“A mí ya me cagaron la vida, no puedo dejar que se lo hagan a mis hijas también”

“A mí ya me cagaron la vida, no puedo dejar que se lo hagan a mis hijas también”

Hace nueve meses Daniel Santucho recuperó su identidad y se convirtió en el nieto restituido 133. Además de reencontrase con su familia, en este tiempo, declaró en un juicio de lesa humanidad, visitó el Pozo de Banfield donde nació y su hija lo llevó a la escuela para hablar por el Día de la Memoria.

Daniel Santucho es el nieto restituido número 133 por las Abuelas de Plaza de Mayo. Hace nueve meses, tras un análisis de sangre, confirmó que es hijo de Cristina Navajas, desaparecida durante la última dictadura, y de Julio Santucho, quien se vio obligado al exilio. La búsqueda de la verdad iluminó su historia y hoy sabe que nació en el centro clandestino de detención, tortura y exterminio conocido como el Pozo de Banfield, cuyos responsables fueron condenados el pasado 26 de marzo después de un juicio que duró tres años y medios. Hoy tiene dos hijas y a través de su testimonio busca generar conciencia sobre el accionar criminal del gobierno militar para que eso no se repita. “Considero necesario enseñar a la sociedad y, sobre todo, a aquellas nuevas generaciones que desconocen lo que pasó para que sepan la verdad de la historia y que no se repita”, sostiene. 

¿Cómo surgió el interés para descubrir tu identidad?

 Necesitaba saber la verdad después de haber vivido muchos años en una mentira. Las sospechas empezaron cuando tenía 21 años, tras la muerte de quien yo creía era mi madre. Una hermana de crianza, 20 años mayor que yo, me dijo que ella pensaba que no era hijo de quienes, hasta ese momento, consideraba como mis padres y que no entendía porque nunca me lo habían dicho. Ella era adoptada, pero lo sabía, conocía a su mamá biológica.  

¿Tenías dudas antes de ese momento?

No, yo no tenía ninguna duda. Aunque, durante mi adolescencia había actitudes de mi apropiador cuando aparecían las Abuelas en los medios que me hacían ruido, había una partida de nacimiento que decía que ellos eran mis padres y yo creía eso. En ese momento había mucha impunidad, yo fui anotado como si hubiera nacido un 24 de marzo de 1977, a un año del golpe, fecha que con el paso del tiempo fue tomando otro significado para mí. Pero, incluso después de que hablé con mi hermana, viví muchos años con la duda porque cada vez que quería hablar con quien creía mi papá, y le transmitía mi inquietud él evitaba la situación o inventaba para salir del paso.

«A pesar del tiempo que nos arrebataron, hoy estamos todos juntos y eso es lo que importa», dice Daniel. En la foto, acompañado por su hermano, el Miguel Santucho.

¿Cuándo decidiste acercarte a Abuelas?

 Mi primer contacto con Abuelas fue en el año 2019. En ese momento me había separado y era un tiempo de cambios en mi vida, en el que sentía que me tenía que hacer cargo de mi historia. En ese encuentro me acerqué más que nada por impulso y presenté lo que sabía hasta ahí y las dudas que tenía. Me escucharon y me dijeron que busque toda la información posible y que necesitaba un acta de nacimiento. Como había pasado mucho tiempo yo ya no tenía una en mi poder así que me acerqué a realizar el trámite. Pero quedó en eso porque mientras esperaba los papeles, estalló la pandemia y quedó todo parado, yo no volví a ocuparme del tema.

Después de la cuarentena, mi apropiador enviudó por segunda vez y se acercó a pedirme ayuda, yo empecé a visitarlo más seguido y al tiempo me pidió que viviera con él, que había muchas personas que se aprovechaban y que le sacaban plata. Así que tomé la decisión de mudarme a su casa. Durante esta convivencia fueron saliendo a la luz cada vez más mentiras. Yo ya era una persona adulta, no era un chico y ya tenía incorporado en mi inconsciente que algo andaba mal. Cuando volvía de trabajar me enteraba que las personas de las que lo tenía que cuidar habían estado y que él las dejaba pasar, me empecé a dar cuenta de que me mentía y teníamos discusiones un día tras otro. También en ese momento había arrancado a hacer terapia y hablar de mis dudas. Eso me hizo dar cuenta de que nadie me iba a venir a decir la verdad, sino que la tenía que salir a buscar yo. Lo primero que hice fue enfrentarlo, ya no pedirle sino exigirle información. Cuanto más lo enfrentaba, cuanto más le exigía, más nervioso se ponía y evitaba el tema; lo que me daba la razón de que me estaba mintiendo. Eso siguió un tiempo así, hasta que un día me invento una historia de que él se había separado de quien yo creía mi mamá y ella me tuvo durante otra relación, que después volvió con un bebé y él se hizo cargo. Ahí me di cuenta de que me seguía mintiendo, que no tenía consistencia lo que me estaba diciendo, que si esa era la verdad porque no me la había dicho antes. La única certeza que conseguí de todo eso fue que él no era mi papá. A partir de ese momento retomé la búsqueda de mi identidad y me acerqué nuevamente a Abuelas con la decisión de descubrir la verdad.

¿Cómo fue el proceso de restitución de tu identidad?

Primero tuve que caer en la realidad de que me habían mentido durante toda mi vida y la peor sensación que tenía era que les estaba transmitiendo todo este problema a mis hijas, yo pensaba: “A mí ya me cagaron la vida, no puedo dejar que se lo hagan a ellas también”. Después tuve que recabar información, partida de nacimiento, bautismo de fe y además tenía un testimonio del hermano biológico de mi hermana de crianza que recordaba haber escuchado a dos policías diciéndole a mi apropiador, que era policía también, que le iban a conseguir un bebé. Con esa información me presenté a Abuelas y a los días me llegó la fecha para ir a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI) y hacerme el estudio de ADN. Los resultados tardaron tres meses y durante todo ese tiempo estuve acompañado por mi familia, mi e esposa y mis hijas, que todo el tiempo me preguntaban si tenían una familia, si tenían tíos, abuelos. En ese caso debía tener mucho cuidado con lo que transmitía pese a que todo apuntaba a que podía ser un nieto de Abuelas, porque habían pasado muchos años. Si bien yo quería descubrir la verdad más que nada para que ellas tuvieran las respuestas que yo no tuve, tampoco quería generar falsas expectativas, ya que, si no se confirmaban los estudios, la desilusión podía ser muy grande. Todo cambió cuando llegaron los resultados del estudio que aseguraban que era hijo de Julio Santucho y de Cristina Navajas. Sentí que por fin había podido saber mi historia y que iba a tener una familia de la que nunca me tendría que haber separado. Recuerdo que cuando me fui a hacer el nuevo documento con mi verdadera identidad, tenía una felicidad inexplicable y me tuvieron que sacar varias fotos porque no paraba de sonreír. Después, con el acompañamiento de Abuelas, fui haciendo todos los demás trámites que necesitaba, tanto para mí como para mis hijas.

Mi hija me dijo que quería dar una charla en el colegio, que quería contarles a sus compañeros lo que me había pasado y explicarles por qué iba a cambiar su apellido. Yo pensaba cómo expresarme con los chicos de 8 años para no confundirlos, pero ella empezó a hablar: “Mi papa es el nieto 133 de las Abuelas de Plaza de Mayo, él tenía dudas sobre su identidad así que fue a pedir ayuda, lo mandaron a hacer el estudio de ADN, dio positivo y bueno ahora tenemos una familia”

Daniel Santucho

¿Cómo vivieron la restitución tus hijas?

Al principio fue muy movilizante. En marzo del 2023 me confirman que los resultados eran positivos. En ese momento, la más grande, tenía 13 años y estaba transitando el Mes de la Memoria en el colegio así que sabía de lo que yo le hablaba cuando me refería a Abuelas, a la dictadura y a lo que me estaba pasando. En ese sentido, me imagino lo fuerte que habrá sido para ella saber que todo eso que veía en el colegio no era algo que estaba solo en los libros, sino que era real, que era mi historia y la suya también, por eso el camino fue de a poco. Para mi es super emocionante ver el interés que ella tiene de saber y de involucrarse en el tema. En el caso de mi hija menor, que ahora tiene 9 años, fue un poco diferente porque al mes de que ya habíamos recuperado mi identidad, y que ya había hablado conmigo y con su mamá, me dijo que ella quería dar una charla en el colegio, que quería contarles a sus compañeros de lo que me había pasado y decirles quién era yo y quién era ella, porque iba a cambiar su apellido. A mí eso me sorprendió y al mismo tiempo me llenó de orgullo. Cuando llegó el momento de ir me acuerdo que yo pensaba sobre cómo expresarme para ser claro con los chicos de 8 años y no confundirlos, pero ella fue la que empezó a hablar y a contarles a sus compañeros: “Mi papa es el nieto 133 de las Abuelas de Plaza de mayo, él tenía dudas sobre su identidad así que fue a pedir ayuda, lo mandaron a hacer el estudio de ADN, dio positivo y bueno ahora tenemos una familia”. Con esa simpleza, ella se encargó de transmitir todo. Cuando terminó la directora preguntó si la habían entendido y todos respondieron que sí. Así que después preguntó: “¿Cómo se va a llamar Milagros ahora?” y todos gritaron: “Milagros Santucho” en ese momento se nos empezaron a caer las lágrimas y nos fundimos en un abrazo, fue algo que me llenó de orgullo. Hoy veo a mis hijas y, más allá del parecido físico, puedo ver a mi mamá y a mi abuela que de alguna manera viven en ellas. 

¿Qué fue lo que cambió después de saber tu historia?

Todo cambió, yo cambié y también la relación con mis hijas. Me pude parar desde otro lado en la vida, yo quería saber la verdad para reconstruir mi historia, pero más que nada para mis hijas, porque tarde o temprano a ellas la duda le iba a llegar e iban a empezar a hacerse preguntas. Como padre, saber que lo pude hacer yo me da seguridad y plenitud. También, más allá de todo lo que costó, poder llegar a la verdad antes del fallecimiento de mi apropiador me dio la tranquilidad de sentir de que no se fue impune, que todo lo que hizo no fue gratis y que yo había hecho las cosas a tiempo. El murió estando con prisión domiciliaria y sabiendo que yo había llegado a la verdad, que toda sus mentiras se habían caído.

¿Cómo fue el reencuentro con tu familia después de tantos años de búsqueda?

Yo no lo podía creer, cuando me dan la noticia y me muestran fotos diciéndome quiénes eran cada uno, yo no caía. El primer encuentro fue por videollamada y enseguida que los vi me reconocí en ellos. Después, cuando empezamos a relacionarnos me di cuenta de que tengo un poco de cada uno. Hoy siento que estoy en el lugar correcto y elijo pensar que, más allá de todo el dolor que me causaron mis apropiadores, me pude encontrar. Saber que mi papá, mis hermanos y mi abuela me buscaron durante toda su vida me reconforta y me ayuda mucho para disfrutar del ahora y no dejar que el pasado me afecte. A pesar del tiempo que nos arrebataron, hoy estamos todos juntos y eso es lo que importa.

¿Estuviste o participaste en algún juicio de Lesa Humanidad?

Si, al poco tiempo de recuperar mi identidad, los abogados de Abuelas y los fiscales me notificaron que había dos juicios en curso. Uno era el Juicio de las Brigadas, que por suerte mi aparición fue antes de que se cierre el límite para presentar pruebas y, por lo tanto, participe como víctima, ya que había nacido en cautiverio, y también como una prueba viviente de que habían existido robos de bebés. En ese caso no había necesidad de declarar, así que no brinde mi testimonio. El segundo fue el que se había iniciado contra mi apropiador, en el cual si fui a declarar ante el juez. En ese momento era todo muy reciente para mí y me dieron toda la facilidad para que cuando me sintiera seguro pudiera hablar. Pese a que él falleció, el juicio sigue en curso, porque son varias las personas implicadas.

Teniendo en cuenta que naciste en el Pozo de Banfield y que tu mamá estuvo ahí ¿Cómo viviste el juicio que condenó a sus represores?

Durante la lectura de la condena, que duró cinco horas, estuve abrazado a la foto de mi mamá y no me pare ni para ir al baño, en ese momento sentía que se estaba haciendo justicia, por ella y por los demás desaparecidos que habían estado ahí. 

¿Qué sensación te dejó la justicia?

El tema de la justicia es complicado, porque es lenta y, en este caso, tardó 48 años. Pero en buena hora que llegó, era necesario. Yo sé que por ahí lo mío es muy reciente, porque hace nueve meses que recuperé mi identidad y supe lo que le pasó a mi mamá, pero he visto varios familiares y otras personas que han cargado con el reclamo durante toda su vida y necesitaban que se hiciera justicia, que quienes habían cometido los crímenes reciban sus condenas. En este juicio hubo represores que hasta ese momento estaban en libertad y terminaron el juicio con cadenas perpetuas. Así que, en este caso, creo que la justicia tardó, pero funcionó y posibilitó que estas personas no hayan quedado impunes de todo lo que hicieron. 

¿Has ido al Pozo de Banfield?

El Pozo de Banfield lo conozco, fui en dos oportunidades, es un lugar frío y oscuro en todo sentido. La primera vez fue el 27 de septiembre del año pasado durante un homenaje que se le iba a realizar a cuatro maestras, entre las que estaba mi mamá. Yo pensaba que era solamente el acto, pero previo al acto hubo un recorrido por los calabozos y las celdas. Fue algo muy fuerte, pero lo hice porque creí que estaba preparado. La segunda vez que fui, fue el 10 de enero de este año, el día de mi cumpleaños y le pedí a mi hermano que me acompañe. A él le costó un poco más, pero fue conmigo. Yo necesitaba estar ahí porque en definitiva fue el último lugar en el que estuve con mi mamá y por suerte siento que conseguí lo que fui a buscar.

¿Cómo sigue tu vínculo con Abuelas después de todo esto?

Mi vínculo es más que nada con los demás nietos que han sido recuperados y somos de la misma generación. Desde el primer momento estuvieron conmigo y me hicieron sentir parte, como si siempre hubiera estado ahí. Con Abuelas no tengo una relación directa, pero estuve en el aniversario del año pasado y subí a hablar al escenario del teatro que estaba lleno, si bien mi participación no es directa, trato de estar presente desde el lugar que puedo.

 ¿Qué pensás del discurso negacionista que circula y es sostenido por el actual gobierno?

Históricamente, esos pensamientos negacionistas han estado presentes. Incluso, durante la reciente democracia. Lo que cambió es que, hasta ahora, siempre habían sido discursos minoritarios. Hoy, por un vacío que hubo en la sociedad, no solo con estos temas sino con muchos otros, se ha abierto la posibilidad de plantear ideas que atrasan como: “no fueron 30.000” o “fue una guerra”. Por este motivo considero necesario remarcar que puede haber distintos pensamientos y opiniones, pero hay un límite que no se debe cruzar. No se puede avalar la tortura, el secuestro, la detención clandestina, las violaciones, el robo de bebés y la desaparición de personas, eso está fuera de discusión. Por eso considero necesario enseñar a la sociedad y, sobre todo, a aquellas nuevas generaciones que desconocen lo que pasó para que sepan la verdad de la historia y no se repita. En definitiva, el número no importa, es el acto lo que es repudiable. No hay que correr el foco de lo importante: fue un genocidio. Para esto también es importante remarcar, que todo esto empieza en pequeñas cosas, y ya cuando se clausura a determinado artista o a alguien por pensar distinto hay que impedirlo porque así es como comenzaron todas estas aberraciones que ya vivimos y que aún seguimos sanando.

 

 

Once represores condenados

Once represores condenados

Diez perpetuas y una sentencia a 25 años para los responsables de las torturas, desapariciones y robos de bebés ocurridos en el Pozo de Banfield, el de Quilmes y la Brigada de Lanús durante la última dictadura. También fueron castigados por lo acontecido en La Noche de los Lápices.

 El Tribunal Oral Federal N° 1 de La Plata, el martes 26 de marzo, sentenció a la pena de prisión perpetua a diez imputados por los crímenes cometidos en tres centros clandestinos de detención: las Brigadas de Investigaciones de Banfield, de Quilmes, de Lanús. Uno de los  imputados fue condenado a  25 años y otro quedó absuelto. El Tribunal calificó los crímenes cometidos por los imputados que actuaron en los centros clandestinos de detención “Pozo de Banfield”, “Pozo de Quilmes” y “el Infierno” de Lanús con asiento en Avellaneda como delitos de lesa humanidad.

A casi tres años y medio de su inicio del juicio, el presidente del TOF Ricardo Basílico leyó el veredicto con una sala de audiencia llena que esperaba escuchar una condena ejemplar y cárcel común para los represores. Organismos de derechos humanos, sobrevivientes y familiares de víctimas estuvieron presentes escuchando el fallo y otras decenas estaban en las afueras de los Tribunales de La Plata. Los medios autogestivos “Pulso Noticias” junto con “La Retaguardia” transmitieron el juicio por youtube que se pudo ver por dos pantallas colocadas en la vereda, frente al tribunal, para seguir el juicio.

Dieciocho fueron los imputados y seis murieron durante el juicio, entre ellos, el excomisario Miguel Osvaldo Etchecolatz, director general de Investigaciones de la Policía de la Provincia de Buenos Aires. La querella de Abuelas de Plaza de Mayo acusó a los 12 imputados por los delitos de privación ilegal de la libertad y tormentos de 23 embarazadas y una madre secuestrada junto a su hijo, y por la sustracción, retención y ocultamiento de diez nietos y nietas, siete de los cuales ya recuperaron su identidad. A ella se le sumó la de Justicia Ya, y otras particulares.

Fueron condenados a las penas de prisión perpetua Federico Antonio Minicucci, Guillermo Alberto Dominguez Matheu, Carlos Gustavo Fontana, Carlos María Romero Pavón, Jorge Héctor Di Pasquale, Roberto Armando Balmaceda, Jaime Lamont Smart, Juan Miguel Wolk, Jorge Antonio Bergés y Horacio Luis Castillo. Julio Condioti fue condenado a 25 años de prisión y Enrique Barre fue absuelto.

Abuelas de Plaza de Mayo fue querellante junto con los nietos restituidos Carlos D’Elía, Victoria Moyano Artigas, Pedro Nadal, María José Lavalle Lemos y su hermana María Lavalle, y Laura Garack -quien busca a su hermano o hermana; y con Pablo Díaz, sobreviviente de “La noche de los lápices”, secuestrado y torturado en el Pozo de Banfield y Graciela Borelli Cattaneo, hermana de un ciudadano uruguayo víctima del Plan Cóndor.

Colleen Torre, abogada querellante de Abuelas de Plaza de Mayo opinó sobre la sentencia: “Estamos muy conformes porque fueron diez perpetuas. Por un lado, se condenó por primera vez a Juan Miguel Wolk, jefe del Pozo de Banfield, lo mismo que a Castillo. Wolk es el responsable de la desaparición de los chicos de la noche de los lápices. Además, fueron condenados no sólo por la apropiación de nietos y nietas que han podido recuperar su identidad, que nacieron en el Pozo de Banfield o que fueron secuestrados con sus madres como Pedro Nadal en el pozo de Quilmes; sino también por la desaparición forzada de tres nietos que todavía seguimos buscando”, agregó Colleen. “Me parece importantísimo que los hayan condenado porque resalta que son personas que aún continúan desaparecidas, y es de suma importancia poder condenarlos por la desaparición forzada de todas las mujeres embarazadas con el agravante que conlleva”.

En ese sentido, la abogada de Abuelas dio cuenta de lo necesarios que son los juicios para acceder a información sobre lo ocurrido: “Estos juicios reavivan la posibilidad de tener y de poder seguir buscando datos, siguen apareciendo testimonios de mujeres embarazadas desaparecidas que nos enteramos más de cuarenta años después. Es importante lograr estas condenas en contexto de negacionismo, es importante también que los jueces puedan seguir mencionando y hablando de las desapariciones forzadas y la necesidad de que estos juicios sigan porque todavía nos falta la verdad sobre lo que paso, donde están los nietos y nietas que estamos buscando y sabemos que los genocidas y represores de los Pozos saben dónde están”.

Torre en el alegato había mencionado la violencia y el destrato específico a las mujeres: “Algo que también se mencionó es el sufrimiento de las mujeres embarazadas, nos parece importante que se ponga en el fundamento de la sentencia porque hablamos de violencia específica: la violencia obstétrica. Más allá de la violencia específica que sufrieron las mujeres y las compañeras trans, las mujeres fueron utilizadas como envase contenedor de bebés para sacarle su hijo o hija y quedárselo como botín de guerra. En este sentido también un represor reivindicó y justificó la apropiación de niños y niñas durante la dictadura, esto no hace más que darnos la razón aun sabiendo que la teníamos, que todos ellos fueron parte del plan sistemático de apropiación”, enfatizó.

La condena resultó ejemplar y la alegría se notó en sus protagonistas y en la sala: “Tenemos que esperar los fundamentos del veredicto del tribunal pero la sensación fue de alegría siempre con ese sinsabor porque aún nos falta mucha verdad y no la dicen, sobre todo por los hijos e hijas que están buscando a su mamá y a su papá y no les devolvieron sus cuerpos, ni sus restos, pero sabiendo que por lo menos a partir de anoche van a dormir sabiendo que no están impunes por los crímenes cometidos en los centros clandestinos”.

Torre también se refirió a la importancia de la publicidad de los juicios de lesa humanidad: “Me parece importante que puedan ser transmitidos y visibilizados porque más allá del resultado jurídico penal, las condenas son necesarias y es una obligación del Estado argentino de investigar, juzgar y en su caso, condenar a los responsables de estos crímenes y que los más jóvenes puedan tener esa inmediatez con un testimonio, con un veredicto porque me parece que de esa manera pueden llegar a conocer de una manera más profunda y sensible la historia antes que por un manual. Las víctimas y sobrevivientes están declarando hace años y muchos no lo quieren hacer más porque es agotador y doloroso. En esa inmediatez que tienen los juicios transmitidos, las personas más jóvenes pueden sentir lo que sucedió y pueden verle la cara y los gestos a los imputados. Las Abuelas siguen buscando a sus hijos y a sus nietos, y tal vez a partir de estos juicios se pueda seguir visibilizando lo que siempre nos enseñaron ellas: que la lucha es con amor y siempre es colectiva”.

ANCCOM también conversó con Miguel “El Tano” Santucho hijo de Cristina Navajas y hermano del último nieto restituido. Cuando él declaró en el juicio contó que su mamá estaba embarazada en el momento de su secuestro y que estaban buscando a su hermano o hermana. El año pasado, junto a Abuelas de Plaza de Mayo, lograron encontrar a Daniel Santucho, su hermano. “Me parece que la sentencia estuvo bien, fue muy significativo que hayan sostenido tantas sentencias a cadena perpetua pese al clima político. La justicia llegó tarde y dos de los imputados nunca habían sido condenados. Tantos años de impunidad… cuando declaré dije que me parecía que estos imputados después de tanto tiempo, de nunca haber aportado información, que saben dónde están los otros nietos y lo que hicieron con los desaparecidos, no me parecía bien si les daban beneficios. Con todo lo que hicieron para para evadir la justicia y no aportar nada, la verdad que se le dé privilegios me parecía mal”, declaró y reflexionó: “En la sala se sintió la disconformidad porque los imputados no estuvieron presentes, pero más allá de eso, me parece que las condenas son motivos para festejar, sobre todo porque logramos que mi hermano fuera parte de los motivos por los cuales fueron condenados”.

“Cuando empezamos el juicio hacía más de tres años que estábamos con la querella de mi mamá, pero como hace menos de ses meses apareció Dani logramos a último momento incorporar su caso como uno de los delitos a investigar, a juzgar y ayer tuvimos la primera condena por lo que le hicieron. El apropiador de Dani murió impune. El Tribunal declaró que fueron crímenes de lesa humanidad en el marco un genocidio, hay que remarcar que hicieron las sentencias teniendo en cuenta los crímenes sexuales y las violaciones”, destacó el Tano Santucho y compartió: “Todo lo que sé lo reconstruí cuando era chiquito y pensé que no tenía mucho para aportar. Los abogados de Abuelas me dijeron que era muy importante que yo expresara ante el Tribunal las consecuencias de los hechos y a mí me sirvió mucho, me saqué una mochila de encima, pero se resignificó totalmente cuando apareció mi hermano y el Tribunal tuvo la posibilidad de ver y de constatar. Estar presente con mi hermano y estar ahí con él fue muy simbólico”.

A minutos de la sentencia, Daniel emocionado se abrazaba con mucha fuerza a una foto de su mamá, su hermano ponía su mano en su hombro para contenerlo. “Lo que me genera acompañar a mi hermano en estos momentos… él siempre tiene presente a nuestra madre y está procesando toda la información. Ayer él fue con un cartel y dijo: `Yo siento que mamá está presente`”. Miguel reflexiono acerca de la importancia de hacer memoria: “Las condenas si bien llegan tarde y algunos momentos son insuficientes, ayer el Tribunal nombro a las más de 600 víctimas y eso te hace tomar dimensión también del daño y de la gravedad de los crímenes y uno se da cuenta de lo insuficiente que es la misma condena porque llega más de 40 años después o porque por la edad tienen privilegios, están en sus casas, tienen prisión domiciliaria. Pero lo importante es que no continuaron impunes porque todo lo que no se puede condenar, todo lo que queda impune se puede llegar a repetir con facilidad. Es importante que quede esa marca, ese mensaje a las generaciones siguientes.

 “Yo lo digo muy abiertamente: al no haber podido condenar como correspondía a los responsables civiles del terrorismo de Estado, a los empresarios, al poder económico que estaban detrás de ese proceso, claramente ellos sí son impunes y ellos creen que pueden volver a intentarlo porque no les llega una condena. Por más ejemplar que sea y no logra condenar a los responsables económicos de la dictadura, esos pueden volver a intentarlo otra vez. Por lo menos que la sociedad sepa y condene todos los hechos de violencia que pasaron”.

En la sentencia también estuvo presente Maria Ester Alonso Morales, que vino desde Alemania para presenciar el veredicto: “Yo declaré en este juicio en el 2021, vine de Alemania para hacer la declaración testimonial. Como estábamos en pandemia declaré por zoom porque en ese momento no se estaban tomando declaraciones presenciales. He seguido este juicio a la distancia a través de La Retaguardia y ayer para mí fue conmovedor estar en la sala junto a compañeros y compañeras de H.I.J.O.S, los nietos y nietas y junto a miembros de organismos de derechos humanos de La Plata”. El tiempo es una constante en los familiares que hace décadas esperan obtener justicia: “Esperamos mucho este juicio porque el centro clandestino del Pozo de Banfield también fue maternidad clandestina. Es la primera vez que Miguel Ángel Wolf recibió una condena por delitos de lesa humanidad. En este juicio faltó Adriana Calvo y faltó Hilda que lamentablemente no llegaron a presenciar este escrito tan importante y hace años que veníamos esperando una condena también por los jóvenes de La Noche de los Lápices”. Alonso Morales agregó: “En este juicio declaré para contar la historia de la detención de mi madre y de sus compañeros, que fue en noviembre del 1974. Sus compañeros inauguraron, por decirlo así, el Pozo de Banfield, el centro clandestino de detención y uno de ellos, Manuel Taboada está desaparecido. Lo torturaron y lo mataron y se robaron el cuerpo de la morgue policial. Seguramente los fundamentos de la sentencia van a traer este hecho, lo que venimos diciendo hace mucho que el terrorismo de Estado no comenzó el 24 de marzo de 1976 comenzó antes porque ya hubo desapariciones y torturas antes de la fecha del golpe”.

Sobre su caso declara: “Mi madre estaba embarazada de mí y de mi hermana melliza cuando la detuvieron junto con Dalmiro Suárez, Nelfa Suárez, Ester Alonso y Víctor Taboada. Como estaba embarazada la dejaron en la comisaría segunda de Quilmes y a sus compañeros los trasladaron al Pozo de Banfield para torturarlos; después se volvieron a encontrar en un camión de traslado de personas con destino al Penal de Olmos en la Unidad 8 junto a María Ester y Suárez. Yo pasé ahí mi primer año de vida con mi hermanita. Mi hermana María Elena falleció en 1991 con 16 años, víctima de una enfermedad inmune como el lupus, así que soy yo la que queda de la familia para presenciar este juicio y ayer me reencontré con Víctor Taboada hijo que nació también en la Unidad de Olmos, ahí había un pabellón para madres con sus bebés”, rememoró Morales.

Hubo celebración del veredicto dentro y fuera de la sala. El público levantó en alto los pañuelos blancos, insignia de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, mientras sostenían carteles que decían: “Son 30000 y fue genocidio”.

A días de haberse cumplido 48 años del último golpe de Estado y en un contexto de resurgimiento de los discursos negacionistas y las provocaciones provenientes del gobierno nacional, en Argentina se sigue encontrando memoria, verdad y justicia.

Un documental sobre las desaparecidas trans

Un documental sobre las desaparecidas trans

La película «Donde habite la memoria”, de Clara Olmos y Carolina Musso cuenta la historia de Julieta González y Fabiana Gutiérrez, sobrevivientes del Pozo de Banfield.

Donde habite la memoria es un documental, producido y dirigido por Clara Olmos y Carolina Musso, que añade una pieza faltante a la historia en la reconstrucción de los recuerdos del horror durante la última dictadura militar en Argentina. En esta oportunidad, se alumbra a protagonistas que antes no habían sido visibilizadas, víctimas que no habían sido registradas como tales. La película se proyectará el viernes 15 de marzo a las 18 en el excentro Clandestino de Detención, Tortura y Exterminio (CCDTyE) «Pozo de Banfield», hoy convertido en Espacio para la Memoria, en la localidad bonaerense de Lomas de Zamora. Es en este CCDTyE fueron detenidas ilegalmente entre 1976 y 1977Julieta González y Fabiana Gutiérrez, miembros del colectivo trans y protagonistas de este documental.

“Queríamos recuperar las historias de un colectivo que también fue perseguido durante la última dictadura cívico-militar, pero que durante todos estos años permanecieron en los márgenes del relato oficial de nuestra memoria”, comentó Olmos, quien se formó como cronista de ANCCOM y actualmente trabaja en la Agencia de Noticias Télam, amenazada de cierre por el gobierno de Javier Milei.

Olmos reconoce el compromiso de Argentina en el trabajo de reconstruir el pasado reciente del terrorismo de Estado, no obstante, destaca que tuvieron que pasar 40 años para que se visibilice la represión específica y sistemática que la dictadura ejerció sobre la comunidad trans.

Las protagonistas de este documental estuvieron detenidas ilegalmente en el Pozo de Banfield cuando tenían 15 años, en el caso de Fabiana, y entre los 19 y 20 años, en el caso de Julieta. Ambas sufrieron abusos y violencia por parte de sus opresores. “Al menos seis mujeres trans estuvieron detenidas en este centro clandestino de detención en esos años”, contó Olmos. Entre noviembre de 2022 y abril de 2023, declararon por primera vez en la causa Brigadas, un juicio de lesa humanidad que juzga los crímenes cometidos en el Pozo de Banfield, el Pozo de Quilmes y el Infierno, en Avellaneda. “Sus declaraciones fueron un hecho histórico en sí mismo, que esperamos pronto resulten en la primera sentencia mundial sobre el tema”, expresó Olmos con esperanza.

Julieta Gonzalez.

Por su parte, Musso está convencida de que la dictadura tuvo una dimensión profundamente patriarcal que se evidenció en el encarnizamiento y la violacion de los derechos humanos de tantísimas mujeres trans, aprovechando su vulnerabilidad, especialmente en aquel momento. La mayoría de las sobrevivientes hoy ronda en los 60 años, fueron violentadas física y psicológicamente y, al igual que otras personas pertenecientes a este colectivo, actualmente atraviesan una situación compleja: hay quienes tienen una jubilación o pensión mínima para subsistir, otras se encuentran en situación de pobreza o indigencia, sin acceso a salud o sin una vivienda digna, explicó. “Nuestro objetivo es acompañar el reclamo de la comunidad trans de una reparación histórica por la persecución y los delitos ejercidos contra sus identidades no solamente en dictadura, sino también a las que sufrieron durante las primeras décadas de la democracia”. Esta es una de las mayores deudas actuales de la democracia en Argentina, afirmó Musso.

Uno de los desafíos que se les presentó en el proyecto, fue el hecho de tener pocas mujeres trans sobrevivientes de la dictadura. Durante el proceso de investigación conversaron con muchas víctimas, y si bien todas daban cuenta de las persecuciones policiales sufridas desde la década del ochenta en adelante, la mayoría eran aún niñas durante los primeros años de la dictadura, comentó Musso. Las directoras decidieron desarrollar el documental a dos voces porque consideraron que en sus relatos subyace, junto a la dimensión profundamente subjetiva del horror, una trama colectiva. “Los testimonios de las protagonistas hacen de este documental un relato crudo, desgarrador y de una profunda ternura a la vez”, alegó Olmos.

Durante la etapa de investigación, las directoras dieron con el caso de Fabiana Gutiérrez, pero se encontraba viviendo en Italia. Sin embargo, lograron un vínculo que permitió que tomara la decisión de viajar desde el viejo continente para visitar el Pozo de Banfield y formar parte del documental, abriendo recuerdos dolorosos. En una charla con ANCCOM, Gutiérrez agradeció a todas aquellas personas que trabajan decididamente para iluminar una parte anulada de la historia en los años oscuros de la dictadura. “En esos momentos éramos violentadas, abusadas y nos mandaban desnudas a las celdas, cumpliendo días o meses dentro de la misma, sólo por ser lo que éramos”, contó. Era menor en ese entonces, hoy tiene 62 años y siente el deber de ayudar a la construcción de la memoria por eso decidió ser partícipe del proyecto y colaborar con sus compañeras. Recuerda la primera vez que intentó escaparse y como resultado recibió un golpe en la cabeza. No obstante, cuando logró quedar en libertad buscó refugio en el exterior. Sin embargo dijo: “A pesar de vivir afuera, mi corazón siempre está en Argentina, amo mi país”.

 

Fabiana Gutierrez.

Clara Olmos y Carolina Musso, ambas comunicadoras, fueron las realizadoras del proyecto, en el marco de su tesina de grado de la Licenciatura de Comunicación Social en la UBA. Contaron con el acompañamiento de sus tutores, el recientemente fallecido Eduardo Morales, Silvina Manguía y María Rosa Gómez. Sobre la elección del formato de tesina, Musso explicó que “no fue una elección al azar. Fue una decisión política: queríamos generar un material que no quedara circunscrito al ámbito académico sino, por el contrario, pudiese circular en el espacio público. Desde un comienzo, las comunicadoras se plantearon el deseo de orientar su trabajo hacia la creación de una herramienta al servicio de la comunidad travesti-trans. Luego llevaron a cabo varias jornadas de filmación y finalmente la edición fue de realización propia.

“Sentimos mucho orgullo por Julieta y Fabiana que, 40 años después, se atrevieron a contar su historia y a reclamar lo que como sociedad aún les debemos”, expresó Olmos. “Nos alegra profundamente poder hacer nuestro aporte como generación que no vivió la dictadura, pero que tiene el deber de continuar y fortalecer la memoria de nuestro país y la historia de los 30.000 desaparecidos y detenidos”, afirmó reflexiva.

Para las realizadoras, el documental es una invitación a seguir reflexionando sobre nuestro pasado reciente y el irrenunciable compromiso con la defensa de los derechos humanos. Es también, una oportunidad para conocer una parte de la historia de la cual poco se ha hablado. Para Musso: “Contra todo impulso epocal hacia la deshistorización, el ex CCDTyE Pozo de Banfield es un espacio en el cual la historia se hace carne, volviéndose ineludible”.

 

Piden perpetua para nueve represores

Piden perpetua para nueve represores

Tras una semana de alegatos en la causa que investiga los crímenes de la dictadura en el Pozo de Banfield, el Pozo de Quilmes y la Brigada de Lanús, las querellas exigieron justicia.

La querella de Abuelas de Plaza de Mayo pidió prisión perpetua para los represores Luis Horacio Castillo , Jorge Antonio Bergés , Juan Miguel Wolf , Federico Minicucci, Roberto Armando Balmaceda , Jorge Di Pasquale , Guillermo Dominguez Matheu, Carlos María Romero Pavón, Carlos Gustavo Fontana por los delitos de lesa humanidad perpetrados en las Brigadas de Investigaciones de la Policía Bonaerense de Banfield, Quilmes y Lanús, con asiento en Avellaneda.

En el Tribunal Oral Federal N° 1 comenzó el alegato de la querella de Abuelas de Plaza de Mayo en el juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos en el “Pozo de Banfield”, el “Pozo de Quilmes” y “el Infierno” de Lanús, el martes 5 de marzo último.

En una audiencia extensa semipresencial ante el TOF N° 1 de La Plata integrado por Walter Venditti, Ricardo Basílico y Esteban Carlos Rodríguez Eggers se desarrollaron los alegatos del CODESEDH , del doctor Claudio Yacoy por la Municipalidad de Avellaneda y el de Abuelas de Plaza de Mayo a cargo de los abogados Collen Torre y Emanuel Lovelli .

En el marco de la audiencia número 135 la querella de Abuelas de Plaza de Mayo repasó algunos de los testimonios de sobrevivientes acompañados por un grupo de nietos y nietas que estuvieron presentes , entre ellos Daniel Santucho, el último nieto que recuperó su identidad el año pasado, mientras se desarrollaba este juicio.

Abuelas de Plaza de Mayo es querellante junto con los nietos restituidos Carlos D’Elía, Victoria Moyano Artigas, Pedro Nadal, María José Lavalle Lemos y su hermana María Lavalle, Laura Garack , Pablo Díaz y Graciela Borelli Cattaneo.

“Además de los casos querellantes y que representamos por los que acusamos también vamos a acusar por las mujeres embarazadas víctimas desaparecidas que pasaron por esos tres centros clandestinos y por los niños y niñas que nacieron allí pero antes nos parece importante destacar el funcionamiento del conocido Pozo de Banfield como maternidad clandestina”, comenzaba la abogada Colleen Torre.

“Los responsables del terrorismo de Estado –señaló- montaron las maternidades clandestinas en los distintos centros de detención, uno de los más grandes de la Provincia de Buenos Aires fue el Pozo de Banfield. Los nacimientos se daban en estos lugares específicos, lo pudimos ver cuando hicimos la inspección ocular”

Coleen Torre recordó los testimonios de los sobrevivientes en las audiencias que contaron cómo las embarazadas eran obligadas a dar a luz rodeadas de los represores, generalmente en las mesadas de las cocinas, mientras las insultaban y eran tabicadas y atadas de manos. Luego –coincidieron los sobrevivientes- eran separadas de sus hijos que fueron entregados a sus apropiadores. La abogada recordó también que tras el parto, las madres eran obligadas a limpiar el lugar y que las condiciones de su detención eran las mismas que tenían los demás detenidos y detenidas .

“De las 23 mujeres embarazadas por las que estamos hoy pidiendo justicia, veinte estuvieron secuestradas en el Pozo de Banfield y una de ellas, Liliana Ross, fue asesinada antes de dar a luz. Y de los diez nacimientos probados en estos juicios, ya sea por testimonio o porque el niño o niña, hoy adultos, fueron restituidos a sus familias, nueve sucedieron en el Pozo de Banfield”.

La letrada argumentó que las apropiaciones se dieron en el marco de un plan de exterminio de quienes los militares consideraban como un ´enemigo interno´. “Y en ese plan –continuó- también tenían que aniquilar a las mujeres que se habían alejado de los mandatos de una sociedad patriarcal y habían abandonado los estereotipos de género para ingresar al escenario público, a la militancia política». Por este motivo, explicó la letrada, los militares “le quitaron el derecho a criar a sus hijos e hijas».

Antes de terminar, Torre leyó las palabras escritas por algunos nietos y nietas que restituyeron su identidad acerca de lo que significa este juicio para ellos y para ellas. Pedro Nadal, uno de los nietos querellante en la causa, escribió  “Quiero agradecer al tribunal y a la fiscalía por la sensibilidad para abordar este juicio , pero no entiendo cómo las víctimas están presentes en cada audiencia y los imputados están ausentes . Algunos, comiendo, nos veían por telecomunicación desde sus hogares , otros reivindican sus atrocidades de manera obscena desde una cámara y hasta nos mandan mensajes para que sepamos que, según ellos, lo mejor que pudieron hacer es hacer desaparecer a nuestros padres y apropiarnos para educarnos mejor”.

Colleen Torre finalizó diciendo que los organismos de derechos humanos seguirán buscando a los 30.000 desaparecidos y a cada uno de los nietos que fueron apropiados para restituirles su identidad.

Las otras querellas

El jueves 7, en el TOF Nº 1 se escucharon los alegatos de las querellas de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre (LADH) y UNIÓN, representadas por los abogados Guadalupe Godoy y Pablo Llonto quienes se sumaron al pedido condenatorio.

Llonto citó al presidente Javier Milei en el discurso que pronunció en su excolegio cuando les sugirió a los y las adolescentes que «lean las dos bibliotecas», en torno de lo que sucedió durante la última dictadura. El letrado le respondió : “ Es una invitación a que leyeran las bibliotecas de los genocidas para que de allí tomen su lenguaje y explicaciones sobre lo que iban a hacer y lo que hicieron . Algo así como si en Europa algún jefe de Estado les dijera a estudiantes secundarios y universitarios: “Ustedes que no han vivido la Segunda Guerra Mundial o el Holocausto agarren las bibliotecas de los nazis para encontrar las explicaciones de por qué había que exterminar judíos , gitanos , homosexuales y así se pueden formar una idea de lo que pasó. Por eso pedimos, por favor jueces y juezas, señalen en las sentencias la dimensión del daño para que no ocurra más“, cerraba Llonto. 

En una sala colmada, el viernes 8, el último día de las querellas, se escucharon los alegatos del colectivo Justicia YA!, representados por Pía Garralda y Luz Santos Morón. “Habiendo pasado 17 años de impunidad, lo hacemos también por nuestro compañero Jorge Julio Lopez. Seremos su voz en este nuevo juicio pese a lo que pretendieron los responsables de su segunda desaparición forzada. El devenir político de nuestro país hace que el alegato que presentamos transcurra en un contexto de un peligroso avance de sectores que niegan el genocidio y reivindican a la distadura”, comenzó Luz Santos Morón.

“En tiempos donde nos invitan a olvidar y a ser sumisos, en tiempos de mirar para otro lado, en pozos donde entierran a la historia nos hemos unidos y hermanados, en tiempos donde hablan por la libertad y no la escuchan pues ella es hija de la madre de los que luchan, nunca de los que creen en el dios mercado, entiendan que no hay libertad posible si en la panza de nuestro niños y niñas hacen ruido las tripas de los desolados. Sepan señores que con nuestro hambre no construirán sus imperios. Como hemos dicho siempre, cárcel común perpetua y efectiva para todos los genocidas. No olvidamos, no perdonamos y no nos reconciliamos. Son 30000 y fue un genocidio”, cerraba la audiencia la doctora Pía Garralda.

A cada nombre de desaparecidos mencionado por las letradas, el público respondía a una sola voz : «¡Presente!»

 

La mujer que nació en un Falcon

La mujer que nació en un Falcon

Teresa Laborde, hija de Adriana Calvo, sobrevivió junto a su madre del Pozo de Banfield. Su historia se hizo famosa en el Juicio a las Juntas y ahora volvió a la Luz con el estreno de «Argentina 1985». ¿Qué opina de la película? Entrevista publicada el 2 de diciembre de 2022.

Teresa Laborde nació el 15 de abril de 1977 en la parte trasera de un Falcón mientras su mamá, Adriana Calvo, era trasladada por los militares al centro clandestino de detención Pozo de Banfield. El testimonio de esa situación por parte de su madre conmovió a todo el país, una vez más, tras el estreno de Argentina, 1985, la película dirigida por Santiago Mitre que relata el Juicio a las Juntas Militares. 

ANCCOM conversó con ella, que ahora tiene 45 años y continúa el legado de su madre en la lucha contra la impunidad y por la memoria, verdad y justicia. Luego de tanto tiempo, actualmente se está llevando a cabo el Juicio Brigadas donde se tratan los crímenes efectuados en los Pozos de Banfield, Quilmes y El Infierno; allí Teresa declaró como testigo. El juicio cuenta con 17 imputados y lo que se intenta determinar es qué ocurrió con 442 personas que hoy continúan desaparecidas.

 

Luego de la película, donde muchísima gente conoció tu historia, ¿sentiste una cierta responsabilidad de contarla en primera persona o más ganas de darla a conocer?

Sentí la responsabilidad de contar esta otra parte de la historia que por ahí no está reflejada en la película, fue una necesidad de decir que, en realidad, ese juicio no tuvo mucho de ejemplar. En mi casa y en mi familia los sobrevivientes lo tomaron así. Hubo absoluciones, hubo condenas muy flacas, de tres años, cuatro años, no se quiso juzgar a más. Mi mamá estaba muy indignada con esos asuntos. Fue un juicio que se vivió con mucho miedo, con terror porque había muchas amenazas, eso la peli sí lo muestra con el testigo que no quiere declarar porque dice que el que lo torturaba trabajaba de médico. En mi casa pasaba lo mismo, Bergés que era apropiador, torturador de embarazadas y ladrón de bebés, siguió ejerciendo, trabajaba en una clínica en Quilmes. De hecho, ahora está en prisión domiciliaria, estuvo en la cárcel, pero favor va, favor viene… Se arregló. De este lado se vivió como la puerta a la impunidad.

 

 

¿Qué le cambiarías o agregarías a la película Argentina, 1985?

Me parece que como toda película está hecha desde un punto de vista porque es ficción, no es un documental que te va a mostrar todas las aristas, todas las miradas del mismo suceso histórico. Es una película íntima, del fiscal y el fiscalito, de sus familias, cómo ellos atravesaron este juicio y ese es el enfoque. Creo que le agregaría un pantallazo de todo lo que fue la movilización popular para llegar a ese juicio. En las placas del final le daría una bajada histórica con una continuidad, pero no me lo hubiera bancado Amazon probablemente. A mi madre no se le hubiera ocurrido pararse a aplaudir a esos jueces. Esto igual la película lo dice cuando el hijo de Strassera le pregunta cómo le fue. Él le dice mal.

 

¿Cómo fue ver la imagen de tu mamá en la película? ¿Te quedaste conforme con cómo fue representada?

La vi con ojos amorosos, me pareció una buena decisión estética no imitarla, que Laura Paredes encuentre su Adriana Calvo, porque, así como mi mamá hubo muchas. Me gustó cómo lo hizo, que no agarrara el testimonio como lo hizo mi mamá sino las palabras y encuentre la suya. 

«Yo le preguntaba a mi mamá cómo hacía para no rendirse. Y ella me contestaba que los malos ganan si los buenos no hacemos nada para impedirlo.»

Teresa Laborde

Ahora estás participando como testigo en el Juicio Brigadas, ¿cómo se sigue luchando contra la impunidad después de tantos años?

Eso mismo yo le preguntaba a mi mamá cuando era más joven, cómo hacía, cómo no se rendía. Cómo podía cuando ellos tenían mucho, mucho poder. Ella me decía esta frase de que los malos ganan si los buenos no hacemos nada por impedirlo. Que estos eran malos malísimos y que los buenos buenísimos éramos muchos y muchas más y que si no iba a ser cada vez peor. La impunidad trae más impunidad. Yo digo siempre algo que decía mi mamá: los militares fueron el brazo armado de este plan sistemático que fue de exterminio, pero también económico. Los medios de comunicación fueron fundamentales. Nos estaba mirando el mundo, si hubieran salido esos testimonios de frente como ahora pudimos ver algunos ficcionados, imaginate, cómo hubieran podido hacer esas condenas tan paupérrimas. Deberían haber hecho un mejor desempeño, nadie se iba a creer además la Teoría de los Dos Demonios. Le quisieron hacer creer a la sociedad que hicieron todo este despliegue por las guerrillas armadas que en realidad ya estaban aniquiladas por la Triple A. Los (desaparecidos) de 1977 en adelante eran trabajadores, estudiantes, pero tenían que justificar con ese falso demonio. A mí me salvaron la vida tres militantes del PRT-ERP, las compañeras de cautiverio de mi mamá, Marina Santucho, Cristina Navajas de Santucho y Alicia D´Ambra. Las “subversivas” eran las que le levantaban el ánimo a las demás, las que le daban el plato de comida a mi mamá cuando llegaba cada tres días, las que armaron esa muralla para que no me lleven y no me envenenen. Ellos le querían hacer creer a la gente que eso era el demonio. Entonces tengo esa responsabilidad, cómo no la voy a tener, cómo no voy a salir a reivindicar a las tres mujeres que hicieron que yo no perdiera la identidad y a todas las demás mujeres que no están porque como mi mamá hubo cientas. Por algo seguimos buscando 300 nietos y nietas.

 

¿Cómo ves a las nuevas generaciones en términos de la memoria? 

Este plan sistemático económico y de exterminio, el Plan Cóndor, a lo que vino es justamente a quebrar nuestra empatía y a instalar la cultura del “no te metas”, de para qué te vas a meter si no podés cambiar nada. Eso fue lo que me atravesó a mí como juventud. Yo creo que esta película vino a remover esta cuestión. Antes por ahí no les interesaba el 24 de marzo, los desaparecidos, el pañuelo blanco, les parecía aburrido. Ahora les interesa. Por eso me pone tan contenta cuando me llaman, me preguntan. Esta peli vino a despertar una curiosidad sobre un pasado reciente que me parece maravilloso. Antes de que saliera igual creo que hay mucha juventud y mucha gente resistiendo en distintos lugares. Me parece que sí hay jóvenes comprometidos, que se están involucrando. A través de los celulares nos hacen llegar noticias que no van a salir en los medios de comunicación. Estamos llegando a una época del fin de la apatía. Tengo fe y esperanza en la juventud motora.