA es un lugar en el que personas de cualquier parte del país vienen a estudiar música académica de manera gratuita y que muchos de los grandes músicos argentinos se formaron en la institución, como Mariana Rosas, que ahora dirige el coro de la Sinfónica de Londres. 

En la vereda donde está parado el director de la orquesta hay una multitud de personas conformada por estudiantes de otras carreras y por ciudadanos de a pie que se quisieron sumar. A ellos se dirige Albinarrate cuando dice que “les pedimos a los que trajeron cacerolitas que nos acompañen, es una manera de mostrar que esto que hacemos es música. Sin arte no vamos a ningún lado, este cultivo nos da sentido a todos”. Dicho eso, la Orquesta Académica empieza a tocar en plena vereda porteña, a muy pocos pasos de los autos y colectivos que pasan lento, la obra “Rondó de la Sinfonía 104” del compositor austríaco Joseph Haydn. Un rato antes Albinarrate había explicado que “Haydn vivió en el Siglo de las Luces, en el momento en que la democracia y la república empezaron a surgir en todas las comunidades, así como la idea de libertad, pero no de ‘Libertad, carajo’ sino de libertad en serio, de igualdad, de fraternidad, de justicia social, de respeto hacia el otro”. 

Ahora la Orquesta Académica empieza a tocar el Himno Nacional. Las personas que hasta hace un rato estaban atentas, mirando y escuchando a los músicos, ahora los acompañan entonando cada una de las estrofas  y golpeando algunas cacerolas. “Toque bocina si defiende a la universidad pública”, dice el cartel que sostiene un señor entrado en años. “No hay gas pimienta que pueda tapar el hambre”, dice ese otro cartel que sostiene una chica joven. En determinado momento, Albinarrate deja de dirigir a la orquesta y lo reemplaza un recién graduado, pelo negro y largo atado con una colita, remera negra, pantalón negro y también zapatillas deportivas, como el director veterano. 

Media hora antes la Orquesta Académica había ensayado en el subsuelo de la sede. “Miren la cara de bueno que tiene. Mirenló, si lo miran a él va a salir”, había pedido Albinarrate a la orquesta. Se refería a que los músicos confiaran en el recién graduado tanto como en él, que los iba a guiar como todo un profesional. “Vamos a hacerlo más enérgico, así la gente no se nos cae”, había pedido el recién graduado, con una sonrisa y una voz que transmitía serenidad y liderazgo. El pedido había surtido efecto en la orquesta, que ahora tocaba el himno como escapando del diablo, a una velocidad y con un ímpetu que no había aparecido antes. 

Ahora, en la vereda, mientras la Orquesta Académica despliega toda su expertiz, el recién graduado se corre de la dirección y le deja el lugar a Esteban Lorenzón, estudiante de la carrera de Dirección Orquestal y de Guitarra. Unos minutos antes Lorenzón —pelo negro y corto, camisa verde, aspecto distinto a los otros dos— había dado una breve explicación a los transeúntes que tenían cacerolas sobre cómo podían acompañar a la orquesta, de qué manera podían hacer percusión para aportar un sonido tanto en la obra de Haydn como en el himno nacional. 

Una vez finalizada la jornada, el estudiante cuenta a ANCCOM que es oriundo de Vera y Pintado, provincia de Santa Fe, y que después se fue a vivir a Salta, donde durmió seis meses en carpa por no tener casa. Ahora vive en Buenos Aires, donde estudia. “A mí, que soy del interior, la universidad me hizo creer que estudiar Dirección de Orquesta es posible y, además, que es posible hacerlo gratis en una de las universidades más importantes de América Latina”, dice. ¿Y qué balance hacés del encuentro de hoy? “Tocar al aire libre es hacer democrático el lujo de escuchar a una orquesta sinfónica. Hoy demostramos que esto se estudia, que es muy difícil y que juntos logramos cosas hermosas como lo de hoy”, concluye Lorenzón. 

 

Pedagogía barata y patos de goma

Pedagogía barata y patos de goma

A dos años del inicio de las prácticas preprofesionales en los secundarios de CABA, docentes y estudiantes coinciden en que el sistema está desorganizado y que se mezclan experiencias frustrantes con algunas positivas. El azar y el compromiso de las instituciones que reciben a los estudiantes parecen determinar el éxito de la experiencias.

“La agencia de publicidad Maco le pidió a mis estudiantes de Orientación en Ciencias Sociales que hicieran piezas de marketing para la Universidad Católica Argentina como ‘cliente’. El curso que creara la mejor campaña, se ganaba un patito de goma de la empresa”, cuenta Juan Filippone, referente de las ACAP en la Escuela N° 4 D.E. 19° de Nueva Pompeya.

Según el GCBA, las ACAP son “experiencias pedagógicas concretas y en territorio destinadas a acercar a los / las estudiantes al mundo laboral, cultural y a la formación superior”. Están diseñadas para estudiantes de 5° año de secundaria de gestión estatal y privada en CABA; comenzaron en 2022, luego de la implementación de la Nueva Escuela Secundaria en 2015. Son obligatorias y deben realizarse en espacios laborales relacionados con la orientación del curso, según la reglamentación.

Pero, ¿qué hay detrás de tantas palabras escritas en papel? ¿En la práctica quién termina haciéndose cargo de que la práctica les sirva a los estudiantes? ¿Cómo está resultando lo que para muchos es la primera práctica en un entorno laboral? Las experiencias recopiladas en 2023 no parecía demasiado promisorias.

Organizaciones

El Ministerio de Educación de CABA asigna a las escuelas públicas distintas organizaciones del sector público, privado, de estudios superiores o sociocomunitarios para desarrollar las ACAP. En cambio, las escuelas de gestión privada deben contactar directamente a las instituciones. En las prácticas participan 116 escuelas de gestión estatal y 326 privadas.

Los estudiantes de Filippone no fueron a la oficina de la agencia de publicidad Maco, porque, según les explicó el gerente, las empresas ahora funcionan en modalidad home office, así que las tareas eran en casa o en el aula: “Mis estudiantes no tienen formación en marketing para hacer estas tareas”, aclara. En este y otros casos, más allá de la buena predisposición, la práctica no parece tener mucho sentido. Pero tampoco la buena predisposición puede darse por garantizada.

“Cuando llegamos, la referente nos dijo que no los habían capacitado y que no tenían personal ni presupuesto para recibir a veinte adolescentes”, comenta Filippone sobre una ACAP en la Reserva del Lago de Lugano. Al respecto, explica que “el gobierno porteño tira sobre la comunidad educativa la responsabilidad de armar una propuesta pedagógica para la organización”.

Filippone, el referente ACAP, también reconoce que las experiencias son variadas y hay quienes logran aprovecharlas: “Tenemos gran cantidad de estudiantes hijos de inmigrantes y algunos son la primera generación en egresar de la secundaria. Quizás estas prácticas les son útiles para ampliar su horizonte de trabajo y oportunidades de estudio”.

Otros de sus alumnos, esta vez los que cursan la orientación en Comunicación, tuvieron la ACAP en un Centro de Monitoreo de la Policía de C.A.B.A., donde les pidieron relevar la comunicación interna y plantear ideas para hacerla más eficiente. “Tuvieron una salida didáctica para monitorear las pantallas de la policía”, cuenta Filippone a ANCCOM.

En otras escuelas las experiencias también son variadas, como si no hubiera una estructura clara. Por ejemplo, a Joaquín, egresado en 2023 del Belgrano 1 de Nuñez con orientación en Economía, le asignaron la ACAP en la Feria del Libro, en La Rura,l con una empresa de plataformas digitales educativas, Ticmas: “Vendíamos un sistema de programación para escuelas con robots y juegos, pero no tenía nada que ver con lo que veíamos en el colegio”.

“Me tocó hacer la ACAP en la Escuela Metropolitana de Arte Dramático. Mi colegio es de Lenguas, no tiene vínculo con el teatro. Asistimos por dos semanas, cinco horas cada día, a clases de Filosofía y Expresión Corporal. Mirábamos las clases en silencio”, relata Leri, estudiante de 5° de la E.N.S. en Lenguas Vivas Nº.2 «Mariano Acosta” del barrio de Almagro, con orientación en Pedagogía y Educación. «Nadie nos orientaba. No hacíamos nada», concluye.

Además, las ACAP incluyen ciclos de charlas previas a las prácticas. En 2023 y 2024, el Ministerio de Educación de CABA organizó charlas de jóvenes hackers, mujeres en el campo de la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM), y de “emprendedores” como Marcos Galperín, fundador de Mercado Libre, que contó cómo creó su empresa. “Muchos se enojaron con el de Mercado Libre, porque contó que fue a estudiar al exterior y que era muy fácil tener una empresa. No nos sentimos identificados con su historia porque él fue súper privilegiado”, cuenta Carolina.

Juan Filippone, referente de las ACAP en la Escuela N° 4 D.E. 19° de Nueva Pompeya.

Un horizonte aleatorio

Ricardo Barone, rector de la Escuela de Comercio Nº 1, Joaquin V. González de Barracas, comenta que a los estudiantes con orientación en Turismo o Economía y Administración les asignaron el Banco Santander, Todo Moda y el Consejo de la Magistratura desde 2022. Cuando comenzaron, tuvieron dificultades con la planificación, pero tras reclamos al Ministerio de Educación, mejoraron la relación con las organizaciones y tuvieron buenas experiencias. “En el Santander, pudieron profundizar sus conocimientos en administración y habilidades financieras. Las prácticas fueron muy bien organizadas”, cuenta Barone a ANCCOM.

A su escuela asisten chicos y chicas de situaciones económicas vulnerables de Zona Sur, Zavaleta, Bajo Flores o del conurbano. El rector ve muy importante a las ACAP para que “chicos que pueden ser discriminados por su origen puedan tener acceso a estos espacios laborales. Uno de mis estudiantes tuvo una entrevista en el Banco Santander después de la práctica”.

Carolina, egresada del I.E.S. Lenguas Vivas “Juan Ramón Fernandez” de Retiro en la orientación Bilingüe, realizó su práctica en 2023 en ventas y recepción en el hotel El Conquistador: “No hablábamos con los clientes. Íbamos de a cinco a la recepción a mirar en silencio. Había solo un asiento para compartir. No tenía nada que ver con mi orientación”, cuenta. Carolina también señala la falta de orientación en el hotel: «Nadie nos explicó en qué consistían las ACAP, no estaban listos para recibirnos. Cuando quedaba tiempo libre, nos llevaban al sótano del hotel y nos quedábamos cantando entre nosotros. Para mí, la práctica no sirvió para nada, no lo puse en mi currículum”, cuenta.

Carolina también tuvo una clase de orientación vocacional: “Dejaron un montón de fotos de edificios o frutas y tenías que pensar a qué te remitía para imaginar qué querías estudiar”. La estudiante agrega que la desorganización afectaba sus estudios: “No avisaban con tiempo. A veces, las fechas de las ACAP arruinaban los exámenes, porque de repente cinco personas se iban de la clase”. También menciona que en las prácticas no les ofrecían comida: “Solo un día las chicas que atendían nos compraron un budín”.

Al respecto, Barone, rector de la escuela de Barracas, comenta que ellos le hacían llegar las viandas del gobierno a la organización. “Los chicos decían que no tenían ropa adecuada para las prácticas, así que se las conseguimos. Ellos necesitan nuestro apoyo para lograr estas oportunidades”, reflexiona.

La desorganización en las ACAP también se aprecia en las necesidades de transporte de los estudiantes. Algunas instituciones quedan muy lejos de los colegios, y los adolescentes deben trasladarse por su cuenta. Filippone comenta: “El gobierno porteño no pone micros. A uno de mis estudiantes le pegaron un culatazo en la nuca y le robaron el celular mientras esperaba el colectivo para ir a la ACAP en el Instituto de la Vivienda en Lugano”. Filippone también señala que el contenido de las ACAP “está lejos de lo que enseñamos en las materias. Es muy difícil conectarlo, porque asignan la ACAP durante el año y no hay tiempo para preparar los contenidos”.

¿Motivación sin planificación?

Agustina Corica, investigadora de CONICET y del Programa Juventud de FLACSO, sostiene que las ACAP, “en teoría son interesantes. El vínculo entre la escuela y el trabajo es muy motivador para los estudiantes, ya que es un puente para conocer entornos nuevos”. Sin embargo, aclara: “La implementación está siendo muy diversa y difícil. El Gobierno de la Ciudad no está garantizando una red de acompañamiento adecuada en las prácticas, lo que desmotiva a los estudiantes”.

Por su parte, Marcelo Parra, Secretario Adjunto en la Unión de Trabajadores de la Educación cuenta a ANCCOM que “desde la implementación hubo una mejoría en la organización de las ACAP. Al comienzo, las rechazamos porque estaban vinculadas al emprendedurismo y no explicitaban procesos pedagógicos reales. No había acompañamiento real en los entornos laborales”.

Parra explica que en el último año el conflicto se apaciguó, por lo que desde UTE no realizaron un relevamiento de las prácticas en 2024. “No vemos mal que les estudiantes tengan acercamiento al mundo del trabajo y de los estudios superiores, el tema es la forma y la intención que le impone el Gobierno de la Ciudad”, aclara.

Si bien hay algunas mejoras en la organización de las ACAP en el último año, el Ministerio de Educación de la Ciudad delega toda la responsabilidad en los estudiantes, profesores, referentes, directivos y organizaciones para que resulte una experiencia pedagógica fructífera. Sin embargo, si el Gobierno porteño profundizara en la red de apoyo y capacitación para las organizaciones, estas actividades podrían ser un puente para que las y los jóvenes accedan a nuevas oportunidades laborales y universitarias para ampliar su horizonte de expectativas de futuro.

Jubilados sin remedio

Jubilados sin remedio

Los adultos mayores se movilizaron frente al PAMI para reclamar la provisión de los medicamentos gratuitos que fueron eliminados de la cobertura social por el gobierno de Javier Milei.

Este viernes se llevó a cabo una gran movilización por parte de jubilados y agrupaciones políticas frente al PAMI, con el objetivo de reclamar por la devolución de la cobertura del 100% de los medicamentos. La manifestación comenzó a las 11 de la mañana en Avenida Corrientes 655, donde el organismo tiene su sede central, y concluyó con un semaforazo en Florida, cerca de las 13.

Carteles, banderas y cánticos, fueron los elementos esenciales para demostrar que los adultos mayores cuentan con fuerza para hacerse escuchar. La utilización de un megáfono en la vereda permitió que todos los jubilados que quisieran hablar de la situación que atraviesan, pudieran hacerlo. El semaforazo comenzó justo al mediodía y se convirtió en una tácticas que permite visibilizar sus reclamos.

Una de las manifestantes que se hallaba en el lugar fue Olivia Riquelme de la Unión de Trabajadores Jubilados en Lucha (UTJEL),  quien indicó a ANCCOM la importancia de luchar y que los jubilados se sumen a estas convocatorias, que tienen como fin la recuperación de los derechos perdidos. “Estoy movilizándome por los jubilados, por nosotros mismos, porque nos sacaron la medicación. Teníamos el 100% que nos daban y ya no la dan. Están dando alguna medicación oncológica, pero conseguirla te cuesta tu vida. Somos adultos mayores y se perdió la conciencia de respeto hacia los más grandes”, dijo y agregó: “Tengo psoriasis y tenía que usar la crema de Bagó que pagaba 20.000 pesos;  usaba cuatro pomitos, lo que da un total de 80.000.  Mi jubilación llega a 300.000 pesos y en el hospital público, un preparado solucionó el problema: me lo daban gratis. ¿Cómo no voy a defender a quiénes se preocupan por la gente?”.

Una de las particularidades que se observaron en las horas de movilización hacia el PAMI fue que no todos eran jubilados nucleados en organizaciones políticas. También, se hicieron presentes adultos mayores independientes y que nunca había tenido contacto con una manifestación de este tipo, como María Elena Rodríguez, quien realizó más de 41 años de aportes y se jubiló como operaria de una fábrica. “El PAMI es de todos los trabajadores que aportamos, les pido a todos los jubilados y estudiantes universitarios, que salgan a la calle a luchar. Yo fui operaria de fábrica, me movilizo por mis hijos, mis nietos y los que van a venir. Debemos ganar la calle, así como lo hizo el Posadas, el Bonaparte, ahora hubo despidos de vuelta y voy a salir a luchar de nuevo, porque apoyo a los médicos”, dijo.

“Tengo tiroides, problemas circulatorios y el aumento del valor de los medicamentos es muy elevado. Estoy harta, que se dejen de gastar plata en tanta represión, porque los jubilados no traemos agua caliente como dicen algunos noticieros: ni palos, ni piedras. Somos gente profesional, yo nunca salí a protestar, pero hoy gané la calle y voy a morir de pie, no de rodillas”, añadió María Elena.

Por otra parte, hay jubilados que se movilizan todas las semanas para hacer visibles sus peticiones, como es el caso de Mónica que se desarrollaba como editora. Forma parte del Plenario de Trabajadores Jubilados que se reúne una vez por semana. “Estoy acá como todos los miércoles, porque la situación de los jubilados no da para más. Nos vienen relegando desde hace añares, pero en estos últimos meses la situación se agravó a pasos agigantados. A este gobierno lo único que le interesa son los beneficios de las grandes empresas y el sistema financiero, la situación de los trabajadores no la mira.”

“Aporté 35 años, no cobro la mínima y no me alcanza –agregó-, eso que estoy sana, si tuviera que pagar remedios, no podría vivir. La jubilación no tiene ninguna relación de lo que sería mi salario en la actualidad, es solo el 30% de lo que debería ser”.

No todos los que se encontraban presentes en la lucha de esta mañana son de PAMI, Ana  tiene OSECAC, es jubilada y trabajó 17 años en Entel, cuenta con 75 años y milita en Jubilados de Izquierda. “Tenía la jubilación mínima, pero gracias a que gané un juicio, gano un poco más ahora, pero no es suficiente para vivir. El bono quedó parado en 70.000 pesos y eliminaron los remedios gratuitos, es un desastre este gobierno. Tomo medicamentos para la columna, gasto más de 150.000 pesos al mes, pero tengo casa propia. El abuelo que tiene alquiler y expensas, se muere porque no llega a pagar los medicamentos.”, dijo.

Una de las cosas que más resonaron en la marcha es que los jubilados siempre fueron uno de los grupos más excluidos de la sociedad. Para Mónica, la militante del Plenario de Trabajadores Jubilados, “ningún gobierno piensa en los jubilados, Cristina nos vetó el 82% móvil, con el mismo argumento que Milei: No hay plata. Plata hay, porque es nuestra plata y el Estado vive de los jubilados, porque nuestros aportes han servido hasta para pagar la deuda externa.”.

La marca es lo de menos

La marca es lo de menos

Un estudio de la consultora KANTAR señala que el 54% de los porteños ha dejado de consumir alguna marca preferida para privilegiar mejores precios. Desconfianza con las ofertas de los supermercados.

Ofelia, una jubilada que busca precios de los trapos de rejilla en la góndola en un supermercado en el barrio porteño de Balvanera, declara  que siempre busca promociones y que “la marca es lo de menos, hay productos que no son de primera y son buenos igual. Importa la calidad”. Amalia Maretto, otra jubilada que está haciendo sus compras semanales en un súper de Vicente López, señala que hay algunas marcas que dejó de consumir: “Antes compraba Coca Cola. No era una cosa de todos los días, pero una de vez en cuando me llevaba”.

Esos casos muestran cómo el consumo minorista sufre las consecuencias de la crisis económica. Ocho de cada diez argentinos compran sus marcas preferidas sólo si están en promoción o descuento y algunos sectores han dejado de consumir ciertas categorías, según un informe de Grupo KANTAR al que accedió ANCCOM. Esta es una tendencia que persiste desde marzo, advertida en un estudio anterior realizado por la misma consultora.

En la encuesta desarrollada a principio de año, la principal conclusión fue que sólo 3 de cada 10 pudieron mantener sus hábitos de consumo sin tener que resignar categorías o acudir a alguna promoción. En esta edición del informe sobre el segundo trimestre del año, el dato negativo se mantiene. Pero, a la vez, los resultados sugieren una “recuperación segmentada”, según destaca Estefanía Lestanquet, Account Manager de KANTAR división Insights.

Mientras que jóvenes, residentes del interior del país y personas pertenecientes a niveles socioeconómicos altos declararon que continúan consumiendo sus marcas de preferencia a un nivel mayor que el primer trimestre, en adultos mayores y habitantes de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires se ha visto una profundización en los cambios de hábitos de consumo.

En el caso particular de los adultos mayores, un 40% contestó que ha dejado de comprar algunos productos y no los ha reemplazado. Esto se relaciona, afirma Lestanquet, con otros estudios que señalan una caída de los ingresos de este sector.

En paralelo, un 54% de los porteños contestó que optan por opciones más económicas que sus marcas preferidas. Lestanquet remarca que este aumento puede explicarse con que en febrero la ciudad “todavía no se había ajustado”, pero que en el segundo trimestre se efectuaron los aumentos en servicios y transporte. “Quizá, ante gastos fijos más altos, se empieza a recortar en estas cosas”, comenta.

En este marco, los consumos del día a día son regidos por estrategias que tienen el objetivo de ahorrar la mayor cantidad de dinero posible. Lestanquet subraya que 7 de cada 10 encuestados “planifican sus compras en base a los descuentos y promociones que hay en ese momento”.

 

Los consumidores tienen como los mayores ofertantes de descuentos y promociones a los supermercados (un 54%) y a las aplicaciones de pago (un 39%), por encima de los bancos y de las propias marcas. En base a ello, programan y generan estrategias a la hora de realizar sus compras. Por ejemplo, Juan Regueiro, de 29 años quien hace sus compras en la ciudad bonaerense de Mercedes, asegura que  usa “Mercado Pago para todo. Por ejemplo, compro todos los miércoles que hay descuento en supermercados Día”.

Pero, a su vez, crece la desconfianza en los supermercados, marcas y bancos, reclamando una baja real del precio. “Observamos un consumidor que pide más transparencia. Las promociones son súper importantes, pero hay un paso más al pedir una baja real para poder acceder a algunos productos”, apunta Lestanquet.

En ese sentido, el 89% de los encuestados cree en alguna medida que los supermercados suben los precios antes de aplicar un descuento, mientras que el 71% siente que termina gastando más por tener que comprar más artículos para obtener algún beneficio.

En relación a esto, según el estudio, los consumidores le reclaman a los bancos los bajos topes de reintegro que implementan en el marco de sus promociones. Por otro lado, a las marcas les recriminan que tienen que comprar más productos para acceder a beneficios, como es el caso de las ofertas 2 x 1 o los descuentos a las segundas unidades.

“Obviamente, el contexto recesivo muestra estos hábitos y ésta mayor importancia de las promociones. Hay segmentos que dejan de consumir y no las reemplazan por otras, eso es un dato bastante fuerte y creo que va muy de la mano con el dato de pobreza que se conoció el mes pasado”, cierra Lestanquet.