La Policía Federal bloqueó la entrada a la Universidad de las Madres

La Policía Federal bloqueó la entrada a la Universidad de las Madres

El gobierno intentó bloquear el ingreso a la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo con la policía. La intervención de la rectora Cristina Caamaño logró recomponer la situación. Desde que asumió el gobierno de Javier Milei, el Estado no gira fondos para gastos de funcionamiento ni para pagar los sueldos de docentes ni no docentes.

La policía federal bloqueó ayer la puerta de la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo impidiendo la salida y entrada de los trabajadores, docentes, rectores y estudiantes al establecimiento; desconociendo la autonomía universitaria. La rectora de la Universidad, Cristina Caamaño, quedó encerrada en el edificio durante más de cuatro horas junto a otros siete trabajadores de la universidad. La situación generó un repudio generalizado y una concentración en las puertas de la institución en apoyo a la comunidad educativa, lo que llevó a la policía a retirarse del establecimiento luego de varios momentos de tensión.

El operativo se llevó a cabo a partir de un mail no oficial, sin sello ni orden judicial. Estaba firmado por el interventor Eduardo Maurizzio que designó el gobierno de Javier Milei.

La rectora Cristina Caamaño, en diálogo con ANCCOM, expresó: “No quieren saber nada con esta universidad y la quieren cerrar” y continuó: “Nosotros, porque es la memoria de Hebe y porque es el legado de las Madres, la vamos a defender hasta las últimas consecuencias”.

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El cordón policial

Cuenta la rectora Caamaño que, a las diez de la mañana del lunes 2 de septiembre, recibió el aviso de los trabajadores de la universidad de que un uniformado no dejaba entrar a una empleada del instituto para realizar sus tareas con normalidad. La rectora fue al establecimiento y cuando llegó “el tipo no me quería dejar entrar por un mail que había recibido de un gmail, no era un mail oficial, era un gmail firmado por el interventor que puso Milei en la universidad, que decía que no quería que entre nadie y el policía dijo ‘porque él viene a cerrar la universidad’”. En ese momento, la policía recibió una llamada, y la rectora junto a otros trabajadores lograron ingresar.

La policía bajó la persiana metálica dejándolos encerrados dentro del edificio. La rectora cuenta que aproximadamente desde las 10.30 hasta las 15.30 no los dejaron salir, por lo que realizó una denuncia judicial por privación ilegítima de la libertad. La comunidad educativa empezó a difundir la situación en redes y en algunos medios de comunicación, como la Radio de las Madres AM 530, lo que resultó en una concentración a las afueras del edificio en apoyo a la institución: “Y empezó a llegar gente. Entonces ellos llamaron a más policías, y llegó la Infantería, con sus escudos, sus cascos y sus aerosoles. Yo ahí me empecé a preocupar porque había muchos estudiantes en la calle, también docentes.” La rectora continuó: “En el edificio solamente había ocho personas, las que habíamos podido entrar, que después no podíamos salir. Los estudiantes y todos estaban en la calle, queriendo entrar y la policía tapando la entrada, haciendo un cordón”.

La rectora se comunicó con un oficial de mayor rango para solucionar la situación y evitar que reprimieran. El policía accedió a retirar a los oficiales exigiendo que el estudiantado no intervenga. “Estaba todo como muy en caliente. Yo hablé con los estudiantes y les pedí que, por favor, dejen pasar a la policía, que no los puteen, que no los insulten, que no los toquen. La cosa es que después de bastante tiempo, cuatro y media la policía se retiró”. Cuenta, además, que invitó al estudiantado a dar una vuelta a la pirámide, como hacen las Madres de Plaza de Mayo durante las rondas de los jueves desde 1977. Los estudiantes accedieron y participaron de la iniciativa mientras la policía se retiraba del lugar.

Sin salarios

“El interventor cobra cinco millones de pesos por mes, mientras los empleados y los docentes de la universidad no cobraron en todo el año ni un peso desde que asumió Milei”, denunció la rectora Caamaño. Desde que gobiernan los libertarios, la universidad no recibió fondos para los gastos de funcionamiento ni para pagar salarios: “Por eso no tenemos en este momento internet, ni servicio de limpieza, entre otras cosas. Por otro lado, no han pagado los sueldos a pesar de la marcha universitaria que fue multitudinaria y que se hizo justamente para eso. Todas las universidades recibieron algo menos la Universidad Nacional de Madres de Plaza de Mayo”.

Frente a la pregunta del porqué al ahogamiento presupuestario y la intervención directa del gobierno, respondió que “por un lado, este gobierno está en contra de la educación pública y, por el otro lado, están en contra de los derechos humanos porque son negacionistas, reivindicadores de la última dictadura y visitadores de los genocidas. Entonces una universidad que reúne las dos condiciones, que es pública y que además tiene orientación en derechos humanos para ellos es lo peor que les haya pasado, no quieren saber nada con esta universidad y la quieren cerrar”. Concluyó: “Yo tampoco le puedo exigir a la gente que venga todos los días a cumplir un horario si hace nueve meses que no cobra”.

La memoria de Hebe

La denuncia por el operativo policial de ayer se suma a otras denuncias y causas en el contencioso administrativo, que se inició a partir de la polémica designación del Ministerio de Capital Humano de Eduardo Maurizzio como interventor en la Universidad. Por el momento, se mantienen activas las medidas cautelares a favor de la Universidad de las Madres y la comunidad educativa, hasta que la justicia dicte su resolución.

La medida que designa como Interventor al funcionario Maurizzio, transgrede la autonomía y autarquía universitaria que establece la Constitución nacional y otras leyes antecesoras, desde el año 1919 y que solo fue interrumpida durante La Noche de los Bastones Largos, el 29 de julio de 1966, y La Noche de los Lápices, el 16 de septiembre de 1976, dejando como saldo una feroz represión con estudiantes detenidos, desaparecidos y asesinados por la militares de la dictadura.

Además, cuenta otro episodio reciente en el que el interventor “entró al edificio con una patota de seis personas por el sótano, cuando lo nombraron a él. No entró por la puerta, entró por el edificio de al lado. El sótano comunica con una parte de la universidad que no es el ingreso. Apareció ahí, filmó y los mismos estudiantes le pidieron que se retire”.

El Instituto Universitario Nacional de Derechos Humanos Madres de Plaza de Mayo fue creado por Ley en el año 2014, como unidad funcional del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos. Desde 2015, es reconocida como instituto universitario por el Ministerio de Educación y desde el año 2023 fue aprobada su apertura como Universidad Nacional por el Congreso de la Nación. Sin embargo, su historia data de mucho antes. Fue creada en el año 2000 y comenzó con carreras terciarias y cursos. Desde ese entonces se constituyó como una universidad popular. Cuenta con 2.245 estudiantes y 300 trabajadores docentes y no docentes. La rectora concluyó: “Nosotros, porque es la memoria de Hebe y porque es el legado de las Madres, la vamos a defender hasta las últimas consecuencias”.

 

El valor de la cultura

El valor de la cultura

Bajo el argumento que no es rentable, el gobierno de Javier Milei emprendió un feroz desfinanciamiento a la cultura. ¿Cómo se mide el aporte de una canción, una película o una obra de teatro? ¿Es sólo una cuestión económica?

Frente al desfinanciamiento permanente que el Gobierno de Javier Milei impulsa de instituciones y políticas culturales, distintos actores del sector, paradójicamente, intentan una defensa utilizando parámetros economicistas y eficientistas.

Desde ese paradigma, es un hecho el aporte de la cultura en términos cuantitativos. La Cuenta Satélite de Cultura del INDEC (CSC), mide la incidencia económica de la cultura en la Argentina para contribuir con la toma de decisiones, la formulación y evaluación de políticas públicas y privadas en el área. El informe indica, por ejemplo, que en el año 2022 la producción de bienes y servicios culturales generó un valor agregado bruto de 1,28 billones de pesos, lo que representó un 1,8% en la economía argentina. Los sectores de publicidad, libros y publicaciones y audiovisual concentraron una participación de 62,5% de ese valor agregado. El sector cultural, además, registró 341.300 puestos de trabajo formales, lo que significa un 1,6% del empleo total. La rama que más participó en el empleo cultural fue el audiovisual, representando 3 de cada 10 puestos. Le siguieron el diseño, la publicidad y los libros y publicaciones.

También existen otras herramientas de medición: las reproducciones, las ventas de entradas, los likes en redes sociales, etc. Ahora bien, ¿qué es lo que escapa a esas medidas? ¿Cómo se mide una canción que te conmueve? ¿Qué aporta la cultura en la sociedad para su armonía, identidad y calidad de vida? Hacernos estas preguntas, también nos permite preguntarnos: ¿Qué está en disputa cuando el Gobierno ataca a la cultura?

Para responder estas preguntas ANCCOM dialogó con Carlos Rottemberg, empresario teatral, también con el dramaturgo Mauricio Kartun y con la doctora en Ciencias Sociales Margarita Martinez.

Mauricio Kartun.

¿De qué hablamos?

Rottemberg se encuentra en su escritorio, en el cuarto piso del teatro Multiespacio en calle Corrientes. Detrás de él, un cuadro con la imagen de un ladrillo con una inscripción que dice “Vos con esto hacés un teatro”. Para empezar a hablar de la cultura el director piensa en su propia historia. Se traslada inmediatamente a un hecho de su infancia. Piensa en cómo él encontró su vocación, ya que no proviene de una familia del espectáculo. Recuerda una escena de cuando él tenía 8 años, en la que estaba junto a su madre viendo La novicia rebelde en el cine: “Si la cultura, en ese caso la cinematográfica, no me hubiese llevado a movilizarme de la manera que lo hizo, y hacerme llorar de la manera que me hizo llorar y decirle a mi vieja en el cine, yo quiero dedicarme a eso, yo no sé si esto hubiese pasado” cuenta y reflexiona que “la cultura es la suma de individualidades”.

Mauricio Kartun da el ejemplo de las canciones que hacen emocionar a un grupo. Sostiene que “la cultura es la identidad de los pueblos”. Explica que la identidad contiene algo que va más allá de las costumbres comunes, para él abarca la forma de los vínculos, los pensamientos, “una metafísica de los pueblos”, algo difícil de evaluar en términos visibles.

“Siendo un mecanismo de identidad, podría haber pueblos sin esa identidad, lo que inevitablemente los vuelve más frágiles. Sin un lazo que establezca la pulsión de defensa común por ejemplo”. Kartun, piensa a la cultura en relación al cuidado del otro, como un elemento humano muy importante: “La cultura une y, por lo tanto, instala por encima de ella una serie de mecanismos complementarios, como la ayuda para el desarrollo del que está junto a vos. Es un lazo de unión. Es una forma de establecer que un grupo de personas se transforman en una comunidad”.

 

Carlos Rottemberg.

¿Cuál es su aporte social?

Para Margarita Martinez, la cultura aporta “la capacidad de mirar al mundo con otros ojos por un rato y que ese modo de mirar no nos abandone nunca”. Sostiene que si tuviéramos que medir cuánto vale eso no podríamos. Reflexiona que “sin embargo está al alcance de cualquiera. Y digo “de cualquiera” sabiendo explícitamente que no cualquiera tiene los medios de pagar costosos productos culturales, ni de hacer el camino que lo lleva a valorar un acervo letrado. Esto último debería estar garantizado por la educación pública y universal. Hoy no lo está”.

Kartun sostiene que un pueblo unido por la cultura es un pueblo muy difícil de romper; por el contrario, un pueblo sin cultura es de una fragilidad extrema: pierde la condición de pueblo. “Se transforma en ciudadanos aislados, de pensamientos e intereses absolutamente diversos y que, por supuesto, frente a cualquier desafío que exige la fuerza popular, no la tienen, porque no tienen esa cultura común que las une”. Argentina, en ese sentido, es muy sólida y por eso es tan peligroso que se avance con la desinversión en cultura. Kartun sostiene que más allá de los lugares comunes de la cultura Argentina, como podría ser el tango, tenemos un montón de elementos “que nos unen, que nos amalgaman y que, por lo tanto, nos dan fuerza”.

 

Margarita Martinez.

¿Se puede medir?

Plantea Rotemberg que hay un número económico que tiene que ver con lo cultural, y se demostró en la pandemia. “Cuando en la pandemia se cierran los teatros en Times Square, en Nueva York, se muere todo el circuito, lo mismo pasó acá en calle Corrientes”. Sostiene que el 73% de las personas que van a las salas de espectáculos, después consume gastronomía, se moviliza en los taxis, compra en los kioscos de la cuadra, las librerías… Rotemberg destaca que el gran porcentaje de público que ve artes escénicas es connacional, eso es algo muy particular que tiene el público de nuestro país.
Para Margarita Martínez lo que podemos leer a través de mediciones es el éxito de determinado producto en un mercado dado, por ejemplo, a través de compras directas, validaciones en redes. Pero aclara que “todos sabemos que hay creaciones que simbolizan lo más alto de la cultura y que, en el momento de su aparición, no tuvieron éxito en el mercado. En la historia humana eso ha sucedido muchas veces y sigue sucediendo”. Observa que “hoy las antiguas figuras de la cultura letrada empiezan a actuar como operadores del mercado o bien, lisa y llanamente, como publicistas”. Da el ejemplo de las reseñas de libros, para ella no existen lecturas críticas de libros, son publicidades más o menos encubiertas.
En este sentido, Martínez se pregunta: “¿Esos juicios miden acaso el valor de lo que hablan (o de lo que venden, si hablamos claro)?”. Se responde que no, “los lectores no sólo que no miden nada, sino que en muchos casos tampoco “dicen nada” sobre aquello respecto de lo cual quieren saber algo. Y esto es trágico: la confusión entre hacer algo que vale la pena y hacer creer a otros que algo vale la pena por el éxito de su difusión afecta a cada vez mayor cantidad de desorientados de la gestión de la cultura. Y digo trágico porque vemos cómo se le ofrecen contratos editoriales a influencers que no demostraron ninguna capacidad literaria, o se arman mesas redondas para tratar temas de gran densidad animándolos con personajes de moda de diverso cariz. Y esto es lamentable porque hay gente de perfil más bajo que realmente escribe, trabaja y piensa que queda en la absoluta oscuridad”.
Para Kartun no hay parámetros matemáticos para medirla, pero hay una existencia dimensional: se puede ver una cultura común. “Por supuesto, las culturas se desarrollan alrededor del propio quehacer del pueblo”. Y agrega: “Lo contrario es cuando la cultura está en manos de la corporación, es decir, cuando la cultura está en manos del comercio, está en manos de aquel que produce cultura con un fin puramente rentable”.
Para Kartun, hay activos que escapan a la medida economicista de la cultura que también –dice- “cumple una función ecológica extraordinaria”. Explica que la cultura crea una red conceptual. Se establece un parámetro de lo que está bien, lo que se usa y la gente aprueba, un círculo dentro de lo cual está todo lo permitido. Pero continuamente –sostiene Kartun- aparecen artistas, que en lugar de trabajar dentro de ese círculo, se paran al borde y dan un paso afuera. Empiezan a hacer algo que nadie conocía, algo totalmente distinto. Esos son los artistas experimentales. “Pueden pasar dos cosas: que la gente no lo acepte porque es diferente o que efectivamente le vaya bien y la gente empiece a disfrutar de algo que no conocía, que no se parece a nada de lo que viene disfrutando y que, sin embargo, le crea un gran placer”. Para el dramaturgo, a estos artistas experimentales le debemos que se agrande el perímetro: “Que ahora que empezaste a disfrutar de escuchar a ese músico, que hace algo muy distinto a los demás, empieces a escuchar a muchos otros músicos que hagan lo mismo que él”.
En relación a las mediciones algorítmicas, Martínez sostiene que aquello que se les escapa suele ser lo que se sale de la norma, incluyendo a lo que mejor se produce. “No todo lo que sale de la norma es bueno, pero lo que sí es seguro es que lo realmente bueno sale de la norma” Reflexiona que “muy pocas veces ocurre que algo que forma parte de lo verdaderamente trascendente en el campo de la creación (y cuando digo trascendente no lo digo para el individuo que lo creó como algo narcisista sino para la sociedad toda) logre tener un éxito mensurable e inmediato”. Sostiene que un error común es confundir “elemento de la cultura” con “elemento de culto” y con “producto de moda”.
Martínez acompaña su afirmación con una anécdota personal: “Un día, cuando yo era muy jovén y leía mucho, me quejé ante un amigo más grande y gran lector de los precios de los libros que yo ambicionaba. Mi amigo me respondió que no era verdad que nunca iba a poder tener una buena biblioteca. Me dijo que las mejores bibliotecas que vea, una biblioteca incluso como la de él, se podía armar mayormente a partir de libros de saldos”. Mirando hacia atrás, sostiene que su amigo tenía razón, ya que hoy en día, ella tiene una biblioteca llena de rarezas y clásicos. “Muchos de esos libros los compré casi a precio de regalo. ¿Por qué? “Justamente por no ser novedad para el mercado pero, no obstante, son textos trascendentes para la cultura”.

El rol del Estado

En relación al fenómeno de lo experimental, Kartun afirma que “hace que la cultura sea una especie de Big Bang, produce una explosión y se va ampliando”, y explica que “la cultura vive en expansión. Y necesita de esos experimentales, que a su vez necesitan apoyo. Si no tienen lugares, si no tienen apoyos de todo tipo, el artista no puede desarrollarse. Si los gobiernos en lugar de pensar estas culturas de expansión, trabajan en el centro mismo de ese perímetro, buscando lo más cómodo, aparece el cine pasatista, la música pasatista, el teatro pasatista. Lo que queda sin experimentación, es la generación de una cultura que trabaja en el centro de ese círculo. Sin arriesgar absolutamente a nada”.

Kartun marca una diferencia: para él todo lo que une, lo que es creencia común, rito, es cultura, mientras que todo lo estándar, lo globalizado, para él es una cultura artificial, la llama “cultura de la disolución”. El dramaturgo, muestra preocupación al sostener que en este momento hay una política de disolución: “Si al cine le quitás el subsidio que hace que pueda ser una expresión popular, los únicos que podrían manejarlo son las empresas con sus intereses empresarios y no con intereses culturales”, plantea.

“¿Hubiese logrado Piazzolla componer varias de sus obras maestras sin el préstamo que recibió del Fondo Nacional de las Artes en sus principios?”, se pregunta Rotemberg. Martínez sostiene que la idea de “financiar la cultura” es un planteo equívoco, algo que corresponde a la burocracia y a la gestión. Afirma que “Cultura se hizo siempre con o sin financiamiento, con o sin prohibiciones, con o sin persecuciones. ¿Hay que destinar dinero público a ello? Sí, por supuesto. Pero la oposición entre la cultura y la no cultura no es la oposición entre los millones y los no millones destinados a tal o cual actividad sino la oposición entre tener algo que decir o nada”.

Juan no es un fantasma

Juan no es un fantasma

Juan Manuel Olivera fue conocido como OJM en una carta pública del cura villero Paco Olveira a la ministra Sandra Petovello en la que denunciaba que le anularon su único sustento, el plan Potenciar Trabajo. Ahora, en una entrevista con ANCCOM, relata las peripecias por las que deben pasar los marginados por el Gobierno.

Su caso y sus iniciales se hicieron conocidas por una carta abierta del cura villero Francisco “Paco” Olveira, carta abierta que puso en escena el ajuste del Ministerio de Capital Humano a cargo de Sandra Petovello. Auditorías a beneficiarios y auditorías a comedores y organizaciones sociales. Acusados de “fantasmas” o de situaciones irregulares, dejaron de recibir transferencias del Estado. La historia de Juan Manuel Olivera es una de ellas. La historia del comedor que dirige Paco, también. 

Juan nunca toma mate solo, dice, casi boquiabierta, Patricia, su pareja. Juan tampoco parece saber por qué está tomando mate solo. O sí, por momentos lo sabe y lo expresa con el apuro que agarra la pava, ceba, y sigue hablando: “Hace seis meses que no cobro el Potenciar Trabajo porque me confundieron con un tipo que se llama igual que yo y que viajó al Uruguay. Hasta el mismo número de documento: ¿cómo puede ser eso? ¿Qué es? ¿Un clon? No entiendo“.

“Antes del gobierno de Milei la cosa estaba mal, pero ahora es peor -describe Juan-. Cada vez vemos más gente en la calle. Notamos el cambio. Yo iba a la capital y me venía con banda de cosas. Ahora vas a caminar y tenés que estar luchando. Con los gobiernos de Kirchner y Cristina era distinto, porque no tenía que salir todos los días a laburar. Me podía quedar dos días descansando. Ahora estamos horas y horas caminando”, evoca el pasado y vuelve al presente.

“Cuando timbramos a veces la gente te sobra: ‘¡Andá a laburar!, te responden.”, recrea Juan, torciendo la boca e imitando la voz de la sobrada.

“Yo por eso prefiero la gente humilde, porque te ayuda más. Te ven cirujeando y te dan una mano. Nos ayudamos mutuamente. Pero para mi somos todos seres humanos –hace un silencio corto, pero la mirada absorbente alarga el tiempo–,  todos nacimos en el mismo mundo y nos vamos de la misma forma. ¿Qué, sos más por tener un poco más de plata? Sos un ser humano”.

Si bien la novedad es que figura dado de alta, hace seis meses que Juan no ve un solo peso de los 78 mil que debería recibir del programa Volver al Trabajo, antes  Potenciar Trabajo, y que con una inflación interanual de 263%, la única actualización que hizo el gobierno de Javier Milei fue modificar el nombre. Los beneficiarios  reciben idéntico monto que hace un año: 78 mil pesos. En la movida de la motosierra y la depuración de supuestos casos irregulares, cayó Juan, que nada tiene de irregular. Damos fe que no es un fantasma.

«Reclamé en la ANSES y me dijeron que me suspendieron el plan porque había viajado tres veces al Uruguay. ¡Tres veces! A gatas tengo para ir a Flores a laburar; vine en bondi a hacer el reclamo…  ¿Ustedes me ven con plata?», pregunta Juan.

-Reclamé en la ANSES y me dijeron que me lo suspendieron porque figuraba que había viajado tres veces al Uruguay –hace una pausa, los ojos bien abiertos, sorprendido, toma mate y continúa–, ¡tres veces! A gatas tengo para ir a Flores a laburar ¿y quieren que me vaya a Uruguay? Si vine en bondi a hacer el reclamo, ¿ustedes me ven con plata? –reconstruye Juan mientras se agarra de su remera blanca como si quisiera arrancarse la piel. Sigue tomando mate.

Además de ser Cura en Opción por los Pobres, Paco también es presidente de la Fundación Isla Maciel, que por ser parte del programa Alimentar Comunidad, recibía un dinero mensual que se depositaba en una tarjeta de débito. Con ello realizaban todas las compras necesarias, entre ellas los alimentos para el comedor de la fundación. Luego de tres auditorías y una felicitación por la labor, la cartera que dirige Petovello les otorgó una nueva tarjeta, pero sin plata. Hasta ahora, siguen sin ver un solo peso, y el plástico de la débito no llena los estómagos vacíos. 

Maria, del barrio Eva Perón y de origen paraguaya, cruzó la frontera para visitar a sus pares tras el fallecimiento de un familiar. También la dieron de baja: “Están cortando por lo bajo para achicar gastos del Estado, porque para ellos somos gasto”, arrojó Paco. 

 

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Lo que sí conoce Juan Manuel Olivera es el conurbano bonaerense, y lo conoce muy bien porque allí vivió gran parte de su vida. Siquiera tiene plata para ir a la calle Uruguay del microcentro, remarca. Lo que recibía del Potenciar Trabajo lo destinaba a pagar el alquiler y ayudar a sus cuatro hijos: Morena, Milagros, Brian y Juan Manuel. Hace cinco meses que tiene su casa propia (su “casita”, como prefiere llamarla él), en el Barrio Esperanza, en las afueras de Merlo, Provincia de Buenos Aires. 

Una de cal y una de arena, pero literalmente, porque con la ayuda del cura villero Paco y la organización TECHO, pudo armar de cero su casilla: si era por Sandra Petovello, de la noche a la mañana como la baja del beneficio social, Juan y su familia quedaban en la calle por no poder pagar el alquiler. 

 

-Todos los días me levantaba temprano para venir a laburar. No sé si el diablo lo hacía a propósito, pero llovió todos los días. Todos los días llovió –repite marcando en la mesa el ritmo de las palabras–, y acá cuando llueve es intransitable, lleno de barro. Pero laburamos igual, hasta pusimos el techo con viento y lluvia.  

El techo de chapa con caída a dos aguas descansa sobre los tirantes de pino. Los tubos blancos de plástico de la conexión eléctrica están a la vista, acompañando el recorrido de los tirantes. También está a la vista el aislante térmico, tanto del techo, con el color plateado del revestimiento de aluminio, como el de las paredes, con el plástico que contiene y mantiene la lana de vidrio. Placas de madera componen el piso. Cortinas de tela dividen el espacio de la cama matrimonial y del comedor-cocina. Juan celebra que la casa esté a un nivel más alto del suelo, lo que evita que le entre agua cuando hay tormenta. 

 

-Todo lo que ves acá también me lo dio Paco: cocina, garrafa, lavarropa, heladera, tele, cama. Porque en las mudanzas perdimos todo. Con la ropa nos vinimos, nada más. 

 

Juan cuenta que le queda terminar la conexión de agua. Afuera de la casa, al aire libre, casi al costado de la puerta hay un tacho azul, bien ancho y alto. Prende el bombeador, que sí está dentro del hogar. Espera unos segundos. A unos metros está la perforación. Acomoda el caño por donde va a salir el agua y se asegura que caiga en el tacho. Al minuto, el agua a toda presión comienza a verse. “Durante el día venimos y llenamos los bidones, así no salimos a la noche”, explica. 

 

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Juan cumple años el 9 de julio, el Día de la Independencia. Terminó la primaria, pero por salir a trabajar no pudo hacer la secundaria. Llegó a jugar en la reserva del Club Atlético San Lorenzo de Almagro: “Jugaba de mediocampista para abajo, defensor. Defiendo una banda, no entra una pelota. O si no les quebraba la tibia“, deja en claro sin vacilar y suelta una carcajada.

“Jugué hasta que delinquí; salía de una práctica, me crucé con mi hermano y unos amigos, tomé un trago que no sabía que tenía pastillas y se me borró la cinta: robo automotor, en banda y con uso de arma. Fue mi primera causa– recuerda, con una mezcla de nostalgia y culpa–. Un jugador de fútbol frustrado –termina de deslizar, aunque con un gesto sonriente como quien se consuela a sí mismo. 

A los catorce años, estuvo ocho meses en un instituto de menores. Al cumplir quince salió del encierro bajo la custodia de su tía y su papá:

 

-Desde ahí no hice más nada. Me dediqué a laburar, laburar y laburar –repite subrayando cada palabra como si fuera un mantra–, salía del colegio y me iba a laburar. Trabajé en restaurantes, en arreglos de florería, de todo. Hasta con mi primo en una fábrica, de carga y descarga.  

 

Juan nació en el Chaco. “Teníamos toda la plata, estabamos rebien. Imaginate que mi padrino me pagó el vuelo de urgencia a Buenos Aires”, dice y recuerda que eso ocurrió porque cuando era chico él y su mellizo tuvieron una grave infección urinaria. 

 

-Mi viejo era mano derecha de De La Rúa. Treinta y tres años trabajó en la Secretaría de Educación, era jefe de las cuadrillas que salían a arreglar los colegios. Yo aprendí electricidad con él. Nunca me faltó nada. Zapatillas originales, los mejores hoteles… hasta para quiniela teníamos —rememora, haciendo “montoncito” contentándose de ese pasado, casi alucinado—, hasta que vino el 2001…

 

Junto a Patricia, Juan, de 45 años, trabaja de lunes a lunes, más de doce horas afuera de su casa. “Laburo en la calle todos los días. A veces vamos a Once, a Flores, de changarín, o vendiendo pañuelitos, o vamos a la feria. También timbramos por los barrios. Me la rebusco así. Laburos de albañilería… aunque a veces te quieren pagar una miseria y por esa plata prefiero ir a capital que gano más”, relata. 

 

-En la pandemia teníamos que salir a escondidas. No podíamos vender, te bajaban del colectivo. Nos escondíamos de la policía, aunque algunos te comprendían, te decían ‘usa el barbijo, el alcohol en gel…’

 

-Te tenías que esconder como si fueras delincuente –agrega Patricia. 

 

***

-Antes había otros códigos. Cuando yo robaba no lastimaba a nadie. Casi hasta se le pedía permiso a la persona. Ahora te rompen la cabeza, te matan, te pegan un tiro -señala sobresaltado. 

 

-Yo lo que hacía era escruche, que era entrar a robar a las casas vacías. Lo hice en su momento y lo superé cuando nació mi primer hijo -aclara con un tono que mezcla felicidad y un corte con el pasado. Cada vez que habla de sus hijos se le iluminan los ojos: “Gracias a Dios son un respeto. Están encarrilados. Estudian, trabajan y no se drogan.” 

 

Los hijos le marcaron la vida. No titubea en decirlo: “Yo voy hasta el fin del mundo por ellos”, arroja, esta vez con un rostro capaz de blindar cualquier maltrago terrenal o celestial. Carácter y actitud inquebrantable, reforzada. 

 

Que sus hijos le hayan marcado la vida no es una forma de decir. “Cuando mi ex se llevó a una de mis hijas tuve un intento de suicidio. Me estaba por tirar abajo del tren que te lleva a Luján, ese te destroza seguro, y me agarró un hombre y me dijo: ‘Vos te estás por tirar ¿no?’. ¿Y usted cómo sabe?, le respondí. ‘Dios te puso en mi camino’. Me puse pálido y empecé a llorar. Volví a mi casa y a las semanas mi ex me trajo devuelta a mi hija”, hace silencio.

 

“Yo digo que me lo mandó mi viejo. Siempre siento que me está cuidando”, concluye. El papá de Juan falleció a los ochenta años tras demencia senil, una condición que le dijeron que es hereditaria. Además de una buena jubilación, supo tener una propiedad en Lugano, un departamento que se lo terminaron usurpando y del cual Juan no supo nada más. 

 

Juan se enorgullece al decir que a cada uno de sus hijos los dejó acomodados. “Cada uno tiene su casa. Milagros, por ejemplo, vive en una hermosa de Malvinas Argentinas. Esa me la dio el gobierno en su momento. Hicimos una entrevista con una asistente social y con mi ex entramos en el plan Jefes y Jefas de hogar. Los dos somos propietarios. Una casa espectacular–expresa alargando la palabra–, con agua, tres habitaciones, un comedor inmenso, patio adelante y atrás. Ahí vive mi hija, con su marido y mis dos nietos. ¡Le sobra casa! “, remata su relato  ostentando una conquista.

 

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Juan catapulta el estigma del “planero”: “A esas personas les respondo ‘¿Y usted qué es?¿Se cree que por tener un poco más de plata es más importante? Usted no es ni más que yo, ni más que nadie, ni que la gente que duerme en la calle. Teniendo un poco más de plata tiene que abrir el corazón.Y ahora está más que claro: tantos empresarios que tienen millones y millones que pueden ayudar a tanta gente…”, asiente con la cabeza. Se queda pensativo. 

Los discas quieren meterse en la agenda pública

Los discas quieren meterse en la agenda pública

La asamblea de discapacidad del pasado fin de semana se declaró en estado de alerta ante el anuncio de despidos y el vaciamiento de la ANDIS. Además, denunció que su problematíca no es tomada en cuenta en la esfera pública.

Desde abril se realizan asambleas frente a la Agencia Nacional de Discapacidad.

 

Discapacidad desde adentro. Este sábado se llevó a cabo una nueva Asamblea de Discas en Lucha. Se reúnen cada quince días en la Plaza del Congreso, alternando la modalidad virtual y presencial. La Asamblea es horizontal, la prioridad de la palabra es de los discas, está organizada y llevada a cabo por ellos. Es su espacio de organización política.

“Estamos en estado de alerta permanente”, dicen en la reunión que se realizó por Zoom debido a las inclemencias climáticas. Los temas que discuten las casi 30 personas asistentes son varios. De manera ordenada levantan la mano y tomando la palabra. Una frase se repite: “No estamos en agenda”. Las preocupaciones rondan en que “no logramos que otros sectores nos acompañen”, “tenemos que pensar de manera integral porque la lucha de otres compañeres también es nuestra, las jubilaciones y pensiones, los despidos, el vaciamiento de la ANDIS, todo nos afecta” dicen algunos y otros asienten. “No puede ser que no se solidaricen como lo hacemos nosotres, sólo lo hacen las ramas sindicales más combativas” retrucan. Otro cuenta que quiere movilizarse pero no puede porque “ya me dijeron en el trabajo que si me ven en una marcha me ponen de patitas en la calle y yo no me puedo quedar sin trabajo, éstos te graban todo”. Y alguien remata, “la discapacidad es prioridad solo si te toca”.

Discuten sobre la embestida del Gobierno y organizan acciones de visibilización de sus problemáticas, entre ellas la situación de la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS), donde caerán los contratos de los trabajadores el último día de septiembre. Al respecto, dicen: “Les que aún están trabajando, tienen que saber que nosotres estamos afuera, en pie de lucha”. Hace dos meses se organizó una radio abierta en las puertas del organismo, ahora piensan cuáles son los pasos a seguir para esta caída de contratos, que destacan que es un problema “en toda la administración pública”. 

En cuanto a la posible eliminación del monotributo social, cuentan que al mes de noviembre del año pasado, el 84,7 por ciento de personas con discapacidad estaba desempleado y que ante el trabajo precario utilizan al monotributo para poder tener una cobertura y el aporte jubilatorio. Además, debatieron la desregulación del nomenclador de prestaciones básicas que habilitaría a cada prestador a fijar su propia tarifa para atender a las personas con discapacidad tanto en educación, transporte y salud. 

También están en alerta por los cuestionamientos a las pensiones. Concretamente, el gobierno de Alberto Fernández y la anterior gestión de la ANDIS están denunciados por la supuesta irregularidad en la entrega de 300 mil pensiones y desde el Ejecutivo aluden que esa cifra es muy alta. Lo que no tienen en cuenta es que 170 mil son pensiones restituidas que el gobierno de Mauricio Macri había quitado. Laura Alcaide, activista por los derechos de las personas con discapacidad, integrante de Orgullo Disca y de la Asamblea Discas en Lucha, al ser consultada sobre la posible baja masiva de pensiones manifestó que “la operatoria de este gobierno no es verificar y después sacar si hay irregularidades, sino cortar a todes y luego verificar”. Señaló que es un modelo que reproducen en otras áreas, como con los supuestos “comedores fantasmas”, que aún continúan sin recibir los alimentos. La activista puntualizó que “la pensión es un derecho básico y si a la persona le sacás la pensión la condenás a muerte. Esto es genocidio en tanto te amenazan que te van a desregular el nomenclador, no están entregando la medicación para personas con enfermedades crónicas, están revisando la cantidad de voltios a las que pueden acceder les electrodependientes y quieren auditar las pensiones”. “Nosotres no inventamos discas”, manifestó Alcaide.

Para la Asamblea es muy importante pensar a la discapacidad de manera transversal, esto significa que hay cosas que los oprimen en tanto personas con discapacidad, pero a su vez, se les multiplican las angustias por sus contextos. Ilustran, por ejemplo, que una persona con discapacidad que vive en una villa y que tiene que ir a un merendero, posiblemente tenga un sistema de opresiones mayor que el de la persona que vive en un barrio con asfalto, con agua potable, con el baño adentro de su casa. Lo mismo si se trata de una persona que vive en ruralidad, o con las personas de la identidad marrón, o no heteronormativa, entre muchas otras. Las opresiones se interseccionan, por consiguiente con todas las políticas o las no políticas o las antipolíticas les embisten actualmente.

Maive Carone Fernández es una de los 340 trabajadores despedidos de la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS). Comentó que a fines de septiembre se vencen nuevamente los contratos de los trabajadores de ANDIS como de otros sectores de la administración pública. En agosto, en la Agencia despidieron a tres trabajadores que se suman a la larga lista de personas que recibieron el telegrama. Según pudo saber ANCCOM, los despedidos no cuentan con el apoyo de quienes aún conservan sus puestos de trabajo. Les es muy difícil poder lograr movilización y solidaridad por el contexto que todos atraviesan y por el agravante con el que concuerdan todos los consultados, la discapacidad no está en agenda.

Los trabajadores de prensa reclaman un salario por arriba de la línea de pobreza

Los trabajadores de prensa reclaman un salario por arriba de la línea de pobreza

Tras meses de negociaciones fallidas y aumentos adeudados, SiPreBA intenta negociar salarios dignos. Un redactor hoy cobra por debajo de la línea de indigencia.

Como resultado de la crítica situación económica nacional, el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA) reclama el aumento de los sueldos base de sus representados. Esta semana se realizaron audiencias paritarias que el gremio considera insuficientes, por lo que convocó a nuevas asambleas en los medios para discutir los pasos a seguir en pos de una recomposición salarial.

Ailín Bullentini, delegada de Página/12, comentó: “Estamos negociando el segundo trimestre del período que corresponde al año 2024 y 2025. Empezamos con un sueldo básico de $328.000 para la categoría de redactor, en bruto, por debajo de la línea de indigencia y sin los adicionales que pueden ser antigüedad, refrigerios y esas cosas que están estandarizadas pero tienen ciertas diferencias entre cada empresa y que se calculan sobre ese básico, por lo cual, todo es muy precario”.

Bullentini agregó: “Hasta octubre del año pasado, en la mesa a negociar paritarias se sentaba la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (UTPBA), que no tenía absolutamente ninguna representatividad entre los trabajadores y trabajadoras de prensa escrita pero que se llevaba muy bien con las cámaras y que firmó, año tras año, acuerdos muy a la baja y es, en parte, responsable de nuestra pérdida de poder adquisitivo”.

Posteriormente, “el SiPreBA arrancó a negociar y, por supuesto, esto no le cayó para nada bien al sector empresario porque no les iba a ser tan fácil cerrar una negociación paritaria. Los últimos años la han cerrado con dos audiencias sin ningún tipo de consulta a las bases ni de resistencia. Lo que proponían las empresas se firmaba y chau. En paralelo, gana Milei las elecciones y, esta política de ajuste feroz que prometía y que finalmente cumplió, le cae muy bien sobre todo a las empresas periodísticas que es un sector que se complejizó más aún con el cierre de la pauta oficial”, describió la delegada.

Por su parte, Ignacio Petuchi, delegado del diario Ámbito Financiero, contó que en su medio “el aguinaldo lo abonaron en tres cuotas, la primera en junio, la segunda en julio y la tercera el 23 de agosto. Nosotros veníamos haciendo medidas de fuerza porque hubo un mes que de la nada llegó el cuarto día hábil y nos avisaron que no iban a estar los sueldos acreditados. Automáticamente llamamos a asamblea e hicimos paro por tiempo indeterminado hasta que se cobre la totalidad del sueldo. El problema se repitió en los meses siguientes, aunque últimamente los paros eran por horas debido a cierto desgaste.

“Llegó el cuarto día hábil de agosto y empezaron a llegar los telegramas de despidos, además nos habían descontado un montón de horas, a mí me descontaron un cuarto del sueldo, por todos los ceses de tareas que habíamos hecho. Nos pusimos a disposición de los compañeros y ellos no decidieron iniciar ningún proceso de lucha sindical, sino más bien judicial, y finalmente quedaron todos desvinculados”, agregó Petuchi.

Sobre lo difíciles que se vuelven las negociaciones, Bullentini contó: “Nos costó mucho la negociación de enero a abril, algunas empresas, como Página/12, estuvieron cuatro meses sin dar ni un punto de aumento. Otras sí, pero en la negociación paritaria colectiva se mostraron muy duras. Tanto, que la cámara, AEDBA (Asociación de Editores de Diarios de Buenos Aires), la que nuclea a diarios como La Nación, Clarín, Página/12, Perfil y otros, no quisieron firmar acuerdo, de hecho se retiraron de la negociación paritaria poniéndola en riesgo”. Si bien aclaró que “no se retiraron del todo, porque participan de las reuniones pero no quisieron poner su gancho, por lo cual, para algunos trabajadores no era tan dañina la situación porque individualmente, puertas adentro, esas empresas dieron aumentos, incluso más que lo que se firmó en ese acuerdo, pero otras como Perfil o Página/12 nos ha costado mucho cobrar. De hecho, en Página/12 todavía no cobramos los aumentos que se firmaron para el primer tramo de 2024 y 2025: mayo, junio y julio”.

 

Divide y reinarás

La delegada de Página/12 también denunció: “El medio está queriendo partir la organización gremial hacia dentro con beneficios para aquellas persona que no participan ni se sindicalizan. Pagos extras, aumentos que no nos dan a nosotros se los dan a ellos. Lo hizo siempre, pero en los últimos tiempos se acrecentó porque creció la conflictividad”.

“La situación sigue siendo muy difícil porque AEDBA ahora están jugando a ir dividida. Hay dos ofertas, una mala y otra peor, entonces nos obliga a nosotros a rechazar una oferta que es mala pero que ayudaría a la situación de los compañeros y compañeras en pos de presionar al resto de las empresas que, por otro lado, si bien no ofrecen nada en la negociación paritaria, sí ofrecen de manera individual. Clarín está dando aumentos todos los meses, pero en la negociación paritaria se niega a firmar un acuerdo”, explicó Bullentini sobre las estrategias empresariales. “Es muy difícil porque complica mucho la movilización y organización porque las personas tienen, en esta situación de precariedad, de salarios de hambre y de multitrabajo, el cuerpo muy cansado y la cabeza muy desgastada. El pluriempleo precario ya ronda la locura, estamos con dos o tres laburos, en algunos casos de otra cosa, superponiendo tareas. Cuesta mucho que los compañeros y compañeras comprendan que de esta situación se sale con el cuerpo en la calle, lo único que quieren es un poco de paz. Si aparece algo de guita para poder estar un poco más tranquilos, no van a ponerla en riesgo. A todo esto hay que sumarle que no hay laburo de periodista, los que hay son pésimos, entonces también uno tiene cierto temor de quedarse sin trabajo”.

Sobre la precarización laboral, Bullentini comentó que “colaboradores y colaboradoras hay muchos y es muy difícil organizar ese sector, en Página/12 están cobrando por una nota A que es la más importante en la página, 13 mil pesos brutos. ¿Cuántas notas tenés que hacer o en cuántos medios tenés que trabajar para que te resguarde de la pobreza?”. Por eso recalcó que “para nosotros fue muy importante que el SiPreBA logre el reconocimiento que se merece porque es el sindicato que tiene representación en las redacciones y es nuestra voz ahí. Por supuesto que no es gratis, pero lo vamos a sostener con lucha”.

Gabriel Castelli, delegado de Crónica, opinó que “el Ministerio de Trabajo nunca funcionó de manera eficaz para ponerle los puntos a las empresas en lo que respecta a normalizar las contrataciones. Hoy, devenida en secretaría, mucho menos”.

Luis Autalán, también de Bae Negocios, diario del grupo Crónica, comentó :“En la era del macrismo, quedamos con expedientes pendientes después de 22 audiencias. Ahora, uno de los reclamos para el que no tenemos agenda prevista porque no nos otorgan la audiencia, tiene que ver con que, en su momento, Massa dio un bono de 40 mil pesos para quienes no cobraran más de183 mil. Hay empresas que no lo abonaron y la vía de reclamo es la Secretaría de Trabajo, que no nos atiende”.

Castelli, del mismo medio, añadió: “El empresario la cuenta que hace es ‘si contrato pibes que viven con mamá y papá, no pagan alquiler, entonces con lo que yo les pago les alcanza’. Hacen esa ecuación maldita, que es horrible, pero nos lo han planteado en algunas ocasiones. No deberían hacer esa cuenta, sino pagar un salario acorde, como mínimo, a la canasta básica. Los empresarios te dicen que les está yendo mal y que no están facturando, la realidad es que al empresario que no le camina el negocio, lo corta y arranca de nuevo con otra cosa. Son medio mentirosos en ese sentido”.

Autalán agregó que “ellos al sueldo lo consideran una pérdida y no es así, hay una contraprestación”. Por otro lado, destacó que “la famosa batalla cultural, que en realidad es una guerra, hace que hoy haya compañeros que piensen que vos no sos un delegado, vos sos un empleado de ellos. Ahí se pierde un concepto básico que es la solidaridad, es antipático decirlo pero en algunos casos pasa y duele. Ser delegado es hacerte cargo de la realidad de tus compañeros, de los que querés y de los que no querés, y de sus familias”.

Autalán mencionó que, a pesar de todo, “tenemos un gran atributo que no es nota de tapa: de alguna manera trabajamos de lo que nos gusta. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en el mercado laboral mundial, no llega al 11por ciento la cantidad de gente que realmente trabaja de lo que le gusta. No hay periodistas por obligación”.