
“La defensa de los humedales queda en manos de los pobladores de las islas”
Vecinos y vecinas del Delta del Paraná denuncian la construcción de un emprendimiento inmobiliario de más de 400 lotes ubicados en la segunda sección de las islas del Delta del partido de San Fernando y exigen que se detenga el proyecto que impactará en el ecosistema local, regional y global.

El Delta del Paraná es una región extensa que contiene diversas realidades. El extractivismo avanza sobre gran parte de las islas y asume distintas formas. En ese sentido, la especulación inmobiliaria no es algo novedoso, sino que viene de larga data: “A partir de los años noventa, coincidentemente con políticas económicas de apertura y desregulación, se impulsó en la zona de Tigre, entre otras localidades, la construcción de barrios cerrados, también llamadas urbanizaciones neoliberales”, comenta Diego Domínguez, sociólogo rural y habitante de las islas. Se trata de murallas altas que encierran compartimentos estancos y tierras bajas que fueron rellenadas para convertirse en segundas o terceras viviendas de poblaciones de altos ingresos. Nordelta, responsabilidad del inversor y desarrollador inmobiliario Eduardo Constantini, es quizás el ejemplo más emblemático de la conducta depredadora contra los humedales que asumen estas iniciativas económicas de grandes capitales.
“En esa década no existía aún la tecnología necesaria para avanzar sobre las islas, pero ya estaba la idea de trasladar el mismo modelo de barrio cerrado que se propagaba en las zonas ribereñas hacia la zona del Delta, que era vista como una frontera de expansión inmobiliaria jugosa para los intereses económicos”, advierte Domínguez, quien agrega que los primeros emprendimientos que lograron avanzar sobre las islas fueron el Barrio Santa Mónica y el Islas del Este a principios de este siglo. “Esta ocupación territorial se encuadra dentro de una lógica general que no solo prevalece, sino que lamentablemente se expande”, suma Guillermo Folguera, biólogo, filósofo y militante socioambiental. “A veces –agrega- se da en formas de viviendas, y en algunos otros casos, como lo recientemente denunciado en San Fernando, como ciudades náuticas que abarcan una gran cantidad de tierras”.

Imágenes satelitales de la zona afectada por el emprendimiento «Vistas al Paraná» en 2024 y 2025. Las obras de canalización avanzaron pese a la clausura de la obra.
“Si bien existen varios barrios privados en la zona, ahora lo que se está planteando son ciudades náuticas que abarcan superficies mucho más amplias de territorio. Hay varios proyectos de estas características en marcha, que lo único que hacen es alterar completamente el funcionamiento natural de los humedales”, manifiestan miembros de la Agrupación Vecinos y Vecinas del Delta. Ellos se organizaron para denunciar el avance de Vistas al Paraná – Ciudad Náutica, un emprendimiento inmobiliario de más de cuatrocientos lotes ubicados en la segunda sección de las islas del Delta del partido de San Fernando. Con respecto a este proyecto, los vecinos alertan sobre la gravedad de la situación: “La modificación del terreno genera un impacto negativo para la flora y fauna. En sí, el daño ya está hecho porque transformaron el lugar: elevaron y rellenaron las tierras, construyeron canales, diques y terraplenes. Incluso ya iniciaron la preventa de los lotes”.
“La pérdida de humedales redunda en un montón de perjuicio”, indica Folguera y destaca que las consecuencias ecosistémicas tienen que ser entendidas a escala local, regional y global. Como habitante de las islas, Domínguez expresa: “Cuando se inician desarrollos inmobiliarios de tamaña magnitud, advertimos diversas modificaciones en el entorno. Por ejemplo, hay cambios en el color, forma y velocidad en la que circula el agua en los arroyos”. Por su parte, la Agrupación Vecinos y Vecinas del Delta agrega: “Al ser proyectos tan grandes, llevan una densidad de población que no es la habitual para las islas. Esto produce mayores movimientos de yates, lanchas y grandes embarcaciones que provocan accidentes náuticos y la erosión de las costas”. Además del plano local, Folguera hace hincapié: “En un contexto de tanto negacionismo, no hay que minimizar las consecuencias a nivel regional y global. Resulta importante entender que toda situación de deforestación, de desmonte, de pérdida de humedales lo que hace es bajar la cantidad de captadores potenciales de carbono. Por eso, todos estos negocios aceleran y empeoran la situación de crisis climática global”.

“Como agravante, el espacio donde se pretende construir Vistas al Paraná – Ciudad Náutica fue declarado reserva de biosfera por la UNESCO y como tal, tiene sus normas. Aquí se contempla la interacción del ser humano con la naturaleza a través de una vía sustentable”, denuncian Vecinos y Vecinas del Delta, quienes solicitan su imperiosa detención. En el año 2000, según lo establece dicho organismo internacional, se incluyó a las islas del Delta dentro del área de reserva: el documento especifica que en este lugar no se deberían realizar grandes obras de infraestructura ni dragados que alteren las condiciones naturales de los diferentes cursos de agua. “Cuando tomamos conocimiento de la situación, desde la Municipalidad de San Fernando nos dijeron que la obra estaba clausurada y que de ninguna manera iban a permitir que esto sucediera. Sin embargo, días posteriores a este anuncio las máquinas retroexcavadoras siguieron trabajando con la faja de clausura puesta en el lugar”.
“Hoy, en definitiva, la defensa de los humedales queda en manos de los vecinos pobladores de las islas. La sociedad civil puede ejercer presión a través del reclamo y la demanda, pero si desde los organismos del Estado no hay voluntad política de acompañar, todo se torna cuesta arriba”, señala Domínguez. En esta línea, la Agrupación de Vecinos y Vecinas del Delta apunta: “Realizamos un pedido de informe de impacto ambiental y habilitaciones que se supone que las empresas deben presentar para poder intervenir en estos espacios. No recibimos respuesta ni del municipio, ni de provincia ni de nación”. A su vez, los vecinos expresan que su lucha no se reduce a un simple reclamo, sino que se enmarca dentro de acciones colectivas que involucran a otras organizaciones que también se oponen a estas expresiones económicas que empezaron a avanzar sobre el Paraná.
Acerca de la importancia de la acción en red, Folguera menciona que recientemente tomó contacto con la Agrupación Vecinos y Vecinas del Delta, con una organización de Brandsen y otra en Venado Tuerto: “Las tres con proyectos diferentes, vínculos y algunas cuestiones comunes; empiezan a escucharse, a pensarse y entenderse en términos colectivos. Empiezan a comprometerse con los espacios que habitan, el agua que toman y el aire que respiran. Al decir “esto no”, están diciendo en muchos sentidos y de muchas maneras en qué mundo sí quieren vivir”. Independientemente del éxito o fracaso de estas iniciativas, es la organización comunitaria, con avances y retrocesos, la que queda establecida.
“Las agrupaciones de vecinos nos oponemos a que estos emprendimientos violentos y depredadores ingresen a las islas, buscamos generar conciencia sobre la importancia del cuidado del medio ambiente y trabajamos por construir una alternativa económica de desarrollo sustentable para la población isleña sin hacerle el juego a los negocios inmobiliarios que operan como un extractivismo más de ocupación territorial”, concluye Dominguez.