«Justicia ambiental es justicia social»

«Justicia ambiental es justicia social»

Convocada por organizaciones ambientalistas de la juventud, una multitud marchó desde Plaza de Mayo hasta Congreso, con reclamos muy concretos contra las actividades que dañan el ambiente y la salud. 

Mientras el sol busca salir de entre las pesadas nubes grises de la ciudad, las organizaciones juveniles estiran sus banderas en el piso de la Plaza de Mayo. Federico camina a través del parque para saludar a su compañera Stephi. En el ínterin en que organizaban la posición de las banderas, miran a sus costados, expectantes por el desarrollo de la marcha. Federico ya tiene más de tres años marchando, pero varias chicas y chicos como él salen a las calles por primera vez en esta jornada, lo cual se deja ver en el rostro inquieto, incómodo e inexperto de jóvenes de entre 17 y 22 años. “No hay color, solo las banderas y algún que otro cartel”, dice un fotógrafo cercano a los 50 años de edad, alejado del conjunto que sigue aumentando minuto a minuto.

Se escuchan los tambores de las organizaciones sociales y de los partidos políticos que llegan por las diferentes calles. Se levantan las banderas y los carteles y en el medio aparece la barredora que abre la marcha con la frase “Justicia ambiental es justicia social”. Las miradas se tranquilizan y los nervios se van de los rostros. Las cámaras corren hacia adelante para retratar los carteles y banderas que con lemas varios comienzan a colorear la columna que está por salir hacia el Congreso. Se leen frases como: “Mirá: acá está la juventud”; “El dólar no se bebe”; “El colapso va a llegar antes que mi título”. Y, al mismo tiempo, se alzan reclamos puntuales como:  “Ley de Acceso a la Tierra YA”, “Mar Libre de Petroleras”, “Ley de Humedales YA”, entre otros.

“Ni la naturaleza, ni nuestros cuerpos son territorio de conquista”, dice Ariana Krochik, militante de Consciente Colectivo, parada a un costado de la columna que, con música y pogo, avanza por Av. de Mayo. Explica que la crisis climática no impacta en todo el mundo por igual y que los países del sur se ven afectados no solo por las consecuencias generales, sino también por un contexto de desigualdad económica estructural. Históricamente el norte global desarrolló sus economías utilizando los territorios y bienes comunes ambientales del sur, y son también los mayores emisores de gases de efecto invernadero a nivel mundial. “Exigimos que se cumpla el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas, que implica que los Estados que más han contaminado y beneficiado de la destrucción ecológica, sean quienes inviertan en la transición de otros países.”

Entre la fiesta de diez cuadras de largo, con redoblante y bombos se escucha el agite por la Ley de Humedales. “Ole ole ole, ole ole ola, Ley de Humedales queremos ya. Y que a las islas se las dejen de quemar”. Desde el 2013 fueron tres los proyectos de ley presentados en el Congreso que perdieron estado parlamentario y este año se promete que el proyecto presentado por el diputado Leo Grosso, apoyado por las organizaciones sociales y científicas, pase a tratarse en la Cámara de Diputados. 

“Venimos a defender y generar conciencia, y me alegro que haya tanta juventud.  Eso es lo más importante. Ellos son el presente y el futuro de la patria. Nosotros tenemos que salir y apoyarlos a ellos en esta iniciativa que ya desde hace tiempo se debía hacer. El planeta, cuanto más lo dañamos, más arruina al humano. Se está enojando la tierra y nosotros tenemos que cuidarla”, dice Teresa, de 72 años, mientras avanza con paso seguro y con ímpetu rodeada de jóvenes, fiesta y militancia, levantando su cartel de “Hay más plásticos que sentido común”. 

El tractor lleno de verduras, frutas y flores de la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) abre las aguas de cemento y ciudad mientras avanza detrás de las organizaciones juveniles. “El impulso de la agroecología para una soberanía alimentaria” es una de las consignas con las que se convocó a la movilización y que la UTT trabaja desde hace años.

Ya en el Congreso, previo a escuchar a las y los diez oradores que van a estar dando su discurso, Stephanie Cabovianco de Climate Save Argentina, con ayuda de sus compañeras y compañeros, colgaba su bandera en las rejas del Congreso que decía: “Por un sistema alimentario justo, saludable y sostenible”, ella clara que esta consigna es para las personas, el ambiente y los animales”.

Entre las y los oradores ubicados en el escenario frente al Congreso, solo se ven caras jóvenes. Rodeándolos están las organizaciones y partidos amuchados. “El ambientalismo es una bandera que le pertenece por definición a las grandes mayorías”, grita Mercedes Pombo de Jóvenes por el Clima, con una contextura pequeña y un grito gigante. Federico Pellegrino de Eco House, acompaña el sentimiento y en su discurso reivindica “la politización de nuestros dolores individuales” como la única herramienta que tenemos para sacarle el poder a los de arriba y distribuirlo en toda la sociedad. “Si la historia argentina algo nos ha demostrado es que el pueblo organizado puede transformar su presente y su futuro y no hay lobby ni poder concentrado que pueda frenar eso”, dice Mijael Kaufman de Consciente Colectivo.

A las ocho y media de la noche, algunas personas ya retornan para sus casas y otras se quedan bailando al ritmo de la música que todavía envuelve al Congreso de la Nación.

«Hoy la justicia climática se equipara con la justicia social»

«Hoy la justicia climática se equipara con la justicia social»

A los 22 años, la tucumana Nina Sosnitsky, militante de Jóvenes por el Clima, viajó a Glasgow para participar de la COP 26, organizada por Naciones Unidas. Aquí cuenta cómo fue su experiencia.

Frente a la actual discusión sobre los proyectos de carácter medioambiental como la Ley de Humedales, la Ley de Envases y la Ley de Acceso a la Tierra, y a la reciente aprobación de la construcción de torres en Costa Salguero y Costanera Sur; ANCCOM habló con Nina Sosnitsky. militante de Jóvenes por el Clima que, con tan solo 22 años, representó a la Argentina en la vigésimo sexta Conferencia de Partes (COP26) de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en Glasgow, donde se materializó la reglamentación del Acuerdo de París.

Nacida en Tucumán, siempre sintió sensibilidad por lo social y una conexión con la naturaleza. Influenciada por la movilización iniciada por Greta Thunberg, “Fridays For Future”, que se expandía por todo el mundo y por el documental Before the Flood de Leonardo Di Caprio, comenzó en 2019 a manifestarse en defensa del ambiente junto a una amiga y otros jóvenes de la provincia.

Cuando viajó a la Capital Federal para estudiar Comunicación Social, se unió a Jóvenes por el Clima Argentina pero no tardó en cuestionar que la organización existiera solo en la Provincia de Buenos Aires. Así, empezó un proceso de federalización del movimiento, que actualmente integra más de quince ciudades y provincias.

Por causa de la pandemia, regresó a su ciudad natal para estudiar cine en la Universidad Nacional de Tucumán y fundar Jóvenes por el Clima Tucumán. Allí realiza marchas, movilizaciones y festivales con el objetivo de hacer presión en las calles y articular el diálogo con dirigentes políticos. A pesar de que las medidas sanitarias dificultaron la militancia en territorios, aprovechó las redes sociales para comunicar sobre estas problemáticas.

“En Tucumán estamos yendo a Colonia Chazal, que está conformada hace 115 años y hace aproximadamente 20 años hicieron el country más grande de la provincia sobre la comunidad. Actualmente, sus habitantes no tienen acceso al agua potable porque se agotan las bombas para que la gente country tome agua. Es una situación horrible, quedó la Colonia dividida en dos y la construcción en el medio. Nuestra perspectiva es entender que el cambio tiene que ser desde las bases y con las bases, quienes son los sectores más vulnerables y que más sufren las consecuencias del cambio climático y de este sistema que tiene una falla tras otra”, comenta Sosnitsky.

¿Cómo fue la experiencia de participar de la Conferencia de Partes sobre el Cambio Climático?

Todavía sigo aterrizando. Siento que fue muy contrastante, porque por un lado se llegaron a acuerdos y resoluciones, pero fueron básicos comparando la escala o el nivel de la crisis que estamos atravesando como humanidad. Por un lado, conocer a jóvenes de todas partes del mundo que hacen lo mismo que yo en Tucumán fue muy emotivo. Compartimos espacios en las calles con gente de todos los continentes. En un momento estábamos cantando en la calle de Escocia “El pueblo unido jamás será vencido” con compañeros de Latinoamérica; eso nos ha dado muchas herramientas de empoderamiento para poder seguir avanzando. Es una lucha que te interpela mucho emocionalmente, cuanto más te vas metiendo más te vas dando cuenta de las fallas de este sistema. No es fácil, pero tenemos compañía, apoyo y construimos red entre nosotres para seguir avanzando.Es una sensación de esperanza, pero a la vez de desesperanza. Argentina firmó un par de acuerdos para reducir el metano hasta el 2030, que es uno de los gases de efecto invernadero más contaminantes, y para eliminar la deforestación en la próxima década. Pero si no hay un respaldo regulatorio que materialice eso queda solo en un videíto de un discurso o en un papel con una firma. Es importante de ahora en más que las pocas cosas que se decidieron a nivel internacional, se puedan materializar.

¿Hay algo que particularmente destaques del evento?

Algo que se me viene a la mente es haberme encontrado con compañeres sur global. Porque nuestra lógica también hace entender que el norte es el responsable en términos humanos y ecológicos de la desidia que hay en el sur. Entonces haberme encontrado con compañeres de sur global fue muy bueno porque pudimos intercambiar realidades diferentes. Hablar con compañeres de África era muy movilizante. Todos somos del sur global pero acá la mayoría somos pibis de clase media o clase media baja que somos conscientes de nuestro privilegio y accionamos desde ese lugar como un puente con los sectores más vulnerados. Pero la gente de Nigeria contaba que hay una sequía tal que hay animales muertos en la calle. Y uno piensa: ¿y la gente? La gente en África se está muriendo de hambre y de sed. Sumado a que no pueden ser activistas libremente porque hay represión por parte de los gobiernos. La experiencia nos ayudó a entender que dentro del sur también hay diferencias y fue interesante conocerlas un poquito más al menos.

¿Por qué crees que este movimiento medioambiental es tan fuerte con los jóvenes?

Los jóvenes de hoy somos parte de una nueva generación que viene a cuestionar un montón de cosas. Estamos viendo cómo los platos se están rompiendo y no queremos ver cómo eso pasa en nuestras caras. Queremos arreglarlos ahora porque el futuro es nuestro, pero también el presente. Porque los sectores más vulnerables están siendo afectados ahora. En Tucumán ahora hay un montón de sequía, pero en el verano va a haber seguidilla de inundaciones. ¿Qué pasa con la gente de las villas en las inundaciones? Aumenta la temperatura global, aumentan las catástrofes ambientales y el impacto es mayor en esos sectores. Nuestro rol como juventud es resignificar el ecologismo. Antes el ecologismo estaba vinculado con algo careta o con una preocupación superficial, como la extinción de especies.  Pero en realidad no solo se trata de eso, sino de Derechos Humanos. Se trata de justicia social. Nuestro rol es resignificar el ecologismo trayendo de la mano esta nueva perspectiva que equipara la justicia climática con la justicia social.

Antes el ecologismo estaba vinculado con algo careta o con una preocupación superficial, como la extinción de especies.  Pero en realidad no solo se trata de eso, sino de Derechos Humanos.

Nina Sosnitsky

¿Cómo percibis la diferencia entre CABA y las provincias en materia medioambiental?

Tenemos que entender que la crisis climática nos afecta a todes pero no a todes por igual. Los sectores periurbanos, los sectores rurales, los pueblos originarios, les pibis de las villas quienes más van a sufrir las consecuencias a lo ancho y largo del país. Pero también es verdad que hay un porteñocentrismo que hay que romper. Al estar el Congreso de la Nación en Capital Federal mis compañeres de Buenos Aires tienen un privilegio, que saben utilizar de una manera muy positiva porque son escuchados. Se toman un subte y llegan al Congreso, a sentarse a hablar con un político. A la vez, creo que el cambio no solo se tiene que dar solo en términos de políticas públicas porque pasa muchas veces de leyes se cajonean o no tienen un respaldo para materializarlas concretamente. Entonces, el cambio tiene que ser un trabajo de hormiguita, local, federal y articulado, en conjunto. Sin dudas, en el mal llamado “interior” hay en términos ambientales mucha más desidia y muchos más casos que en Buenos Aires, sin menospreciar lo que pasa en cada provincia. Cualquier problema es un problema y hay que tratarlo como tal. Pero en términos del sistema extractivista, tenemos hidrocarburos en la Patagonia, megaminería en Catamarca, San Juan, Chubut, Neuquén. Hay problemas que se dan a lo largo y ancho del país. Por eso, la gente que vive en Buenos Aires tiene que salir de la perspectiva de su provincia y replantearse qué es lo que sucede en toda la Argentina.

¿Qué temas debemos afrontar en Argentina en el futuro?

Al ser Argentina un país donde predomina la industria agroganadera, hay que cambiar un montón de paradigmas. Uno es pensar una transición hacia un sistema agroecológico incluyendo a trabajadores de la tierra que producen sin agrotóxicos, sin el agronegocio. Siendo argentina el país que más glifosato aplica per cápita, si nos hacemos estudios en la sangre todos tenemos una porción de glifosato en nuestro cuerpo.  De a poco se va hablando más de la Ley de Acceso a la Tierra. Pensar en una transición energética y una Ley de Delito Ambiental. Hay que hablar de los cinco mil basurales a cielo abierto que tenemos en nuestro país, por eso la Ley de Envases es muy importante. El tema de la megaminería y los hidrocarburos, los pueblos originarios. Por donde lo veas hay algo para hacer y esperemos que se pueda materializar políticas de protección, que regularicen y controlen el accionar de cada uno, protegiendo los Derechos Humanos.

«Hoy la justicia climática se equipara con la justicia social»

«Hoy la justicia climática se equipara con la justicia social»

A los 22 años, la tucumana Nina Sosnitsky, militante de Jóvenes por el Clima, viajó a Glasgow para participar de la COP 26, organizada por Naciones Unidas. Aquí cuenta cómo fue su experiencia.

Frente a la actual discusión sobre los proyectos de carácter medioambiental como la Ley de Humedales, la Ley de Envases y la Ley de Acceso a la Tierra, y a la reciente aprobación de la construcción de torres en Costa Salguero y Costanera Sur; ANCCOM habló con Nina Sosnitsky. militante de Jóvenes por el Clima que, con tan solo 22 años, representó a la Argentina en la vigésimo sexta Conferencia de Partes (COP26) de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en Glasgow, donde se materializó la reglamentación del Acuerdo de París.

Nacida en Tucumán, siempre sintió sensibilidad por lo social y una conexión con la naturaleza. Influenciada por la movilización iniciada por Greta Thunberg, “Fridays For Future”, que se expandía por todo el mundo y por el documental Before the Flood de Leonardo Di Caprio, comenzó en 2019 a manifestarse en defensa del ambiente junto a una amiga y otros jóvenes de la provincia.

Cuando viajó a la Capital Federal para estudiar Comunicación Social, se unió a Jóvenes por el Clima Argentina pero no tardó en cuestionar que la organización existiera solo en la Provincia de Buenos Aires. Así, empezó un proceso de federalización del movimiento, que actualmente integra más de quince ciudades y provincias.

Por causa de la pandemia, regresó a su ciudad natal para estudiar cine en la Universidad Nacional de Tucumán y fundar Jóvenes por el Clima Tucumán. Allí realiza marchas, movilizaciones y festivales con el objetivo de hacer presión en las calles y articular el diálogo con dirigentes políticos. A pesar de que las medidas sanitarias dificultaron la militancia en territorios, aprovechó las redes sociales para comunicar sobre estas problemáticas.

“En Tucumán estamos yendo a Colonia Chazal, que está conformada hace 115 años y hace aproximadamente 20 años hicieron el country más grande de la provincia sobre la comunidad. Actualmente, sus habitantes no tienen acceso al agua potable porque se agotan las bombas para que la gente country tome agua. Es una situación horrible, quedó la Colonia dividida en dos y la construcción en el medio. Nuestra perspectiva es entender que el cambio tiene que ser desde las bases y con las bases, quienes son los sectores más vulnerables y que más sufren las consecuencias del cambio climático y de este sistema que tiene una falla tras otra”, comenta Sosnitsky.

¿Cómo fue la experiencia de participar de la Conferencia de Partes sobre el Cambio Climático?

Todavía sigo aterrizando. Siento que fue muy contrastante, porque por un lado se llegaron a acuerdos y resoluciones, pero fueron básicos comparando la escala o el nivel de la crisis que estamos atravesando como humanidad. Por un lado, conocer a jóvenes de todas partes del mundo que hacen lo mismo que yo en Tucumán fue muy emotivo. Compartimos espacios en las calles con gente de todos los continentes. En un momento estábamos cantando en la calle de Escocia “El pueblo unido jamás será vencido” con compañeros de Latinoamérica; eso nos ha dado muchas herramientas de empoderamiento para poder seguir avanzando. Es una lucha que te interpela mucho emocionalmente, cuanto más te vas metiendo más te vas dando cuenta de las fallas de este sistema. No es fácil, pero tenemos compañía, apoyo y construimos red entre nosotres para seguir avanzando.Es una sensación de esperanza, pero a la vez de desesperanza. Argentina firmó un par de acuerdos para reducir el metano hasta el 2030, que es uno de los gases de efecto invernadero más contaminantes, y para eliminar la deforestación en la próxima década. Pero si no hay un respaldo regulatorio que materialice eso queda solo en un videíto de un discurso o en un papel con una firma. Es importante de ahora en más que las pocas cosas que se decidieron a nivel internacional, se puedan materializar.

¿Hay algo que particularmente destaques del evento?

Algo que se me viene a la mente es haberme encontrado con compañeres sur global. Porque nuestra lógica también hace entender que el norte es el responsable en términos humanos y ecológicos de la desidia que hay en el sur. Entonces haberme encontrado con compañeres de sur global fue muy bueno porque pudimos intercambiar realidades diferentes. Hablar con compañeres de África era muy movilizante. Todos somos del sur global pero acá la mayoría somos pibis de clase media o clase media baja que somos conscientes de nuestro privilegio y accionamos desde ese lugar como un puente con los sectores más vulnerados. Pero la gente de Nigeria contaba que hay una sequía tal que hay animales muertos en la calle. Y uno piensa: ¿y la gente? La gente en África se está muriendo de hambre y de sed. Sumado a que no pueden ser activistas libremente porque hay represión por parte de los gobiernos. La experiencia nos ayudó a entender que dentro del sur también hay diferencias y fue interesante conocerlas un poquito más al menos.

¿Por qué crees que este movimiento medioambiental es tan fuerte con los jóvenes?

Los jóvenes de hoy somos parte de una nueva generación que viene a cuestionar un montón de cosas. Estamos viendo cómo los platos se están rompiendo y no queremos ver cómo eso pasa en nuestras caras. Queremos arreglarlos ahora porque el futuro es nuestro, pero también el presente. Porque los sectores más vulnerables están siendo afectados ahora. En Tucumán ahora hay un montón de sequía, pero en el verano va a haber seguidilla de inundaciones. ¿Qué pasa con la gente de las villas en las inundaciones? Aumenta la temperatura global, aumentan las catástrofes ambientales y el impacto es mayor en esos sectores. Nuestro rol como juventud es resignificar el ecologismo. Antes el ecologismo estaba vinculado con algo careta o con una preocupación superficial, como la extinción de especies.  Pero en realidad no solo se trata de eso, sino de Derechos Humanos. Se trata de justicia social. Nuestro rol es resignificar el ecologismo trayendo de la mano esta nueva perspectiva que equipara la justicia climática con la justicia social.

Antes el ecologismo estaba vinculado con algo careta o con una preocupación superficial, como la extinción de especies.  Pero en realidad no solo se trata de eso, sino de Derechos Humanos.

Nina Sosnitsky

¿Cómo percibis la diferencia entre CABA y las provincias en materia medioambiental?

Tenemos que entender que la crisis climática nos afecta a todes pero no a todes por igual. Los sectores periurbanos, los sectores rurales, los pueblos originarios, les pibis de las villas quienes más van a sufrir las consecuencias a lo ancho y largo del país. Pero también es verdad que hay un porteñocentrismo que hay que romper. Al estar el Congreso de la Nación en Capital Federal mis compañeres de Buenos Aires tienen un privilegio, que saben utilizar de una manera muy positiva porque son escuchados. Se toman un subte y llegan al Congreso, a sentarse a hablar con un político. A la vez, creo que el cambio no solo se tiene que dar solo en términos de políticas públicas porque pasa muchas veces de leyes se cajonean o no tienen un respaldo para materializarlas concretamente. Entonces, el cambio tiene que ser un trabajo de hormiguita, local, federal y articulado, en conjunto. Sin dudas, en el mal llamado “interior” hay en términos ambientales mucha más desidia y muchos más casos que en Buenos Aires, sin menospreciar lo que pasa en cada provincia. Cualquier problema es un problema y hay que tratarlo como tal. Pero en términos del sistema extractivista, tenemos hidrocarburos en la Patagonia, megaminería en Catamarca, San Juan, Chubut, Neuquén. Hay problemas que se dan a lo largo y ancho del país. Por eso, la gente que vive en Buenos Aires tiene que salir de la perspectiva de su provincia y replantearse qué es lo que sucede en toda la Argentina.

¿Qué temas debemos afrontar en Argentina en el futuro?

Al ser Argentina un país donde predomina la industria agroganadera, hay que cambiar un montón de paradigmas. Uno es pensar una transición hacia un sistema agroecológico incluyendo a trabajadores de la tierra que producen sin agrotóxicos, sin el agronegocio. Siendo argentina el país que más glifosato aplica per cápita, si nos hacemos estudios en la sangre todos tenemos una porción de glifosato en nuestro cuerpo.  De a poco se va hablando más de la Ley de Acceso a la Tierra. Pensar en una transición energética y una Ley de Delito Ambiental. Hay que hablar de los cinco mil basurales a cielo abierto que tenemos en nuestro país, por eso la Ley de Envases es muy importante. El tema de la megaminería y los hidrocarburos, los pueblos originarios. Por donde lo veas hay algo para hacer y esperemos que se pueda materializar políticas de protección, que regularicen y controlen el accionar de cada uno, protegiendo los Derechos Humanos.

Derechos ambientales y también humanos

Derechos ambientales y también humanos

Tras ocho años de trabajo y negociaciones, el pasado 22 de abril entró en vigencia el Acuerdo de Escazú, instrumento jurídico pionero en materia de protección ambiental en la región. El documento se organiza a partir del reconocimiento de tres derechos básicos: a la información ambiental; a participar en la toma de decisiones que afectan a la vida de una comunidad y su entorno; y el derecho a acceder a la Justicia cuando los derechos ambientales que afecten la salud de esa comunidad son vulnerados.

Pero su dimensión más novedosa, según la diputada nacional por el Frente de Todos Daniela Vilar, es que Escazú “es el primer acuerdo en el mundo en contener disposiciones referidas al reconocimiento y protección de las personas defensoras de derechos humanos ambientales”. Esto lo convierte no sólo en un tratado de derecho ambiental sino también en un instrumento para la defensa de los Derechos Humanos. 

“El Acuerdo de Escazú abre una oportunidad para empezar a pensar, con todos los sectores, una agenda ambiental que esté a tono con una coyuntura en la que el cambio climático es una realidad y las consecuencias del deterioro del planeta son evidentes” explica Vilar. 

En la Cámara de Diputados se sigue trabajando en línea con el Acuerdo de Escazú, a partir del lanzamiento del Foro Legislativo Ambiental. Constituye un espacio de encuentro entre legisladores y organizaciones ambientales, territoriales, militancias, expertos y diversos actores de todo el país para poner a discusión, bajo el paradigma de Gobierno Abierto, los desafíos que se tienen por delante desde el ambientalismo popular. 

Es un dispositivo de participación inédito en la Cámara de Diputados, que tiene como objetivo la discusión pública orientada a la cocreación de proyectos de ley -declara Vilar-. Se trabajará sobre la base de las propuestas y su objetivo será producir finalmente proyectos en condiciones de ser presentados en comisión.”

La lucha por delante

La problemática ambiental toma cada vez más espacio y relevancia pública y la militancia ambiental transformadora le hace frente a los intereses concentrados que sostienen un modelo de acumulación asimétrico y desigual. El Acuerdo contribuye a la protección y preservación de los derechos básicos de quienes hoy están dando esas disputas, pero es un brazo más y no la cara de la alternativa. 

Bruno Rodríguez forma parte de Jóvenes por el Clima – Argentina, una organización ambiental que milita desde 2019 a partir de las movilizaciones juveniles originalmente encolumnadas tras la figura de la activista sueca Greta Thunberg.

“El acuerdo es una herramienta que nos brinda una serie de beneficios importantes en términos legales -afirma Rodríguez- pero de ninguna manera puede representar en la conciencia de los defensores ambientales una solución contundente frente a la crisis que nos azota”. 

Desde Jóvenes por el Clima se trabaja la posibilidad de un plan de desarrollo económico integral que se basa en la diversificación productiva contra el avasallamiento de derechos a partir del avance extractivista que se relaciona con la profundización de las desigualdades sociales y el ensanchamiento de las brechas económicas.

“No es congruente afirmar que a mayor niveles de extractivismo, mayor va a ser el progreso o el desarrollo en el territorio -asegura Rodríguez-. Apuntamos a una economía formal que contemple los límites geofísicos de nuestro planeta, de nuestro territorio y que respete los derechos naturales de nuestros ecosistemas”. 

“Cuando nos tocan Andalgalá, el pueblo se levanta” 

“Mientras estamos conversando en nuestro cerro, en la cuenca alta de nuestro río están perforando los suelos.” Cuenta contundente Ana Chayle, habitante de Andalgalá y miembro activo de la Asamblea El Algarrobo.

Tal como relató ANCCOM, en los últimos días la resistencia de los pobladores en contra del proyecto megaminero sufrió amedrentamientos que tuvo como resultado el detenimiento de once asambleístas, liberados tras 14 días. La resistencia contra la megaminería en este pueblo de Catamarca tiene más de 20 años y durante los últimos 11 años la Asamblea El Algarrobo ha interpuesto numerosas presentaciones judiciales que duermen en los despachos. 

El acuerdo de Escazú, entre otras cosas, reconoce el derecho a participar activamente en la defensa del ambiente -explica Chayle-. Esperamos que se respete pero por la historia de esta lucha, yo tengo serias dudas de que lo haga”

El yacimiento minero ubicado en este pueblo se denomina Agua Rica, y está ubicado a 17 kilómetros de la población en la cuenca alta del río Andalgalá que abastece de agua a la comunidad. Pero además está ubicado en la zona glaciar y periglaciar. Su exploración y explotación significa directamente la desaparición del pueblo.

“Necesitamos que la Justicia actúe ya, cuando se trata de defender un bien común como es el agua, como es el derecho a un ambiente sano es lenta, eterna -dice Chayle-. En cambio cuando tiene que defender bienes económicos de empresas transnacionales la Justicia actúa con una velocidad inusitada”. 

Una encuesta arroja que el 85% de los habitantes de Andalgalá prefiere vivir en un ambiente sano por sobre el bien económico. Los habitantes exigen respeto y ser escuchados, el mandato popular es “No a la megaminería”. 

“El día que la justicia abra el expediente para ver qué pedía el pueblo de Andalgalá -concluye Chayle- va a ser muy tarde”.

Se viene la Ley de Educación Ambiental Integral

Se viene la Ley de Educación Ambiental Integral

 

Con 215 votos afirmativos, 7 negativos y 18 abstenciones, la Cámara de Diputados de la Nación aprobó el pasado 27 de marzo el proyecto de Ley de Educación Ambiental Integral y lo giró al Senado. La iniciativa tiene como objetivo promover la educación ambiental e incorporar, en cumplimiento de la legislación vigente, los nuevos paradigmas de la sostenibilidad a la educación formal y no formal.  “La toma de conciencia, el cambio de las acciones individuales y su impacto en lo colectivo es hacia donde se orienta la ley”, explica Cristina Ruiz del Ferrier, titular de la Subsecretaría Interjurisdiccional e Interinstitucional del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible.

“Por primera vez en la historia de la Argentina vamos a tener a las cuestiones ambientales en las currículas escolares. Ponemos a la educación como herramienta para generar conciencia e involucrar a toda la sociedad en el cuidado del ambiente. Esto es una política pública inédita en nuestro país”, sostiene Leonardo Grosso, diputado y presidente de la Comisión de Recursos Naturales y Conservación del Ambiente Humano en el Congreso.

Si bien en Argentina ya existen la Ley de Educación Nacional N° 26206 y la Ley General de Ambiente N° 25675 que reconocen el derecho a la educación ambiental, no hay una norma que permita una implementación articulada en todo el país. El actual proyecto busca garantizar que se instrumente y se aplique. Por eso, propone una Estrategia Nacional de Educación Ambiental (ENEA) como herramienta de planificación, coordinada entre el Ministerio de Ambiente y el de Educación.

«Ponemos a la educación como herramienta para involucrar a toda la sociedad en el cuidado del ambiente», dice Grosso.

También dispone la incorporación del Artículo 92 a la Ley Educación Nacional que establecería “la toma de conciencia de la importancia del ambiente, la biodiversidad y los recursos naturales, su respeto, conservación, preservación y prevención de los daños” como contenido curricular común a todas las jurisdicciones. Además, declara el 5 de junio como el Día Mundial del Ambiente, en el cual cada provincia deberá “promover una acción comunitaria en la que se fomente el ‘Compromiso Ambiental Intergeneracional’”.

“Se busca lograr una integralidad que genere conocimiento y conciencia para hacerle frente a una las problemáticas más grandes de la humanidad. La depredación del planeta es escandalosa. No tenemos otro, éste es el único. Y de a poco la humanidad lo está comprendiendo. Estamos llegamos tarde, pero nuestro Gobierno asumió el compromiso y durante 2020 y 2021 tenemos una política ambiental fuerte, con la esperanza de lograr cambios significativos en los resultados y en la conciencia”, afirma Grosso.

La educación ambiental se vuelve prioritaria en un contexto de disputa de los recursos naturales y en el que, según Ruiz del Ferrier, “la pandemia puso en evidencia algo que ya se vislumbraba: debemos cambiar nuestra manera de vincularnos con la naturaleza”.

La Ley de Educación Ambiental Integral ya tiene media sanción de Diputados. Ahora la tratará el Senado.

Martín Vainstein, coordinador nacional de la organización Climate Save Argentina, destaca que están contentos, pero no conformes, con el proyecto presentado. La primera crítica apunta al Artículo 4, que describe los objetivos del Programa Nacional de Educación Ambiental. “En todo el texto se habla de fomentar el desarrollo sustentable pero no se lo define, dando espacio a una zona gris en la que todo puede pasar”, advierte.

El segundo señalamiento es que “el desbalance especista se mantiene”, en tanto no contempla la relación con los animales. “Consideramos que su trato en el marco de la ley sería idóneo por su intrínseco correlato con la relación entre humanos y naturaleza”, declara Vainstein.

Por último, Vainstein expresa su desconfianza hacia la ENEA: “La creación de aún más espacios, donde interactúan distintas instituciones estatales, ralentiza el proceso de implementación”, opina.

A diferencia de Climate Save Argentina, desde Jóvenes por el Clima se manifiestan muy conformes con el proyecto. “Está buenísima la articulación que plantea entre el Ministerio de Educación, de Ambiente y el Consejo Federal de Medio Ambiente. Por otro lado, quiero destacar que la educación ambiental está contemplada en el Artículo 41 de la Constitución Nacional, en la Ley General de Ambiente, así como también en tratados y pactos internacionales. Por lo tanto, es una deuda que teníamos”, remarca la activista Luciana de la Serna.

En tal sentido, Ruiz del Ferrier admite que esta política es una demanda de larga data: “Hace muchos años que desde diferentes sectores se reclama esta ley. La sociedad civil, la academia, los gobiernos locales, todos desarrollan programas de educación ambiental. Pero la existencia de un marco normativo que permita poner en marcha la implementación de una Estrategia Nacional de Educación Ambiental trae la posibilidad de orientar las acciones hacia un mismo objetivo: una Argentina sostenible, lo que significa un presente y un futuro posible para las generaciones por venir”.

La ley establece, además, que cada 5 de junio, Día Mundial del Ambiente, cada provincia deberá “promover una acción comunitaria en la que se fomente el «Compromiso Ambiental Intergeneracional”.

El proyecto de ley fue presentado en el Parlamento por iniciativa del Poder Ejecutivo, lo cual para de la Serna “da cuenta de una toma de conciencia por parte del Gobierno y de una voluntad política de hacerse cargo y hacer algo sobre las problemáticas ambientales: es algo para celebrar”, dice, y también lo es la participación ciudadana que “está implicada y fomentada en esta ley porque su intervención es fundamental en el derecho y en la política ambiental”.

“Muchas cosas que se trabajan en el día a día que están contempladas, como los múltiples cruces entre ecología, sociedad, economía, política y cultura”, reconoce Vainstein, aunque señala que “el Estado es quien debería garantizar el derecho a un ambiente sano y sin embargo es el principal responsable de la creación de vidas y territorios de sacrificio. En el proyecto no hay ninguna mención explícita a su rol en la depredación actual de la mano de los extractivismos, del agronegocio, la ganadería industrial y la extracción de combustibles fósiles”. Y concluye que “si bien hubo apoyo ciudadano, no hubo una alta participación”.

La funcionaria Ruiz de Ferrier habla de una toma de conciencia del Estado frente a las problemáticas ambientales ya que “no hay un planeta B”. “El Gobierno argentino comprendió la necesidad de avanzar en estos temas. Por eso, rejerarquizó la exsecretaría en Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible”, indica.

Aparte de este proyecto, “el Congreso sancionó a fin del año pasado la Ley Yolanda, que obliga a la capacitación en temas ambientales a todos los agentes de la administración pública nacional, de los tres poderes del Estado. Del mismo modo, Argentina ratificó su vinculación con el Acuerdo de Escazú, que es el primer tratado regional sobre el acceso a la información, la participación pública y el acceso a la justicia en asuntos ambientales”, enumera Ruiz del Ferrier.

Pese a las discrepancias ideológicas y acerca del contenido, la necesidad de que la educación ambiental sea ley resulta indiscutible por los diferentes sectores. “Es imposible oponerse a una política pública de esta magnitud, por lo tanto, considero que la aprobación no corre ningún riesgo y en pocos días tendremos la ley”, asegura el diputado Grosso.