Cuando la comunicación es cooperativa

Cuando la comunicación es cooperativa

El periodista y docente Washington Uranga integra la cooperativa de comunicación Huvaiti, que brinda servicios a organizaciones de la economía popular. ¿Por qué hace falta comunicar profesionalmente en esos sectores? Las tensiones entre el trabajo y la militancia.

“Huvaiti es un proyecto integrado por personas preocupadas por las cuestiones sociales, la política, la comunicación y los derechos humanos, que decidieron organizarse con la convicción de la importancia del trabajo asociado y con el propósito de generar alternativas y propuestas para la comunidad, desde una perspectiva integral de derechos e intentando contribuir a la mejor calidad de vida”, dice la carta de presentación de la Cooperativa de Trabajo para la Comunicación y el Desarrollo de la Economía Social y la Cultura Popular, Huvaiti. En criollo, una cooperativa que lo que  produce son servicios de comunicación para la comunidad inserta en la economía popular.

En un pequeño local de la calle Moreno, ubicado en el barrio porteño de Monserrat, está el almacén de “Alimentos Cooperativos”, que funciona como sede de encuentro para las y los trabajadores de la Cooperativa Huvaiti. Pero, ¿quiénes son las trabajadoras y trabajadores de Huvaiti?

“Somos un grupo de amigos -dijo Washington Uranga, presidente de la Cooperativa-. Nos encontramos algunos en la facultad, otros en la militancia, pero todos en la búsqueda de una propuesta de comunicación en la que nosotros y nosotras nos sintamos contentos y felices.Esto es algo que ni el mercado ni el Estado nos estaban ofreciendo. Te ofrecen trabajos profesionales que no terminan de satisfacer lo que nosotros tenemos en la cabeza y en el corazón respecto de lo que es la comunicación. De alguna manera lo que hicimos fue comenzar a fabricar una propuesta que nos representara. En principio hicimos cosas juntos y juntas y después decidimos de alguna manera institucionalizarlo. Pensamos diferentes formas organizativas y finalmente llegamos a la conclusión de que esto era una cooperativa de trabajo, porque lo que sumamos es eso, nuestro laburo. Después empezamos a imaginar proyectos. Imaginar proyectos significa poder aportar de la comunicación a un modelo de sociedad, a una propuesta política en términos amplios. Cuando digo una propuesta política intento que no se confunda estrictamente con una propuesta política partidaria, aunque todos tengamos posiciones partidarias. Pero una propuesta política tiene que ver con la vigencia plena de derechos, que me parece que es lo más político de todo. Construir espacios y sociedades donde la vigencia de derechos sea plena. Y pensar, nosotros comunicadores y comunicadoras, ¿qué hacemos desde ahí? ¿Cómo lo hacemos desde ahí?

Una pregunta bastante angustiante

Sí, y también ¿cómo lo hacemos en estas condiciones? Esa es una pregunta que te parte. Todos tenemos que vivir de algo, necesitamos generar ingresos. Normalmente estos espacios se convierten en espacios de militancia y la militancia no es rentada, por lo menos no la nuestra. En algún momento el proyecto Huvaiti tiene que caminar para que nosotras y nosotros podamos vivir de esto. Ni mañana, ni pasado probablemente. Pero sobre todo los y las más jóvenes, que mañana puedan hacer de esto un proyecto en el que puedan hacer confluir el sentido de su vida, la militancia y la profesión.

 Se piensa como dicotómicos y antagónicos el fin de lucro y la militancia. ¿Y para quién termina siendo accesible entonces la militancia? 

Exactamente, entonces nosotros y nosotras tuvimos que buscar ahí un modelo de gestión. Es decir, que la cooperativa tenga un desarrollo complejo que nos permita por un lado generar ingresos, pero al mismo tiempo, que esos ingresos sirvan para solventar por lo menos el trabajo de algunos y algunas, y que además podamos dedicar parte de estos a hacer prestaciones que sean gratuitas o casi gratuitas. Por ejemplo, Walter Isaias y Manual Barrientos están trabajando en un proyecto , para nosotros muy importante, con la Radio La Colifata. Para nosotros dentro del proyecto de Huvaiti es muy importante, estamos haciendo ahí un desarrollo que tiene que ver con las personas, pero también trabajando en una marca colectiva para La Colifata.

 ¿Cómo una marca?

Claro, ellos están comenzando a producir productos de la economía social. ¿Cómo se reconoce eso? Bueno, con una marca que se llame La Colifata. Pero eso también necesita estrategia de comunicación. Entonces, ¿es un proyecto de promoción humana? Sí. ¿Es un proyecto de derechos humanos? Sí. ¿Es un proyecto comercial? También. Y es un proyecto comunicacional. Huvaiti intenta ser un proyecto complejo de comunicación. Está Huvaiti la editorial, generamos estrategias de comunicación, desarrollamos la plataforma de comercialización de productos de la economía popular, ESAP se llama, y trabajamos un programa de radio que se llama “Mundo Hormiga”, que se produce una vez por semana y se distribuye por cuarenta y tantas emisoras comunitarias de todo el país. Entonces tenés una serie de cosas. Huvaiti es todo eso. Y todo eso con distintas miradas. 

 ¿De dónde sale Huvaiti ediciones?

 Decidimos abrir Huvaiti ediciones porque nosotros queremos debatir en el mundo de la política y en el mundo de la academia poniendo temas a circular. Queremos producir eso, temas para discutir.

 ¿Producir sentido?

Exactamente. Pero eso necesita sustentarse. Los libros los vendemos baratos porque tenemos que venderlos. Aunque consigamos algunos subsidios que nos permiten producir los libros, hay que seguir produciendo. Por ejemplo, acabamos de producir un libro que no se va a imprimir porque tiene 380 páginas y es imposible imprimir por el costo. Pero este habla de nuestra vocación latinoamericana, es un libro en alianza con la Asociación Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación (ALAIC). Eso es gratis, gratis en el sentido que nosotros no cobramos nada, pero nos parece importante meter en nuestra colección también un libro de sentido latinoamericano. Entre otras cosas porque creemos profundamente que solo no se salva nadie y en que nosotros tenemos que pensar latinoamericanamente. 

Presentación del libro «Por una construcción colectiva. Comunicación para la organización y la economía comunitaria».

Es el proceso de ir balanceando esta estructura de la cual pueden depender económicamente y al mismo tiempo ir construyendo el sentido y el posicionamiento en el que creen

Claro, de la misma manera es nuestra alianza con Alimentos Cooperativos. Este tiene dos sentidos. El primero tiene que ver con nuestro compromiso con la economía social y la agricultura familiar. Y, en segunda instancia, tenemos un diagnóstico que nos dice que en general los compañeros y las compañeras de la economía social y la agricultura familiar no tienen  trabajo comunicacional, no tienen estrategia de comunicación que visibilicen su existencia y la de sus productos. Entonces dijimos: “Bueno, nosotros vamos a aportar ahí”. Pero hay que estar dentro de ese proceso, porque si estás afuera no se puede hacer. Entonces decidimos generar esta alianza con alimentos cooperativos para poner un almacén. Algunos amigos se ríen porque dicen: “Ustedes, académicos, terminaron de almaceneros”. Pero que el almacén sea de alguna prueba piloto de cómo se puede montar un almacén que te de visibilidad, en el que puedas incorporar sentidos, y que pongas a discutir otras cosas. Que además le podamos decir a otros y otras de la economía social “mirá, esto se puede hacer así y podemos hacerlo juntos y juntas y corrijamos entre todos y todas”. 

También eso te pone en la agenda en la cual vos queres participar en otras conversaciones, en otros momentos y experiencias. La combinación ciencia-territorio acá es muy interesante y ser comunicadores almaceneros es un poco también eso.

No se me había ocurrido, pero está bueno. De hecho, a nosotros nos fue llevando a otras cosas. Nosotros, como Huvaiti, estamos haciendo las redes de Alimentos Cooperativos, hacemos las redes de la Federación de Cooperativas Rurales de la Rioja y estamos conversando la posibilidad de hacer la comunicación de otras cooperativas o redes de cooperativas. 

Es parte un poco de pensar la comunicación como producto, ¿no?

Pensar la comunicación como producto y como proceso, la relación comunicación-territorio. Yo me apoyo mucho para pensar en el territorio en De Certeau. Él te dice “movilidad transitando”. El territorio no es un mapa, es básicamente relaciones, vincularidades. 

Lo hablaban en la presentación del último libro Por una construcción colectiva: pensar la comunicación como un producto más de la economía social, solidaria, popular y comunitaria.

Sí, esto es una tensión a veces, porque los compañeros no tienen en cuenta que esto tiene costo y que esto es nuestro trabajo. Y a veces debatís eso y les decís: “¿Sabes que yo laburo de esto?” Y te contestan: “Por qué no me tirás unas cuantas ideas de cómo hacer esto”. Sí, compa, yo te tiro un par de ideas, pero nosotros estamos laburando, así como vos producís las aceitunas yo genero productos comunicacionales, entonces por qué tus aceitunas valen y mis productos de comunicación no. Yo sé que es intangible y puede ser difícil de entender, pero es una discusión que hay que dar porque los compañeros y las compañeras no lo tienen en claro. Te dicen: “Vos que sabes hacer de esto…” Sí y a mí me gusta comer queso, y los quesos me los vendés. Nosotros nos planteamos como grupo, como cooperativa de interlocutores en lo comunicacional y en lo político. Yo trabajé y aspiro a seguir trabajando con el movimiento sindical, porque también soy de los convencidos, y los compañeros también, de que el movimiento sindical necesita mucho de la comunicación, tienen miradas muy estereotipadas.

¿En qué sentido?

Hay formatos que perdieron vigencia. El formato del puño cerrado en blanco y negro pudo haber tenido mucho valor en algun momento, y no digo que ahora no tenga nada de valor, pero hay que encontrar otra forma de comunicar el mundo sindical que además ahora está muy estereotipado. Vos tenés que luchar contra determinados sentidos construidos, sentidos que dicen que los dirigentes y las dirigentas sindicales son esto o lo otro. Y no, son muchas más cosas. Y eso es lo que no se ve, el sistema corporativo de medios transmite otra cosa, y eso es lo que hay que discutir. Pero a los primeros y primeras que hay que convencer de eso es a los compañeros y a las compañeras. Ellos son otros de los que te dicen: “¿No venís a darme una mano con un plenario? A explicar un poquito lo de la comunicación? Y sabés que yo laburo de esto. “¿Pero qué te cuesta?” Y sí me cuesta loco.

Claro, hay toda una trayectoria hecha

Y ni siquiera es por la trayectoria, es poner el cuerpo, y si yo estoy poniendo el cuerpo estoy laburando. Si vos le reconocés a tanta otra gente el laburo, ¿por qué no a nosotros? ¿por qué a un abogado le pagás y a nosotros no?

Los periodistas Jorge Vilas y Gisselle Teper, el vicedecano de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA Diego de Charras, y los miembros de Huvaiti, Whasington Uranga y Clarisa Veiga en la presentación del libro realizada en Almacén.

En la presentación y en el libro vos hablás del pensar latinoamericano y la democracia. 

Sí, por mi historia en general yo estoy muy atravesado por América Latina, cuando a mi me preguntan ciudadanía, yo digo latinoamericano. Soy de los convencidos de que este continente es indisociable. Nosotros no podemos dejar de pensarnos como unidad latinoamericana, y nuestro futuro depende de que nosotros y nosotras seamos capaces de pensarnos así. Y esto hay que construirlo y muy particularmente hay que construirlo desde Argentina. Y la otra, para mí la democracia tiene sentido en cuanto significa restitución y vigencia de derechos, sino es una farsa. Incluso puede llegar a ser una farsa participativa si no sirve efectivamente para mejorar la calidad de vida. Yo rescato mucho la cosmovisión andina del Buen Vivir o el Vivir Bien. Como dicen los colombianos ahora, a Vivir la Buena Vida, que no es vivir de joda, es la buena vida, es calidad de vida, felicidad, sentirse feliz con lo que hacemos. La democracia tiene que estar ligada a eso. Si no está ligado a eso es como una lucha sin sentido, como una carga permanente, y no puede ser una carga. Nosotros necesitamos construirnos con alegría, con satisfacción de lo que hacemos. Lo que intento decir cuando escribo es ese tipo de cosas. ¿Para qué comunicás? o ¿comunicar en qué sentido? Comunicar con sentido latinoamericano, comunicar con Buen Vivir. Porque si no, ¿la  democracia qué es? ¿Un voto? ¿Ir a votar? Es como demasiado poco. 

 El libro juega mucho con cuestiones más abstractas, más ensayísticas, pero también te encontrás con un un cuadro concreto de estrategias de comunicación en el medio. Esto también deja ver que se ponen en juego cuestiones materiales al hacer comunicacional, como por ejemplo que tus amigos te pidan que des un plenario gratis o que te pidan consejos de cómo gestionar un proyecto. 

¿Eso sabes por qué? Porque eso surge de nuestra propia práctica. Vos mirás y analizás lo que escribe Clarisa (Veiga), por ejemplo: lo que está haciendo es poniendo sobre la mesa su propia experiencia con Abuelas de Plaza de Mayo. En la que tuvo que traducir una cantidad de cuestiones que tienen que ver con salir de una idea, para traducirla en una propuesta que haga sentido en una sociedad donde muchas veces domina otra. Entonces, muchas veces eso significa producto, metodología, proceso. El texto de Manuel Barrrientos tiene un montón de cosas que son también estratégicas. Porque también eso lo tenemos que discutir, porque sino terminamos todos y todas haciendo Marketing Comunicacional. Yo ni siquiera estoy en contra del marketing, pero hay formas del marketing que no me cierran. Pero necesitamos construir metodologías.

 Decías en un momento ¨popularizar la comunicación corporativa”.

Si, va por ese lado. Encontrar que la comunicación popular tenga también un costado que responda a la sociedad de mercado en la que vivimos. Hay que poder responder a eso y hay que poder hacerlo desde nuestro lugar. No simplemente para acoplarnos o sumarnos, sino que para responder desde otro lugar. Fácil no es. Pero bueno hay que hacerlo. 

 ¿Pudiste trabajar un poco el sentido o desarmar un poco las ideas con respecto al intento de magnicidio de Cristina?

Los intercambios con los y las compañeras, con los y las colegas, son desazón, incertidumbre y angustia. Tiene que ver con la dificultad de construir escenarios de futuro. Me parece que lo más tensionante es eso. Pero, además, la dificultad de construirnos como sociedad en la diferencia. Si uno no piensa que las sociedades se construyen a partir de la diferencia, es muy difícil imaginar el futuro. Porque sería de alguna manera muy totalitario, todos y todas tienen que pensar igual. Y, además, porque el enriquecimiento en la sociedad se da en el principio de alteridad, el otro y la otra me enriquece desde su diferencia. Sería muy aburrido si todos seríamos iguales.

 ¿Seríamos algo si todos fuésemos iguales?

Por eso. Entonces no admitir la diferencia y además cargarle a eso violencia física, es de alguna manera un sentido de destrucción de lo social. Pero más allá del hecho particular,que es gravísimo y detestable, lo que hay es el contexto que genera eso. Y más allá de que algunos y algunas colegas están tratando de decir “ay nos están poniendo a nosotros como culpables”, es verdad que el sistema de medios cargó de sentidos a través de determinadas personas que habilitaron ese acto violento. No quiero decir que le hayan puesto la pistola en la mano ni mucho menos, pero sí creo que esa persona se sintió habilitada por un contexto, y eso es grave. Y por otra parte, creo que están faltando decisiones políticas para ponerle límite a eso. Porque esos discursos de odio están violando los derechos de todos nosotros.

 Vos hablabas de la comunicación y la democracia como restitución y vigencia de derechos, y en todo esto ¿qué es esta comunicación?

Yo diría también que la comunicación es un espacio de disputa simbólica por el poder. Es un espacio de lucha simbólica y está claro que quienes actúan como lo están haciendo, falseando, mintiendo, agrediendo, están dando una disputa simbólica y nosotros no nos podemos quedar callados y calladas. Pero para eso necesitamos también construir metodología, para eso también necesitamos valernos de herramientas. Y la otra es ¿cómo convertimos esto, que es una tragedia, en un hecho positivo que construya? Yo soy de los que piensa que esto necesita movilización social. Que no hay otra forma. Si no hay respuestas institucionales tiene que haber movilización social. Tiene que haber calle. 

 La construcción social es un alivio a la angustia

Si pero depende, yo soy muy prospectivista en esto.

 ¿En qué sentido?

Es una mirada que te permite construir sobre la base de escenarios futuros. Nosotros no podemos construir escenarios futuros que nos sirvan como horizonte. Y digo escenarios en plural, porque no es un escenario, pueden ser muchos. Pero necesito construirlos, si no tengo eso no camino. Y para poder construirlo necesito organización. No es lo mismo pero es esa idea que le atribuyen a Galeano, pero no es de Galeano, es de Fernando Birri, que habla sobre la utopía y dice: “¿Para qué sirve la utopía? Y bueno, para seguir caminando”. La idea de los prospectivistas es así: construir escenarios de futuro pero para poder actuar en el presente. 

 ¿Por qué el nombre Huvaiti? ¿Por qué “camino hacia el encuentro”?

Porque de alguna manera nos representa así, nos representa la idea de camino, la idea del encuentro. Es eso. No hay nada terminado, estamos caminando. Y el encuentro es eso, es comunicación, es diálogo, es construcción colectiva, es todo eso. 

Cuando la comunicación es cooperativa

Cuando la comunicación es cooperativa

El periodista y docente Washington Uranga integra la cooperativa de comunicación Huvaiti, que brinda servicios a organizaciones de la economía popular. ¿Por qué hace falta comunicar profesionalmente en esos sectores? Las tensiones entre el trabajo y la militancia.

“Huvaiti es un proyecto integrado por personas preocupadas por las cuestiones sociales, la política, la comunicación y los derechos humanos, que decidieron organizarse con la convicción de la importancia del trabajo asociado y con el propósito de generar alternativas y propuestas para la comunidad, desde una perspectiva integral de derechos e intentando contribuir a la mejor calidad de vida”, dice la carta de presentación de la Cooperativa de Trabajo para la Comunicación y el Desarrollo de la Economía Social y la Cultura Popular, Huvaiti. En criollo, una cooperativa que lo que  produce son servicios de comunicación para la comunidad inserta en la economía popular.

En un pequeño local de la calle Moreno, ubicado en el barrio porteño de Monserrat, está el almacén de “Alimentos Cooperativos”, que funciona como sede de encuentro para las y los trabajadores de la Cooperativa Huvaiti. Pero, ¿quiénes son las trabajadoras y trabajadores de Huvaiti?

“Somos un grupo de amigos -dijo Washington Uranga, presidente de la Cooperativa-. Nos encontramos algunos en la facultad, otros en la militancia, pero todos en la búsqueda de una propuesta de comunicación en la que nosotros y nosotras nos sintamos contentos y felices.Esto es algo que ni el mercado ni el Estado nos estaban ofreciendo. Te ofrecen trabajos profesionales que no terminan de satisfacer lo que nosotros tenemos en la cabeza y en el corazón respecto de lo que es la comunicación. De alguna manera lo que hicimos fue comenzar a fabricar una propuesta que nos representara. En principio hicimos cosas juntos y juntas y después decidimos de alguna manera institucionalizarlo. Pensamos diferentes formas organizativas y finalmente llegamos a la conclusión de que esto era una cooperativa de trabajo, porque lo que sumamos es eso, nuestro laburo. Después empezamos a imaginar proyectos. Imaginar proyectos significa poder aportar de la comunicación a un modelo de sociedad, a una propuesta política en términos amplios. Cuando digo una propuesta política intento que no se confunda estrictamente con una propuesta política partidaria, aunque todos tengamos posiciones partidarias. Pero una propuesta política tiene que ver con la vigencia plena de derechos, que me parece que es lo más político de todo. Construir espacios y sociedades donde la vigencia de derechos sea plena. Y pensar, nosotros comunicadores y comunicadoras, ¿qué hacemos desde ahí? ¿Cómo lo hacemos desde ahí?

Una pregunta bastante angustiante

Sí, y también ¿cómo lo hacemos en estas condiciones? Esa es una pregunta que te parte. Todos tenemos que vivir de algo, necesitamos generar ingresos. Normalmente estos espacios se convierten en espacios de militancia y la militancia no es rentada, por lo menos no la nuestra. En algún momento el proyecto Huvaiti tiene que caminar para que nosotras y nosotros podamos vivir de esto. Ni mañana, ni pasado probablemente. Pero sobre todo los y las más jóvenes, que mañana puedan hacer de esto un proyecto en el que puedan hacer confluir el sentido de su vida, la militancia y la profesión.

 Se piensa como dicotómicos y antagónicos el fin de lucro y la militancia. ¿Y para quién termina siendo accesible entonces la militancia? 

Exactamente, entonces nosotros y nosotras tuvimos que buscar ahí un modelo de gestión. Es decir, que la cooperativa tenga un desarrollo complejo que nos permita por un lado generar ingresos, pero al mismo tiempo, que esos ingresos sirvan para solventar por lo menos el trabajo de algunos y algunas, y que además podamos dedicar parte de estos a hacer prestaciones que sean gratuitas o casi gratuitas. Por ejemplo, Walter Isaias y Manual Barrientos están trabajando en un proyecto , para nosotros muy importante, con la Radio La Colifata. Para nosotros dentro del proyecto de Huvaiti es muy importante, estamos haciendo ahí un desarrollo que tiene que ver con las personas, pero también trabajando en una marca colectiva para La Colifata.

 ¿Cómo una marca?

Claro, ellos están comenzando a producir productos de la economía social. ¿Cómo se reconoce eso? Bueno, con una marca que se llame La Colifata. Pero eso también necesita estrategia de comunicación. Entonces, ¿es un proyecto de promoción humana? Sí. ¿Es un proyecto de derechos humanos? Sí. ¿Es un proyecto comercial? También. Y es un proyecto comunicacional. Huvaiti intenta ser un proyecto complejo de comunicación. Está Huvaiti la editorial, generamos estrategias de comunicación, desarrollamos la plataforma de comercialización de productos de la economía popular, ESAP se llama, y trabajamos un programa de radio que se llama “Mundo Hormiga”, que se produce una vez por semana y se distribuye por cuarenta y tantas emisoras comunitarias de todo el país. Entonces tenés una serie de cosas. Huvaiti es todo eso. Y todo eso con distintas miradas. 

 ¿De dónde sale Huvaiti ediciones?

 Decidimos abrir Huvaiti ediciones porque nosotros queremos debatir en el mundo de la política y en el mundo de la academia poniendo temas a circular. Queremos producir eso, temas para discutir.

 ¿Producir sentido?

Exactamente. Pero eso necesita sustentarse. Los libros los vendemos baratos porque tenemos que venderlos. Aunque consigamos algunos subsidios que nos permiten producir los libros, hay que seguir produciendo. Por ejemplo, acabamos de producir un libro que no se va a imprimir porque tiene 380 páginas y es imposible imprimir por el costo. Pero este habla de nuestra vocación latinoamericana, es un libro en alianza con la Asociación Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación (ALAIC). Eso es gratis, gratis en el sentido que nosotros no cobramos nada, pero nos parece importante meter en nuestra colección también un libro de sentido latinoamericano. Entre otras cosas porque creemos profundamente que solo no se salva nadie y en que nosotros tenemos que pensar latinoamericanamente. 

Presentación del libro «Por una construcción colectiva. Comunicación para la organización y la economía comunitaria».

Es el proceso de ir balanceando esta estructura de la cual pueden depender económicamente y al mismo tiempo ir construyendo el sentido y el posicionamiento en el que creen

Claro, de la misma manera es nuestra alianza con Alimentos Cooperativos. Este tiene dos sentidos. El primero tiene que ver con nuestro compromiso con la economía social y la agricultura familiar. Y, en segunda instancia, tenemos un diagnóstico que nos dice que en general los compañeros y las compañeras de la economía social y la agricultura familiar no tienen  trabajo comunicacional, no tienen estrategia de comunicación que visibilicen su existencia y la de sus productos. Entonces dijimos: “Bueno, nosotros vamos a aportar ahí”. Pero hay que estar dentro de ese proceso, porque si estás afuera no se puede hacer. Entonces decidimos generar esta alianza con alimentos cooperativos para poner un almacén. Algunos amigos se ríen porque dicen: “Ustedes, académicos, terminaron de almaceneros”. Pero que el almacén sea de alguna prueba piloto de cómo se puede montar un almacén que te de visibilidad, en el que puedas incorporar sentidos, y que pongas a discutir otras cosas. Que además le podamos decir a otros y otras de la economía social “mirá, esto se puede hacer así y podemos hacerlo juntos y juntas y corrijamos entre todos y todas”. 

También eso te pone en la agenda en la cual vos queres participar en otras conversaciones, en otros momentos y experiencias. La combinación ciencia-territorio acá es muy interesante y ser comunicadores almaceneros es un poco también eso.

No se me había ocurrido, pero está bueno. De hecho, a nosotros nos fue llevando a otras cosas. Nosotros, como Huvaiti, estamos haciendo las redes de Alimentos Cooperativos, hacemos las redes de la Federación de Cooperativas Rurales de la Rioja y estamos conversando la posibilidad de hacer la comunicación de otras cooperativas o redes de cooperativas. 

Es parte un poco de pensar la comunicación como producto, ¿no?

Pensar la comunicación como producto y como proceso, la relación comunicación-territorio. Yo me apoyo mucho para pensar en el territorio en De Certeau. Él te dice “movilidad transitando”. El territorio no es un mapa, es básicamente relaciones, vincularidades. 

Lo hablaban en la presentación del último libro Por una construcción colectiva: pensar la comunicación como un producto más de la economía social, solidaria, popular y comunitaria.

Sí, esto es una tensión a veces, porque los compañeros no tienen en cuenta que esto tiene costo y que esto es nuestro trabajo. Y a veces debatís eso y les decís: “¿Sabes que yo laburo de esto?” Y te contestan: “Por qué no me tirás unas cuantas ideas de cómo hacer esto”. Sí, compa, yo te tiro un par de ideas, pero nosotros estamos laburando, así como vos producís las aceitunas yo genero productos comunicacionales, entonces por qué tus aceitunas valen y mis productos de comunicación no. Yo sé que es intangible y puede ser difícil de entender, pero es una discusión que hay que dar porque los compañeros y las compañeras no lo tienen en claro. Te dicen: “Vos que sabes hacer de esto…” Sí y a mí me gusta comer queso, y los quesos me los vendés. Nosotros nos planteamos como grupo, como cooperativa de interlocutores en lo comunicacional y en lo político. Yo trabajé y aspiro a seguir trabajando con el movimiento sindical, porque también soy de los convencidos, y los compañeros también, de que el movimiento sindical necesita mucho de la comunicación, tienen miradas muy estereotipadas.

¿En qué sentido?

Hay formatos que perdieron vigencia. El formato del puño cerrado en blanco y negro pudo haber tenido mucho valor en algun momento, y no digo que ahora no tenga nada de valor, pero hay que encontrar otra forma de comunicar el mundo sindical que además ahora está muy estereotipado. Vos tenés que luchar contra determinados sentidos construidos, sentidos que dicen que los dirigentes y las dirigentas sindicales son esto o lo otro. Y no, son muchas más cosas. Y eso es lo que no se ve, el sistema corporativo de medios transmite otra cosa, y eso es lo que hay que discutir. Pero a los primeros y primeras que hay que convencer de eso es a los compañeros y a las compañeras. Ellos son otros de los que te dicen: “¿No venís a darme una mano con un plenario? A explicar un poquito lo de la comunicación? Y sabés que yo laburo de esto. “¿Pero qué te cuesta?” Y sí me cuesta loco.

Claro, hay toda una trayectoria hecha

Y ni siquiera es por la trayectoria, es poner el cuerpo, y si yo estoy poniendo el cuerpo estoy laburando. Si vos le reconocés a tanta otra gente el laburo, ¿por qué no a nosotros? ¿por qué a un abogado le pagás y a nosotros no?

Los periodistas Jorge Vilas y Gisselle Teper, el vicedecano de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA Diego de Charras, y los miembros de Huvaiti, Whasington Uranga y Clarisa Veiga en la presentación del libro realizada en Almacén.

En la presentación y en el libro vos hablás del pensar latinoamericano y la democracia. 

Sí, por mi historia en general yo estoy muy atravesado por América Latina, cuando a mi me preguntan ciudadanía, yo digo latinoamericano. Soy de los convencidos de que este continente es indisociable. Nosotros no podemos dejar de pensarnos como unidad latinoamericana, y nuestro futuro depende de que nosotros y nosotras seamos capaces de pensarnos así. Y esto hay que construirlo y muy particularmente hay que construirlo desde Argentina. Y la otra, para mí la democracia tiene sentido en cuanto significa restitución y vigencia de derechos, sino es una farsa. Incluso puede llegar a ser una farsa participativa si no sirve efectivamente para mejorar la calidad de vida. Yo rescato mucho la cosmovisión andina del Buen Vivir o el Vivir Bien. Como dicen los colombianos ahora, a Vivir la Buena Vida, que no es vivir de joda, es la buena vida, es calidad de vida, felicidad, sentirse feliz con lo que hacemos. La democracia tiene que estar ligada a eso. Si no está ligado a eso es como una lucha sin sentido, como una carga permanente, y no puede ser una carga. Nosotros necesitamos construirnos con alegría, con satisfacción de lo que hacemos. Lo que intento decir cuando escribo es ese tipo de cosas. ¿Para qué comunicás? o ¿comunicar en qué sentido? Comunicar con sentido latinoamericano, comunicar con Buen Vivir. Porque si no, ¿la  democracia qué es? ¿Un voto? ¿Ir a votar? Es como demasiado poco. 

 El libro juega mucho con cuestiones más abstractas, más ensayísticas, pero también te encontrás con un un cuadro concreto de estrategias de comunicación en el medio. Esto también deja ver que se ponen en juego cuestiones materiales al hacer comunicacional, como por ejemplo que tus amigos te pidan que des un plenario gratis o que te pidan consejos de cómo gestionar un proyecto. 

¿Eso sabes por qué? Porque eso surge de nuestra propia práctica. Vos mirás y analizás lo que escribe Clarisa (Veiga), por ejemplo: lo que está haciendo es poniendo sobre la mesa su propia experiencia con Abuelas de Plaza de Mayo. En la que tuvo que traducir una cantidad de cuestiones que tienen que ver con salir de una idea, para traducirla en una propuesta que haga sentido en una sociedad donde muchas veces domina otra. Entonces, muchas veces eso significa producto, metodología, proceso. El texto de Manuel Barrrientos tiene un montón de cosas que son también estratégicas. Porque también eso lo tenemos que discutir, porque sino terminamos todos y todas haciendo Marketing Comunicacional. Yo ni siquiera estoy en contra del marketing, pero hay formas del marketing que no me cierran. Pero necesitamos construir metodologías.

 Decías en un momento ¨popularizar la comunicación corporativa”.

Si, va por ese lado. Encontrar que la comunicación popular tenga también un costado que responda a la sociedad de mercado en la que vivimos. Hay que poder responder a eso y hay que poder hacerlo desde nuestro lugar. No simplemente para acoplarnos o sumarnos, sino que para responder desde otro lugar. Fácil no es. Pero bueno hay que hacerlo. 

 ¿Pudiste trabajar un poco el sentido o desarmar un poco las ideas con respecto al intento de magnicidio de Cristina?

Los intercambios con los y las compañeras, con los y las colegas, son desazón, incertidumbre y angustia. Tiene que ver con la dificultad de construir escenarios de futuro. Me parece que lo más tensionante es eso. Pero, además, la dificultad de construirnos como sociedad en la diferencia. Si uno no piensa que las sociedades se construyen a partir de la diferencia, es muy difícil imaginar el futuro. Porque sería de alguna manera muy totalitario, todos y todas tienen que pensar igual. Y, además, porque el enriquecimiento en la sociedad se da en el principio de alteridad, el otro y la otra me enriquece desde su diferencia. Sería muy aburrido si todos seríamos iguales.

 ¿Seríamos algo si todos fuésemos iguales?

Por eso. Entonces no admitir la diferencia y además cargarle a eso violencia física, es de alguna manera un sentido de destrucción de lo social. Pero más allá del hecho particular,que es gravísimo y detestable, lo que hay es el contexto que genera eso. Y más allá de que algunos y algunas colegas están tratando de decir “ay nos están poniendo a nosotros como culpables”, es verdad que el sistema de medios cargó de sentidos a través de determinadas personas que habilitaron ese acto violento. No quiero decir que le hayan puesto la pistola en la mano ni mucho menos, pero sí creo que esa persona se sintió habilitada por un contexto, y eso es grave. Y por otra parte, creo que están faltando decisiones políticas para ponerle límite a eso. Porque esos discursos de odio están violando los derechos de todos nosotros.

 Vos hablabas de la comunicación y la democracia como restitución y vigencia de derechos, y en todo esto ¿qué es esta comunicación?

Yo diría también que la comunicación es un espacio de disputa simbólica por el poder. Es un espacio de lucha simbólica y está claro que quienes actúan como lo están haciendo, falseando, mintiendo, agrediendo, están dando una disputa simbólica y nosotros no nos podemos quedar callados y calladas. Pero para eso necesitamos también construir metodología, para eso también necesitamos valernos de herramientas. Y la otra es ¿cómo convertimos esto, que es una tragedia, en un hecho positivo que construya? Yo soy de los que piensa que esto necesita movilización social. Que no hay otra forma. Si no hay respuestas institucionales tiene que haber movilización social. Tiene que haber calle. 

 La construcción social es un alivio a la angustia

Si pero depende, yo soy muy prospectivista en esto.

 ¿En qué sentido?

Es una mirada que te permite construir sobre la base de escenarios futuros. Nosotros no podemos construir escenarios futuros que nos sirvan como horizonte. Y digo escenarios en plural, porque no es un escenario, pueden ser muchos. Pero necesito construirlos, si no tengo eso no camino. Y para poder construirlo necesito organización. No es lo mismo pero es esa idea que le atribuyen a Galeano, pero no es de Galeano, es de Fernando Birri, que habla sobre la utopía y dice: “¿Para qué sirve la utopía? Y bueno, para seguir caminando”. La idea de los prospectivistas es así: construir escenarios de futuro pero para poder actuar en el presente. 

 ¿Por qué el nombre Huvaiti? ¿Por qué “camino hacia el encuentro”?

Porque de alguna manera nos representa así, nos representa la idea de camino, la idea del encuentro. Es eso. No hay nada terminado, estamos caminando. Y el encuentro es eso, es comunicación, es diálogo, es construcción colectiva, es todo eso. 

«Reemplazá las compras del super por estas»

«Reemplazá las compras del super por estas»

Productores y consumidores de la agricultura familiar se reunieron en un festival para consolidar redes, dar a conocer otro modo de elaboración, distribución y comercialización alimentaria y construir “Mas comunidad”.  

Productores y consumidores de la agricultura familiar se encontraron este fin de semana para dar a conocer sus productos, conversar sobre otro modo de producir, distribuir y consumir alimentos y, ante todo, para fortalecer al colectivo de Red de Alimentos cooperativos a la que pertenecen. 

Entre las 15 y las 22, en un local de la calle Moreno 945, ubicado en el barrio porteño de Monserrat, se llevó a cabo el primer Festival Más Comunidad organizado por la Red de Alimentos Cooperativos y la cooperativa de comunicación Huvaití, las organizaciones que gestionan ese espacio, donde el sábado todo fue fiesta. Hubo degustaciones, presentaciones de productos, radio abierta y hasta música en vivo, pero, también, un lugar para la reflexión sobre las problemáticas a las que se enfrentan las cooperativas.

Alimentos Cooperativos es una red nacional de cooperativas vinculadas a la cadena agroalimentaria. Su modo de producción es agroecológico, es decir, producen alimentos saludables y nutritivos minimizando la utilización de conservantes, saborizantes, y otros químicos de uso habitual en la industria alimenticia. “Alimentos Cooperativos surgió de un grupo de cooperativas que producen alimentos que hicieron un diagnóstico de por qué se les dificultaba tanto la comercialización. Se dieron cuenta de que el problema era que no se podía seguir peleando un lugar en el mercado tradicional. No se puede seguir disputando ingresar al supermercado porque las condiciones son un problema. Entonces, se dio la discusión de que necesitábamos nuestros propios esquemas comerciales”, recuerda Miguela Varela, organizadora del Festival, en diálogo con ANCCOM. Así fue como en 2014, la red comenzó a tomar forma hasta contar hoy con cooperativas de comercialización, consumo, comunicación, locales en distintos puntos del país y una tienda virtual. “Todo evolucionó al pensar la cadena de valor agroalimentaria como un todo, no solamente como el productor que necesita ubicar su producto. Buscamos que el Festival pueda ser un evento para reflexionar sobre lo que está pasando con la alimentación hoy, un poco por los precios y un poco por la calidad también”, agregó.

«Buscamos que el Festival pueda ser un evento para reflexionar sobre lo que está pasando con la alimentación, un poco por los precios y un poco por la calidad», señaló Miguela Varela, una de las organizadoras.

Durante la jornada, diferentes cooperativas tuvieron un lugar para dar a conocer sus productos. En el marco de la Semana de la Miel, la Federación de Cooperativas Apícolas (FECOAPI) se acercó desde San Pedro para realizar una degustación y presentación de sus productos y dialogaron con los consumidores sobre las propiedades de la miel, sus variedades y cómo se elabora. ANCCOM conversó con Jacobo Soria, representante de FECOAPI: “Como pequeños productores unidos podemos llegar a los estándares de las grandes empresas, seguir progresando, capacitándonos e ingresar a nuevos mercados. La cooperativa surgió por un problema de ventas, se vendía la miel a un precio que al productor no le convenía. Entonces, ahí surgió la idea de crear una cooperativa, trabajar en conjunto y vender nuestra miel a un precio que fuera rentable. Así, pudimos canalizar la miel en un mercado que no existía”, explicó.

Con respecto a quienes consumen sus productos, Soria observa una mayor concientización por parte de los clientes. “Nuestro consumidor suele buscar productos naturales, cooperativos. No es lo mismo que hace 10 años, hoy la gente está buscando lo natural, lo orgánico, lo autóctono”. 

Natalia de Majo Arbizo, referente de Oro del Inca, cooperativa de Bernal que se dedica a la elaboración de alimentos saludables como milanesas y hamburguesas vegetales, rebozador de mandioca y snacks de girasol, también estuvo presente en el evento. “Hay una concientización cada vez mayor, yo creo, de dos cosas: del origen del alimento, apostar políticamente a consumir un tipo de producto que sabemos de dónde viene: de la agricultura popular, familiar y también sobre de qué está hecho el producto”.

Natalia De Majo Arbiza, referente de la cooperativa Oro del Inca y Pasta Sur.

Por más que los productores notan un aumento en la preocupación por lo natural por parte de la sociedad y eso se ve en un consecuente aumento del consumo, no están exentos de la situación económica del país. “En este contexto, es difícil sostener un precio. Lo que nosotros siempre discutimos es que, que sea un precio justo no significa que sea un precio barato. Los supermercados, por ejemplo, pueden bajarte el precio e ir a pérdida para romper la competencia. El precio justo es el precio que realmente vale ese alimento por el trabajo que le puso el productor o productora. Además, en el medio hay un trabajo de comercialización y un costo de logística, de movilidad del producto. Ese después es el precio que le llega al consumidor. No hay factores especulativos en el medio, pero tampoco estamos al margen de las escaladas de precio”, explica Varela. “Los pequeños productores tienen costos muy altos, mucho más altos que los de una gran empresa por una cuestión de escala. Tratamos de hacer un equilibrio, siempre marcando los precios reales y justos”, agrega sobre el trabajo de la Red de Alimentos Cooperativos. Oro del Inca también se sostiene a pulmón, cuenta Natalia de Majo Arbizo. La organización sale adelante construyendo estrategias colectivas. “Una de ellas es fortalecernos en red y la participación en Alimentos Cooperativos es eso. Es juntarnos, fusionar las potencialidades y laburar las problemáticas de manera colectiva”, describe.

Alimentos Cooperativos tiene como objetivo fortalecer la economía de las distintas provincias, potenciando y priorizando el envío de recursos económicos hacia todos los rincones de la Argentina para mantener viva la diversa cultura alimentaria de nuestro país. Para Varela, ahora se trata de seguir creciendo: “Queremos abrir cada vez más espacios para que no sea un consumo esporádico, para que puedas reemplazar tu compra del súper por estas, y cerca de tu casa”.

Una campaña de videos promociona la economía popular

Una campaña de videos promociona la economía popular

Ramona. Colonia Agroecológica de la Unión de Trabajadores de la Tierra.

Durante la pandemia, la cooperativa Huvaití lanzó una campaña de comunicación que busca visibilizar y fortalecer proyectos de la economía popular y solidaria. Bajo la idea de que otras formas más justas de producir, distribuir y comerciar son posibles, el colectivo publicó diez videos de un minuto que narran experiencias autogestivas en materia de alimentos, periodismo, vestimenta, entre otras. 

Washington Uranga, periodista, especialista en comunicación institucional y presidente de Huvaití, aludió a la articulación de saberes y habilidades heterogéneas entre los comunicadores y quienes integran las organizaciones: “Los procesos económicos, políticos y sociales, y fundamentalmente los que vienen de la economía popular, necesitan de componentes comunicacionales como una forma de visibilizar esas prácticas y de salir a discutir el sentido de la economía solidaria en el espectro de la comunicación y en el resto de la vida del país”. 

La iniciativa impulsada junto a la productora audiovisual Vaca Bonsai y con el apoyo de CREAS -una organización ecuménica multidiciplinaria de carácter cristiano- fue realizada antes de la pandemia. En los videos sin diálogos o voces se observan imágenes de personas trabajando la tierra como así también los vehículos que transportan los alimentos, los mercados donde se comercializan y el consumo final en la intimidad de los hogares. El trabajo colectivo en cada etapa del circuito ilustra una reflexión que caracteriza a los tiempos que corren: se hace necesaria una revisión de las prácticas de compra, venta y de vinculación con el medio que nos rodea para pensar en sociedades más solidarias.

 

“La economía popular necesita componentes comunicacionales para salir a discutir el sentido de la economía», dice Uranga.

Walter Isaía trabaja hace años en la economía popular y la comunicación comunitaria. Fue parte de la realización del proyecto y, en diálogo con ANCCOM, explica que el objetivo principal fue potenciar los procesos de producción y comercialización de bienes y servicios de las organizaciones desde un diseño estético de calidad. “La idea también apuntó a fortalecer los vínculos que tienen los productores y consumidores. Además, en otro plano un poco más alejado, a poder atraer más audiencias”.

Cuenta, además, que se reunieron con cada colectivo con el fin de dialogar sobre sus necesidades y realizar las producciones tanto en base a sus problemáticas como a la perspectiva y propuesta de Huvaití.

Las inscripciones al Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), a raíz de la crisis coyuntural ocasionada por la pandemia, evidenciaron que seis millones de argentinos trabajan en la economía popular. Sobre su impacto en la realidad nacional, Uranga aclara: “No es un apéndice de la economía general, es un componente fundamental de la economía. Y como tal, tiene que ser reconocido y necesita ser comunicado. Nadie regala derechos, los derechos se conquistan”.

En este sentido, para el periodista y docente universitario “la comunicación es un derecho universal, y por lo tanto juega la condición de habilitante del conjunto de los derechos que, de lo contrario, se ven cercenados o limitados”. Es decir, tiene que facilitar la posibilidad de que todos y todas se expresen, lo que no implica solo “decir cosas”, sino producir sentido, participar del hecho político, cultural, social de la comunicación. 

 

La cooperativa de trabajadores Por Más Tiempo “apuesta por un periodismo libre, sin patrones ni condicionantes”.

Uno de los videos relata el caso del periódico Tiempo Argentino, un diario administrado por sus trabajadores a partir de la creación, en abril de 2016, de la cooperativa Por más Tiempo. Es una empresa “que apuesta por un periodismo libre, sin patrones ni condicionantes”. Con ese propósito, invitan a los lectores y lectoras a ser socias en esta iniciativa de autogestión y construcción colectiva. 

Uranga destaca la importancia de construir herramientas expresivas, artísticas y culturales que garanticen la participación ciudadana. Consultado sobre el escenario versátil que se presenta con las narrativas digitales que traen otras lógicas y desafíos para producir significaciones, opina que “son importantes pero deben integrar estrategias más complejas y apuntar a todo lo que es el espectro de la comunicación, empezando por la vincularidad entre sujetos”.

En esta misma línea, Isaía señala que la propuesta estética y la duración de los videos se pensaron en base a las lógicas de las redes sociales: “El desafío consistía en contar en un minuto una experiencia sin palabras y que a la vez se entendiera y fuese atractiva para el campo de la economía popular”.

Pero ¿cómo obtener alcance con una estructura de propiedad de los medios y redes sumamente desigual? Según Uranga, la intervención del Estado es fundamental para contrarrestar los enormes desequilibrios existentes entre las voces. “Es decir, garantizar la posibilidad de acceso significa que de la misma manera en que se invierte en educación, en una política pública de salud y de educación, es necesario invertir en una política pública de comunicación. El Estado no puede ser apenas un observador”.

Por último, concluye: “Si no hay comunicación popular, nunca habrá plenitud del ejercicio del derecho. Esos actores populares que participan de la economía social necesitan dar una batalla de sentido que, en definitiva, es una lucha simbólica por el poder”.